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FEMINISMO Y SUBJETIVACIÓN.

LA CREACIÓN DE UNA NUEVA POSIBILIDAD VITAL


CON UN FONDO ESTÉTICO

Lucía Fossati

Universidad del Salvador

Eje 4: Feminismos y capitalismo neoliberal. “Tsunami violeta o la organización feminista de la


resistencia.”

Palabras clave: Feminismo, subjetivación, creación, Foucault, Deleuze.

Introducción

¿Qué es la subjetivación? ¿Qué significa que la constitución de “sí mismo” se da sobre un fondo
estético? ¿Cuáles son nuestras posibilidades de vida o nuestros procesos de subjetivación? ¿Cuál
es hoy nuestra manera de constituirnos como sujetos? ¿Por qué la subjetivación implica
resistencia? ¿A qué es necesario resistir?, ¿cuáles son las configuraciones que nos sujetan hoy?

En lo que sigue me propongo comenzar desplegando la cuestión de la subjetivación en las


filosofías de M. Foucault y G. Deleuze. Tomando los recursos aportados por los dos filósofos y
de acuerdo a la hipótesis planteada, procuraré analizar en qué medida sus categorías de análisis
pueden ser aplicadas para poner en consideración al feminismo como la emergencia de un modo
de existencia y de ser-en-común que propone nuevos valores sobre los cuales regirnos.

En este sentido, se buscará pensar al feminismo como un nuevo modo de subjetivación que está
emergiendo hoy, y que supone una forma de resistencia actual, un acto de creación y una nueva
posibilidad de existencia estética, ética y política.

La cuestión de la subjetivación en las filosofías de M. Foucault y G. Deleuze

En su artículo El sujeto y el poder Foucault expresa cuál ha sido la meta de su trabajo durante los
últimos veinte años. Según señala allí, el análisis no ha sido sobre el fenómeno del poder, sino
que su objetivo, ha sido crear una historia de los diferentes modos a través de los cuales, los seres
humanos se han convertido en sujetos. En sus palabras, “No fue entonces el poder, sino el sujeto
lo que constituye el tema general de mis investigaciones.” (Foucault, El sujeto y el poder, 2001)

Su principal trabajo, según sus declaraciones habría sido “estudiar la forma en que el ser humano
se convierte a sí mismo, o a sí misma, en sujeto. Por ejemplo, he escogido el dominio de la
sexualidad -de qué manera los hombres han aprendido a reconocerse a sí mismos como sujetos de
"sexualidad". (Foucault, El sujeto y el poder, 2001) La consideración de que hay diversos modos
de apropiación, exploración y constitución de la subjetividad, lo lleva a elaborar una historia en
torno al dominio de la sexualidad.

Un par de años más tarde, Foucault efectúa un reordenamiento de su recorrido que se encuentra
presente en la introducción general de El uso de los placeres (Foucault, Historia de la sexualidad.
El uso de los placeres, 2006). En primer lugar, según indica allí, su análisis se había centrado en
las formas de las prácticas discursivas que articulan el saber. Luego, había continuado el camino
realizando un análisis de lo que con frecuencia se describe como las manifestaciones del poder.
Por último, creyó necesario emprender un tercer desplazamiento para analizar las formas y las
modalidades de la relación consigo mismo, por las que el individuo se constituye y se reconoce
como sujeto. Añade así, la subjetivación como una dimensión que se distingue tanto del saber
como del poder. Sin embargo, la subjetivación no las anula sino que actúa al mismo tiempo que
las otras dimensiones. Es decir, a pesar de ser las tres irreductibles, están en constante
implicación. Esto significa, que dentro de una determinada cultura, se da una correlación entre los
campos de saber, los tipos de normatividad y las formas de subjetividad. Determinadas
condiciones históricas están siempre en relación con determinadas formas de saber y formas de
poder, y de esto se desprende además que no somos en virtud de una esencia sino que lo que
somos lo estamos configurando. No hay sujeto, sino producción de subjetividad.

Este tercer desplazamiento teórico, relevante para Deleuze, es retomado como lo que
necesariamente parece un tercer eje en el pensamiento de Foucault. Así, su Curso sobre Foucault
está dividido en el eje del saber, el eje del poder y por último, el eje del sujeto.

En la publicación del tomo III del curso: La subjetivación (Deleuze, La subjetivación. Curso
sobre Foucault, 2015), Deleuze utiliza categorías de análisis tales como ‘el afuera’ ‘el pliegue’,
‘el doblez’ que son encadenadas y dan cuenta del interés por la cuestión.
Este tercer eje se trata para él de la relación con el afuera. Esta palabra que aparece
recurrentemente es tomada de Blanchot por Foucault. Según señala Deleuze, es preciso que la
línea del afuera sea recorrida por un movimiento que es el pliegue. A partir de que el pliegue se
produce, la línea del afuera se dobla, se frunce, se bifurca y constituye un adentro. En sus clases,
explica que esta operación por la cual la línea del afuera se dobla y forma un pliegue, es la
operación del doble o del doblez. De acuerdo con la manera en que se pliega la línea, se
constituyen modos de existencia, esto es, se crean nuevas posibilidades de vida.

El acento está puesto en el final de Las palabras y las cosas (Foucault, Las palabras y las cosas.
Una arqueología de las ciencias humanas, 2002) que consiste, según la interpretación que hace
Deleuze, en el tema del doble y en El uso de los placeres donde encuentra que el aporte que hace
Foucault, es descubrir que los griegos son el primer doblez, son los primeros en hacer el pliegue,
el pliegue del afuera. Desde los griegos hasta nuestros días, la manera o el modo en que se
produce ese pliegue es lo que configura la manera de constituir la subjetividad. Plegar la línea del
afuera es constituir una subjetividad, es constituir un modo de existencia, es inventar una
posibilidad de vida. Pero hay muchos modos de hacerlo.

Según advierten Foucault y Deleuze, la subjetivación –al igual que el saber y el poder- es una
dimensión histórica, lo que quiere decir que no es posible establecer una condición universal de
este tercer eje. Con lo cual es posible recrear los modos de existencia constantemente; si bien los
griegos son según Foucault los creadores de esta dimensión, nuevos modos de subjetivación han
emergido a lo largo de la historia y un nuevo modo de subjetivación está emergiendo hoy.

¿Qué implica entender la subjetivación como proceso y constitución de la existencia? ¿Qué


relación tiene la subjetivación con el arte?

La subjetivación y la estética de la existencia

Luego de haber trazado y explorado la subjetivad como tercera dimensión, en la entrevista


realizada a Foucault en 1983 por Dreyfus y Rabinow: Sobre la genealogía de la ética: una visión
de conjunto de un trabajo en proceso, aparece su concepto tardío “estética de la existencia”. A la
pregunta ¿qué tipo de ética podemos construir ahora?, el pensador francés responde:
“Lo que me sorprende es que en nuestra sociedad el arte se haya convertido en algo que sólo se
relaciona con los otros objetos y no con los individuos o con la vida, y también que el arte sea un
dominio especializado, el dominio de ciertos expertos que son los artistas.
Pero ¿podría alguien convertir su vida en una obra de arte? ¿Por qué puede la lámpara de una
casa ser un objeto artístico, pero no nuestra propia vida?” (Foucault, Sobre la genealogía de la
ética: una visión de conjunto de un trabajo en proceso, 2001)

A través de una estética de la existencia, se plantea la posibilidad de que el arte sobrepase sus
límites; que no solo tenga relación con los objetos, sino también con los sujetos, que no sea un
dominio especializado de los expertos sino que desborde para atravesar la propia vida. Propone
una expropiación del arte para llevarlo hacia la existencia misma, de tal manera que el arte no
quede reservado únicamente a la obra de arte.

Foucault expresa que la ética griega está centrada en una estética de la existencia. Bajo este
concepto, estética-existencia, arte-vida son puestos en relación. Este concepto que se presenta
como una preocupación de los griegos, apela a hacer de la propia vida una obra de arte:

“La idea del bios como un material para una obra de arte es algo que me fascina.
También la idea de que la ética puede ser una estructura muy vigorosa de la existencia, sin
ninguna relación con lo jurídico per se, con un sistema autoritario, con una estructura
disciplinaria.” (Foucault, Sobre la genealogía de la ética: una visión de conjunto de un trabajo en
proceso, 2001)
Hacer que la vida sea material para una obra de arte implica crear formas de subjetivación y
formas de vida, no obedeciendo, sino en cambio, interrogando el poder y superando el saber.

Foucault entiende que la vida puede ser materia misma del arte pero también materia de la ética.
Tal como señala Deleuze en una entrevista de 1986, dos años después de la muerte de su colega,
“la constitución de los modos de existencia o de los estilos de vida no es exclusivamente estética
sino que es, en los términos de Foucault, ética…” La subjetivación es entonces, estética y a la vez
ética. La ética se contrapone a “moral”: “La diferencia es que la moral se presenta como un
conjunto de reglas coactivas de un tipo específico que consisten en juzgar las acciones e
intenciones relacionándolas con valores trascendentales (esto está bien, aquello está mal…); la
ética es un conjunto de reglas facultativas que evalúan lo que hacemos y decimos según el modo
de existencia que implica.” (Deleuze, Michel Foucault, 1986)
Por lo tanto, la subjetivación se distingue de la moral. Cuando la vida es administrada bajo
formas determinadas de saber y reglas coactivas de poder, ésta cae en una forma de dominación,
de modo que se trata de una moral. En cambio, la ética apunta a problematizar la conducta
propia, a cuestionar y sacudir los hábitos, y a analizar las formas de actuar y de pensar.

Toda subjetivación entendida como proceso y constitución de “sí mismo” o “sí misma” no es
posible si no hay una voluntad artística. La conformación de un modo de existencia implica
siempre un lazo con el arte y de esto da cuenta el término tardío “estética de la existencia”
formulado por Foucault. La idea de estética de la existencia advierte así el carácter de creación o
invención que tiene toda nueva posibilidad vital, o todo nuevo modo de existencia.

La conformación de la subjetividad implica que ésta, no se rige por un sistema disciplinario,


jurídico, autoritario, ni de normalización ni sometimiento. Es decir, no se rige por un código
moral que participa del poder y del saber. En términos de Foucault, se trata en cambio de una
ética.

Además de entender a la subjetivación como una dimensión histórica, ambos advierten el carácter
de creación o invención que tiene toda nueva posibilidad vital. La subjetivación se rige por una
actividad creadora, por la creatividad de algo nuevo.

¿Cuáles son los modos de existencia que hoy aquí se esbozan? ¿Contamos hoy con una voluntad
artística capaz de resistir al poder y superar el saber?

Subjetivación, acto de creación y resistencia

En la conferencia ¿Qué es el acto de creación?, pronunciada en marzo de 1987 en La Fémis, la


Escuela Superior de Oficios de Imagen y Sonido, Deleuze advierte que crear es resistir. ¿Resistir
a qué? A dos cosas que son interiores al acto de crear: a la información y a la muerte.

Crear es resistir a la información. A la pregunta qué es la información, Deleuze responde “No es


nada complicado, todo el mundo lo sabe, una información es una colección de consignas. Cuando
se nos informa, se nos dice lo que se supone que debemos creer. En otras palabras, informar es
hacer circular una consigna. Las declaraciones de la policía se llaman con toda razón
comunicados. Se nos comunica una información, se nos dice lo que se supone que somos de
hecho o lo que debemos ser o lo que estamos compelidos a creer. No se nos pide que creamos,
sino que nos comportemos como si creyéramos.” (Deleuze, 1987)

Entonces, crear es resistir a la información, es decir, es resistir a aquello que se supone que
debemos ser o creer. Crear es resistir a una colección de consignas que provienen de un sistema
de control que están vigentes en una determinada sociedad. Nos preguntamos ahora entonces,
cuáles son hoy en nuestra sociedad esas consignas que circulan y se imponen, esas mismas a las
cuales tenemos que resistir.

Ahora bien, la resistencia supone un doble movimiento; no es meramente una re-acción, un


contra sino que supone además una actividad, un crear, un afirmar. Tal como señala Deleuze, “La
contra-información nunca ha sido suficiente para hacer nada... Y el acto de resistencia no es ni
información ni contra-información.” (Deleuze, 1987)

A partir de una apropiación que hace de un concepto filosófico de Malraux, dice Deleuze que
crear es también resistir a la muerte. Es decir, la creación supone por tanto una afirmación de la
vida.

En el libro principal que Deleuze dedica al pensamiento de Foucault, éste señala que desde El
nacimiento de la clínica, Foucault admiraba a Bichat por haber inventado un nuevo vitalismo al
definir la vida por el conjunto de funciones que resisten a la muerte. “Bichat ha relativizado el
concepto de muerte, haciéndole perder ese absoluto en el que aparecía como un acontecimiento
indivisible, decisivo e irrecuperable: la ha volatilizado y distribuido en la vida, bajo la forma de
muertes pormenorizadas, muertes parciales, progresivas y tan lentas que terminan más allá de la
propia muerte.” (Deleuze, Foucault, 2015).

Cuando Deleuze afirma en su conferencia que crear es resistir a la muerte probablemente tiene
en cuenta los hallazgos hechos por Bichat a fines del siglo XVIII y advertidos por Foucault.
Según éstos, la muerte corroe desde siempre a la vida bajo la forma de muertes parciales. Hacer
que la propia vida sea una obra de arte, podría pensarse que se trata de hacer de ella un conjunto
de fuerzas que resistan a esas muertes parciales.

De acuerdo al abordaje de Deleuze, la creación se presenta como un acto de obra y des-obra a la


vez. Crear es resistir.
Posteriormente, en su Abecedario, en la conversación con Claire Parnet, la palabra “Resistencia”
aparece ligada a la obra de arte. Resistir es crear. Crear es resistir. Nuevamente, ¿resistir a qué?
Al arrastre, a los deseos de la opinión corriente y de la estupidez.

Crear implica vivir con un propio ritmo y no dejarse llevar por el sentido común. Lo que nos
impulsa a buscar el propio ritmo es un sentimiento: la vergüenza de ser un hombre. Es el dolor de
ser parte de una vida encarcelada. “El hombre no deja de encarcelar la vida, no deja de matar la
vida” afirma allí. Resistir es por tanto, liberar la vida que está aprisionada de las cárceles.
(Deleuze, El Abecedario de Gilles Deleuze, 1988-1989)

Cabe preguntarse entonces: ¿cuáles son aquellas configuraciones que nos sujetan y de las cuales
tenemos que liberarnos?, ¿cuáles son nuestras cárceles? y, ¿qué modos de vida son los que
queremos liberar?, ¿cuáles son esas muertes parciales, pequeñas y a veces no tan pequeñas a las
que tenemos que resistir?

El feminismo como un modo de subjetivación

Si bien la teoría feminista está conformada por grandes etapas históricas y conceptuales 1, es
posible observar que es ahora cuando el feminismo, con la pluralidad de corrientes que lo
conforman, ha logrado tomar una gran fuerza en Latinoamérica. Los movimientos y la lucha de
mujeres se encuentran hoy visibilizados fuertemente en nuestra región.

Emerge una configuración vital que propone nuevos valores sobre los cuales regirnos. Se trata de
una corriente que propone un modo de existencia y de ser-en-común basado en la igualdad de
género, la superación de los estereotipos, la solidaridad, la horizontalidad, y la exigibilidad de
derechos.

El feminismo ha comprendido que hay implicancias entre el saber y el poder, y que este nuevo
modo de subjetivación que se propone se sostiene necesariamente bajo la pregunta fundamental
frente al saber instituido: “¿quién habla en esa teoría; bajo qué condiciones sociales, económicas
y políticas formula ese discurso; para quién y cómo ese conocimiento circula y es usado en el
marco de relaciones asimétricas de poder?” (Bonder, 1999)

1
Para un análisis del recorrido de la teoría feminista véase el artículo de María Luisa Femenías, De los estudios de la
mujer a los debates sobre género. (Femenías)
Tal como, según advierte Deleuze, para crear hay que descrear algo, para poder instaurar un
nuevo modo de subjetivación es necesario llevar a cabo un proceso de desubjetivación. Un nuevo
modo de existencia solo es posible si se ponen en cuestión viejos modos de subjetivación que nos
sujetan. Es necesario llevar a cabo un desaprendizaje de las opresiones.

Por esto mismo, la subjetivación implica un acto de creación, pero a su vez, un acto de desarme y
de resistencia. El feminismo con su potencial de resistencia se posiciona en contra de todas
aquellas formas de opresión, discriminación y explotación que nos niegan la libertad; lucha
contra los valores hegemónicos patriarcales, los autoritarismos y cuestiona la naturalización de
distintas violencias estructurales como racismo, transfobia, lesbofobia, xenofobia, misoginia, que
son distintos modos de dominar, disciplinar y lastimar. Su resistencia viene a cuestionar nuestros
modos de actuar y a liberar la vida de las cárceles, a liberar la vida del dispositivo del patriarcado.

El feminismo es aquí una forma de resistencia actual, un acto de creación y una nueva posibilidad
de existencia estética-ética-política.

A partir del lema “Lo personal es político”, se infiere que un cuestionamiento profundo de lo que
nos somete, requiere de una politización de la existencia, es decir, de la vida cotidiana. Supone
horadar la distinción entre la esfera pública y privada que construyó la historia social en torno de
la división de los papeles de género y que tiene vigencia hasta el día de hoy. El análisis sobre el
poder se amplía entonces, a espacios que tradicionalmente eran excluidos a este tipo de análisis.
En el mismo sentido puede afirmarse, tal como expresa Foucault, que “El poder está en todas
partes” (Foucault, Historia de la sexualidad 1, La voluntad de saber, 2007). Que lo personal es
político también se refiere a que las opresiones y violencias que sufrimos las mujeres no son un
problema individual, sino que las expresiones individuales de esa violencia en la intimidad son
parte de una red de poder que responde a un sistema.2

Es un modo de existencia ética entendiendo por ethos, la preocupación por la conducta. Tal como
señala Foucault en una entrevista realizada en enero de 1984 “¿qué es la ética sino la práctica de
la libertad, la práctica reflexiva de la libertad?” (Foucault, 1984) La ética es la forma reflexiva
que adopta la libertad. El feminismo es también un modo de existencia estética, en el sentido del
término antiguo poiesis que significa hacer, producir, crear. Que este modo de subjetivación sea
estético-ético quiere decir que se trata de un hacer obra de sí mismo, de una producción sobre sí.
2
Ver el análisis que hace del lema Alda Facio en “Feminismo, género y patriarcado” (Facio, Año 3, N°6.). También,
Richard, Nelly, “Términos críticos de sociología de la cultura.” (Richard, 2002)
Por último puede decirse que crear es resistir contra cualquier forma imperativa de poder. Resistir
es oponerse al automatismo, a un sistema autoritario, a una estructura disciplinaria, a una
subjetivación coactiva. Resistir es oponerse a una determinada forma de existencia, a un modo de
subjetivación impuesto que encarcela la vida. Resistir es oponerse al sentido común, a la inercia
ciega que nos arrastra. El feminismo se instaura hoy gracias a acciones colectivas que resisten y
visibilizan las violencias patriarcales o muertes parciales que encarcelan vidas. Resiste al
capitalismo patriarcal rechazando la explotación laboral y sexual, el silenciamiento histórico de
las mujeres y la mercantilización de nuestra sexualidad y nuestros cuerpos.

Pero tal como se señaló, la resistencia no es meramente oposición. Resistir implica también
liberar una potencia de vida, y el feminismo con su potencia de creación, está dando forma a una
nueva subjetividad que busca liberar y generar así mejores condiciones de vida, no sólo en un
sentido económico sino también construyendo relaciones sociales más igualitarias, sin jerarquías
ni discriminaciones. Construye a partir de la sororidad entre las mujeres, nuevas posibilidades
vitales.

Reconocemos su fuerza, su potencia, su capacidad de superar estereotipos y desigualdades pero


no dejamos de tener en cuenta que sigue siendo un reto seguir ese camino de transformación.
Todavía permanece la cultura patriarcal sobre los cuerpos, impidiendo una realización plena de
la subjetividad. Por eso tal como advirtió en su momento Foucault: “…en nuestros días, las
luchas contra las formas de sujeción, contra la sumisión de la subjetividad, se vuelven cada vez
más importantes, aun cuando las luchas contra las formas de dominación y explotación no han
desaparecido. Todo lo contrario.” (Foucault, El sujeto y el poder, 2001)

Estamos dando forma a una nueva subjetividad, y señal de esto son las huellas que ya
visibilizamos en las nuevas maneras de habitar el mundo de les más jóvenes.

Desarrollar una estética de la existencia es crear un modo posible de existencia, aplicar la


actividad creadora sobre una individuación, particular o colectiva. Crear-se es crear un modo de
ser sujeto poniendo en cuestión el modelo normativo desde cual somos conducides. Como se
buscó señalar, es el feminismo el movimiento que está creando una nueva manera de vivir y de
existir, poniendo en cuestión y buscando derrumbar el viejo sistema patriarcal que nos encarcela.
BIBLIOGRAGÍA

Facio, A. (Año 3, N°6.). Feminismo, género y patriarcado. Lecturas de apoyo. Academia, resvista sobre
enseñanza del Derecho de Buenos Aires.

Femenías, M. L. (s.f.). De los estudios de la mujer a los debates sobre género. Historias con mujeres.
Mujeres con historias, 5-17.

Gilles, D. (1986). Michel Foucault. En Deleuze, Conversaciones (págs. 71-102). Edición electrónica de
www.philosophia.cl.

Gilles, D. (1987). ¿Qué es el acto de creación?

Gilles, D. (1988-1989). El Abecedario de Gilles Deleuze. YouTube.

Gilles, D. (2015). Foucault. En Deleuze. Buenos Aires: Paidós.

Gilles, D. (2015). La subjetivación. Curso sobre Foucault. Buenos Aires: Cactus.

Gloria, B. (1999). Género y subjetividad: avatares de una relación no evidente. En Género y


Epistemología: Mujeres y Disciplinas. Santiago: LOM Ediciones.

Michel, F. (1984). Revista Concordia 6.

Michel, F. (2001). El sujeto y el poder. En H. L.-P. Rabinow, Michel Foucault: Más allá del estructuralismo
y la hermenéutica (págs. 241-259). Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

Michel, F. (2001). Sobre la genealogía de la ética: una visión de conjunto de un trabajo en proceso. En H.
L. Rabinow, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica (págs. 261-286).
Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

Michel, F. (2002). Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo
XXI.

Michel, F. (2006). Historia de la sexualidad. El uso de los placeres. En Foucault. Buenos Aires: Siglo XXI.

Michel, F. (2007). Historia de la sexualidad 1, La voluntad de saber. Siglo XXI.

Richard, N. (2002). Términos críticos de sociología de la cultura. En C. A. (comp.). Buenos Aires: Paidós.

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