Sei sulla pagina 1di 7

Raymond Willians (1980) “Base y superestructura”, La determinación” y “Del reflejo a la

mediación”. En: Marxismo y literatura. Península.

Base y superestructura

En “Base y superestructura” Williams discute acerca de la relación entre ambos conceptos


clásicos del marxismo: base (el elemento económico) y superestructura (los elementos
jurídicos, políticos, teóricos).

La determinación

Desde una mirada ortodoxa se considera que entre una y otra existe una relación de
“determinación” en el sentido de que son las condiciones materiales de producción las que
configuran las formas legales, políticas, religiosas, estéticas, filosóficas (y, siguiendo esta línea
de pensamiento, en el sentido de que el ser social determina la conciencia), sin embargo,
Williams sostiene que este no es un punto de partida apropiado para una teoría cultural.

Plantea, en cambio, que el modo en que una y otra se vinculan es más difuso e incierto y por lo
tanto es necesario “un adecuado reconocimiento de las conexiones indisolubles que existen
entre producción material, actividad e instituciones políticas y culturales y la conciencia”. A
esto denominará luego como mediación, concepto que permite reconstruir estos procesos que
existen ente base y superestructura.

Por el concepto de “determinación” el marxismo ha sido calificado por sus detractores como
una teoría reduccionista y determinista ya que toda actividad “es siempre reducida a una
expresión directa o indirecta de algún contenido económico precedente y predominante o de
un contenido político determinado por una situación o posición económica”. Raymond
Williams señala dos ideas acerca de este concepto. Una idea abstracta que “presupone la
imposibilidad de los participantes en una acción” de llevar adelante un cambio y la idea
científica que “presupone características inalterables o relativamente fijas” por lo que desde
esta óptica el cambio consiste en alterar (aunque de un modo en cierta medida predecible) las
condiciones y las combinaciones. Sería el mismo Engels el encargado de atenuar la concepción
más radical al mencionar en una carta que “somos nosotros mismos quienes producimos
nuestra historia, aunque lo hacemos, en primera instancia, bajo condiciones y supuestos muy
definidos” dejando margen para la acción directa aunque en el marco de ciertos límites.

El concepto de determinación, en su sentido original implica “fijación de límites” y Williams


adjunta la idea de “ejercicio de presiones”. Con esto se refiere a “presiones derivadas de la
formación y el impulso de un modo social dado” o aquellas ejercidas por “formaciones nuevas
con sus requerimientos e intenciones todavía por realizar” de modo que la sociedad es
concebida como “un proceso constitutivo con presiones muy poderosas que se expresan en las
formaciones culturales, económicas y políticas” y que “son internalizadas y convertidas en
voluntades individuales”.

Del reflejo a la mediación


Las ideas de base, superestructura y determinación han conducido a plantear el arte y el
pensamiento como “reflejo” del mundo o de la naturaleza. Una variante fue pensar que el arte
refleja no las meras apariencias sino su naturaleza interior o el mundo tal como es visto por el
artista. Esto llevó a valorar algunos reflejos como falsos o distorsionados o incluso a considerar
que, dado que está materialmente condicionada, la mente del artista produce un reflejo que
no es independiente. A esta acepción se contrapone otra en la que la conciencia es
considerada como “verdad científica” basada en el verdadero conocimiento del mundo
material con lo que la función del arte fue definida en términos de realismo o de naturalismo.
El arte debía reflejar la realidad y si no lo hacía era insignificante o falso.

Frente a esta doctrina objetivista y estática del arte, aparece otra para la cual el mundo real,
en vez de ser aislado como objeto, es entendido como “proceso social material con ciertas
cualidades y tendencias inherentes” de modo que lo que el arte reflejara sean ahora fuerzas
esenciales y los movimientos correspondientes: procesos históricos y sociales reales y
verificables con lo cual si el arte no refleja estas leyes se daría el caso de la distorsión, la
falsificación o la superficialidad y ya no sería arte sino ideología.

Williams considera que la consecuencia de cualquier teoría que considera el arte como reflejo
es que suprime el verdadero trabajo sobre el material que constituye la producción de
cualquier trabajo artístico que es a la vez material e imaginativo. De allí que surge la idea de la
“mediación” intentando dar cuenta de un proceso activo por el cual en el arte el contenido
originario de las realidades sociales es modificado. Al respecto hubo dos vertientes, una que
considera la mediación como una “expresión indirecta” y otra, sostenida desde la Escuela de
Frankfurt, que considera que este proceso no comporta una mediación separable sino que es
intrínseca: “la mediación se halla en el propio objeto, no es algo que se halle entre el objeto y
lo que éste da”. Desde este punto de vista, la cultura aparece como una mediación de la
sociedad.

Sin embargo el concepto de mediación tiene una limitación en cuanto a que lleva a seguir
pensando en una separación entre la realidad y el proceso mediador, entre el proceso social
material y el lenguaje, entre producción y reproducción. Es por eso que Williams plantea que
“el problema es diferente si comprendemos el lenguaje y la significación como elementos
indisolubles del proceso social material involucrados permanentemente tanto en la producción
como en la reproducción”.

Tipificación y homología

En marxismo influyó la concecpión de lo típico como el carácter o situación plenamente


característica o plenamente representativa. Esta idea permite rdefinir el concepto de reflejo ya
que lo reflejado en el arte no sería la mera superficie o las apariencias sino al realidad esencial,
fundamental o general.

La realidad social es un proceso dinámico y y este movimiento es reflejado por la tipificación. El


arte, por medios figurativos, tipifica los elementos de la realidad que se repiten de aceurdo
con leyes regulares.
Muy próxima a esta idea es el concepto de “imágens dialécticas” de la Escuela de Frankfurt
para referirse a cristalizaciones del proceso histórico: no son modelos de productos sociales
sino más bien cosntelaciones objetivas dentro de las cuales la condición social se representa a
sí misma.

La homología se extiende desde la acepción de semejanza hasta la de analogía. Involucra una


acepción de formas o estructuras correspondientes.

La homología es la correspondencia en el origen y en el desarrollo, la analogía lo es en la


apariencia y en la función.

Correspondencia y homología pueden ser variantes sofisticadas de una teoría del reflejo o de
la mediación.

Una alternativa a estas ideas del reflejo y la mediación (teorías dualistas) y de la


correspondencia o la homología (teorías formalistas y estructrualistas) es el concepto de
hegemonía.

La hegemonía

Gramsci plantea una distinción entre dominio y hegemonía. El dominio implica coerción
directa o efectiva. Sin embargo la situación más habitual es un complejo entrelazamiento de
fuerzas políticas sociales y culturales y la hegemonía según las diferentes interpretaciones es
esto o las fuerzas activas sociales y culturales que constituyen sus elementos necesarios.

Dentro de una teoría Cultural el concepto de hegemonía incluye a los conceptos de cultura y
de ideología.

El concepto de hegemonía tiene un alcance mayor que el de cultura pues relaciona el proceso
social total con las distribuciones específicas del poder y la influencia. Para explicar este
concepto Gramsci se introduce los conceptos de dominación y subordinación.

El concepto de hegemonía es más amplio que el de ideología porque lo que resulta decisivo no
es el sistema consciente de ideas y creencias sino todo el proceso social vivido organizado
prácticamente por significados y valores específicos y dominantes. No se reduce la conciencia
a las formaciones de la clase dominante sino que comprende las relaciones de dominación y
subordinación como una saturación efectiva del proceso de la vida en su totalidad. La
hegemonía es un sentido de la realidad para la mayoría de la gente de la sociedad.

Existe una tendencia en el análisis el arte que busca correspondencias, expresiones


semejantes, plenamente sistemáticas y articuladas de esta ideología en el contenido (base-
superestructura) o en la forma (homología) de las obras reales.

Pero de acuerdo a este concepto de hegemonía, el trabajo y la actividad cultural no


constituyen de ningún modo una superestructura: la tradición y la práctica cultural son
comprendidas como algo más que expresiones superestructurales (reflejos, mediaciones o
tipificaciones) de una estructura social y económica. Por el contrario, se hallan entre los
procesos básicos de la propia formación y asociados a un área de realidad mucho mayor.
Una hegemonía es siempre un proceso de relaciones. Un complejo efectivo de experiencias,
relaciones y actividades que tiene límites y expresiones específicas y cambiantes. Por eso se
deben agregar los conceptos de contrahegemonía y hegemonía altertantiva que son
elementos reales y persistentes de la práctica y que dan cuenta de las numerosas formas de
oposición y lucha. En este sentido, no se deben descuidar las obras y las ideas que, aunque
claramente afectadas por los límites y las presiones hegemónicas, constituyen:

 rupturas significativas respecto de ellas y también,


 en parte, pueden ser neutralizadas, reducidas o incorporadas
 no obstante, se manifiestan independientes y originales.

Tradiciones, instituciones y formaciones

La hegemonía como proceso activo, es siempre una interconexión y una organización más o
menos adecuada de significados, valores y prácticas.

Dentro de un proceso cultural podemos distinguir tres aspectos.

Tradición: es la expresión más evidente de las presiones y límites dominantes y hegemónicos.


No es un segemnto histórico inerte, es el medio de incorporación práctico más poderoso.

Una tradición es siempre “selectiva”: una versión intencionalmente selectiva de un pasado


configurativo y de un presente preconfigurado y que es poderosamente operativo en el
proceso de definición e identificación cultural y social. Y así como ciertos significados y
prácticas son seleccionados y acentuados, otros son rechazados o excluidos (responde al
interés de la dominación de una clase).

El sentido hegemónico de la tradición, a un nivel profundo, es siempre el más activo: un


proceso selectivo y conectivo que ofrece una ratificación cultural e histórica de un orden
contemporáneo. Pero así como es poderosa también es vulnerable por acción de las prácticas
alternativas o en oposición.

El establecimiento efectivo de una tradición selectiva depende de instituciones identificables:


familia, educación, medios de comunicación.

Sin embargo, una cultura efectiva es siempre algo más que la suma de sus instituciones. A
veces se trata de una cuestión de formaciones, de movimientos y tendencias efectivos, en la
vida intelectual y artística, que tienen una influencia significativa y a veces decisiva sobre el
desarrollo activo de una cultura.

Las formaciones son reconocibles como tendencias y movimientos conscientes (literarios,


artísticos, filosóficos o científicos).

Dominante, residual y emergente

La complejidad de una cultura debe buscarse también en las interrelaciones dinámicas, en


cada punto del proceso que presentan ciertos elementos variables e históricamente variados.
Además de hablar de lo dominante y efectivo, y en este sentido de lo hegemónico, también
debemos hablar de lo residual y emergente que en cualquier proceso son importantes en sí
mismos y por lo que revelan sobre las características de lo dominante.

Lo residual es algo diferente a lo arcaico aunque en la práctica son muy difíciles de separar.
Toda cultura incluye elementos aprovechables de su pasado pero su lugar dentro del proceso
cultural contemporáneo es variable. Lo residual ha sido formado en el pasado pero todavía se
halla activo dentro del proceso cultural no solo como elemento del pasado sino también del
presente. Puede presentar una relación alternativa e incluso de oposición con respecto a la
cultura dominante.

Dentro de una cultura dominante se produce la remisión hacia aquellos significados y valores
que fueron creados en el pasado en sociedades reales y en situaciones reales, y que todavía
parecen tener significación porque representan áreas de la experiencia, la aspiración y el logro
humanos que la cultura dominante rechaza, desvaloriza, contradice, reprime o es incapaz de
reconocer.

Lo emergente refiere a los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y
tipos e relaciones que se crean continuamente. Sin embargo es difícil distinguir entre los
elementos que constituyen una nueva fase de la cultura dominante y los elementos que son
esencialmente alternativos o de oposición a ella, es decir, emergentes.

Tener en cuenta estos procesos, nos lleva a definir que ningún modo de producción, ningún
orden social dominante, ninguna cultura dominante, verdaderamente incluye o agota toda la
práctica humana, toda la energía humana y toda la intención humana.

Estructuras del sentir

En la mayoría de las descripciones y los análisis la cultura y la sociedad son expresadas


corrientemente en tiempo pasado. La barrera más sólida que se opone al reconocimiento de la
actividad cultural humana es esta conversión inmediata irregular de la experiencia en una serie
de productos acabados. Por esta modalidad de procedimiento las relaciones las instituciones y
las formaciones en que nos hayamos son convertidas formadas antes que en procesos
formadores y formativos.

Por lo tanto el análisis está centrado en las formas explícitamente fijadas mientras que la
presencia viviente resulta permanentemente rechazada.

Si lo social es siempre pasado, siempre está formado, debemos hallar otros términos para la
innegable experiencia del presente: dentro de lo cual podemos discernir y reconocer
efectivamente las instituciones las formaciones y las posiciones aunque no siempre con
productos fijos. Entonces si lo social es lo fijo y explícito, todo lo que es presente inmovilizador
y definido como lo personal, lo subjetivo.

También ocurre que la producción del arte no sea ya nunca ella misma en tiempo pasado. Es
siempre un proceso formativo dentro de un presente específico.
Es la reducción de lo social formas fijas lo que continúa siendo el error básico. El error consiste
en tomar los términos de análisis como término sustanciales y no sabemos que debemos
suponer que aquellas existen y son vividas específica y definitivamente dentro de forma
singulares y en desarrollo. Las formas sociales se convierten en conciencia social solo cuando
son vividos activamente dentro de verdaderas relaciones. Porque toda conciencia social sus
procesos tienen lugar, no sólo entre, sino dentro de la relación y lo relacionado. Esto implica
una tensión.

La conciencia práctica es lo que verdaderamente se está viviendo no sólo lo que se piensa que
se está viviendo.

La consecuencia metodológica es que los cambios cualitativos específicos son asumidos como
experiencia social antes que como experiencia personal. Son sociales de dos maneras: primero
en el hecho de que son cambios de presencia, segundo en el hecho de que aunque son
emergentes o reemergentes no necesitan esperar una definición, una clasificación o una
racionalización antes de ejercer presiones palpables y de establecer límites efectivos sobre la
experiencia y sobre la acción.

Tales cambios pueden ser definidos como cambios en las estructuras del sentir. No se trata
solamente de que debemos ir más allá de las creencias y temáticas y formalmente sostenidas,
aunque siempre debemos incluirlas. Se trata de que estamos interesados en los significados y
valores tal como son vividos y sentidos activamente. Una definición alternativa sería la de
estructura de la experiencia.

No estamos hablando de sentimientos contra pensamiento sino pensamiento tal como es


sentido y sentimiento tal como es pensado, una conciencia práctica de tipo presente, dentro
de una continuidad viviente e interrelacionada.

Desde una perspectiva metodológica una estructura del sentir es una hipótesis cultural
derivada de los intentos por comprender tales elementos y sus conexiones generación a un
período. Es una hipótesis históricamente verdadera en nuestro proceso cultural presente.

La sociología de la cultura

El análisis de la sociología de la novela debe incluir una serie de factores, pero siempre debe
incluir este factor directamente económico que, por razones ideológicas, se ve ordinariamente
excluido. La inserción de determinaciones económicas dentro de los estudios culturales
constituye la contribución especial del marxismo. Sin embargo, puede ser una simple
inserción, pues lo que se quiere realmente, más allá de las formulas limitantes, es la
restauración de todo el proceso social material y, específicamente, la producción cultural
como social y material.

La tarea básica por excelencia de la sociología de la cultura es el análisis de las interrelaciones


existentes dentro de esa compleja unidad de elementos.

Puede saberse todo acerca de un público lector, desde la economía política de la impresión y la
publicación a los efectos de un sistema educacional, sin embargo, lo que es leído por el público
es la abstracción neutralizada de los libros, o en el mejor de los casos, sus categorías
catalogadas. Entretanto puede conocerse todo sobre los libros, desde sus autores hasta las
tradiciones e influencias y los períodos, sin embargo, estos no son más que objetos terminados
antes de incorporarse a la dimensión en que se piensa que la sociología es relevante: La del
público lector, de la historia editorial, de las publicaciones.

Está surgiendo un nuevo método que puede ser considerado original en ciertos Campos, ya
que sí hemos aprendido a observar la relación de cualquier trabajo cultural con lo que hemos
aprendido denominar un sistema de signos, también podemos llegar a observar que un
sistema de signos es en sí mismo una estructura específica de relaciones sociales:

 Internamente, por el hecho de que los signos dependen de las relaciones


 Externamente, por el hecho de que el sistema depende de las instituciones que lo
activan
 Integralmente, por el hecho de que un sistema de signos ya la vez una tecnología
cultural específica y una forma específica de conciencia práctica.

Es una sociología y a la vez una estética.

Potrebbero piacerti anche