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Así las cosas, resulta evidente la necesidad de reformular la Política Fiscal del
Estado Mexicano a partir de considerar tres vertientes de interés:
Sin duda que dos resultan ser los aspectos mas relevantes que han influido en
tal fracaso: el económico y el jurídico.
Aún más, es de destacarse que el gobierno federal concede tales privilegios más
a que por razones de orden económico, por razones de orden político, ya que
obedecen a presiones ejercidas por sectores de la economía, lo que produce
una grave distorsión del sistema tributario en su conjunto.
Los factores a los que se alude y que habrán de ser analizados friamente por los
responsables de la implementación, manejo y aplicación de las disposiciones
fiscales, son entre otros: la corrupción imperante, tanto en el sector público,
como en el sector privado; la resistencia al cumplimiento correcto y oportuno de
las disposiciones fiscales; la ignorancia; la difícil situación económica de los
contribuyentes; la pobreza; la falta de penetración en los destinatarios de los
mensajes que envíe la Administración tributaria; la falta de recursos en la
administración de las contribuciones.
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En efecto, reconociendo que los orígenes del sistema fiscal mexicano, ya como
tal, los encontramos en las llamadas "Convenciones Nacionales Fiscales, en
ellas se buscaba analizar el estado y comportamiento del sistema tributario
vigente, y en su caso, proponer e introducir en el mismo los cambios y reformas
que le permitieran alcanzar una mayor eficiencia, fijándose nuevas metas por
alcanzar.
Sin duda, tal situación está creando, y ya se observan los primeros signos de
ello, severos problemas políticos a muy corto plazo, y que se manifiestan a partir
del marcado "divorcio" que se está dando entre los "contribuyentes" y la
Administración Pública, a partir de que aquellos consideran que su esfera
jurídica, garantizada por el Texto Constitucional Federal se ha visto vulnerada,
injustamente y sin derecho, por un poder excesivo en el ejercicio de las
facultades que le han sido conferidas a la Administración Pública por un Cuerpo
Legislativo "obediente" y "dócil" a sus intereses; y por su parte, ésta que
considera que los "contribuyentes" se encuentran demasiado protegidos por un
orden constitucional anacrónico, favorecedor de los "defraudadores".
Por lo que toca a las "Exposiciones de Motivos de las leyes tributarias, resulta
necesario observar que en la mayoría de ellas se encuentra implícita la creencia
de que se ha "descubierto la panacea fiscal"; de igual modo, se observa la crítica
destructiva a la Ley o a las disposiciones legales anteriores que se pretende
cambiar o modificar para "mejorarlas" (¿?) a través de la nueva Ley o
disposiciones normativas que han de sustituir a aquellas; sin embargo resulta
altamente significativo y curioso que en ninguna de tales "Exposiciones de
Motivos" se establezcan las razones y motivos filosóficos-jurídicos que sustenten
y expliquen suficientemente que obligaron a su cambio o modificación, muy a
pesar de que tales "Exposiciones" constituyen el marco indóneo.
Bien puede decirse que hasta 1981, la Teoría en que se sustentaba el Derecho
Fiscal Mexicano era congruente con los Principios heredados de los Derechos
español, italiano, argentino y francés, así como con los Principios elaborados por
extraordinarios pensadores mexicanos, todo lo cual conformaba una sólida y
progresista Doctrina del Derecho Fiscal; incluso, se puede afirmar que estas
corrientes del Pensamiento Jurídico permeaban las diversas leyes tributarias
vigentes hasta entonces en nuestro País; y que aún cuando la Ley del Impuesto
sobre la Renta fue la primera de las leyes tributarias mexicanas en adoptar las
tendencias del pensamiento doctrinario sajón, es lo cierto que tales tendencias
fueron suficientemente amalgamadas con los avanzados Principios que
sustentaba al Derecho Fiscal Mexicano.
Tan grave como el caso anterior, resulta ser la posibilidad que se deja a la
Administración Tributaria de iniciar, a su capricho, el ejercicio de la acción penal
en materia fiscal, tratándose de conductas infractoras que, como las que tienen
un contenido defraudatorio, y aquellas que se le asimilan y como el contrabando,
a su libre albedrío, pueden constituirlas como una mera infracción administrativa,
o transformarlas en un delito fiscal, respecto de las cuales, basta la "querella"
que formule para que se surta la figura delictiva que pretende, según su propia
decisión, lo que se traduce en que se coloca a los contribuyentes ante un grave
estado de "inseguridad jurídica".
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Así, tal manejo arbitrario del Derecho ha permitido, entre otras cuestiones, la
redistribución de los "sujetos" y "objetos" de las leyes impositivas; la
reestructuración de la Ley del Impuesto sobre la Renta; el uso y abuso de las
denominadas Reglas Administrativas Misceláneas Fiscales; la concreción de
nuevas y múltiples disposiciones normativas que favorecen la actividad de la
Administración Hacendaria introducidas en el Código Fiscal de la Federación.
Dediquemos, así sea de manera sumaria, nuestra atención a estas cuestiones:
Así, a partir de 1981 el Legislador "fiscal" imprimió un nuevo rumbo a la Ley del
Impuesto sobre la Renta, introduciendo en ella, de manera continuada,
conceptos novedosos, como lo fueron el tratamiento fiscal aplicable a las
Sociedades y Asociaciones Civiles y a los Extranjeros, incluidos dentro de los
Títulos III y V de la Ley, en donde se cambian radicalmente los conceptos y
reglas tradicionalmente aceptadas relativas a la personalidad jurídica y a la
residencia para efectos fiscales; de este modo, la Administración Tributaria
comienza su tarea, que aún no concluye, de "experimentar" con el Derecho
Fiscal, contradiciendo desde entonces las disposiciones normativas del derecho
común, en aras siempre de alcanzar una mayor recaudación, aún a costa del
detrimento que pudiera infligirse con ello a la Justicia Fiscal.
Sin duda que es en esta ésta Ley, dentro de todas las que conforman el Sistema
Tributario Mexicano, en donde podemos observar la mayor cantidad de errores y
mutaciones jurídicas en que ha incurrido el Legislador "fiscal".
Para los fines de este análisis, conviene resaltar los objetivos pretendidos y
logrados con la reestructuración del Sistema Tributario:
1).- Incremento de la tasa del impuesto al valor agregado en un 50%; esto es,
aumentándola en términos reales, de un 10% a un 15% que actualmente está en
vigor.
2).- Incremento de las tasas de los impuestos que grava la Ley de Producción y
Servicios.
3).- Incrementos muy elevados de las tasas y cuotas aplicables a los "derechos".
El incesante cambio que han venido sufriendo las disposiciones contenidas tanto
en las leyes tributarias como en el código adjetivo, gracias a la acción
irrefrenable que en este sentido ha desplegado la Administración Pública con la
complacencia del Legislador, ha traído entre otras consecuencias que sus
Reglamentos, emitidos en su oportunidad por el Ejecutivo Federal hayan entrado
en un franco "estado de obsolescencia, y que se haya descuidado su
actualización a la par de las reformas, modificaciones y adiciones que han
sufrido las Leyes que complementan.
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V).- CUESTIONES QUE DEBEN CONSIDERARSE PARA LOGRAR
ALCANZAR UN EFECTIVA REFORMA FISCAL.
7ª.).- Tener muy en cuenta la importancia que reviste el que la Reforma Fiscal
que se implemente debe diseñarse con respeto irrestricto a los Principios
Generales que sostienen y norman al Derecho, haciendo a un lado las
cuestiones demagógicas hasta ahora utilizadas en la reforma a las leyes
fiscales; y poseer las aptitudes de eficacia y eficiencia en sus propósitos y
objetivos, y la capacidad de permanencia en el tiempo; así, habrá de evitarse a
toda costa introducir al marco legal reformas y adiciones incongruentes o de
solución parcializada de situaciones muy específicas que posteriormente deban
volverse a modificar o reformar, tal y como tradicionalmente se ha hecho; de
este modo se evitarán las marcadas conductas de confusión, desconfianza y
resistencia que muestran continuamente los contribuyentes.