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EL ERASMISMO EN ESPAÑA

JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

SUMARIO: Introducción. 1. Nacimiento (1516-1524). 11. Apogeo (1525-


1530). 111. Declive, persecución y vida subterránea (1530-1615). IV. Frutos.
V. Bibliografía sobre el erasmismo en España.

1. INTRODUCCIÓN

La palabra erasmismo fue acuñada, al parecer, por Marcelino


Menéndez Pelayo l. Por erasmismo se entiende «el movimiento
suscitado por Erasmo en su tiempo». Se trata de un movimiento
rico y complejo, más religioso que cultural, que aspiraba a elimi-
nar los abusos existentes en la Iglesia y a reformar la vida cris-
tiana, la pastoral y la Teología. Según Bataillon, se caracteriza
por su espiritualismo y su evangelismo. El espiritualismo o culto
en espíritu trae consigo la desvalorización de las ceremonias, de
las prácticas rutinarias, de las devociones sin alma y del ritua-
lismo de las observancias monásticas. Es un tema central del
Elogio de la locura. Es sobre todo el mensaje del Enchiridion
militis christiani, el libro erasmiano por excelencia. El evange-
lismo, que preconiza la vuelta a la Sagrada Escritura, especial-
mente al evangelio, tiene como contrapartida la desvaloración de
la escolástica. La Teología · erasmiana se centra en el conoci-
miento directo de la palabra divina, sobre todo del evangelio y
de las epístolas de San Pablo en su texto original. De ahí la
necesidad de las tres lenguas: latín, griego y hebreo. Pero el
evangelio no debe reservarse a los sabios. Debe ponerse al
alcance

l. M. MENÉNDEz PELAYO, Historia de los heterodoxos españoles, 11,


Madrid 1880, pp. 74, 95 Y 129.

SCRIPTA THEOLOGICA 18 (1986/1) 117-155 117


JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

del hombre de la calle por medio de traducciones a todas las


lenguas vernáculas, de la predicación y de la catequesis. Tal es
el programa que Erasmo lanza en su Methodus, en su Paracle-
sis y en su Ecclesiastes, y que él realiza en parte con su edi-
ción grecolatina del Nuevo Testamento, con sus Paraphrases
de las epístolas, de los evangelios y de los hechos de los após-
toles, y con sus tres catecismos 2.
La resonancia del erasmismo fue más profunda en España
que en otros países. Inglaterra ejerció más influjo sobre Erasmo
que el recibido de él; Italia se mostró reticente; Alemania
estuvo dividida, al paso que España fue la más acogedora 3. Los
españoles acogieron a Eramo a su manera. El erasmismo espa-
ñol en sui generis, bastante diferente de un erasmismo francés,
alemán o de los Países Bajos, si es que en esos países se puede
hablar de erasmismo 4 •
El primero que estudió el fenómeno del erasmismo español,
si bien rápidamente, fue E. Bohmer 5 • Menéndez Pelayo le con-
sagró más de cien páginas en su História de los heterodoxos
españoles y previó que alguien escribiría un libro que pudiera
titularse «El erasmismo en España»6. Bonilla y San Martín se
limitó a estudiar la influencia directa de Erasmo manifestada en
las traducciones y ediciones que aquí se hicieron de sus escri-
tos 7. Por fin Marcel Bataillon compuso el libro soñado por el
polígrafo santanderino. Su obra maestra Erasme et /'Espagne
(Paris 1937) ha tenido tres ediciones. El presente estudio sigue
de cerca y remite a la segunda edición castellana (México
1966), corregida y puesta al día por el autor y el traductor.

2. M. BATAILLON, Hacia una definición del erasmismo, en IDEM, Erasmo


y el erasmismo, Barcelona 1978, pp. 141-161. Cf. A. CASTELLÁN, Erasmo y
el erasmismo, en Juan de Valdés y el circulo de Nápoles, en «Cuadernos de
Historia de España» 35-36 (1962) 228-273. Sobre los tres catecismos cf. R.
PADBERG, Erasmus als Katechet, Freiburg. i. Br. 1956.
3. J. BEUMER, Erasmus der Europtier. Die Beziehungen des Rotteroda-
mers zu den Humanisten seiner Zeit unter verschiedenen Nationem Europas,
Werl i. W. 1969.
4. M. ROTSAERT, Les premiers contacts de Saint Ignace avec /'érasmisme
espagnol, en «Revue de I'historie de la Spiritualité» 49 (1973) 445.
5. E. BÓHMER, Erasmus in Spanien, en «Jahrbuch für romanische und
englische Literatur» 4 (1862) 158-165.
6. Cit. en la nota 1, pp. 26-128.
7. A. BONILLA y S. MARTIN, Erasmo en España. Episodio de la historia
del Renacimiento, en «Revue Hispanique» 17 (1907) 379-548.

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Posteriormente han hecho notables aportaciones Eugenio Asen- .


sio, Ricardo García Villoslada y otros muchos, como iremos
viendo.
En la historia del erasmismo español se pueden distinguir
tres fases: Nacimiento; Apogeo; Declive, persecución y vida
subterránea. A lo largo de las tres etapas el erasmismo produjo
frutos de índole diversa, que señalaremos sintéticamente en el
cuarto apartado.

1. NACIMIENTO (1516-1524)

El nacimiento fue tardío. Hasta el año 1516 el nombre de


Erasmo no campea en moldes españoles, aunque para entonces
varias de sus obras eran conocidas de una selecta minoría. En
dicho año, poco después de la proclamación de Carlos 1 como
rey de España, se imprimió en Sevilla la COllcio de puero
Ihesu, vertida al castellano por el bachiller Diego de Alcocer
con el título de Tratado o sermón del niiio Jesú y en loor
del estado de niiiez. Con ella, Alcocer se anticipa a todas las
traducciones europeas de Erasmo. El traductor califica al rete~
rodamo de eruditísimo en todo género de saber, así en letras
griegas como en latinas 8 • Su fama llenaba Europa desde hacía
vários años. Cisneros le invitó por dos veces a colaborar en la
Políglota de Alcalá, pero Erasmo declinó la invitación. España
no le gustaba: Non placet Hispania. No quería hispanizarse.
Más tarde se arrepentirá: «¿Por qué no me habré dirigido allá,
en lugar de haberme marchado a Alemania?» (25 de marzo
1524)9.
Pero, si él no vino, vinieron sus libros poco a poco. En
1516 Hernando Colón adquirió en Florencia las Lucubratiuncu-
lae, de Erasmo, en la edición de Lovaina de 1509, miscelánea
en la que figuraba el Enchiridion. Dos años después el mismo
Colón compró en Valladolid la Institutio principis christiani
(1516), compuesta por Erasmo para el archiduque Carlos, el

8. Edición facsímil con un estudio preliminar de Eugenio Asensio,


Madrid 1969.
9. P. S. ALLEN-H. M. ALLEN, Opus epistolarum Desiderii Erasmi, III 6,
92 (año 1517) y V 419, Oxford 1906-1958.

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futuro rey de España, de quien había sido nombrado consejero


con una pensión de 200 florines anuales 10 • .
En 1520 llegó al gran público español el segundo mensaje
erasmiano, la Querela pacis, en versión castellana del canónigo
sevillano Diego López de Cortegana; pero este alegato pacifista
aparecía en un momento poco propicio, cuando nadie quería oir
la palabra paz. Su éxito fue escaso y no volvió a salir a la luz
hasta 1529 11 •
En 1521 el humanista Hernán López de Yanguas, en sus
Triumphos de locura, publicados en Valencia, imitó de una
manera libre el Elogio de la locura, con una reminiscencia bas-
tante clara del Monachatus non est pietas. Este poema moral
constituye la imitación más antigua de Erasmo y un importante
testimonio sobre los comienzos de la corriente a que va ligado
el nombre del humanista holandés 12.
En 1524 se vendió en Barcelona el Encomiun Moriae 13,
obra que todavía sigue editándose con frecuencia en castellano.
Por aquellos años algún fraile navarro y algún canónigo de la
catedral de Pamplona compraron, no se sabe dónde, el Antibar,-
barorllm liber (Basilea 1520) y las Paraphrases in omnes epis-
tolas Pauli apostoli (Estrasburgo 1523), actualmente en la
Biblioteca General de Navarra (Pamplona), procedentes de los
conventos desamortizados, y en la Biblioteca Capitular.
Entretanto el centro dei erasmismo español se había despla-
zado de Sevilla a Alcalá de Henares, en cuya universidad con-
fluían los admiradores más fanáticos y los enemigos más
irreductibles de Erasmo. El primero que se lanzó a la palestra
fue el helenista Diego López de Zúñiga, que hasta su muerte
(1531) será la pesadilla del roterodamo. Su . opúsculo Annota-
[iones . contra Erasmum ROlerodamllm in defensionem tralalio-
nis No!"i Testamenli (Alcalá 1520) ponía ' al descubierto los

lO. T. MARIN, Obras r libros de Hemando de Colón, Madrid 1970.


11. M. BATAILLON, Erasmo .r Espalia. pp. 90-91.
12. E. ASENSIO, Los estudios sobre Erasmo. de Marcel Bataillon, en
«Rev. de Occidente», 63 (1968) pp. 315-317: M. BATAILLON • Un problema
de influencia de Erasmo. El «Elogio de la locura», en IDEM. Erasmo .r el
erasmismo, cit., pp. 327-346.
13. J. M. MADURELL-J. RUBIO 1 BALAGUER, Documentos para la historia
de la imprenta y libreria en Barcelona. /474-/553 , doc. 394 bis, n. 49, Barce-
lona 1955 .

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EL ERASMISMO EN ESPAÑA

errores cometidos por Erasmo en su primera edición del Novum


Instrumentum (1516). Más de 300 errores. Errores de crítica
textual, de identificación de lugares y de traducción, sospe-
chosa, a su juicio, de herejía. Cisneros le había prohibido su
publicación; pero, muerto el cardenal, vomitó su veneno. El
humanista holandés le replicó con una Apología destemplada
(Basilea 1521), lamentando que Zúñigaempleara su talento y
sus conocimientos en una labor puramente negativa. Juan de
Vergara quiso terciar en la contienda y, al enviar a Zúñiga la
Apología de Erasmo, trató de hacerle comprender la talla del
adversario, al que había provocado, hombre de rara penetración
de juicio, de una facilidad prodigiosa y de una ilimitada capaci-
dad de trabajo. S u gloria no conocía precedente en los siglos
modernos. Al atacarlo, Eduardo Lee había concitado contra sí
una indignación general (10 oct. 1521). E sta última noticia sor-
prendió a Zúñiga, pues no pensaba «que nadie se hubiese ade-
lantado a echar garrocha a este toro tan bravo antes que yo,
porque quisiera yo mucho aquella gloria» (9 de enero 1522) 14.
Enardecido ante la talla del adversario, Zúñiga lanzó un
ataque más virulento con el título Blasfemias e impiedades de
Erasmo de Rotterdam (Roma 1522), en que pretendía haber
mostrado «que este hombre es no solamente un luterano, sino
el portaestandarte y el príncipe de los luteranos. Para ello no
he tenido que hacer otra cosa que callarme, pues sus propios
escritos lo demuestran con toda evidencia, como se verá por los
extractos que siguen». De momento, Zúñiga se limitaba a citar
frases reveladoras del luteranismo de Erasmo. anunciando que
muy pronto refutaría sus errores por medio de tres libros. Y,
como si qUIsiera excitar el apetito sin saciarlo, publicó en el
mismo año un Libelo precursor de los tres volúmenes
(Roma 1522).
Erasmo se defendió ingeniosamente, pero no logró tapar la
boca a su adversario, quien continuó impertérrito su guerra de
libelos, aunque no llegó a publicar el Paralelo entre Erasmo y
Lutero, que había prometido, y con el tiempo fue reduciendo su
agresividad a medida que Erasmo se volvía más conservador. La
muerte le sorprendió con un montón de observaciones críticas,
que mandó entregar a Erasmo por si podían serle de alguna uti-

14. ALLEN, VI, 624 Y 626.

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lidad. Al fin ponía en práctica el consejo que le había dado el


cardenal Cisneros.
En el ardor de la lucha intervino a favor de Zúñiga su
amigo Sancho Carranza de Miranda, hijo de la universidad de
Alcalá, como él, con un Opúsculo contra algunas anotaciones
de Erasmo (Roma 1522). A este ataque moderado respondió el
holandés en el mismo tono. Carranza, a pesar de ser un puro
escolástico, no tardó en pasarse a las filas erasmianas, que con-
taban con dos potentes focos de irradiación: Alcalá y la corte.
Una carta de Juan de Vergara a Luis Vives es reveladora:
«Saluda a Erasmo en mi nombre con todo respeto o por carta,
si estuviese ausente. Pasma la admiración que inspira Erasmo a
todos los españoles, sabios e ignorantes, eclesiásticos y laicos»
(6 sept. 1522). Dos años después Vives escribía a su maestro:
«Desde hace mucho tiempo no he recibido noticia más grata
que ésta: los españoles también se interesan por tus obras.
Espero que con su lectura y con otras semejantes se suavicen y
despojen de ciertas concepciones bárbaras de la vida» (16 junio
1524)15.
Erasmo contaba, además, con altos apoyos en la corte: el
canciller Gattinara, el arzobispo de Compostela, Alonso de
Fonseca (trasladado a Toledo el 31 dic. 1523); el Inquisidor
General Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla; el secretario
Alfonso de Valdés, «más erasmista que Erasmo», en frase del
valenciano Olivar; el doctor Núñez Coronel... Contaba también
con plumas excelentes, que manejaban el latín con el mismo
garbo .que el castellano. Contaba, sobre todo, con un terreno
preparado por corrientes iluministas y las reformas de los
Reyes Católicos y de Cisneros. El humanista holandés no disi-
muló su satisfacción: «Me alegro de que esta nación me sea
favorable» . «Por una extraña fatalidad comienzo a caer en gra-
cia a los españoles» 16 .

15. 494; V, 475 .


ALLEN , VI ,
16 . ep. 1791, lin. 34; V , 419 Y 535. Sobre Manrique ef. M.
ALLEN , VI ,
AVILÉS, en Historia de la Inquisición en España y América 1, dir. J . PEREZ
VILLANUEVA y B. ESCANDELL, Madrid 1984, pp. 448-472 ; K . WAGNER, El
arzobispo Alonso Manrique. protector del Erasmismo y de los reformistas
en Sevilla, en «Bibl. d'Humanisme et Renais». 45 (1983) 349-350.

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EL ERASMISMO EN ESPAÑA

11. ApOGEO (1525-1530)

El erasmismo había nacido y comenzaba a ser el alma de


una revolución espiritual. El mercader Erasmo Schets, infor-
mado por Francisco VayIle y otros amigos españoles, se hizo
eco del entusiasmo despertado en el país por los escritos eras-
mianos: «Casi todos los hombres de aquella nación, magnates,
sabios e ilustres te glorifican de tal manera que, si visitases la
Península, te saldrían al encuentro a mitad de camino para
recibirte. Ninguna doctrina, ningún escrito se lee ya entre ellos
ni se estima, fuera de tus libros. Dicen que con su lectura se
sienten iluminados por el Espíritu divino y sus conciencias,
consoladas» (30 de enero 1525) 17.
Este precioso testimonio nos revela por primera vez la exis-
tencia de un selecto grupo, contagiado por la piedad erasmiana.
De él formaba parte Miguel de Eguía, impresor de la universi-
dad complutense. El tipógrafo navarro sentía viva admiración
por Erasmo; pero no por el Erasmo crítico y zumbón, autor de
los Coloquios y del Elogio de la locura, sino por el Erasmo
pietista y comentador del Nuevo Testamento. Provisto de un
privilegio real, que le aseguraba el monopolio de la impresión
de ciertas obras del escritor holandés por espacio de ocho años
(31 de marzo 1525), emprendió en 1525 una campaña de edi-
ciones erasmianas, dando así un poderoso impulso al movi-
miento recién nacido. Aconsejado por los teólogos complutenses,
comenzó por estampar en latín (mayo o junio de 1525) la obra
básica de la nueva espiritualidad, el Enchiridion militis chris-
tiani, junto con la Parac/esis o exhortación a la lectura de la
Sagrada Escritura, y el Christiani hominis institutum. En junio
del mismo año puso al alcance de profesores y estudiantes la
obra pedagógica y retórica de Erasmo: los tratados De copia,
De ratione studii y De componendis ep isto lis , que volvió a dar
a luz en 1529.
En el referido año 1525 el tipógrafo universitario dedicó al
arzobispo de Toledo, Fonseca, una edición de la Precatio
dominica, seguida de la Paraphrasis in tertium psalmum y del
tratado De libero arbitrio. Con esta última obra quiso tapar la

17. ALLEN, VI, 13-14.

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boca a los calumniadores de Erasmo. Le acusaban de luterano;


pero, mirándolo bien, ellos detestaban las buenas letras más
que a Lutero. Erasmo era el hombre que había reconciliado en
sí la erudición y la piedad, largo tiempo divorciadas.
He ahí por qué Miguel de Eguía, sin preocuparse de la
reacción antierasmiana, prosiguió su plan de divulgar las obras
del roterodamo, que pudieran ser útiles a la piedad española.
En menos de cinco meses, dentro del citado año 1525, sacó a
la luz las Paráfrasis sobre los cuatro evangelios y las epístolas
en cinco volúmenes. Pero el apogeo de toda la campaña lo
constituye la publicación, en 1526, de la versión del Enquiri-
dion hecha por un canónigo de Palencia, Alonso Fernández de
Madrid, arcediano de Alcor, en una prosa castiza. «Colabo-
rando a su modo con el autor, sin traicionarle jamás, había
sabido atenuar el efecto de las fórmulas más atrevidas y glosar
el contenido de las frases, cuya brevedad podía originar un
enigma para los espíritus simples ... Los españoles de gusto deli-
cado saborearán esta traducción como una de las obras maes-
tras de su literatura, y hay que reconocer que pocos libros
huelen menos a traducción» 18.
La obra, que respondía a las aspiraciones de la época, tuvo
un éxito insospechado. ElIde septiembre de 1526 el huma-
nista Juan Maldonado escribía a Erasmo: «Ya ha salido el
Enquiridion en español y los tipógrafos, a pesar de haber
tirado millares de ejemplares, no pueden dar abasto a la multi-
tud de compradores» 19. Una segunda tirada, hecha en el verano
del mismo año, también se agotó enseguida. Fue preciso lanzar
al mercado, en enero de 1527, la tercera edición castellana del
Enquiridion. El traductor, emocionado, comunicó a Erasmo:
«Salió a la luz este libro con tanto amor y aplauso de tu nom-
bre, y aun con tanta utilidad del pueblo cristiano, que nada es
hoy tan manoseado por todos entre nosotros. En la corte del
emperador, en las ciudades, en las iglesias, en los monasterios,
hasta en las posadas y en los caminos, todo el mundo tiene el
Enquiridion en español. Antes era leído en latin por una mino-
ría de latinistas y éstos no lo entendían bien. Ahora es leído en
castellano por gentes de todas clases y muchos, que nunca

18. BATAILLON, Erasmo y España, cit. p. 19l.


19. ALLEN, VI, 397.

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habían oído hablar de Erasmo, han conocido su existencia por


este libro» 20.
En otra carta anterior, el propio arcediano había escrito a
Luis Coronel: «No se lee otra cosa sino el Enquiridion ... Ya
este negocio (de defender a Erasmo contra los frailes), aunque
estoy presente, no me toca a mí principalmente. Toca, más que
a todos, a Dios y a su Iglesia, a quien se hace injuria en difa-
mar tal doctrina con que se pueden mucho aprovechar los cris-
tianos; y hácese a un varón tan docto y tan pío y tan
benemérito de la religión cristiana y de todas las buenas
letras»21. En fin, Alfonso de Valdés decía a Maximiliano Tran-
silvano, secretario del emperador en Flandes: «No hay en
España mercancía que se venda mejor que las obras de
Erasmo, a pesar de los monjes» 22.
y no se diga que se trata de testimonios parciales, cargados
de optimismo y de empalagosa adulación al maestro. Las edi-
ciones cantan. Además de las cuatro alcalaínas, que ya conoce-
mos, en 1528 salieron otras cuatro: dos en Valencia, una en
Zaragoza y la cuarta en Sevilla. En 1529 Eguía sacó una
nueva edición. En adelante el ritmo fue decreciendo: 1533,
1541, 1550, 1555 y 1556. En total, 14 ediciones. Por otra
parte, Eguía reimprimió en Toledo el Sermón del niño Jesús
(1526) y publicó en Logroño la Declaración del Pater noster y
el Sermón de la grandeza y muchedumbre de las misericordias
de Dios, con un prólogo elogioso para el humanista holandés.
La invasión erasmiana fue arrolladora. Erasmo se convirtió
en el ídolo de España. Las catedrales estaban llenas de eras-
mistas. Nuevamente fue invitado a trasladarse a España, con la
seguridad de que no existía país alguno en que el nombre de
Erasmo fuese más favorable entre los reyes, los próceres ecle-
siásticos y los maestros de las buenas letras (26 de abril
1526)23. Tampoco esta vez aceptó, como igualmente rechazó
otras invitaciones de Italia, Francia y Polonia. Este ambiente
saturado de fervor erasmiano respiraron en Alcalá Constantino
Ponce de la Fuente, Agustín Cazalla, Francisco de Vergara,
Juan de Valdés, Pedro Guerrero, cuya biblioteca particular aco-

20. ALLEN, VII, 244-245 (13 nov. 1526).


21. ALLEN, VI, 498 (10 sept. 1526).
22. ALLEN, VI, 397, nota 176 (13 nov. 1527).
23. ALLEN, VI, 324.

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JOSE GOÑI GAZTAMBIDE

gerá las obras completas de Erasmo y varias obras sueltas,


como los Coloquios, el Ecclesiastes; y San Juan de Avila, que
más tarde recomendará a sus discípulos la lectura de ,las Pará-
frasis de Erasmo, a condición de que tuviesen cuidado con
algunos pasajes, y las Anotaciones del mismo, que les aprove-
charían en gran manera para la inteligencia del Nuevo Testa-
mento (1538). El mismo en sus Lecciones sobre la epístola a
los Gálatas cita nueve veces a Erasm0 24 • Iñigo de Loyola,
tocado también por el erasmismo, saldrá altamente beneficiado.
Pero ¿es que el fundador de la Compañía de Jesús leyó las
obras de Erasmo? El problema se plantea sobre todo respecto del
EI/ch iridio 1/ • La mayoría de los historiadores está de acuerdo en
afirmar que lo leyó, al menos parcialmente. La discrepancia
surge cuando se trata de precisar si en Alcalá o en Barcelona.
Esta discrepancia radica en las fuentes. Existe una doble serie de
testimonios antiguos a favor de cada una de las dos ciudades. El
más valioso y primitivo, el de Cámara, sólo habla de Alcalá.
Ribadeneira, en sus Collecta l/ea (antes de 1572), le sigue fiel-
mente. En ambos se apoya Bataillon para subrayar la influencia
de Erasmo sobre el Santo. Bataillon interpreta la frase portu-
guesa «que leyese por el EllchiridiOI1 militis christiani», como si
el confesor Miona y las otras personas piadosas le hubiesen
recomendado, no simplemente que leyese el En ch iridio n , sino
que lo tomase como un libro ordinario de lectura espiritual 25 • A
juicio del padre Batllori, «esta solución tiene la ventaja de no
interpretar el texto básico de Cámara como si Ignacio no hubiese
querido leer jamás el Enchiridion, cuya influencia en el principio
y fundamento parece demasiado textual y clara para poder expli-
carla por simple influencia oral, como podrían explicarse, en
cambio, ótras reminiscencias erasmianas en San Ignacio» 26.
A nadie se le había ocurrido comparar los Ejercicios espiri-
tuales con la versión castellana del Enchiridion. Lo ha hecho por
vez primera Rotsaert y ha descubierto que la palabra clave indi-
ferentes relativa a las cosas que no son ni buenas ni malas, en el

24 . Obras completas del B. Mtro . Juan de Al'ila, 1, ed. L. SALA BALUST,


Madrid 1952, pp. 980-981 Y 291, cartas 225 y 5.
25. M. BATAILLON, Era smo y ESpaFlD, cit., p. 212-213 ; Idem, Recensión
de Fontes narratil'i, 1, en «Bul!. Hispanique» 49 (1947) 98-101.
26 . M. BATLLORI , Sobre I'Humanisme a Barcelona durant els estudis de
Sant Ignasi: 1524-1526, en «Quaderni Ibero-Americani» 3 (1955) 229.

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EL ERASMISMO EN ESPAÑA

pasaje lanlum quanlum, se halla en la traducción del arcediano


de Alcor y no en el original latino. De donde se deduce que
Iñigo leyó en Alcalá el Enquiridion en castellano, no en latín,
del que no habría entendido casi nada 27.
Ribadeneira, en su Vida latina (1572), seguido por Polanco
(1574) y Maffei (1585), pone todo el episodio en Barcelona y
lo manipula. La finalidad de la lectura no es sólo la devoción,
sino el aprendizaje del latín. Pero Iñigo echó de ver algunas
veces, que se le entibiaba el fervor y se le enfriaba la devoción.
Por eso acabó por arrojar de sí el libro, cobrando hacia las
obras de Erasmo tan grande ojeriza, que después jamás quiso
leerlas ni consintió que las leyesen en la Compañía, sino con
mucha cautela. En este testimonio se basan varios autores
(Dalmases, Leturia, García Villoslada, etc.) para afirmar que el
episodio se repitió dos veces: una en Barcelona con el texto
latino y otra en Alcalá con el texto castellano. «Pero la depen-
dencia de la Vila respecto del texto de Cámara es demasiado
estrecha para admitir sin reservas esta solución. Y ¿por qué no
dicen ni una palabra de esta primera prevención de Ignacio
hacia Erasmo ni la Autobiografía ni los Sumarios de Polanco
ni Nadal ni Laínez?»28 . Además, las fuentes sitúan el episodio
en un sitio o en otro, pero ninguna lo pone en los dos 29. La
anécdota encaja bien con el ambiente erasmiano de Alcalá de
Henares, no así en Barcelona, donde el Enchiridion no figura
en documento alguno referente a librerías, bibliotecas o impren-
tas en toda la primera mitad del siglo XVI 30.
En todo caso parece seguro que el santo guipuzcoano hojeó
el Enquiridion más de una vez y, como tenía una memoria
tenacísima, no es extraño que se le pegase algo de su conte-
nido. En efecto, el Enquiridion y los Ejercicios persiguen la
reforma de la vida, presentan un carácter Cristocéntrico y aspi-
ran ·a una religión más interior y personal y, pese a la diversi-
dad de enfoque y estructura, contienen no sólo muchas ideas

27. M. ROTSAERT, Les premiers, cit., p, 463.


28. M. BATLLORI, Sobre f'HlImanisme cit., p. 229.
29. J . M. GRANERO, Sentir con la Iglesia, en «Miscel. Comillas» 25
(1956) 217, nota 28.
30. M. BATLLORI, Sobre f'HlImanisme cit. p. 230; M. BATAILLON , De
Erasmo a la Compmiia de Jesús. Protesta e integración en la Reforma Cató-
lica del siglo XVI, en IDEM. Erasmo y el erasmismo, pp. 203-244.

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comunes, sino también ciertas frases parecidas. La analogía


más sorprendente, detectada hace más de medio siglo, es la que
existe entre el principio y fundamento de los Ejercicios y la
regla IV del Enquiridion respecto de las cosas neutrales 31. Se
pueden señalar otras reminiscencias, como el opósito per dia-
metrllm, el como si, etc 32. Rotsaert, mediante un análisis muy
perspicaz, ha encontrado varios paralelismos, comenzando por
determinar qué era Iñigo en 1526 y qué Erasmo tenía por
delante. El Iñigo de 1526 era muy diferente del Ignacio de
1552, y el Erasmo de Alcalá era un Erasmo suavizado por el
arcediano de Alcor, protegido oficialmente por los papas, por el
emperador, el arzobispo de Toledo, el inquisidor general, etc.
En 1552 todo había cambiad0 33 •
Iñigo de Loyola leyó también el prefacio de Erasmo y su
Paráfrasis de San Mateo, no sin influir notablemente en su doc-
trina espiritual 34.
O'Reilly no parece haber tenido en cuenta el trabajo de
Rotsaert, aunque lo cita. Quizá llegó a sus manos demasiado
tarde. Lo cierto es que descubre entre el Enchiridion y los
Ejercicios más divergencias que semejanzas. No ve una influen-
cia directa de Erasmo en San Ignacio, aunque reconoce que el
santo, aun sintiendo antipatía hacia algunas notas de la espiri-
tualidad erasmiana, realizó muchos de los cambios deseados
por Erasm0 35 •
Según Bataillon, Iñigo utilizó a su modo el Monachatlls
11011 est pietas, fundando una orden muy diferente de las demás
con una organización completamente seglar, no obligada al coro
ni a la clausura 36. Según su nuevo punto de vista, rompió con
el monaquismo, sin desinteresarse de la reforma del mismo.
Hizo tabla rasa de las formas monásticas para llevar a cabo

31 . R. G. VILLOSLADA, Lorota r Erasmo, Madrid 1965, p. 41 (texto a dos


columnas) . . .
32. P. SAINZ RODRÍGUEZ, Espiritualidad espGliola, Madrid 1961, pp. 119-
142.
33. Cita en la nota 4.
34. A. LEVI, Igl/atius 01 Loyola al/d Erasmus, en «The Heythrop Journal»
11 (1970) 421-423.
35 . T. O'REILLY, Sail/t Igl/atius Loyola al/d spal/ish Erasmial/ism, en
«Archivum Hist. Soco Ihesu» 43 (1974) 301-321.
36. M. BATAILLON, Erasmo y Espalia, cit. pp. 213-214.

128
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

una empresa nueva, mezcla de modernismo y de tradiciona-


lismo 37 •
Beltrán de Heredia está de acuerdo en que el espíritu de
Erasmo se reconoce en las tendencias antimonásticas de la
Compañía de Jesús: supresión del coro, abreviación del oficio
divino, simplificación de la liturgia, reducción de ayunos y abs-
tinencias, etc. 38
Ante el éxito del Enquiridion, los frailes y los escolásticos,
vapuleados por Erasmo en casi todos sus escritos, se alarma-
ron. Sobre todo los religiosos se sintieron «amenazados por
aquella piedad nueva, que ponía a todos los cristianos, como
tales, en el mismo plano, y que convidaba a despreciar ritos,
hábitos, cuentas benditas, oraciones compuestas para determina-
dos santos y determinados usos, reliquias milagrosas, etc. 39, Y
desencadenaron un ataque furioso. En 1525 fray García de
Loaysa, O.P., confesor de Carlos V, trató de impedir la impre-
sión de la versión castellana del Enquiridion, señalando como
heréticos dos pasajes: uno de la regla XX, que parecía negar el
fuego del purgatorio, y la célebre frase Monachatus non est
pietas. La intervención del estado mayor erasmiano lo redujo al
silencio y el resultado fue contraproducente. La obra se impri-
mió con la aprobación y el escudo de armas del inquisidor
general Alonso Manrique.
Entonces Erasmo fue denunciado como hereje peligroso en
los púlpitos de Palencia, Alcalá, Salamanca y Burgos (1526).
Juan Maldonado, clérigo humanista afincado en Burgos, en
carta a Erasmo, tras una breve incensación (<<Grande es entre
nosotros la fama de tu nombre, ingente la admiración de tu eru-
dición, incluso existe alguna sospecha de algo divino en ti»), le
presenta a España dividida en cuatro partidos. Un primer grupo
estaba formado por los amigos de las buenas letras. Sus inte-
grantes estaban a favor de Erasmo y lo ponían por las nubes.
A la verdad ya no es posible encontrar un teólogo que no tenga
a Erasmo en su boca, que no cite con frecuencia a Erasmo y
que no predique y enseñe al príncipe de los teólogos.

37. IDEM, De Erasmo a la Compañía cito pp. 220-244.


38. V. BELTRÁN DE HEREDIA, Las corrientes de espiritualidad entre los ·
dominicos de Castilla, Salamanca 1941, p. 81.
39. M. BATAILLON, Prólogo a la nueva edición castellana del Enquiridion,
curavit, D. ALONSO, Madrid 1932, p. 36.

129
JOSE GOÑI GAZTAMBIDE

Hay una segunda categoría de hombres que, contentándose


con sofismas y cuestiúnculas espinosas, parece que no buscan
más que una vana ostentación. Estos son los enemigos irreduc-
tibles de Erasmo.
Al tercer género pertenecen los ignorantes. «Estos, sin
conocerte, cantan en alta voz grandes cosas de ti y sospechan
otras mucho mayores».
De estos tres géneros se ha formado el cuarto, el de los
frailes. Algunos de ellos, por separado admiran a Erasmo; pero,
cuando se juntan con sus compañeros, hacen causa común con
ellos y lo persiguen. Esta persecución sólo ha servido para que
el nombre de Erasmo sea conocidísimo. Hasta los que no
sabían latín, hasta las mujeres, hasta las monjas de clausura
ansían conocer los escritos de Erasmo. Muchos eruditos se ocu-
pan en traducir al castellano los opúsculos del gran humanista,
y ya el Enquiridion en español ha logrado un éxito fabuloso.
1ncluso algunos Coloquios, puestos en romance, corren de
mano en mano entre hombres y mujeres. Lo que Erasmo debe
hacer es ganar a su causa a la minoría escogida de religiosos
que simpatizan con las ideas erasmianas, y despreciar a los
demás, que son enemigos irreconciliables, los cuales, con sus
críticas envidiosas, han contribuído al éxito de la causa eras-
miana más que los amigos con sus alabanzas 40.
La contraofensiva de los frailes puso en conmoción a toda
Castilla. La intervención del inquisidor general no bastó para
apaciguar los ánimos. Fue preciso someter el asunto a una
junta convocada en Valladolid en la primavera de 1527, inte-
grada por una treintena de teólogos de las universidades de
Salamanca, Alcalá y Valladolid, y representantes de las órde-
nes religiosas, escogidos con habilidad para que el resultado
final fuese incierto. Se trataba de averiguar si la doctrina eras-
miana, concretada en ventidós proposiciones, era ortodoxa o
herética 41.
Los adversarios más resueltos de Erasmo se encontraban
entre los franciscanos observantes, pero el teólogo de mayor

40. Cfr. ALLEN , VI, 394-397 (1 sept. 1526).


41 . M. AVILÉS, Erasmo y la Il/quisiciól/. El libelo de Valladolid r la apo-
logia de Erasmo cOl/tra los fraile s espOlioles, Valladolid 1980: L. LECLER, Les
gral/ds d(:t'el/seurs de la liberté religieuse, 1, Paris 1969, pp. 145-151.

130
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

talla era Francisco de Vitoria, O.P., que recientemente había


inaugurado su magisterio en la universidad salmantina. «Vitoria
no era... un incondicional de Erasmo ni lo que se llama un
erasmista. No lo fue ni podía serlo, dada su formación sólida-
mente escolástica, tomista, de líneas netas y precisas»42.
Coincidiendo con este juicio, Bataillon no llega a concebir
que Erasmo haya podido ejercer una influencia sensible sobre
la enseñanza de Vitoria y se admira de que el padre Beltrán de
Heredia emplee varias veces la expresión «erasmismo miti-
gado» para caracterizar la Teología atrevida, innovadora, con-
creta, del célebre profesor de Salamanca. No fue Erasmo, sino
Cayetano, quien influyó en la teología vitoriana. En la Asam-
blea de Valladolid, llegada la hora de tomar posición a favor o
en contra de Erasmo, Vitoria adoptó una actitud de adversario
comprensivo, pero en fin de cuentas adversario. Más tarde, en
sus lecciones lo trató duramente, llamándolo «gramático fautor
de herejías» y «gramático metido a teólogo» 43.
Al cabo de seis semanas, los debates fueron aplazados inde-
finidamente a causa de la peste, sin adoptar decisión alguna .
. La disolución de la asamblea fue, si no una victoria definitiva
para los erasmitas, sí al menos un fracaso para sus adversarios.
Pero éstos podrían renovar sus ataques en cualquier momento.
Para impedirlo, Erasmo, el apóstol de la libertad, el enemigo
del juridicismo, escribió al inquisidor general y arzobispo de
Sevilla, Alonso Manrique; al arzobispo de Toledo; al empera-
dor; a sus tres secretarios Coronel, Vergara y Valdés, así como
al anciano canciller Gattinara, encareciendo sus servicios con-
tra Lutero a fin de que se impusiese silencio a sus detractores.
Manrique, apoyado en un Breve pontificio y rebasando su conte-
nido, prohibió combatir contra Erasmo. El emperador le contestó
felicitándole por sus esfuerzos antiluteranos y prometiéndole su
protección (14 dic. 1527).
La carta imperial recibió una amplia publicidad y sirvió de
pasaporte para todas las ediciones castellanas posteriores del
Enquiridion. A partir de 1527 los libros de Erasmo disfrutaron

42. R . G. VILLOSLADA, Erasmo y Vitoria, en «Razón y Fe» 107


(1935) 158 .
43. M. BATAILLON, Recensión a Las corrientes cit V. BELTRÁN DE HERE·
OlA, en «Bul!. Hisp.» 46 (1944) 268-270; V. BELTRÁN DE HEREOIA, Francisco
de Vi/aria, Barcelona 1939, pp. 93-114.

131
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

de una popularidad desconocida en otros países. En 1528 apa-


reció anónima en una colección de obras varias la traducción
castellana más antigua de la Precatio dominica, obra llamada a
ser vertida varias veces al castellano. El traductor fue Antonio
de Obregón, canónigo de León 44 •
El público no se saciaba ya con los libros de piedad.
Reclamó los Coloquios que poco a poco fueron saliendo en
letras de molde (hasta entonces corrían manuscritos, según
parece), previamente limados y seleccionados, y provistos del
mismo pasaporte. Primero uno, después ocho, luego once y
finalmente doce Coloquios aparecieron en castellano entre 1527
y 1532, a pesar de haber sido condenados por la Sorbona
(1526). Es el umco país en que este libro estuvo al
alcance de cualquiera.
Sin embargo, los frailes y los escolásticos no dormían. Los
religiosos pusieron centinelas en las librerías para espantar a
los compradores, diciéndoles que pronto habían de arder todas
las obras de Erasmo como heréticas. En Valencia el maestro
Celaya, doctor por la Sorbona, tronaba desde el púlpito y en
sus escritos contra Erasmo denunciando sus errores y tachán-
dolo de «hereje» y de «gramático». En el mismo año 1528 fray
Luis de Carvajal, O.F.M., teólogo y humanista, publicó en
Salamanca una Apología muy hábil de la vida monástica, que
al mismo tiempo contenía un ataque eficaz del pensamiento
erasmiano, presentándolo como un iluminismo que se diluía en
ateísmo, como un luteranismo más peligroso que el de Lutero.
La Apología fue reimpresa en París al año siguiente. Tan
pronto como llegó a sus manos, Erasmo redactó su Respuesta
al libelo de un calenturiento (1529), al que Carvajal replicó
con una Edulcoración de las cosas amargas de la respuesta
erasmiana (1530).
La publicación por Erasmo, en 1528, de su diálogo Cicero-
nianus provocó una recrudescencia de la vieja polémica que
había dividido a los humanistas en ciceronianos y anticiceronia-
nos. La polémica rebasó el debate propiamente literario para
oponer ciceronianos a erasmistas. En España este enfrenta-

44. A. REDONDO, La «Precatio dominica» d'Erasme en castillan: la pre-


miere versión et /'auteur, en «Revue de Littérature Comparée» 52 (1978) pp.
223-232.

132
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

miento no alcanzó la misma virulencia que en Italia, Francia y


aun Alemania, pero también tuvo repercusiones no desdeñables.
Estas son estudiadas por Eugenio Asensio sobre todo en dos
momentos privilegiados. El primero corresponde a la recepción
del Ciceronianus poco después de su publicación y es captado
esencialmente a través de los escritos de Juan Maldonado, el
humanista de Burgos, y Juan Luis Vives, el humanista valen-
ciano afincado en los Países Bajos. El segundo momento,
situado en 1560, luego de la publicación del Indice inquisitorial
de Valdés, presenció la aparición de una colección de opúscu-
los sobre la imitación de Cicerón, compuestos por el humanista
y pedagogo valenciano Lorenzo Palmireno. Ellos permiten al
prof. Asensio hacer el punto sobre el referido enfrentamiento 45.

111. DECLIVE, PERSECUCIÓN Y VIDA SUBTERRÁNEA (1530-1615)

A partir de 1530, o tal vez algo antes, la atmósfera se enra-


rece. La correspondencia de Erasmo con sus amigos y admira-
dores se vuelve fría e intermitente. El grupo erasmista, que
rodea al emperador, se dispersa (1529). Sus apoyos oficiales
comienzan a fallar. Manrique cae en desgracia temporalmente
(1529-1533). Mueren Gattinara (1530), Coronel (1531), el
secretario Valdés (1532) y Alonso de Fonseca (1534). Al cesar
la protección oficial, los elementos reaccionarios levantan
cabeza. La Inquisición española, sin condenar el pensamiento
erasmiano, comienza a perseguir a los erasmistas más distingui-
dos bajo la acusación de luteranismo o alumbradismo. Juan de
Vergara, Bernardino Tovar, fray Alfonso de Virués, Pedro de
Lerma, Miguel de Eguía, el maestro Juan de Avila y muchos
más son procesados. Se incoan causas contra los hermanos Val-
dés, de las que se libran por la fuga o la muerte.
Los Coloquios son retirados de la circulación so pretexto de
que estaban mal traducidos. Muerto Erasmo, fueron prohibidos
tanto en latín como en lengua vulgar (13 septiembre 1537). En
1551 el tribunal de la fe de Toledo prohibió la Exomologesis en

45. E . ASENSIO, Ciceronianos cOllfra erasmistas en Espalia. Dos momentos


(/528-1560) en «Revue de Littérature comparée» 52 (1978) pp. 135-154.

133
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

romance y el Epítome colloquiorum . Los inquisidores de Valla-


dolid, Sevilla y Valencia incluyeron el Ecclesiastes en el catá-
logo de libros prohibidos. Las demás obras de Erasmo
circularon libremente hasta el año 1559, en que Valdés, en su
índice, prohibió varias de ellas, unas en latín y romance, como
el Elogio de la locura, los Coloquios, el Enquiridion, el
Modus orandi, la Exomologesis y la Lingua. Otras sólo en
castellano, como la Paraclesis y el comentario del Pater noster.
Otras sólo en latín, como el Ecclesiastes, el De sarcienda
Ecclesiae concordia y la Ratio si ve methodus compendio per-
veniendi ad veram Theologiam.
A pesar de tantos recortes, el pensamiento religioso de
Erasmo permanecía accesible en sus comentarios del Nuevo
Testamento, en sus polémicas y en su correspondencia. En los
índices posteriores se estrechó más el cerco. Por eso el nombre
de Erasmo fue desapareciendo gradualmente. A partir del siglo
XVII Erasmo tuvo escasos lectores, que en la mayoría pertene-
cían al clero, concretamente al clero regular. La mayor parte de
las bibliotecas eclesiásticas poseían obras de Erasmo. «En la
actitud de los religiosos hay de todo, desde la admiración con-
dicionada a la reprobación total... La ardua labor de los expur-
gadores de 1640 parece haber sido bastante inútil, pues,
después de dicha fecha, no sólo se lee poco a Erasmo, sino que
las lecturas recaen sobre las obras ideológicamente más anodi-
nas ... Su . labor escrituraria y patrística y el núcleo de ideas que
informaron la época brillante del erasmismo español... cayeron
en el más completo 0Ivido»46.
La brutal represión de Valdés alcanzó también a otros escri-
tores contaminados por las ideas erasmianas, como Luis de
Granada, Carranza, Juan de A vil a, Constantino Ponce de la
Fuente, etc. «Sólo por olvido escapa algún espiritual levemente
teñido de erasmismo, como Bernardino Riberol, autor de Con-
tra la ambición y codicia desordenada y alabanza de la
pobreza (Sevilla 1556) ... que deplora los daños y corrupción
que ha traído la riqueza indiana» 47.

46. A. DOMfNGUEZ ORTIZ, Citas tardías de Erasmo, en «Rev. Filología


esp.» 39 (1955) pp. 344-350.
47. E. ASENSIO, Los estudios sobre Erasmo, de M. Bataillon, en «Rev.
Occidente» (1968) pp. 311-312.

134
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

San Ignacio de Loyola añadió a su libro de los Ejercicios


unas Reglas para sentir con la Iglesia, cuya interpretación
divide a los estudiosos. Según el padre Pedro Leturia, la preo-
cupación del santo al redactarlas, se dirigía, no tanto al error
craso de la herejía luterana, sino más bien a las raíces del mal,
al enemigo solapado e insinuante: Erasmo. «Muchas de las
Reglas para sentir con la Iglesia, y en especial las relativas al
culto y devoción, parecen hechas para oponerse al espíritu
del Enquiridion»48.
En opinión del padre Granero, las trece primeras reglas
apuntan tanto a Erasmo como a Lutero. En cambio, las cinco
últimas tienen más sabor antiluteran0 49 .
La valoración del padre García Villoslada ha evolucionado.
En 1942 escribió: «De todos modos, las Reglas para sentir con
la Iglesia revelan en su autor... un espíritu y también una espi-
ritualidad, una manera de concebir la vida religiosa diametral-
mente antierasmiana». En 1965 llegó a la conclusión de que
todas las reglas eran antiprotestantes y tan sólo algunas de
ellas tenían también carácter antierasmista. La regla 11, que
recomienda alabar la teología positiva y la escolástica, no
habría desagradado del todo a Erasmo. Por teología positiva ha
de entenderse el método preconizado por Erasmo de estudiar
críticamente la Sagrada Escritura y volver a los Santos Padres.
Así el antagonismo entre Ignacio y Erasmo queda suavizado.
Villoslada va más lejos. Con sorpresa general presenta a Igna-
cio como .continuador, en ciertos aspectos, y aún heredero
de Erasm0 50 •
Lo fue ciertamente en el aspecto pedagógico. Los escritos
de Erasmo De copia verborum ac rerum, De conscribendis
epistolis, Adagia, etc., se implantaron en los primeros colegios
jesuíticos como manuales escolares. A partir de 1552, cuando
Erasmo se convirtió en autor sospechoso y cambió la política
oficial de la Santa Sede sobre él, San Ignacio prohibió que los
libros de Erasmo se leyesen en el Colegio Romano y aconsejó

48 . P. DE LETURIA, Estudios ignacianos, 11, Roma 1957, pp. 151-152


Y 160.
49. J. M. GRANERO, Sentir con la Iglesia, cit., p. 227.
50. GARCÍA VILLOSLADA, San Ignacio de Loyola y Erasmo de Rotterdam,
en «Estudios EcJes.» 16 (1942) 426; IDEM., LOI'ola v Erasmo, Madrid 1965,
pp. 168-178 Y 15. . .

135
JOSE GOÑI GAZTAMBIDE

que en los demás colegios se fueran desterrando poco a poco;


pero esta exclusión ni fue absoluta ni se aplicó jamás a
rajatabla 51.
La ofensiva literaria siguió su curso. En 1532 entró en liza
Juan Ginés de Sepúlveda publicando casi simultáneamente en
Roma y París su AJltapologia pro Alberto Pio iJl Erasmum. En
ella protesta contra el tratamiento injusto infligido por Erasmo
. al príncipe de Carpi, cuando éste ya no podía defenderse. A su
juicio, ciertas críticas del difunto estaban justificadas y Erasmo
habría obrado más cristianamente corrigiendo sus escritos en
los puntos que causaban escándalo, en vez de saltar lleno
de ira.
Esta vez Erasmo supo contener su irritación. No contestó
públicamente, aunque no corrigió ni una sola línea de sus obras
más atrevidas. En carta particular escribió a Ginés de Sepúl-
veda: «Del intercambio de libelos yo no veo qué pueda salir,
como no sean discordias, y de éstas ya tiene bastantes el
mundo» 52 .
Vivo todavía Erasmo, Juan Maldonado cantó la palinodia,
denunciando en su tratado De foelicitate christiana (1534) el
amor a las novedades del gran humanista, su crítica de las tra-
diciones y su antimonaquismo. A la muerte de Erasmo, Maldo-
nado se apresuró a lavarse las manos. Reconoció que había
sido amigo suyo, aunque no tanto que no hubiese olido algo de
veneno en sus escritos. Luego su libertad y audacia habían
comenzado a desagradarle, hasta que, coincidiendo con la
mayoría de los doctos, se fue apartando paulatinamente de
algunos de sus libros hasta ver qué era lo que ' decidía la Iglesia
acerca de ellos 53 .
Miguel de Eguía, que tanto empeño había puesto en dar a
conocer las obras de Erasmo, ahora estampó el único libro
dedicado a atacarle que se conoce en lengua castellana, el
Libro del muy ilustre y doctisimo sellor Alberto Pio. conde de
Carpi. que trata de muchas costumbres y estatutos de la Igle-
sia y de nuestra religión christiana. mostrando su autoridad .r

51. P. DE LETURIA , Es/udios ig llaciallos 11, cot, pp. 269-33! ; GARCÍA


VILLOSLADA , Loyola .1' Erasmo, cit., p. 243.
52. ALLEN, X, ep. 2701 (16 ag. 1532).
53 . ASENSIO, El erasmismo .1' la s corriell/es afillcs, 79-81.

136
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

antigüedad contra las blasphemias de Lutero y algunos dichos


de Erasmo Rotherodamo (Alcalá 1 de enero 1536). Su traduc-
tor, un dominico desconocido, se ensaña más con Erasmo que
con Lutero considerándolo más peligroso.
Un franciscano anónimo, en su Tratado llamado excelen-
cias de la fe (Burgos 1537), arremete contra la «herejía
secreta» de Erasmo y de sus partidarios, tolerada por Roma.
«Con dos letras de griego y hebreo mal sabidas se atreven a
roer las verdades de los evangelios... Cuando los herejes no
pueden degollar los artículos de la fe, destruyen las ceremonias
y leyes santas de la iglesia Romana e de las santas religiones ...
Si cada año se ahorcasen en Roma un par de cardenales, por
muy santos que fuesen, no por sus pecados, sino por el silencio
que tienen en los estragos de la Iglesia, los otros obispos y car-
denales romanos velarían y ladrarían contra los daños de la fe
y quedarían santos y buenos ... Cuántos golosos y golosas han
tragado bocados de errores contra la fe con el peregil del
doñoso decir de los Coloquios, de los cuales usan los locos y
las locas» 54.
Alonso de Virués, el defensor entusiasta de Erasmo, publicó
en 1541 una de sus siete Collatiol/es, que dieciséis años antes
había enviado secretamente al humanista: la De monastica pro-
fe ssio/le . En ella defiende que los tres votos religiosos constitu-
yen la cima de la perfección evangélica. Si los monjes han
abandonado los desiertos, es para suplir a los obispos y sacer-
dotes que han olvidado sus deberes. «Tú nos relegas a las clases
de vida civil: artesanos, soldados, etc. Nosotros sostenemos que
el monacato encierra la cumbre de la perfección y que, tanto la
institución como la doctrina y saludables enseñanzas, las hemos
recibido, no de cualquier hombre, sino de Cristo mismo» 55.
En su Apología y declaraciones sobre las obras de Don Sera-
fino (1552), el humanista logroñés Bonaventura de Morales afirma
que «no se hallará libro que no haya tenido calumniadores. Pero
qué diremos del doctísimo y diligentísimo Erasmo, el cual,
habiendo escrito tantas obras con tanta elocuencia, no faltó un
Estephano Doleto y un otro inglés y otros infinitos que lo difama-
ron siendo vivo llamándole Errasmo y otros vocablos ridículos, y

54 . Ibídem.. 36-38.
55 . Ibídem .. 41-43.

137
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

agora lo maltratan tantos después de muerto (no digo theólogos,


porque si éstos lo reprehenden, no les falta razón, a mi parecer;
más digo de los que son humanistas que tratan de latín, griego,
hebreo y otras letras humanas), que por ventura le fuera cosa
más suave y tolerable ser un simple pastor» 56.
En 1555 fray Juan de la Cruz, O.P., creyó necesario venir
en ayuda «de la pobrecilla oración vocal y de las cerimonias
corporales, asaz en los tiempos pasados abatidas y deprimidas
por los enemigos de la Iglesia». A tal fin compuso un Diálogo
sohre la necesidad .r obligación y prol'echo de la oración y
dil'inos loores \'Ocales .r de las obras ¡'irtl/osas .r sanctas ceri-
monias que l/san los christianos, mayormente los religiosos
(Salamanca 1555)57.
La obra de Antonio Rubio Assertiones Catholicae adl'erSllS
Erasmi ROl1erodami pestilentissimos errores (Salamanca 1568)
cierra el ciclo de ataques contra Erasmo.
Estos repetidos ataques demuestran mejor que nada la
fuerza del erasmismo, que se había infiltrado en las órdenes
religiosas. Así, dentro de la orden dominicana, Carranza y sus
amigos se nutrían en parte de su espiritualidad. En la época-
postridentina, los erasmistas militaron generalmente en la Con-
trarreforma. En ellos los rasgos erasmianos aparecen atenuados
o desfigurados. «Uno de estos rasgos es el biblismo. Y uno de
esos grandes hombres que transmiten a la época siguiente una
parte de la herencia de Erasmo es Arias Montano». Su
biblismo es más radical que el del humanista de Rotterdam. No
s610 prescinde de la escolástica, sino de los Padres antiguos 58.
Fray Diego de Estella quiere hacer del predicador un intér-
prete de la Escritura. Su comentario latino del évangelio de
San Lucas, libro hermano de los primeros libros de Erasmo,
fue expurgado por la Inquisición. «En cuanto a Luis de León,
su biblismo, que interpreta la Escritura a la luz de los Santos
Padres y la lingüística, su condena de la mera exterioridad y su
exaltación de un cristianismo del espíritu parecen ligados a la
pervivencia de pensamientos erasmianos. Tal opinión ha sido
corroborada por el padre Beltrán de Heredia, el cual exhumó

56 . Ibidem.. 40.
57. V. BELTRÁN DE HEREDIA , Las corrientes, cit., pp. 87-102.
58 . M. BATAILLON, Erasmo .r Espalia cit., p. 738 .

138
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

una obrita juvenil de fray Luis, en la que la estela del Enquiri-


dion se percibe con mayor claridad 59. En los Nombres de
Cristo fray Luis de León «aparece claramente como el conti-
nuador de una tradición que el Enquiridion había contribuído a
fundar y que Luis de Granada representa de manera eminente».
Marcel Bataillon ha encontrado numerosas indicaciones sobre
la influencia del erasmismo en fray Luis de Granada, especial-
mente en el Libro de la oración y meditación, aún cuando éste
no cite directamente a Erasmo, según cree Bataillon. Dámaso
Alonso ha añadido una cita directa bastante extensa del Enchi-
ridiol1 , incluída en la edición de 1567 de la Guía de pecadores.
Sin embargo, pese a ciertas semejanzas, los dos hombres son
bastante diferentes 60 .
En los escritos de San Juan de la Cruz parecen percibirse
ciertas lejanas resonancias del Enquiridion respecto de aquellos, .
cuya oración no pasa de ser el cumplimiento de un rito
externo. Basta leer lo que enseña la Subida del Carmelo (III
37-46) sobre el culto de las imágenes, los oratorios y las cere-
monias exteriores 61. Pero no basta señalar ciertas analogías
entre Erasmo y San Juan de la Cruz. Hay que ir más allá y
poner de relieve las diferencias en el interior de las posibles
analogías. En este problema las diferencias son capitales. La
antítesis entre un culto exterior y un culto interior, tan caracte-
rística de Erasmo, no se encuentra en la pluma de San Juan de
la Cruz. Para este santo, el culto llamado exterior, el culto
visible, sirve también para adquirir la interioridad deseada. A
la discontinuidad que Erasmo establecía entre el culto y la inte-
rioridad religiosa del cristianismo, San Juan de la Cruz respon-
dería marcando la continuidad que los unía. No se puede decir
que las dos críticas que ellos dirigen contra las ceremonias,
coincidan: la de Erasmo tendía a rebajar el culto, San Juan de
la Cruz se preocupa únicamente de mantenerlo en su pureza 62.
El último heredero del espíritu erasmiano en la literatura

59 . E . ASENSIO, Los estudios, cit. pp. 312-313.


60. M. BATAILLON, Erasmo y EspaJia, cit. , p. 761 ; J. A. MOORE, A note on
Erasmus and fray Luis de Granada, en «Romance Notes » (1968) 314-319.
61 . LUCIEN-MARIE, Erasme, Thomas More et S. Jean de la Croix, en
Actualité de S. Jean de la Croix, Brujas 1970, pp. 30-33.
62. J . KRYNEN, Une rencontre rél'élatrice: Erasme e! Sain! Jean de la
Croix , en «Bulletin de I'Institut fran9aise en Espagne» 97 (1957) 72-74.

139
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

española es Cervantes a pesar de la profunda diferencia de tono


que separa su obra de la de Erasmo. Cervantes no es un «hábil
hipócrita» o un «incrédulo», como pretende Américo Castro,
sino un creyente ilustrado que sonríe ante ciertas devociones
populares 63.
Según atinada observación de Asensio, Bataillon omite casi
enteramente el tema de Erasmo pedagogo, maestro de escolares
y autor de los textos más influyentes de humanidades de la
época, para concentrarse sobre el maestro de piedad y espiri-
tualidad. Se justificó diciendo «que nos extraviaríamos lamenta-
blemente, si nos empenaramos en abarcar asimismo las
influencias sin embargo considerables, que nuestro hombre ejer-
ció por ejemplo sobre el arte de escribir o sobre la pedagogía,
pues en estas esferas aún es más delicado discernir lo que le
pertenece propiamente que en materia religiosa»64.
Asensio, a quien la historia del erasmismo español debe
tantos hallazgos felices, no ha vacilado en internarse en esa
«terra incognita». La suerte le ha sonreído una vez más. Ha
descubierto dos interesantes casos de influencia erasmiana no
mentados por Bataillon. Uno es el poema de Hernán López de
Yanguas, Triunfos de locura (Valencia 1521), que queda refe-
rido. Otro, la Rhefórica en lengua castellana, del jerónimo ara-
gonés fray Miguel de Salinas (Alcalá 1541), «que pretende con
razón ser la primera en nuestra lengua. En ella, no contentán
dose con copiar a Erasmo y extratactar abundantes trozos,
aplicó las pautas del erasmismo a la composición de discursos,
cartas mensajeras y otros géneros». Así el espíritu de Erasmo
penetró en la enseñanza del castellano 65.
«Los libros pedagógicos de Erasmo fueron, '0 directamente o
a través de compendios y adaptaciones, frecuentados por maes-
tros y alumnos. El de Rotterdam fue no sólo maestro de latini-
dad, sino de hispanidad a pesar suyo. Un soplo de su espíritu

63. M. BATAILLON, Erasm o .r Espa¡la cit., p. 785. Sobre el parentesco


entre el Elogio de la locura y el Ql/Ijote, cfr. M. BATAILLON, Un problema de
i¡z{7uencia de Erasmo en Espa¡la. El «Elogio de la locura », en su Erasmo .r el
erasmismo, cit. p. 327 -346. Cfr. en la bibliografía final de este trabajo algunos
de los estudios de Castro sobre el tema, de Bataillon, Cueva, Martin, Rosem-
blat, Rüegg y Vilanova.
64. BATAILLON, Hacia una definición del erasmismo, en su Erasmo .r el
erasmismo , cit. p. 147 . .
65. E. ASENSJO, Los estudios , cit. 317.

140
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

reanimó la enseñanza del estilo y composlclOn castellana. El


De duplici copia (1512) andaba en 1516 en las manos de
Diego de Alcocer, fue dos veces reimpreso en Alcalá, suma-
riado y floreado por incontables maestros hasta el siglo XVII
bajo el ojo benévolo de los inquisidores. Todavía en 1625, en
su De arte rhetorica, impresa en Sevilla con versos liminares
de Góngora, el jesuita Francisco de Castro menciona entre los
autores aprobados a Desiderius Erasmus, De duplici copia ver-
borum ac rerum»66. Esta parcela, en lo relativo a la ciudad de
Barcelona, ha sido completada por Guilleumas de Rubio 67.
El fenómeno del erasmismo español corresponde al reinado
de Carlos V. Nace, se desarolla y muere prácticamente con él
como influencia directa y creadora. Cabe preguntarse cuál fue
el influjo de Erasmo en la concepción política, en el pensa-
miento religioso y en la conducta del emperador. El padre Hor-
nedo distingue cuidadosamente entre el emperador y su
cancilleria, entre Erasmo y los erasmistas, entre el erasmismo
religioso y político. He aquí sus conclusiones.
Carlos V, debido a su educación, no se sintió atraído por el
humanismo de Erasmo como otros soberanos de su tiempo. El
título de consejero del emperador no significó intimidad con el
monarca ni influjo en la política imperial. Carlos V no fue afi-
cionado a Erasmo. Es discernible una difusa influencia eras-
miana en la política religiosa con los protestantes, más en la
idea de los coloquios religiosos y negociaciones pacíficas, que
en la solución conciliar. En su ideología religiosa Carlos V per-
manece fiel al catolicismo tradicional sin mixtificaciones erás-
micas. Los favores concedidos a Erasmo no son espontáneos,
sino gestionados por otros. Son mercedes de soberano y de
político, y la correspondencia de Erasmo, de súbdito agradecido
e interesado. No circuló entre sus almas esa mútua corriente,
fundamento de la afición y paso previo hacia la amistad. Faltó
el conocimiento y el trato. Carlos V ignoró al escritor y no
congenió con el hombre, y Erasmo, rara vez presente, no puso
empeño en fomentar el trato indispensable. Para una recíproca
atracción no hubo comunidad de aficiones ni conformidad de

66. Ibídem.
67. R. GUlLLEUMAS DE RUBIO, Sobre les edicions gramaticals erasmianes
impreses a Barcelona els segles XVI i XVII, en Homenatge a Jaume Vicens i
Vives, 11, Barcelona 1967, pp. 213-230.

141
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

criterios en puntos importantes de religión y política. Con tales


condiciones ¿puede hablarse de un emperador erasmista? 68.

IV. FRUTOS

El erasmismo ejerció en España «una irifluencia singular-


mente fecunda. Removió en España lo que ella tiene de más
íntimo y universal. Enriqueció su patrimonio de una manera
imperecedora» 69 .
A un juicio análogo había llegado Menéndez Pelayo en su
madurez (1911). El erasmismo -dice- «transformó el pensar
español en todos los órdenes. No fue una mera lucha del Rena-
cimiento contra la Escolástica bárbara y degenerada ... No fue
tampoco el erasmismo un movimiento puramente teológico,
puesto que transcendió a todos los ramos de las letras huma-
nas ... No fue, como el humanismo italiano, una tentativa de
resurrección del mundo clásico ... , sino una escuela de las dos
antigüedades, en que el helenismo servía como de tránsito al
cristianismo, y las lecciones de los filósofos y moralistas profa-
nos encontraban su perfección y complemento en las Sagradas
Escrituras y en las obras de los padres griegos y latinos, que
Erasmo comenzó a depurar de los estragos del tiempo y de las
copias bárbaras e infieles. No fue una escuela de libre pensa-
miento ... , puesto que el alma de Erasmo era sinceramente cris-
tiana ... No fue una secta fanática y estrecha, sino un despertar
de la conciencia religiosa, harto aletargada en la espantosa
corrupción del siglo XV ... Si en la esfera de las ideas religiosas
y políticas fue tanto el influjo del erasmismo, no abrió surco
menos hondo en las letras, así latinas como vulgares. La litera-
tura polémica del Renacimiento tuvo por instrumento principal
el diálogo satírico a la manera de Luciano, que espléndida-
me'nte renovó Erasmo en sus Colloquia, y que aclimatado entre
nosotros por los dos hermanos Valdés y por Cristóbal de Villa-
Ión, logró su punto de perfección clásica en la serena y desen-

68. R. M. HORNEDO, Carlos V y Erasmo, en «Miscel. Comillas» 30


(1958) 203-247.
69. M. BATAILLON, Erasmo .r EspOlia, cit. pp. 802 Y 805 .

142
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

gañada sabiduría del Coloquio de los perros, y en la portentosa


visión humorística de los SueF/Os, de Quevedo» 70.
El erasmismo fue el punto de partida de numerosas refor-
mas que prepararon las del concilio de Trento. Indudablemente
muchas almas se sintieron profundamente trasformadas con la
lectura del Enquiridion, pero no es posible precisar su número.
La acción renovadora de las ideas erasmianas se manifestó en
la Iglesia española en un reclutamiento más esmerado de los
candidatos al sacerdocio y en un espíritu más apostólico por
parte de los prelados. En la formulación de un nuevo ideal
episcopal y sacerdotal (Maldonado, Díaz de Luco, Vitoria,
Carranza, Granada, A vila). En el desarrollo de los estudios
bíblicos y en la difusión de la Biblia en lengua vulgar, pero el
erasmismo no produjo ninguna obra maestra en el campo de la
teología bíblica y mezcló sus aguas con otras corrientes bíblicas
indígenas. En el cultivo de la catequética (Diálogo de la doc-
trina cristiana, de Juan de Valdés, 1529; tres catecismos de
Constantino Ponce de la Fuente a imitación de Erasmo, seguidos
de una floración de doctrinas y catecismos de nuevo cuño). En
la difusión de un nuevo ideal de santidad laica, en la renovación
de la predicación, en el nacimiento de la escuela española de
oración y en el florecimiento de la literatura ascético-mística. «El
erasmismo español es en buena parte, la fuente a que debe la
Contrarreforma tanto libros importantes» 71.
A juicio de Melquíades Andrés, «el erasmismo no triunfó
como sistema en la universidad ni en la espiritualidad ·española.
Pero ayudó decididamente a la elaboración práctica de una
nueva metodología espiritual bíblica, evangélica, paulina, en ' el
momento en que salían a luz las codificaciones de la vía del
recogimiento, beneficio, oración, discursiva, amor puro y con-
templación imaginativa. La mística del Siglo de Oro participará
algo de todas estas vías. Ejemplos bellos de influencia de
Erasmo en aspectos importantes de nuestros autores espirituales
se encuentran en San Juan de Avila, en Juan de Zumárraga y
en el padre Granada. Acaso la penetración más profunda se
encuentre en este último; la más curiosa, en Doctrina breve de

70. M. MENÉNDEZ PELAYO, Obras completas, XLIII, Santander 1948, pp.


378-383.
71. M . BATAILLON, Erasmo y Espaiia , cit., p. 770.

143
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

Zumárraga, estudiada con tanto acierto y amor por M. Batai-


llon; y la más juvenil, en Diálogo de la doctrina cristiana
(1529), de Juan de Valdés» 72.
«Si la influencia de Erasmo sobre la espiritualidad española
no ha suscitado todavía la curiosidad que merece, en cambio
los historiadores de la literatura se han planteado desde hace
mucho el problema de la contribución erasmiana a la literatura
profana de la época de Carlos V» 73. La filiación erasmiana de
los diálogos de Lactancio y el Arcediano, y de Mercurio y
Carón ha sido advertida desde hace más de un siglo. La inspi-
ración erasmiana del Viaje a Turquía, del segoviano Andrés de
Laguna, es también patente. No sucede lo mismo con el Laza-
rillo de Tormes. Aquí los eruditos continúan divididos. Para
Bataillon, el Lazarillo se mantiene dentro de la tradición medie-
val, que censuraba en el clero, no «creer mal», sino «vivir
mal», pero su tesis está lejos de haber logrado un asentimiento
unánime. Posteriormente ha vuelto a examinar la cuestión, mos-
trándose favorable a ciertas influencias de forma y de fondo.
La nueva posición ha sido aceptada por otros, de suerte que la
balanza parece inclinarse a favor de una influencia erasmiana 74.
Erasmo no influyó en la renovación de la comedia española
ni en la literatura de pasatiempo; pero sí en la literatura seria,
que se esforzaba por suplantar a las novelas. «Si España no
hubiera pasado por el erasmismo, no nos habría dado el Quijo-
te» 75. Es la conclusión a que había llegado Américo Castro
hace muchos años.
La huella de Erasmo es rastreable en el desarrollo de la lengua
y en la formación del buen gusto literario. Queda por aclarar la
influencia de Erasmo en Miguel Servet y en otros escritores 76.

72. M. ANDRÉS, La Teologia espaliola en el siglo XVI, 11 Madrid 1978, pp.


270-291.
73. M. BATAILLON, Erasmo y Espmia, cit., p. 609; B. OVITI , Erasmismo e
idee literarie in Cristóbal de Castillejo, en «Annali dell'Istituto Universitario
Orientale» (Nápoles) 3 (1964) 65-80.
74. BATAILLON, Un problema, cit. pp., 327-346; F. MARQUEZ VILLANUEVA,
La actitud espiritual del Lazarillo de Tormes, en su obra Espiritualidad y litera-
tura en el siglo XVI, Barcelona 1968, pp. 67-137, A . WILTROUT, The «Lazarillo
de Tormes»and Erasmus «Opulel1lia sordida», en «Romanische Forschungen»
81 (19.69) 550-564.
75. M. BATAILLON, Erasmo y Espalia, cit. p. 805.
76. A. ALCALÁ, Nuestra deuda COIl Servet, en «Rev. de Occidente» 113-114
(1972) 259; J. GAUSS, Der junge Michael Sen'et, en «Zwingliana» 12 (1966) 410-459.

144
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

Asimismo quedan por averiguar los fondos erasmianos de nues-


tras bibliotecas. De treinta y una bibliotecas priva<ias, cuya
composición ha estudiado Fayard, diez (30%) comportan una o
varias obras del gran humanista. Los Adagia lo más a menudo,
los Apotegmata, en segundo lugar. Las datas de los inventarios
(1651, 1658, 1666, 1667, 1678, 1685, 1691 y 1695) le permi-
ten no suscribir la opinión de A. Domínguez Ortiz que habla
de un olvido casi completo del recuerdo de Erasmo después
de 1640 77 •

V. BIBLIOGRAFíA SOBRE EL ERASMISMO EN ESPAÑA

La abundante bibliografía existente, tanto dentro como fuera


de nuestro país, sobre el erasmismo en sus relaciones con
España nos ha animado a ofrecer a los lectores un repertorio lo
más . completo y actualizado posible, de las monografías y estu-
dios aparecidos sobre este tema. El lector podrá así hacerse
cargo con una notable economía de tiempo, de las líneas más
importantes de la investigación erasmiana en lo que mira a la
incidencia del pensamiento de Erasmo en la España del Siglo
de Oro, los temas más habituales de los autores en este punto,
sus conexiones con otros personajes y asuntos históricos, etc.
Dividimos la Bibliografía en tres apartados: Fuentes, Estudios
de conjunto y Estudios especiales.

FUENTES

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IDEM, Opera omnia... recognita et adnotatione critica instructa 'notisque illus-
trata, l3 vols., Amsterdam 1969-1983, (en curso de publicación).
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IDEM, La lengua de Erasmo nuevamente romanzada por muy elegante estilo,
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pp. 901-903.
M. MENENDEZ PELAYO, Historia de los heterodoxos espa/ioles, I1, Madrid
1880, pp. 26-128.

ESTUDIOS ESPECIALES

Acles du Congres Erasme organisé par la Municipalité de Rótterdam ....


Rotterdam, 27-29 ocl 1969, Amsterdam-Londres 1971.
D. ACHURY VALENZUELA, La Madre Francisca Josefa de Castillo: erasmista
sin saberlo, en «Boletín Cultural y Bibliográfico» (Bogotá) X (1967) 492-499.
A. ALCALÁ, Juan de Lucena y el pre-erasmismo espaiiol, en «Rev. Hispánica
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Bellum (64-79); Hacia una definición del erasmismo (141-161); Huma-
nismo, erasmismo y represión cultural en la España del siglo XVI (162-
178); De Erasmo a la Compañía de Jesús (203-244); En tomo a Juan de
Valdés. Acerca de la influencia de Erasmo (245-253); Sobre el humanismo
del doctor Laguna (286-326); Un problema de influencia de Erasmo. El
Elogio de la locura (327-346); El erasmismo de Cervantes~egún Américo
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J. GOÑI GAZTAMBIDE '


Instituto de Histó'ria de la Iglesia
Universidad de Navarra
PAMPLONA

152
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

SUMMARIUM

DE «ERASMISMO» IN HISP ANIA

Auctor offerre vult actualem statum quaestionis de sic dicto <<erasmismo»,


scilicet de Erasmi influxu in Hispania, primo opus considerans M Bataillon,
Erasmo y España (Mexíco 1966) et inde ad ceterorum transiens historicorum
libros. Materia sic dividitur: introductio, de ortu erasmismi, de eius plenitu-
dine, de eius occasu, de eius fructibus, sectio bibliographica.
Introductio perpendit sensun et originem ipsius verbi <<erasmismi», quanti
momenti fuerit pro rebus hispanicis, quae nobis praecipua studia occurrent de
ipso in genere, quomodo denique erasmismus auxerit et diffusus sitsummatim
perspicit.
Erasmismi ortus (1516-1524) mm/me praecox est, cuius antiquior fons
inveniatur hispalensis (Sevilla), ubi primaevae Erasmi operum versiones his-
panicae editae sunt. Cito autem nova surgebant coenacula: valentianum scili-
cet, ubi edita est prima imitatio Moriae encomii; complutense, ubi simul
conveniunt ferventissimi fautores atque acerrimi detractores Erasmi; denique
in ipso regali comitatu, ubi erasmismus nonnullis pol/ebat fautoribus.
Hic novus motus culmen attigit ab anno 1525 usque ad 1530, cum
Michael de Eguía typographus plurimos Erasmi libros, ex quibus praecipue
Enchiridion militis christiani, a latina ad hispanicam locutionem edidisse ver-
sos, qui statim ubique pervulgati sunt. Quidam religiosi Erasmum denuntiave-
runt tamquam haeresis suspectum, sed frustra a Conventibus Vallisole.tanis
eius petiverunt damnationem (1527). Quinimmo inde ex tune Erasmi Iibri in
Hispania maiori favore gravisi sunt quam in ceteris locis universis.
Inde ab anno 1530 res paulatin mutatur. Erasmi discipuli minuere coepe-
runt, persecutionem passi sunt, vitam duxerunt occultam (1530-1615). Deni-
que Index librorum prohibitorum a Valdés digestus opus coronavit, damnans
non solum complura ipsius Erasmi opera, sed etiam iIIorum auctorum qui
plus minusve iisdem sententiis adhaeserunt. Tam acuta et crebra litterarum
iacula secuta sunt prohibitionem regiam ut anliqui quidem ex Erasmi amicis
ilIum desererenl el inimici flerenl (1532-1568).
Auctor refert ilIas novissimas contributiones quae Erasmi ostendunt prae-
sentiam in operibus S. Ignalii de Loyola, S. Ioannis de Avila, S. Ioannis a
Cruce, Aloisii de Granala, Bartolomei Carranza iJe Miranda, Aloisii de
Leone, Didaci Stel/ae, Benedicti Arias Montano, anonimi auctoris Lazarelli
de To rm es, Michaelis Cervantes, Caroli Quinti. Tandem aulem necesse est
dilucidare quanlum exercuerit influxum erga Michaelem Servelium aliosque
scriptores Erasmi studium. Constat quidem omnia opera erasmiana in hispa-
nicis bibliothecis iacentia nondum comperla atque explorata esse, quin autem
quaedam recentiores pervestigationes admirandae evaserunt.
Motus erasmianus plurimos attulil fructos ad Ecclesiae dispositionem
renovandam, ad sermones aptius proferendos, ad doctrinam lucidius exponen-
dam, ad Scripturam Sacram altius perscrutandam, ad litteras pulchrius colen-
das, ad novam imaginem efformandam de episcoporum el presbyterorum

153
JOSÉ GOÑI GAZTAMBIDE

ministerio, ad gigl'!endam denique sic dicta m hispanicam orationis spiritua-


lis doctrinam.
Neque sectio bibliographica lorte inanis erit, quippe quae dividitur in lon-
tibus, studiis complexivis, studiis peculiaribus, atque, dum singillatim alpha-
betice ordinetur, 140 voces cumulative amplectit.

SUMMARY

ERASMIANISM, IN SP AIN

This slUdr aspirt's al presel/lil/g lhe presel/l slate al lhe research carried Olll
on Erasmianism in Spain. The basis lar this is lound in M. Bataillon,
Erasmo y España (México, 1966) and later contributions. It con.sists 01 ftve
seetions: Introduction, Birth, Apogee, Declivity, Fruits and Bibliography.
In the Introduction, the author points out the origin and significance 01 the
word Erasmianism, stresses its importance in Spain, indieates the main ove-
rall studies and shows the phases 01 its development.
The birth was a late one (1516-1524). The oldest local point is detected in
Seville, place where the ftrst translations in Spanish 01 the works 01 Erasmo
were carried out. Soon alter that, other local points emerged in Valencia
where the oldest imitation 01 Moriae Encomium appears; in Alcalá de Henares
in whose University, the most sworn enemies together with his most enthusias-
tic admirers were ofien to be lound, and in the Spanish Court where he had
strong support.
The new movement attained its apogee between 1525 and 1530, when the
printer Miguel de Eguía brought to light various 01 Erasmo's works in Latin,
particular!.v in the case 01 his Manual del Caballero Cristiano (The Christian
Gentleman's Manual) in the Spanish version. The success was spectacular.
The Iriars reaeted denouncing Erasmo as a heretic but were not ab/e to get
him condemned in the Juntas (Boards) 01 Valladolid (1527). From this time
on, Erasmo's books enjoyed a popularity little known in other eountries.
Afier 1530, the situation ehanges. The movement begins to experienee a
declivity phase, 01 persecution and 01 underground lije (1530-1615). This
leads to the Index ollorbidden books by Valdés (1559). The latter eondemned
not only several 01 Erasmo 's works, but also those olother writers II'ho had
been contaminated by his ideas. The official repression was lollowd by a lite-
rary attack in which some 01 his own Iriends turned against him (1532-
1568).
The author also relays the latest contributions on the influenee 01 Erasmo
in Sto Ignatius 01 Loyola, Iriar Louis 01 Leon, lriar Diego 01 Estella, Berito
Arias Montano, el Lazarillo de Tormes, Cervantes and Carlos (Charles) V.
Still to be clarified, however, is the inf7uence 01 Erasmo in Miguel Sen'et and
in other writers. Moreover, the lull stock 01 Erasmo 's works contained in the
Spanish libraries is still to be looked into. Some 01 the samples taken recently
have had surprising results.

154
EL ERASMISMO EN ESPAÑA

The Iruits 01 Erasmism were abundant in the field 01 ecclesiastic renewal,


inthat 01 predication, in catequethics, 01 bible studies and 01 literature, in the
lormulation 01 a new episcopal and priestly ideal, in the diffusion 01 a new
ideal 01 laicist sanctity and in the birth 01 the Spanish school 01 prayer.
The bibliography could perhaps be judged as uselul. It is divided up into
sources, global studies and specific studies. Each one 01 these sections lollows
and alphabetic order. The total sum 01 the en tries is 140.

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