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Base y superestructura
La determinación
Desde una mirada ortodoxa se considera que entre una y otra existe una relación de
“determinación” en el sentido de que son las condiciones materiales de producción las que
configuran las formas legales, políticas, religiosas, estéticas, filosóficas (y, siguiendo esta línea
de pensamiento, en el sentido de que el ser social determina la conciencia), sin embargo,
Williams sostiene que este no es un punto de partida apropiado para una teoría cultural.
Plantea, en cambio, que el modo en que una y otra se vinculan es más difuso e incierto y por lo
tanto es necesario “un adecuado reconocimiento de las conexiones indisolubles que existen
entre producción material, actividad e instituciones políticas y culturales y la conciencia”. A
esto denominará luego como mediación, concepto que permite reconstruir estos procesos que
existen ente base y superestructura.
Por el concepto de “determinación” el marxismo ha sido calificado por sus detractores como
una teoría reduccionista y determinista ya que toda actividad “es siempre reducida a una
expresión directa o indirecta de algún contenido económico precedente y predominante o de
un contenido político determinado por una situación o posición económica”. Raymond
Williams señala dos ideas acerca de este concepto. Una idea abstracta que “presupone la
imposibilidad de los participantes en una acción” de llevar adelante un cambio y la idea
científica que “presupone características inalterables o relativamente fijas” por lo que desde
esta óptica el cambio consiste en alterar (aunque de un modo en cierta medida predecible) las
condiciones y las combinaciones. Sería el mismo Engels el encargado de atenuar la concepción
más radical al mencionar en una carta que “somos nosotros mismos quienes producimos
nuestra historia, aunque lo hacemos, en primera instancia, bajo condiciones y supuestos muy
definidos” dejando margen para la acción directa aunque en el marco de ciertos límites.
Frente a esta doctrina objetivista y estática del arte, aparece otra para la cual el mundo real,
en vez de ser aislado como objeto, es entendido como “proceso social material con ciertas
cualidades y tendencias inherentes” de modo que lo que el arte reflejara sean ahora fuerzas
esenciales y los movimientos correspondientes: procesos históricos y sociales reales y
verificables con lo cual si el arte no refleja estas leyes se daría el caso de la distorsión, la
falsificación o la superficialidad y ya no sería arte sino ideología.
Williams considera que la consecuencia de cualquier teoría que considera el arte como reflejo
es que suprime el verdadero trabajo sobre el material que constituye la producción de
cualquier trabajo artístico que es a la vez material e imaginativo. De allí que surge la idea de la
“mediación” intentando dar cuenta de un proceso activo por el cual en el arte el contenido
originario de las realidades sociales es modificado. Al respecto hubo dos vertientes, una que
considera la mediación como una “expresión indirecta” y otra, sostenida desde la Escuela de
Frankfurt, que considera que este proceso no comporta una mediación separable sino que es
intrínseca: “la mediación se halla en el propio objeto, no es algo que se halle entre el objeto y
lo que éste da”. Desde este punto de vista, la cultura aparece como una mediación de la
sociedad.
Sin embargo el concepto de mediación tiene una limitación en cuanto a que lleva a seguir
pensando en una separación entre la realidad y el proceso mediador, entre el proceso social
material y el lenguaje, entre producción y reproducción. Es por eso que Williams plantea que
“el problema es diferente si comprendemos el lenguaje y la significación como elementos
indisolubles del proceso social material involucrados permanentemente tanto en la producción
como en la reproducción”.
Tipificación y homología
Correspondencia y homología pueden ser variantes sofisticadas de una teoría del reflejo o de
la mediación.
La hegemonía
Gramsci plantea una distinción entre dominio y hegemonía. El dominio implica coerción
directa o efectiva. Sin embargo la situación más habitual es un complejo entrelazamiento de
fuerzas políticas sociales y culturales y la hegemonía según las diferentes interpretaciones es
esto o las fuerzas activas sociales y culturales que constituyen sus elementos necesarios.
Dentro de una teoría Cultural el concepto de hegemonía incluye a los conceptos de cultura y
de ideología.
El concepto de hegemonía tiene un alcance mayor que el de cultura pues relaciona el proceso
social total con las distribuciones específicas del poder y la influencia. Para explicar este
concepto Gramsci se introduce los conceptos de dominación y subordinación.
El concepto de hegemonía es más amplio que el de ideología porque lo que resulta decisivo no
es el sistema consciente de ideas y creencias sino todo el proceso social vivido organizado
prácticamente por significados y valores específicos y dominantes. No se reduce la conciencia
a las formaciones de la clase dominante sino que comprende las relaciones de dominación y
subordinación como una saturación efectiva del proceso de la vida en su totalidad. La
hegemonía es un sentido de la realidad para la mayoría de la gente de la sociedad.
La hegemonía como proceso activo, es siempre una interconexión y una organización más o
menos adecuada de significados, valores y prácticas.
Sin embargo, una cultura efectiva es siempre algo más que la suma de sus instituciones. A
veces se trata de una cuestión de formaciones, de movimientos y tendencias efectivos, en la
vida intelectual y artística, que tienen una influencia significativa y a veces decisiva sobre el
desarrollo activo de una cultura.
Lo residual es algo diferente a lo arcaico aunque en la práctica son muy difíciles de separar.
Toda cultura incluye elementos aprovechables de su pasado pero su lugar dentro del proceso
cultural contemporáneo es variable. Lo residual ha sido formado en el pasado pero todavía se
halla activo dentro del proceso cultural no solo como elemento del pasado sino también del
presente. Puede presentar una relación alternativa e incluso de oposición con respecto a la
cultura dominante.
Dentro de una cultura dominante se produce la remisión hacia aquellos significados y valores
que fueron creados en el pasado en sociedades reales y en situaciones reales, y que todavía
parecen tener significación porque representan áreas de la experiencia, la aspiración y el logro
humanos que la cultura dominante rechaza, desvaloriza, contradice, reprime o es incapaz de
reconocer.
Lo emergente refiere a los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y
tipos e relaciones que se crean continuamente. Sin embargo es difícil distinguir entre los
elementos que constituyen una nueva fase de la cultura dominante y los elementos que son
esencialmente alternativos o de oposición a ella, es decir, emergentes.
Tener en cuenta estos procesos, nos lleva a definir que ningún modo de producción, ningún
orden social dominante, ninguna cultura dominante, verdaderamente incluye o agota toda la
práctica humana, toda la energía humana y toda la intención humana.
Por lo tanto el análisis está centrado en las formas explícitamente fijadas mientras que la
presencia viviente resulta permanentemente rechazada.
Si lo social es siempre pasado, siempre está formado, debemos hallar otros términos para la
innegable experiencia del presente: dentro de lo cual podemos discernir y reconocer
efectivamente las instituciones las formaciones y las posiciones aunque no siempre con
productos fijos. Entonces si lo social es lo fijo y explícito, todo lo que es presente inmovilizador
y definido como lo personal, lo subjetivo.
También ocurre que la producción del arte no sea ya nunca ella misma en tiempo pasado. Es
siempre un proceso formativo dentro de un presente específico.
Es la reducción de lo social formas fijas lo que continúa siendo el error básico. El error consiste
en tomar los términos de análisis como término sustanciales y no sabemos que debemos
suponer que aquellas existen y son vividas específica y definitivamente dentro de forma
singulares y en desarrollo. Las formas sociales se convierten en conciencia social solo cuando
son vividos activamente dentro de verdaderas relaciones. Porque toda conciencia social sus
procesos tienen lugar, no sólo entre, sino dentro de la relación y lo relacionado. Esto implica
una tensión.
La conciencia práctica es lo que verdaderamente se está viviendo no sólo lo que se piensa que
se está viviendo.
La consecuencia metodológica es que los cambios cualitativos específicos son asumidos como
experiencia social antes que como experiencia personal. Son sociales de dos maneras: primero
en el hecho de que son cambios de presencia, segundo en el hecho de que aunque son
emergentes o reemergentes no necesitan esperar una definición, una clasificación o una
racionalización antes de ejercer presiones palpables y de establecer límites efectivos sobre la
experiencia y sobre la acción.
Tales cambios pueden ser definidos como cambios en las estructuras del sentir. No se trata
solamente de que debemos ir más allá de las creencias y temáticas y formalmente sostenidas,
aunque siempre debemos incluirlas. Se trata de que estamos interesados en los significados y
valores tal como son vividos y sentidos activamente. Una definición alternativa sería la de
estructura de la experiencia.
Desde una perspectiva metodológica una estructura del sentir es una hipótesis cultural
derivada de los intentos por comprender tales elementos y sus conexiones generación a un
período. Es una hipótesis históricamente verdadera en nuestro proceso cultural presente.
La sociología de la cultura
El análisis de la sociología de la novela debe incluir una serie de factores, pero siempre debe
incluir este factor directamente económico que, por razones ideológicas, se ve ordinariamente
excluido. La inserción de determinaciones económicas dentro de los estudios culturales
constituye la contribución especial del marxismo. Sin embargo, puede ser una simple
inserción, pues lo que se quiere realmente, más allá de las formulas limitantes, es la
restauración de todo el proceso social material y, específicamente, la producción cultural
como social y material.
Puede saberse todo acerca de un público lector, desde la economía política de la impresión y la
publicación a los efectos de un sistema educacional, sin embargo, lo que es leído por el público
es la abstracción neutralizada de los libros, o en el mejor de los casos, sus categorías
catalogadas. Entretanto puede conocerse todo sobre los libros, desde sus autores hasta las
tradiciones e influencias y los períodos, sin embargo, estos no son más que objetos terminados
antes de incorporarse a la dimensión en que se piensa que la sociología es relevante: La del
público lector, de la historia editorial, de las publicaciones.
Está surgiendo un nuevo método que puede ser considerado original en ciertos Campos, ya
que sí hemos aprendido a observar la relación de cualquier trabajo cultural con lo que hemos
aprendido denominar un sistema de signos, también podemos llegar a observar que un
sistema de signos es en sí mismo una estructura específica de relaciones sociales: