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movimientos sociales de base [imagen Fals]. Sus objetivos eran los de colaborar en la
lecciones dentro de los procesos políticos de la época. Los primeros experimentos con la IAP
movimiento campesino campesino colombiano—las fotografías vienen del archivo de Fals Borda
organizados en la Fundación del Caribe se aliaron con la ANUC-Linea Sincelejo (la facción
radical de la ANUC) para respaldar el proceso de recuperación de tierras y al rechazo del sistema
En el marco de este proyecto activista era casi imposible separar la historia como proceso
social de la historia como narración, puesto que las dos se interpelaban continuamente: la una se
nutría de la otra. Esto es porque la IAP, tal como se desarrolló en Córdoba, giraba en torno a la
impulsaba acciones políticas y el activismo proveía a los participantes un marco conceptual para
analizar los resultados de la investigación. La historia era un proyecto social urgente, que exigía
un profundo compromiso político. Durante los últimos diez años me he dedicado a entender
cómo se investigó esas historias: ¿en qué sentido podemos entenderlas como procesos de
“investigación” y en qué sentido eran “participativos”? Pensaba trabajar en los archivos que
Orlando Fals Borda dejó en el Centro de Documentación Regional del Banco de la República en
También sabía que iba a ser necesario hablar con los individuos que jugaron un papel en este
proceso, combinado con los vacíos que encontré en el archivo, me forzó a usar mi imaginación
exclusivamente dentro de los círculos académicos de habla inglesa, sino que espero que sea útil
para los latinoamericanos que usan la IAP hoy en día, sobre todo porque en este momento de
"postconflicto" (y de la persistencia del conflicto) en Colombia, creo que vale la pena meditar
sobre el legado que Orlando Fals Borda nos dejó. Con este objetivo, decidí convocar una serie de
talleres en varios lugares en Colombia para compartir mi trabajo y conversar sobre qué,
precisamente, contribuye el legado falsbordiano a los que buscan construir la paz, la igualdad y
la interculturalidad hoy día. Mi intención es de incluir estas observaciones en el libro que estoy
HDC], escrita después de su experiencia con la ANUC, Fals utiliza un recurso conceptual
con un trabajo imaginativo que dé carne al esqueleto de sus evidencias. En los varios tomos de
semejanza de los libros de Alfredo Molano. Las voces de estos personajes están documentadas
paisaje lacustre que ya no existe, dadas las políticas de drenaje de las ciénagas para readecuarlas
para la ganadería [imagen San Jorge]. La imputación le permite a Fals “llenar con carnes y
históricos en Historia doble era no más que un vehículo literario. No obstante, en un análisis
retrospectivo en 1985 Fals arguye que la imputación es una metodología que se usaba a menudo
entre los campesinos y, en mi opinión, identificar los escenarios en los que se ejercía la
imputación me daría las claves para entender qué era participación. Sabemos que produjeron
materiales que combinaban la narración histórica con la ficción, como muestra esta foto de
David Sánchez Juliao compartiendo los borradores de Historias de Raca Mandaca con un grupo
de campesinos [foto Sánchez J.]. Pero de hecho, yo no podía identificar en un principio las
Llegué a la conclusión de que sería necesario comenzar con una reflexión acerca de lo
que significaba “investigación” para los campesinos de la ANUC. Con base en mis propias
entender la investigación más bien como un proceso de diálogo en el que tanto los campesinos
como los investigadores externos ofrecían sus propias interpretaciones de las fuentes históricas.
Es decir, investigar no era “devolver” a los campesinos los datos coleccionados por
De ahí, me di cuenta que tal vez el mejor escenario para explorar el ejercicio popular de
la imputación sería el de una serie de folletos ilustrados que la Fundación del Caribe producía en
colaboración con la ANUC. Esas historias, narradas en forma de cómics, no eran simples relatos
de lucha, sino que funcionaban como un espacio dentro del cual tanto los campesinos como los
la recolección formal de datos fue, en su mayor parte, la labor de Fals y de los investigadores de
la Fundación del Caribe, pero el proceso de escritura de las historietas era, igualmente, un
escenario de investigación dentro el cual los activistas campesinos lograban imaginarse como
participantes en ese proyecto. No va a ser Orlando Fals Borda, ni los dirigentes de la ANUC—
los que han recibido la mayor parte de la atención brindada por los estudiosos de la IAP en
Colombia. En cambio, les voy a llevar a conocer a otro actor menos conocido, cuyo actuar nos
años de la investigación-acción.
boina con un cigarro en la boca, sentado en una mesa frente a un mapa de Colombia, un hombre
parecido al Ché Guevara. Está en proceso de aplicar tinte a un dibujo, hojas de papel cebolla
reposan en montón sobre el escritorio. El artista es Ulianov Chalarka. Este es su nombre de pila,
aunque también se hacía llamar por su seudónimo, “Iván Tejada”, para protegerse de la represión
ganaba su vida reproduciendo pinturas de santos [imagen de un cuadro hecho por Chalarka],
oficio que aprendió de su padre luego de retirarse del colegio con el fin de ayudar en la
manutención del hogar. También es conocido como el pintor de la imagen de Santo Domingo
Vidal, en Chimá [imagen Sto Domingo Vidal] y por sus caricaturas de personajes de Montería
[imagen chicharrón con pelo], muchas de las cuales se exhibían en el desaparecido bar del
Borda y los miembros de la Fundación del Caribe quienes buscaban un artista que les pudiera
ayudar a crear historias gráficas, con el fin de estimular a los campesinos a colaborar con la
ANUC. Chalarka produjo cuatro historietas entre 1972 y 1974 [carátulas de las cuatro
activistas de la ANUC. Cada folleto ilustrado tomó unos seis meses, sumando el período de
investigación y el proceso de escritura. Chalarka fue asesinado en 1977; se supone que su muerte
estuvo relacionada con sus actividades políticas aunque nunca se investigó quiénes fueron los
autores.
Viendo la foto del artista, pareciera que Chalarka desempeñara un oficio solitario. En
realidad, en esta foto está poniendo los últimos toques a un material cuyo proceso autoral era
profundamente participativo. Los folletos gráficos que resultaron de estos primeros intentos de la
[dirigentes] en diálogo con los investigadores de la Fundación del Caribe [OFB], estableciendo
un programa de investigación a través del cual se buscaba materiales en archivos históricos y se
entrevistaba a ancianos que habían participado entre 1920 y 1960 en las luchas campesinas
[Guzman y Feria]. Chalarka tomaba apuntes dibujados en estos eventos, luego compartía sus
bocetos con el público campesino, que le ofrecía críticas constructivas y con ello aumentaba la
uniendo a los bocetos en paneles y agregando globos con diálogo y cartelas con narraciones
verbales. Después de que la ANUC aprobara la versión final, ésta se exponía públicamente en las
comunidades.
Es obvio que la lectura de estos textos—inclusive para los analfabetos a quienes se les
leía las cartelas en voz alta—requiere un trabajo de imputación. El lector de cualquier historieta
tiene que reconstruir en su imaginación un mundo que en el texto está representado por un
conjunto reducido de íconos y frases—y es necesario recordar que saber leer las secuencias de un
cómic es una habilidad aprendida, no natural, que requiere que el lector llene las lagunas entre
las viñetas para construir una narración completa. [imagen página comic mostrando su
carácter secuencial] Pero no nos podemos quedar ahí en el reconocimiento de la labor activa del
lector de cualquier cómic: hay que entrar más a fondo en el proceso de redacción de los textos
costeños para entender de qué manera la imputación se volvía una estrategia tanto investigativa
como política.
Cómo funcionaba este proceso en el terreno, lo podemos observar en otras fotos. Ulianov
Chalarka, con su emblemática boina, se sienta frente a un rancho con techo de paja, con un grupo
de niños mirando por encima de su hombro. Chalarka está trabajando en el retrato de un anciano
afrocolombiano, vestido con una camisa de rayas sosteniendo un machete; el señor se recarga,
relajadamente, frente a un jeep blanco [Chalarka dibujando retrato]. El sujeto del retrato se
identifica en el reverso de la foto como “El Mello”: es Ignacio Silgado, viejo activista del
municipio de San Onofre, Sucre, a quien se le dará el papel de narrador del cómic “Felicita
Campos”. Cada uno de los folletos ilustrados tiene un narrador semi-ficticio [página con El
Mello], basado en un líder conocido de la región pero combinando las historias de varios
narradores.
La reputación del Mello como dirigente de base llevó al comité a adaptar su rostro para
que cumpliera la función de narrador de la historia de Felicita Campos, organizadora de base que
sufrió los ataques de la policía y llevó hasta Bogotá sus demandas en defensa de las tierras de la
comunidad. La presencia del Mello en la historia gráfica recuerda a los lectores que los
protagonistas de las luchas del pasado siguen viviendo entre ellos. Al experimentar la inmediatez
de los dibujos hechos por Chalarka, alimentados de los rostros identificables de sus vecinos, los
En otra foto observamos una reunión del equipo escritor de “Felicita Campos” [equipo
Aguas Negras]. Ulianov Chalarka se sienta en la mesa, vestido con una camiseta de fútbol con
Felicita Campos, quien alza la mano para acentuar un punto. Dos campesinos escuchan
pasivamente, mientras que los otros dos hombres con sombreros vueltiaos, conversan entre sí.
Ellos son Florentino Montero, un dirigente de la ANUC (con la camisa de botones) y Néstor
Herrera, miembro de la Fundación del Caribe (con la camiseta de mangas largas); ambos fueron
municipio de San Onofre. En esta foto podemos observar de cerca lo que era la investigación
para este equipo: un grupo de líderes campesinos y colaboradores escolarizados dirigiendo una
conversación con los narradores testigos de los hechos, con el fin de transmitir a la comunidad la
hay una sola voz autorizada en este diálogo, más bien se entremezcla el conocimiento popular
con el académico.
Por lo general, el autor de un cómic es el que escribe el guión, a no ser que el escritor del
guión y el dibujante sean la misma persona [guión de Nick Sousanis’ Unflattening]. El guión
precede a los dibujos. Inicialmente, pensaba que las historias gráficas de la ANUC seguían el
mismo modelo. Pero parece que en este caso no hubo guión inicial, sino que los folletos
ilustrados emergieron de los apuntes dibujados hechos por Chalarka durante las entrevistas y las
líneas de tiempo construidas por los investigadores. Luego, las viñetas y el texto verbal fueron
montados colectivamente por los integrantes de la Fundación del Caribe. El único miembro del
equipo que realmente entendía el lenguaje de los cómics era Ulianov Chalarka, pero está muerto,
lo que obvió la posibilidad de reconstruir este proceso a través de la voz de los mismos
participantes. Por lo tanto opté por emprender una lectura colaborativa de los folletos ilustrados
guionista, y los otros dos, dibujantes de Caminos condenados, una novela gráfica basada en un
historietas, tales como las vieron plasmadas en las viñetas de Tinajones. Describieron los cómics
de Ulianov Chalarka como obras “de retazos,” exhibiendo pedazos extraídos de apuntes-dibujos,
que luego fueron incorporados a las viñetas del cómic. Esta figura [La represión en Tinajones]
es la interpretación de un evento que tuvo lugar en 1934, cuando el terrateniente José Santos
mandó a los soldados a desalojar a los campesinos de Tinajones, quemando las chozas,
en una secuencia sino más bien como representación de eventos que acontecieron
simultáneamente, de los cuales señalaré dos: a la izquierda, una mujer preñada (identificada
como Sergia) huye de un rancho en llamas, perseguida por un agente de policía; en el centro, un
policía golpea a un hombre (identificado como Juan Blanco, el marido de Sergia) y exclama
“Esto es pa’que se metan con los doctores!”, recordándole quién es el responsable del ataque.
Encontré las mismas escenas en las transcripciones de las entrevistas hechas por Fals
Cañogrande: “Allá abajo había una boca que le dicen el Soldado, mandó el [sic] un empleado
que tenía, Espitia, y sacó una mujer del rancho donde vivía, parida, y la sacaron afuera y le
quemaron la casa. Llamarse la señora Sergia y el marido llamerse [sic] Juán Blanco. La dejeron
[sic] sin casa, le quemaron la casa, ese fue Felipe Espitia que lo tenía el de peón y de ahí siguió
haciendo atrocidades por todas partes”. Son eventos rápidamente interpretadas por el lápiz de
de los apuntes visuales dentro de esta viñeta no es perfecta. Es difícil precisar el posicionamiento
de los diferentes escenarios, en la medida en que el tamaño de las figuras no parece coincidir con
la relativa distancia del observador o lector; es decir, hay una confusión de perspectiva. Estamos
ante varios apuntes combinados en una sola viñeta. con las suturas a plena vista. Lo anterior
sugiere que la composición de las viñetas pertenece a otra etapa de la preparación del folleto,
análisis, de crear una narrativa. Durante el proceso, todos los participantes se sumergen en la
historia, la imaginan, se posesionan de ella: esta es la “investigación” como los integrantes del
La segunda y tercera décadas del siglo XX fueron épocas de actividad radical intensa por
toda Colombia [página titular Lomagrande], respondiendo a las mismas fuerzas de cambio
social que se estallaron en Europa y América del Norte. El desarrollo capitalista transformó las
vidas de los obreros de las ciudades y de los trabajadores rurales. Este proceso histórico produjo
organizaciones socialistas nacionales. Dos figuras históricas son claves para estos desarrollos en
facilitaban servicios sociales básicos a sus miembros y los organizaban contra la matrícula, el
sistema de peonaje por deudas, mediante la demanda de títulos legales para las tierras baldías que
habían colonizado los campesinos. Vicente Adamo (socialista italiano) y Juana Julia Guzmán
(activista costeña) encabezaron las luchas campesinas de la región. Adamo [retrato] era
originario de Reggio Calabria, Italia, y pasó por México y Cuba antes de llegar a la Costa en
1903, arribando finalmente a Montería, donde se ocupaba del aseo del mercado público. Guzmán
contestadas por terratenientes locales, una de ellas fue Lomagrande, rebautizada el “Baluarte
Rojo”, cerca de Montería. Como en otras partes de Colombia, los grandes propietarios intentaban
usurpar baldíos ya mejorados por los campesinos para evitar el trabajo de prepararlos para la
policía [imagen matanza Lomagrande] bajo el pretexto de que los campesinos habían cometido
Adamo. Juana Julia Guzmán regresó después de 30 meses de su prisión en Cartagena a ocupar la
gerencia del baluarte, organización que duró hasta la Violencia de la década de los cincuenta.
en las entrevistas que Fals hizo a Juana Julia, pero a la llegada de Fals Borda a Córdoba en 1972,
Caribe entrevistaron a Juana Julia, quien narró la historia de Lomagrande y luego, con base en la
Herrera, miembro del equipo que escribió “Felicita Campos”, me dijo lo siguiente en torno al
procedimiento que generalmente seguían: “Fals ponía que la gente conversara. Que la gente le
comentara a Chalarka cómo habían sido las cosas, los detalles, las anécdotas. . . . Nosotros lo que
hicimos fue como que, idealizara algunas cosas, para transponerlo”. Es este proceso de
“idealización” que convertía a las narraciones en conceptos que serían útiles políticamente, entre
ellos, el de "baluarte".
Como ya mencioné, Juana Julia nunca describió en detalle el funcionamiento del
Era de Fals, la idea de apropiarse de la institución histórica del baluarte para renovarla
dentro de las luchas de la ANUC, a instancias de Juana Julia. Es un ejemplo de lo que La Rosca
elementos históricos que podrían servir como ejes centrales de la lucha en el presente—este
concepto nos ayuda a entender la relevancia de las historietas, aún para los grupos de
la ANUC. El folleto define el baluarte mediante una lista de características que no poseía: que un
baluarte no era una empresa comunitaria, ni una cooperativa. En cambio, baluarte era “tierras
arrancadas al latifundio por los campesinos, donde nos organizamos con autonomía para
trabajarlas y seguir la lucha por la tierra y el poder”. Pero no obstante el tono triunfalista del
después de poco tiempo, sin llegar a entender bien qué era baluarte, tal vez porque el concepto
histórico no estaba bien arraigada en la memoria campesina. Esto sugiere que la noción del
baluarte presentaría un gran reto para la Fundación del Caribe, tanto en su trabajo político como
en los materiales educativos que produjeron. Vamos a ver cómo asumió este desafío Ulianov
Chalarka. En efecto, lo logró imaginándolo desde su propio horizonte en la década de los setenta.
“Tierra! Trabajo!” está acompañada por un hombre sentado, quitandose el sudor de su cara, una
pala en su mano izquierda. “Salud!” está representada por una pareja escuchándo a un hombre
que se está gesticulando, el esposo carga una hoja de papel en la mano. “Guerra a la matrícula
(esclavitud)” muestra un hombre que está presentando un documento a una mujer (se supone está
en la cocina, dado que carga un sartén); el papel debe ser un contrato, puesto que la matrícula era
un acuerdo legal firmado por las partes del contrato. “Unión! Educación!” dibuja a tres hombres
apiñándose. Es obvio que Chalarka se esforzó por representar claramente a estas ideales. Tuvo
más éxito con el primero, porque es relativamente fácil simbolizar al trabajo y la tierra mediante
un dibujo icónico de labradores agrícolas. También debería haber sido convincente el dibujo de
la matrícula, porque los lectores campesinos sabían qué decía el contrato que carga el señor en la
Miremos el panel de abajo, con sus tres imágenes del Baluarte Rojo, que está introducido
por una cartelera que sintetiza los hechos esenciales del momento histórico: “Ocuparon los
Canalete y Callejas”. Los dibujos cristalizan la creación del Baluarte Rojo en tres momentos
simultáneos, todos tres representados por la labor agrícola, que era, de todas formas, la actividad
por sus mochilas, su ropa remendada y las herramientas que cargan—retornan de sus labores a
sus casas. Al centro hay dos hombres que cargan ramas grandes, tal vez después de haber
despejado el monte, mientras un tercero corta madera. A la derecha, dos individuos
semidesnudos trabajan en un cultivo; el que carga la pala declara, “El Turco Malluk [quien era el
terrateniente] se cree dueño de estas tierras. Los únicos dueños somos nosotros!”
podido utilizar como base para su representación icónica del baluarte, pero después de estudiar
las fotografías que tomó Fals en La Antioqueña [foto La Antioqueña] me supongo que se
inspiró por lo que observó en la ocupación de esa finca. Esto no era por casualidad: el propósito
del folleto ilustrado era el de hacer que los campesinos se identificaran con su historia. ¿Qué
mejor forma que un dibujo de labores en el baluarte de la ANUC, para representar al baluarte
Creo que los problemas que experimentó Chalarka en componer esta viñeta nos señalan
algo importante acerca del reto de traducir narraciones en conceptos políticos útiles y cómo la
Fundación del Caribe se esforzó por idealizarlos. El problema está claro en la cartelera que está
por debajo de los tres dibujos: “Baluarte es una posición que se conquista en una lucha y que hay
que defender”. ¿Qué significaba esta oración para un lector campesino, puesto que lo único que
muestra en los dibujos es la labor agrícola de los campesinos? Lo que esta viñeta nos enseña es
que el ejercicio de la recuperación crítica tiene sus límites; no siempre resulta en el éxito.
Ahora, voy a pasar a otro folleto ilustrado, Tinajones, el cual, creo, logra más
Lomagrande, Tinajones es un texto más sugestivo para la interpretación, dado que existe un
cuerpo sustancial de documentación que podemos utilizar para analizarlo. Nos ayuda a
reflexionar sobre Ulianov Chalarka como observador, con el fin de mostrar cómo el artista sirvió
como un puente epistemológico entre los investigadores y los campesinos en esta región, pegada
al mar.
Existe otra publicación hermana, que también está en el archivo, que igualmente se llama
“Tinajones” [carátula], compuesta por Orlando Fals Borda, Víctor Negrete y María Cristina
Salazar (la esposa de Fals). Es una narración histórica en prosa, que cuidadosamente detalla los
diferentes pasos legales y las estrategias activistas a lo largo de tres décadas del terrateniente
José Santos Cabrera y los campesinos de la boca del Sinú que lucharon contra él. Ese
documento, que requería un público lector escolarizado, tenía como destinatario la dirigencia
regional de la ANUC y los aliados urbanos del movimiento campesino, como muestra esta
fotografía tomada en un cursillo de dirigentes [lectores de Tinajones]. Las diferencias entre este
cultural que tal vez era más complejo, profundo y arraigado entre los campesinos que el de los
baluartes.
Voy a resumir algunos aspectos de la historia. Los campesinos que figuran en la historia,
procedentes de los alrededores del pueblo de San Bernardo del Viento, llegan a Tinajones en la
década de los veinte en busca de tierras. Ubicado en una curva del río Sinú, el territorio en ese
entonces era conformado por tierras baldías, aunque varios hacendados ya habían hecho títulos
de propiedad en el siglo XIX sin establecer linderos claros. El sitio de colonización estaba
ubicado cerca de la boca del río Sinú en la bahía de Cispatá, una zona de manglares caracterizada
por inundaciones anuales. Los campesinos aprovechaban este ecosistema, construyendo sobre los
cimientos de los manglares campos de cultivo [panel de los campos cultivados]. En particular,
quiero dirigir su atención a la viñeta inferior de la página, en donde pueden discernir un territorio
construido por los mismos campesinos: En una vista panorámica observamos una serie de
propiedades, cada parcela separada de sus vecinos por los caños que nutrían al paisaje. Atados de
arroz cuelgan de un palo, secándose al sol, mientras que frente a otra casa hay dos pilones para
descascarar el arroz. Pasa por el río una lancha, cargada de costales y piloteada por dos hombres,
uno de los cuales comenta, “Este año tengo media hectárea más donde trabajar”, haciendo
cultivable.
Durante dos décadas lucharon los campesinos con José Santos Cabrera sobre el control
de este territorio. Pero de repente [foto boca de Tinajones] el Sinú abrió una nueva boca y una
imagen en blanco sobre negro que pintó Chalarka [creciente]. Los terratenientes no quisieron
cerrar la nueva boca, sino que esperaban que el río mismo expulsara a los colonos. En 1973
David Sánchez Juliao reproduce la voz de uno de los campesinos en el magazín dominical de El
Tiempo: “Esto eran veinte mil hectáreas, como le digo. Puro arroz. Después de tanto luchar estas
tierras, en una lucha larga, que duró años que parecen siglos, venir el mar a arruinarlo todo. Y
en la narración histórica en prosa, porque su objetivo y su público lector no requieren tal énfasis.
Además, el río no es una figura central en las entrevistas que Fals hizo en la zona, sino que es,
más bien, una constante en la vida, algo que no es necesario mencionar. Sin embargo, en la
historieta, que presenta posibilidades diferentes de comunicación por el canal visual, el personaje
y el enemigo principal es el río: aparece en más de la mitad de las viñetas, frecuentemente como
protagonista de la historia pero a veces como trasfondo de la narración; es un actor poderoso que
XIX era la vía principal de transporte en la región, uniendo a Montería con la costa y la ciudad
de Cartagena. El río atraviesa la ciudad, es el punto de referencia más indiscutible del paisaje
urbano. Más aún, el barrio en donde vivía Chalarka, que se llama La Granja, fue fundado a
principios de la década de los setenta como un sitio de refugio de las oleadas de campesinos
modernización del agro. Es decir, Chalarka vivía en una sociedad que todavía era campesina,
Por lo tanto, él reconocía la centralidad del río en la narración campesina, sabía que el
Sinú era la columna vertebral que unía a todos los acontecimientos. Es por eso que este mapa
aéreo [mapa] aparece precisamente a la mitad de la historieta: el pueblo de San Bernardo en las
riberas del Sinú, en la parte inferior de la imagen; de ahí seguimos las curvas del río hasta que el
curso del Sinú se dirige a la derecha, donde podemos ver los campos de cultivo en el espacio de
sombra dibujado con lineas paralelas (entre los dos puntos señalados como Tinajones y
Cañogrande); desde esta curva brota la nueva boca del río en Tinajones. Chalarka posiciona su
mapa a la mitad del libro, dividiendo la historia en dos: la construcción de un paisaje agrícola por
los campesinos y la búsqueda de soluciones luego de la devastación producida tanto por el río
como por el terrateniente. En los detalles de Tinajones, más bien visuales que verbales, podemos
investigación-acción que usualmente recordamos a través de Orlando Fals Borda y la ANUC. Sin
talento formidable y un agudo ojo etnográfico, adaptó su propia experiencia como habitante de
Víctor Negrete, uno de los integrantes de la Fundación del Caribe, enfatizó en una
conversación conmigo que las historias gráficas, los textos históricos y los cursillos no tenían el
mero objetivo de educar a la gente sino de animarlos a que tomara acción: "Que los jóvenes no
solamente lean, sino que actúen, que es lo que a nosotros nos interesa: en los cambios que se
promueven. No que lean únicamente: eso es parte apenas. Lo que nosotros queremos es que la
gente tenga esas ideas, las desarrollen, y se metan en eso. Esa es la función de la investigación
Montería, gracias en parte a los innumerables cursillos que facilitó la Fundación del Caribe y la
difícil evaluar la eficacia de los materiales que produjeron porque la organización cerró su
colaboración con la ANUC a raíz de diferencias internas en el movimiento campesino entre 1974
y 1975, acentuados por conflictos dentro de la misma izquierda con la Fundación, que no se
identificaba con un partido particular, que culminaron en el rechazo de Fals Borda y sus
colaboradores. Es decir, no podemos saber cómo hubieran podido servir estos materiales porque
ya en 1975 se dejaban de consultar dentro del movimiento campesino. Más bien, deberíamos
No tengo tiempo para compartir todas las entradas analíticas que he empleado para
incluyendo documentos y fotos, que la Fundación empleaba como notas recordatorias para
estimular la narración oral y luego usaba para canalizar el análisis por parte de los lectores de las
historias gráficas. En un manual inédito para investigadores participativos, La Rosca explica que
los actos públicos de dar testimonio ayudan a la juventud a "re-encontrarse" con su propia
historia. Los archivos de baúl son uno de los ejemplos más ingeniosos de las técnicas que
utilizaron para concientizar al público a través de las narraciones orales. Fals los llamó
los sentimientos, que ayudaron a la gente a entrar en las narraciones. Se podría decir que los
archivos de baúl "perforaron por los estratos del olvido": las fotografías son un "punctum"—un
memoria popular.
en las historias gráficas de Ulianov Chalarka, para lograr un mejor entendimiento de cómo estos
materiales posibilitaban el análisis colectivo de la historia por parte las bases que los leían. Me
apelo aquí a una distinción entre el "archivo" y el "repertorio": el archivo reune memorias,
mientras que el repertorio las encarna mediante la acción. Quiero pensar en estas historietas
como rastros de los repertorios de la Fundación del Caribe: no son simples narraciones sino
cartografías de las actividades mediante las cuales se estimulaba la participación popular con el
fin de reclutar a los oyentes a la lucha. Voy a concentrarme en Lomagrande, historieta que
funciona como un archivo de baúl portátil que reproduce algunos de los objetos que se
encontraban en los archivos de baúl. Quiero tomar una página del folleto ilustrado, para imaginar
elementos del archivo de baúl de Juana Julia Guzmán, líder del baluarte rojo de Lomagrande en
dificultades que tuvieron en representar al baluarte como una abstracción que era políticamente
maleable y apropiable. Ahora, quiero contemplar cómo las dos páginas llevan a sus lectores a
interpretar a los archivos de baúl en una forma precisa. Anótense que existe un especie de
"solidaridad" entre las dos páginas, que forman una suerte de imagen en espejo. Las dos páginas
son secuenciales y simultáneas a la vez, en el sentido de que nos mueven por una línea de
eventos asociados con la Sociedad de Obreros y Artesanos y la Sociedad de Obreras, a la vez que
fotografía de la organización obrero en 1918 y el retrato de Juana Julia en 1972, por un lado; el
Obreras en 1919. Es decir, las páginas colocan al tiempo y espacio en una "tensión eléctrica" que
estimula la participación activa de los lectores. El encuadre dentro del cual están colocadas las
imágenes fotográficas muestra un balance delicado. Gran parte de las viñetas son panorámicas.
La viñeta superior en la página a mano izquierda refleja la viñeta inferior de la página a mano
derecha, mostrando grupos casi idénticos de hombres que marchan hacia el trasfondo. Hay un
baúl—con la viñeta en la mitad de la página siguiente, en la cual Chalarka dibuja una reunión de
la Sociedad de Obreras.
información verbal de la página, por ser analfabetos. En cambio, absorbían, más bien, las
imágenes. Su mirada estaba guiada por el ritmo de las dos páginas: la interacción entre las
viñetas, que dirigía el ojo a virar de una viñeta a otra, a fijarse con más detenimiento en una
imagen. En particular, el ojo del lector mueve entre la foto de la Sociedad de Obreros y el dibujo
de la Sociedad de Obreras, porque estas partes de las páginas son más cargadas de tinta y por lo
tanto atraen la mirada. Luego el ojo del lector alterna entre el dibujo de las mujeres activistas,
con Juana Julia en el centro, y el retrato fotográfico de ella en su vejez. Las evidencias tangibles
del pasado se reimaginan en el presente: la foto del grupo es borrosa, los individuos
indescrifrables. Pero en el dibujo, las oficiales de la Sociedad de Obreras están identificadas por
sus nombres, llegan a ser individuos. Además, dos de estos agentes históricos—Pacha Feria y
Juana Julia Guzmán—irrumpen en el contexto temporal de los mismos lectores: son actores
quienes los lectores de la ANUC conocen en persona. Pero el "punctum" de estas páginas—la
foto que perfora el pasado y el presente, es la imagen fotográfica de Juana Julia en su vejez. Su
cara atrae la atención del lector, ocupa el centro de la composición. Cuando un lector abre el
folleto a estas dos páginas, inmediatamente dirige su mirada a Juana Julia. Su retrato guía la
Este análisis de las dos páginas de Lomagrande me ayuda a entender cómo y por qué se
leían los archivos de baúl. El objetivo no era tanto el descubrimiento del pasado sino de agarrar
el pasado para forjar un nuevo futuro, con la ayuda de narradores como Juana Julia, que fue el
eje que conectaba al pasado con el presente y el futuro. El filósofo indígena norteamericano Kyle
Whyte conjetura que los americanos nativos establecen sus estrategias para sobrevivir el cambio
climático mediante una reflexión sobre como hubieran analizado la situación sus antepasados.
Esto es, precisamente, lo que acontecía en los talleres que usaban los archivos de baúl—sean
narraciones públicas con base en objetos o lecturas de las historias gráficas. Pero en este caso, los
antepasados que fueron conductos entre pasado y presente participaban en los cursillos, sea en
persona o en la página dibujada. Son "punctums" que obligan a los lectores a transformar a los
compartir los resultados de mi investigación. Más bien, quiero estimular una conversación sobre
lo que esta experiencia aporta a la gente de hoy día. Algunos de ustedes seguramente tienen
la ANUC en Córdoba. Pero pueda que a otros los les interese tanto el uso de historietas en el
trabajo de la IAP. Espero que nuestra conversación vaya más allá de los datos e interpretaciones
que presenté, para enfocar en algunas preguntas (aunque si ustedes tienen interés en explorar
1.¿Estamos hablando de una sóla metodología con objetivos semejantes, aquella que
presenté, de la década de los setenta y la IAP de hoy en día?
2. ¿La IAP es una serie de técnicas o una orientación más profunda de la investigación?
En este sentido, dado que las técnicas utilizadas en Córdoba en la década de los setenta
son diferentes a las técnicas usadas hoy en día, ¿qué ideas puede proporcionar este
recuento histórico?
4. ¿Qué nos dice la experiencia de Fals Borda sobre quiénes son los protagonistas de la
IAP? ¿Piensan que ha cambiado el papel del investigador externo hoy en día? ¿Por qué y
en qué sentido? Mi explicación del papel de Ulianov Chalarka, ¿qué nos dice sobre cómo
la IAP es un proceso colectivo?
5. ¿Qué piensan sobre mi argumento de que tenemos que repensar qué es investigación
en los contextos en los que se usa la IAP? ¿Qué nos dice en torno a cómo deberíamos
desarrollar nuestros proyectos?