La generación de nuestras aspiraciones mundanas como seres finitos,
aquello que le dé sentido a nuestro continuo despertar y accionar, entendiendo que los placeres resultantes del hacer cotidiano son matemáticamente y simbólicamente superiores que el hecho mismo y en sí que dará por resultado ese placer; esto nos arrojaría en a una crueldad sin precedentes, la conciencia de que para lo único que sirve nuestra realización es para un placer cuya característica es la mutación, ya que siempre cambiara su forma y cada placer o por el contrario angustia (por no cumplir el propósito) va a ser superado, pero no por una utopía infinita sino por la mutación constante que supone este éxtasis de consumo de placer inteligible e inalcanzable y al menos en un principio lógico de acumulación. Este es un proceso des-humanizante de intentos de realización de metas productivas para nuestro yo depredador e insaciable, ya presagiado y planteado por los apóstoles de la sospecha: Marx nos mostro enajenados, Foucault nos enseño normalizados, Freud nos encontró reprimidos y Nietzsche nos visibilizo de la forma más cruda nuestra decadencia, pero aun así la sociedad en la que se nos arroja desde los albores mismos del capitalismo se muestra como un reflejo de la incompetencia de la humanidad toda para superar las limitaciones presentadas. Dentro de los márgenes en los cuales el género humano se halla sometido por si mismo, en donde como diría Foucault el sujeto está sujeto (es decir subyugado, soslayado), encontramos la presencia de un agente que en su movimiento no arrastra, nuestro cuerpo pierde su forma antes su paso, nuestras acciones hacia el placer están empujadas por él, la mismidad de nuestra existencia inicia y acaba en su desenvolvimiento: esto es el Tiempo esa construcción discursiva que nombramos, es decir, lo hacemos cosa pero esta mas allá de nuestra comprensión, es inmanente, inteligible e inmanejable. En su trascurrir el humano se construye, acción que claramente se debe a la necesidad de un placer que se entiende en primera instancia que vivir gramaticalmente y discursivamente es una potencialidad, es decir la acción o verbo de la plenitud (que con nuestra construcción la plenitud se diversifica, se acumula se explota, se torna inalcanzable como placer ultimo y total). Nuestra existencia consiente de nuestra tragedia remanente y inagotablemente humana, de transito hacia a muerte, no hayamos constantemente por la pregunta sobre quiénes somos y aquí es donde el placer pierde su Eros (no importa que tan Apolo o Dionisio el humano se conciba): somos el material de construcción que se irá desmoronando cuando el Tiempo nos arrastre tanto que nuestro ensamblaje se rompa; somos el combustible de los motores de la realización y como nuestra unicidad de recurso consumible nos agotamos y por ende la Nada es nuestro único horizonte, somos los medios que son justificados por nuestro fin o mas haya somos los planos, dibujados por un Ser superior que en su demagogia pura nos diseña con fecha de vencimiento mientras nos observa en su absoluta presencia. Esquivando esta duda, el placer nos erotiza lo que creemos en nuestro lenguaje limitado que es el todo, la vida que fluye por nuestra existencia que se nos diluye y que nos hace adictos del placer imposible de sostener. Eso hace que nuestra espalda curtida de dolores y quemada de esperanzas de que algún dia vamos a poder alzar la vista y contemplar aquello que se desenvuelve sobre nuestras cabezas, la duda que surge sobre este proceso es sobre esta metáfora de la espalda, cuanto aguantara nuestra constante e inconsciente construcción, o es el masoquismo por la carga excesiva lo que le da fuerza para erguirse o en el futuro evolucionaremos sin espalda, sin hombros porque superaremos toda construcción posible. Saliendo del Nihilismo que se puede interpretar de todo aquello que se encubre en este texto y con aquel pesimismo que puede llegar a existir en una lectura lineal, profeso sin ánimos de neutralidad la necesidad de entender que si nos mueve el placer y que este se nos haga presente como infinitamente inalcanzable en su totalidad, la lucha por el llegar a ser debe ser construida lejos de la individualización y acumulación como si el placer fuese material, el Eros a concebir es aquel que se torne igualitario y gozado por el género humano todo.