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La

definición de las palabras más importantes de la vida, si


la sacamos de la mentalidad común, produce en nosotros
una esclavitud, una alienación total.

¿Cómo podemos saber qué es la libertad?

Las palabras son signos de una experiencia determinada:

la palabra amor especifica una experiencia ,
y la palabra libertad especifica otra experiencia.

Una experiencia es descrita por el adje6vo
correspondiente:
la experiencia que tenemos al sen6rnos libres.
¿Cuándo en nuestra experiencia nos sen@mos libres?
Cuando se produce la sa@sfacción de un deseo.

La libertad es la experiencia de la respuesta a
una necesidad, del cumplimiento del deseo.

En este sen@do es verdad la frase corriente:
«Ser libre es hacer lo que te dé la gana».

Pero no se trata sólo de ser libre un fin de semana,
o una tarde, de ser libre en cien, doscientas,
mil ocasiones, sino siempre: se trata de gozar
la libertad, no de un momento de
libertad…
Según la experiencia la libertad consiste en la
sa@sfacción total, la realización plena del yo, de la
persona, su perfección completa.

La libertad es la capacidad del fin, de la felicidad.
La plena realización de uno mismo: esto es la libertad.

La libertad es la capacidad de Dios.



Por eso decía el Señor: «La verdad os hará libres».
Dios es la verdad, la verdad de mí mismo es Otro:
la plenitud de mi ser eres Tú, mi significado eres Tú.

Mucho más que una capacidad de elección, la libertad
es una dedicación total a Dios en la vida co@diana.
La fe es el gesto fundamental de libertad,
y la oración es la constante educación del corazón,
del espíritu, en la auten@cidad humana, en la libertad;

porque fe y oración son el reconocimiento
pleno de esa Presencia que cons6tuye mi
des6no, y en depender de ella consiste por
consiguiente mi libertad.

En la vida nuestra libertad no es aún completa:
está en tensión hacia su cumplimiento,
es una tensión y una adhesión progresiva al ser,
está en devenir.
Este pun6to eres tú, soy yo.
Antes no exisTas, y ahora existes.

Pero, ¿@enes libertad si este punto antes no exisTa y
aparece sólo como un momento en el mundo y la
historia?

Si este punto naciera solamente como parte de


esa realidad en devenir, como resultado de sus
antecedentes Usicos y biológicos,
no tendría ningún derecho frente a ella:

esa realidad podría hacer lo que quisiera con él,
como un torrente impetuoso con una piedra.
La realidad, en su nivel humano se llama humanidad.
que en concreto se llama sociedad, su orden.
Y es el poder lo que man@ene ese orden.

Ese punto (¡es decir, tú, yo!)


no 6ene ningún derecho frente al poder.

Ejemplo: Hitler que decidió que los judíos no eran


humanos y había que eliminarlos.
Otro ejemplo: el comunismo.
El más famoso pedagogo sovié@co, Makarenko, escribe:
«la educación es la cadena de montaje de la que saldrá
el producto de comportamiento adecuado a
las exigencias de quienes orgánicamente incorporan e
interpretan el sen6do del devenir histórico».
El premio Nobel de poesía 1984, Czeslas Milosz,
denunciaba con tristeza:

«Se ha conseguido hacer creer al
hombre que si vive es sólo por
gracia de los poderosos.
Dedícate, por tanto,
a beber café y a cazar mariposas;
a quien ame la res pública se le
cortarán las manos».
Fundamento de la libertad.

Únicamente la Iglesia defiende en su tradición el valor
absoluto de la persona, desde el primer instante de su
concepción hasta el úl@mo momento de su ancianidad,
incluso decrépita e inú@l.

¿En qué se basa?

En que el hombre lleva en sí algo que le da ese derecho,
@ene dentro algo que le permite juzgar al mundo en el
que nace.
Si el hombre proviniera en su totalidad sólo de su padre
y de su madre sería ridícula la palabra «libertad»,
la expresión «derecho de la persona»,
la misma palabra «persona».

Sólo en un caso el hombre sería libre


de todo el mundo:
si ese punto no está cons@tuido sólo
por la biología de su madre y de su padre,
y posee algo que no deriva de biología,
en relación directa con el infinito,
con el origen del mundo, de todo el «círculo»,
con la X misteriosa que está encima de la realidad,
con Dios.
La libertad es depender de Dios.

El hombre —el hombre concreto, yo, tú— antes no
exisTa, ahora existe, y mañana no exis@rá:
por lo tanto, depende.

O depende del flujo de sus antecedentes materiales, y


es esclavo del poder;
o depende de Aquello que está en el origen de las
cosas.
La conciencia vivida de esta relación es religiosidad.
¡La libertad consiste en la
religiosidad!
La única objeción a la esclavitud del poder
es la religiosidad.

En ningún lugar se ha afirmado la dignidad absoluta del


hombre que en la frase de Jesús:
«¿De qué te sirve ganar el mundo
entero si te pierdes a 6 mismo?
¿Qué dará el hombre a cambio
de sí mismo?»

Lo divino es la afirmación de la capacidad de libertad


que @ene el hombre, de su capacidad de alcanzar la
felicidad, de su capacidad de alcanzar a Dios.
Lo divino es amor.
En este mundo aquellos que me aman
buscan por todos los medios
tenerme atado a ellos.

Tu amor es más grande que el suyo,


y, sin embargo, me dejas libre.

Por temor a que yo les olvide,


no se atreven a dejarme solo.

Pero los días pasan el uno detrás del otro


y Tú no te dejas ver nunca.

No te llamo en mis oraciones,


no te tengo en mi corazón,
y, sin embargo, tu amor por mí
espera todavía el amor mío.
R. Tagore, Los que me aman

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