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MODULO 3
3. DEONTOLOGÍA PROFESIONAL
Funciones de la ética
La ética se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida social. De ahí que se distinga entre ética social y ética
personal.
Dentro de la ética personal distinguimos entre la ética individual y la interpersonal. La ética interpersonal rige el
comportamiento que tendremos con otros seres humanos. Aquí se enmarca la ética profesional, que rige el
comportamiento que tendrá el profesional con sus clientes.
Tendremos los métodos similares que en la ética general, los métodos dialógico, inductivo y deductivo; resultando
del método dialógico las normas y principios que rigen la profesión.
La ética profesional no se dedicará al método inductivo a aplicar los principios de la ética general a unas acciones.
Se complementará con el método deductivo, del que partimos del conocimiento de la actividad profesional. Se
podrá hablar de ésta en un sentido genérico, pero cada profesión tiene la suya propia, teniendo en cuenta las
características particulares de cada profesión.
Este estudio sobre la ética profesional ha de hacerse con la colaboración de los profesionales de la actividad, no
puede ser realizada por un filósofo o teórico que desconozca la profesión. Se podrán asesorar con otros códigos
profesionales, de manera que los periodistas tengan algo que decir en ello.
Partirá de los fines sociales que esa actividad conlleva. No delibera acerca del fin de la actividad de la profesión,
sino que teniendo en cuenta una finalidad predeterminada la ética establecerá unos principios, normas y
preceptos que los profesionales tendrán que tener en cuenta para lograr el desempeño de su actividad responda y
se lleve a cabo ese fin social.
En Resumen:
La ética general necesita proponer unos fines y unas normas para que el hombre llegue a alcanzarlos.
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En el caso de la ética profesional se establecerán unos fines sociales a los que se llegarán aplicando estas normas.
La ética no necesita establecer una finalidad, sino que teniendo en cuenta las características principios comunes,
la ética sabría como debe formularse para que el profesional encuentre unas pautas de comportamiento y llegue a
ese fin.
La Deontología también tiene aquí su lugar de la misma manera que lo tiene la ética, puesto que se sustenta en la
ética para formar los deberes y obligaciones de los profesionales.
El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía (conocimiento, estudio…);
lo que significa, en términos generales, el estudio o la ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología
son los fundamentos del deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías
Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para
Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del
hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas acciones que no están
sometidas al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción de los códigos
deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles
a unos profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.
La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la Morale (París, 1832). Con ella
quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto ética y convertir en un concepto laico el término, hasta
entonces religioso, moral. En otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de
subjetividad de la moral y la ética. En "Deontología o ciencia de la moral" busca el racionalismo, con un
mecanicismo casi matemático con el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el intento de
Bentham por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico” y menos valorativo, no logró
esa transformación por el mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al
término deontología, seguimos relacionando está con la ética y/o la moral.
Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que significa que los actos de las personas
se consideran buenos o malos en función de la felicidad global que puedan generar. Según este marco teórico, el
fin de una acción debe ser conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda
acción que conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.
¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En nuestro contexto sociocultural
actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y garantizada jurídicamente y defendida
políticamente. La dignidad es aquello que debe constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda
deontología profesional que se precie.
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De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual.
Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el comportamiento
que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética profesional ya que rige el
comportamiento del profesional en su actividad laboral.
Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética general: dialógico,
inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el estudio de la
actividad profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o “aplicadas”. El profesional se
juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal profesional sino también su ser ético. No acaba de
ser considerada una persona éticamente aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus
deberes menos en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales.
- el principio de beneficencia,
- el principio de autonomía,
- el principio de justicia y
- el principio de no maleficencia
En un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al buen hacer que produce resultados deseables, sobre
todo en el ámbito de las profesiones.
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Un buen profesional es alguien que, en primer lugar, posee una destreza técnica que le permite, en condiciones
normales, realizar su tarea con un aceptable nivel de competencia y calidad. Las reglas del buen hacer – perfectum
officium, acción llevada a cabo conforme a los imperativos de la razón instrumental- constituyen, sin duda,
deberes profesionales. Y esto no es en modo alguno ajeno al orden general del deber ético. Aún más: las
obligaciones éticas comunes para cualquier persona son, además, obligaciones profesionales para muchos
En definitiva, cuando nos refiramos a una profesión determinada, podemos hablar de la existencia de una ética y
de una deontología determinada.
- La ética se podría centrar en determinar y perfilar el bien de una determinada profesión (aportación al
bien social) y
- la deontología, por su parte, se centraría en definir cuáles son las obligaciones concretas de cada
actividad.
La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las profesiones, junto al Derecho
y la Moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes
normativos.
La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre conductas alejadas del bien
común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones por el fomento de valores que promuevan una vida más
humana.
Colegio de Profesionales
Los Colegios Profesionales, tal como los define la ley, “son corporaciones de derecho público, amparadas por la
ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus
fines, entre los que se encuentra la ordenación del ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones
que elaboran los códigos deontológicos.
1. Fijar una serie de criterios de carácter científico-funcional para el ejercicio de la profesión, con el objetivo
de dar operatividad y eficacia a las actividades ejercidas en el ámbito cubierto por las normas
establecidas.
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3. La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan los dictados de los
códigos deontológicos. Esta función tiene la singularidad de conferir a éstos relevancia jurídica estatal, lo
que otorga a la deontología ciertas coincidencias con el Derecho en lo que se refiere a la utilización de un
procedimiento judicial.
LAS NORMAS DEONTOLÓGICAS: SU POSICIÓN INTERMEDIA ENTRE LAS NORMAS JURIDICAS Y ETICAS
Normas Jurídicas. Hay que dar la mayor difusión posible a las normas jurídicas, porque llegan a todos. Deben estar
redactadas ampliamente. Nadie te puede juzgar por algo que no está recogido en el código. Debería ser un
lenguaje entendible, aunque en ocasiones sea un poco opaco. Son normas prescriptivas, al igual que el resto de
las normas. El sentido prescriptivo en el caso de las normas jurídicas va unido a un sentido coactivo.
Normas éticas. Las normas éticas no están escritas por lo que pueden ser más difusas. La norma ética contempla
que todo aquello que no sea humano esté prohibido.
Normas deontológicas. Son escritas y deben ser conocidas por el profesional. Están por tanto codificadas por un
código de conducta profesional. Son normas que tratan de orientar a un colectivo profesional. Hay que evitar la
confusión.
Son normas deontológicas generales. Pero necesitan de la razón de cada uno. Es el profesional el que se
responsabiliza de su actividad profesional individual. Conviene que además de la interpretación deontológica
individual se debata en el colegio deontológico de la profesión.
Son prescriptivas, pero interiorizadas. No son coactivas. Admiten cierto tipo de sanciones
- Llamada de atención
- Sanciones de carácter económico
- Inhabilitación, e incluso despido
Que esté respaldado por la sociedad, por la moral social. Que serán aplicadas por todas las profesiones. Se
incluye el derecho, el marco jurídico, político, etc.
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La acción ética individual. No es frecuente que la ética individual y la deontología choquen, ya que en
teoría la ética se ajusta también a la moral social. Pero cada uno puede ser muy libre para ello, y las
convicciones personales no tienen porqué coincidir siempre.
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Tendremos que distinguir entre un sentido amplio y un sentido estricto o estrecho de la deontología:
Sentido Amplio. Conjunto de todas las normas legales, estatutarias y convencionales, además de los
principios y costumbre tenidos como de general aceptación en la profesión.
La Deontología engloba todas las normas. Entre los legales estarían los estatutos profesionales y los
convenios colectivos de trabajo.
Sentido Estricto. Conjunto sistemático de normas, usos, principios y deberes que no van a estar
respaldados por ninguna sanción legal, sino por una aceptación voluntaria de unos profesionales. Reglas
del buen hacer profesional o normas que pueden someter a determinados profesionales.
Es una conciencia moral que se refleja en el comportamiento del individuo, algunas normas no se aplicarán al
resto de la vida personal, ya que se aplicarán a la hora de ejercer como profesionales.
Tipos de conciencia:
Conciencia Psicológica. Tener o darse cuenta de lo que uno hace, de lo que está ocurriendo dentro o fuera
de nosotros de manera que podamos analizar y reflexionar sobre ello.
Conciencia reflexiva. Según Francisco Vázquez es la Propiedad que tiene el espíritu humano de
desdoblarse, de desligarse de sí, y ponerse a sí mismo a las cosas como objeto de análisis. Es una
conciencia reflexiva. También tiene la capacidad de enunciar juicios de hechos acerca de las acciones que
uno mismo u otros realizan. Encontramos entonces que tiene dos capacidades:
- Reflexión
- Juicios de hechos
Se limita a dar testimonio de lo que está pasando.
Conciencia moral. Además de la enunciación de juicios se valorarán lo hechos como buenos o malos.
Previo aprendizaje enjuiciará los hechos, con formación sobre la ética y la moral.
En un sentido etimológico, Deontología hace referencia a la ciencia del deber o de los deberes:
× Deon, deontos: significa obligación, deber.
× Logía : expresa conocimiento, estudio.
Deontología, por tanto, es para Hébarre "el conjunto de reglas de carácter ético que una profesión se da a sí
misma y que sus miembros deben respetar".
El concepto deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, en
donde ofrece una visión de esa disciplina que no ha sido, sin embargo, compartida por todos los estudiosos del
tema. Para Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral, es decir, a aquellas
conductas del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente. Trata, pues, del
espacio de la libertad del hombre sólo sujeto a la responsabilidad que le impone su conciencia. Asimismo,
Bentham considera que la base de la deontología se debe sustentar en el principio de la utilidad, lo cual significa
que los actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar que puedan
proporcionar.
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Se puede decir que mientras en Bentham la deontología se entiende a partir de sus fines (el mayor bienestar
posible), para Kant la deontología es en sí misma una ciencia de los deberes o imperativos categóricos en la que
no importan los fines, sino la intencionalidad del acto, independientemente de las consecuencias materiales de
aquél.
La base de la ética kantiana se encuentra en el siguiente principio básico: "Obra siempre de acuerdo con aquella
máxima que al mismo tiempo puedes desear que se convierta en ley universal".
Y eso quiere decir que una persona actuaría éticamente si está de acuerdo en que su regla de conducta debe ser
aplicada por todo aquel que se llegara a encontrar en una circunstancia similar.
El principal problema de las normas deontológicas es que, a veces, a través de ellas se genera conflictos y que uno
debe decidir en función de normas decididas por otros anteriormente. Otro gran problema es la excepción de la
norma.
Para una enfermera es muy difícil separar la idea de deber y de obligación de las finalidades y propósitos, deseos y
necesidades de una situación. La postura deontológica focaliza el significado moral de los valores en deber u
obligaciones, guiados por normas y principios específicos sin considerar las consecuencias, y para algunos es muy
difícil justificar sus acciones sin tener en cuenta las consecuencias.
CONCLUSIÓN: A veces, un sistema afirma qué es correcto y qué incorrecto, y no puede aceptar ninguna otra cosa.
La dificultad radica entonces en que no hay sitio para excepciones o para la libertad individual. Ninguna de las dos
teorías (consecuencialismo y no consecuencialismo) es, por lo tanto, verdaderamente satisfactoria, pero ambas
señalan principios éticos convencionales.
Tribunal Nacional de Ética es el máximo órgano deontológico de la profesión y funciona como instancia de
apelación en los procesos instaurados y resueltos en los Tribunales Departamentales por faltas contra el
juramento de incorporación al Colegio y faltas al Código de Ética Profesional.
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MODULO 4
4. DESAFÍOS ÉTICOS DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO
Hoy en día estamos más avanzados que la edad contemporánea, estamos en la era de la biotecnología: ha sido
tanto el avance de la ciencia, de la tecnología y el conocimiento en todas las áreas que actualmente lo que antes
no se presentaba como un problema hoy lo es.
La cuestión es simple y la hemos venido tratando a través de los módulos anteriores, de manera diseminada; las
costumbres cambian y el entorno también, por lo tanto, se va presentando nuevos dilemas éticos que necesitan
algún tipo de solución.
- Ética y medioambiente
- Ética y derechos humanos
- Bioética
En el módulo 1 tratamos de manera profusa los derechos humanos, porque resultaba necesario presentarlos de
manera profunda como referencia para los valores y desvalores.
En el módulo 2 hablamos sobre la ética y el medioambiente, sin embargo lo hicimos de manera acotada, sólo
recomendando su cuidado como stakeholder de cada organización.
Y respecto de la bioética también hemos realizado alguna referencia en el módulo 1 al tratar la quinta generación
de los Derechos Humanos, con la mención del proyecto del genoma humano.
Sin embargo, es necesario profundizar un poco más algunos aspectos relacionados con cada uno de los temas,
debido a que no son sólo de actualidad sino que se han convertido en el marco de referencia para muchas
decisiones que actualmente se están tomando en todos los ámbitos.
Al respecto hemos realizado un extenso desarrollo en el módulo 1 a cuya lectura le sugerimos se remita de
resultar necesario. Sin embargo, no está de más recordar que los derechos humanos son principios universales,
imprescriptibles y que los mismos están siendo incorporados de manera progresiva en otras culturas. Nos sirven
de referencia, como dijimos, para saber cuando nos encontramos ante conductas o cuestiones disvaliosas.
Precisamente por su tendencia unificadora y la posibilidad de resolver situaciones injustas mediante su aplicación.
Han sido recogidos en tratados y ratificados en varios países, sin embargo siguen siendo un problema al
presentarse situaciones que involucran estos derechos en países que aún no los han ratificado o reconocido de
manera expresa.
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BIOÉTICA
La bioética es una disciplina que combina la ética con las Ciencias de la Salud y se ocupa de la conducta humana
cuando toma contacto con la vida y la salud.
Como nueva disciplina importa un desafío en el mundo contemporáneo, dado que los avances en la Ciencia de la
Salud han dado origen a diversos problemas denominados “bioéticos”.
Principios de la bioética:
La Bioética, tratada prolijamente en el informe Belmont (adjuntado como lectura en este módulo) se rige por tres
principios fundamentales, a saber:
* Autonomía:
al considerarse a la persona como un ser que es capaz de decidir por sí mismo. Este principio considera que es
pasible de consentimiento informado, es decir, que cada persona debe ser informada de manera clara, precisa y
veraz acerca de sus enfermedades y tratamientos a aplicarse. Esto da el derecho a decidir, según las
circunstancias, si vamos a someternos a ciertos tratamientos médicos o si vamos a ser objeto de una investigación.
Parece que no fuera tan común pero actualmente en todo el país se viola este principio permanentemente, el
paternalismo del médico que decide sin tener en cuenta los derechos de los pacientes es un ejemplo de ello. Otro
ejemplo es la aplicación de protocolos de investigación, con la excusa de que se va a proporcionar un tratamiento
“gratuito” para alguna dolencia o enfermedad de tratamientos caros, se aplican los protocolos a las personas sin
informarlas; estas personas que confían en sus médicos se prestan para ser una “muestra “ de investigación y
toman drogas en experimentación; que vienen en frascos blancos generalmente con leyendas en inglés (la
mayoría de los protocolos provienen de los EEUU) y tienen que anotar prolijamente en hojas de observación la
hora de ingesta del medicamento y reacciones colaterales si existen. Si hemos dicho que el hombre es autónomo
debería prestar el consentimiento informado de manera libre y decidir por sí mismo si puede ser sometido o no a
dichas investigaciones.
* Beneficencia: y no maleficencia. Este principio sostiene que se debe procurar producir el menor daño posible en
el momento de aplicar un tratamiento. Se le aplican dos reglas generales: no causar ningún daño, y maximizar los
beneficios posibles y disminuir los posibles daños. Fruto de este principio de beneficencia ha surgido el concepto
de los “cuidados paliativos” como forma de aliviar el dolor del paciente, a través de terapias que trabajan con la
cuestión emocional para que pueda atravesar o superar una situación difícil.
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* Justicia: en la distribución de gastos para la salud. Este resulta ser un problema bioético a la hora de decidir en el
tiraje de pacientes a los cuales se atenderá o cuantas camas deben ser desocupadas para atender a más gente o,
por ejemplo, si aplicar tratamientos médicos muy costosos a personas sin esperanzas o vacunar a una parte
importante de la población con este dinero.
Cuando estos principios entran en conflicto se aplican los Derechos humanos para resolverlos; sobre todo
considerando que entre tales derechos, se encuentra el derecho a la dignidad.
Estos principios rigen todas las cuestiones bioéticas, desde el tratamiento de los pacientes, la investigación, hasta
la aplicación de las técnicas derivadas del genoma humano.
Relacionados a estos temas, se encuentran la eutanasia, la criogénesis, el problema de los embriones congelados
y su destino cuando no son implantados en el útero materno, el comienzo de la vida, patentamiento de material
genético, entre otros.
En definitiva, la bioética nos ofrece un gran espectro de temáticas apasionantes y muy complejas que se pueden
profundizar en las páginas recomendadas.
Específicamente, huelgan las palabras para describir el motivo de ser un problema ético contemporáneo; su
incidencia en la vida de las personas es más que presente, importante y frecuente.
Estos dos temas se encuentran estrechamente relacionados, sobre todo en el aspecto de la ética de las
organizaciones y no nos referimos a las normas ISO 14.000, ISO 18.000 y similares, nos referimos a que cada uno
de nosotros y las organizaciones debemos estar insertos en el mundo del que formamos parte, un mundo
característico por la violación de cuestiones medioambientales de manera permanente.
Nuestro compromiso se basa sobre todo en tratar de reducir el impacto ambiental desde cada una de nuestras
acciones, tanto individuales como corporativas. Al respecto se debe tener en cuenta, por ejemplo, lo dispuesto en
el pacto global al que Argentina se adhirió en el año 2004, en los siguientes principios específicos:
“Principio Nº 7. Las empresas deberán apoyar el enfoque preventivo frente a los retos medioambientales
“Para proteger el medio ambiente, el enfoque preventivo deberá ser aplicado por cada uno de los estados en
función de sus posibilidades. Cuando exista la amenaza de que se produzcan daños serios o irreversibles, no se
podrá alegar falta de conocimientos científicos como razón para aplazar la adopción de medidas eficaces que
impidan la degradación medioambiental.”
El concepto no es nuevo pues ya surgió en relación con la Ley del Aire Limpio en la República Federal de Alemania
en 1970. Se ha convertido en un principio aceptado en la Unión Europea y forma parte del derecho
medioambiental internacional. El concepto alemán de ‘vorsorgprinzip’ engloba nociones de prevención de riesgos,
efectividad de costes, responsabilidades éticas hacia el medio ambiente y limitaciones (ocasionales) del
conocimiento humano. Las medidas preventivas se apoyan en una serie de conceptos clave, tales como:
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o Medidas preventivas. Adopción de medidas, en caso necesario antes incluso de disponer de pruebas
científicamente contrastadas, que impidan que un retraso en la aplicación de dichas medidas pueda
acabar perjudicando a los recursos naturales o a la sociedad.
o Salvaguardia de un ‘espacio’ ecológico sin interferir en los márgenes ecológicos de forma que se proteja y
se amplíe la capacidad asimiladora del entorno natural, lo que implica no hacer un mal uso de los
recursos.
o Proporcionalidad de la respuesta para demostrar que determinadas restricciones selectivas no se
traducen en unos costes excesivos. En otras palabras, tener en cuenta los riesgos que deberán afrontar las
generaciones futuras si se ponen en peligro los ecosistemas de vida esenciales.
o Obligación moral de proteger. Aquellos que emprendan una actividad o que realicen alteraciones en un
entorno determinado deberán demostrar que no causan daños al medio ambiente.
o Promover los derechos intrínsecos del medio ambiente permitiendo que los procesos naturales
funcionen de tal manera que se conserven los ecosistemas vitales que permiten la vida en el planeta.
o Pago de la deuda ecológica o compensación por errores de juicio pasados tal como indica la noción de
“responsabilidad común pero diferenciada” recogida en el marco de trabajo de las Naciones Unidas.
Principio Nº 8. Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad
ambiental
La Cumbre del Planeta de Río celebrada en 1992 ha actuado como una ‘llamada de atención’ para muchos
sectores de la sociedad, siendo uno de ellos el sector empresarial. Por vez primera un grupo de accionistas se
reunió para debatir las dificultades planteadas por los modelos de industrialización, el crecimiento de la población
y los desequilibrios sociales del mundo. La conferencia puso de relieve la fragilidad real del planeta y, en particular,
centró la atención sobre tres puntos:
El mensaje lanzado a las empresas se recogió en el Capítulo 30 de la Agenda 21 en el que se ahonda en la función
que desempeñan las empresas y la industria en la agenda de temas para el desarrollo sostenible y se presentan
unas directrices generales de lo que la responsabilidad medioambiental debe significar para las empresas.
“La gestión responsable y ética de los productos y los procesos de fabricación desde el punto de vista de la salud,
la seguridad y el medioambiente. Hacia este fin, las empresas y la industria deben encaminar sus medidas
autorreguladoras, orientándose hacia la aplicación de los códigos adecuados, los permisos y las iniciativas
integradas en todos los estamentos de la planificación empresarial y la toma de decisiones y fomentando la
apertura y el diálogo con los empleados y con el público” (30.26)
“A fin de proteger el medioambiente, el enfoque preventivo deberá ser aplicado por cada uno de los estados en
función de sus posibilidades. Cuando exista la amenaza de que se produzcan daños serios o irreversibles, no se
podrá alegar falta de conocimientos científicos como razón para aplazar la adopción de medidas eficaces que
impidan la degradación medioambiental.”
En los diez años posteriores a “Río” no se ha aligerado el imperativo de que las empresas realicen sus actividades
de una manera responsable con el medioambiente. Por el contrario, tal como indican recientes análisis sobre el
“estado del planeta”, a pesar de los progresos realizados en algunas áreas (por ejemplo en el agotamiento del
ozono, la contaminación atmosférica en muchas regiones desarrolladas o los avances hacia la reducción del efecto
de gases invernadero en virtud del Protocolo de Kioto) las tendencias globales son negativas y todavía queda
mucho trabajo por hacer. Los científicos y los expertos informan sobre las tendencias globales adversas que ponen
en peligro no sólo los aspectos vitales de nuestros sistemas de vida sino también los cimientos de nuestro sistema
de desarrollo social. Dado el papel cada vez más importante que desempeña el sector privado en las cuestiones de
gobierno mundial, el público demanda que las empresas desarrollen sus actividades de una manera que no sólo
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se traduzca en una mayor prosperidad económica y favorezca la justicia social, sino que también garantice la
protección ambiental en las regiones y los países donde están radicados. Mediante el Principio 8, el Pacto Mundial
facilita un marco de referencia para que las empresas afronten algunos de los retos clave planteados diez años
atrás.
Principio Nº 9. Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el
medio ambiente
Lo importante aquí es comprender que esta amplia definición incluye los medios de alta tecnología y control pero
también favorece de forma explícita un enfoque preventivo progresivo, como la prevención de la contaminación y
las tecnologías de producción más limpia. Este principio se orienta, por lo tanto, hacia una tecnología más limpia
cuya función sea facilitar un beneficio o servicio humano, en lugar de centrarse sólo en los productos per se.
Las tecnologías que son medioambientalmente excepcionales nos permiten reducir el uso de recursos finitos así
como utilizar los recursos existentes de forma más eficiente. Por ejemplo, las mejoras en las baterías y pilas han
producido una considerable reducción en el empleo de metales pesados tóxicos, al tiempo que han producido
beneficios sustanciales para el consumidor.
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En una fábrica básica o una unidad de negocio, la mejora de la tecnología puede lograrse a través de cuatro
medios o principios:
1. Cambios en el proceso o en las técnicas de fabricación. Desde modificaciones sencillas hasta cambios más
avanzados que requieren esfuerzos de investigación y desarrollo.
2. Sustitución de unas materias primas por otras. A fin de utilizar materias primas menos tóxicas, por
ejemplo.
3. Variaciones en los productos Por ejemplo el cambio de pinturas fabricadas con disolvente por pinturas al
agua.
4. Reutilización de materiales en la propia planta de fabricación. Separación, tratamiento y recubrimiento de
materiales útiles a partir de residuos, las así llamadas “sinergias de productos derivados”.
Este Pacto es una guía para las empresas de nuestro país. Se puede adherir al mismo mediante el llenado del
Formulario de adhesión.
Actualmente, en el 2009, la carta de adhesión debe ser firmada por el ejecutivo más alto de la empresa y luego
se debe remitir la carta y el formulario de Información Organizacional a: Oficina del Pacto Global - Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo - Esmeralda 130 piso 13° - (C1035ABD) Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Además de las cuestiones contempladas en el Pacto Global, la educación de los valores medioambientales pasa
por algo más: la adquisición de buenas prácticas con relación al ahorro del consumo de energía, agua y con
relación al reciclaje de papel y medidas de conservación ambientales.
Probablemente la ética actual es la que más responsabilidad tenga en esta misión. Sugerimos medidas prácticas
como:
- La creación de programas de reciclaje
- El ahorro del consumo de papel
- El uso de papel reciclado
- La reutilización o donación de mobiliarios no reciclables
- La no utilización de productos generadores de tóxicos
- El ahorro de energía
- El ahorro de agua (por ejemplo en las empresas es recomendable el sistema de grifería controlada)
- El trabajo a distancia para ahorro de energía y transporte
- La incorporación de sistemas de gestión ambiental
- La realización de auditorías ambientales, entre otros
Obviamente estas buenas prácticas deben ser llevadas a cabo midiendo las consecuencias y la posibilidad real de
llevarlas a cabo, de lo contrario, no sería una conducta proactiva sino simplemente una reacción a una demanda
momentánea.
LAS GENERACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS
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Esta diversidad de propuestas de fundamentación de los derechos humanos, cada una con sus luces y sus
sombras, ha dado pié a lo que se llama las generaciones de los derechos humanos, que no es otra cosa que la
diversidad de lecturas a las que están abiertos los derechos humanos y que traducen las diversas sensibilidades
desde las que son leídos.
La propia inserción de los Derechos Humanos en el contexto de las transformaciones económicas, en los cambios
derivados de los desarrollos científico-tecnológicos y socioculturales y en las nuevas concreciones de las
aspiraciones de los individuos y de los pueblos, favorecen y exigen nuevas aproximaciones a la manera de
interpretar el desarrollo de los mismos en tanto que catálogo de referencia.
A este respecto, se suele aludir a tres generaciones de los Derechos Humanos, si bien es verdad que ya se habla de
derechos de cuarta generación para referirse a la paz como valor universal y a los derechos de los pueblos.
Esta consideración pone de relieve la experiencia histórica de las primeras proclamaciones de derechos, centradas
en una serie de reclamaciones de derechos civiles y políticos. Es cierto que el contexto histórico de tales
demandas es Europa y América del Norte, a lo largo de los siglos XVIII y XIX, amparadas en el movimiento cultural
de la Ilustración, en los movimientos sociopolíticos de las revoluciones burguesas y en las guerras de
independencia.
La pionera en la expresión de tales derechos es La Declaración de Derechos de Virginia (1776) en la que se pone
como origen de tales reclamaciones la idea de que todos lo hombres son, por naturaleza, igualmente libres e
independientes y tienen derechos innatos a su condición humana.
En el mismo sentido, el artículo primero de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789),
insiste en la proclamación de que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos.
Esta peculiar insistencia en el tema de la libertad, es uno de los rasgos que más y mejor identifican los derechos
de primera generación a los que se les percibe como derechos: individuales, civiles y políticos, que exigen: respeto
a la dignidad de las personas, preservar su integridad física, su autonomía y libertad frente a los poderes
constituidos las garantías procesales.
Los referentes teóricos ‘remotos’ de esta primera generación hay que encontrarles en iusnaturalismo racionalista,
en el contractualismo social y en la filosofía con la que arranca la modernidad, es decir, en la Ilustración.
Más próximo a nosotros, el liberalismo político fue introduciendo todos estos ‘valores’ en los preámbulos de todas
las Cartas Magnas sobre las que se asientan los estados modernos, prototipo de los estados nacionales del siglo
XIX. Todos estos derechos van a ir percibiéndose según una óptica política como los garantes de la ostentación del
ejercicio del poder y, por lo mismo, como referentes de legitimación del ejercicio del poder.
El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos que la ONU proclama en 1966 es un ejemplo de
compendio de estos derechos, a la vez que clausura una etapa de los mismos.
El punto de inflexión del que parte esta segunda generación ya no va a ser la reclamación de una protección por
parte del Estado con vistas a asegurar el disfrute de los derechos a las personas. Lo que la segunda generación
requiere del Estado es un cierto grado de intervención – implicación positiva – para garantizar la satisfacción de
unas necesidades básicas de los individuos. El estado de bienestar, surgido para proveer a los individuos de unos
bienes sociales básicos tales como la educación, la salud, el trabajo y la protección social, inaugura un desarrollo
de los derechos humanos en los términos de exigencia de unas condiciones sociales que permitan disfrutar a
todos lo hombres de los derechos de primera generación. ¿Por qué? Porque no es verdad que todos los hombres
nacen iguales en derechos y libertades. Lo general es la situación inversa debido a que las situaciones de partida
son desiguales.
Esta reclamación de los denominados derechos de igualdad de consideración y trato no se lleva a cabo sin grandes
contratiempos. El progresivo avance de la democracia política, la progresiva ampliación del sufragio y las diversas
reformas sociales en el Siglo XIX van dando cobertura legitimatoria a esta lectura. Pero es preciso añadir, en aras
de la verdad, que gran parte de ‘la culpa’ en el logro de estos derechos la tiene el movimiento obrero – revolución
rusa incluida (1917) - que surge con fuerza al amparo del desarrollo industrial. Este peculiar factor del movimiento
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obrero es lo que lleva a muchos estudiosos a relacionar esta generación con el socialismo, dicho así de manera
general, como referente político que permitió y amparó esta lectura. Y, lo más importante, de la puesta en marcha
de los derechos económicos y sociales nace la figura del Estado Social como antes hemos hablado de Estado
Liberal.
El inicio histórico de la misma, puede situarse en la segunda mitad del siglo XX como consecuencias de la situación
de las minorías en el contexto de los países desarrollados y de amplias capas de población – tercer mundo – que,
en absoluto, puede disfrutar de nada de lo que los derechos humanos apuntan.
Precisamente, este carácter de demandas de colectivos – minorías o sectores – les convierte en declaraciones
“sectoriales” en tanto y en cuanto se van decantando respecto de colectivos marginados o minorías privadas de
estos derechos. La consideración más amplia y su incidencia en la concreción de dichos colectivos en zonas
geográficas determinadas les hacen bascular hacia demandas de solidaridad entre países pobres y ricos,
superación de la desigualdad Norte-Sur y una incidencia en la protección del medio ambiente como exigencia de
solidaridad universal. (cfr., texto de la Comisión Internacional de Derechos Humanos de 1968 reunida en Teherán
para analizar los 20años de la proclamación de la ONU).
Esta peculiar lectura desde la solidaridad toma un nuevo rumbo con la incidencia social, económica y cultural de
los cambios producidos por las nuevas tecnologías, en la medida en que tales cambios nos hacen realidad que
vivimos en un ‘mundo común y compartido’ lo que acentúa las situaciones de insolidaridad visualizadas como
pobreza, desarrollismo, devastación del territorio, invasión cultural…
Derivados de esta lectura son:
- el derecho a la paz y a la intervención por parte de un poder legítimo mundial en los conflictos
armados, en los genocidios y crímenes contra la humanidad;
- el derecho a un orden internacional justo que garantice una vida digna a todas las personas;
- el derecho a un desarrollo sostenible y a un comercio justo;
- el derecho a la libre circulación de las personas y no sólo de dinero y mercancías
Todo este conjunto de derechos reclamados son, en realidad, aspiraciones morales quedan ampliando su campo y
encuentran en el valor solidaridad un marco adecuado par armonizar igualdad y diferencia; desarrollo individual y
colectivo; interdependencia década ser humano con los demás, con el entorno natural, con el pasado común y
con las generaciones futuras en la tarea de proponer un ‘marco moral común’ de referencia de derechos y
deberes.
Precisamente, esta consideración de ‘marco moral’ requiere una progresiva legislación al respecto –
declaraciones... – para lo cual es preciso la reunión de una gran movilización de las conciencias, una fuerte presión
social, una acción política decidida y una profundización en los mecanismos de participación cívica propiciados por
la estructura democrática.
Nuestra comprensión de los derechos humanos parte de una triple consideración: moral, jurídica y política.
Siendo la consideración moral la sostenedora de las otras dos, en la medida en la que entendemos los Derechos
Humanos como exigencias o valores morales.
Por su propia dinámica, ‘lo moral’ en tanto que ámbito significativo de lo humano, requiere su puesta en práctica.
Momento en el que aparece la consideración jurídica de los mismos como una suerte de ‘cordón de seguridad’
para que tales valores o exigencias puedan ser disfrutadas por todos los seres humanos.
La consideración de Bobbio cuando dice que el problema de los derechos no es tanto el de su fundación sino el de
su protección, tiene su sentido desde aquí. Pues este peculiar plus de realidad, que es el de su reconocimiento,
requiere para su plena vigencia el recurso de una política –ejercicio del poder – que potencie, ampare y desarrolle
todo este ámbito de los derechos.
De manera que serán, de verdad, derechos humanos, cuando se den las condiciones económicas, sociales,
políticas y culturales apropiadas.
Así, ética, derecho positivo y exigencia política son las condiciones de control y verificación de todo discurso sobre
derechos humanos en el que aparezcan las notas de universalidad, indivisibilidad e interdependencia como ha
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destacado la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena (1993) y la 28º reunión de la
Conferencia General de la UNESCO de 1995. En dichas tres notas puede verse el punto de inserción de esta triple
perspectiva – ética, jurídica y política - que ayuda a profundizar todo el significado antropológico, social y cultural
de tales derechos.
La cuarta y quinta generación de derechos humanos son producto de lo que está sucediendo actualmente en el
mundo respecto de los nuevos descubrimientos científicos y el respeto a la autonomía de las personas. Así
aparecen dos generaciones más para dar fe de esos avances.
El derecho a ser diferente, que se basa en la admisión de los “objetores de conciencia”, es un derecho que surge
en nuestro país a partir del caso “Bahamondez” en 1993. Veamos un extracto de lo que implicó esta resolución 1:
“En abril de 1993, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tuvo oportunidad de expedirse en el denominado
Caso Bahamondez (L.L. 1993-D-125). Marcelo Bahamondez, fue internado en el Hospital Regional de Ushuaia en
razón de estar afectado por una hemorragia digestiva con anemia, pero se negó a recibir transfusiones de sangre
por ser Testigo de Jehová. El juez de Primera Instancia había autorizado las transfusiones de sangre que fueran
necesarias para su adecuado tratamiento médico. Se apeló esa sentencia y la Cámara de Apelaciones de
Comodoro Rivadavia, sostuvo que la decisión de Bahamondez constituía un ‘suicidio lentificado’, realizado por un
medio no violento y no por propia mano, sino por la omisión propia del suicida que no admitía tratamiento y de
ese modo se dejaba morir. El defensor oficial del paciente, interpuso un recurso extraordinario ante la Corte
Suprema, pero, al momento de considerar la cuestión, la Corte constató que en junio de 1989, el paciente había
sido dado de alta. Por ello 5 de los 9 jueces consideraron que no correspondía dictar un pronunciamiento ante la
inexistencia de agravio actual (no subsistía una cuestión litigiosa que requería una sentencia). Sin embargo, dos
jueces se unieron a la opinión de la minoría y por ello seis jueces de la Corte Suprema expresaron su opinión
respecto de los miembros del culto Testigos de Jehová. Para ello, los jueces se dividieron en grupos de a dos,
arribando por distintos caminos a una misma conclusión. Los ministros Fayt y Barra resaltaron el respeto a la
persona como valor fundamental, reconociendo el señorío sobre su vida y su propio cuerpo, invocando el Art. 19
de la Constitución Nacional y el Art. 19 de la Ley 17.132. Los Dres. Cavagna Martínez y Boggiano (en disidencia),
concentraron su enfoque en la libertad religiosa, que incluye la posibilidad de ejercer la llamada ‘objeción de
conciencia’, y la ‘prevalencia de la dignidad humana frente al perjuicio que posiblemente cause la referida
ausencia de transfusión sanguínea’. Por último, los Dres. Petracchi y Belluscio (en disidencia), consideraron el
respeto por la autonomía individual, la privacidad y la esfera íntima de la persona, de esa manera la libertad del
individuo sólo puede ser excepcionalmente limitada por algún interés público relevante, reivindicando la tarea de
la Corte como garante supremo de los derechos humanos.
A partir del Caso Bahamondez, la jurisprudencia, que se inclina por respetar la decisión del paciente a no
transfundirse, en las condiciones arriba mencionadas, es abrumadora. Sin embargo, es menester aclarar que no
ocurre lo mismo con los menores, donde en caso de oposición de los padres a que se practiquen en sus hijos
transfusiones sanguíneas, se debe recurrir a la justicia. Porque en estos casos el derecho a la libertad de cultos,
debe ceder ante el derecho a la vida y a la salud de los incapaces teniendo en cuenta que el ejercicio de la patria
potestad no debe ser abusivo y que los menores que no pueden decidir por sí mismos, deben ser protegidos por
el Estado Si bien el Decreto Nº 2316/03, modifica la reglamentación de la Ley Básica de Salud, eliminando la edad
para firmar el consentimiento informado en estudios y tratamientos, creo conveniente que sea el juez quien
escuche al menor de 21 años y decida si respeta o no su decisión de no transfundirse”.
En este caso, se refleja entonces el derecho a ser diferente, es decir, sobre la base de las condiciones ya expuestas,
el derecho de los objetores de conciencia se ha trasladado en la actualidad al derecho a rechazar tratamientos
médicos, sobre el que existen numerosos pronunciamientos. Su base es la autonomía de las personas o, en otras
palabras, es su capacidad de decidir sobre sí misma luego de haber sido correctamente informada sobre las
consecuencias de las acciones a practicarse sobre ella. Prima lo que se llama ‘calidad de vida por sobre la cantidad
de vida’. Obviamente, esto aún no se traslada a todos los ámbitos, es por eso que aún en nuestro país (año 2009)
no se admite la eutanasia.
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Por otro lado está el derecho a la identidad biológica, que surge del descubrimiento del genoma humano 2. Este
descubrimiento consiste en la posibilidad de realizar un mapeo genético de las personas para poder descubrir los
genes. Su objetivo es mejorar la calidad de vida (por ejemplo previniendo problemas genéticos); el problema es
que además se pueden predecir tendencias y esto puede llevar luego a lo que se llama “cribado” (discriminación)
en varios ámbitos, por ejemplo el laboral. Por ello, el derecho a la identidad biológica como quinta generación de
los derechos humanos aparece como barrera para la difusión de estos datos; por ejemplo, cuando una persona
nace se puede congelar el cordón umbilical para luego resolver algunas cuestiones que se puedan presentar
respecto a las enfermedades de esa persona. El cordón umbilical posee las células madre, que son las que dan
origen a las otras células. Junto con esto se analizan temas de manipulación genética (por ejemplo, selección de
genes para las características de personas como se hace en Holanda), la criogénesis de embriones y clonación,
entre otras cuestiones que se han presentado como polémicas.
Luego de lo expuesto sintéticamente sobre la aparición de estos dos nuevos derechos podemos pensar en que
estas cinco generaciones de derechos humanos, se contemplan los mínimos valores compartidos que nos unen a
pesar de que los ordenemos de diferentes maneras entre las distintas personas y culturas.
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