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AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 1

Autoestima en adolescentes de padres divorciados y padres no divorciados

Jennifer Colón

Joan Noboa

Rosnellys Matos

Alicia Vizcaino

Madeline Pérez

Instituto Tecnológico de Santo Domingo

INTEC

Nota de autor: los autores de este manuscrito son estudiantes de Psicología del Instituto
Tecnológico de Santo Domingo INTEC. Cualquier correspondencia relativa a esta
investigación debe ser dirigida a: colonjennifer9@gmail.com,joannoboa93@gmail.com,
rosnellysmg@gmail.com, alivizcaino18@gmail.com, madelineperezv@gmail.com.
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Índice

Presentación………………………………………………………………..Pág.1

Índice……………………………………………………………………….Pág.2

Resumen…………………………………………………………………….Pág.3

I. Autoestima en adolescentes con padres casados y padres divorciados -Pág.4

Marco Teórico………………………………………………………………..Pág.5

La autoestima………………………………………………………………..Pág.5

Historia……………………………………………………………………….Pág.5

El enfoque psicodinámico de Robert White……………………………………Pág.7

Enfoque sociocultural de Rosenberg……………………………………………..Pág.7

Perspectiva conductual de Stanley Coopersmith……………………………….Pag.8

La visión naturalista de Branden…………………………………………………Pag.8

Tipos de autoestima………………………………………………………………..Pag.8

Componentes de la autoestima…………………………………………………..Pag.10

Matrimonio y divorcio…………………………………………………………...Pag.11

Tipos de familia………………………………………………………………….Pag.13

Divorcio…………………………………………………………………………..Pag.13

II. Método……………………………………………………………………….Pag.17

III. Resultados………………………………………………………………….Pag.19

IV. Discusión…………………………………………………………………….Pág.

V. Conclusión…………………………………………………………………….Pág.

VI. Referencias…………………………………………………………………..Pág.

VII. Anexos……………………………………………………………………….Pág.26
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Resumen

El objetivo principal es determinar las diferencias entre el autoestima de los

adolescentes con padres casados y los de padres divorciados. Esta investigación tiene un

enfoque cuantitativo con un diseño no experimental transeccional y de alcance

descriptivo. El instrumento utilizado fue la escala de autoestima de Rosenberg (EAR).

Las pruebas fueron aplicadas a una muestra de 65 participantes, la cual estaba

constituida por 39 del sexo femenino y 26 del sexo masculino en un rango de edad de

11 a 20 años. Dentro de las conclusiones más destacadas están que los adolescentes con

padres casados muestran una mayor autoestima alta que los de los padres divorciados.
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I. Autoestima en adolescentes con padres casados y padres divorciados

Según Rosenberg (1965), el concepto de autoestima se puede definir como la actitud

–positiva o negativa- hacia nosotros mismos (Polaino, 2010). En ese mismo sentido,

Nalhaned (1993) agrega que la autoestima es una suma de confianza y respeto hacia uno

mismo; manifiesta el juicio implícito que cada persona hace de su capacidad para

encarar los desafíos de la vida, para entender y sobreponerse de los problemas y de su

derecho a ser feliz (Portes & Sosa, 1999).

Uno de los desafíos que se puede experimentar en la adolescencia puede ser la

posible separación de los padres. Algunas de las reacciones que suelen tener los

adolescentes, según (Castells, s.f.) son sentimientos de enfado hacia los padres, una

sacudida de identidad, manifestaciones depresivas y un profundo sentimiento de

pérdida. De hecho, Slak (1979) considera que es importante que los padres actúen de la

manera correcta al momento de la separación para conservar la integridad y el bienestar

psicológico de los hijos e hijas debido a que estos pueden pensar que tienen la culpa de

la separación.

Haciendo alusión al tema, según la Encuesta Nacional en Hogares de Propósitos

Múltiples (Enhogar, 2011) llevado a cabo por la Oficina Nacional de Estadística (ONE),

existe más de 3 millones y medio de personas que viven en hogares monoparentales y

de estos, un millón de mujeres son jefas de familia y la mitad de estas no recibe el

apoyo de una pareja para llevar a cabo sus responsabilidades (Peguero, 2012).

Objetivo general

Determinar las diferencias de la autoestima de los adolescentes con padres casados y

con padres divorciados.

Objetivos específicos

Evaluar la autoestima en los adolescentes de padres divorciados.


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Evaluar la autoestima en los adolescentes de padres casados.

Determinar cuál sexo se ve mayormente afectado ante la ruptura de la relación parental.

Justificación

La relación de los adolescentes con sus padres es importante para el desarrollo de la

autoestima, por lo tanto el divorcio es una situación que afecta negativamente este

proceso, pues estos se encuentran en un periodo crítico para el desarrollo de su

identidad. El divorcio ayuda a que se desarrolle una autoestima baja en los y las

adolescentes, lo que puede producir limitaciones en el desarrollo de sus metas y en las

relaciones interpersonales. En este sentido, nuestro propósito es concientizar a los

padres que están en el proceso de separación para que puedan manejarse de manera

adecuada ante sus hijos e hijas.

Marco Teórico

La autoestima

Historia

El término autoestima proviene del inglés self-esteem, y debido a que fue introducido

en la psicología social y en la de personalidad, está muy vinculado a otros conceptos

similares como el autoconcepto (self-concept) o la autoeficacia (self-efficacy)

(Gonzales & Touron, 1992 en Polaino, s.f.).

A pesar de que podemos encontrar el concepto de autoestima en los trabajos de

influyentes psicólogos, según Ferreira (2003), los antecedentes de este término no

fueron muy valorados debido a que no se consideraban como científicos (Munro, 2005).

Bednar, Wells & Peterson (1993) plantean que el Yo rodea, de manera psicológica,

todos los aspectos como el cuerpo, las habilidades, la reputación, los hijos, el hogar y

las posesiones, que van a responder favorablemente o no de acuerdo a cómo el

individuo los considere parte de sí mismo (Munro, 2005).


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Los autores anteriores basaron sus ideas en los planteamientos de William James y

su libro The Principies of Psychology, donde James propone que la autoestima es la

consecuencia entre lo que queramos ser y nuestras pretensiones, las cuales están

determinadas por las habilidades que poseemos. Así mismo, plantea que existen tres

tipos de autoestima: la material, referente a las cosas que podamos obtener o perder, así

como también nuestra vanidad y modestia; la social, donde podemos encontrar la

humildad, la vergüenza, así como la satisfacción en torno a la familia y la sociedad; y

por último, la espiritual, que alude a la superioridad o inferioridad de cada uno (Polaina,

s.f.).

En este mismo sentido, Adler afirmaba que las personas realizan enormes esfuerzos

para proteger el yo de los peligros exteriores y elevar su deseo de superioridad y esto lo

logran a través de la autoestima, la cual crece mientras sus semejantes los acepten y

valoren (Llona, 2011).

Por otra parte, Coopersmith (1967) afirma que la autoestima es el significado que las

personas atribuyen a otros mediante las verbalizaciones y conductas expresivas (Paz,

2009).

Para Irigoyen-Coria (2002), en la actualidad la autoestima es definida como la

confianza y respeto hacia uno mismo reflejada en la capacidad para entrenarnos a las

adversidades y ser felices (Munro, 2005).

Tausch y Tausch (1981) proponen que el buen funcionamiento de las habilidades

intelectuales, afectivas y sociales dependen de la autoestima (Polaino, s.f.). Polaino

afirma esta premisa pues si bien, todas las personas estiman de cierta manera sus

cualidades y características positivas, se puede dar todo lo contrario debido a que no se

conocen las mismas, lo cual significaría que no se conocen de manera suficiente, y por

ende, existan problemas de autoestima (Polaino, s.f.).


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El enfoque psicodinámico de Robert White

White (1963) considera la autoestima como un fenómeno evolutivo que no está

basado solamente en la aceptación de los demás sino también en una fuente interna

asociada a las metas alcanzadas por el niño, la cual va evolucionando mediante las

experiencias (Munro, 2005).

Este autor señala que no se debe confundir la autoestima con el auto-amor debido a

que el primero se debe a las destrezas y metas reales que posee el niño y el segundo no

(Mruk, 1998 en Domínguez 2009).

Enfoque sociocultural de Rosenberg

Rosenberg (1996) afirma que la autoestima es la actitud positiva o negativa hacia

uno mismo (Steiner, 2005). Este mismo autor llevó a cabo sus investigaciones con más

de 5.000 sujetos teniendo como objetivo principal establecer la relación que ejercen

ciertos factores sociales, así como también investigar sobre la influencia de la

autoestima en actitudes y conductas consideradas importantes socialmente (Dominguez,

2009).

Rosenberg (1965) entiende que la autoestima es positiva cuando le permite al

individuo enfrentarse a las dificultades con eficacia, y que la autoestima es negativa,

cuando existen inconvenientes en el diario vivir generados por angustias e

incomodidades (Banají & Prentice 1996, en López, Sánchez, Pérez & Fernández, 2008).

Mruk (1998), plantea que este enfoque puede considerarse como una perspectiva

sociológica debido a que asume al self como producto de una construcción social basada

en la relación existente entre autovalores y auto estima por la interacción de procesos

culturales, sociales e interpersonales (Dominguez,2009).

Perspectiva conductual de Stanley Coopersmith


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Según este autor, se puede entender la autoestima como una evaluación que indica la

actitud de aprobación o rechazo que un individuo tiene sobre el nivel en el que se

considera apto, valioso y con la capacidad para alcanzar el éxito (Polaino, s.f.).También

es importante resaltar que el juicio que la persona manifiesta sobre sí misma es emitida

hacia los otros mediante informes verbales o conductas abiertas (Munro, 2005).

Este autor considera que existen tres factores principales que actúan como

mecanismos de aprendizaje y anteceden la autoestima: aceptación parental, límites

claramente establecidos y, tratamiento respetuoso (Dominguez, 2009).

La visión naturalista de Branden

Branden expresa que la autoestima es aquella certeza que tenemos en los

sentimientos y creencias que materializamos sobre nosotros mismos (Polaino, s.f.). Esta

asocia la felicidad que consideramos merecer con la confianza que tenemos ante los

retos o adversidades de la vida (Dominguez, 2009).

También la considera como una necesidad que se debe de aprender a satisfacer, y en

caso de no lograrlo, puede privar la eficiencia de los procesos mentales (Dominguez,

2009)

Tipos de autoestima

Algunos autores como Tierno (2001), Wilber (1995), Mckain y Fanning (1999)

señalan dos tipos de autoestima de acuerdo a la valoración misma del individuo: la

autoestima positiva y la autoestima negativa (Rubio, 2009 & Seteiner, 2005).

Las personas con una autoestima positiva tienen la capacidad para afrontar nuevas

metas y retos con entusiasmo debido a que saben en cuáles tareas pueden desarrollarse

sin ninguna dificultad (Tierno, 2001 en Rubio, 2009 & Seteiner, 2005). Asimismo,

Tierno (2001) plantea que quienes tienen una autoestima positiva no compiten contra

los otros, sino contra sí mismos; son valientes, y no pierden tiempo lamentándose de los
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fracasos (Rubio, 2009). Por otra parte Steiner (2005), propone que la autoestima

negativa es aquella que genera dolor, sufrimiento, angustia y culpa, entre otras

sensaciones adversas.

En ese mismo sentido, otra forma de categorizar la autoestima es en alta, media y

baja (Epstein, 1979; Wells & Marwell, 1976 en Munro, 2005; Portes & Sosa, 1999;

Rosenberg 1965).

Rosenberg señala que la autoestima alta se manifiesta en la sensación de la persona

cuando tiene un buen desempeño en alguna actividad; esta autoestima es característica

de aquellos que no presumen de sí mismos ni esperan admiración de los demás. Por

otra parte, este mismo autor nos dice que la autoestima baja es aquella en donde el

individuo se autorechaza pues está insatisfecho consigo mismo (Mruk, 1998 en Rubio,

2009).

En ese mismo sentido, Mruck (1999) considera que quienes poseen ciertas

características de una autoestima alta y una autoestima negativa poseen una autoestima

media. Esto se debe a que no han sido expuestos, o no, suficientemente a los factores

que ayudan a que aumente la autoestima (Mruck, 1999, en Munro 2005).

García y Román (2005), proponen ciertos aspectos que indican los dos extremos de

los tipos de autoestima señalados anteriormente:

Los indicadores de la alta autoestima son:

a) Presentar confianza, curiosidad, iniciativa y ser independientes.

b) Aceptar las propias ideas.

c) Confrontar los desafíos con confianza.

d) Tomar iniciativas.

e) Desarrollar metas de manera independiente.

f) Preguntar y preocuparse por empezar cosas nuevas.


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g) Disposición para adaptarse a los cambios.

h) Resistir las frustraciones.

i) Seguir adelante, no rendirse.

Los indicadores de la baja autoestima son:

a) Desconfianza.

b) Imposibilidad de adaptarse a los cambios o al estrés.

c) Rendirse frente a las situaciones frustrantes.

d) Comportarse de manera tensa e inmadura.

e) Relaciones negativas con los demás.

f) Problemas para interactuar con otros.

g) Manifestar conductas agresivas.

h) Sentirse humillado.

Componentes de la autoestima

En la autoestima encontramos tres componentes que se correlacionan y trabajan de

manera que si uno de ellos se modifica, afecta a los demás. Estos componentes son:

a) Cognitivo: Es aquel que muestra las ideas, creencias, pensamientos, y el proceso

de la información. Esto es el autoconcepto, el cual es la opinión que surge a

través de la personalidad y la conducta.

b) Afectivo: Es el valor que nos damos nosotros mismo, donde esta lo positivo y lo

negativo. Incluye los sentimientos buenos o malos, agradables o desagradables,

que percibimos en nosotros. Es un juicio de valor de nuestra esencia personal.

c) Conductual: Es la rigidez, intención y decisión o atrevimiento de actuar, de

realizar un comportamiento lógico y racional. Es el empeño por alcanzar el


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éxito, dignidad y respeto frente a los demás y en nosotros mismos (Portes &

Sosa, 1999).

Matrimonio y divorcio

Al hablar del enamoramiento, cabe decir que es un estado emocionante que se da

cuando dos personas apenas se están conociendo. Las personas que lo viven, tienen una

intensa atracción el uno hacia el otro la cual hace que se sientan en continua necesidad

de estar juntos (Gomez & Weisz, 2005 en Ayala & Elvia, 2011).

Las parejas se van creando como resultado del enamoramiento, a esto se le conoce

técnicamente como limeranza. Es de suma importancia diferenciar el amor de la

limeranza (Álvarez-Gayou, 2000).

Cuando se toma la decisión de conformar una pareja, hay que tomar en cuenta que

se debe aprender a ceder a las ideas del otro, sin dejar a un lado las propuestas

individuales; es el llamado espacio del otro que se debe respetar, para no sentirse

influenciado ni rechazado en su opinión (Minuchin & Fishman, 1984 en Ayala & Elvia,

2011).

A pesar de que las personas crean una imagen del otro de acuerdo a su necesidad,

sueños individuales e idealización -lo que se conoce como ´´amor ciego´´-, al pasar el

tiempo la relación va tomando otra forma y se convierte en cariño, amor o una

consolidación en sí, sin idealismo de la pareja (Gomez & Weisz, 2005 en Ayala &

Elvia, 2011).

En la mayoría de los casos, la limeranza o enamoramiento disminuye o desaparece

con el paso del tiempo, cuando esto sucede, entonces la persona tiene dos opciones:

dirigir su enamoramiento hacia otro individuo, o que esa limeranza se convierta en

amor. La segunda opción lleva a las personas a establecer una relación permanente y

comprometida para así formar un matrimonio y una familia (Álvarez-Gayou, 2000).


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Según el artículo 258 del Código Civil del Estado de Jalisco, el matrimonio es ´´una

institución de carácter público e interés social, por medio de la cual un hombre y una

mujer deciden compartir un estado de vida para la búsqueda de su realización personal

y la fundación de una familia”. En este sentido, el matrimonio puede verse de dos

maneras: como un contrato y como una sociedad, ya que dicha unión conlleva la

procreación, pero también el respeto de que se es uno para uno y el entendimiento de

que es una unión hasta la muerte; aparte de que es un pacto o un compromiso voluntario

que adquiere permanencia (Ugarte, S.F).

Asimismo, una de las cosas más importantes al iniciar una relación, es saber que la

base que la define es una complementariedad. Se debe destacar que el matrimonio no es

una forma de reemplazar lo que no existía antes de este (Ayala & Elvia, 2011).

Al iniciarse el matrimonio, las personas creen que su pareja lo ve como el

compromiso con que ellos mismo lo ven. Al pasar el tiempo se dan cuenta que no es

así, por lo que es importante que las cosas se hablen antes de, sin suponer que el otro

sabe (Ruiz, 1998).

Por otra parte, cuando el hombre y la mujer deciden entablar una relación de

matrimonio, no necesariamente tiene que ser legal, puede ser unión libre; lo que se

necesita es la voluntad de ambas personas para unir creencias, valores y expectativas; se

trata de decisiones. Según un artículo publicado en el periódico dominicano El Dia, la

unión libre es un compromiso que asume la pareja de vivir en una misma vivienda, sin

firmar algún papel de pacto legal (Nuñez, 2011). Para que esto sea posible se debe de

respetar la individualidad de cada miembro perteneciente a la pareja (Minuchin &

Fishman, 1984 en Ayala & Elvia, 2011).


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En este sentido, la imaginación de las personas de que un matrimonio es perfecto, es

pensar que se vive con la persona adecuada, que tiene los mismos valores y es

compatible con su forma de pensar (Ruiz, 2001 en Ayala & Elvia, 2011).

Al hablar de matrimonio, también debemos de hablar de la familia. Según Zamorano

(2007-2008) la familia, es un conjunto de personas que están unidas por la

consanguinidad. Este mismo autor explica que en tiempos antiguos, la familia era

reconocida como un ente económico, en donde el hombre cazaba y la mujer cocinaba.

Ruiz y Gómez (2000) plantean que el objetivo de la familia es convertir normas sociales

en normas y valores personales; ayudar como un estímulo de aprendizaje y brindar

afecto entre sus miembros. Así pues, una familia en donde no prima el amor y la

comprensión mutua, tiene como resultado traumas de personalidad tanto para los padres

como para sus mismos hijos, sobre todo los más pequeños (Padilla, 1979).

Tipos de familia

Existen muchos tipos de familia, pero en nuestro caso solamente vamos a tomar uno

de los tipos de familia que señala Suárez, (S.F), la cual está formada a base de su

integración, la cual se subdivide en:

- Integrada: consiste en un equilibrio tanto en lo funcional como en lo estructural

(padre, madres e hijos).

-Semi-integrada: en donde las partes cumplen con su función.

-Desintegrada: en la cual existe una separación.

Divorcio

Los seres humanos han nacido para vivir en comunidad y socialmente, sin embargo,

es algo irónico ver que no pueden convivir sin conflictos (Ayala & Elvia, 2011). Es por

esto que después de haber tratado el matrimonio, debemos de hablar del divorcio.
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Según Garces, Pruneda, Venegas (2010), llamamos divorcio a la separación legal de

dos personas que han estado unidas en un matrimonio. La palabra divorcio viene del

Latín divortium, que quiere decir cada quien por su camino, por lo tanto, se puede decir,

que es la cancelación del matrimonio (Garces, Pruneda &Venegas, 2010).

De igual manera, cabe decir que el divorcio trae consigo sufrimiento y dolor para

toda la familia, pero, no es una enfermedad; aparte de que mayormente uno de los

miembros de la pareja ve este cambio como un avance y el otro como un retroceso

(Pérez, Davins, Valls & Aramburu, 2009).

Según Bowlby (1968-1969), las personas que viven una ruptura pasan por un

proceso de tres etapas: protesta, desesperanza y desafección (Pérez, Davins, Valls &

Aramburu, 2009). Con el tiempo, esta situación se ha vuelto mas y mas frecuente sin

que las personas se den cuenta de cuántos problemas arrastra esta decisión no solo para

ellos sino también para sus hijos (Padilla, 1979). Este proceso no sólo desorienta a la

pareja y a la familia en sí, sino, que todos a su alrededor se colocan en la misma

situación (Meltzer & Harris, 1989; Pérez Testor, 2006 en Pérez, Davins, Valls &

Aramburu, 2009).

De la misma manera, es importante señalar que cada proceso de divorcio es

diferente, dependiendo de la personalidad de los integrantes de la pareja (Padilla, 1979).

Los hijos, por otra parte reaccionan de manera diversa, ya que influyen su edad, sexo y

capacidad de adaptación. Para ellos, implica la pérdida de uno de los dos padres, con

mayor frecuencia el padre (Ruiz & Gómez, 2000). Es por esto que en la adolescencia, el

divorcio puede traer consecuencias severas como el bajar las notas en el colegio,

depresión, angustia, agresión e insomnio (Padilla, 1979). Muchos de los hijos pueden

presentar trastornos emocionales que pueden durarle por el resto de la vida, situación

que los padres deben evitar (Ruiz & Gómez 2000).


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Al hablar del divorcio se debe mencionar la existencia de la proyección, esta no es

más que colocar en el otro todo la culpa, lo malo y peligroso (Pérez, Davins, Valls y

Aramburu, (2009).

En otro sentido, los hijos de parejas divorciadas son conocidos por la sociedad con

lastima y pena, ya que se consideran como víctimas que no tienen la culpa de lo que

pasa, o por el contrario, lo culpabilizan si así consideran que es, situación que no ayuda

en la estigma del niño o adolescente (Padilla, 1979).

El divorcio es una situación en la que nadie quisiera estar, un proceso indeseado. En

algunos lugares existen leyes que no permiten el divorcio, ya que están regidos por los

principios religiosos, de que lo que une Dios, el hombre no lo puede separar; pero, esto

también lleva consigo a que matrimonios vivan infelices (Padilla, 1979). Lo claro en el

asunto es que las personas de cualquier extracto socioeconómico o edad siguen

intentando vivir en pareja, sin importar las veces que hayan fallado (Gómez & Weisz,

2005 en Ayala & Elvia, 2011).

En una investigación, cuyo objetivo era determinar la diferencia según el género en la

autoestima. Este estudio contó con una muestra de 3728 personas, las cuales estaban

conformadas por hombres y mujeres dentro de las edades de 18 a 35 años. La escala

utilizada para este análisis fue el SEI (SelfEsteem Inventory, Rector & Roger, 1993),

para medir autoestima, el cual cuenta con 58 items. Esta investigación arrojó el

resultado de que los hombres tienen ligeramente mayor autoestima que las mujeres

(Marrero, Matud, Ibáñez & Carballeira, 2003).

De igual manera, Portes y Sosa, (1999) realizaron una investigación con una muestra

de 60 adolescentes y sus resultados fueron que aquellos que vivían con sus padres

tenían una autoestimas más alta, mientras que quienes no vivían con sus padres o vivían
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solo con uno de ellos, tenían una autoestimas más baja. Otro hallazgo importante fue

que en este grupo no se encontró relación entre sexo, edad y autoestima.

II. Método

Esta investigación tiene un enfoque cuantitativo, con un diseño no experimental,

transeccional y de alcance descriptivo.

Participantes

La muestra de esta investigación estuvo conformada por 65 adolescentes, la

condición de sus padres eran casados o divorciados, los cuales estaban constituidos por

39 del sexo femenino y 26 del masculino, entre las edades de 11 a 20 años de edad.

Los mismos fueron seleccionados a través de un muestreo no probabilístico de tipo

intencional.

Instrumento

El instrumento que se utilizó fue: Escala de Autoestima de Rosenberg (EAR).

Diseñado por Morris Rosenberg en 1965. Traducida y validada en Castellano. Consta de

10 ítems en una escala tipo Likert que va de la A a D, donde A= Muy de acuerdo, B=

De acuerdo, C= En desacuerdo, D= Muy en desacuerdo. Generalmente se consideran las

puntuaciones de 0-25 con una autoestima baja, 26-29 con una autoestima normal, 30-40

con una autoestima bueno, incluso excesiva. La consistencia interna de la escala se

encuentra entre 0,76 y 0,87, fiabilidad es de 0,80.

Procedimientos

Esta investigación se realizó de la siguiente manera, primero se escogió la población

con la que se quería trabajar, definiendo lo que son adolescentes de padres de condición

casados y divorciados. Luego, se procedió a aplicar la prueba de Rosenberg sobre

autoestima a adolescentes en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo y en diversos

lugares de Santo Domingo, República Dominicana. Al momento de aplicar la prueba,


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primero se facilitó una explicación de la misma a cada participante y luego se entregó

para que la llenaran. El proceso de recolección de los datos tuvo una duración dos

semanas. Después, se pasaron todos los datos de cada participante al programa Excel y

luego, con ayuda del programa estadístico conocido como SPSS, se continuó con la

corrección de los datos y su análisis detallado.


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III. Resultados

En la Grafica I se muestra que el 70.8 % de la población adolescente con presenta

una autoestima alta, mientras que el 10.8 % posee una autoestima media y un 18.5%

tiene una autoestima baja.

Grafica I. Tabla general de la autoestima en los y las adolescentes

80

70

60

50

40
Porcentaje
30

20

10

0
Autoestima alta Autoestima media Autoestima baja
AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 19

En la Grafica II se muestra que el 75% de la población adolescente con padres

casados presenta una autoestima alta, mientras que el 8.3% posee una autoestima media

y un 16.7% tiene una autoestima baja.

Grafica I. Adolescentes con padres casados

80
70
60
50
40
30
20
10
0
Porcentaje

Autoestima alta Autoestima media Autoestima baja


AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 20

En la Grafica III se puede ver que el 65.5% la población adolescente con padres

divorciados muestra una Autoestima alta mientras que un 13.8% posee una Autoestima

media y un 20.7% tiene una Autoestima baja.

Grafica III. Adolescentes con padres divorciados

70

60

50

40
Porcentaje
30

20

10

0
Autoestima alta Autoestima media Autoestima baja
AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 21

En la Tabla I se presenta la relación entre las dos variables (Autoestima y Condición

de los padres). En cuanto a la Autoestima alta respecto a la Condición de los padres se

observa que de los 46 adolescentes que poseen Autoestima alta, 27 tienen padres

casados y 19 tienen padres divorciados. Asimismo, de los 7 adolescentes que presentan

una Autoestima media, 3 tienen padres casados y 4 tienen padres divorciados. Por

último, de los 12 adolescentes que muestran una Autoestima baja, la mitad (6) tiene

padres casados y la otra mitad tiene padres divorciados.

Tabla I. Contingencia y Condición de los padres

Tabla de contingencia Autoestima * Condición de los padres


Recuento
Condición de los padres Total

Casados Divorciados
Autoestima Autoestima alta 27 19 46
Autoestima media 3 4 7
Autoestima baja 6 6 12
Total 36 29 65
AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 22

En la Tabla II se presenta la relación entre las variables Sexo y Autoestima. En

cuanto a la Sexo respecto a la Autoestima alta se observa que de los 19 adolescentes que

son de sexo femenino, 11 tienen Autoestima alta y 8 tienen padres divorciados.

Asimismo, de los 4 adolescentes que presentan una Autoestima media, 2 son de sexo

femenino y 2 de sexo masculino. Por último, de los 6 adolescentes que muestran una

Autoestima baja, 5 de sexo femenino tienen este nivel de autoestima mientras que

solamente 1 de sexo masculino posee la misma.

Tabla II. Tabla de contingencia de sexo y padres divorciados

Contingencia sexo y padres divorciados. Total


Autoestima Autoestima Autoesti-
alta media ma baja
Se Femenino 11 2 5 18
xo Masculino 8 2 1 11
Total 19 4 6 29
AUTOESTIMA EN ADOLESCENTES 23

I V. Discusión

El objetivo de esta investigación es describir las diferencias de la autoestima de los

adolescentes con padres casados y con padres divorciados. En este sentido, este objetivo

resulta importante pues según García y Román (2005), la autoestima alta genera

confianza en uno mismo, así como el inicio y desarrollo de metas de manera

independiente (lo cual se ve afectado por el divorcio) que causa sufrimiento y dolor para

toda la familia.

La autoestima de mayor manifestación en los adolescentes con padres casados fue la

autoestima alta, esto apoya los resultados de Portes y Sosa (1999) quienes encontraron

que aquellos adolescentes que vivían con sus padres tenían un autoestima más alta.

De igual manera, se encontró que la mayoría de los adolescentes con padres

divorciados muestran una autoestima alta. A pesar de la condición de sus padres, los

adolescentes presentan en mayor proporción el mismo tipo de autoestima, pero existe

una diferencia significativa de los adolescentes con padres casados respecto a los

adolescentes con padres divorciados. Estos resultados se contradicen con los hallazgos

de Portes y Sosa (1999) quienes encontraron que los adolescente que no vivían con sus

padres presentaron un autoestima baja.

Al mismo tiempo se encontró que la mayor parte de la muestra de los adolescentes

de sexo femenino con padres divorciados puntuó un mayor nivel de autoestima alta con

respecto a los hombres. Estos resultados refutan lo dicho por Marrero, Matud, Ibáñez y

Carballeira (2003) quienes plantean que los hombres muestran ligeramente una mayor

autoestima. No obstante, existen dos puntos a tomar en cuenta, primero lo dicho por

Portes y Sosa (1999) quienes expresan que no existe una relación entre la autoestima y

el sexo; y segundo, que la muestra de mujeres con padres divorciados es mayor que la

de los hombres.
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V. Conclusión

La autoestima alta genera confianza en uno mismo, así como el inicio y desarrollo de

metas de manera independiente, lo cual se ve afectado por el divorcio, que causa

sufrimiento y dolor para toda la familia. La autoestima de mayor manifestación en los

adolescentes con padres casados es la alta. Los adolescentes con padres divorciados

muestran autoestima alta. Los adolescentes con padres casados presentan una

autoestima más alta con respecto a los adolescentes con padres divorciados. Las mujeres

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