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La imagen de Dios en el Renacimiento-

El camino abierto por el arte gótico hacia una representación naturalista florece en el
Renacimiento. Renacimiento viene de renacer pero renacer ¿de qué? Si se entiende que lo
medieval es sinónimo de oscurantismo, de miedo, de inseguridad, el Renacimiento supone la
vuelta a la supremacía de la razón, a la confianza en el hombre como regidor del mundo, a la
luz, al equilibrio. La antigüedad clásica (Grecia y Roma) será el modelo a imitar por los nuevos
artistas.

El arte no será ya un mero vehículo de expresión del pensamiento religioso; ahora se


buscará la belleza por el puro placer de contemplarla, “el arte por el arte”.

Es el Renacimiento época de mecenas. No solo los reyes, los papas o los aristócratas
gustan de coleccionar arte, también los burgueses y financieros quieren subrayar su estatus
contratando a artistas famosos para que trabajen en sus palacios. Los artistas firman
orgullosos sus obras y se afanan en definir aquellos rasgos estilísticos que los diferencian de los
demás. Se ven a sí mismos como intelectuales y completan su formación con estudios de
anatomía, matemáticas, geometría, literatura y filosofía. La enorme demanda de obra de los
grandes artistas eleva su cotización y su consideración social. Muchos de ellos se hacen ricos y
son admirados y respetados incluso por los mismos emperadores.

Escultura del Quattrocento italiano (siglo XV):

Lo narrativo del arte medieval deja paso a una escultura en la que lo importante es lo
sensorial, la belleza por la belleza. Incluso en el arte religioso, el hombre y la naturaleza serán
los protagonistas, los portadores de belleza. Se busca pues un realismo idealizado.

Florencia es el centro de la cultura en este momento. Los escultores más


representativos serán: Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Donatello y Luca della Robbia.

Ghiberti es un gran broncista (escultura en bronce). Busca efectos pictóricos en sus


obras, como podemos apreciar en las “Puertas del Baptisterio de Florencia”. Miguel Ángel dijo
de ellas que eran dignas de ser las puertas del paraíso.

Jacopo della Quercia busca más lo plástico que lo pictórico en sus obras (lo plástico
serán perfiles muy delimitados y volúmenes rotundos. Lo pictórico hace referencia a perfiles
suaves para buscar un efecto de profundidad por la sutileza del relieve). Se adelanta a Miguel
Ángel en el gusto por los cuerpos robustos y macizos.

Donatello combina con gran maestría el realismo técnico del Renacimiento con el
expresionismo de la Edad Media. Representó todos los estados de ánimo, el curso completo de
la vida, lo bello y lo feo, lo sublime y lo macabro. Su estilo, en un principio, recrea el clasicismo
de Fidias (escultor griego), como podemos apreciar en la “Anunciación de la Santa Croce” y en
el San Jorge y San Marcos de San Michele de Florencia. Posteriormente se hace más sensual en
el “David del Museo Borguello” para ganar en naturalismo en el “Cristo de la Santa Croce y
aumentar la expresividad en el “Entierro de Cristo” de la Basílica del Santo de Padua. El punto
culminante de este camino hacia lo expresivo está en su “Magdalena penitente” del
Baptisterio de Florencia, donde no escatima fealdad y decrepitud para representarla.

Lucca della Robbia es el creador de una técnica nueva en la época; el barro cocido y
esmaltado. Sus figuras están llenas de gracia y elegancia, características muy florentinas. No en
vano a Florencia se la conoce como la “serenísima”.

Escultura del Cinquecento italiano (siglo XVI):

Miguel Ángel (Michelángelo Buonarroti) es el gran escultor de este período y modelo


para los escultores que vinieron después.

Se forma en Florencia, ciudad profundamente humanista de los Médicis, poderosa


familia que consiguió su estatus gracias a sus negocios financieros (eran banqueros). Fueron
mecenas de los artistas más importantes del momento, entre ellos Miguel Ángel.

Fue Miguel Ángel un hombre culto y sensible. Con doce años entra de aprendiz en el
taller de Ghirlandaio (cotizado pintor florentino). La admiración que despierta su trabajo en
Lorenzo de Médici hace que lo tome bajo su protección y lo introduzca en los círculos
humanistas de la época, donde conoce la filosofía de las ideas de Platón, que influirán
poderosamente en su obra.

Presta la misma atención al estudio anatómico de sus figuras que a su estado


psicológico. La exaltación de lo dramático en los gestos se conocerá como “terribilitá
miguelangelesca”

Sus esculturas nunca son estáticas. La tensión que exalta la musculatura proviene de
una actitud de contención del movimiento, de energía a punto de estallar.

Solía realizar numerosos bocetos en cera de sus esculturas y, antes de enfrentarse al


bloque de mármol, un modelo a gran tamaño, pero no solía utilizar la máquina de sacar puntos
sino que tallaba directamente sirviéndose del trépano y el cincel dentado, que le permitía
desbastar con mucha rapidez.

Su “Virgen de la escalera” es un relieve muy pictórico (inusual en él). Busca efectos de


profundidad superponiendo tres planos de diferente grosor.

En el “Baco Ebrio” se aprecia ya una marcada musculatura (característica de sus


figuras). El artista busca representar el estado de desequilibrio fruto de la embriaguez.

Otras obras de gran importancia son la “Piedad del Vaticano”, el “David”, el “Moisés” o
la “Piedad Rondanini”.

La segunda mitad del cinquecento es plenamente manierista (recuerda al Greco).


Benvenutto Cellini es el más importante escultor manierista. Fue un gran orfebre e imprimió
en sus esculturas esa impronta preciosista ornamental. Está más preocupado de exhibir la
belleza de sus figuras que de mostrar la grandeza de la acción que representan.

En su “Perseo”, escultura en bronce, se pueden apreciar los efectos pictóricos que


persigue (recuerda el chorreo de la sangre).

El “Cristo del Escorial” está modelado con formas suaves y expresión adormecida,
alejada del dolor y el dramatismo.

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