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Clase Teórica Nº 2
Las relaciones entre los géneros expresan una relación desigual: teniendo en cuenta los estereotipos vigentes: uno, el varón es
autónomo, proveedor económico, toma decisiones; atributos ligados con lo racional y lo público; y otra, la mujer es
dependiente, administradora, ejecutora de tareas ligadas a lo doméstico, atributos ligados con lo emocional y lo privado.
Indudablemente se trata de mecanismos con entramados más complejos, no obstante la matriz generadora de este sistema
permanece inalterable acomodándose a los tiempos.
En el ámbito privado las relaciones de poder están directamente condicionadas por el género y la posición de los individuos
o sujetos en las redes familiares, el poder se asocia también con la capacidad económica.
El hecho de que todo el trabajo doméstico siga recayendo fundamentalmente en las mujeres y esté considerado como “no
actividad” (no hay un salario a cambio) significa una minusvaloración en la propia autoidentidad / autoestima y también en la
identidad social de la mujer. Y esto acontece también en el caso de mujeres trabajadoras, cuyos ingresos muchas veces son
considerados sólo como “ayuda” al presupuesto familiar, y continúan soportando en exclusividad la doble jornada, laboral y
doméstica.
La desigualdad salarial por igual trabajo se sostiene aún y, en los casos en que sea la mujer el único sostén económico, sigue
vigente que el “Jefe” es el varón.
Redefinir la identidad de las mujeres en la vida pública supone incorporar a la agenda muchos de los problemas y desafíos de la
vida privada así como replantear y superar la tradicional división sexual del trabajo.
Para redefinir, repensar y replantear es fundamental tener en cuenta el desarrollo del concepto de
Ciudadanía:
1.
2. Ciudadanía:
El concepto de ciudadanía incluye tanto las relaciones entre los ciudadanos/as, como las relaciones entre los ciudadanos/as y el
Estado.
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Constituye el estatus otorgado a aquellos/as que son miembros plenos de la comunidad. Quienes poseen este estatus son iguales en
el respeto de sus derechos y deberes. Podemos distinguir tres dimensiones en la ciudadanía moderna: la civil, la política y la social1.
¾ Ciudadanía civil: comprende los derechos necesarios para la libertad personal, la libertad de expresión y de pensamiento,
los derechos de propiedad y los derechos a la justicia. Fueron los primeros derechos conquistados para enfrentar el abuso
en el ejercicio de la autoridad; y el Estado debe ser garante de estos derechos civiles y protegerlos contra los abusos.
¾ Ciudadanía política: supone el derecho a participar en el ejercicio del poder político a través del voto y el derecho a ser
elegido/a. El ideal liberal de ciudadanía aparece centrado en los derechos civiles y políticos.
¾ Ciudadanía social: puede ser definida como un vínculo de integración social que se construye a partir del acceso a los
derechos sociales, siempre cambiantes en una comunidad. Está conformada por los derechos a la educación, al bienestar y
a la seguridad económica y social. Incluye derechos y también obligaciones, tales como el derecho y la obligación del
trabajo, el pago de impuestos, la educación de las nuevas generaciones, el acceso a la salud, etc.2. No se trata de una
capacidad personal, sino que está estructurada socialmente a través de las leyes que le otorgan un cierto grado de
permanencia.
Podríamos decir, en términos generales, que los derechos civiles fueron consagrados en el siglo XVIII, los políticos en el
siglo XIX y los sociales y culturales en el siglo XX.
“Pensar la ciudadanía –un concepto que se nos ha presentado como universal, desde la diferencia de género-, nos abre la mirada
para ver que pasa con la ciudadanía de los varones y la ciudadanía de las mujeres”. (Maffía, D. 2007).
La humanidad debió recorrer un largo camino para reconocer los derechos humanos de las mujeres, niñas
y niños.
Por medio del análisis de las relaciones sociales de género se han puesto en evidencia las tensiones teóricas del concepto de
ciudadanía ya que no tiene en cuenta los procesos diferenciados de adquisición de derechos civiles, políticos y sociales para
varones y mujeres. 3
1
Pautassi Laura, en Herrera, Gioconda; “Las fisuras del Patriarcado”, Reflexiones sobre Feminismo y Derecho, Quito,
Ecuador, Ed. Apora, p. 66 y ss.
2
Estos derechos sociales fueron conquistados en Europa en el siglo XX, con posterioridad a los derechos civiles y
políticos y se corresponden con el desarrollo de la industrialización, de las instituciones del Estado moderno de
bienestar y con el reconocimiento del sindicalismo.
3
Burín, Mabel y Meler, Irene; “Género y Familia”, Poder, Amor y Sexualidad en la Construcción de la Subjetividad;
Estudios de Género. Reseña Histórica, p. 20 y 21, Ed. Paidós.
4
Recién la Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993), estipula que los derechos humanos de las
mujeres y de las niñas son inalienables y forman parte integrante e indivisible de los derechos humanos universales.
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Desde la perspectiva de “Ciudadanías Diferenciadas”, se visibilizan los derechos de las mujeres y de los niños y niñas. Una
ampliación de la ciudadanía, promoviendo los derechos de todos y todas.5
Una lectura de la ciudadanía que incluya los derechos sociales es de una importancia primordial para el status de las mujeres en la
sociedad y en la familia. Se trata de una conceptualización de ciudadanía como “derecho a tener derechos”, una construcción
histórica y social basada en la participación y en la conciencia social.
Revertir las desventajas es basar los derechos en las necesidades reales de dichos grupos y no
en ideas abstractas sobre las necesidades de un ciudadano universal.
La noción de equidad tiene una connotación de justicia. La igualdad propone lo mismo para todas y
todos mientras que la equidad introduce un principio ético: igualdad en el ejercicio de los derechos
pero sobre la base del reconocimiento de las diferencias entre varones y mujeres.
La equidad de género da cuenta del cuestionamiento acerca de una supuesta igualdad universal, que no
contiene las diferencias y desigualdades entre los géneros.
Perspectiva de género:
Es una mirada diferente sobre las relaciones entre los géneros.
Permite la real democratización de las relaciones interpersonales, sociales, económicas y políticas, puesto que tiene en
cuenta las diferencias y promueve la igualdad en condiciones de equidad.
En este sentido, la OIT, en 1968 aprobó el convenio de igualdad de remuneración de la mano de obra de varones y mujeres, por
trabajo de igual valor.
En los planos nacionales y regionales casi todos los países crean organismos específicos de planificación, defensa y control de los
progresos alcanzados en el adelanto de las mujeres. (Plataforma de Beijing. Disposiciones institucionales. 1995).
Plataforma de Beijing: Objetivo estratégico H.2
5
Considera que el uso hasta ahora hegemónico de “ciudadanía integrada” atenta contra el concepto de igualdad, ya
que niega en la práctica los derechos de género, de etnia y de las minorías sociales.
6
Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Tiene rango constitucional.
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Integrar la perspectiva de género en las legislaciones, políticas, programas y proyectos estatales.
7
Plan de Igualdad de Oportunidades y de trato entre varones y mujeres de la Ciudad de Buenos Aires PIO./DGM.
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