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Naturaleza muerta con Biblia, por Vincent
van Gogh (1885). Rijksmuseum
http://www.iglesiapueblonuevo.es/img/historia/bibliap.jpg
Debido a la falta de cultura entre los pueblos germano y romano, no hubo ningún pensamiento durante largo
tiempo de restringir el acceso a la Biblia. Las traducciones de los libros bíblicos al alemán comenzaron sólo
en el periodo carolingio y no iban originalmente destinadas al laicado. No obstante, el pueblo estaba deseoso
de tener el servicio divino y las lecturas bíblicas en la lengua vernácula. Juan VIII en 880 permitió, tras la
lectura del evangelio en latín, que hubiera una traducción al eslavo; pero Gregorio VII, en una carta al duque
Vratislav de Bohemia en 1080 caracterizó la costumbre como poco sabia, atrevida y prohibida (Epist., vii,
11; P. Jaffé, BRG, ii, 392 y sgg.). Se trataba de una prohibición formal, no de la lectura bíblica en general
sino del servicio divino en la lengua vernácula.
Con la aparición, en los siglos XII y XIII, de los albigenses y valdenses, que apelaban a la Biblia en todas
sus disputas con la Iglesia, la jerarquía encontró una razón para limitar la palabra de Dios. El sínodo de
Toulouse en 1229 prohibió al laicado tener en su posesión cualquier copia de los libros del Antiguo y Nuevo
Testamento salvo el Salterio y otras porciones contenidas en el breviario o las horas de la bienaventurada
María. "Debemos prohibir estrictamente esas obras en la lengua vulgar" (Harduin, Concilia, xii, 178; Mansi,
Concilia, xxiii, 194). El sínodo de Tarragona (1234) ordenó que todas las versiones vernáculas fueran
llevadas al obispo para ser quemadas. Jaime I renovó la decisión del sínodo de Tarragona en 1276. El sínodo
celebrado allí en 1317 bajo el arzobispo Jiménez prohibió a begardos, beguinas y terciarios de los
franciscanos la posesión de libros teológicos en lengua vernácula (Mansi, Concilia, xxv, 627). La orden de
Jaime I la renovaron reyes posteriores, siendo confirmada por Pablo II (1464-71). Fernando e Isabel (1474-
1516) prohibieron la traducción de la Biblia al castellano o la posesión de tales traducciones (F. H. Reusch,
Index der verbotenen Bücher, i, Bonn, 1883, 44).
La Iglesia griega
La Iglesia griega no impuso una restricción sobre el uso de la Biblia como la Iglesia católica. Sin embargo,
el sínodo de Jerusalén de 1672 respondió a la primera de las cuatro cuestiones: "Si la Sagrada Escritura
puede ser leída por todos los cristianos" en negativo. Nicolás I de Rusia abolió en 1826 la Sociedad Bíblica
fundada por Alejandro I para la propagación de la Biblia en ruso.