RUC. : 0510016790-7 RIT. : 5037 - 2005 MATERIA : Injurias CÓDIGO : IMPUTADO : María Alarcón Morales y otros
DEFENSOR : Gabriel Miranda Varas
RESOLUCIÓN : Sentencia Simplificado Rancagua, diez de enero de dos mil seis. VISTOS: PRIMERO: Que en esta causa RUC N° 0510016790-7, RIT N° 5037 – 2005, se presentó querella por parte de don Jaime Ortiz Fernández, representado por el abogado don Julio César López Gómez, y en contra de doña María Clara Alarcón Morales, Directora del Colegio Fray Ave María, domiciliada en Población Rancagua Sur, calle Almarza N° 1253, Rancagua; de Roxana Del Rosario Escalona Olivares, Auxiliar Paramédico, domiciliada en calle Chipana N° 245-A, Población Lourdes de Rancagua; de José Tomás Matamala Matamala, chofer, domiciliado en calle San Mateo N° 464, Población Libertador II, Rancagua; de Patricio del Transito Retamal Méndez, religioso, domiciliado en calle Nestor Del Río N° 500, (Los Ángeles VIII Región); de Jorge Orlando Cerna Beratto, domiciliado en Pasaje Los Olmos N° 1988, Villa Provincial, Rancagua; de Juan Domingo Ortiz Cea, trabajador, domiciliado en Pasaje Pupilla N° 01597, Block 3, Depto. 302, Villa Costa del Sol, Rancagua; de Emma de Las Mercedes Allendes Marchant, Técnico en Educación Diferencial, domiciliada en pasaje Gamma N° 01644, Villa Teniente, Rancagua; y en contra de doña Cecilia Viviana Soto Manríquez, recepcionista, domiciliada en Villa San Ignacio, Pasaje Quellón N° 1739, Rancagua, en su calidad de autores del delito de injurias graves, previsto y sancionado en el artículo 417 N° 3 del Código Penal. SEGUNDO: Funda la querella en los siguientes hechos: “con posterioridad a los sucesos ocurridos en el mes de julio del año 2005, en el cual se imputó al Director de Cottolengo de presuntos abusos a menores deficientes mentales, se enteró de una serie de dichos proferidos por las personas de los querellados, que dañan seriamente su honor. Es así que la Sra. Myriam Caroca Henríquez, quien es profesora básica y trabaja como voluntaria en el bazar que mantiene el Pequeño Cottolengo, le relato que la Sra. Clara Alarcón Morales, Directora del Colegio Fray Ave María que funciona al interior de la misma institución, en reiteradas oportunidades le habría señalado, desde marzo a mayo del año 2005, en conversación sostenida en oficina de la misma Directora que “…. el cura Galaz era homosexual y maricón, lo primero porque mantenía relaciones sexuales con el trabajador de Betania Jaime Ortiz…” Esta situación también habría sido corroborada a la testigo, por doña Cecilia Soto, quien trabaja como recepcionista del Pequeño Cottolengo, quien habría ratificado que la pareja homosexual del padre Galaz, sería el mismo Jaime Ortiz. Agrega que aquellas declaraciones buscaban desprestigiar y dañar su honra y fama, esparciendo el comentario mal intencionado que él era homosexual y mantenía una conducta indebida con el religioso señalado, situación que en su calidad de heterosexual y trabajador de una congregación religiosa no está dispuesto a tolerar. Por su parte, sigue diciendo, también llegó a sus oídos los dichos del chofer del bus del Pequeño Cottolengo don Jorge Cerna Beratto el que, en los casilleros del Hogar Santa Teresa, aproximadamente en el mes de mayo del año 2005 y con el claro propósito de dañar su imagen pública ante la comunidad del Pequeño Cottolengo y su honra, le habría señalado a la trabajadora del Hogar referido, de nombre Esmeralda Pino Lorca, que el sacerdote “… se comía al cuidador de Betania llamado Jaime Ortiz …”, en clara alusión a que él mantenía relaciones sexuales sodomíticas con el sacerdote Sr. Galaz. En relación al querellado José Matamala Matamala, apodado “El Chelito”, señala que incluso vio dos cartas dirigidas al hermano Patricio Retamal, una de las cuales habría sido redactada por éste mismo sujeto, en la cual señalaría que: “…. Mi primera preocupación es sobre Jaime Ortiz de Betania, con el cual el padre se emborrachaba, no me consta pero a tratado, según él, de tener sexo y al parecer el joven le ha seguido el juego para obtener dinero y libertad…”. Continua diciendo que en dicha misiva indica claramente que él era pareja del Padre Jorge Galaz y que tenía una serie de hábitos y conductas indebidas, tales como beber en exceso y drogarse al interior de la casa de Betania. Indica que el ánimo con que las expresiones del Sr. Matamala fueron proferidas es claramente con la intención de injuriar, puesto que las propagó al interior del Pequeño Cottolengo buscando dañar su imagen y la del padre Galaz. En una segunda carta a la que también tubo acceso dirigida al mismo hermano Patricio Retamal por la querellada Cecilia Soto Manríquez, con el claro fin de desprestigiarlo ante sus empleadores y ante la comunidad del Cottolengo, afirma que él mantenía una relación amorosa con el Padre Jorge, llegando a decir que el Sacerdote le pagaba por mantener esa relación, la cual se daría en un contexto de fiestas, alcohol y golpes; que la relación que tendría con el Padre sería un secreto a voces y que nadie diría ni haría nada, por el temor a perder su trabajo y a las represalias del Sacerdote, a quien califica como una persona descontrolada y mentirosa. En relación a la querellada doña Roxana Escalona Olivares también a esparcido el rumor de su supuesta homosexualidad, afirmando que él seria la pareja del padre Jorge Galaz, en el contexto también de la investigación que se sigue en contra del referido sacerdote. Respecto del religioso Patricio Retamal Méndez, cuestiona varios de sus dichos formulados ante el Párroco de la Parroquia Cristo Rey, Padre Claudio Chávez, al cual le señaló que él daba fe que la relación homosexual entre su persona y el padre Jorge Galaz era cierta, mostrando además las cartas escritas por la querellada Cecilia Soto y José Matamala, dichos que emitió el día 29 de julio del año 2005 ante el padre Ruiz Yánez y el padre Manuel Duque Vargas. Agrega que es mucho más categórico en su declaración prestada en la investigación canónica ante Manuel Duque Vargas, Gustavo Adrián Valencia Aguilera, Felipe Valenzuela Ramos y ante el mismo padre Claudio Chávez Urrutia, a quienes les afirmó la efectividad de la relación homosexual que mantendría él con el padre Galáz, que también habría afirmado que el sacerdote Galaz le daba dinero por mantener sexo anal, es más, explica que el padre actuó en forma pasiva, como si fuese la pareja mujer de la cópula. La querellada Emma de las Mercedes Allende Marchant, a raíz de la investigación que se efectúa en contra del padre Jorge Galaz, habría referido “que hay algo que era comentado y sabido por todos en la institución”, su condición homosexual, en alusión al querellante, y que él seria la pareja del padre Jorge, que la situación que el padre Jorge se fuera a dormir en diferentes ocasiones a Betania era el hecho que más hacia confirmar la relación de la que se habla entre el sacerdote y él. Continua explicando que Juan Ortiz Cea en la investigación que se sigue a propósito del tema de los abusos sexuales, relata una supuesta conversación sostenida con él aproximadamente en el mes de marzo. Dice que él (el querellante) habría concurrido a su casa contándole que el padre Jorge Galáz en la parcela Betania luego de haberse tomado unos tragos le habría hecho insinuaciones para que tuvieran relaciones sexuales, lo que le habría afectado por lo que concurrió al domicilio del querellado en busca de consejo, que si bien en un primer minuto habría querido agredir a su presunto interlocutor, luego se habría contenido por revestir la calidad de sacerdote. TERCERO: Que en la audiencia de rigor, se le preguntó a los imputados, si admitían responsabilidad en los hechos materia de la querella o solicitaban por el contrario la realización del juicio, respondiendo que solicitaban la realización de un juicio, por lo que se procedió a la preparación del mismo. CUARTO: Que ante ello se procedió con el juicio, reiterando el querellante en su alegato de apertura sus argumentos de cargo. QUINTO: Que la defensa señala que este juicio por injurias tiene su génesis en otro caso muy publicitado y que se refiere a la investigación llevada en contra del Padre Jorge Galaz por el delito de violación de menores de edad, investigación en la cual se habrán vertido gran parte de los dichos a que hace referencia la querella. Indica que el delito de injurias tiene un dolo especial, el animus injuriandi, un dolo directo que dice relación con la intención positiva de ofender, deshonrar o denostar a una persona. Agrega que quedará demostrado en el juicio que las expresiones proferidas fueron señaladas en el contexto de la investigación seguida en contra del padre Galaz y nunca han tenido los querellados la intención de ofender, denostar o deshonrar al querellante. Dice que el querellante no podrá acreditar más allá de toda duda razonable la existencia del delito de injurias que se imputa a sus representados quienes además son testigos de cargo en la investigación seguida en contra del sacerdote Jorge Galaz, y la presente querella no es más que una estrategia para desacreditar la prueba del Ministerio Público en contra del sacerdote Galaz. Por lo tanto solicita la absolución de sus representados. SEXTO: Que en el caso en cuestión se debe determinar, si la prueba rendida por el querellante ha logrado la convicción de este tribunal, más allá de toda duda razonable, acerca de la culpabilidad de los querellados en la comisión del delito de injurias. SÉPTIMO: Que constituye el delito de injurias toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona. De esta descripción típica consagrada en nuestro Código Penal, se desprende que para estar en presencia del delito de injuria deben concurrir los siguientes elementos a) una expresión proferida ya sea de manera verbal o escrita o una acción ejecutada; b) que esa acción ejecutada o expresión proferida sea en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona; y finalmente que esas expresiones o acciones ejecutadas en deshonra, descrédito o menosprecio sean hechas precisamente con el ánimo de ofender o injuriar. Es este último elemento el más discutido en la doctrina y jurisprudencia y por ende también por los intervinientes del conflicto jurídico que se me ha llamado a resolver. Que como muy bien lo han expuesto tanto el querellante como el defensor el tipo subjetivo del delito se refiere al animus injuriandi, que para alguna parte de la doctrina constituye un tipo especial de dolo, y para la otra solo lo integran al dolo de todo delito, excluyendo eso si, la posibilidad del dolo eventual. Por consiguiente, el tribunal al decidir sobre la absolución o condena de los imputados deberá determinar, si con la prueba rendida en juicio, únicos elementos que pueden ser valorados por el sentenciador, se ha logrado probar más allá de toda duda razonable el hecho de haberse expresado por parte de cada uno de los querellados las expresiones que deshonran, producen descrédito o menosprecio en la persona del querellante, afectando su honra ya sea en su aspecto objetivo como subjetivo y en éste último caso si esas expresiones fueron proferidas con la intencionalidad de producir ese efecto, es decir, con animus injuriadi, ya sea considerado como un dolo especial o como el dolo de cualquier delito, pero limitado al llamado dolo directo. Es necesario señalar también que este juez coincide con el defensor en cuanto a que la apreciación del animus injuriandi debe hacerse sobre la base de los hechos expuestos en la querella, por respeto al principio de congruencia. OCTAVO: Que entonces, para acreditar su imputación el querellante llamó a estrados a declarar a doña Elizabeth Chirino Cid, quien indica que la pareja de Chelito, doña Paulina comentó que el padre se le había insinuado a Jaime y le ofrecía dinero para que se quedara callado, que en ese momento había varias personas. Agrega que Chelito se lo comentó a Paulina, dice que no les llamó la atención lo comentado y que con aquellos dichos se quería perjudicar al padre y al querellante, pues esta persona había perdido muchas regalías. Por último indica que jamás escuchó un comentario negativo de Jaime Ortiz salvo el de Paulina. También se escuchó el atestado de doña Miriam Caroca Henríquez, en el sentido que se enteró de la situación que afectaba a Jaime Ortiz por comentarios de la Directora del colegio que funciona al interior del Pequeño Cottolengo, doña María Clara Alarcón Morales, quien le mencionó “como que el padre era homosexual y maricón”, que el padre Jorge tenía una pareja en Betania, tenía un hermano prófugo. Continua informando que en varias oportunidades iba al colegio a conversar con doña Clarita y se les contó lo ocurrido a otras personas, se sentía impactada por lo que se decía. Da a entender que María Clara Alarcón quería que ella contara lo sucedido a otras personas. Complementa los testimonios precedentes la declaración del Padre Gustavo Valencia Aguilera, quien señala que fue testigo de una declaración donde el Hermano Patricio Retamal decía que Jaime Ortiz era homosexual, por lo que le consulto aquella circunstancia al querellante Jaime Ortiz, quien lo negó. Agrega que Retamal dijo que el Padre Galaz era homosexual porque tenía una pareja y esa pareja era Jaime Ortiz. Indica que si hubiesen entendido que Jaime Ortiz era homosexual, lo tendrían que haber despedido. No conoce o no sabe que los demás querellados hayan proferido dichos injuriosos en contra de Jaime Ortiz. Continua diciendo que el religioso Patricio Retamal le comunicó cierta información que tenía acerca del padre Galaz, por lo que se le llamó para que prestara una declaración canónica, en virtud de la cual afirmó que el padre era homosexual y tenia una pareja. Por su parte la testigo Esmeralda Pino Lorca, relató que trabaja en el Pequeño Cotolengo y lo ha hecho con distintos directores, se dedica al cuidado de los niños. Dice que le llamó la atención que Jorge Cerna en una oportunidad dijo, mientras se encontraban al lado de unos casilleros, que: “mira allá va el padre maricón que se come al Jaime Ortiz”, entendiendo ella que quiso decir que tenían relaciones sexuales. Indica ademas que Jorge Cerna se quejaba en el sentido que el cura lo tenía aburrido; que los querellados tenían rabia contra el padre y querían que se fuera. Así mismo, el Sacerdote Sergio Valenzuela Ramos reseña que Patricio Retamal le contó que Jaime Ortiz era pareja homosexual del padre Jorge Galaz, utilizando como prueba para aquella afirmación dos cartas suscritas por funcionarios de la institución, afirmación que Ortiz desmintió. Agrega que los dichos se profirieron para desacreditar a las personas involucradas, tanto así que ha notado baja en la labor de Jaime Ortiz y además depresión. Manifiesta que hay animadversión en contra del padre Jorge Galaz, a raíz del control que el sacerdote mantenía en relación al personal. El sacerdote Claudio Chávez Urrutia, encargado de la investigación canónica del padre Jorge Galaz, refiere que escuchó rumores en torno a este último, que provenían de la señora Clara Alarcon Morales, quien siempre trataba de hablar del padre Jorge, le decía que el padre Jorge estaba saliendo con los niños y no le parecía raro, porque hace mucho tiempo el padre tenia una relación homosexual con Jaime. Agrega que Patricio Retamal también le corroboró lo dicho por la señora Clara, y que tenia dos cartas una de Cecilia Soto y otra de José Matamala; que Patricio Retamal le señalaba como no se daba cuenta de lo que ocurría y de la relación sexual entre ellos, que cuando el padre Jorge va a Betania es para tener relaciones con Jaime. Manifiesta el padre Claudio Chávez que Jaime Ortiz ha tenido repercusiones de índole laboral, que a sufrido depresión y que en general no a notado animadversión en contra del padre Jorge. Acompaña ademas como fundamento de su imputación dos cartas, una escrita por Cecilia Soto y la otra por José Matamala y una hoja del diario el Rancagüino, donde aparece un artículo referido al caso seguido en contra del padre Jorge Galaz, donde se menciona a Jaime Ortiz. NOVENO: Que no obstante haberse rendido toda la prueba precedente en el juicio, no puede dejar de mencionarse un hecho de absoluta relevancia en un sistema acusatorio, cual es que, la víctima del delito de injurias don Jaime Ortiz, quien deduce la querella, no ha sido capaz de sostener su acusación a través de su declaración en el juicio, solo quiso ser oído como víctima no aportando mayores antecedentes, no teniendo la posibilidad este tribunal de apreciar su relato, sujeto al control de veracidad y transparencia que hace la contraparte en un juicio acusatorio y que hubiese permitido precisamente valorar su declaración, pues es él quien acusa a los querellados y es él quien supuestamente se ha sentido deshonrado, menospreciado y desacreditado. No se debe confundir el derecho a guardar silencio que se asegura al imputado, con la posibilidad o no de declarar de la víctima, quien en un procedimiento acusatorio y más aún de acción privada, lo mínimo que debió hacer es declarar en estrados. DÉCIMO: Que en fin, en contra de la prueba presentada por la querellante, prestaron declaración al inicio del juicio todos los imputados, negando alguno de ellos lo señalado por el querellante en la querella. Es así que la querellada doña María Clara Alarcón Morales, indica que en cuanto a lo que se dice de ella en la querella y lo manifestado por la Sra. Miriam Caroca, no es efectivo, ella no usa la palabra maricón o lo hace muy poco y nunca ha dicho las palabras en el contexto que señaló el querellante, que las conversaciones que tenía con ella era entre dos profesionales y no para perjudicar a nadie. Dice que Jaime Ortiz trabajó con ella dentro del colegio, que era respetuoso y que nunca ha tenido la intención de dañarlo. Agrega que ella realizó la denuncia por violación en la fiscalía, lugar donde ha declarado y llevó al niño abusado al médico. Por su parte, Jorge Cerna, también niega haber manifestado a la testigo Esmeralda Pino Lorca, la frase “mira allá va el padre maricón que se come al Jaime”, que ello no puede ser efectivo pues él solo mantiene una relación laboral con la testigo, nunca ha hecho un comentario de la magnitud que se indica. Además, todos saben que en el lugar de trabajo solo hay casilleros para mujeres y los hombres no tienen acceso a ese sector. Precisa que nunca ha tenido problemas con Jaime Ortiz, que siempre lo ha considerado un hombre y no un homosexual como se indica en la querella. Nunca ha perjudicado ni querido perjudicar a Ortiz. Lo mismo señaló la querellada Roxana Escalona Olivares, en el sentido que nunca a dicho que Jaime Ortiz es homosexual, porque eso no lo sabe, además él trabaja en un lugar distinto a donde lo hace ella. En su caso, no se hace necesario mayores análisis puesto que el querellante al terminar de rendirse la prueba y previo a los alegatos de clausura, se desistió de la querella en acuerdo con el defensor, por lo que se decreto el sobreseimiento definitivo parcial a su respecto, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 401 del Código Procesal Penal. La querellada Emma Allende Marchant, refiere que ella prestó declaración en el Ministerio Público, donde informó los comentarios que había en la institución, en el sentido que Jaime Ortiz era pareja del padre Galaz, pero que nunca ha tenido intención de dañar al querellante. De otro lado, los querellados José Matamala Matamala, Cecilia Soto Manríquez, Patricio Retamal Méndez y Juan Ortiz Cea, sin negar abiertamente lo manifestado por el querellante, indican que nunca han pretendido o tenido la intención de ofender o deshonrar al querellante. Es así que José Matama, dice que Jaime Ortiz es su sobrino con quien tiene muy buena relación. Que él llegó desde el sur a vivir a su casa, le consiguió trabajo con el padre Galaz, quien se llevó a Ortiz a Betania. Agrega que un día el querellante llegó a su casa manifestándole que el padre Galaz llevaba trago al campo y se transformaba, le tomó el pene, que estaba preocupado y quería que lo ayudara. Luego Ortiz le pidió que no se metiera que ya lo había arreglado. Además el mismo Ortiz le contó a su pareja que tenía al cura en sus manos, que el padre le ofreció dinero para que no hablara. Agrega que el querellante tenía problemas de alcohol pues tomaba los fines de semana. Indica que le mandó una carta al hermano Patricio por su preocupación por Ortiz y tratar de solucionar el problema. En el mismo contexto declara Juan Ortiz Cea, quien también es tío del querellante, y explica que en una ocasión éste llegó desesperado a su casa contándole que se había embriagado con el padre Galaz, quien le pidió que tuvieran relaciones sexuales, por lo que le pidió ayuda, sin embargo dos días después le manifestó que el asunto lo arreglaba él solo, pues el cura le pidió disculpas y le dio cuarenta mil pesos. Continua diciendo que cuando iba a Betania y veía desorden preguntaba con quien había sido la fiesta y el querellante le respondía, “con mi curita”. Finalmente Cecilia Soto Manríquez, reconoce haberle enviado una carta al hermano Patricio, pero no le ha comentado nunca nada a la Sra. Miriam Caroca, pues su trato es solo de saludo. Dice que en la carta cuenta que estaba cansada de lo que estaba viendo, que no le parecía que el padre besara tanto a los niños, que en cuanto a las expresiones de alcohol y golpes, son dichos del propio Ortiz y además eran rumores. Precisa que escribe la carta al hermano Patricio por la confianza que tiene con él. DÉCIMO PRIMERO: Que de lo expuesto es necesario señalar que no ha sido fácil para este sentenciador con este cúmulo de antecedentes, y en el ejercicio de las atribuciones encomendadas por la constitución y las leyes determinar si los imputados son culpables o inocentes de las imputaciones hechas por el querellante, es precisamente esta dificultad, la que unida a las argumentaciones que más adelante se seguirán exponiendo las que dan origen o hacen surgir una duda razonable. Este tribunal cree que la prueba presentada por la defensa no ha logrado más allá de toda duda razonable, la convicción de culpabilidad de los imputados, y aún más no ha logrado este tribunal la convicción de que exista de acuerdo al contexto en que los hechos han ido sucediendo que haya habido un animus injuriandi o un dolo directo en las expresiones proferidas por los imputados en menosprecio, deshonra o descrédito del querellante . En efecto, en el juicio prestaron declaración ante el tribunal todos y cada uno de los imputados quienes prácticamente niegan haber dicho lo señalado por Jaime Ortiz en su querella. Es así que María Clara Alarcón Morales ha negado haber proferido las palabras que se le imputan, lo contrario declara doña Miriam Caroca, quien dice que la directora le contó “como que el padre era homosexual y maricón, que el padre Jorge tenía una pareja en Betania”. Este atestado se ve según la apreciación del tribunal influido de alguna manera por el sentimiento que tiene la testigo Miriam Caroca, respecto del padre Jorge Galaz, y como en su creencia está el poder ayudar al mencionado sacerdote, toda vez que ella misma señala que siente la necesidad de apoyar al padre Jorge Galaz, lo ha ido a ver a la cárcel, que la denuncia hecha en contra del padre es una falsedad y ha concurrido a todas las audiencias que dicen relación con el referido sacerdote, antecedentes que de alguna manera pueden hacer que la testigo Miriam Caroca interprete conciente o inconcientemente los dichos de Clara Alarcón Morales de una manera distinta a como se hicieron, por lo que sus dichos en oposición a lo señalado por la querellada se valoran con una menor credibilidad. Es incriminatoria también respecto de la querellada María Clara Alarcón Morales, la declaración del sacerdote Claudio Chávez Urrutia, en cuanto indica que muchos de los rumores que escuchó, y que dicen relación con la personalidad del padre Jorge provenían de ella. Que en el mes de julio ella se le acercó y le contó que el Padre Jorge estaba saliendo con los niños, los estaba violando, que había sacado a un niño que presentó signos de violación por lo que lo llevó donde el Dr. Labbe, que ello no le sorprendía pues hace un tiempo se rumoreaba que el padre Jorge tenía una relación homosexual con Jaime Ortiz y esperaba que él estuviera más cerca del hogar para que ello no siguiera ocurriendo. Que días después la querellada le habría dicho que no había hecho la denuncia pues quería que el padre saliera y el problema se arreglara a la buena. Del contexto de lo expresado el tribunal estima que no existe o no se desprende ninguna intención de la encartada de injuriar a Ortiz, más bien se denota un ánimo de narrar lo que estaba sucediendo para que se pusiera atención a los distintos rumores que circulaban y se solucionaran los problemas que se sentían en el ambiente. Que la expresión de la querellada de arreglar el asunto a la buena no es indicativa exclusivamente de querer recibir dinero, como lo indica el sacerdote, sino que también puede suceder que precisamente la querellada no quería dañar al párroco, pero sí que saliera de la institución para que no siguieran ocurriendo los hechos que se comentaban. Lo anterior se hace presente, puesto que no se puede condenar a alguien por meras suposiciones, sino que por hechos debidamente probados en el tribunal. Don Jorge Cerna también niega haber señalado la expresión que: “el padre se comía a Jaime Ortiz”, según el atestado de doña Esmeralda Pino Lorca y da explicaciones de porque ello es falso, indicando que según los dichos de la testigo la frase habría sido proferida al lado de unos casilleros, en circunstancias que de los catorce años que lleva trabajando en la institución, todos saben que los únicos casilleros que existen son los que están en el sector de mujeres, lugar al que no tiene acceso, siendo sus dichos más consistentes que los de la testigo Esmeralda Pino. En el caso de doña Cecilia Soto Manríquez y José Matamala Matamala, sus dichos aparecen corroborados por sendas cartas enviadas al religioso Patricio Retamal, quien las exhibió como elementos probatorios al manifestar ante los sacerdotes Gustavo Valencia Aguilera, Claudio Chávez Urrutia y Manuel Duque, que: “se rumorea mucho que el Padre Galaz tiene una relación amorosa sexual con el trabajador Jaime Ortiz… Yo afirmo que esto es verdad aunque no he sido testigo ocular del asunto, y uso como testimonio las cartas escritas por el tío de Jaime y la Sra. Cecilia Soto”, expresiones que además quedaron transcritas en una declaración jurada canónica que se acompaña al juicio. Por su parte en las cartas referidas también incorporadas al juicio, doña Cecilia Soto indica las preocupaciones que tiene respecto de la actitud del padre Jorge Galaz con los menores de la institución, de su relación con Jaime Ortiz, con el cual mantiene una relación amorosa, termina la carta diciendo que la dirige al hermano Patricio ya que le tiene confianza, pues lo que hace esa persona no es normal. A su vez José Matamala Matamala en su misiva manifiesta su preocupación por lo que esta sucediendo en la institución Pequeño Cottolengo, y lo que esta pasando con su sobrino Jaime Ortiz “con el que el padre se emborracha, no le consta pero ha tratado según él de tener sexo y al parecer el joven le ha seguido el juego y lo está chantajeando para obtener dinero y libertad. De la sola lectura de las cartas mencionadas, se desprende que no existe en la intención de quienes las suscriben el mínimo ánimo de injuriar. Tanto es así, que en la carta escrita por José Matamala, comienza diciendo: “Hermano Patricio, le quiero hacer llegar esta nota lo cual me es difícil y al vez muy doloroso para mí, ya que no es correcto todo lo que está pasando en perjuicio de los niños y de la institución….”. Agrega: “… mi primera preocupación es con el joven Jaime Ortiz de Betania con el que el padre se emborracha, no me consta, pero ha tratado según él de tener sexo…” y así sigue. Es decir, se desprende claramente un ánimo de narrar lo sucedido por la preocupación que existe en él en atención a lo que estaba pasado y su natural deseo de que se aclaren los rumores. Lo mismo sucede respecto de la carta escrita por doña Cecilia Soto. En el caso de doña Emma Allende Marchant, indica que declaró ante el Ministerio Publico acerca de los rumores que había escuchado, mal podría en consecuencia ser condenada por el delito de injurias, cuando lo único que ha hecho es cumplir con el deber que la ley le impone de colaborar con la justicia en las investigaciones que se lleven adelante, contestando lo que sabe ante los requerimientos del ente persecutor. En lo que se refiere a don Juan Ortiz Cea, también ha proferido sus dichos en el marco de la investigación seguida en contra del sacerdote Galaz, que su ánimo en el contexto de lo que cuenta es el de narrar e informar por lo que excluye el ánimo de injuriar. Finalmente el religioso Patricio Retamal se ve incriminado por los dichos de los sacerdotes Gustavo Valencia, Sergio Valenzuela Ramos y Claudio Chávez. Sin embargo, lo único que hace el religioso es poner en conocimiento de sus superiores lo que venía escuchando y ante la propia petición de ellos en el marco de una investigación canónica. Los sacerdotes, además indican que no tienen conocimiento de que los demás querellados hayan proferido expresiones injuriosas respecto de Jaime Ortiz, salvo los rumores que trataba de comentar la Srta. María Clara Alarcón Morales, según relata el Padre Claudio Chávez. DÉCIMO SEGUNDO: Que en general respecto de todos los querellados, para determinar el animus injuriandi, este debe analizarse tomando en cuenta no solo las palabras usadas sino que también el contexto en que ellas fueron proferidas, hay que ponderar no solo las palabras o actitudes, sino también las circunstancias, antecedentes, motivo y ocasión de las mismas1[1]. La misma idea expresa el profesor Etcheberry en su libro Derecho Penal Parte Especial, Tomo tres, página 160, al señalar que “la aptitud de las acciones y expresiones para traducir el menosprecio debe juzgarse en concreto y con las circunstancias del caso. No basta con atender a la naturaleza misma de los términos, sino también a la manera o modo de empleo (entonación, gestos que lo acompañan) y las demás circunstancias del caso. Faltando esta aptitud objetiva para ofender, no hay injuria punible”. En este contexto las actitudes de los querellados no presentan el animus injuriandi, sino que denotan una preocupación constante por los funcionarios del Pequeño Cottolengo, ante los hechos que ellos percibían estaban ocurriendo y cuyo rumor circulaba en la institución, y su normal instinto de narrar lo sucedido a fin que ellos fueren conocidos e investigados y evitar que, de acuerdo a su subjetiva impresión, se siguieran produciendo. Ello es lo que sucede con cada uno de los querellados. DÉCIMO TERCERO: Que en nada altera lo concluido, lo declarado por doña Sandra Ortiz, cuyo atestado no fue analizado antes pues en la apreciación del tribunal su testimonio carece de absoluta credibilidad, toda vez que señala que funcionarios de la policía de investigaciones la habría interrogado y la habrían presionado para que declarara que su 1[1] C.S. desafuero de Joel Marambio Paez (1971); RDJ LXVIII, 4-44 hermano era homosexual, lo que no hizo, por lo que los funcionarios se sintieron molestos; que además ellos no consignaron ciertos antecedentes que ella informó en el sentido que su tío chelito le habría pedido a ella y su familia que mintieran diciendo que Jaime Ortiz o el padre Galaz era homosexual. Aquella declaración fue desmentida por los funcionarios policiales, quienes señalan que nunca presionaron a la testigo y transcribieron en su declaración todo lo que era importante, sin notar contradicciones como si señala haberlas apreciado el querellante. Por otro lado, la personalidad demostrada en estrados dista mucho de una mujer que es susceptible de presionar, pues se presenta como indiferente, sin mayor deferencia a la autoridad, y contestando las preguntas de manera fría e irreverente. DÉCIMO CUARTO: Que la querellante a través de los atestados de sus testigos a tratado de dejar establecido la existencia de una especie de complot en contra del padre Galaz, por haber puesto término a una serie de ventajas que tendrían los querellados con el anterior Director del Pequeño Cottolengo, lo que no pasa de ser, según lo apreciado por el tribunal, meras especulaciones que no tienen un fundamento de hecho concreto. DÉCIMO QUINTO: Que tomando las palabras de Carrara, reproducidas por el defensor en la audiencia se debe destacar que: “ en medio de tanto equívocos y ambigüedades, en medio de tantas posibilidades de disfrazar la intención delictiva con la intención de confundir el ánimo inocente con la criminocidad aparente, no es posible determinar los criterios concretos definidos a priori por la doctrina acerca de la intervención o no intervención del animus injuriandi. De ello se desprende la consecuencia de que es necesario la prudencia del juez la que se erija en árbitro del juicio, y de ahí que deba tenerse como conclusión última, que este juicio es de mero hecho. Sigue diciendo Carrara, que la ironía cambia el sentido de las palabras o de un gesto, y así un respeto afectado puede ser un acto de burla y una palabra de enjundia puede ser dirigida a manera de insulto. El animo de injuriar constituye el principal elemento de la esencia de hecho en el delito de injuria y muestra además la importancia que encierra el hecho de que esta regla la tenga siempre presente tanto los defensores como los jueces y de que se proceda con benigna amplitud al aplicarla para que de este modo las penas reservadas a los malvados no vengan a caer sobre ciudadanos probos e inofensivos. En consecuencia para poder condenar por el delito de injurias deben concurrir los elementos objetivos y subjetivos del tipo, dado este último por el dolo especial denominado animus injuriandi, constituido por la intención específica y deliberada del sujeto activo de lesionar el honor de la víctima, actitud o animo que no concurre en los querellados por lo que necesariamente se les debe absolver. Y visto además lo dispuesto en los artículos 1 1 N° 6, 14 N° 1, 15 N° 1, 30, 67, 397 N° 2, 490, 492 N° 2 del Código Penal; 297 del Código Procesal Penal, SE DECLARA: I.- Que se absuelve a los querellados María Clara Alarcón Morales, José Tomás Matamala Matamala, Patricio del Transito Retamal Méndez, Jorge Orlando Cerna Beratto, Juan Domingo Ortiz Cea, Emma de Las Mercedes Allendes Marchant, Cecilia Viviana Soto Manríquez, todos ya individualizados de la querella por el delito de injurias que se les imputaba. II.- No se condena en costas al querellante por haber tenido razones para litigar. Una vez ejecutoriada la sentencia, certifíquese ese hecho, por el jefe de unidad de causas. Notifíquese, regístrese y archívese en su oportunidad. R.U.C. N°: 0510016790-7 R.I.T. N°: 5037 - 2005 Dictada por don Michel González Carvajal, Juez de Garantía.