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capitalismo, pobreza
y resistencias subalternassubtítulo
Neocolonialismo,
capitalismo, pobreza
y resistencias subalternass
subtítulo
Rosario, 2015
Sonia Ávarez Leguizamón
–coordinadora–
Neocolonialismo, capitalismo, pobreza
y resistencias subalternas
ISBN 978-987-1855-99-5
© de esta edición:
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina
Email: prohistoriaediciones@gmail.com
Website: www.prohistoria.com.ar/ediciones
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, Este libro se terminó de imprimir en ART, Talleres
incluido su diseño tipográfico y de portada, en cualquier Gráficos, Rosario, Argentina,
formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, en el mes de julio de 2015.
sin expresa autorización del editor. Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-1855-99-5
Índice
Ensayo introductorio
Neocolonialismo y capitalismo. Políticas públicas, pobreza, racismo
y resistencias subalternas (el caso de Salta)
Sonia Álvarez Leguizamón............................................................................. 9
Capítulo I
Desigualdad y políticas sociales:
Agencias Internacionales de “desarrollo”
como dispositivos de gobierno de la pobreza
Capítulo II
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones: entre la autonomía,
la co-optación y el dejar morir. El caso Indígena en el Norte Argentino
BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................... 357
Ensayo introductorio1
Neo colonialismo y capitalismo
Políticas públicas, pobreza, racismo
y resistencias subalternas (el caso de Salta)
D
ecíamos cuando reflexionábamos sobre las características de la provincia
de Salta, Argentina en nuestro libro Poder y Salteñidad (Álvarez Legui-
zamón, 2010) que Salta tiene una posición singular en la geografía social
y política de la Argentina. Está localizada a 1600 kilómetros hacia el norte de la
capital y ciudad-puerto de Buenos Aires. Limita con dos países andinos, Bolivia
y Chile, y con Paraguay al oeste. Salta se encontraba más fuertemente vinculada
a la dinámica social y cultural de lo que ahora es Bolivia, Perú y al norte de Chile
hasta fines del siglo XIX, más que al puerto de Buenos Aires, centro político de la
república Argentina. Se inscribe en un espacio geográfico al que las elites porteñas
le asignan, a partir de la conformación de la República, una representación de
atraso e incivilización. Su dinámica social se ha caracterizado históricamente por
una fuerte concentración de la tierra, preponderancia del latifundio, escasa indus-
trialización y una importante concentración en los escasos sectores productivos
dinámicos en pocas manos de los sectores de las elites, junto con la existencia de
economías de subsistencia, reservorios de mano de obra estacional para la agri-
cultura. Estos elementos conforman una histórica subordinación política, social
y económica de los grupos pertenecientes a la población denominada mestiza e
indígena. Además, junto con otras provincias del norte, a diferencia de las ubica-
das en la pampa húmeda, se caracterizó por una tardía conformación del mercado
de trabajo libre y desde los comienzos de la expansión capitalista, por una menor
asalarización y una mayor precarización de las formas asalariadas de trabajo. Los
vínculos semiserviles se mantuvieron hasta muy entrado el siglo XX sobre todo en
la finca y en el trabajo estacional en ingenios, a diferencia de la zona central donde
ya a finales del siglo XIX habían sido substituidas paulatinamente por formas asa-
lariadas (Álvarez Leguizamón, 2004). (Ver en II-12 una descripción más detallada
sobre las características del entramado de poder y la política provincial).
1 Este texto es una reescritura del diseño colectivo del proyecto PICT 2008-2084 y de reflexiones de
la autora sobre sus resultados.
2 De aquí en más se hará referencia a los capítulos de este libro a los que se hace mención con nú-
meros romanos y a los artículos con números arábigos.
10 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
3 El contexto de análisis se enmarca en la última década del siglo XX y los primeros años del XXI,
salvo el artículo de Flores Klarik y el de Cora Paulizzi que toman períodos mayores.
4 Para una mejor caracterización de este período ver Álvarez Leguizamón y Villagrán 2010.
Ensayo introductorio 11
Imagen 0-1
Ubicación geográfica del Departamento San Martín, Provincia de Salta
Fuente: www.mapoteca.edu.ar
Salta es una de las provincias más pobladas por comunidades originarias del terri-
torio argentino al momento de la conquista y colonización, y por ello también la
problemática del colonialismo y del neocolonialismo adquieren especial relevan-
cia. Creemos, sin embargo que ésta atraviesa toda la sociedad argentina de igual
manera. Como formas heredadas de la colonia se estigmatizó la pertenencia a las
comunidades indígenas, se asoció la humillación y la vergüenza con cualquier vín-
culo familiar o prácticas culturales anteriores, utilizando para ello el terror, entre
otras formas de racialización de lo indio.
El territorio actual de la provincia de Salta constituye entonces un espacio
social paradigmático donde perviven situaciones de desigualdad y pobreza de
larga data. Se trata de procesos que remiten a una estructura social fuertemente
segmentada y atravesada, no sólo por relaciones de dominación de clases, sino
12 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
5 Pensamos a los espacios de estudio como heterotópicos, siguiendo a Foucault (1967) idea que no
posee connotaciones evolucionistas y no se circunscribe a los países mal llamados “subdesarro-
llados” o ex colonizados o post coloniales. En todas las sociedades podemos encontrar heteroto-
pías (distintos tiempos en un mismo espacio como los museos por ejemplo). Preferimos entonces
hablar e historizar heterotopías de colonialidad y neocolonialidad del poder. Nos inspiramos para
ello en la aplicación de lo heterotópico que realiza el hindú Partha Chatterjee en su reflexión de
la Nación en “tiempos heterogéneos”, donde según él conviven varios tiempos: lo “moderno” y
“premoderno”, no como supervivencias arcaicas sino como parte de “nuestra modernidad” (2008:
62). Si observamos Chatterjee sigue atado a nominaciones evolucionistas. Nosotros recuperamos
el pensamiento latinoamericano sobre la vigencia societal de mezclas, pastiches, heterogeneidad,
multiculturalidad, hibrideces, abigarramientos, convivencia de diferentes formas de producir –en
el marco de relaciones de poder, dominación y racismo– para entender estas heterotopías como
formas neocoloniales de poder. Inscriptas en el presente del capitalismo globalizado que se expan-
de y concentra, expropia subjetividades y al mismo tiempo éstas son resistidas y contestadas.
Ensayo introductorio 13
6 Esta idea fue luego profundizada por Hale and Millima’n (ver Mc Neish, 2008) en sus escritos en
Guatemala, para referirse a las maneras en que estas instituciones usan los derechos culturales para
dividir y domesticar los movimientos indígenas. “Con la presencia del ‘indio permitido’, surge
invariablemente la construcción de su ‘otro’ que se define como un sujeto disfuncional, ‘descarta-
ble’, sin méritos. Dicha dualidad llega a representar dos formas distintas de ser indígena. El ‘indio
permitido’ según esta ideología logra negociar la modernidad, sustituir ‘protesta’ con ‘propuesta’,
actuar con autenticidad y a la vez manejar el lenguaje dominante. Su otro, el desautorizado, es
rebelde, vengativo y conflictivo. Las características de este último le causan gran preocupación a la
elite política que se ha comprometido con la igualdad cultural pero que teme las repercusiones que
se podrían generar si los ‘desautorizados’ subiesen al poder. Esta nueva forma de gobernar le otor-
ga recompensas al ‘indio permitido’ mientras que simultáneamente condena su ‘otro’ a la pobreza
y exclusión social. Justifica dicha exclusión ya no tanto con la doctrina de inferioridad biológica,
sino por características culturales, superables pero profundamente persistentes. Los que ocupan
la categoría de ‘indio permitido’ tienen que demostrar constantemente que están por encima de
estas características culturales ‘racializadas’ de los ‘otros’ y al insistir de esta manera, apoyan y
refuerzan la división” (Hale, 2004: 4).
14 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
7 Usamos la noción racismo indio, a pesar de la fuerte connotación negativa que tiene lo “indio”,
puesto que genéricamente remite a la condición colonial, aunque las prácticas, discursos y habitus
raciales no necesariamente se dirijan al indio o indígena que se autoadscribe como tal, sino a
todo lo que muestre vestigios de ese pasado. Como pude ser un “morocho villero” o un habitante
del “interior” moreno, tipo que he denominado como el “indio interior” (Álvarez Leguizamón,
Aguilar y Perelman, 2012), para el caso de la construcción imaginaria de la argentina blanca y
porteñocentrada. Creemos que el racismo indio o indígena (Álvarez Leguizamón e Ibarra, 2014),
sería un tipo particular de relación surgida de la apropiación de tierras, cuerpos y almas operadas,
desde el momento colonial hasta el presente, y el fundamento de una diferenciación sobre el cual,
se ha erigido este tipo de estructura de relaciones sociales y dominación. En tal caso, es un aspecto
central de una estructura social que construye un tipo de diferencia y desigualdad específica colo-
nial. En este sentido ha operado como una forma de estructura histórica, dada su perdurabilidad y
estabilidad relativa. Lo indio es una referencia central en este tipo de racismo por muchas cuestio-
nes. Sobre este grupo específico se ha ejercido la violencia física y simbólica, el aniquilamiento,
el despojo continuo de sus tierras, el desplazamiento forzado de su lugares de vivir, el trabajo
forzado, “la servidumbre y la sobre inscripción de su existencia social en un lenguaje y un código
que le resultaba ajeno –castellano y código civil–” (Ibarra, en Álvarez Leguizamón e Ibarra, 2014).
8 Nociones que remiten a la producción del grupo de los estudios llamados De-coloniales entre los
que figuran Mignolo, Dussel, Castro Gómez, Quijano, Coronil, entre otros pensadores latinoame-
ricanos.
9 Como el petróleo, los ingenios, la vitivinicultura, el tabaco, entre otras.
Ensayo introductorio 15
10 Según Elías (1996 [1969]), las configuraciones sociales explican procesos históricos donde existen
relaciones de interdependencia entre grupos sociales, con diferenciales de poder, que se mantienen
en el largo tiempo y que implican mutuas constricciones.
11 El proyecto se denomina “Producción de la desigualdad y de la pobreza en la Salta del presen-
te” PICT-2008-2084, dirigido por Sonia Álvarez Leguizamón. Este financiamiento y apoyo ha
permitido la realización de trabajo de campo, procesamiento de la información y publicación de
resultados a partir de la edición de este y otros dos libros.
16 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
rios del Chaco,12 de los Valles Calchaquíes13 y de las zonas de las llamadas tierras
altas de la pre Puna14 salteña.
Estudiamos la transformación vinculada con la producción vitivinícola y el
turismo, mirando las luchas subalternas de trabajadores y comunidades indígenas
de la Nación Diaguito-Calchaquí en la zona de los Valles Calchaquíes Calchaquíes
(en Vázquez y Álvarez Leguizamón, 2015). El caso de la frontera Chaqueña, so-
bre todo vinculada con la expansión de la soja transgénica y la privatización de la
empresa nacional Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). El primero expropia
tierra, agua y bosque y expulsa poblaciones indígenas a la muerte y, el segundo,
expropia recursos energéticos y medios de empleo masivos. En este espacio abor-
damos las organizaciones etnopolíticas de la zona de Tartagal y la organización
de Trabajadores Desocupados de la UTD, de la ciudad de Mosconi. También las
luchas de indígenas de la pre Puna, en el departamento de Iruya de la organización
denominada Qullamarka.
Reflexionamos sobre la transformación de configuraciones de larga data, en
proceso de cambio, como la de patrón peón y patrona empleada doméstica, carac-
terísticas de estas formas particulares de neocolonialismo capitalista del presente.
El estado y sus políticas públicas ha sido un artífice fundamental en estas
transformaciones, incidiendo de manera directa o por omisión, tanto habilitando
las formas de expropiación de bienes comunes, como neutralizando el conflicto
social por medio de variados subsidios, al capital, al desempleo y a la sobreviven-
cia básica.
12 Se encuentra al este y sur de la Provincia de Salta, al este tiene una altura de 200 msnm, relieve
de llanura, clima subtropical, con altas temperaturas y un paisaje árido tipo monte. Al sur, existen
serranías con valles intermontanos, clima cálido, abundantes lluvias y frondosa y variada vegeta-
ción. Ocupado originariamente por grupos cazadores, pescadores y recolectores (Wichí y Tobas,
pueblos nómades organizados en bandas que vivían de la oferta del bosque y los ríos Bermejo y
Pilcomayo) y por grupos provenientes de zonas selváticas de tradición agrícola itinerante (Guara-
níes). (Flores Klarik, 2005).
13 Estos valles ocupan el sector central de la provincia de Salta, su relieve es de serranías (sierras
subandinas), con una altura media de 1500 msnm, clima templado y seco, suelo arenoso y salinoso
con abundantes minerales, sus primeros habitantes eran pulares, calchaquíes, tolombones, quilmes
y yocabiles, de la cultura diaguita, lengua kakana e influencia incaica. Pasaron de ser grupos ca-
zadores recolectores a Señoríos estables en sociedades agrícolas, sedentarias con mayor densidad
poblacional y sistemas de explotación vertical de pisos ecológicos según el patrón andino. (Flores
Klarik, 2005).
14 El departamento de Iruya junto al de Santa Victoria conforman la Prepuna, región que se encuentra
bordeando la altiplanicie de la Puna, hacia el Este. En un corte Oeste-Este se trata de una topogra-
fía montañosa en un gran plano inclinado que comienza en la Sierra de Santa Victoria con alturas
promedio de 5000 m. hasta el límite con el departamento de Orán con altura media de 2000 metros
sobre el nivel del mar, por lo que posee una gran variabilidad ambiental, templado frío al oeste,
templado con mayor pluviosidad al centro y templado cálido al este. (ver http://www.portaldesalta.
gov.ar/iruya01.htm).
18 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
15 Llamo biofocopolitica o directamente focopolítica a una nueva forma de gobierno de las poblacio-
nes, promovida por los Organismos o Agencias Multilaterales del Desarrollo a partir de la década
de los ‘70 del siglo XX, caracterizada por el marcaje de poblaciones de riesgo, en este caso los
pobres, precarizados, destituidos de la relaciones laborales o expropiados de sus medios de sub-
sistencia como la tierra o el bosque. No tiene como objeto de intervención y gobierno la vida, en
su sentido amplio o la vida útil de los trabajadores, como lo señalaba Foucault para la biopolítica
(Foucault, 1991 [1997]: 163-166), sino el no trabajo, la pobreza y la vida en los umbrales de la
muerte o lo básico, lo que llamo el discurso del minimalismo básico (biológico, social y cultural).
En este sentido ha dejado de ser una tecnología disciplinaria y biopolítica del trabajo y ha pasado
a ser una tecnología (disciplinaria y no disciplinaria) de las poblaciones de “riesgo”, con una
relación precaria o nula con el trabajo. Promueve aumentar su “capital humano y social” y su “pro-
ductividad”, por medio del “empoderamiento” y desarrollo de sus “capacidades”. La focalización
es la tecnología y el dispositivo más importante que se enmarca dentro del discurso del desarrollo
humano y remite a la construcción de complejos sistemas de información tecno-burocrática para
el control a distancia de personas y territorios. Por lo general, se materializa en lo que se llama
Programa: conjunto de directivas de políticas de diversa índole (en áreas de salud, educación,
alimentación) que implican un “subsidio”, generalmente transitorio, que exige cumplimiento de
objetivos a nivel territorial, individual o comunal, además de algún tipo de contraprestación y
control moral de sus vidas, a veces disciplinar.
Ensayo introductorio 19
16 Foucault en la Clase del 7 de Marzo de 1979 (2007 [1978-1979]: 217-248), explica que las rela-
ciones de poder que estudia por medio de la gubernamentalidad no sólo se refieren a la manera de
encauzar la conducta de los enfermos, locos, delincuentes, o niños “puede valer, así mismo, cuan-
do la cuestión pasa por abordar fenómenos de una escala muy distinta, como, por ejemplo, una
política económica, la administración de todo un cuerpo social, etc.”, como el caso de una ciudad
por ejemplo.
17 Estos autores incluyen dentro de la gubernamentalidad transnacional a alianzas transnacionales
llevadas a cabo por activistas y organizaciones de base y la proliferación de organizaciones volun-
tarias que se realizan a partir de complejas redes de fundaciones y personas a nivel internacional y
transnacional. (Ferguson y Gupta, 2002).
18 Ver en I-1 estas conceptualizaciones.
19 Para Foucault (1996a) es importante discernir entre: las tecnologías del poder, los objetos del
saber y los objetivos de control. Según él y a modo de contextualización debemos comprender
que existen cuatro tipos principales de esta “tecnologías” y que cada una de ellas representan una
matriz de la razón práctica. “Estas son las tecnologías de producción, que nos permiten producir
20 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
transformar o manipular cosas; las tecnologías de sistemas de signos, que nos permiten utilizar
signos, sentidos, símbolos o significaciones y las tecnologías de poder, que determinan la conducta
de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetiva-
ción del sujeto. Finalmente las tecnologías del yo [...]. Estos cuatro tipos de tecnologías casi nunca
funcionan de modo separado, aunque cada una de ellas este asociada con algún tipo particular de
dominación. Cada una implica ciertas formas de aprendizaje y de modificación de los individuos,
no sólo en el sentido más evidente de adquisición de ciertas habilidades, sino también en el sentido
de adquisición de ciertas actitudes. Es evidente por ejemplo, la relación entre la manipulación de
las cosas y la dominación en El Capital de Karl Marx, donde cada técnica de producción requiere
la modificación de la conducta individual, no sólo de las habilidades sino también de las actitu-
des”. (1996a: 47-49).
20 Según Svampa y Pereyra (2003: 34), “los ‘programas’ se consolidan como el eje principal –aunque
no exclusivo– que sintetizaría la demanda por trabajo y su justificación en relación con la crisis de
las economías locales”. El movimiento social fue de tal envergadura que se tuvo que “trasladar la
administración de planes de los municipios a las organizaciones sociales y políticas” piqueteras.
Ensayo introductorio 21
con la política de los grupos subalternos para responder a los embates que se les
presentan, ante las formas de expropiación diversas. Se analizan algunos casos
de focopolíticas: las desarrolladas en los ‘90 –llamadas con el término técnico de
transferencias condicionadas de ingresos- y otras, dentro del marco del adveni-
miento de las políticas “inclusivas” –de la etapa llamada Kirchnerista–, del auto
denominado gobierno “nacional y popular” actual (2003-2014).21 Las caracterís-
ticas de este período y las políticas sociales “inclusivas” que se llevan a cabo, se
describen en los artículos de Paulizzi y Milana, tanto a nivel nacional como en su
aplicación y resignificación local. Esta etapa se caracteriza por una impronta de
política económica keynesina a nivel macro económico, se nacionalizan algunas
empresas e instituciones antes privatizadas, como Aerolíneas Argentinas, parte de
YPF y el sistema previsional, entre otras. La política social llamada “inclusiva”,
está vinculada a la universalización de la cobertura previsional, la negociación
colectiva entre capital y trabajo, la fijación de salarios mínimos y programas para
pobres que fueron cambiando de un formato asistencial a otro basado en derechos,
a partir de la creación de la Asignación Universal por Hijo (ver II-1 y III-1), que
hemos caracterizado como derecho de pobres (II-1).
En el gobierno de la pobreza, se promueve la llamada “economía social”
a través de programas asociados con la necesidad de “reforzar” la “cultura del
trabajo” y el “capital social” –a nivel territorial– (ver III-2), usando el “trabajo a
pulmón” de las comunidades, como un insumo de las políticas (ver III-4). Junto
a ello, se constituye una política nacional de apoyo a la “agricultura familiar”
campesina o de economías de subsistencia doméstica (ver III-4). Pero, al mismo
tiempo, a pesar de que se intenta regular las retenciones a las exportaciones de soja
para destinarlas a programas sociales, se promueve una política de expansión de
la frontera agrícola con transgénicos. Es una política dual, por un lado se apoya
al gran capital monopólico vinculado a los agronegocios al permitir su expansión,
por otro, se desarrolla una interesante política dirigida a “la agricultura familiar”,
acompañando los reclamos por la tierra y la identidad, al mismo tiempo que se
genera un sistema de registro RENAF, que habilita la formalización de estas acti-
vidades –antes no registradas– otorgándoles beneficios sociales como: obra social,
asignaciones familiares y cobertura jubilatoria (ver III-4). Por otra parte, se modi-
fica la legislación de los/las trabajadores domésticos tendiendo a su formalización
y mayor cobertura social (ver III-3). Junto a la formalización de actividades antes
no registradas como las señaladas, se desarrolla una política impositiva que grava
el salario de los trabajadores formales, conteste a las políticas promovidas por
organismos como la OECD (ver II-1), sin que se modifique la estructura de pro-
piedad de la tierra ni se pare la expansión destructora eco y etnocida del capitalis-
22 Ver trabajos de Vázquez y Aguilar, Sabio Collado y Villagrán en Vázquez y Álvarez Leguizamón,
2015.
23 Que excede la idea de acumulación por desposesión de Harvey que se refiere a la tierra y a los
bienes comunes como servicios de salud.
24 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
civil, pero si producto de una negociación del día a día entre “grupos de interés” y
“grupos focales” (targeted group). Esta perspectiva enriquece la idea de focopo-
lítica que hemos desarrollado. Como dice Chatterjee una política, que de un lado,
se materializa en disciplinamiento en el nivel comunitario y al mismo tiempo es el
resultado de luchas por la reproducción de la vida y demandas de autogobierno. En
nuestros trabajos vemos como estas demandas forman parte también de la astucia
de los subalternos. Pero no todo es resistencia. También estas estrategias pueden
ser vistas como resultados no buscados de los propios dispositivos de gobierno.
Como dice Giavedoni 24 “el énfasis puesto en la auto-organización […] ¿no de-
bería ser contrastada con las nuevas modalidades de gestión como la comunidad
como dispositivo de gobierno o el empoderamiento? […]. No todo es resistencia y
lucha, estos espacios y experiencias, como los de la UTD, muestran una dinámica
atravesada de tensiones y contradicciones”. También vemos tensiones similares
en el caso del Qullamarka donde las políticas de “inclusión” que promueven la
“cultura del trabajo” si bien no responden a sus cosmovisiones del mundo, sin
embargo el trabajo asalariado es demandado por la falta de recursos para la vida,
lo que expresa a veces discursos ambivalentes de sus protagonistas. Por otro, el
“trabajo a pulmón” que implica la producción del espacio y la organización étnico
política comunitaria, es a veces funcional con los estilos de gobierno que poten-
cian el capital social, las redes de reciprocidad o la “economía social” propias de
los dispositivos del discurso del Desarrollo Humano y de las llamadas políticas
inclusivas.
¿Cómo habla el subalterno en este contexto de exclusión de medios de sub-
sistencia como el trabajo, la tierra, el agua, los frutos del bosque junto a políticas
de gobierno que tienden a construir subjetividades basadas en la prueba de la po-
breza o de la desposesión? Podemos decir que de muchas maneras. Nos interesa
aquí la política de los subalternos, las maneras en que hablan, denuncian, se orga-
nización, reclaman para construirse en sujetos políticos. Hay una amplia gama de
formas, algunas se observan en el libro. Desde el uso de la visibilización mediática
a los cortes de ruta. Desde el no pago de arriendo a la toma de sitios arqueológicos.
Desde los cortes de ruta a la participación en Asambleas. Por otra parte, el poder
trata de silenciar sus voces con diferentes estrategias sobre todo por medio de la
desposesión, la represión, la cooptación. También, a partir de minucias cotidianas
de desinformación persistente para que no se puedan ejercer derechos, como lo
muestran las dificultades que tienen para hacerse oír indígenas de Ballivián, en las
asambleas abiertas ante los conflictos de la expansión de la soja (II-2). Desde las
organizaciones comunitarias más locales que se potencian a partir del uso de sub-
sidios asistenciales de la focopolítica para producir granjas comunitarias urbanas
(II-1 y III-1), a la constitución de organizaciones pan territoriales de comunidades
étnicas como la Diaguita o la Kolla.
Universal por Hijo como diferentes a estas directivas y basada, más en derechos
que en tutela, mostrando que no hay una relación lineal entre directivas y políticas
nacionales, para este caso. Sin embargo se señala cómo, la política nacional actual
sigue estas “sugerencias” en lo que respecta al gravamen al salario y el aumento
de la formalización del trabajo.
El segundo artículo que se denomina “el combate a la pobreza y el discurso
del Desarrollo Humano en el marco de la Cooperación Internacional para el “de-
sarrollo” de Sonia Álvarez Leguizamón aborda25 las estrategias contra la pobreza
(ECP), consideradas como un aspecto fundamental de la gubernamentalidad neo-
liberal que produce un discurso en cuya materialidad “constituye un nuevo “hu-
manitarismo”, entendido como aquella posición ideológica que, si bien deplora y
lamenta la pobreza, la indigencia y la miseria, “nunca se cuestiona la justicia del
sistema de desigualdad en su conjunto”, ni los mecanismos que la provocan. Ope-
ra como un discurso de verdad que naturaliza la desigualdad. Uno de sus elemen-
tos fundantes es el discurso del Desarrollo humano que naturaliza la desigualdad,
al tiempo que conforma nuevas formas de exclusión, bajo la apariencia de nuevos
derechos. Se reformula el concepto de biopolítica tal como lo plateara Foucault.
Se sostiene que tal proceso no se aplicaría ya a la vida de las poblaciones en gene-
ral, sino a la vida y al no-trabajo de los pobres. Se describen lo que se considera
como tres generaciones de focopolíticas, que han disuelto el concepto de políticas
universales para generar nuevos modos de conocer e intervenir sobre poblaciones
consideradas riesgosas para la gubernamentalidad neoliberal o para el movimiento
de los merados. En ese sentido se modifica también el concepto de disciplina y
sociedad disciplinaria, tal como fue presentado y desarrollado por Foucault en el
tiempo que le tocó vivir. El trabajo recorre en su análisis documental la importan-
cia que cobran, tras el Consenso de Washington, los Ministerios vinculados a lo
social a medida que se advierten los perniciosos efectos de las reformas del Estado
propiciadas por tal Consenso. El artículo deconstruye algunas categorías discursi-
vas como “empoderamiento” y “desarrollo de capacidades” o “capital social”, así
como el lugar otorgado a la sociedad civil, a la economía popular o al “universa-
lismo básico” en las políticas de gobierno de las poblaciones pobres. Se observa
un proceso de subsunción económica de ciertas “capacidades de los pobres”, en
tanto se traslada la lógica de la mercancía a todos los aspectos de la vida cotidiana,
incluidas las relaciones de amistad, comunitarias, de los pobres. El “desarrollo
social humanizado” es analizado críticamente, así como el lenguaje biológico apli-
cado a estas políticas y su vinculación con la territorialización; lo que es parte de la
“subsunción de lo social a lo económico”, exigiendo “productividad” a los pobres.
25 Parte de este texto y de otros de la presentación toman en cuenta las opiniones de los evaluadores
externos, en este caso de Susana Murillo.
28 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
luchas, devela como los “derechos” a la salud, por ejemplo, se basaron en otro
tipo de violencia que se ejercía sobre sus cosmovisiones y sus cuerpos en un hi-
gienismo fuertemente racista. La creación estatal de cargos de maestros bilingües
o agentes sanitarios –producto de las luchas indígenas– abrió más tarde la posibi-
lidad, anteriormente inexistente, de insertar demandas particulares desde la visión
indígena, aunque en un contexto limitado.
El segundo artículo: “tensiones entre políticas agrarias y derechos indíge-
nas y ambientales, el caso de los agronegocios en Ballivián” de Norma Naharro;
Marcela Amalia Álvarez y Mónica Flores Klarik, aborda las tensiones generadas
por el avance de los agronegocios sobre territorios indígenas wichí del área de
Ballivián, dónde la pérdida del monte ha producido consecuencias drásticas en
distintos ámbitos de la vida de las comunidades. En relación al “modelo de desa-
rrollo” extractivista vigente, resulta particularmente esclarecedor este caso como
paradigmático de hechos que suceden en diversas áreas de la región chaqueña, y
que impactan negativamente en la vida de los pobladores. Es un lugar, como tantos
otros de la provincia, donde es posible visualizar la contradicción intrínseca a este
modelo, las cuales se evidencian a partir de la aplicación del reconocimiento cons-
titucional de derechos ambientales (implementación de Ley de Bosques con la
zonificación), los derechos a la tierra y territorio de pueblos indígenas (Convenio
169 OIT, Constitución Nacional de 1994, Ley 26160), y la promoción de los agro-
negocios (aplicación del “paquete sojero” y procedimientos de recategorización
de los “amarillos sociales”, etc.). En ese contexto, se analizan diversas estrategias
y mecanismos a través de los cuales se convierte en “legales” a acciones que con-
tradicen abiertamente los derechos reconocidos. Muestran las paradojas del mode-
lo de desarrollo, sustentado en la invisibilización y la “producción de ausencia”,
a partir de un discurso práctico extractivista que se analiza en declaraciones de
sectores empresariales y elites de poder, en la prensa local. Luego, en la segun-
da parte, en base al análisis discursivo de audiencias públicas –que prevé la Ley
Provincial 7070 de “protección del medio ambiente” en temas que afectan a las
comunidades indígenas o a terceros– se devela cómo las comunidades afectadas
son sistemáticamente excluidas y ninguneadas. Se describe diferentes triquiñuelas
estatales y empresariales, desde no informarles donde y cuando se realiza la asam-
blea, restringir el uso de la palabra, no proveer de traductores para hacer inteligible
los temas asociados con derechos que se dirimen, hasta despreciar las temáticas
de salud que están sufriendo las poblaciones –como cáncer y malformaciones y
contaminación del agua– provocadas por el uso de agroquímicos.
El artículo además es valioso porque incluye, en un anexo, una descripción
detallada respecto a la especificidad de la relación histórica y actual que el pueblo
wichí tiene con su territorio, aspecto que frecuentemente se invisibiliza para fa-
vorecer actividades “productivas” que supuestamente beneficiarían a la población
local. Siendo que en realidad casi nada de los excedentes producidos queda en la
30 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
estamentales se ha asalarizado cada vez más, todavía se observa el poder del pasa-
do y las relaciones de semiservidumbre en la que está inscripto. En estudios ante-
riores (Álvarez Leguizamón, 2004) hemos considerado a la casa de la oligarquía,
junto con las instituciones de beneficencia, como una unidad de gobierno tutelar
que se mantuvo hasta muy entrado el siglo XX.26 Ahora sigue siendo unidad de
gobierno sobre mujeres de sectores subalternos, ya no tutelar pero se mantienen
relaciones de favores, auto constricciones y diversos vínculos que actualizan el
sojuzgamiento neocolonial. Ferro encuentra que, por ejemplo, el acoso y el abuso
sexual, si bien no aparece en los relatos de las trabajadoras de manera explícita, si
son parte del repertorio de experiencias conocidas, las que evocan indirectamente
“el derecho de ‘pernada’, que le permite al patrón o al jovencito de la casa hacer
‘uso sexual’ de su sirviente indígena o, en este caso, de su empleada criolla. Ferro
comienza su análisis en el rastreo de estudios de la sociología del trabajo contem-
poráneos que abordan este tema, poniendo el foco en la persistencia de vínculos
informales, denominación contractual que muestra la continuidad de relaciones
donde todavía los derechos laborales no se han conformado. Estos análisis dan
cuenta de las desigualdades, pero no explican cómo se producen y reproducen
cotidianamente las relaciones de dominación puesto que su objeto de estudio es
el mercado de trabajo y no las relaciones de subalternización y/o subordinación.
Sin embargo, la autora cuando devela la relación laboral a través de entrevistas
muestra como al criterio del cumplimiento de las regulaciones laborales, se le es-
capan los favores que se obtienen en la relación entre trabajadoras y empleadores,
algunos vinculados a derechos como licencias por enfermedad. Analiza estos vín-
culos entendiéndolos como relaciones de dominación, teniendo en cuenta la idea
de configuraciones de Elías ya señalada; el sentido del juego, el involucramiento,
los compromisos e intereses mutuos de Bourdieu, así como la dimensión valora-
tiva positiva o negativa, legítima o no de los miembros involucrados (Godelier) y
las de reciprocidad involucradas en del don y contra don (Mauss). Muestra como
las trabajadoras, en sus trayectorias, buscan “buenas patronas” que permiten que
en estos intercambios, a pesar de que la jerarquía se acepta como “dada”, a tra-
vés de la circulación de “generosidades”, los patrones desenvuelven acciones que
mitigan en parte la desigualdad pero que la reproduce al estar basada en favores
y no en derechos. Esta estrategia de abordaje le permite ver la ambigüedad de los
intercambios por medio de los cuales se ejercen estas formas “elementales” de do-
minación pero también las formas en que las empleadas hacen apuestas para sacar
el mejor provecho de situaciones altamente desfavorables.
E
Presentación
l texto1 tiene como propósito realizar un ejercicio reflexivo, sobre la pro-
ducción de la desigualdad en América Latina (en adelante AL), tomando
como ejemplo el caso de Salta, Argentina, orientando la mirada sobre al-
gunas dimensiones que consideramos sustantivas para el abordaje de la cuestión
y que se han venido obliterando en los estudios centrados en criterios de estratifi-
cación social, particularmente a través de la distribución del ingreso. Entre ellos,
las cuestiones geopolíticas y de neocolonialismo, los procesos de acumulación por
desposesión, ambos ligados al “racismo indio” (Álvarez Leguizamón, et al. 2012
y 2011)2 y a las políticas económicas de corte neodesarrollistas extractivistas.
A continuación, en la segunda parte, analizamos cuál es la concepción de
desigualdad que está presente y la opción teórica que se manifiesta en un informe
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (en adelante
OCDE) (OCDE, 2012), denominado “Special Focus: Inequality in Emerging Eco-
nomies (EEs)” (Foco especial sobre la desigualdad en las Economías Emergentes)
en el libro Divided We Stand: Whay Inequality Keeps Rising (“Estamos divididos:
porque la desigualdad sigue aumentando”, traducciones nuestras).
1 Este trabajo es una re escritura del presentado en el taller interno de los integrantes del Grupo de
Trabajo CLACSO sobre Pobreza y Políticas Sociales, con el título: “Desigualdad y políticas so-
ciales: entre la mirada de la OCDE, la neocolonialidad y la colonialidad del presente”, en ocasión
de la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales: “El estado de las ciencias
sociales en América Latina y el Caribe”, CLACSO, UNESCO, México DF, 6 al 9 de noviembre de
2012.
2 Usamos aquí la idea de racismo indio como un habitus y un discurso práctico originado en el
momento colonial pero que es también el núcleo duro del discurso civilizatorio latinoamericano
republicano, así como del desarrollo y subdesarrollo de las democracias actuales. Si bien abreva
de las reflexiones de Mariátegui sobre la cuestión del indio sobre la problematización de las elites,
plantea que no es necesario que estén a la vista las luchas sociales indígenas o que haya discusio-
nes y dispositivos explícitos de blanqueamiento. El indio aparece soterrado en un racismo a veces
visible y otras que sale a la luz en eventos críticos y que develan los rangos de las diferencias de
derechos y tipos de ciudadanía de todos aquellos que tienen en su cuerpo marcas de ese pasado.
(Álvarez Leguizamón, 2011 y et al. 2012).
38 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
3 Enrique Valencia Lomeli, coordinador del Grupo CLACSO sobre pobreza y políticas sociales, lo
seleccionó para ser discutido en el seminario interno antes citado.
4 Según su página en internet, “Fundada en 1961, la Organización para la Cooperación y el Desa-
rrollo Económicos (OCDE) agrupa a 34 países miembros y su misión es promover políticas que
mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. La OCDE ofrece
un foro donde los gobiernos puedan trabajar conjuntamente para compartir experiencias y buscar
soluciones a los problemas comunes. Trabajamos para entender que es lo que conduce al cambio
económico, social y ambiental. Medimos la productividad y los flujos globales del comercio e
inversión. Analizamos y comparamos datos para realizar pronósticos de tendencias. Fijamos es-
tándares internacionales dentro de un amplio rango de temas de políticas públicas”.
5 En itálicas para la denominación nativa.
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 39
6 “China y la India, por ejemplo, se encuentran entre los economías más grandes y los dos países
más poblados del mundo, mientras que Argentina y Sudáfrica son mucho más pequeñas” (OCDE,
2012).
7 “Existen importantes diferencias entre países en términos de la pobreza absoluta. En un extremo,
la India tiene la tasa de pobreza más alta de los siete países –con alrededor del 42% de su población
que aún vive con menos de 1,25 dólares al día. En el otro extremo, Argentina y Rusia prácticamen-
te han erradicado la pobreza absoluta, con la misma forma de medición.” (OECD, 2012: 48).
40 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
demostrado los informes del Índice de Desarrollo Humano a partir de 1990, el cre-
cimiento no necesariamente se traduce en una disminución de la pobreza y menos
en el caso de estos países. Se observa embutida la amenaza que para los países más
poderosos significa el poder que alguno de ellos adquiere. En esta línea, afirman
que consideran “innegable que la posibilidad de alcanzar los niveles de ingreso
de los países de la OCDE, sigue siendo importante para las EE en el futuro”. En
términos más específicos el capítulo se “centra en la desigualdad dentro de los
países EE” y sus principales resultados y desafíos de la política son los siguientes:
“Todas las EE tienen niveles de desigualdad de ingresos significa-
tivamente más altos que el promedio de la OCDE”, consideran que
si “bien el reto de afrontar la desigualdad es común a EEs y de la
OCDE”, existen “fuerzas de la desigualdad en las economías emer-
gentes diferentes a las de los países de la OCDE”. Dentro de las
principales fuentes de desigualdad se señalan como fundamentales:
la existencia de “un gran sector informal, persistente, las diferencias
entre regiones extensas (por ejemplo, urbano-rural), las brechas en
el acceso a la educación, y las barreras al empleo y la carrera en la
mejora de las mujeres” (OECD, 2012: 49).
Primera parte
La producción de la desigualdad. Una mirada teórica
La producción de la desigualdad es un fenómeno complejo en el que interactúan
diferentes procesos económicos, sociales, políticos, culturales y étnicos, algunos
de muy larga data y otros más coyunturales, siendo los económicos de central
importancia en el capitalismo. Antes de concentrarnos en ellos, es importante re-
ferirnos a otras formas de desigualdad ligadas a relaciones de dominación/subor-
dinación particularmente raciales y de género, donde los diferenciales de poder se
construyen sobre el supuesto, de parte de los que detentan el poder, de su superio-
ridad como seres humanos.
Entendemos que avanzar sobre la evaluación de la desigualdad y proponer
políticas acordes, requiere desplegar el mapa de su complejidad y la diversidad de
matices en diferentes contextos socio-políticos, realizando un ejercicio de desna-
turalización, una puesta en cuestión de la concepción hecha carne en los discursos
y prácticas de los organismos internacionales, anclada en definitiva en la razón
instrumental de la modernidad occidental, versus la asignación de “atraso”, “sub-
desarrollo” –tanto económico como cultural– al resto de las sociedades y países,
desconociendo, despreciando, minusvalorando saberes y formas de conocimiento8
basadas en otras racionalidades, diferentes a la impuesta por el capitalismo. Este
pensamiento concibe el crecimiento económico indefinido como la meta indiscu-
tida, no sólo de todos los países sino del ser humano como especie que se supone
persigue intrínsecamente, en espiral ascendente, el bienestar material.
En este esquema, el trabajo en tanto empleo (fuerza de trabajo), es el medio
para alcanzar el desarrollo pleno. Esta perspectiva hegemónica es la que, conse-
cuentemente, produce una concepción sobre desigualdad reducida a su dimensión
economicista (particularmente en función del ingreso y acceso al trabajo formal)
que, además de utilizar patrones de medida “universalizados”, estrecha la mira y
deja fuera la complejidad de la cuestión, que parcialmente contempla el Glosario
Internacional sobre Pobreza: “Las desigualdades más importantes se refieren al
ingreso, riqueza, clase social, género y origen étnico” (Spicker; Álvarez Leguiza-
món; Gordon, 2011).
La persistencia de formas ancestrales de desigualdad estrechamente asocia-
das con marcados diferenciales de poder, que en el caso de Argentina fueron par-
ticularmente invisibilizadas, son las relativas al peso que tiene “la raza”9 en las
relaciones sociales de dominación y las desventajas, históricamente negadas, que
implica para todos aquellos cuyo fenotipo no responde al de la raza blanca. Esta
particular forma de construcción de una Argentina blanca, moderna y homogénea,
indiscutida durante casi toda su historia, y en la que las políticas educativas tuvie-
ron un papel destacado, supone la presencia de prácticas arraigadas de inferioriza-
ción del “otro”, oscuro, diferente, innombrable.10
Este aspecto está totalmente ausente aunque con frecuencia se expresa en los
cuerpos, gestos, miradas. Un estudio reciente (De Grande y Salvia, 2011) sobre el
mercado de trabajo en grandes centros urbanos de Argentina, es ilustrativo de lo
señalado. Estos autores destacan que no tener piel blanca expone a las personas a
condiciones desfavorables en el mercado de trabajo, con independencia de edad,
sexo y nivel de instrucción. En este sentido la educación no iguala en términos de
empleabilidad, sino que la piel no blanca suma riesgos a cualquiera de las condi-
ciones educativas. Con relación a la calidad del trabajo, la posibilidad de encontrar
un trabajo sin seguridad social es 47 % más alto entre los no blancos. En síntesis
demuestran que los no blancos tienen más dificultades para conseguir trabajo, con-
siguen mayormente trabajos informales y sus remuneraciones son más bajas, con
independencia del nivel de educación.
9 Segato (2007) defiende la idea de hablar en términos de raza, no en tanto pertenencia a grupos ét-
nicos sino como “marca de una historia de dominación colonial que continúa hasta nuestros días”,
ello le permite afirmar que “al continente le cuesta hablar del color de su piel y de los trazos físicos
de sus mayorías”. Para la autora, percibir la raza en el continente y nombrarla es una estrategia de
lucha en el camino de la descolonización, raza como marca de pueblos despojados, por oposición,
la blancura opera como capital racial, agrega valor en los productos, incluyendo la producción
académica.
10 Tan es así que en la encuesta sobre discriminación realizada por el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), “el coya” o el “mestizo”, categorías nativas
racializadas de población mayoritariamente autóctona en la Argentina, no están mencionadas, ca-
recen de nombre, como dice Segato (2010).
42 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
11 En el Capítulo IV (: 111-140).
44 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
12 Dentro del pensamiento dependendista existen varias líneas (Dos Santos, 2003) estudiadas por
Blomstron y Hettne (1990), Kay (1989, citado por Dos Santos, 2003), entre otros. Si bien las
clasificaciones de estos autores no son del todo coincidentes, se pueden señalar algunas corrientes
a partir de una síntesis realizada por Andre Gunder Frank (1991, citado por Dos Santos, 2003),
Celso Furtado (1974): estructuralista; Cardozo y Faletto (1968) como reformistas, André Gunder
Frank (1970), Ruy Mauro Marini (1977) y Theotonio Dos Santos representarían un pensamiento
neomarxista o neoestructuralista, Vania Bambirra (1977) y Aníbal Quijano (1973) marxista, Frank
Hinkelammert (1970) no marxista.
13 Según Blomstron y Hettne (1990: 1) los antecedentes de la teoría serían: i) la tradición crítica al
eurocentrismo implícito en la teoría del desarrollo vigente, las críticas al imperialismo euronorte-
maricano y la crítica a la economía neoclásica de Raúl Prebish y a la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (en adelante CEPAL); ii) el debate latinoamericano sobre el subde-
sarrollo, cuyo primer antecedente es la discusión entre el marxismo clásico y el neomarxismo,
influenciados por los aportes de Paul Baran y Paul Sweezy.
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 45
análisis no tiene como centro las formas en que la expansión y reproducción del
capitalismo del presente produce desigualdad, exclusión, desposesión y destitu-
ción sobre grandes grupos de población.
Según Pablo González Casanova (2006 [1975]),
“está originalmente ligada a fenómenos de conquista, en que las
poblaciones de nativos no son exterminadas y forman parte, pri-
mero, del Estado colonizador y, después, del Estado que adquiere
una independencia formal […] Los pueblos, minorías o naciones
colonizados por el Estado-nación sufren condiciones semejantes a
las que los caracterizan en el colonialismo y el neocolonialismo a
nivel internacional. En general, los colonizados en el interior de un
estado-nación pertenecen a una ‘raza’ distinta a la que domina en
el gobierno nacional, que es considerada ‘inferior’ o, a lo sumo, es
convertida en un símbolo ‘liberador’ que forma parte de la dema-
gogia estatal; la mayoría de los colonizados pertenece a una cultura
distinta y habla una lengua distinta de la ‘nacional’”.
Otra forma de comprensión del neocolonialismo es la de Silvia Rivera Cusicanqui
(1997, 2003,2003a, 2010, 2010a) quien toma la idea de González Casanova pero
le imprime otras características como la expropiación de subjetividades, el habitus
neocolonial o la estructura arborescente del colonialismo interno. Desarrolla la
primera idea basándose en la introducción escrita por Jean Paul Sartre al libro Los
condenados de la tierra, de Franz Fanon (1961)14 pero desde otro lugar, a partir de
incorporar de la noción de Foucault de control y disciplinamiento sobre el cuerpo
de los sujetos y sus subjetividades, aunque no lo diga taxativamente.
Sin entrar en la complejidad de las discusiones y coincidencias en el marco
de los llamados estudios de-coloniales o de colonialidad del poder, tomemos esta
última idea de Quijano (2000a y 2000b) para quien éste es uno de los elementos
constitutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista.
Dice Quijano que la colonialidad del poder es
“un concepto diferente de, aunque vinculado al Colonialismo. Se
funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la po-
blación del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y
opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales
y subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal”.
Para él esta racialización se extendió desde América a una clasificación de la po-
blación de todo el mundo en identidades “raciales” y dividida entre los dominan-
tes/superiores “europeos” y los dominados/inferiores “no-europeos”. Estas formas
14 Tomada también por el peruano Aníbal Quijano en su concepción de colonialidad del poder.
46 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
18 La estructura arborescente del colonialismo interno, para Rivera Cusicanqui, se manifiesta a partir
de ejemplos elocuentes de la estigmatización de las conductas de mimesis cultural, como el caso
de la vestimenta de la chola paceña y también en los habitus coloniales de las elite que continua
funcionando a través del eje invisible de las “dos repúblicas” –la una de los súbditos, la otra de
los soberanos– (Rivera Cusicanqui, 2004, 2004a). Para ella, también la estructura arborescente
del colonialismo interno se articula con los centros de poder del hemisferio norte, “llámense uni-
versidades, fundaciones u organismos internacionales”. Afirma que “la estructura ramificada del
colonialismo interno-externo tiene centros y subcentros, nodos y subnodos” (2010: 63).
19 Según Silvia Rivera Cusicanqui (2004, 2004a) se podría hablar de una estructura del habitus re-
publicano colonial, haciendo referencia al concepto bourdieusiano de habitus, que continua fun-
cionando, en el caso de Bolivia que estudia, a través del eje invisible de las “dos repúblicas” que
resultó encubierto y disfrazado por la retórica del reconocimiento jurídico de la igualdad del indio.
48 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
por sus venas; con sus ríos disecados y sus fuentes de agua contami-
nadas; sus aires saturados de sulfuros y material particulado; cromo,
plomo, mercurio, arsénico, cadmio, uranio y otros tantos elementos
anegando sus suelos. Enfermedades de la piel y del sistema res-
piratorio; nuevas y raras afecciones digestivas y neurológicas; el
incremento exponencial de casos de cáncer y de las tasas de morbi-
mortalidad de las localidades aledañas. Extensos territorios cianu-
rados; paisajes enteros intervenidos, conformados por aguas ácidas,
desertificación y pérdida de especies; biodiversidad degradada irre-
versiblemente; montañas y montañas de escombros, junto a grandes
represas de lodo contaminado y gigantescos cráteres que quedarán
por cientos de años como ‘recuerdos de la época’, souvenirs del ma-
ñana de las promesas desarrollistas del presente” (Machado Aráoz,
2011: 137/8).
El concepto que propone Harvey (2004 y 2007) de acumulación por despose-
sión, como la permanente actualización de las modalidades de desapropiación y
despojo tratadas por Marx en el capítulo sobre la acumulación originaria, que la
distingue de la acumulación regular o reproducción ampliada del capital basada en
la producción de mercancías, resulta adecuado para analizar estos casos. Si bien
el carácter de transicional original, en el sentido de sentar las condiciones para el
despliegue capitalista se ha perdido cuando hablamos de países capitalistas, los
métodos de saqueo de recursos y bienes comunes, más el acompañamiento del
Estado y la legislación se mantienen, y se observan como características asociadas
a estas actividades extractivistas.
Digamos que este análisis también estuvo presente en los autores que formu-
laron la teoría de la dependencia, pero nos inclinamos por la denominación acuña-
da por Harvey, ya que resulta muy expresiva de los procesos que analiza, además
de haberse extendido bastante su uso incluyendo en la desposesión no solo la tierra
sino también lo que llama bienes comunes, como serían los servicios públicos de
salud, por ejemplo. Las particularidades que han adquirido las actividades econó-
micas señaladas, muy relevantes hoy en las economías de la región, combinan el
uso depredador de los recursos naturales no renovables, con métodos violentos de
apropiación, lo que provoca hambre, muerte y enfermedad en seres humanos y
destruye la naturaleza.
Los más activos resistentes de la expansión de estos procesos de acumulación
por desposesión son los indígenas y campesinos. Son ellos los principales afecta-
dos por la privatización y acaparamiento de territorios que antes eran los lugares
de donde provenían sus medios de subsistencia, no sólo de alimentos sino también
de salud, recreación, vivienda, etc. Estas comunidades están siendo expulsadas,
y cuando resisten en el lugar, son violentadas, fumigadas, amenazadas, ven sus
casas y sus cementerios devastados por aplanadoras en pocos minutos. Son los que
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 49
resisten, cortan rutas, no se mueven de los territorios arrasados, activan las redes
solidarias con otras comunidades o con grupos ecologistas. Los indígenas son los
primeros en poner el cuerpo para frenar el atropello, especialmente en los casos de
desmontes. No son los únicos, las poblaciones locales y distintos grupos sociales
se suman a la resistencia.
Por otra parte, el informe de OCDE habla de corrupción a veces y sólo en
relación a la recaudación de impuestos en las EE. Sin embargo, la acumulación por
desposesión, al igual que la acumulación originaria, implica que las apropiaciones
son violentas, en las fronteras de la legalidad o abiertamente ilegales. Por ello,
junto a este tipo de inversiones aparecen otras como las inmobiliarias, turísticas,
mineras, juego, etc., que muchas veces se asocian a distintas maneras de corrup-
ción, principalmente al lavado de dinero.
También es interesante advertir que algunos de los países que componen lo
que se denomina EE, son sociedades con dinámico y rápido crecimiento capitalis-
ta, que rivalizan y amenazan la hegemonía mundial establecida. El atento segui-
miento de la OCDE es sintomático del interés por estos países, en dos sentidos.
Uno, para controlar una amenaza a la hegemonía, y otro, porque la valorización
capitalista de algunas actividades resulta propicia para ser apropiada y transferi-
da a los países centrales en crisis. Ejemplo de ello son las privatizaciones de los
noventas y las corridas financieras contra las monedas, que permiten la compra a
un precio vil de empresas muy competitivas en el mercado mundial o de deuda
pública.
Otro aspecto llamativamente ausente en el informe es la política adoptada
por algunos países latinoamericanos de autonomía en relación a los organismos
financieros internacionales, y a la organización comercial y política del Mercosur20
y de UNASUR (Unión de Naciones Sur Americanas), que consolida en la región
un bloque de países que lograron frenar algunas iniciativas comerciales de EEUU,
como el TLC (Tratado de Libre de Comercio) y ALCA (Área de Libre Comercio
de las Américas), y también de interrupción de gobiernos democráticos y autóno-
mos, como el caso de Ecuador.
Segunda Parte
El informe de la OCDE y la concepción de desigualdad: lo que incluye
Este estudio parte de un supuesto fuertemente naturalizado, y por ello no sometido
a discusión, y es que el crecimiento económico –en el marco de relaciones socia-
les capitalistas– es la meta de cualquier país o comunidad que siente sus bases en
el planeta tierra. Es pertinente una digresión sobre el propio concepto de países
emergentes que bajo la lógica enunciada es equivalente a EE. Según el diccionario
20 Mercado Común del Sur o MERCOSUR, integrado por la República Argentina, la República Fe-
derativa de Brasil, la República del Paraguay, la República Oriental del Uruguay, la República
Bolivariana de Venezuela y el Estado Plurinacional de Bolivia.
50 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
25 Política que el actual gobierno argentino parece atender debido a la imposición del impuesto a las
ganancias que grava el salario.
54 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
26 Similar al plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados de Argentina, que es considerado por el Banco
Mundial como un programa Workfare según Grondona. Ver Capítulo III-1.
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 55
Educación
En relación a las políticas que propone, se dice que es importante no sólo aumen-
tar la matrícula educativa sino mejorar la calidad de la educación, a pesar de que
en el análisis puntual de las políticas de transferencia condicionada y de trabajo
público se menciona reiteradamente que la condicionalidad de matriculación es
un elemento que aumenta el capital humano, cuando se sabe que eso sucede sólo
si hay educación de calidad, difícilmente alcanzable cuando el sistema educativo
está fuertemente segmentado. Como sucede en Argentina por ejemplo, luego de la
desinversión y la descentralización educativa –durante la última dictadura militar
1976-1983 y el período menemista (1989-1999)– que, a pesar del incremento del
presupuesto educativo en los últimos años, aún no se ha logrado revertir.
De lo anterior podemos colegir que la mejora en el acceso al sistema no
necesariamente se expresa en mayores tasas de inserción en el mercado laboral y
menos aún, en mejoras salariales. Hay una línea de estudios críticos respecto a las
afirmaciones que explican el éxito o fracaso en las trayectorias laborales, en fun-
ción de las diferencias de educación, particularmente cuando se trata de jóvenes en
hogares pobres. Así se comprueba que “la exclusión de jóvenes del empleo formal
tiene más que ver con condiciones materiales y simbólicas” (Criado, Martín en
Bonfiglio y otros, 2010: 1) y sólo –en segunda instancia– con credenciales educa-
tivas. Quienes son los que ingresan primero al mercado laboral pero, difícilmente,
acceden a condiciones estables de trabajo. Según datos de la Encuesta Permanente
de Hogares de Argentina (EPH) (2006) sólo 8,6% de los jóvenes de nivel socio-
económico bajo con nivel de instrucción alto accedieron a un empleo de calidad.
Esta proporción se revierte significativamente entre los jóvenes de nivel socio-
económico alto y nivel de instrucción también alto ya que el 67,3% alcanzaron
empleos de calidad (ver EPH Total país, población urbana), lo que muestra que
56 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
la clase social según ingresos es lo que define la calidad de los trabajos y no los
niveles educativos. Según Bonfiglio y Salvia,
“el acceso a mayor y mejor educación y a empleo de calidad parece
depender fundamentalmente del sistema social que genera trayecto-
rias desiguales para los jóvenes según sus situaciones socio-econó-
mica, familiar y otros factores asociados a necesidades y oportuni-
dades” (2010: 22).
A conclusiones similares llegamos en un análisis sobre el impacto de las transfor-
maciones neoliberales en los jóvenes en relación a educación y trabajo en Salta. La
intensidad, la dirección y el sentido de esos cambios afectan de manera diferencial
a los jóvenes, ya que sus historias transcurren situadas en determinados contextos
sociales, económicos y políticos que especifican condiciones de posibilidad faci-
litadoras o limitantes de la construcción de sus trayectorias y sus condiciones de
participación (Aguilar, 2004).
Entendemos que la afirmación respecto a que el acceso a educación de ca-
lidad hará “una importante contribución en bajar las desigualdades del ingreso
laboral”, no está basada en la realidad sino en la creencia acoplada a la teoría del
capital humano. Como venimos afirmando si las desigualdades en los ingresos
laborales se restringen a la educación, estarán muy parcialmente tratados. En los
países latinoamericanos y en otros de todo el mundo, la discriminación étnica
(sobre todo a las poblaciones nativas y afrodescendientes) o la colonialidad del
poder local es un factor fundamental, junto a otras como el género, para entender
los problemas de acceso al empleo.
El estudio de De Grande y Salvia (2011) sobre el mercado de trabajo en gran-
des centros urbanos de la Argentina, ilustra cómo opera la discriminación racial y
muestra que la mejora en la educación no asegura linealmente mejores empleos.
En este sentido Sennet (2006) se refiere a las centralitas indias para ejemplifi-
car que el capital busca internacionalmente salarios más bajos con sobrecalifi-
caciones, lo opuesto a la visión que quiere naturalizar la OCDE. Por otra parte,
la ampliación de la matrícula no asegura calidad de la educación: se sabe que la
educación en nuestros países está fuertemente segmentada y los sectores pobres
acceden a educación de baja calidad, inclusive en los lugares con una educación
pública extendida, como el caso de la Argentina.
Cuando observan los bajos resultados obtenidos por Argentina, Brasil e In-
donesia en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), de
la OCDE, reconocen que esto puede deberse a la insuficiente inversión en edu-
cación en relación al total del gasto público. Este análisis puede ser considerado
interesante puesto que las reformas neoliberales presionaron para la disminución
del gasto social en general y, en particular, en el de la educación. En el caso de la
Argentina que tenía un buen sistema educativo –con buenos rendimientos aunque
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 57
Impuestos
Otra propuesta contenida en el documento para disminuir la desigualdad es el
aumento y mejora de la recaudación impositiva al salario, que sse asocia con
incrementar el mercado de trabajo formalizado. Se trata de mermar la carga del
impuesto al consumo para aumentar la recaudación sobre los ingresos. Creer que
27 Gary Becker, premio Nobel de Economía 1992, en un trabajo titulado Human Capital and Poverty
(Capital Humano y Pobreza) reproducido por el Acton Institute (1996), plantea que la educación
y el entrenamiento no sólo promueven el crecimiento y la eficiencia, sino que pueden también
reducir la inequidad e impactar en aquellos que tienen desventajas en su formación.
58 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Empleo
En cuanto al acceso al empleo, el documento que comentamos propone una mejor
calificación basada en la creencia que los economistas aceptan, como ya se dijo,
que existe correlación entre ingresos y niveles de educación alcanzado. En el caso
de América Latina, se ha comprobado que además de no darse esa relación, hay un
alto subempleo por calificación, es decir que una gran parte de los trabajadores no
encuentran empleos acordes a ella, sobre todo los más jóvenes. La llamada subu-
tilización de la mano de obra puede caracterizarse por falta de empleo (desempleo
o subempleo por criterios de tiempo), subutilización de calificaciones y bajos sa-
larios. En otras palabras la subutilización de mano de obra va asociada al déficit
de trabajo decente,28 que afecta sin duda a los trabajadores pobres. En el caso de
Argentina, este tema es grave. Si bien la educación es considerada por las familias
pobres como una estrategia de salida de su situación de pobreza, también se sabe
28 El trabajo decente implica una cosmovisión del trabajo que ha promovido la Organización Interna-
cional del Trabajo dependiente de las Naciones Unidas, ante la creciente informalización y pérdida
de derechos laborales, ocurrida en estos últimos tiempos. Las políticas hacia el trabajo decente:
promueven el empleo, la protección social y los derechos en el trabajo, sobre todo de mujeres y ni-
ños. La necesidad de la declaratoria muestra que estos aspectos están debilitados, que las mayores
víctimas son estos últimos y que no se cumplen.
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 59
que los sacrificios que tienen que realizar para mandar sus hijos a la escuela no
siempre se recompensan con trabajos acordes a esa calificación.
En relación a la informalidad, el documento parte del supuesto que no ne-
cesariamente ésta incrementa la desigualdad porque, según ellos, los trabajos in-
formales aumentan los ingresos de las poblaciones de menores recursos (OECD
2011: 56). Este supuesto es realmente limitado. El hecho de que mejore los ingre-
sos o que los incorpore no significa que disminuya la desigualdad puesto que estos
trabajos no tienen cobertura de seguridad social como lo reconocen y, además, por
lo general se realizan bajo condiciones de superexplotación del trabajo, elemento
que está ausente en el análisis.
En lo que respecta al incremento de la cobertura de desempleo, consideran
que sería costoso en las EE, por los problemas de “selección adversa” y “riesgo
moral” vinculados con que las personas que requieren el beneficio, trabajan en
el sector informal, por ejemplo en Brasil y Chile. El primero tiene un sistema de
ahorro del trabajador, que si no alcanza un monto determinado por escaso aporte,
es compensado por un fondo público. El segundo combina un fondo de seguro de
cesantía privado, con uno solidario público. En este caso, se aplica a un derecho
laboral la filosofía del merecimiento en las que se basan las políticas asistenciales
para pobres, al considerarse una cuestión moral y de mala selección. En ambos
casos, se plantea focalizar en aquellos empleos que lo necesitan más y dirigirlos a
las familias más necesitadas y a aquellas que tienen menos ingresos “líquidos”. De
este modo se promueve una reducción de conquistas de trabajadores en general,
cualquiera sea su empleo.
El supuesto es que los trabajadores deben ser merecedores del seguro de des-
empleo bajo la sospecha de la vagancia y problemas morales. La fundamentación
del discurso de merecimiento de la asistencia se traslada a los trabajadores for-
males en relación a los seguros de desempleo o la indemnización por despido,
derechos laborales de larga data.
La recomendación sobre salario mínimo es que este debe ser usado con “pre-
caución” como un instrumento contra la pobreza, además de aconsejar el estable-
cimiento de umbrales diferentes en función de la edad y la productividad, con lo
que avanza en un sentido de focalización en lo que respecta a canastas de consumo
básico y también a la transformación de un derecho a principios de dispositivos
asistenciales. Notemos que, justamente, la política iniciada en el 2003 en Argen-
tina de actualizar la vigencia de los convenios colectivos de trabajo demostró ser
una herramienta eficaz para mejorar la distribución de los ingresos. En un estudio
realizado por CEPAL (2011), se indica que en Argentina se disminuyeron los ni-
veles de pobreza en 36% entre 2002/10, seguido por Perú con 23,8% y Venezuela
en 20,8%. Según este organismo, el factor fundamental fue la reducción de la des-
igualdad del ingreso laboral: “el alza del ingreso mínimo, el aumento de ingresos
no laborales entre los hogares más pobres –mayor acceso a beneficios jubilatorios,
60 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Transferencias condicionadas
Se cree que las transferencias condicionadas como políticas para pobres, serán
útiles para reducir desigualdades y promover movilidad social. Se sabe que el
monto de estas transferencias apenas alcanzan para gastos mínimos de subsisten-
cia y, en algunos casos transporte, pero está probado que no promueven el ascenso
social. Los estudios de impacto de algunas transferencias condicionadas en Brasil
y Argentina muestran que disminuyen la indigencia pero no la pobreza, por lo que
se deduce que actúan sobre las canastas alimentarias básicas y nada más. Por otra
parte, se afirma que “el hecho de que ellas combinan soportes de ingresos mone-
tarios con el requisito de mantener inversiones en capital humano y cuidado de
la salud de los niños” en el largo plazo, traerán beneficios al mercado de trabajo.
De ello se deduce que las inversiones en educación y salud son básicas, sólo para
niños. No se habla de desarrollar un sistema de salud pública no básico basado en
la condición de ciudadanía.
Se destaca que la asistencia social no contributiva a los pobres mejoró en los
últimos años, debido a la expansión de las transferencias condicionadas y cobertu-
ra en salud. Sin embargo, el análisis de la cobertura del informe muestra que cubre
sólo el 20% de los hogares –en el quintil más bajo de ingreso– en México y 15%
en Chile. En el análisis de las distintas formas de transferencias condicionadas,
proponen mayor focalización entre los que más lo necesitan, retomando los cri-
terios de las políticas focalizadas de primera generación.29 La focalización en las
mujeres es bien vista porque permite que trabajen y dejen a sus hijos escolarizados
por la contraprestación, se dice. La crítica a la feminización a estas políticas fue
extendida, dado que refuerza su rol reproductivo aumentando el trabajo doméstico
no pagado.
El documento que analizamos reitera que la exigencia de la contraprestación
aumenta el capital humano, aspecto que ya tratamos en el ítem Educación.30
Se promueve ajustar aún más los medios de prueba de la pobreza, guardando
un balance “correcto” entre una “adecuada” protección y la participación en el
mercado de trabajo. Se parte del supuesto de que el subsidio es un des-incentivo,
dado que puede traer dependencias en los trabajadores de baja calificación, por
lo que proponen umbrales para entrar y salir, y un programa gradual de retiro. Se
afirma que éstas requieren de un adecuado monitoreo y una estructura administra-
tiva amplia, incluyendo sanciones y castigos que pueden ser leves o moderados.
originarias y de otros actores, así como de salud, a la vez que recrea otros meca-
nismos de exclusión.
El programa AHU que analizamos tiene antecedentes en América Latina, es-
tos se encuentran particularmente en México con el PROGRESA, actual Oportu-
nidades, y en Brasil con el Bolsa Familia, con características marcadamente foca-
lizadas. Mención especial merece el caso de Uruguay que comienza con PANES,
para integrarlo posteriormente al sistema de protección social como asignación
familiar no contributiva,32 con el Nuevo Régimen de asignaciones familiares, en
el marco de una reforma tributaria y fiscal progresiva (Gasparini y Cruces, 2010).
En el caso de Argentina, los primeros programas de transferencia condicio-
nada comienzan con el Plan Trabajar en los ‘90 y luego de la crisis del 2001 el
Jefas y Jefes de hogares desocupados, explicado y analizado en este libro.33 Poste-
riormente se lo reemplaza por otros dos, el Seguro de Capacitación y Empleo y el
Programa Familias por la inclusión social.
A partir de 2009, por decreto presidencial,34 se pone en marcha la AUH, pro-
grama que contaba con antecedentes de proyectos vinculados al ingreso ciudadano
a la niñez que no prosperaron en el Congreso. El objetivo es la extensión de los
derechos que tenían los trabajadores registrados, a través de la asignación familiar
por hijo, a los desempleados, empleadas domésticas y trabajadores no registrados.
De esta manera se busca ampliar la cobertura de la protección social a población
antes excluida de las instituciones de la seguridad social que atendían el empleo
formal; asimismo, a partir de su vigencia, los otros programas focalizados resultan
incompatibles. El dinero proviene del fondo de garantías del sistema integrado
previsional.
Varios autores (Arcidiácono et al., 2011) lo consideran un programa a medio
camino entre las transferencias condicionadas y la transferencia de ingresos, liga-
da a un derecho universal. La condicionalidad, vinculada a exigencias de matrícu-
la escolar y atención de salud, lo distancia de las asignaciones familiares contribu-
tivas que no tienen estos requisitos. Álvarez Leguizamón35 argumenta que son una
nueva generación de focopolíticas, que adquieren la forma de derecho de pobres.
Según varios estudios, el logro principal tiene que ver con el alto impacto en
familias con hijos bajo la línea de pobreza particularmente en el norte argentino
(la intensidad de la pobreza cae 33,2%, la brecha de pobreza 54,9% y el índice de
Sen 52, 45); los indicadores de indigencia se reducen entre un 55 y 70% y cuántas
veces más ganan los ricos que los pobres, se reduce a más del 3%. Por primera vez
32 Si bien este programa, a diferencia de Argentina, es compatible con otros programas sociales, la
cobertura es más limitada y el monto asignado bastante inferior.
33 Ver Capítulo III-1.
34 Strachnoy (2011) muestra el contraste de esta modalidad con el importante debate entre diferentes
actores políticos dado en Uruguay.
35 Ver Capítulo III-1.
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 63
En síntesis, puede decirse que este programa con las limitaciones y problemas
señalados, vinculados a que el sujeto de derecho no es el ciudadano sino el pobre,
se enmarca en una línea de política superadora de la propuesta por la OCDE, para
países como Argentina. Principalmente porque se aparta de la lógica del mereci-
miento –aunque no totalmente– y el consecuente componente fuertemente mora-
lizante como lo es la propuesta de sanciones y castigos. La salida del programa se
vincula particularmente con la inclusión en el sistema de trabajadores registrados
o con la edad de los hijos.
Conclusiones
El recorrido realizado en este artículo procuró echar luz sobre el modo en que la
OCDE se propone abordar e interpretar la producción de la problemática de la
desigualdad y la pobreza en las denominadas economías emergentes, entre las que
se incluye a la Argentina. Este ejercicio de revisar el diagnóstico y sus propues-
tas nos permitió comparar la mirada de un organismo internacional relevante, a
la hora de proponer/imponer políticas económicas a los países capitalistas, tanto
miembros como no, desde un ejercicio reflexivo que parte de otros ejes de análisis.
Desde nuestra perspectiva, la desigualdad social debe estar centrada en un enfoque
abarcativo de procesos capitalistas productores de riqueza y de pobreza, como así
también incluir mecanismos de dominación. Por ello nos referimos a la acumula-
ción por desposesión y al neocolonialismo, además de recuperar una importante
producción académica y debates de antigua data sobre la teoría de la dependencia,
el colonialismo interno, la colonialidad del poder, entre otros, que tuvieron como
protagonistas a intelectuales latinoamericanos. Entendemos que de esta forma es
posible dar cuenta de los mecanismos de producción de desigualdad, la expropia-
ción y la destitución actuales.
Es sabido que en estos organismos prima un criterio economicista, una orien-
tación neoliberal y que las sugerencias en términos de políticas se derivan de ellos,
por lo que no encontramos grandes novedades. Sin embargo, en distintos mo-
mentos el énfasis en algunos aspectos varía y permite sacar algunas conclusiones
sugestivas, sobre los rumbos que toman las políticas económicas y sociales. A la
vez nos permitió develar las falencias de un análisis basado en este enfoque que
dice preocuparse por la persistencia de la desigualdad, aunque silencia las causas
más importantes que la producen.
Tal vez el nudo más interesante se encuentra en lo que señalamos como des-
lizamiento, al poner en foco el problema del empleo, en el sentido de la necesidad
de su formalización, vinculada ésta con la imposición tributaria sobre los salarios.
Mientras los abordajes neoclásicos siempre fueron renuentes a tratar el problema
del empleo en el capitalismo para despacharlos rápidamente como un mercado
más, los neoliberales que continúan con estos principios, fueron construyendo la
teoría del capital humano para tratar el trabajo como capital, y a la persona como
Reflexiones críticas sobre la desigualdad 65
E
l trabajo vincula las llamadas estrategias contra la pobreza (ECP) asocia-
das con la Cooperación internacional de Agencias Multilaterales de “De-
sarrollo” (AMD), como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial (BM), el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) para el caso de
América Latina (AL). Junto a ello y estrechamente vinculado con estas tenden-
cias aunque no mecánicamente, algunos organismos dependientes de las Nacio-
nes Unidas (NU), como por ejemplo el Programa de las NU para el Desarrollo
(PNUD), despliegan una serie de estrategias y acuerdos internacionales para erra-
dicar la pobreza por medio de la ayuda a los países pobres con el objeto de elevar
sus niveles de vida.
Estas ECP reflejan variadas políticas promovidas por estos organismos, pero
es a partir de la gestión de McNamara en 1973, como presidente del BM, donde
adquieren ese nombre. Políticas y estrategias, destinadas a regiones y territorios,
personas y poblaciones pobres a cambio de intervención sobre la soberanía na-
cional de diversas y variadas maneras. Si bien estas tendencias son generales,
adquieren formas particulares en cada país y sus políticas locales. Estas pueden
ser resignificadas en las distintas instancias de su implementación, algunas con
carácter emancipatorio. Las ECP se pueden considerar también como políticas
sociales. Son una forma de hacer política (en distintos niveles: geo-macro-meso y
micro política) tanto desde el Norte como desde el Sur, o de los sectores hegemó-
nicos y los subalternos y sus entremedios. Tanto por la vía de los derechos como
por las intervenciones tutelares neoasistenciales y sus mixturas. También entonces
podemos hablar de ECP “desde el Sur”,2 las que han surgido de los movimientos
sociales locales y globales y que ponen en cuestión al neoliberalismo y sus conse-
cuencias. Si bien a estas luchas y políticas no me voy a referir, es bueno recordar
que el movimiento indígena de México, Ecuador, Perú, Bolivia, los desocupados
en Argentina, los sin Tierra en Brasil, han puesto en evidencia la debilidad de las
1 Este trabajo es una síntesis, actualización y re escritura del Capítulo VII de mi tesis doctoral (Ál-
varez Leguizamón, 2003 y 2008) donde se podrán encontrar la constatación de muchas de estas
afirmaciones, las que se basan en un análisis de documentos y declaraciones de diversa índole de
las AMD. Parte del acápite sobre la caracterización de las focopolíticas se encuentra en Álvarez
Leguizamón, 2011b.
2 Para mirar algunas cuestiones de este punto ver Álvarez Leguizamón, 2011a.
68 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
3 Estas políticas que tienden a modificar las tendencias a la exclusión y a la desposesión, pueden
agruparse de la siguiente manera y a grandes rasgos: 1) políticas que remiten a viejas reivindi-
caciones vinculadas con el acceso a medios de subsistencia básicos (empleo, tierra y agua) de la
clase trabajadora, los grupos indígenas, los campesinos o los pobres urbanos, etc.; 2) Políticas
focalizadas en problemas puntuales (vivienda, tierra, agua, etc.) enunciadas desde una práctica
emancipadora y crítica a la gubernamentalidad liberal y neoliberal; 3) Políticas que remiten a
tradiciones comunitarias de solidaridad societal (enunciadas de diversa manera: justicia social,
vivir bien, el buen vivir, etc.); 4) Políticas que demandan la ampliación de los derechos sociales
(Álvarez Leguizamón, Sonia, 2011).
4 Entiendo que los discursos, “dan lugar a ciertas organizaciones de conceptos, a ciertos reagrupa-
mientos de objetos, a ciertos tipos de enunciados, que forman según su grado de coherencia, de
rigor y de estabilidad, temas o teorías” (Foucault; 1997 [1969]: 105). Una formación discursi-
va para Foucault es una regularidad (un orden de correlaciones, posiciones en funcionamientos,
transformaciones) dentro de un sistema de enunciados que implica objetos, tipos de enunciación,
conceptos, elecciones temáticas.
“Estrategias contra la pobreza” 69
5 Para observar la importancia que tienen en el desarrollo de estos conceptos las AMD y sobre todo
el Premio Nobel de Economía Amartya Sen, en el marco del discurso del DH, ver Álvarez Legui-
zamón (2005).
6 Entendemos por gubernamentalidad neoliberal (Foucault: 2006 [1977-1978] y 2007 [1978-1979])
al saber/poder, a las prácticas, relaciones sociales, dispositivos de intervención, disciplinamiento
y regulaciones, que incluyen distintas escalas y niveles (tanto macro, meso como micropolítico)
y que tienen por objeto conducir la conducta de los hombres en el campo de relaciones de po-
der particulares vinculados sobre todo a una nueva lógica de gobierno. Las AMD presionan por
transformaciones macro políticas, denominadas técnicamente como “reforma o ajuste estructural”,
exigiendo como condicionalidad de los préstamos, desregular las economías locales y permitir
la“libre circulación del capital” supranacional, la privatización de los servicios públicos básicos y
los recursos naturales no renovables, todo lo cual facilita la extracción y expropiación de riqueza
y ahorro nacional local y su transferencia a los países centrales y a las empresas transnacionales,
sobre todo al capital financiero internacional.
“Estrategias contra la pobreza” 71
marco intentamos hacer un repaso sucinto a la manera en que las ECP se van con-
virtiendo en un discurso: el del Desarrollo Humano en el marco de la cooperación
internacional de las AMD.
Durante las décadas del ‘50 y ‘60 ni el BM ni el FMI estaban interesados por
la pobreza como tal, sino por el crecimiento económico que creían la iría eliminan-
do espontáneamente, por el juego del libre mercado. A finales de la década de los
‘60, el BM se convierte en la agencia más importante que incorpora en su agenda
no sólo inversiones en infraestructura (caminos, diques, puentes) para promover el
desarrollo, en los países llamados “subdesarrollados” o pobres, sino que comienza
a hablar y promover políticas de “alivio” a la pobreza (Finnemore, 1997). Dentro
del marco de lo que se denominará “ayuda humanitaria” a los países pobres, teñida
de un humanitarismo paternalista, neocolonial y tutelar. El “desarrollo comuni-
tario” como forma de intervención sobre poblaciones pobres de barrios urbanos
y comunidades indígenas y campesinas, a mediados de los ‘70, empieza a estar
vinculado con el cambio de rumbo político que efectuó el BM, trayendo a primer
plano, en el discurso formal y en algunos dispositivos, la consideración de facto-
res llamados sociales y culturales lo que lleva al Banco a adoptar una política de
programas “orientados hacia la pobreza”, anunciada por su presidente Robert Mc-
Namara (en adelante RM) en 1973, y en otras agencias de desarrollo internacional,
como en algunas oficinas técnicas de las NU (Escobar, 1998; Ferguson, 1997).
El rol que juega RM en la generación de esta política es fundamental. Asume en
1968, se había desempeñado como secretario de defensa de Kennedy, durante la
Guerra de Vietnam. Su posición con relación a una nueva “ética” y función del
BM se realiza bajo la influencia de las críticas que se comienzan a realizar, a
las teorías económicas ortodoxas del desarrollo (no había rebalse), sobre todo de
Gunnar Myrdal (1970). Comienza a hablar de “guerra contra la pobreza”, traspa-
sando su habilidad para las estrategias de guerra al “ataque a la pobreza”. Dice:
“Yo estoy cada vez más esperanzado que en algún punto, pronto... las naciones
ricas y seguras del mundo van a darse cuenta que ellas no podrán quedarse ni ricas
ni seguras si continúan cerrando sus ojos a la pestilencia de la pobreza que cubre
toda la mitad sur del planeta”. Por la pestilencia se le cuela la valoración moral de
la hediondez que para él emana la pobreza, la que difracta el humanitarismo de la
intención de erradicar la pobreza material en términos absolutos.
“Estrategias contra la pobreza” 73
Imagen I-1
“No sé si dedicarme al colonialismo o a la Ayuda Humanitaria” (elroto)
7 McNamara, Robert S. (1968). “The Essence of Security: Reflections in Office”. New York, Harper
& Row, p. 161, citado en Finnemore (1997: 211). Ver también Escobar (1997) para un análisis de
las metáforas médicas usadas por el discurso del desarrollo en relación al “ataque” a la pobreza.
74 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
11 Con el propósito de generar este consenso, el Institute for International Economic (Instituto para la
Economía Internacional) celebró, en noviembre de 1989, una conferencia en Washington: “Latin
Amercian Adjustment: how much has happened” (El Ajuste en América Latina: cuanto más ha
sucedido). Allí, participantes de América Latina se refirieron a las posturas adoptadas, frente a una
serie de reformas de política, así como el grado de aplicación de las mismas. Este documento fue
presentado por John Willamson en esa oportunidad (Williamson; 1998: 51-52). Williamson, más
tarde, intentó diferenciar estas recetas de “un manifiesto de política neoliberal”, basado en las ideas
de Milton Friedman y Hayek. Sin embargo, a pesar de pequeñas diferencias que señala el autor,
sirvió luego para aplicar las recetas que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
impusieron, a los países de América Latina, para refinanciar sus deudas, dentro de los lineamientos
e ideas neoliberales.
12 Reseña sobre los informes del Presidente del BM realizada por Ribe y Carvalho, cit. en Stewart,
Frances (1992: 6-7)
“Estrategias contra la pobreza” 77
que sólo el 33% de los programas financiados se destinaban a asistir a los pobres
“nuevos” o “crónicos” y el 78% a la reasignación del gasto social (Stewart, 1992:
5-7). Esto último significa el debilitamiento del llamado estado de bienestar, sobre
todo erradicando o desfinanciando políticas asociados con derechos universales,
reducción del personal de los Ministerios en Salud y Educación, privatización de
los sistemas de Seguridad Social, asistencialización de las políticas universales en
salud y educación y promoción de intervenciones “focalizadas” para aumentar la
productividad de los pobres y la autogestión de su pobreza.
Se propone la creación de los llamados Fondos de Inversión Social (FIS)
que concentrarían y gestionarían estos recursos de manera intersectorial. Al mis-
mo tiempo se incentiva la reestructuración de los ministerios relacionados con
lo social, bajo el supuesto que “en la mayoría de los países latinoamericanos, los
ministerios tradicionales del sector social han sido siempre ineficientes en la pro-
visión de servicios sociales a los pobres”. Los FIS , se decía, permitirían “tomar
acciones rápidas y efectivas para asistir a los grupos vulnerables y/o marginados y
[…] utilizar un enfoque más participativo en la selección, el diseño y la ejecución
de los proyectos”…y serían “un medio para restablecer, o en algunos casos esta-
blecer, la credibilidad del gobierno y garantizar el apoyo político a las reformas
económicas en curso” (Glassner y otros, 1995: 2-3, cursivas nuestras).
Concomitantemente, el reporte mundial de 1990 del BM, se focaliza en la
pobreza y es el momento que este organismo intensifica la retórica y los progra-
mas destinados a “la lucha contra la pobreza”, pero basado en la “gente” (Stewart,
1992: 8), se dice. La gente como apelativo, es el sujeto abstracto al que se dirige el
DH. Cuando se dice desarrollo “pero basado en la gente” se está reconociendo que
éste no era humano, es decir no tenía como destino la gente, sólo el crecimiento
económico, la utilidad, la ganancia, el lucro. Cuando se analizan los documentos
se puede observar que, la “gente” en términos genéricos no es el sujeto/objeto del
DH, son los más pobres de entre los pobres. Se venía machacando desde sus diver-
sos mentores que el desarrollo nos traería el “bienestar general” y que rebalsaría
como un aceite, por efecto de la “mano invisible del mercado”, pero pareciera
que “la mano” del mercado no hizo bien sus deberes, no fue tan humana. A partir
de 1999, las ECP se comienzan a asociar –en el BM y FMI– con la exigencia a
los gobiernos que solicitan préstamos, de presentar los Poverty Reduction Strate-
gy Papers (PSRP): Documentos sobre estrategias de reducción de la pobreza. Se
exigía que su diseño se realizará de forma participativa con la “sociedad civil”..
Categoría conceptual y práctica que cubre todo lo que no es el Estado y que se
materializa, en las ECP en instituciones neofilontrópica y neobenéficas de distinto
tipo, como las Organizaciones llamadas justamente No Gubernamentales: ONG, a
las que se le asigna un valor fundamental en las ECP, ante la intención de debilitar
el rol del Estado en la protección social. Esta política puntual, las PRSP signifi-
caron un “cambio”, según sus mentores, en el sentido de que los préstamos del
78 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
FMI fueron ampliados, más allá de las medidas de ajuste estructural, a políticas
de reducción de la pobreza “orientadas al crecimiento”. El denominado ESAF
(Enhanced Structural Adjustment Facility) paso a la versión renovada de ajuste
estructural denominado PRGF (Poverty Reduction and Growth Facility). Conoci-
do como políticas de segunda generación por que mantienen los lineamientos de
política económica, pero promueven “integrar la reducción de la pobreza”, bajo
criterios de eficiencia y focalización y un énfasis adicional en el “buen gobierno”,
vinculada a la idea de accountability o rendición de cuentas y haciendo hincapié
en la gobernabilidad. La gobernabilidad podría ser entendida como la palabra na-
tiva y la categoría práctica de este discurso que sintetiza las medidas sociopolíticas
y de cambio institucional, propias de la gubernamentalidad neoliberal, sobre todo
referida a la neutralización del conflicto social de diversas maneras, entre otras las
biofocopolíticas de mínimos.
Los nombres de las ECP varían entre los AMD: la llamada estrategia de “ali-
vio” a la pobreza del BM, la nueva agenda social del BID y el desarrollo humano
del PNUD. El sistema discursivo o el dispositivo del DH sin embargo los contiene.
El nacimiento del DH se puede datar a mediados de la década de los ‘80
del siglo XX y tiene como antecedentes la idea de la “guerra contra la pobreza”
promovida por RM, aunque se puede señalar a 1990 como la fecha de invención
del DH, con la publicación del primer informe que lleva su nombre por el PNUD
(ulHaq, 1995). Esta materialización es el producto de un proceso previo de pro-
ducción de una serie de conceptos y dispositivos al interior de estos organismos,
profundamente entrelazados con la producción académica. Grondona (2014) seña-
la asimismo la influencia que tuvieron teorizaciones latinoamericanas, como el de-
sarrollo de la idea de necesidades básicas en la Fundación Bariloche, en Argentina
durante la década de los ‘60, más allá que esta noción haya sido pensada en ese
contexto de manera inclusiva en términos de derechos y no limitante, como lo fue
luego con las visiones más conservadoras del DH que se vinculan con lo básico
mínimo. El enunciado del DH junto con la sustentabilidad se dice, se expresó por
primera vez a partir de la publicación del Reporte Brundtland, llamado Our Future
in Common (nuestro futuro en común), el que muestra “la desilusión del paradig-
ma dominante”, con respecto a la destrucción del medio ambiente (Guimarães,
Roberto, 2000). Otros consideran que la nominación de “humano” fue producto de
una propuesta de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Edu-
cación, la Ciencia y la Cultura) en 1989, de un ajuste con rostro humano.13 De este
rostro humano del ajuste a la invención del Desarrollo Humano pasó poco tiempo.
13 Para un mayor desarrollo sobre el discurso del Desarrollo Humano ver Álvarez Leguizamón, So-
nia (2004a).
“Estrategias contra la pobreza” 79
Imagen I-2
Logo del Índice de Desarrollo Humano (Naciones Unidas)
14 A Mahbub ul Haq se lo considera uno de los gestores del nuevo paradigma del desarrollo humano.
Fue fundador del Tercer Foro Mundial en 1973 y sirvió como consejero de la Comisión Brandt
sobre el Medio Ambiente. Fue gobernador del FMI y del BM desde 1982 hasta 1988. Dentro del
PNUD, fue consejero especial del administrador y dirigió los informes de DH de 1990 a 1995
(Sierra Fonseca, 2001).
80 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
15 Amartya Sen (quien trabajaba con Ul Huq y Streeten en el Bando Mundial) diferencia entre capa-
cidades, habilidades y bienes y servicios. Las habilidades serían las diversas condiciones de vida
que pueden o no ser alcanzadas. Las capacidades sería nuestra habilidad para alcanzar dichas
condiciones de vida. Como corolario, la posesión o acceso a bienes y servicios, no son los únicos
criterios para definir el nivel de vida puesto que las tasas de transformación de bienes y servicios
a habilidades, varían de persona a persona, se dice.
“Estrategias contra la pobreza” 81
Imagen I-3
“Índice de Desarrollo Humano” (En desarrollohcs.blogspot.com)
la educación” (cursivas nuestras).20 Por otro lado, además de los fines meramente
económicos de las pretendidas intenciones “humanitaristas”, se sigue insistiendo
en inversiones agrícolas de alta productividad como solución, siendo que éstas son
uno de los factores fundamentales de producción de pobreza y hambre, como ya lo
han demostrado los críticos a la llamada economía verde (Vandana Shiva, 2012), o
como el ejemplo de la soja en la provincia de Salta antes citado y estudiado en este
libro con detalle, en los trabajos de Flores Klarik y Naharro et al.
Recientemente, el acuerdo de las NU de los objetivos para el Nuevo Milenio
sobre erradicación de la pobreza (Millennium Development Goals to End Human
Poverty) complementan el discurso del DH y declaraciones anteriores (Naciones
Unidas, 2003) llamadas de desarrollo social. Estas proponen como objetivo redu-
cir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir las enfermedades,
adquisición de la educación primaria universal, promover la igualdad de género
sobre todo en el acceso a la educación, reducir la pobreza y el hambre, asegurar un
medioambiente sustentable y fortalecer el vínculo recíproco entre países ricos y
pobres. Dentro de las ECP se fijan objetivos e indicadores concretos “por primera
vez”, que buscan guiar las “iniciativas del desarrollo y la cooperación internacio-
nal”. Los líderes mundiales se han comprometido a disminuir la pobreza extrema
(definidos en términos de personas viviendo con menos de un dólar diario por
día)21 a la mitad para el 2015 (UN Millennium Project, 2005).22 Una cuestión que
aparece en los objetivos del Milenium y en otras declaraciones de las AMD vincu-
ladas con las ECP es el “derecho al desarrollo”.
Según Marcelo Ibarra Ibarra (en Spicker, Paul; Álvarez Leguizamón, Sonia
y Gordon, Robert (2009 [2007]), existen dudas sobre las posibilidades ciertas
sobre su implementación como profusas discusiones sobre los alcances de esos
objetivos. Se han realizado una serie de críticas, sobre todo vinculadas con que
los factores que generan pobreza global no son abordados por los objetivos, y se
ha remarcado que dichos objetivos están basados en los intereses y percepciones
del Norte cuando en realidad, la reducción de la pobreza y justicia global, deben
resultar de un real compromiso Norte-Sur (WFUNA-NSI, 2005). El derecho al
desarrollo fue instituido en 1986 por las NU y según Kofi Annan (Secretario Ge-
neral de las Naciones Unidas entre 1997-2006), este derecho “es la medida del
respeto de todos los derechos humanos”, el objetivo sería lograr una “situación en
que a todas las personas se les permita acrecentar al máximo sus posibilidades”.
Considera que “la persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe ser el
participante activo y el beneficiario del derecho al desarrollo”.23 Esta cuestión ata
claramente las ECP a la expansión del capitalismo sin límites, bajo la creencia que
éste es el único que permite acrecentar las posibilidades humanas.
Según Cora Paulizzi (2012) el BM, en la actualidad, ante diferentes trans-
formaciones mundiales a nivel económico, social y político: las recientes crisis
bancarias de 2008 y 2011, el crecimiento de economías “emergentes” como China,
Corea y Brasil y las problemáticas ambientales, surge una tercera ola de reformas
del BM. Estas se expresan en el discurso del actual presidente Zoellick, quien
considera que es menester una nueva “normalidad y una nueva mentalidad”, es
decir, reordenar y reorganizar de un “modo funcional y dinámico, las prácticas de
desarrollo”. Para él: resulta fundamental democratizar el desarrollo y modernizar
el multilateralismo:
“deberá impulsar el crecimiento, no solamente transformarlo, crear
nuevos empleos a partir de que los antiguos pierdan valor, apro-
vechar el crecimiento sostenible, estimular al sector privado; […]
consistirá en entender el “empleo”, como algo más que un produc-
to derivado del crecimiento, en reconocer la manera en que el em-
pleo puede contribuir a la vez elevar las condiciones de vida de las
personas, aumentar la productividad, introducir cambios sociales
beneficiosos y lograr mayor cohesión social, por lo cual la nueva
normalidad consistirá en la voz de la gente, a las mujeres en sus
comunidades, a los ciudadanos en sus países, a los estados en el
sistema internacional” (Zoellick, 2011 en Paulizzi, 2012).
Esta nueva “normalidad” –nominación que muestra el poder de la palabra de este
Banco para producir normalidades y legitimidades– profundiza cada vez más cier-
tas categorías prácticas del DH como las potencialidades y capacidades de los
pobres, al mismo tiempo que desata el crecimiento económico del empleo y ata a
las mujeres a las comunidades territoriales (pobres) y no a la ciudadanía. Según
esta misma autora estos dispositivos y entramados discursivos son recuperados
por los actuales gobiernos progresistas de América Latina, sobre todo la categoría
del desarrollo inclusivo y sostenible.
25 Para responder esta pregunta Foucault da dos respuestas, una sería el racismo como un sistema
discursivo de la biopolítica que actúa en el Nazismo Alemán y también en el Franquismo Español
y, la otra: la transformación de una gubernamentalidad estatal a una de partido. Nosotros creemos
que Foucault no ve el racismo Europeo hacia sus colonias como otra de las formas de tanatopolíti-
ca. Esposito estudia el desarrollo del nazismo alemán, a mediados del siglo XX y hace referencia
también al poder destructor de la bomba atómica y a distintas formas de manipulación genética de
la vida.
88 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
ción a nivel básico de los pobres del mundo. No es más la población, en su sentido
genérico como lo era en la biopolítica el objeto de gobierno sino los más pobres,
los más vulnerables y ciertas minorías. Ellos constituyen, de uno u otro modo,
una amenaza para la estabilidad del sistema. La Biofocopolítica es una forma de
gobierno promovida por los AMD que se desarrolla a partir de las ECP. Su poder,
en la geopolítica mundial, no substituye las formas de dominación imperial, como
Hardt y Negri (2002) sugieren, sino que complementan, refuerzan y reproducen
los procesos de exclusión y el poder imperial, naturalizándolos al imprimirles un
barniz humanizante. Con el aumento de la desocupación y la precarización del
trabajo, se instala una nueva etapa donde la condición salarial no es más la forma
predominante de vida. Se vuelve a la territorialización. Al igual que en el llama-
do “antiguo régimen” se trata de fijar a estas poblaciones en la comunidad local,
para neutralizar el “riesgo social” producto de una relación precaria o nula con el
trabajo. Ahora es una vigilancia de los vínculos más primarios, de ciertos grupos
o personas considerados “vulnerables” (poseer atributos personales que los ponen
en riesgo lo que potencia su pobreza, tales como: embarazo, niñez, desocupación,
pertenecer a una comunidad indígena, etc.). Las formas de intervención implican
identificar, con la mayor precisión posible, las poblaciones excluidas del trabajo
o las que por su condición son más vulnerables. Los objetivos de control son los
pobres más pobres de entre los pobres y los estilos de intervención sobre ellos
están dirigidos a promover alternativas a la economía de mercado, además de la
represión lisa y llana cuando se movilizan para mejorar sus condiciones de vida.
En cierto sentido, la autosustentabilidad es una forma de autocontrol, lo cual su-
pone un ahorro de dispositivos estatales antes dirigidos a la población en general
o al trabajo. La vigilancia reposa en la comunidad, intermediada por el Estado o
por medio de organizaciones de la “sociedad civil”. En el caso de los subsidios
transitorios estos siempre exigen algún tipo de contraprestación y control moral de
sus vidas a veces a nivel disciplinar.
La primera generación de éstas políticas se dirige a los más pobres de entre
los pobres y a nuevas y viejas minorías/mayorías, a poblaciones llamadas ahora
vulnerables por su condición de marginación y exclusión histórica (mujeres y ni-
ños pobres y aborígenes entre otros). Esta última cuestión se pone en la agenda so-
cial, no solo por la acción de las AMD sino también por las luchas sociales eman-
cipatorias de los propios sujetos subalternos que demandan reconocimiento de su
identidad y acceso a medios para la vida. Se caracterizan por distintos dispositivos
de intervención: Primero aquellas que gestionan la pobreza territorialzada a nivel
micro político, a partir de programas de autogestión participativa comunitaria,
por medio de la potenciación de sus activos, como la promoción del capital huma-
no en actividades poco productivas o el capital social –familiar y comunitario–.
Para ello se refuerza, desde las AMD, lo que se denomina la “economía popular”,
“economía de los pobres”, también llamada “economía social”, insularizándolos
“Estrategias contra la pobreza” 89
26 Entre los trabajos que describen los distintos programas desarrollados en AL de este tipo, se des-
taca el de Mesa Lago (2000). En este libro, podemos ver la forma en que éstos se despliegan en el
artículo de Álvarez Legizamón et al., y Paulizzi.
27 “El fin de la pobreza heredada. ¿Dar dinero a los pobres para que lleven a sus hijos a la escuela y al
médico? La idea surgió en América Latina, se convirtió en programa social y hoy ayuda a reducir
la transmisión intergeneracional de la pobreza en más de 30 países del mundo. Pero cuidado: no
hay que pedir peras al olmo.” Artículo periodístico de la página ImaginAcción del 3 de Septiembre
del 2009 [en línea] http://biolentacomunicaciones.blogspot.com.ar/.
28 Para Valencia Lomeli (2008, citado por Arcidiácono, Pautassi y Zibecchi, 2010, cursivas nuestras),
“estos programas se han convertido en el símbolo de una nueva manera de actuar frente a la pobre-
“Estrategias contra la pobreza” 91
La tercera ola de focopolíticas las llamo derechos de pobres. Las tres gene-
raciones comparten nociones fuertemente vinculada a las categorías discursivas
del núcleo más fundamental del desarrollo humano: el acceso a “necesidades mí-
nimas básicas” cuantificables y con pretendida universalidad; el “descubrimien-
to” de las capacidades de los pobres para lidiar con su pobreza (capital social,
productividad, activos intangibles) y por el otro, paradojalmente, prima la idea
de pobreza como carencia de capacidades, según la concepción de Amartya Sen.
Esto significa que habría algo así como un núcleo duro de la representación de la
pobreza (la existencia de las necesidades básicas objetivamente cuantificables,
bajo las cuales es posible “vivir” y “experimentar” carencias) y un núcleo blando
subjetivo y cualitativo (las capacidades y el complejo de oportunidades que la gen-
te con su “destreza”, “habilidad” e “inteligencia” puede transformar la “escasez” y
“restricciones” en oportunidades). La visión de las AMD y las políticas guberna-
mentales, combinan el núcleo duro de la representación de la pobreza con el blan-
do (que incluye lo subjetivo y lo cualitativo).29 La primera se expresa en la idea
de la “entrega”30 de paquetes básicos (ver documentos del BID) para satisfacer
les es una muestra de la mutación de las políticas entendidas como derechos, a políticas entendidas
como dádiva estatal.
31 Los cometidos de James Wolfensohn, como presidente del BM (1995-2005), quien venía de una
trayectoria de financista como funcionario en grandes bancos, no se alejan de las representaciones
predominantes sobre las ECP de sus antecesores, aunque es en su gestión donde se insiste la auto-
gestión de la pobreza, la creación de capacidades y la creencia que la corrupción como explicación
de que en los países llamados “subdesarrollados” haya pobreza (aunque esta valoración moral es
muy vieja en la tradición de la representación del “subdesarrollo” y la pobreza de parte de los
países que se creen “civilizados” o “desarrollados”). Para él, son los pobres los que deben resolver
la pobreza. Dice el ex-Presidente del BM: “combatir la pobreza para obtener resultados durade-
ros y ayudar a la gente a ayudarse a sí misma y al medio ambiente que la rodea, suministrando
recursos, entregando conocimientos, creando capacidad y forjando asociaciones en los sectores
público y privado” (cursivas nuestras), en Biografías y Vidas, James Wolfensohn [en línea] http://
www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wolfensohn.htm; y La presidencia de James D. Wolfen-
sohn [en línea] http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/BANCOMUNDIAL/QUIENE
SSOMOS/0,,contentMDK:20421188~menuPK:418796~pagePK:64057863~piPK:242674~theSit
ePK:263702,00.html).
“Estrategias contra la pobreza” 93
32 El concepto de necesidades básicas se asocia en esta ola de focopolíticas a los derechos humanos
“básicos”. Según Altimir, la norma absoluta que sirve para definir “este núcleo irreductible, cual-
quiera que sea la situación nacional que le sirve de contexto, nace de nuestra noción actual de dig-
nidad humana y de la universalidad que le otorgamos a los derechos humanos básicos” (Bolvitnik,
1990: 18), pero esta definición genérica presiona para abajo a los derechos en vez de aumentar las
expectativas de los seres humanos, como la retórica del DH dice promover.
94 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
33 Hemos considerado a la política denominada en Argentina Asignación Universal por Hijo como
un derecho de pobres, enancado en derechos previsionales, como se puede ver en el artículo de este
libro Álvarez Leguizamón, Naharro e Ibarra.
“Estrategias contra la pobreza” 95
37 Ver en el artículo de Paulizzi y también en el de Milana, las características del llamado programa
Nacional y Popular de las políticas inclusivas en la Argentina, a partir del 2003.
“Estrategias contra la pobreza” 97
38 Ver algunos de los documentos del movimiento de la economía solidaria brasileña en Arruda, Mar-
cos (1998); Gaiger, Luis (2000 y 2004a y 2004b); Icaza, Ana Mercedes Sarria y Asseburg, Hans
Benno (2004).
98 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
39 Esta denominación es usada también por los organismos supranacionales de crédito y los gobier-
nos nacionales como una alternativa al estado de bienestar (el sistema integrado substituye al
estado de bienestar).
40 Ver “Seminario de Política Social: un nuevo paradigma”, Caracas 11 al 13 de mayo del 2004.
Fundación Escuela de Gerencia social (FEGS).
“Estrategias contra la pobreza” 99
Reflexiones finales
Las ECP de las AMD en el marco de la Cooperación Internacional son una nueva
forma en el neocolonialismo que se materializa en el discurso del DH. La caja de
herramientas de la “ayuda” no es desinteresada. Implica una serie de transacciones
entre estos organismos y los países a los que va destinada. Los fondos para las ECP
tienen como contrapartida una serie de requisitos que se deben traducir en polí-
ticas nacionales. En términos sintetizados, más allá de las negociaciones en cada
país, se exige de ellos la pérdida de parte de la soberanía en el diseño de las políti-
cas económicas, sociales y políticas. Por ejemplo, en el campo de la economía, se
requieren de procesos de privatización de recursos nacionales diversos, desde el
bienestar de las personas, pasando por los servicios básicos en agua, electricidad,
gas, etc.; a la banca y los recursos energéticos estratégicos como el petróleo, por
ejemplo. Estos dispositivos, están basados en la creencia de la superioridad de los
funcionarios, técnicos y políticos de estas agencias y sobre la inferioridad de los
pobres, junto a un neoracismo que asocia la pobreza a la corrupción, a las patolo-
gías sociales, a la falta de capacidades. Al creer que la pobreza se debe a falta de
capacidades individuales que se heredan de generación en generación, se coloca
el problema en las propias víctimas. Paradojalmente al subsumir la protección
brindada por las relaciones sociales no mercantiles como la amistad, el vecindario,
el parentesco ampliado en activos económicos, a cambio de subsidios mínimos en
equipamiento barrial, servicios sociales básicos en salud y educación o “transfe-
rencias monetarias” para cubrir mínimos básicos de entre los básicos, se apela a
sus capacidades e “inteligencia” para convertir “activos” en recursos para la vida,
al mismo tiempo que se entiende a la pobreza como carencia de capacidades. No
resuelven la pobreza, porque no atacan sus causas históricas estructurales y, al
contrario, aumentan su autoexplotación, por medio de la potenciación del “capital
social” o “humano” y la “productividad” que, se dice tienen. Por otra parte, la vida
cotidiana o la micropolítica barrial se la subsume en la lógica utilitaria al potenciar
la generación de lo que se llama, en el lenguaje técnico del BM, el “portafolio de
activos”.
Recientemente un informe de un Grupo Auditor del Banco Mundial, basado
en otro informe de un “grupo independiente” de evaluación (IEG),41 afirma que,
41 La ONG se llama “Grupo de Desarrollo para Políticas Alternativas”, ver “POBREZA: Informe del
100 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Banco Mundial reconoce fracaso”, escrito por Corresponsales de IPS, Washington, 8 diciembre
del 2006 (IPS) [en línea] http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=39587.
“Estrategias contra la pobreza” 101
der local y político para los más pobres y excluidos, junto a una creciente inten-
sificación de la división social del trabajo, acumulación del poder y de la riqueza
en pocas manos a nivel sistémico, lo que produce brechas de desigualdad. Junto a
ello y por oposición se incentivan los valores de la competencia, la ganancia y el
lucro, una de las causas de la producción de la pobreza masiva. En este discurso,
lo social se circunscribe a los más pobres y se imagina como un espacio autónomo
del económico, como un territorio de iguales, similares y cercanos donde prima
la solidaridad. Por oposición, en el ámbito de la “economía política” capitalista,
los procesos son cada vez más desterritorializados, pero a la vez surgen nuevas
formas de dominación territorial, explotación del trabajo y renovadas relaciones
semi serviles y neocoloniales que potencian la discriminación, la desigualdad, la
exclusión y la violencia (Álvarez Leguizamón, 2005a).
El vínculo ético con el desarrollo se vislumbra en los organismos supranacio-
nales42 y en una creciente masa crítica de técnicos de organizaciones no guberna-
mentales que promueven una neo filantropía laica no gubernamental desplegada
en el discurso del DH y en las políticas de mínimos, cercanos a la muerte, que no
ofrece garantías de derechos positivos. Esta se encarna en diversos dispositivos y
tecnologías de intervención social, donde prima una lógica técnica, de eficiencia,
rentabilidad, ahorro, eficacia en la escasa protección social a cambio de la repro-
ducción a niveles mínimos de subsistencia física y social (“seguridad alimenta-
ria”; mínimos biológicos, paquetes básicos, umbrales de ciudadanía y servicios
mínimos básicos) cuyo acceso requiere, como contraparte, diversas formas de
ataduras tutelares (trabajo gratuito, clientela política,capacitación forzada, trabajo
comunitario, etc.).
E
n este trabajo analizo distintas formas de acceso a la ciudadanía por parte
de los pueblos indígenas de la zona de Tartagal en la Provincia de Salta.2
En primer lugar, reconstruyo algunas trayectorias y vínculos con el Estado
Provincial definidas como áreas problemáticas que aún se expresan como deman-
da: educación, salud, vivienda y asistencia social. El objetivo es mostrar cómo este
tipo de vinculaciones con el Estado constituyen el puntapié inicial para el ingreso
de los pueblos indígenas a la política y la conformación tanto de las instituciones
indigenistas como de las primeras organizaciones indígenas.
Para situar el contexto socio-político del área de Tartagal destaco, primero,
algunas modalidades o principios constitutivos del poder político local en relación
1 Este trabajo está basado en un extracto de mi tesis doctoral “Etnicidad, Política y Territoriali-
dad. Conflictos territoriales y procesos organizativos indígenas del área de Tartagal, Salta (1995-
2010)”, aprobada en el año 2012 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires.
2 Por ciudadanía se entiende en líneas generales el conjunto de derechos y obligaciones que se
aplican a los individuos como miembros de una comunidad o Estado. Siguiendo el planteo de Reis
Mota (2005: 185-187), estos códigos se instituyeron históricamente desde el modelo republicano
europeo y norteamericano, donde son fundamentales los principios de igualdad y libertad indi-
vidual. Entre los principales derechos cuentan: los derechos y libertades civiles, el derecho a la
participación política, los derechos económicos y sociales, como el derecho al trabajo, a la asisten-
cia social, etc.; todos ellos sin distinciones de raza, credo, sexo, etc. Estos valores se introdujeron
como modelo normativo constitucional en las sociedades latinoamericanas como el caso de Brasil,
con una cultura jurídica y política marcada por valores jerárquicos y anti-igualitarios, donde los
derechos serían una concesión dada por el Estado a determinados segmentos. En ese sentido, la
ciudadanía sería relacional y no universal, y el reconocimiento de los derechos dependería de la
dimensión de la consideración de quien es y quien no es ciudadano (Reis Mota, 2005: 186-187).
En el caso Argentino, siguiendo a Gordillo (2006: 173-175) el modelo ciudadano argentino se
constituye en base al ideal de hombre blanco, alfabetizado y propietario, excluyente desde sus
inicios de otras categorías de extranjeros e indígenas. En relación a estos últimos, menciona que
los mismos, mantuvieron un estatus ambiguo desde el siglo XIX pasando de ser considerados ene-
migos internos a entrar en categorías de ciudadanos de segunda, ciudadanos menores de edad, etc.
estatus de ambigüedad que continuó durante décadas en el siglo XX. Cuando me refiero al ingreso
de los pueblos indígenas a la ciudadanía y que destaco como un tipo particular de “ciudadanía a
la salteña” me estoy basando en el planteo de Reis Mota, respecto a la consideración de que hay
ciudadanos y no ciudadanos, a quien el Estado concede discrecionalmente derechos, y que tal
concepción de ciudadanía es excluyente en términos relacionales, de clase y status.
106 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
3 En este trabajo entendemos por hegemonía “aquel orden de signos y prácticas materiales, delinea-
dos a partir de un campo cultural específico, que son dados por sentado como la forma natural,
universal y verdadera del ser social […] La hegemonía, entonces, es aquella parte de una ideología
dominante que ha sido naturalizada y que, habiendo creado un mundo tangible en su imagen, no
parece ser ideológica en absoluto (1992: 28-29)” (Comaroff, 1992, citado en Gordillo, 2006: 196).
Constituye, como todo orden, también un campo de disputa.
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 107
5 En 1906 se descubren los primeros yacimientos y a partir de allí comienzan las explotaciones,
aunque la explotación comenzó en 1928.
6 Sobre este tema ver las tesis de Hollander (1976) y Biddle (1992).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 109
7 Esto se dio principalmente en la región de los Valles de Lerma y Calchaquí, Metan y Rosario de la
Frontera, donde se asentaron las principales fincas de la oligarquía salteña durante la colonia.
8 Para un examen más en profundidad sobre los procesos políticos provinciales ver Villagrán y
Vázquez (2010) y Villagrán (2010).
9 En general, las prácticas políticas provinciales han sido caracterizadas desde las teorías clásicas
de la ciencia política y la sociología, herederas del pensamiento de Gino Germani (2005 [1955])
como formaciones sociales y relaciones sociales comúnmente caracterizadas en términos de;
“patrimonialismo”, “caudillismo”, “paternalismo”, “clientelismo”, etc. Sin embargo, considero
que estas atribuciones que externamente se hacen sobre la política local, a la vez que refuerzan
categorías de “modernidad” “racionalidad”, profesionalización y competencia como modelo he-
gemónico a seguir, cierran la mirada a la comprensión de la práctica política en su hacer cotidiano
110 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
por parte de los sectores populares desde su propia particularidad y contexto. En ese sentido creo
conveniente comprender mejor estos procesos, relaciones y políticas, en base a lo que sugiere
Mariátegui (2005: 29-75) en su esclarecedora tesis sobre el problema del indio, el problema de la
tierra y sus regímenes de expropiación y dominación, constitutivos del área andina actualmente
peruana, boliviana y por añadidura de este sector del norte argentino que históricamente estuvo
vinculado con el Alto Perú, antes de que pasara a conformar la república argentina. Las propuestas
de los teóricos de-coloniales (Lander, 1993) en esa dirección, ayudan a comprender que la domi-
nación del presente es producto de la colonia. Los discursos establecidos y reproducidos sobre el
Estado nación “moderno”, el derecho (de Sousa Santos, 2010), el desarrollo (Escobar, 1995), entre
otros, son construcciones de dominación y del pensamiento eurocentrado que merecen ser revi-
sadas y cuestionadas para dar lugar a la emancipación de otros, saberes, poderes y prácticas que
han sido históricamente acalladas, obliteradas o negadas. Aún desde el discurso científico y sus
explicaciones sociológicas, históricas y políticas en su análisis y aplicación de categorías teóricas
sobre la realidad, para evitar clasificaciones y valoraciones “en bloque” sobre las poblaciones de
este sector del país, y discernir que hay diferentes formas de construir la “salteñidad” (Álvarez
Leguizamón, 2010).
10 Sobre las categorías de inmigrantes “deseables” e “indeseables” en la ciudad de Salta ver Hollan-
der (1976: 162-172).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 111
indígenas y el Estado provincial. Este fue un paso inicial para el acceso formal de
los sectores indígenas –principalmente los de las áreas urbanas quienes tenían po-
sibilidades de empadronarse– a la categoría de ciudadanos y su posibilidad de ser
reconocidos formalmente como personas con derechos civiles y sociales.
La documentación civil activaba un mecanismo de individualización, clasifi-
cación y certificación como ciudadanos argentinos.15 En alguna medida, significó
un giro en el tratamiento estatal hacia los indígenas que, desde una forma previa
de valoración, aún los consideraba enemigos de la civilización. Entonces, la do-
cumentación indicaba un nuevo momento donde era posible la incorporación –tal
vez formal y parcial– de los indígenas como ciudadanos de la nación argentina.
Desde el Estado, no existían mecanismos institucionales para atender a la
población indígena y en los hechos fue velada por las instituciones religiosas. La
falta de atención institucional estatal se reflejaba entre muchos otros aspectos, por
el escaso interés, el vacío de información y cuantificación de la población en tér-
minos “étnicos”. Por lo menos en esta zona, no existieron registros de población
indígena a nivel provincial,16 sino hasta 1984 cuando se realizó del primer Censo
Indígena Provincial, que sirvió como puntapié inicial para la creación del Instituto
Provincial de Pueblos Aborígenes (IPA) en el mismo año.
En el Primer Censo Nacional de Población de 1869, los indígenas eran re-
gistrados de manera agregada mediante un conteo llevado por los jefes de fortines
para estimar la disponibilidad de mano de obra para los ingenios. En los censos
posteriores 1895, 1914 y siguientes, ya no se los clasifica más o al menos desapa-
recen como dato relevante de la argentinidad. Desde la visión predominante en
torno al modelo de nación, no había un interés específico del Estado por generar
políticas específicas sobre estos sectores de población.17 Esto también se reflejaba
en el artículo de la Constitución Nacional que sólo contemplaba en la materia:
“Proveer a la seguridad de las fronteras, conservar el trato pacífico con los indios
y promover la conversión de ellos al catolicismo” (Constitución Nacional, 1853:
Art. 67).
De ese modo, el tratamiento de la cuestión fue delegada a las instituciones
religiosas quienes –se suponía– intervendrían en procurar la tarea de convertirlos
a la “civilización”.
Entre los relatos registrados, el acceso a documentos de identidad se mencio-
na como un hito muy importante ya que estos documentos, el papel escrito y el
15 En la década del ‘70 este proceso continuó a través de la emisión de cedulas de identidad por parte
de un intendente local. Principalmente a través del Intendente Alberto Abraham que tuvo diferen-
tes gestiones en la zona.
16 A nivel nacional si hubo un antecedente en el año 1967 y fue el Primer Censo Indígena Nacional,
con relevamiento de datos sobre el Departamento San Martín.
17 Para mayor detalle en los cambios políticos e institucionales sobre el tratamiento de la cuestión
indígena ver Martínez Sarasola (1992: cap. VII).
114 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
poder implícito en ellos les concedía, simbólicamente y por primera vez, derechos
como ciudadanos argentinos.18 Previo a la posibilidad de acceso a este registro, no
existía ningún mecanismo jurídico de resguardo ante la violencia. Así lo hacían
patentes diferentes testimonios. En relación al Ingenio Tabacal un dirigente tapiete
comentaba:
“Es muy triste recordar ¿no? [la historia del ingenio], porque jamás
nuestro pueblo ha tenido sueldo, como hoy, que hay derecho indí-
gena, hay, que si demanda a la empresa, por lo menos tiene sueldo
básico, en esa época no, lo que traía su ganancia de todo el tiempo
era la comida, prenda, ropa, … nada más! […] Por eso los ingenios
azucareros son ricos! […] y nosotros como aborígenes, nos traía
sacrificio, esclavitud, yo digo esclavitud […] para esa empresa no-
sotros no éramos persona porque no teníamos un reconocimiento de
entidad como documento, de libreta de enrolamiento, como que de
ese modo la empresa, nosotros no éramos persona o éramos persona
ajena o sin dueño […] esa fue la peor época del indígena! murieron
bastante! […] por suerte el general Perón adjudicó el derecho de
que teníamos que ser igualitaria como ustedes. Que yo puedo tener
mi libreta de enrolamiento para que yo sea reconocido como pueblo
argentino, ahí nace recién el derecho de aborígenes” (Representante
Tapiete, 2008. Propia selección y aclaración).
Como puede extraerse de esta cita, y tomando como referencia otros registros ana-
lizados por Gordillo (2006), en los casos en que los indígenas lograban sobrevivir
a la violencia física y entrar en el esquema de relaciones laborales, eran sometidos
a otros abusos por parte de los “patrones”, por ende se valoraba el documento
como una forma de resguardo ante la violencia y porque este significaba un trata-
miento como personas con derechos.
18 Para un análisis más en profundidad sobre este tema ver “fetichismos de la ciudadanía Estado” en
Gordillo (2006: 169-193).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 115
19 La primer escuela en Tartagal empieza a funcionar en 1926, solo asistían hijos de inmigrantes,
a partir de la década del ‘30 se empiezan a solicitar al gobierno nuevas instituciones incluyendo
pedidos de una comunidad indígena de Aguaray en Yerba Buena, Caraparí. (Rioja; 1997: 116, 144,
145). Será posterior a la década del ‘40 que se construyen nuevas obras.
20 No voy a introducirme en la discusión sobre la obra de Sarmiento que constituye este ideal en que
se basan las instituciones de educación pública la cual ha sido ampliamente rescatada y cuestio-
nada al mismo tiempo, solo mencionar que estas categorías de pensamiento remiten a una con-
cepción de época dominante que constituyó categorías poblacionales y modelos privilegiados de
ser argentino donde lo indígena y su atribución salvaje fue el principal “estadio” marcado como
antimodelo a seguir junto con la “barbarie” atribuida al gaucho.
116 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
21 Ver las referencias a estas historias en Pojasi (1994), Rioja (1997) y Castilla (2007).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 117
“Ahora los criollos son tan pobres como nosotros […] estamos en
la misma condición […] Ya casi somos iguales” (Taller sobre Dere-
chos Humanos. Tartagal, 2006. Expresiones de miembros de comu-
nidades de Aguaray y Salvador Mazza. Propia selección).
En su ingreso a las escuelas, indígenas de diferentes comunidades comentan que
desde el principio tuvieron serias dificultades para relacionarse y entenderse. No
sólo se trataban de las penurias habituales de aprender otro idioma, se añadían el
desprecio, la violencia y los malos tratos con que fueron incorporados al sistema:
“cuando yo era escolar, el maestro nos prohibía que hablemos el
idioma y nos llamaba a nuestros padres para decirle que no le hable
en el idioma al chico porque iba a retardar mucho la lengua, así que
nuestros padres le hacía caso. Así que no nos hablaban ya en el idio-
ma” (Representante comunidad guaraní, 66 años; Aguaray, 2006).
lud, puestos sanitarios en zonas marginales y áreas rurales han sido las modalida-
des más significativas de la presencia del Estado y sus prácticas de intervención.26
Estas instituciones junto con las políticas y programas de atención a la salud tienen
una historia particular a la cual no voy a referirme en detalle.27 Simplemente se
mencionará algunas cuestiones que surgen del registro de campo que permiten
visualizar cómo ha sido la forma más habitual de vinculación entre los sectores
indígenas y las intervenciones públicas de la salud.
Para el caso de la provincia de Salta, uno de los principales dispositivos de in-
tervención sobre la salud de la población estuvo desde sus orígenes, asociado a las
prácticas del higienismo (Álvarez Leguizamón, 2003; 2010). Se trata de una mo-
dalidad impuesta y aplicada en el ámbito regional consistente en múltiples inter-
venciones sanitarias tendientes a combatir enfermedades, endemias y pandemias
propias de la región. Enfermedades tales como el chagas, el bocio, el paludismo,
fiebre amarilla, el cólera y más recientemente en esta área del “trópico”: el dengue,
leshmaniasis, rotavirus, entre otras, han afectado grandes sectores de la población
en su mayoría a los que viven en condición de pobreza. En la historia de las institu-
ciones de salud, estas enfermedades han sido “combatidas” mediante dispositivos
de intervención que pusieron el foco sobre las prácticas culturales locales que se
consideraban contrarias a los ideales de higiene y profilaxis.
El hábito de la higiene en torno a la alimentación y el consumo del agua (fac-
tor principal de contagio y transmisión de enfermedades) han sido y son cuestio-
nes claves en el discurso de intervención de la salud puesto en manifiesto en diver-
sas campañas de prevención y control poblacional. En este campo, el saber de la
medicina moderna es el que opera como dispositivo central y redefine en su puesta
en práctica diversos usos o tratamientos acerca del cuerpo y el modo de entender
los procesos de salud-enfermedad enmarcados en otras concepciones culturales.
Sobre este punto, algunos testimonios subrayan cómo las prácticas medici-
nales propias de los indígenas han sido histórica y constantemente desdeñadas por
las instituciones de salud pública. Las propias prácticas medicinales han sido cru-
ciales para la salud de los pueblos indígenas y por la virtud de estos tratamientos
medicinales, solo acuden en casos especiales a la medicina occidental cuando los
propios conocimientos no tienen poder para mejorar a los enfermos:
“Nosotros antes nos curábamos con medicina del campo, ahora ya
casi se está perdiendo eso también porque no hay monte […] Ahora
han aparecido nuevas enfermedades que no conocemos, no tenemos
como combatirlas por eso tenemos que acudir al hospital” (Repre-
sentantes comunidad Zopota, Tartagal, 2009. Propia selección).
26 En principio década del ‘20 y ‘30 contaban con instalaciones que proveían las empresas petroleras,
luego de mediados del ‘40 se construye el Hospital Juan Domingo Perón en Tartagal.
27 Respecto al programa APS, ver Lorenzetti (2012).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 121
28 Sobre detalles de la dieta y el consumo alimentario de los pueblos del área ver Torres y Santoni
(1997: 114-124).
29 En algunas , ante la falta de otros recursos, utilizan para llevar agua de los contenedores que le
provee el municipio a sus viviendas, los bidones de los agroquímicos que descartan las empresas
sojeras, los cuales contienen una imagen de una calavera y una leyenda que explicita “prohibida
su reutilización”, dada su alta toxicidad para el ser humano.
30 Los datos empíricos en que baso estas caracterizaciones son producto de observaciones propias y
de otros antropólogos y técnicos de ONGs que trabajan en el área, los cuales tomamos como base
los testimonios realizados por la gente. También se ha consultado con especialistas en Salud de la
Universidad Nacional de Salta. Uno de los escasos estudios fiables sobre la cuestión es el reali-
zado por Lorenzetti (2014) quien arroja los siguientes datos: “Según el informe del Programa de
Funciones Esenciales de Salud Pública (FESP, 2009) en el departamento de San Martín de un total
de 5338 familias visitadas por los promotores de salud (agentes sanitarios) el 53,5% de las mismas
están en situación de “riesgo sanitario”, el 70,4% cuentan con ingresos económicos irregulares y
la mortalidad de niños/as indígenas de 1 a 4 años casi triplica a la de la población criolla de ese
grupo etario.[…] De acuerdo a los datos relevados del Programa de Atención Primaria de la Salud
y Programa Sanitario de Relaciones Interculturales del Ministerio de Salud provincial la evolución
de la mortalidad infantil de niñas/os indígenas de 0 a 5 años durante el período 2009-2011 –en los
primeros trimestres de cada año– se advierte una fuerte suba en el año 2010 en las áreas operativas
de San Martín y Chaco Salteño. […] Del análisis de las tasas de mortalidad infantil del período
122 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
son casi imposibles de obtener aunque su información debería ser pública. Los cri-
terios de cuantificación se modifican y con ello los resultados, en el caso de Salta,
por ejemplo, a raíz de la visibilidad pública y repercusión política que tuvieron
algunos casos de muertes de niños wichí, en el año 2011, se empezaron a esconder
o manipular técnicamente las estadísticas, de modo que lo que estatalmente no
cuenta, socialmente no existe. Una forma más de “producción de ausencias” (de
Sousa Santos, 2010) y de “dejar morir” a la población indeseable que Foucault
(1996: 193-215) la entiende como inherente al racismo de Estado. Si bien se trata
de males que existen desde hace varias décadas, los casos se han generalizado,
algunos han cobrado carácter público no obstante en su gran mayoría se ha evita-
do políticamente hacerlos más visibles a través del ocultamiento estadístico o la
reaparición de visiones estigmatizantes que asocian el padecimiento de la enfer-
medad con la pertenencia étnica.31
Estas cuestiones exceden ampliamente a las prácticas culturales propias de
lo indígena. Sin embargo, desde las instituciones públicas y el gobierno se cul-
pabiliza al indígena y sus costumbres culturales de las muertes por hambre que
cobraron visibilidad mediática en los últimos años. De ese modo se descarga la
responsabilidad pública de las muertes a los propios indígenas, negando al mismo
tiempo los impactos de las empresas que están en la zona o la escasa prevención
estatal frente a tales desgracias.
La epidemia del cólera en el año 1992 fue un caso significativo donde emer-
gieron un conjunto de representaciones discriminatorias del Estado hacia las po-
2008-2010, en el grupo etario de 0 a 5 años, de edad se observa que mientras los valores en los
niños criollos se mantienen relativamente estables alrededor del 16% y 18 %, la tasa mortalidad de
niñas/os indígenas en la zona norte de la provincia (Chaco Salteño, Oran y San Martín) aumenta
de un 49% a un 61,2% (Jockers, 2011 en Lorenzetti, 2014). Según los datos relevados, los valores
de niñas/os indígenas no sólo casi triplican los correspondientes a niñas/os no indígenas, sino tam-
bién que en la zona del Chaco Salteño y San Martín los índices han crecido de manera sustancial
(Jockers, 2011: 6). […] Asimismo indicadores socio-sanitarios del “Operativo para la Vida 2013”
–realizado por UNICEF y el ministerio de salud provincial– señalaban que en los meses de enero y
febrero: “Se registraron en la zona de Tartagal cuatro muertes de niños por desnutrición, 47 bebés
menores de un año en déficit nutricional (el 4,6%) y otros 372 de 1 a 6 años también graves (7,7%,
cuando la media en Salta es del 11 por ciento). Además, un 24,7% de las 2807 familias originarias
está en riesgo, un 52% de sus viviendas es ‘no saludable’, hay 281 embarazadas en situación de
riesgo y 19 casos de tuberculosis […] (Tiempo Argentino, 12-03-2013). En términos generales,
los datos sanitarios recién señalados indican una alta correspondencia entre las zonas que se han
visto afectadas por el desmonte y el avance del cultivo de soja. En el departamento de San Martín,
entre las principales causas de mortalidad infantil (menores de 5 años) se encuentran: en primer
lugar, las diarreas combinadas con un estado de desnutrición; en segundo término, las afecciones
respiratorias, en tercer lugar las malformaciones congénitas, en cuarto lugar otras infecciones.
Este grupo de causas constituye el 73% de los casos de mortalidad infantil (Cuyul, 2011; Jockers,
2011)” (Lorenzetti, 2014: 6-7).
31 Para mayor detalle de los testimonios mediáticos y repercusión pública del tema de la soja y muer-
tes por hambre ver Álvarez Leguizamón (2011), Flores Klarik, Álvarez y Naharro (2011).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 123
32 Sobre detalles de este evento y sus repercusiones locales ver la tesis de Torezani, S. (2000).
124 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
33 En el relevamiento realizado en Tartagal en el año 2008, sólo cuatro comunidades poseían títulos
individuales y se conformaron como Barrio Cherenta, Wenhayek, Tapiete y Chorote parcela 42. El
resto se asentaba sobre terrenos privados. Ver Naharro, Flores Klarik y Kantor (2009).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 125
35 Como analizamos en otro trabajo (Flores Klarik, 2010) el ejército ingresó en la zona con el objeti-
vo de exterminar a la población indígena o forzar a su incorporación a los ingenios, acaparar terri-
torios para la provincia y la nación, resguardar la frontera, pacificar la vida civil de los pobladores
pioneros frente a la amenaza de los indígenas. Desde esa primera incursión a partir de 1870 y se
continúan hasta finales de 1920, las fuerzas de seguridad llegaron para quedarse definitivamente
en el lugar. Su presencia se incrementa aún más con el descubrimiento de yacimientos de petró-
leo, la Guerra del Chaco y la definición del paralelo 22’ como frontera internacional. Entonces, a
sus habituales funciones de seguridad se le añade el control sobre la circulación y transporte de
productos y personas de un lado a otro de la frontera a través de los ferrocarriles y las rutas. En
plena dictadura militar (1976-1983), el llamado combate contra la guerrilla también será un factor
de mayor control y militarización del área. Las fuerzas de seguridad se convirtieron en los agentes
principales de vinculación de los indígenas en su interrelación con el Estado. En los relatos que
remiten a sucesos de principios del siglo XX, la represión de las libertades de los grupos cuya
“civilidad” siempre se encontraba bajo sospecha o negada (los indígenas), fue una práctica común
y socialmente legitimada por el Estado. En un primer momento, los jefes de fortines y del ejército
mantenían una estrecha vinculación con familias locales. Algunos de ellos obtuvieron tierras como
premio a su labor. Hoy muchos de estos agentes que ocupan cargos de jerarquía generalmente
son “trasladados” de otras provincias a la zona mientras que los estratos más bajos de las fuerzas
de seguridad son por lo general reclutados entre los sectores sociales populares locales. Algunos
indígenas lograron su incorporación en estos estamentos de menor jerarquía. Para algunos jóvenes
indígenas en la actualidad, como me comentó una vez un comunicador indígena, es una ocupación
atractiva por la ausencia de ofertas de trabajo estable y de otros ingresos monetarios.
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 127
36 Para mayor detalle sobre este tipo de demandas de comunidades periurbanas de Tartagal, consultar
la tesis de Yazle (2009).
128 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
37 Durante el auge del desarrollismo, entre los años ‘30 y ‘70 las políticas indigenistas de los Estados
latinoamericanos emergen mediante un discurso de inclusión. “El asunto era el “problema del
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 129
indio” y cómo integrarlo a la modernidad” (Sieder, 2004). Argentina, no habría sido una excep-
ción a esta tendencia, en el año 1959 se sanciona la ley 14932 que aprueba el convenio 107 de la
Conferencia Internacional del Trabajo sobre “Protección e integración de las Poblaciones Indíge-
nas, Tribales y Semitribales en países independientes” a partir del cual se procura convertir a los
indígenas en sujetos de su propia integración como efecto de políticas de aculturación” o cambio
dirigido (Carrasco, 2001).
38 Cabe recordar la labor etnográfica del grupo de la CAEA (Centro Argentino de Etnología Ameri-
cana) y su vínculo con los misioneros franciscanos. Estas acciones se enmarcaban en el “Proyecto
especial multinacional de desarrollo fronterizo de la Organización de los Estados Americanos
(OEA). Obra realizada por el Instituto de Antropología Dr. José Imbelloni, de la Facultad de Fi-
losofía y Letras UBA. Los objetivos eran: “procurar la promoción integral de las comunidades
de la zona de frontera mediante el desarrollo educativo y socio-cultural de la región” (Cuadernos
Franciscanos 1977, núm. 41). En ese sentido, la labor etnográfica servía como una especie de
diagnóstico cultural del “estadio” en el cual se hallaban y como soporte de posteriores acciones de
integración al desarrollo.
39 Sobre este tema consultar Barbarán (2000).
130 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
40 Para mayor detalle sobre este tema ver Braunstein (2008: 5-31).
41 Como plantea Braunstein (2008) “cacique” es una categoría impuesta externamente, en la obse-
sión de los europeos por identificar interlocutores válidos “de origen latino, se convirtió en un
genérico para designar el rol del liderazgo en una institución recreada”. Un estereotipo que no
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 133
coincide con las funciones de representación y control social propia de esas culturas.
42 Estos corresponderían con el llamado “liderazgo transaccional”, figuras de contrato o transacción
laboral: “capitanejo”, “capitanes”, “general”, “capataz”, “mayordomo” y “lenguaraz“ (Braunstein,
2008: 24) que, asimismo remiten a clasificaciones impuestas por el blanco y, dan cuenta, de la
relación jerárquica afin a instituciones militares o laborales de las haciendas.
134 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
directa o tal cual de palabra como se decía como decía los indígena
así entre los indígenas ¿no?, un compromiso de invitación no hace
falta por papel, sino basta decir mañana tenemos asamblea y es su-
ficiente y ese era el principio que había dentro de la organización y
así como ese principio hay varios principios interesantes” (Repre-
sentante Guaraní, Tartagal, 2008. Propia selección).
Por su parte las categorías de “Cacique”, “Consejo” y “Etnias” remiten a construc-
ciones organizativas externas, aplicadas a un conjunto de representaciones sobre
lo que deberían hacer los pueblos para interactuar con el Estado. Como vimos
anteriormente, existe un recuerdo positivo sobre la relación que existía entre esta
generación de los “viejos” dirigentes indígenas con el gobierno. El acceso a recur-
sos concretos, no estaba obstaculizado por mecanismos de la burocracia, sino que
se establecía de manera directa y mediante un trato personalizado con funcionarios
estatales. El trato de palabra y la distribución de los recursos, se concentraba en un
número discreto de comunidades y aseguraba una distribución más “equitativa”.
Los testimonios de no indígenas sobre este tipo de vínculos marcan, sin em-
bargo, otro punto de vista:
“[el Consejo de Caciques] Estaba muy en el campo del municipio
[...] y los caciques que en ese momento que no tenían digamos una
fortaleza, era esa onda en que el intendente le daba el carnet de
cacique, por ejemplo todas esas cosas, en (menciona una comuni-
dad guaraní), el papá de [el actual cacique] es uno de los caciques
históricos, por ejemplo, increíblemente sano el hombre, el tipo no
se cansaba, recto, honesto, una gran persona, el papá de […] ha sido
una gran, gran persona, un gran, gran cacique, pero claro el, por
ejemplo, por la edad que tenía no llegaba, ni, ni llegaba a percibir el
manejo mal de fondos, por ejemplo los intendentes, el tipo que es
dueño de la tierra en (donde vive la comunidad) les vivía diciendo
que el quiere darles las tierra, siempre me decía el tipo que ‘el quiere
darle la tierra’, porque será que no se la da entonces… ¿no? […]
entonces siempre el dueño de la tierra trataba de operar mediante él,
que el vaya y haga escándalo cosa de que si lograba que el gobier-
no le compre las tierras de ellos… todo un manejo así… entonces
eso ha sido algo también, ingenuidad política fuerte también de los
caciques […] que formaban también el Consejo” (Técnico ONG,
Tartagal, 2011. Propia selección y aclaración).
El único canal de acceso a la atención de ciertas demandas era el “diálogo” di-
recto, con funcionarios estatales sin mayores obstáculos administrativos, pero a
cambio quedaban incorporados en relaciones de dependencia y subordinación, a
disposición de los intereses políticos. Dado que aún no se contaban con mayores
136 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
43 Cabe recordar que en este período un representante guaraní logra ganar una elección en 1991 como
diputado provincial.
138 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
44 Se refiere a la actual institución Instituto Provincial de los Pueblos Indígenas de Salta, que reem-
plaza al anterior IPA.
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 139
45 Este censo provincial fue con posterioridad cuestionado en cuanto a los criterios empleados para el
relevamiento y los resultados obtenidos. Sin embargo, se convirtió en una herramienta del Estado
para tener mayor información sobre la situación social de los indígenas.
46 Ley Nacional núm. 23302 de 1985 (enmarcada en el Convenio OIT 107). Constituciones provin-
ciales de: Chaco, Art. 34 de 1957; Chubut, Art. 71 de 1957; Formosa, Art. 57 de 1957; Jujuy, Art.
50 de 1986, Neuquén, Art. 239 de 1957, Río Negro, Art. 42 de 1988, Salta, Art. 15 de 1986. Leyes
provinciales de: Chaco, núm. 3258 de 1987; Chubut, núm. 3247 de 1988, Formosa, núm. 426 de
1984, La Pampa, núm. 1228 de 1990, Mendoza, núm. 5754 de 1991, Misiones, N°2727 de 1989,
Neuquén, núm. 306 de 1962, núm. 808 de 1973 y núm. 1800 de 1989; Río Negro, leyes núm. 2287
de 1988 y N°2553 de 1992. Salta, núm. 6373 de 1986, Santa Fe, núm. 5487 de 1961 núm. 10375
de 1989 (Altabe, Braunstein y González, 1997).
140 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
47 Este artículo, como otros similares de otras provincias, reflejan en alguna medida la visión asi-
milasionista “que tienen a los indígenas como destinatarios de políticas de acción social más o
menos respetuosas de su diferencia cultural aunque manteniendo en líneas generales, la ideología
integracionista del Convenio 107 de la OIT” (Carrasco, 2000).
48 Para ver en mayor detalle sobre las política indigenistas salteñas y sus mutaciones más importantes
(Carrasco, 2005: 253-291).
49 Este desarrollo era entendido como un proceso progresivo y opcional, destinado para aquellos
individuos que reunían ciertas aptitudes y condiciones; racionalidad, competencia lingüística, ac-
titud positiva hacia el trabajo o el progreso.
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 141
bajo un discurso que afirmaba apostar por la “integración” de esta zona, pensada
como “marginal e improductiva”. Este proyecto desencadenó la toma del puente
y la protesta social en el año 1995 (Buliubasich y Rodríguez, 1995; Carrasco y
Briones, 1996; Gordillo y Leguizamón, 2002). Los reclamos de tierras a través de
movilizaciones, luchas y demandas históricas –como las ocurridas en los lotes fis-
cales 55 y 14– permitieron la visibilidad pública trascendiendo el ámbito local. En
este caso, el reclamo territorial fue la base sobre la que se conforma la asociación
Lhaka Honhat (Nuestra Tierra) como organización indígena más consolidada en la
región, creada para encabezar el proceso de demanda de estas tierras.50
Hacia fines de los ‘90, las acciones de protesta y la organización emergente
del conflicto por la tierra, se constituyeron en un referente simbólico y político
importante para las reivindicaciones por derechos indígenas en otras zonas del
llamado umbral al Chaco. Estos sucesos van a poner en perspectiva una nueva
concepción de luchas y reivindicaciones indígenas ahora basándose en los nuevos
instrumentos legales para la defensa de los derechos territoriales y étnico-identita-
rios y nuevas pautas organizativas que se tomarán como referencia en el contexto
de Tartagal.
Dentro de la Provincia de Salta, la zona de Tartagal y todo el Departamento
San Martín es un espacio donde el estado provincial dio mayor impulso y garantía
a las acciones de las empresas transnacionales. Se trata del área productiva de
mayor desarrollo en la provincia en las actividades hidrocarburífera y agrícola de
la actualidad. Por tanto, es quizás también el escenario donde pueden leerse con
mayor agudeza las consecuencias sociales de la reforma neoliberal, así como las
múltiples manifestaciones de reclamos y demandas de indígenas y no indígenas,
afectados por estos procesos.
“Como nuestra comunidad (chulupí) está asentada al costado de la
ruta 34, entre Tartagal y Mosconi, vivimos muy cerca los cortes de
ruta. Nuestro pueblo sufre muchísimo la pobreza y la falta de tra-
bajo, por eso toda la comunidad fue al primer corte de ruta, porque
querían trabajo. Esa vez salió toda la gente a la ruta, hasta los an-
cianos, los abuelos, los niños y las mujeres salieron a pedir trabajo
[…] la policía empezó la represión y había muchísima gente […]
yo estaba muy triste de ver tanta gente herida, tanta gente que tenía
heridas de bala. Había mucha sangre en el piso. La gente del pueblo
solo tenía hondas y palos y los policías tiraban con balas de goma
y de plomo; también tiraban gases lacrimógenos. Todo estaba muy
50 Empieza a gestarse en 1984, cuando distintas comunidades de cinco pueblos diferentes: autodeno-
minados actualmente como wichí (mataco); komlek (toba), iyojwaja (chorote), novacklé (chulupi)
y tapiete, elevan un pedido al gobierno de la provincia Salta, por la titulación de los lotes en forma
comunitaria (Carrasco y Briones, 1996).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 145
estado queda obligado a dar tratamiento a la cuestión. También sucedió que esta forma de reclamo
se concentró en un grupo discreto de dirigentes quienes lograron insertar algunas demandas parti-
culares y conseguir títulos sobre parcelas de algunos lotes fiscales, “ofrecidos” como solución por
el gobierno, ubicados a más de 15 km, de la ciudad, sin agua, ni servicios y para uso múltiple de
diversas comunidades, quienes debían resolver los límites de cada uno. Esto se hacía como forma
de ir resolviendo parcialmente su situación por la vía de la negociación política y, de parte del go-
bierno, para “destrabar” los conflictos y acallar la protesta de los dirigentes con mayor capacidad
de presión. Pero se trataba de acciones particulares que no contemplaban la situación del contexto
y que por lo tanto una gran cantidad de demandas y de situaciones críticas, quedaron sin cubrir.
53 Para mayor detalle sobre el cambio institucional, ver Carrasco (2005: 253-293).
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 147
represión directa que incluyó la muerte de algunos dirigentes sociales. Con poste-
rioridad, negoció con las organizaciones de piqueteros que demandaban principal-
mente por fuentes laborales, imposibles de rearticular luego de las privatizaciones.
Tanto a nivel nacional como provincial, se destinaron como paliativos “pa-
quetes de asistencia social”: Planes trabajar, Planes Jefes y Jefas de Hogar, entre
otros. Se trataba de subsidios directos para reemplazar la escasez de salario, pero
que no atendían a la crítica situación y condición social, ya que eran programas
focalizados que se asignaba bajo criterios de vulnerabilidad social, sin llegar a
cubrir las necesidades de toda la población afectada. Además se trataba de in-
gresos exiguos, que no alcanzaban más que para cubrir escasamente parte de la
alimentación, mientras que otros derechos sociales –anteriormente reconocidos a
los empleados– como los aportes jubilatorios y las coberturas de salud, quedarían
sin restituir y perdidos en su mayoría.
La creación del INAI en el año 2001, como institución, marca la incorpo-
ración de la problemática indígena por primera vez, a nivel nacional, ya que no
existían antecedentes institucionales previos. Se trató de un campo experimental
de atención que emerge, como plantean Lenton y Lorenzetti (2005), como parte
de un neo asistencialismo estatal destinado a paliar los efectos de la crisis social
sobre la población indígena.
54 En su artículo 15, estipula “I. La Provincia reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pue-
blos indígenas que residen en el territorio de Salta. [...] Reconoce la personalidad de sus propias
comunidades y sus organizaciones a efectos de obtener la personería jurídica y la legitimación
para actuar en las instancias administrativas y judiciales de acuerdo con lo que establezca la ley.
Créase al efecto un registro especial”. Reconoce y garantiza el respeto a su identidad, el derecho
a una educación bilingüe e intercultural, la posesión y propiedad de las tierras fiscales que tradi-
cionalmente ocupan, y regula la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano.
Ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes ni embargos. Asegura
su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y demás intereses que los afecten
de acuerdo a la ley. [...] II. El Gobierno Provincial genera mecanismos que permitan, tanto a los
pobladores indígenas como no indígenas, con su efectiva participación, consensuar soluciones en
lo relativo con la tierra fiscal, respetando los derechos de terceros. (Constitución Provincial, 1998).
148 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
A modo de cierre
En este artículo hemos tratado de reflejar diferentes formas de acceso a la ciuda-
danía por parte de los sectores indígenas de Tartagal en su vínculo con el Esta-
do provincial. Para enmarcar estas relaciones, desarrollamos algunas cuestiones
vinculadas al poder local, que nos permiten sugerir que en la zona de Tartagal,
tanto el monopolio estatal, el poder hegemónico, como el acceso a distintas formas
de ejercer la ciudadanía, se fueron concentrando a favor de un sector social (del
“blanco”) que prosperó en la zona principalmente mediante el acaparamiento de
tierras para el emprendimiento comercial, maderero y ganadero, y por otro, me-
diante la consolidación de una burguesía asalariada vinculada a la empresa YPF.
Los grupos indígenas y no indígenas de la zona tuvieron, durante gran parte
del siglo XX, una posición subordinada en el esquema político provincial, fuerte-
mente asociado a la dominación de la oligarquía terrateniente salteña, que conso-
lidó su poder desde el régimen colonial y que estuvo históricamente apoyada en el
poder militar y el monopolio jurídico de los títulos de la tierra.
Ciudadanía, racismo, luchas y tensiones 151
E
Introducción
n los últimos veinte años hubo un importante avance legislativo en materia
de reconocimiento de los derechos indígenas y ambientales, a la vez que
paralelamente se ha impulsado una política agro-económica basada en la
producción de soja y otros cultivos extensivos destinados a la exportación. Este
trabajo tiene como objetivo mostrar, a partir del caso de Ballivián, la contradicción
inherente a la ejecución articulada de estas políticas.1
El proceso económico aludido se inició a partir de la reconversión productiva
en la región de la pampa húmeda, destinando al cultivo de soja tierras que ante-
riormente se dedicaban a la ganadería vacuna y al cultivo de cereales. La gran ren-
tabilidad de la actividad incentivó la ampliación de la frontera agropecuaria avan-
zando sobre territorios que aún conservaban bosque nativo, especialmente del área
chaqueña, Martínez Dougnac (2013) señala que en las provincias extrapampeanas
se registra un aumento de 227% en la superficie ocupada con soja. Fortaleciendo
esta tendencia, las políticas gubernamentales alientan el incremento de este tipo de
producción. Esto es observable en el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroin-
dustrial Participativo y Federal (Argentina 2010-2020) donde se establece como
meta, para ese lapso temporal, un aumento del 317 % en la producción de combus-
tibles a partir de soja.2 Otra de las medidas auspiciosas en este sentido consiste en
el Decreto 1339 del año 2012, mediante el cual se aumentaron las retenciones al
biodiesel al 24,2%, cifra que sigue por debajo de las retenciones a la exportación
de grano y aceite de soja (35% y 32% respectivamente) (Toledo López, 2013). Es
más que claro el aliciente estatal a la producción de agrocombustibles, en especial
biodiesel.
1 Gudynas (2009) plantea que esta contradicción está presente en diferentes estados progresistas
latinoamericanos que a nivel discursivo declaman la no ingerencia de los grupos de poder eco-
nómico en las decisiones políticas, pero que en la práctica las economías estatales tienen como
base significativa las retenciones provenientes de la exportación, evidenciando dependencia de los
mercados globales, especialmente en relación a la minería, el petróleo y los monocultivos. El autor
denomina esta situación como neoextractivismo progresista.
2 PEA (2010: 115) [en línea] Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, http://www.
minagri.gob.ar/site/areas/PEA2/14=Publicaciones/index.php.
156 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
4 Cabe aclarar que si bien son dos Expedientes y dos Audiencias Públicas, éstas se realizaron una a
continuación de la otra, con los mismos actores involucrados y, en la segunda AP, permanentemen-
te se hacía referencia a lo tratado y explicado en la primera.
5 Censo 2010 [en línea] http://www.mininterior.gov.ar/municipios/datos-municipio.php.
160 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen II-2-1
Ubicación geográfica del Departamento San Martín, Provincia de Salta
Fuente: www.mapoteca.edu.ar
6 Esta doctrina de terra nullis o terra nullius (del latín: tierra de nadie) en derecho internacional
permitía ocupar tierras sin dueño previo.
Tensiones entre políticas agrarias 161
7 Carrasco y Briones (1996) señalan que la Ley 817 de inmigración favoreció la instalación de co-
lonos ganaderos en la zona del Chaco.
8 En este sentido son elocuentes las palabras del Dr. Victorica quien impulsó y dirigió las campañas
militares al Chaco. En su informe de 1885 expresaba: “pienso que será provechoso para la civi-
lización de estas tribus favorecer su contacto con las colonias de la costa, donde no tardaran de
encontrar trabajo beneficiando las industrias que en ellas se desarrollan. No dudo que estas tribus
proporcionarán brazos baratos a la industria azucarera y a los obrajes de madera como lo hacen
algunas de ellas en haciendas de Salta y Jujuy, si bien considero indispensable también adoptar
un sistema adecuado para situarlos permanentemente en los puntos convenientes, limitándoles los
terrenos que deben ocupar con sus familias a efectos de ir poco a poco modificando sus costumbres
y civilizarlos” (citado por Iñigo Carrera, 1988: 11).
9 Como por ejemplo la realización del Censo indígena argentino de 1967.
162 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
11 Constitución de la Nación Argentina 1853 - 2ª Parte, Capítulo IV, Art. 64, Inc. 15.
164 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
La mayor parte de los territorios tradicionales indígenas del área chaqueña están
en lo que se zonificó como categoría II (amarillo), y el accionar del gobierno pro-
vincial fue ambiguo al respecto. Por un lado mediante un decreto13 se establece
que no se podrán realizar desmontes en propiedades ubicadas en categoría amari-
llo, que hayan sido objeto de reclamo formal por parte de comunidades indígenas,
hasta tanto no se realice el relevamiento contemplado por la Ley 26160; pero dos
meses después mediante otro decreto conforma un Consejo Asesor del OTBN para
disminuir la incidencia que el mismo “pudiera tener sobre la actividad productiva
de naturaleza forestal, foresto-industrial, agropecuaria y demás actividades econó-
micas vinculadas y sus consecuencias sobre el empleo”.14 Posteriormente también
mediante otro decreto,15 el gobierno provincial estipula los requisitos que se debe-
rán cumplir para recategorizar un predio modificando la categoría originalmente
asignada en el OTBN.
Es importante resaltar que esta posibilidad de recategorización a nivel pre-
dial es uno de los principales resquicios legales a partir del cual se autorizaron
desmontes en zonas protegidas. En este marco se inscriben las estrategias que
describiremos en este artículo.
13 Decreto Provincial 2789, de necesidad y urgencia (3 de julio 2009). Es a partir de este decreto
que los funcionarios empiezan a hablar del “amarillo social” haciendo alusión a que el principal
impedimento para autorizar los desmontes está en la presencia de las comunidades indígenas.
14 Decreto Provincial 3676 (1 de setiembre de 2009).
15 Decreto Provincial 2211 (28 de mayo 2010).
Imagen II-2-2
Mapa: OTBN Provincia de Salta- Aprobado mediante Decreto Provincial del Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sustentable núm. 2785/09 del 30 de junio de 2009
Fuente: http://www.ambiente.gov.ar/?idarticulo=11443
168 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
1. Ser discriminado como diferente para ser incluido en el orden social estatal a
través de la demostración de estas diferencias.
2. Tener una identidad a ser acreditada.
3. Organizarse en torno a los requisitos que impone el Estado.
4. Entrar en la lógica burocrática que acredita o da títulos de tierra comunitarios
(esfera donde se traban la mayoría de las demandas).
5. Contar con el título que habilita para la gestión de otros recursos y garantiza
el acceso al monte.
resaltando los aportes que este modelo hace a la generación de riqueza de la zona,
al progreso y al desarrollo regional, apelando a la idea de la creación de puestos
de trabajo, desarrollo de vías de comunicación y servicios, etc.
“El mundo demanda alimentos y nuestra provincia puede produ-
cirlos [...] Salta puede convertirse en una potencia exportadora de
alimentos, siempre y cuando nos lo tomemos en serio. [...] tenemos
no menos de tres millones y medio de hectáreas que podemos in-
corporar criteriosamente a la producción rural para la generación de
alimentos industrializados en nuestro territorio y con fuerte deman-
da de empleo [...] Son las áreas pintadas de amarillo por el ordena-
miento territorial” (El Tribuno, 2014, Salta, 11 de mayo).20
En esta argumentación el año 2008 es presentado como un hito relevante de lo
que se interpreta como obstáculo para el cumplimiento de este bien común, dado
que es en ese año que se aprueba la Ley Provincial de OTBN que categoriza como
área de mediano valor de conservación (Amarillo) la región de expansión de los
agronegocios.
“Salta dispone de cuatro millones de hectáreas no explotadas, reúne
las condiciones naturales para ser potencia alimentaria y, además,
está a un paso de los grandes puertos del Pacífico, que miran hacia el
inconmensurable y creciente mercado asiático.” (El Tribuno, 2014,
Salta, 18 de junio; el resaltado es nuestro).
En este discurso21 la naturaleza es considerada un recurso explotable, un factor
más de la producción y cualquier otra visión sobre la misma es descalificada como
celebran, y en las que se celebran celebrándolas (la cultura, el desinterés, lo puro […]) [nosotras
agregaríamos el desarrollo] sólo pueden cumplir su función simbólica de legitimación porque,
precisamente, se benefician en principio de un reconocimiento de lo universal ‘pues ningún hom-
bre puede negarlas abiertamente sin negar en sí mismo su humanidad’” (Bourdieu, 1997: 157).
Tomando estas ideas proponemos pensar cómo desde el discurso y las prácticas de los sectores
dominantes, el discurso del desarrollo, invocando el interés común y constituido en una doxa, invi-
sibiliza otros intereses y visiones, en el caso que nos ocupa del pueblo Wichí, al quedar excluidos
o fuera del orden simbólico material que impone el Estado. Al instituir y reproducir esta doxa, por
diferentes canales enunciativos: la prensa, la burocracia, etc., los agentes del Estado provincial
consagran sus intereses particulares en universales utilizando la lógica del campo burocrático.
20 El autor de estas palabras es destacado en el matutino como “médico veterinario con vasta tra-
yectoria pública en políticas agroganaderas, alimentación y bromatología”. Estas palabras fueron
vertidas en el transcurso del ciclo de charlas organizadas en el diario El Tribuno (propiedad del
exgobernador y actual senador nacional, Juan Carlos Romero), con la presencia de representantes
del ámbito político de la provincia.
21 Esto nos remite a una cuestión de índole ontológica de la modernidad de la cual el estado es tanto
productor como reproductor, este discurso tiende a legitimar la apropiación de la tierra, concibien-
do a la misma como suelo o sustrato físico, continente de recursos o variables de interés a desarro-
llar. Esta concepción ha ido de la mano del avance del capitalismo moderno y de la conformación
Tensiones entre políticas agrarias 171
del Estado, en donde la representación científica del espacio –especialmente construida desde
una visión hegemónica tecnocrática-racional aportada por la geografía clásica– se constituyó en
un modo de formalizar y simbolizar el territorio poniéndolo a disposición de fines geopolíticos
estatales o transnacionales. La tierra no sólo es concebida como un medio de producción sino que,
además, se la considera un bien de mercado y, por lo tanto, factible de fraccionarse y mercanti-
lizarse (compra-venta, arriendo, etc.). Hay una relación de enajenación del hombre con la tierra;
no es necesario cuidarla, simplemente se la explota bajo un cálculo de costo-beneficio. (Naharro,
Álvarez, Flores Klarik, 2009)
22 En esta edición del diario El Tribuno, bajo el titular “Crónicas de una provincia pintada de amari-
llo”.
23 En el proyecto de la modernidad, la representación del espacio está construida por un conjunto de
categorías técnico-científicas tendientes a su cuantificación y a la escisión naturaleza/cultura. Se
crean grupos subalternos valiéndose de sistemas clasificatorios y jerarquizantes […] se obstaculiza
una comprensión mas amplia de los modelos de naturaleza/cultura basados en el lugar, los cuales
son los de mayor implicancia para la vida de las personas ya que en ellos se inscribe su historia, su
sentido de pertenencia y significación social, pero sobre todo su existencia material y concreta que
forma parte de la vida cotidiana y su continuidad en el tiempo (Escobar, 2000).
172 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
El Municipio de Ballivián
El municipio de General Ballivián es un municipio de tercera categoría,28 atrave-
sado en sentido norte-sur por la Ruta Nacional 34.
El pueblo de Ballivián, cabecera del municipio, está asentado en tierras cuya
titularidad, hasta hace unos pocos años, estaba a nombre de la empresa agrícola
Sierra de San Antonio. En sus orígenes la principal actividad del mismo estuvo
vinculada a la explotación de hidrocarburos que se comenzó a desarrollar en la
zona en las primeras décadas del siglo XX, en el área serrana ubicada al oeste de
la ruta 34.
En la segunda mitad de este siglo se inician las actividades agrícolas, prin-
cipalmente cultivo de poroto, desmontándose para ese fin predios ubicados en la
cercanía de la ruta.
Imagen II-2-3
Municipio de Ballivián, Dpto. San Martín, Salta
Fuente: www.portaldesalta.gov.ar
A partir de la década del ‘90, el incremento de los desmontes con fines agropecua-
rios comienza a ser notable. Esto trae aparejado un importante crecimiento pobla-
cional relacionado al asentamiento de pobladores rurales que debieron abandonar
su lugar de origen a causa de los desmontes y a la atracción de personas de otras
zonas que se instalaron allí por razones laborales. La tasa de crecimiento poblacio-
nal en el período 1991 a 2001 fue de más del 50%.29
29 No está de más acotar que en el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2001 el 62,86% de
Tensiones entre políticas agrarias 175
la población de 15 años y más está categorizada como “sin instrucción o primaria incompleta”, lo
que contrasta con el 22,43% de la provincia y 17,90% a nivel nacional para la misma categoría.
30 Domingo Robal vive en La Misión es colaborador del cacique de la comunidad El Quebrachal.
176 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Para sobrevivir combinan una diversidad de estrategias tales como caza, re-
colección, changas,31 venta de artesanías, cría de animales domésticos (cabras,
gallinas y suris), y algunos subsidios estatales como bolsones de mercadería o
planes sociales.32
Con los desmontes de gran parte de las áreas de recorrido tradicional de las
comunidades se afectó seriamente la dieta alimentaria, pero además, el acceso a
las fuentes de agua para consumo.33 En el caso de Corralito y San José Chujtaj
Lhokwe dependen del agua que les provee el Municipio, que una vez a la semana
envía un camión para llenar tanques que tiene la comunidad. A veces (por el mal
estado del camino o por estar cerradas las tranqueras de los alambrados) pasan más
de 15 días sin que se les lleve agua (Naharro y Álvarez , 2011).
En el caso de Cuchuy cuando se agota el suministro, el agua para uso do-
méstico es acarreada en bidones por las mujeres desde una laguna cercana que
se encuentra contaminada por agroquímicos utilizados por los emprendimientos
agrícolas que los rodea.
En el estudio de caso realizado en 2011 por Naharro y Álvarez se ha demar-
cado un polígono correspondiente a una superficie total de 634860 ha que abarca
gran parte del territorio tradicional de estas comunidades. La demarcación de este
polígono tiene por objeto profundizar cuantitativamente la dinámica de la tenencia
de las tierras y el avance de los agronegocios en la zona.
Para realizar este estudio de caso y con el objeto de analizar los cambios de
titularidad se han relevado en la Dirección Provincial de Inmuebles 62 matrícu-
las catastrales que suman 125874 ha dentro del área delimitada. De la superficie
analizada el 31,8% (40027 ha) está titulada a nombre de Sociedades Anónimas, el
resto de los titulares son personas físicas, muchos de los cuales portan el mismo
apellido.
31 Los pobladores denominan changas al trabajo eventual que realizan en las pocas fincas de pobla-
dores criollos que quedan en la zona, las empresas de los alrededores que producen soja no toman
mano de obra indígena.
32 Planes se denomina de forma generalizada en la región a los subsidios estatales de transferencia
condicionada (ver Álvarez, Ibarra, Naharro en este libro). Para gran parte de la población indígena
de la zona resulta dificultoso acceder a ellos por falta de documentos de identidad y por los trámi-
tes burocráticos que deben realizar para recibirlos.
33 Por un lado con el desmonte y laboreo del campo se han modificado los desagües y bañados natu-
rales que se empleaban, por otro lado la calidad del agua se ha deteriorado por la fumigación con
agroquímicos, además los cerramientos y alambrados se constituyeron en barreras para el acceso.
xxx 177
Imagen II-2-4
Viviendas wichí en San José
Fuente: Proyecto CIUNSA 1968-Res.211/11
Imagen II-2-5
Tanques de agua en San José
Fuente: Proyecto PICT 2008/2084
178 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Entre los años 2005 y 2011 el 60% de las matrículas analizadas han cambiado de
dueño, lo que habla de lo dinámico que es el mercado de tierras en la zona.34 Mu-
chas de esas transacciones, fueron realizadas en escribanías fuera de la región, lo
que indica (al ser generalmente el comprador el que selecciona el escribano), que
los nuevos titulares dominiales son extra-locales. Para éstos los pobladores histó-
ricos (indígenas o campesinos criollos) se convirtieron en un problema llevándose
adelante estrategias para despojarlos de su lugar. Estas estrategias combinaron
diferentes modalidades que fueron desde la persuasión para que firmen un como-
dato, y de esa manera pierdan los derechos posesorios; el desmonte con topadoras
y cadenas, hasta la intimidación con complicidad de autoridades policiales. De
esa manera los pobladores se vieron obligados a abandonar sus tierras y medios
de vida y refugiarse en las márgenes de los centros urbanos como el pueblo de
Ballivián.
En el siguiente conjunto de imágenes se muestra el polígono mencionado con
la evolución de los desmontes desde el año 1986 –con 93800 ha– hasta el año 2009
en el que la suma total es de 228000 ha. Se detalla en las mismas la ubicación de
las comunidades de San José Chujtaj Lhokwe, Corralito y Cuchuy.
34 En el mismo sentido Baselice (2012) señala que la activación del mercado de tierras se evidencia
en el aumento de los precios por hectáreas en la zona que en 2011 se ubicaban entre 3000 y 4000
dolares.
Tensiones entre políticas agrarias 179
Imagen II-2-6
Delimitación área de estudio
Fuente: Naharro, Norma y Álvarez, Ana L. (2011) Estudio de caso: Acaparamiento de
Tierras y Producción de Soja en Territorio Wichí, Salta- Argentina.
180 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen II-2-7
Imagen comparativa de la evolución de los desmontes en el área de estudio
Fuente: Naharro, Norma y Álvarez, Ana L. (2011) Estudio de caso: Acaparamiento de
Tierras y Producción de Soja en Territorio Wichí, Salta- Argentina.
Para dimensionar el aceleramiento del proceso, hay que tener en cuenta que los
primeros tres mapas están hechos entre períodos de diez años. Entre el mapa 3 y 4,
en cambio el período es de sólo 3 años.
Las Comunidades están ubicadas en la franja que aún conserva monte, esta
se constituye como un corredor boscoso que las conecta entre sí y con el territorio
del Este que tiene mejores condiciones de conservación ambiental. Esta es el área
de su territorio que las comunidades han intentado defender en los últimos años a
través de múltiples estrategias.
Entre los mecanismos utilizados en defensa del lugar, las comunidades incur-
sionaron, sin demasiado éxito, en la vía judicial.
En Diciembre del 2008 las comunidades de San José Chujtaj Lhokwe y Cu-
chuy a través de la Defensoría Pública de Orán interpusieron un amparo colectivo
Tensiones entre políticas agrarias 181
35 En el escrito presentado se expresa que: “Ello porque, si nuestras tierras no están demarcadas, si
no tenemos seguridad jurídica sobre ella y si somos testigos de que terceros tienen intenciones de
disponer de ellas, es imposible sostener que gozamos en plenitud de aquel derecho” (Expte. núm.
1089/08).
36 Causa Dino Salas y otros c/ Salta Provincia de y Estado Nacional s/amparo. (Expte. núm.
S-1144/08, Expte. núm. 1-005/09).
37 La CSJN levantó la suspensión de desmontes en diciembre del 2011 pero nunca se evaluó el cum-
plimiento de esta medida durante el tiempo en que estuvo en marcha. Los desmontes registrados
durante la vigencia de la medida cautelar fueron de 53202 ha (REDAF).
182 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen II-2-8
“Topadora en acción”, desmonte ilegal
Fuente: Proyecto CIUNSA 1968 - Res. 211/11
públicas para poner a consideración los proyectos que por ellos se tramiten. La
misma normativa aclara que si bien estas audiencias deben ser realizadas, su ca-
rácter es no vinculante determinando que “las informaciones, opiniones u objecio-
nes recabadas no serán vinculantes40 para el organismo proponente. Sin embargo,
su desestimación deberá ser debida y razonablemente fundamentada sobre la base
de consideraciones científicas, técnicas, económicas y sociales de corto y largo
plazo” (Ley Provincial 7070). De esta manera las Audiencias Públicas (AP) –me-
canismo administrativo– se constituyen en el mecanismo por antonomasia, el cual
se encuentra estipulado y pautado en la legislación vigente, y es aquel mediante el
cual se encauza la participación ciudadana. En el Tratado de Derecho Adminis-
trativo de Agustín Gordillo (2006) se dice que “La audiencia pública deviene el
único modo de aplicar al supuesto del Art. 43 la garantía del Art. 18, a fin de que
pueda darse lo que la Corte Suprema de Justicia de la Nación denominó la efectiva
participación útil de los interesados” (Buet, 2014).
Esta participación de los posibles interesados es formalizada y limitada por la
agencia estatal encargada de viabilizarla.
40 Resaltado nuestro.
41 Reglamento de Audiencias, SeMADeS, Cap. II, Art. 27. (citado por Buet, 2014).
Tensiones entre políticas agrarias 185
42 Además de la barrera idiomática se debe también considerar otras cuestiones como por ejemplo,
el desconocimiento de la burocracia específica, la falta de recursos económicos, el tener que dejar
sus actividades habituales de subsistencia para viajar a Salta, etc.
186 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
43 Este término se refiere a la actitud de ignorar a una persona a nivel individual y tiene correspon-
dencia con la producción de ausencia a nivel social.
44 Esta actitud contrasta con el reciente juicio llevado a cabo en la provincia por el asesinato de
unas turistas francesas en las que el Estado –acertadamente– ordenó la presencia permanente de
intérpretes oficiales para garantizar que los parientes escucharan el proceso en su propio idioma,
en aquel caso árabe y francés.
Tensiones entre políticas agrarias 187
45 En un trabajo anterior señalamos que uno de los mecanismos epistémicos mas corrientes para pro-
ducir la ausencia de las comunidades es probar la no presencia o no preexistencia en el territorio,
prefijando como idea de ancestralidad una vinculación estática de la cultura anclada al lugar du-
rante generaciones, circunscribiendo el territorio sólo al catastro o matrícula en cuestión. (Álvarez;
Flores Klarik y Naharro, 2012).
46 La Fundación de la Iglesia Anglicana Asociana es una de las ONG que trabaja en la zona acompa-
ñando a las comunidades indígenas.
Tensiones entre políticas agrarias 189
Por otro lado se legitima el cambio de uso por acuerdos refrendados en sendas
actas con “los directamente interesados”, notándose una clara intención de marcar
diferencias entre unos y otros.
Respecto a la población criolla son otras las estrategias empleadas que en-
contramos en el expediente. Hay contratos de aparcería y pastaje gratuito firma-
dos recientemente por los criollos con los titulares dominiales, haciéndoles perder
a aquellos su ánimo de dueño. Además como propuesta de mitigación para los
efectos del desmonte, se plantea la reubicación de los productores criollos con sus
vacas en las cortinas forestales, dejadas por estricta exigencia reglamentaria.
El planteo de la sustentabilidad del proyecto se centra exclusivamente en el
monitoreo de suelos y otros aspectos ambientales, dando por cerrado el impacto
social con la compensación a las comunidades con la construcción de unas casas
y salón de usos múltiples y el traslado de los criollos y su hacienda a predios de 5
has en las cortinas forestales. Hay en el discurso de los expositores y defensores
del proyecto una universalización respecto a “la sustentabilidad” para la cuestión
productiva, pero no se tiene en cuenta lo que es la sustentabilidad para las comu-
nidades. El Ingeniero finaliza su exposición diciendo:
“del diseño propuesto, y del análisis del estudio de impacto ambien-
tal y social de la propuesta de ordenamiento predial y cambio de uso
del suelo, indican que el mismo es viable ambiental y socialmente,
que el futuro funcionamiento del mismo demuestra una tendencia
positiva hacia un desarrollo sostenible del mismo” (Desgrab. AP,
Expte. 119-15742/07, pp. 12/58).
El coordinador de la AP constantemente desestima –considerándolas fuera de lu-
gar– las participaciones respecto a cuestiones de fondo como la objeción a la cons-
titucionalidad y a la legalidad de los decretos que permiten el cambio de uso del
suelo y la necesidad de las Comunidades de contar con el monte para el desarrollo
de su vida. También considera como fuera de lugar los cuestionamientos funda-
dos en la profusa legislación existente sobre la preexistencia étnica de los pueblos
indígenas y los derechos reconocidos a sus territorios ancestrales.
Palabras finales
En lo expuesto se puede percibir como ciertas categorías de sujetos, en este caso
los pueblos y comunidades indígenas, tienden a ser tratados e incluidos una vez
más en situación de prescindibilidad, respecto a lo que el Estado considera útil
mantener y potenciar como vida. Esto los expone indirectamente a la muerte bio-
lógica, enmarcándose en lo que podríamos llamar racismo estatal. La prescin-
dibilidad de los sujetos indígenas es nada menos que su inutilidad en términos
económicos (Mignolo, 2003). Los derechos fundamentales del hombre, como el
derecho a la vida, no tienen aquí más que una declaración abstracta, en un contexto
empírico de multiplicación de los riesgos de muerte.
Son muchos los aspectos que se podrían seguir señalando a nivel micro y ma-
cro, sobre la relación de las empresas agrícolas, el Estado y los Pueblos Indígenas.
Sin embargo nos parece que las palabras vertidas por el señor Carlos Díaz de la
comunidad de Chaguaral, en una de las AP, son más que elocuentes y sintetizan
con potencia lo que nosotras intentamos marcar en lenguaje académico. Además
a través de este texto –tanto en su contenido como en su forma– se pone en evi-
dencia la barrera idiomática, semántica y cultural a la cual se hizo referencia. Por
eso mostramos sus palabras tal cual están transcriptas en la desgrabación de la
Audiencia Pública.
“según ello’ dicen no eh… la no se puede prohibi’ desmonte por-
que es comida dice, ¿pero qué comida? Nosotro’ no hemo’ comido
nada, no comemo’ nada, ello’ si. Yo cuando trabajaba tampoco ni
si… ni siquiera i’ ganado no sé, y para ello’ trabajan si, pa’ ello’ si,
pero para nosotro’ aborígene’ no, eh... yo creo que hasta aquí, no
tiene nada que decir todo lo’ empresa porque no hay monte, no hay
monte. Y eso es todo, mira cuanto queda, chuchería noma’, pué’, y
no’ hace falta para nosotro’, que le dejen para nosotro’, demasiao’...
Tensiones entre políticas agrarias 191
ANEXO I
El Territorio Indígena
El territorio tradicional del pueblo Wichí ha sido registrado a través del tiempo
en numerosos documentos. Existen abundantes referencias al territorio por parte
de etnógrafos y viajeros que desde el siglo XVI penetraron en el Chaco. El área
geográfica a la que nos referimos se encuentra registrada en los mapas de Ovalle
y Trecho (1703); Padre Camaño (1789); Padre Ernot (siglo XVII); los escritos del
Padre Lozano (1733 [1941,1970]) y del Padre Jolís (1789 [1972]).
Durante los siglos XVIII, XIX y principios del siglo XX, se llevaron a cabo
numerosas expediciones de científicos (naturalistas y de las Cs. Sociales) y mili-
tares que produjeron conocimiento sobre la potencialidad de la región, realizando
descripciones sobre los pueblos que allí vivían, sus idiomas y costumbres. Entre
ellos podemos mencionar a Cornejo (1790), Morillo (1780), D’Orbigny (1839/43),
Pelleschi (1897), Arenales (1833), Aráoz (1886), Astrada (1906), Nordenskiöld
(1912), Karsten (1932), Von Rosen (1901/02) y Budin (1906/07).
También se cuenta con escritos realizados por etnógrafos argentinos y extran-
jeros, tales como Lehmann-Nitsche (1923, 1925), Metraux (1939, 1944, 1946),
Palavecino (1936, 1940), Alvarsson (1988), Palmer (2005) y Braunstein (2007)
como así también con síntesis etnológicas sobre la región Serrano (1947), Canals
Frau (1973), Martínez Sarazola (1992) entre otros. En todos estos mapas, docu-
mentos y bibliografía, se demarca como Territorio Tradicional del pueblo Wichí
gran parte del área que actualmente está comprendida en los Dptos. San Martín y
Rivadavia.
Es posible observar en estos mapas que el pueblo Wichí es identificado con
distintos etnónimos.
“La denominación más difundida con la que se hizo referencia al
pueblo Wichí es la de Mataco. Este es el etnónimo con que los espa-
ñoles de la conquista del Chaco, los criollos de la colonización y los
etnógrafos de este siglo nombraron a ciertos grupos que compartían,
en términos generales, una lengua y un carácter (ethos) cultural co-
mún. [...] Al principio eran muchos los gentilicios con que se cono-
cía a esta gente: abuchetas, hueshuos (o vejoces), pesatupés, mata-
guayos, pelás, matacos, matucos, noctenés, entre otros y terminaron
siendo matacos a secas sin distinciones” (de la Cruz, 1997: 15).
Tensiones entre políticas agrarias 193
Imagen II-2-9
Mapa Jesuítico del Padre Joaquín Camaño (Año 1789) “Mapa del Gran Chaco y sus
reducciones” Figura en el Saggio sulla storia naturale Della provincia del Gran Chaco,
compuesto por el Padre Josís y editado en Faenza en 1789.
(G. Furlong Cardiff, Cartografía Jesuítica)
47 Según datos oficiales del INDEC, obtenidos en base a la Encuesta Complementaria de Pueblos
Indígenas (ECPI) 2004-2005. Según la misma fuente en el territorio del Estado Argentino este
porcentaje solo es superado por el Pueblo Chorote de la provincia de Salta (94,1%).
196 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
ción, las cuales sólo se pueden realizar en el territorio siempre y cuando éste con-
serve la flora y la fauna nativa. Pero además es borrar su historia, exterminar sus
creencias, afectar su idioma e impedir la transmisión cultural.
En otras palabras, el desmonte y el desvajerado del territorio significan la eli-
minación de los principales referentes cognitivos y espirituales de la cultura wichí.
CAPÍTULO III
E
ste artículo analiza los llamados Programas de Transferencia Condicionada
(en adelante PTC) durante el período que va entre el 2001 y el 2009 en la
Argentina: el programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados (en adelante
PJJHD o Plan Jefes: PJ),2 el Plan Familia por la Inclusión Social (en adelante PFI)
y en forma secundaria la “Asignación Universal por hijo” (en adelante AUH).3
Los programas para “pobres” o desempleados surgidos en ese lapso de tiempo,
son denominados en la Argentina con la voz genérica de “planes”, voz nativa que
engloba a las políticas focalizadas surgidas en la nueva economía política de la
pobreza,a partir de las directivas de los Organismos Internacionales de Desarrollo
en sus dispositivos de “ataque a la pobreza”, los que si bien adquieren diferencias
según países, tienen un formato similar.
La AUH se diferencia de los anteriores ya que si bien provee de un subsidio
y requiere de una contraprestación, se lo promociona como un derecho y adopta
como principio la universalidad. Consideramos que estos programas forman parte
de la biofocopolítica del discurso del Desarrollo Humano (Álvarez Leguizamón,
2009a, 2009b, 2011) cuyas características se explica en el artículo anterior en este
libro.
Se presentan los resultados de un estudio que analiza las representaciones y
percepciones sobre la implementación y contraprestaciones de estos programas en
poblaciones indígenas, campesinos y extrabajadores asalariados o precarizados
urbanos que habitan ciudades intermedias del norte Argentino. Se trata de sujetos
invisibilizados, en cierto sentido, del imaginario de la Argentina asalariada, obre-
ra-urbana y metropolitana que se reproduce en general en los estudios académicos
y en la concepción de los PTC, en particular. Los testimonios de los entrevistados
se presentan como ejemplo del análisis que se realiza, sin nombres reales, hacien-
1 Este trabajo se realizó gracias al financiamiento de la Fundación Carolina y formó parte del pro-
yecto de Investigación “La reforma social en América Latina en la encrucijada. Transferencias
condicionadas de ingresos o universalización de la protección social”, coordinado por Carlos Bar-
ba Solano, en el marco del Grupo de Trabajo de CLACSO: Pobreza y Políticas Sociales.
2 El nombre Plan Jefes es también una categoría nativa para este programa.
3 El trabajo de campo se inició justo en el momento del anuncio presidencial de la AUH el 29 de
octubre del 2009. Si bien es cierto que su inclusión permitió captar uno de los momentos de tran-
sición entre los programas analizados, los entrevistados no distinguían con la misma precisión que
los técnicos la diferencia entre los programas antecesores, mientras que se percibía una notable
preocupación y temor sobre la posibilidad de perderlos. Este hecho y su reciente instrumentación
limitaron el análisis de la AUH.
202 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
4 Criollo es la palabra nativa que usan los indígenas de la zona para referirse sobre todo a los peque-
ños productores de ganado mayor, que se asentaron a principios de siglo XX por políticas llamadas
colonizadoras.
Visiones sobre los “Planes”... 203
Imagen III-1-1
Argentina diciembre del 2001: Fotoshop realizado por Sonia Álvarez Leguizamón
en base a fotos de la web
5 Todo beneficiario titular percibe una suma mensual de $150, en forma directa e individual. A
cambio deben realizar contraprestaciones para la cual deberán tener una dedicación horaria diaria
no inferior a cuatro horas, ni superior a seis. (Ministerio de Trabajo de la Nación, 2009 [en línea]
http://www.trabajo.gov.ar/jefes/beneficiarios/index.asp).
Visiones sobre los “Planes”... 205
6 La Resolución MDS núm. 825/05 crea el marco para la implementación del Programa Familias y
establece su dependencia funcional inmediata de la Subsecretaría de Organización de Ingresos So-
ciales, dependiente de la Secretaría de Políticas Sociales en el ámbito del Ministerio de Desarrollo
Social (MDS).
7 El Seguro de capacitación y empleo, se empezó a implementar en Salta recién a fines de 2007 ges-
tionado y administrado por una oficina de Empleo municipal. Cada Municipalidad con una oficina
de empleo solicitaba la adhesión al Seguro. Según los funcionarios entrevistados “en general los
municipios no visualizan la importancia de contar con una oficina de empleo, así que esto funcio-
naba como una traba […] se tenía que firmar una Carta Compromiso lo que requiere de capacidad
operativa para generar un esquema local de prestaciones: cursos de capacitación de acuerdo al
requerimiento del medio”. Se firmaron convenios con los municipios de Salta capital, Rosario de
Lerma, Metán, Tartagal, El Carril, Rosario de la Frontera; Joaquín V. González y Cafayate.
8 La resolución MDS núm. 53 del 2007 unifica los criterios de elegibilidad y la tipificación de ries-
gos sociales para las inclusiones excepcionales a la modalidad del traspaso. Al mes de enero del
2009 reciben el ingreso no remunerativo por la modalidad de nuevas altas, 13659 destinatarios”
(SDS, 2009).
206 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen III-1-3
Publicidad oficial del programa Familias para la Inclusión en la Provincia de Jujuy
9 Este término refiere a que las personas se presentan a las instituciones habilitadas si cumplen con
los requisitos de la normativa sin intermediación ninguna.
Visiones sobre los “Planes”... 207
pertenecientes a la etnia Wichí donde se percibe que son otras sus lógicas de repro-
ducción de la vida. Para estas personas el trabajo asalariado es un medio más, en-
tre otras opciones, que les permite obtener recursos necesarios para satisfacer las
necesidades materiales de sobrevivencia, sin constituirse en fuente de “dignidad”.
La valoración positiva por parte de los “perceptores” es un aspecto ya seña-
lado en la mayoría de las evaluaciones realizadas, aunque hay una serie de cues-
tiones que se han considerado como negativas. Por ejemplo en un trabajo que
resume los estudios evaluativos del PJJHD se plantea los problemas que genera
la contraprestación y el hecho de que si un beneficiario consigue un “trabajo en
blanco”, aunque sea temporal, pierde la percepción del programa, lo que lleva
al aumento del trabajo precario. Esta cuestión fue saldada parcialmente cuando
se hizo la excepción para los trabajadores domésticos, quedando el resto de los
trabajadores precarizados sin esa posibilidad, sobre todo los de la construcción y
rurales. Debido a que la mayoría de los beneficiarios son de sexo femenino con
hijos menores a cargo, tienen limitaciones para buscar un empleo de tiempo com-
pleto y para acceder a él, dada la insuficiencia de infraestructura social (guarderías
infantiles, jardines de infantes, etc.). Por ello,
“la estrategia de supervivencia adoptada por varias familias consiste
en que la mujer se inscribe como jefe de hogar y sigue cobrando el
beneficio, mientras que el varón, si no se inscribió también por su
parte en el Plan, está realmente desocupado, trabaja en negro o lleva
a cabo actividades informales no declaradas” (Neffa, 2009).
Algunos entrevistados al valorarlos positivamente destacan las limitaciones es-
tructurales de falta de empleo y la necesidad de tomar cualquier trabajo más allá
de su precariedad.
Otro aspecto interesante que surge de las entrevistas realizadas es que la ma-
yoría de los perceptores no diferencian los programas entre sí y muchas veces
confunden los nombres de los mismos. Los PEL (Programa de emergencia la-
boral), los “Trabajar”, los “Salta Trabaja”13 y el PJJHD son denominados con el
nombre genérico o la categoría nativa de planes siendo considerados como una
misma cosa, ya que tienen en común la contraprestación en trabajo. Los propios
beneficiarios tienen que hacer un esfuerzo para identificar cuál de éstos es el que
perciben. En cambio el PFI es diferenciado claramente porque no requiere de con-
traprestación en trabajo.
I: Dicen que este tipo de planes en realidad incentiva la vagancia.
E: Mirá, si hubiese trabajo al que la gente pudiera acceder, digamos
un empleo digno, te digo que ni siquiera digno, capaz que como
13 Es interesante como las nominaciones de los programas se refieren al trabajo y en realidad están
destinados a desocupados.
Visiones sobre los “Planes”... 209
Imagen III-1-6
“Haciendo corte de ruta yo lo gane en la calle”, Sonia Álvarez Leguizamón.
Fotoshop realizado con fotos de la web
del brazo y yo estoy haciendo esos trámites ahora. Fui esta mañana
al PF a averiguar porque no había salido para cobrar, pero ahí me
han dicho que yo presenté los papeles para que siga cobrando y voy
a ver a ver si cobro, porque necesito.
(Perceptora criolla de Tartagal).
E: El salario [AUH] lo veo como un derecho de un hijo. Pero el PF
es una ayuda extra que nos da el gobierno.
(Perceptora de San Carlos).
15 Puntero es una categoría nativa para denominar los militantes de organizaciones de base territorial
que intermedian con políticos y funcionarios necesidades para la gente.
222 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
16 Los comedores comunitarios son lugares donde comen niños o adultos mayores, generalmente en
las escuelas o los centros de salud de atención primaria.
17 El subsidio de 150$ por 20 horas de trabajo semanal promedio significaba más o menos un tercio
del salario mínimo. Al finalizar la primera década del milenio, apenas un décimo de ese salario.
224 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
La contraprestación
Una característica de este dispositivo asistencial es la exigencia de la contrapres-
tación y la prueba de la pobreza real. Estos elementos se encuentran presentes no
siempre de la misma manera en la mayoría de los programas, aunque en el PJJHD
se materializa en trabajo y en el PFI en cumplimiento de controles de vacunación
y exigencias de escolaridad. En el PJJHD, la contraprestación podía realizarse a
través de trabajo en proyectos productivos, comunitarios, en servicios guberna-
mentales y en actividades de formación/capacitación.18 Los primeros debían for-
mularse como proyectos y tener una ONG como respaldo. Las contraprestaciones
gubernamentales se produjeron básicamente en las áreas de educación y salud
y, en las ciudades más pequeñas, en servicios municipales. El estado se proveyó
así de mano de obra barata para una serie de servicios fundamentales. Muchas
de estas tareas habían quedado vacantes por cargos eliminados por la llamada
eufemísticamente “Reforma del Estado”, llevada adelante en la transformación
neoliberal de la década de los ‘90 que implicó, entre otros aspectos, la cesantía de
mucho personal gubernamental.
En el caso de San Carlos la decisión de la presidenta de suspender los progra-
mas vigentes y subsumirlos en uno: la AUH, en el que las intendencias no tienen
ninguna incidencia, fue visualizado como un serio problema de gestión adminis-
trativa. El Intendente había organizado el trabajo en la Municipalidad, pagándoles
a las personas receptoras de un PJJHD un aporte de $150 adicionales. De esa ma-
nera mantenía una plantilla de trabajadores con salarios muy por debajo del valor
del salario mínimo y cubría las necesidades del municipio.
La situación relevada le estaba causando problemas porque tenían que dismi-
nuir o suspender los servicios gubernamentales que prestaban a muy bajo costo.
E: El hecho es que nos ha costado mucho a nosotros exigir la con-
traprestación, porque nosotros hemos intentado rearmar el Consejo
Consultivo, que es quien justamente tenía que controlar la contra-
prestación, hemos hecho un par de reuniones… Los hemos convo-
cado a todos diciéndoles que íbamos a exigir la contraprestación;
nos miraban como diciendo “por ciento cincuenta pesos que preten-
dés que hagamos”. Entonces yo realmente lo he visto así; 150 pesos
es realmente muy poca plata, exigir 4 horas de contraprestación de
lunes a viernes es una explotación; entonces yo directamente opté
por decir bueno las personas que tienen planes y cobran $150, yo le
pongo otros $150 ó $200 más y así los hacía trabajar, les exigía una
contraprestación, con el incentivo que cobraban más.
I: ¿Que tan importante ha sido para la municipalidad?
Imagen III-1-7
Mujer Calchaquí de San Carlos en “Muestra en el Barro Calchaquí,
Encuentro de Ceramistas, San Carlos,
en http://seresdelaire.blogspot.com.ar/2012/07/muestra-en-el-barro-calchaquijallalla.html
a veces realizan tareas remuneradas. Los montos de los planes son señalados como
insuficientes, mínimos y muy bajos en todos los casos. La experiencia de la lógica
de la economía política doméstica y las valoraciones están condicionadas también
por el número de integrantes, las oportunidades de trabajo y la lógica práctica de
la reproducción predominante. No obstante, se los valora positivamente como una
ayuda a la menguada economía de los hogares. Es un modo de poder hacer frente a
la crisis por falta de trabajo, ingresos, oportunidades y de alguna manera tiene más
estabilidad que los empleos estaciónales o por “changas”. Aun cuando resultan
mínimos, se los valora por que posibilitan atender, aun parcialmente, las necesi-
dades de alimentos, complementar los ingresos cuando estos existen, acceder a
bienes mercantilizados y créditos financieros. Cuando se trata de economías poco
asalariadas complementadas por actividades de subsistencia doméstica como la
agricultura familiar, la cría de animales de granja, actividades extractivas y de re-
colección, producción de artesanías que se combina esporádicamente con trabajo
remunerado, el impacto de magros ingresos monetarios resulta considerablemente
significativo no tanto a la sobrevivencia alimentaria, sino a la incorporación de
nuevos consumos. Esta hipótesis que surge del análisis comparativo entre las dife-
rentes lógicas de subsistencia de los entrevistados seleccionados, permite entender
el impacto diferenciado del plan sobre economías de subsistencia con mayor o
menor monetarización.
La mayoría de los entrevistados manifiestan que los ingresos percibidos por
el plan son insuficientes, frente a lo cual, el trabajo aparece como la vía necesaria
para afrontar las necesidades familiares, junto a otras actividades de subsistencia,
en los casos de hogares con menor asalarización.
EP: Yo como padre de familia numerosa, para mí los 150 no alcan-
zan para nada, es un engaño a la gente nada más, acá lo que hace
falta son cooperativas así se comienza a trabajar como debe ser, para
mí los planes no sirven para nada.
(Esposo de perceptora de Mosconi).
Imagen III-1-8
Mujer Guaraní: Foto en artículo “Salta: Comunidad Guaraní reclama a la
Seabord Corporation la devolución de sus tierras” en Diario Comunicación Popular,
lunes 29 de setiembre de 2014
que sean las mujeres las que se hagan cargo de lo reproducción de la mano de obra,
atendiendo sus necesidades físicas y sociales. El traspaso del PJJHD al PFI signi-
ficó en muchos casos un cambio en la titularidad del plan a favor de las mujeres.
En el caso de la UTD de Mosconi pareciera ser que la política interna fue
la feminización de los planes, reservando el “trabajo genuino” para los hombres.
I: ¿Cómo fue la participación de las mujeres en los PJJHD, quienes
eran los titulares?
E: En un principio acá más venían los varones, pero cuando vinieron
los planes se nos llenó de mujeres que eran las más desesperadas,
porque son las que viven con los hijos, saben que tienen hambre, el
hombre capaz que se va a la calle; entonces hicimos proyectos de
huertas, de viveros, también hicimos desmalezados de lotes baldíos,
predios escolares, y ahí tuvieron que ir las mujeres y realmente las
mujeres de Mosconi son, siempre han merecido nuestro respeto…
después dijimos bueno los planes son para las mujeres porque son
las que más trabajan.
(Dirigente UTD Mosconi).
El PFI junto con la AUH explicitan en su formulación que es una ayuda para los
hijos y no para las mujeres, considerándolas como responsables “naturales” de
la crianza y paradojalmente la situación de empleado del padre de los hijos, las
exime del cobro del beneficio. Por otra parte el varón considera la asignación por
hijo como una retribución a su trabajo y generalmente no realiza la redistribución
al interior del hogar, situación señalada por varias entrevistadas como una dificul-
tad doméstica importante. Por otra parte, se incentiva así la búsqueda de trabajo
en negro para no perder el “plan” lo que fortalece la situación de pobreza en un
mecanismo perverso, contraria a la retórica que pretende subsanarla.
E: No, quizás también, porque los hijos tienen que venir a la es-
cuela y las viejitas no se pueden abandonar tampoco en el cerro,
no se la verdad que por ahí digo no sé qué es mejor, porque como
me decía uno en San Antonio: –De estudiar y estudiar y después ya
nadie quiere trabajar, nadie quiere criar gallinas, nadie quiere ir al
cerro, nadie quiere hacer nada porque a todos los mandan a estudiar
y estudiar y obligan a estudiar y nadie se quiere quedar en el cerro;
y es así yo digo antes había mucha gente en el campo porque no es-
tudiaban, es la verdad, y bueno es la revolución, antes se aprendían
las cosas de otra manera.
I: ¿Cómo era la contraprestación con el PF?
E: No nada, nada más si nos han dicho que los chicos tienen que ir
a la escuela, si nos estaban controlando, las vacunas en los hospi-
tales todo eso […]. Me parece que está bien que es algo que se tiene
que hacer para que los chicos crezcan bien de salud y se eduquen
también.
(Perceptora de San Carlos).
todo tipo de productos –sobre todo a los indígenas– que vienen de las comuni-
dades más lejanas. Entre estos elementos se destacan las polleras usadas por las
mujeres wichís que antes eran de producción doméstica.
Tanto en el Departamento San Martín como en San Carlos, los comercios
locales que venden artículos para el hogar (camas, colchones, cocinas, televisores,
etc.) implementaron líneas de crédito especiales para los beneficiarios de los pla-
nes, reactivando notablemente sus ventas e incorporando como clientes a un sector
de la población al que antes no podían llegar.
El cobro de una suma de dinero mensual con cierta garantía en el sector que
vendían su fuerza de trabajo en la agricultura, construcción y servicio doméstico
(trabajos generalmente transitorios y en negro) produjo que el nivel mínimo del
precio de la fuerza de trabajo se incrementara. Para realizar lo que antes se hacía
por un plato de comida o por ropa usada, ahora se reclama una retribución mone-
taria más elevada. Esta suba del valor de la fuerza de trabajo, permitió disminuir
la super explotación del trabajo, característica en ambas zonas.
N: ¿Antes le pagaban menos a la gente?
E: En algunos casos sí, ahora te pagan más, porque antes no, te
daban la comida y ahora con los planes y los subsidios que hay te
pagan más y no te explotan tanto, incluso vos ponés los horarios.
Antes agarrabas cualquier cosa, en mi caso yo trabajaba con un [po-
licía] Federal y estaba desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tar-
de y me daba $150, eso hace como dos años atrás. Si yo no estaba a
las 8 de la mañana en la puerta él ya me retaba. Por algunos lados los
planes sirvieron para que la gente negocie mejor su sueldo porque
saben que si uno tiene el plan los puede dejar.
(Perceptora Guaraní de Tartagal).
Vinculado con este efecto, al poco de comenzar a cobrar la AUH, a principios de
diciembre del 2009, la prensa se hizo eco de la crítica de que fomentan la vagan-
cia. Bajo el titular: “Abandonan sus trabajos para cobrar el subsidio universal por
hijo”, un diario mostraba casos de mujeres que dejaban de trabajar en cooperativas
municipales o abandonaban el empleo doméstico.19 Los ejemplos se relacionan con
la super explotación que se venía dando por medio de la contraprestación por trabajo del
PJJHD, de parte del estado en los servicios gubernamentales, como las situaciones releva-
das en San Carlos en la Provincia de Salta.
19 El diario decía que cinco jóvenes mujeres de bajos recursos, vecinas de barrio La Costanera de la-
ciudad cordobesa de Jesús María, renunciaron a conformar una cooperativa con la Municipalidad
local para optar por la asignación universal por hijo. “Nos bajamos del proyecto. Por casi la misma
plata y sin tener obligación de trabajar, preferimos quedarnos en casa y cobrar los 180 pesos por
hijo”, señaló una de las beneficiarias del plan. (“Abandonan sus trabajos para cobrar el subsidio
universal por hijo” en Info futuro digital, martes 8 de diciembre de 2009).
Visiones sobre los “Planes”... 241
Conclusiones
Del análisis de los programas en este corto período podemos observar que el con-
texto socio político de surgimiento y evolución, es fundamental para entender las
características generales que adquirieron, así como su modificación y subsunción
paulatina. Las focopolíticas como los PTC se van modificando, a medida que se
neutraliza el conflicto social a nivel local, que las discursividades de los organis-
mos internacionales cambian, al mismo tiempo que la política local va teniendo
iniciativas que le dan un color nacional a las tendencias más globales de la guber-
namentalidad neoliberal transnacional.
Por otra parte, existen territorios donde la comunidad política para la repro-
ducción de la vida se constituye a partir de espacios de negociación diaria, entre
sujetos excluidos que adquieren poder y actores gubernamentales que ceden parte
de las regulaciones en el gobierno de los pobres. Esto significa que la gubernamen-
talidad transnacional, tiene una conexión particular con los actores locales. Estas
formas regulatorias transnacionales y nacionales adquieren una espacialización
no vertical ni unilateral, como dirían Ferguson y Gupta (2002), son resignificadas
según el contexto político y de las luchas sociales.
Como se pudo observar en esta y otras investigaciones, esta comunidad po-
lítica vinculada al movimiento de trabajadores desocupados “piquetero” y a otras
organizaciones territoriales, tuvo un rol fundamental en algunos territorios en el
acceso e instrumentación de “planes” y a la negociación de la lucha del díaa día en
las rutas y piquetes. Estas permitieron resolver parcialmente, no sólo cuestiones
de ingresos, sino la construcción de poder local vinculado a necesidades comuni-
tarias. Esto fue posible debido a que parte de la contraprestación de trabajo que
requería el PJJHD, fue direccionada hacia experiencias de generación de empleo y
servicios comunitarios. Como se vio, a lo largo del análisis, este último programa
se constituyó como una concesión del gobierno a las luchas sociales, aspecto que
resuena en la retórica oficial a partir de distintas categorías técnicas que intentan
invisibilizar el conflicto que lo arrancó, como la “emergencia laboral/ocupacional”
o “respuesta a la crisis sin precedentes”. Fue enunciado en la retórica oficial como
“derecho a la inclusión social” de “los afectados” por esa “crisis”, intención que se
vio reflejada en la nominación del programa “Derecho Familiar de Inclusión So-
cial: Programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados”. Podría pensarse que la ape-
lación nominativa a un derecho abstracto de la última reforma constitucional, el de
la “inclusión social”, fue una estrategia de legitimación que interpela a los sectores
de poder que se habían reconstituido y concentrado, gracias a las des/re/gulaciones
de la gubernamentalidad neoliberal argentina, que permitieron una concentración
y desnacionalización del capital y de los ingresos de una profundidad pocas ve-
ces vista. Del análisis del funcionamiento de estos programas, realizado por otros
autores se concluye que el PJJHD es el primer programa de subsidios masivos al
desempleo, que no adquiere forma de derecho al desempleo, no garantiza un “in-
242 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
zamiento del “capital humano” puede hacer salir de la pobreza. Si bien la retórica
oficial afirmaba que se trataba de “proteger y promover a las familias en situación
de vulnerabilidad y/o riesgo social desde la salud, la educación y el desarrollo
de capacidades”, estas políticas fueron muy débiles, duraron muy poco y su co-
bertura fue reducida. Más allá de la lógica discursiva de este dispositivo, hubiera
sido importante que se concretaran estas intenciones ya que debido a la situación
económica de empobrecimiento y creciente exclusión, los índices de deserción
escolar habían subido en la Argentina.
En lo relativo a las percepciones de los entrevistados, la mayoría los valora
positivamente a los dos primeros pero los distingue del trabajo genuino y manifies-
ta problemas varios, como la arbitrariedad en su asignación, mantenimiento, bajas
o traspasos, lo que produce un sentimiento de inseguridad. Son asumidos como
ayuda, obligación o favor del gobierno y, de manera alternativa, como un derecho
y se conciben como un bien que se da y se quita. La idea de que son derechos está
vinculada a tres aspectos: el derecho al trabajo que es un derecho constitucional,
son un derecho porque fueron ganados en las luchas sociales y finamente, porque
la situación de falta de trabajo y pobreza les da derecho al reclamo.
Visto desde el punto de vista normativo, la transitoriedad de la vigencia de
los programas sucesivos que se fueron implementando, junto a la modificación de
los requisitos o condicionalidades para ser destinatario y las pautas para la transi-
ción o traspaso de uno a otro, son otra evidencia de la falta de garantías basadas
en derechos de los programas, lo que evidencia su carácter asistencial. Desde el
2002 al 2009 (8 años) hubieron tres cambios bruscos entre estos tres programas
–más allá de la coexistencia de otros– y las transferencias o pasos, de uno a otro,
dependieron de las distintas condicionalidades y a veces de la arbitrariedad de los
intermediarios o técnicos. Cada uno de los “traspasos de plan” o la suspensión pa-
sajera de los programas generaron miedo, desconfianza e inseguridad. Situaciones
vividas como arbitrarias o inexplicables; alejadas del sentimiento y vivencia de
tener la garantía de un derecho.
La instrumentación de la AUH ha incorporado millones de personas, encua-
drándose dentro de los sistemas de seguridad social existentes y se ha planteado en
términos de derecho y de universalidad.20 Este programa implica una importante
ruptura con los anteriores focalizados al basarse el diagnóstico de la pobreza en
una cuestión social no personal o familiar y al vincularse con el sistema de segu-
ros. Este programa que no ha podido ser analizado en las entrevistas. Sin duda es
un avance significativo en relación a los PTC, más allá de que mantenga algunos
20 En marzo del 2012, la presidenta afirmaba que “existen 68.500 madres titulares de la Asigna-
ción por Embarazo. Sumando la Asignación Universal por Hijo y las asignaciones familiares del
régimen formal, 7 millones 93 mil personas son beneficiarios” [en línea] http://www.anses.gob.
ar/noticia/la-presidenta-destaco-que-la-argentina-tiene-la-tasa-de-cobertura-previsional-mas-alta-
de-la-region-443.
244 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Cora Paulizzi1
E
Introducción
l presente artículo tiene como objetivo analizar las prácticas cotidianas de
autogobierno y resistencia de la Unión de Trabajadores Desocupados de
Gral. Mosconi (UTD). Esto implica analizar cómo, singularmente, entre
aciertos y astucias (De Certeau, 2000) se configura y re-configura la UTD, en la
provincia de Salta.
Desde un enfoque crítico, se parte del supuesto de que la UTD emerge y con-
figura entre y frente a las racionalidades políticas2 y los programas de gobierno3
4 Tomando distancia de los estudios estadocéntricos: “...El Estado no tiene esencia. El Estado no
es un universal […] El estado no es otra cosa que el efecto […], el recorte móvil de una perpetua
estatización…” (Foucault, 2007: 96).
5 Por gubernamentalidad: “...Entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedi-
mientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien
específica, aunque muy compleja, de poder que tiene como blanco principal a la población, por
forma mayor de saber a la economía política y por instrumento técnico esencial a los dispositivos
de seguridad. [...] en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preemi-
nencia del tipo de poder que podemos llamar gobierno” (Foucault, 2006: 136).
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 249
6 El material trabajado y obtenido en las aproximaciones al campo, luego de una indagación biblio-
gráfica y gráfica en torno de UTD, giran entre los años 2011-2013.
250 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
En este contexto varias fueron las consecuencias, entre ellas, los trabajadores
desocupados y desesperados se convierten en piqueteros, así como se dio una
fuerte migración desde el campo a la ciudad, conformando espacios muy pobres,
en las márgenes, en y de los grandes aglomerados.19
19 Luego de la caída de De La Rúa, el país tuvo cuatro presidentes en menos de diez días (Puerta,
Camaño, Rodríguez Saa y Duhalde). Todos asumieron el poder por designación del Congreso, ya
que no se llamó a elecciones hasta el año siguiente (2002), las cuales se realizan en mayo del 2003.
20 Ver Álvarez Leguizamón, 2005b: 28.
21 En la elaboración, puesta en marcha y seguimiento de los Programas, planes y proyectos interac-
túan las áreas de Desarrollo Social y Trabajo. Entre ellos se destaca el Programa Alimentario Na-
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 255
controlar y equilibrar las “fallas del mercado”, en los territorios. Así, se ejecutan
dispositivos de intervención dirigidos a “combatir” la pobreza, con la impronta de
las necesidades básicas y la participación de la sociedad civil, en este caso ONG,
municipios, y punteros políticos locales.22 Ahora bien, de acuerdo al análisis pro-
puesto, pensar en términos de dispositivo, tiene menos que ver con las propuestas
y objetivos y más con una estrategia general de poder que construye una población
como “pobre”, a partir de la cual se configuran formas específicas de gobernarla,
ya que el “pobre”, el “trabajador” o el “ciudadano” o el “consumidor”, etc., son
problematizaciones que habilitan determinadas prácticas de gobierno sobre la po-
blación.
Así, en este diagrama de poder, paradojalmente, los sujetos pobres desocupa-
dos, ante todo, fueron, y en algún sentido lo siguen siendo, construidos al modo de
moribundos, el cual junto con el ocioso, según De Certeau:
“…son proscriptos (autcast) porque son marginales de la institución
organizada por y para la conservación de la vida. Un ‘duelo antici-
pado’ […] con la muerte en suspenso, el moribundo cae fuera de
lo pensable, que se identifica con lo que se puede hacer. […] Junto
con el ocioso el moribundo es inmoral: uno, sujeto que no trabaja;
el otro, objeto que ya no se ofrece a un trabajo; ambos intolerables
en una sociedad donde la desaparición de los sujetos en todas partes
cional (PAN), que se desarrollo entre 1984 y 1989, y el 1990 el gobierno nacional crea el Programa
de Políticas Sociales Comunitaria (PROSOCO), que sustituyó al PAN; y también el Programa
Social Nutricional (PROSUNO), que integró los recursos de comedores escolares e Infantiles, en
1992 fueron transferidos a las provincias, en el proceso de descentralización. En 1994 se le otorgó
el rango de Ministerio a la Secretaria de Desarrollo Social creada en el gobierno de Alfonsín, y en
1995 se creó el denominado “Plan Social”. Se establece como prioritario el Programa Alimentario
Infantil (PRANI). En 1995, comienza al Programa Solidario a Mayores (ASOMA) y también, en
1990, también se crea al Proyecto Integrado Promoción de la Autoproducción de Alimentos (PRO-
HUERTA), en el marco institucional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)
el Ministerio de Desarrollo Social. Esto se expande y profundiza con la elaboración de los Planes
Trabajar, en sus 4 versiones, así como a los Seguros de Desempleo, el Programa de Emergencia
Laboral (PEL), y en el 2000 al Plan Jefes y Jefas de Hogar. En el caso de estos programas foca-
lizados de empleo, en su mayoría gestionados y financiados por el BM, se generaron padrones
de beneficiarios, mientras se descentralizaban las políticas de gestión y propagaba el “punterío”
político, haciendo de las prácticas de intervención paliativos temporales.
22 Los diferentes dispositivos de intervención no solucionaron el problema del desempleo y, en el
gobierno de la Alianza se dio un enorme cimbronazo, en torno de los mismos. En primer lugar,
porque la cantidad de subsidios bajó de un modo drástico, su mayor volumen se alcanzo en 1997,
lo cual no volvió a repetirse hasta el 2002. Según Svampa (2004), el recorte profundizo la protesta
social ya que dejo sin recurso no solo a los grupos piqueteros, sino también a la estructura de pun-
teros del Partido Justicialista (PJ). Así el ciclo de protestas iniciado en 1997 aumentó y reunieron
no solo a grupos de desocupados, sino a intendentes, concejales, empelados públicos de diferentes
partidos políticos.
256 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
23 Ver Políticas Sociales del Bicentenario. Un Modelo Nacional y Popular, Tomo I. Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación, 2010: 35. Este informe será citado: MDS, Tomo I o II, 2010.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 257
24 En el período 2003-2007, varias fueron las estrategias para ir tejiendo el diagrama de poder hasta
hoy vigente. Entre las propuestas iniciales se encuentra la de “transversalidad”, presentada como
una forma alternativa de representación y participación, a partir de la cual construir un nuevo
consenso frente a la crisis de legitimidad de los partidos tradicionales y de la dirigencia política.
25 El Frente para la Victoria (FTV) es el partido político creado e instalado con la presidencia de N.
Kirchner.
26 Cabe remarcar que a mediados del 2012 el gobierno rompe relaciones con la Confederación Ge-
neral del Trabajo (CGT), cuya alianza resultaba estratégica. Mientras abre el juego de vinculación
con aquellos sectores “organizados” en torno de los modelos dispuestos por el mismo Estado:
258 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Algunas de las medidas más importante desde el 2003 hasta el 2010, fueron:
La estatización del sistema jubilatorio (AFJP); la estatización de Aerolíneas Ar-
gentina, los intentos de colocar impuestos a las exportaciones de soja (Ley núm.
125); la ley de Medios núm. 25522 y la Asignación Universal por Hijo.27
En el segundo mandato de CFK (2011-2015) se continúa profundizando el
modelo, a partir de lo cual se considera necesario emprender un ciclo de indus-
trialización por sustitución de importaciones, mientras se toman medidas como: la
reforma del Banco Central, la re-estatización de YPF, entre otras.
Estas acciones contracíclicas, ante y entre un 2012 sin el crecimiento espera-
do y la profundización de la crisis internacional, dispone la reactivación de las po-
líticas de infraestructura y viviendas, mediante el plan Pro.Cre.Ar,28 la regulación
del mercado de capitales y los limites para el atesoramiento en dólares.29
Por último, este diagrama de poder desplegado desde el 2003 también se
reconfigura a partir de racionalidades políticas y prácticas de gobierno vinculadas
con el extractivismo exportador y/o la economía abierta. En tanto, para sostener el
crecimiento económico ascendente, el gasto público y la conciliación de sectores
con interés diversos, se profundiza y sostiene un modelo de “acumulación por
desposesión y extractivismo” (Zibechi, 2011), así como un modelo “extractivo-
exportador” (Seoane, 2012), cuya promoción parece agravar los problemas que
se dicen querer resolver, abandonando la pretensión de modificar la estructura de
propiedad, ingreso, renta y riqueza en el país, así como neutralizar proyecciones
políticas de lucha y movimientos surgidos, en defensa de los bienes comunes de
la naturaleza.
El Proyecto Nacional y Popular se traza, entonces, de un modo singular entre
prácticas y lógicas de gobierno neoliberales30 “para el mercado y en contra del
ahorro o de inversión, buscando reducir costos o ganancias. Y acciones ordenadoras: no buscan in-
tervenir sobre la situación del mercado, sino sobre las condiciones fundamentales de la economía,
las que hacen que el mercado sea posible: el suelo, la cultura, las técnicas o jurídicas. El Estado
mantiene y genera el ordenamiento y las reglas de la comunidad, con la competitividad activa y la
desigualdad necesaria, sin los avatares de los conflictos y sus efectos desestabilizadores. Pues, se
trata de una Vital Politik, lo cual implica ejercer el gobierno, no sólo mediante la intervención en
lo social. (Foucault, 2007: 155-189).
31 Para comprender la noción de inclusión enunciada, es menester referir a la de “exclusión”: “…Si-
tuación en la que se lesionan derechos y se inhibe la realización humana y social. Es la pérdida de
posibilidades de estudiar, de formarse, de ser parte de la sociedad, de sentirse integrado. Desocu-
pación, pobreza, precarización del trabajo y destrucción del sistema productivo son los elementos
fundamentales para la exclusión, y determinantes del modelo neoliberal”. (MDS, II, 2010: 42).
32 El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) posee, en la actualidad argentina,
influencias considerables. En consecuencia con la lógica de des-endeudamiento promovida por
el gobierno argentino actual, el PNUD es uno de los más importantes financiadores en la ejecu-
ción de políticas sociales de intervención, en torno de la pobreza y los pobres. En este sentido, el
PNUD interviene en el diseño, diagrama, monitoreo, evaluación de proyectos, programas y planes
dirigidos a los pobres, así como en la capacitación de equipos técnicos expertos. El PNUD (2011)
concentra el enfoque de desarrollo humano en las personas, sus capacidades y habilidades, según
lo promulgado por Sen, para quien: “Una habilidad seria un logro, mientras que una capacidad
260 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
es la habilidad para lograrla. Las habilidades constituyen diferentes aspectos de las condiciones
de vida, las capacidades, en contrate, son nociones de libertad en el sentido positivo del término:
las oportunidades reales que se tiene respecto de la vida que se puede llevar”. (1987: 36). En este
sentido, la posesión o acceso a bienes no son criterios para definir el nivel de vida. La pobreza es
calificada como privaciones injustas, o sea como la ausencia de funcionamientos centrales para la
vida.
33 Los datos de mejora de distribución del ingreso, en el período señalado, pueden verse a partir del
coeficiente de Gini que mide los grados de equidad y se construye a partir de la medición de los
salarios y otras fuentes de ingreso de la población, sin considerar la variación de los precios, de
modo que está exento de los cuestionamientos sobre el INDEC y el Índice de Precios al consu-
midor. Dicho coeficiente que mide el “nivel de desigualdad” –siendo el cero el mayor grado de
equidad y uno el máximo de inequidad– se ubico en 0,434 en el tercer trimestre del 2012. En igual
período del 2011 fue de 0,437, mientras que en el 2003 fue de 0,534. Además la diferencia entre
los ingresos que perciben las familias más pobres y las más ricas fue de 21 veces, también similar
al ratio del año 2011. En el 2003 la brecha era de 56 veces. En el tercer trimestre del 2012, el 10%
más pobre obtuvo 838 millones de pesos, mientras que la porción más rica casi 18 mil millones.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 261
Sin embargo y entre medio, las racionalidades benefactoras orientan las prácticas
de gobierno de los otros y las recomendaciones para el gobierno de sí giran en
torno de la solidaridad, la integración y cohesión social:
“Desde un Proyecto Nacional, como es el caso de nuestro país, se
trata de crear las condiciones y oportunidades para el desarrollo de
las capacidades, porque como bien se dijo –y hay que repetirlo ‘na-
die se realiza en una sociedad que no se realiza’. […] Por eso la
mirada debe ser nacional”. (MDS, Tomo II, 2010: 56).
Según lo señalado por el MDS argentino, el Desarrollo Humano se realiza en los
territorios locales, por lo cual se trata de promover políticas sociales de “desarrollo
local”, en el marco de:
“…un proceso socio-político y económico integral, que coloca como
eje a la comunidad más que a los proyectos. Interesa el crecimiento
desde un desarrollo a escala humana, con una mirada local, […]
Adquieren importancia las redes sociales y productivas, siempre y
cuando apunten al desarrollo humano” (MDS, Tomo I, 2010: 48).
De este modo, las comunidades son consideradas espacios de integración a partir
de lo cual se neutraliza el conflicto y se descentraliza a escala local la autogestión
de la existencia comunitaria e individual. Aprovechando las oportunidades, en el
suelo local de la comunidad es posible participar en la gestión de la autogestión
de la propia vida (Álvarez Leguizamón, 2008). Esto se logra en clave benefactora,
promoviendo el valor de la “solidaridad”34 el cual permite ejercer, de un modo
relacional, las prácticas de gobierno dirigidas a los otros y al sí mismo.
Ahora bien, para poder vivir mejor es central tener acceso a provisiones. A
partir de lo cual, el Estado encargado de asegurar ciertos básicos comunes recurre
al trabajo-empleo como una tecnología de gobierno35 que permite, ante todo, po-
que determinan la conducta de los sujetos (sujeción) y aquellas que permiten a los sujetos dirigir
autonómicamente su propia conducta (subjetivación).
36 CFK, julio de 2009. Acto de Recupero de la Actualidad y Garantía de la Paz Social.
37 En el marco del “trabajo decente”, es menester mencionar el “Argentina Trabaja”, cuyas herra-
mientas programáticas (subprogramas) son: Monotributo Social; Microcrédito; Marca Colectiva;
Talleres Familiares y de Grupos Comunitarios; Proyectos integrales socio productivos Comercia-
lización y Compre Social; Eventos promovidos por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación
para el desarrollo de la Economía Social; Programa de Ingreso Social con Trabajo (PRIST-2009).
A su vez, también se encuentra el Plan Familias, cuyas líneas de Acción son: Niñez; Juventud;
Adultos Mayores; Pensiones No Contributivas; Comunidad; Seguridad Alimentaria; Deporte y
Recreación. Las cuales se realizan mediante programas y actividades específicas. Entre otros pla-
nes y programas encontramos: Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social; Plan Na-
cional de Seguridad Alimentaria; Plan Nacional de Recreación y Deporte Social. A lo cual se le
suma la Asignación Universal por Hijo. Así, como otros programas promovidos por el Ministerio
de Trabajo, con el cual el Ministerio de Desarrollo Social realiza actividades comunes, integrales
y complementarias, sobre todo, mediante la coparticipación presupuestaria. Algunos de los pro-
gramas de dicho Ministerio dirigidos a los trabajadores desocupados, en el marco de la economía
social son: a) El Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (PJHD), el cual está siendo reabsorbido
por otros programas, b) Plan Integral de empleo más y mejor trabajo, en el cual se promueve
la capacitación y creación de cooperativas, con subprogramas de trabajo autogestionado; c) el
Programa de Inserción laboral, línea Promoción de Autoempleo; d) El Seguro de Capacitación y
Empleo (SCyE); e) el Programa Jóvenes con más y Mejor Trabajo. Ministerio de Desarrollo Social
de la Nación. Ministerio de Trabajo de la Nación.
264 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
en que sean los propios sujetos pobres los encargados de construir sus iniciativas
de trabajo, así como de sostenerlas. En este heterogéneo cruce de racionalidades
políticas y prácticas de gobierno, la economía social funciona como dispositivo
fundamental en las estrategias del gobierno de los otros y de sí:
“…no como economía informal, sino el conjunto de actividades
económicas desarrolladas con miras a garantizar, a través de la utili-
zación de su propia fuerza de trabajo y de los recursos disponibles,
la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales, como
inmateriales. En este sentido, trasciende la solo obtención de ganan-
cias materiales y está estrechamente vinculada con la reproducción
ampliada de la vida, a través de valores como la reciprocidad y la
cooperación” (MDS, Tomo II, 2010: 36).
Ahora bien, estos sujetos pobres continúan vinculándose, paradójicamente, como
productores y consumidores en el mercado de capitales en condiciones de desfa-
vorables y de vulnerabilidad. En este sentido, según el entramado discursivo tejido
en el PNP la economía social es comprendida, acorde a singulares resonancias
ordoliberales, como “economía social de mercado”,38 en palabras de la presidenta:
“…Son, en definitiva, 165000 unidades productivas, que han generado 247.000
puestos de trabajo de la economía social de mercado […] Y esta economía social
de mercado, que ha generado trabajo y que va a seguir generando trabajo…”39
(Énfasis propio).
Por tanto la dimensión ética y jurídica se conjugan con la económica (Presta,
2011), ya que en el interior de los dispositivos de intervención de la economía
social, el mercado sigue ordenando las prácticas, para hacer de sus asociaciones
económicas locales, sociedades empresariales. Al mismo tiempo con la presencia
de un Estado que interviene mediante créditos y gestiones institucionales precisas,
así como ejerce un fuerte control sobre la población, generando mapeos, índices,
estadísticas y seguimientos. Un Estado que produce las condiciones generales de
marco para que el juego sea posible, en el proceso de re-invención de lo social me-
diante la eficaz gestión de la pobreza, acorde a los programas dirigidos a la unidad
nacional, la “soberanía popular” y la “ciudadanía social”.
En este heterogéneo y múltiple diagrama de poder y gobierno, se considera
que mientras haya poder hay resistencia, en tanto no se trata de relaciones de do-
43 La identidad no es una cláusula, no impone límites, sino que insta la fuerza creadora de la re-
novación y recreación constantes. Por tanto, no se trata de develar una identidad propia, sino de
diferenciarse y afirmarse en el quehacer de las prácticas, en el estar siendo. (Foucault, 1982-1999:
418).
44 En 1946, por Ley 779, se creó la Municipalidad de Gral. Enrique Mosconi, cuyo nombre se debe
al General e Ingeniero del mismo nombre propulsor de las actividades de YPF en la década del 20
y creador de la administración Norte de la empresa.
45 La referencia a la población estable aproximada, se debe a que existe una cantidad considerable de
población migrante, entre 2000 y 3000, que realiza trabajos en otras zonas del país, y regresa a la
ciudad 2 o 3 veces al año (Datos adquiridos en visitas al terreno, y en diálogos con referentes de
UTD). Aún no se cuentan con datos oficiales del censo 2010 referidos a la población de Mosconi.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 267
46 Cabe mencionar que la región ha sido una zona de luchas históricas. Entre ellas: a) la reivindi-
cación de los Pueblos Originarios por el derecho al territorio, base de la reproducción social y
cultural de sus comunidades. Recordemos que la zona involucrada reúne la mayor diversidad
étnica y presenta un importante peso de población indígena siendo asentamiento de parcialidades
aborígenes pertenecientes a distintos grupos étnicos, entre ellos: Guaraní, Chané, Wichí, Chorote,
Chulupí. b) Las luchas llevadas adelante por los trabajadores organizados en defensa de mejoras en
las condiciones de trabajo y, frente a los procesos de tecnificación de las agroindustrias azucareras
(fines de los años ‘60 y comienzas de los ‘70), las luchas por la defensa de los puestos de trabajo.
c) Las luchas sindicales en contra de la privatización de las empresas del Estado y por la defensa
de los puestos de trabajo. (Petz, 2005).
268 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
eso que pasó y pasa no es algo de unos pocos, en el norte argentino. Sino que nos
pasa a todos, nos interpela a todos.
En 1997, poco después del primer corte de ruta en Neuquén,53 los habitantes
de Tartagal y Mosconi organizaron un corte, que junto con los de Jujuy desencade-
nó una crisis que se extendió a todo el interior del país. Las movilizaciones tienen
como condiciones de posibilidad y emergencia la situación antes señalada, de ex-
trema desocupación, desamparo, depresión, olvido, violencia. Pero, el emergente
del conflicto, que termina en el corte de ruta en Tartagal y Mosconi54 y que hace
al primer levantamiento organizado de diferentes sectores (concejales, maestros,
trabajadores desocupados, etc.) se relaciona con lo sucedido en Neuquén y con
la privatización, mas reciente, de la compañía de electricidad, que pasa a exigir
puntualidad en el pago de las facturas a los usuarios, acostumbrados a mantener un
retraso de varios meses. Ello genera la movilización de un grupo de vecinos, para
evitar los cortes de luz, a lo cual se suman diferentes sectores.
Se organizan varios apagones y una huelga de hambre iniciada por un co-
municador social (Marcelo Gerez) y por una concejal de Mosconi, del Frepaso
(Graciela Zriki)55 lo cual se transformó en un corte de ruta de siete largos días.
Diversos sectores se fueron sumando hasta consolidar una multisectorial, lo cual
favoreció la continuidad del corte, en cuanto sostén material y de alimentos para
la gente de la zona.
Al mismo tiempo, ligado al intento de justificación del corte emergió el dis-
curso de “reparación histórica” (Pereyra, 2006), lo cual hizo posible que conver-
gieran diversos intereses. Un ejemplo de tal afirmación la señala el referente de
la UTD José “Pepino” Fernández, durante el corte: “Estamos parados sobre el
petróleo, y en nuestras casas cocinamos con leña”.56
Ahora bien, en Mosconi a diferencia de lo acontecido en Neuquén, el levanta-
miento no se manifestó solo en contra del gobierno nacional (Menem) y provincial
(Romero), sino también de las empresas multinacionales asentadas en la zona.57
Ante tal situación, el gobernador J. C. Romero se negó al diálogo y sólo la
presencia masiva en la ruta, incluyendo a varios dirigentes políticos y empresarios
53 En 1996 se había producido el primer corte de ruta motorizado por una multisectorial comunitaria
en Cutral-Có y Plaza Huincol de Neuquén.
54 Cabe mencionar, como antecedente inicial la toma del Concejo Deliberante en Mosconi en 1996.
Como corolario de este hecho político se consiguieron los primeros planes de empleo y bolsones,
en el marco de lo que sería el Plan Trabajar I, los cuales quedaron bajo la administración del mu-
nicipio.
55 Frente País Solidario, partido político conformado por una alianza de sectores disidentes del pero-
nismo, de la izquierda y militantes de los derechos humanos.
56 Clarín, 12 de mayo de 1997. “Deciden mantener el corte de ruta”.
57 El corte de ruta se extendió a otras localidades del Departamento como Aguaray, Salvador Mazza
y Cornejo, así como al sur de Tartagal y Mosconi, todos en la ruta 34, la cual es el único acceso a
dichas localidades.
272 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
de la zona impidió que la manifestación fuese reprimida. Por otro lado, el enfren-
tamiento también fue impedido por la mediación del Obispo de Oran, Monseñor
Cargniello, quien discutió con los funcionarios oficiales y con la comisión de ve-
cinos para que la negociación fuese exitosa.
La restructuración de este piquete en la zona de Tartagal y Mosconi parecía
repetir las distancias entre los sectores dirigentes ubicados al norte (a la entrada de
Mosconi) y, los grupos de desocupados, en el piquete sur (a la altura del cemen-
terio local). Sin embargo, la mayor división se vio a la hora de las negociaciones
con el gobierno provincial. Un sector de los piqueteros, representados dentro del
grupo de los 20 delegados de la comisión negociadora rechazo la primera pro-
puesta. Finalmente el jueves 15 de mayo, con un enorme dispositivo de represión
de Gendarmería, y bajo la mediación del obispo, se formo un acta acuerdo58 y se
levanto el corte.
Así, acontece el primer piquete, comprendido como “corte y ocupación de
ruta”, es decir, impidiendo el paso de vehículos mediante la toma y la ocupación
de la misma. Ahora bien, esto no significa que los sujetos que ocupan la ruta y
advienen “piqueteros” quisieran ocupar el lugar de otros, solo emergían con sus
voces, verdades y prácticas en el entre sigiloso de la vida y la muerte. En tanto,
se trata de la impugnación de órdenes dispuestos acorde a modos específicos de
construcción de verdades y sujetos.
En tanto estás prácticas de ocupación y toma no implican “tomar el poder”,
la experiencia de lucha piquetera y de resistencia de los trabajadores desocupados
resulta una: “…resistencias ante el juego y de rechazo del mismo juego […] No se
quiere participar en el juego tradicionalmente organizado e institucionalizado del
Estado con sus exigencias y de los ciudadanos con sus derechos” (Foucault, 1978-
1999: 120). Las prácticas de resistencia y autogobierno resultan productivas y
creativas, poiéticas y poéticas, en palabras de uno de los referentes de la UTD:
“…nuestro poder es la creatividad, no la fuerza…” (Pepino Fernández, julio de
2012).
59 Síntesis de afirmaciones realizadas por Gipi Fernández y otros extrabajadores de YPF, en instan-
cias de diálogos informales y del espacio de Taller. Entre junio y setiembre de 2011.
60 Por el despido de empleados municipales en Tartagal se inicia una huelga y en asamblea se decide
dar comienzo al corte. Luego, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) se retira y las orga-
nizaciones de trabajadores desocupados siguen con el corte.
274 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
61 En el 2000 UTD ya gestionaba 5000 Planes, entre el Trabajar y el Plan de Emergencia Ocupacio-
nal. Y, en el 2001, entre la gestión municipal y UTD la suma pasó a ser de 8000, con la incorpo-
ración del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, de los cuales UTD gestionaba 3500. Fuente:
Chiqui Peralta. UTD, 2012.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 275
62 La comisión oficial integrada por el secretario de Empleo del Ministerio de Trabajo Viqueira,
el secretario de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social, Bustelo, el secretario de
Provincias del Ministerio del Interior, Ceballos y los subsecretarios del Interior y de Asuntos Insti-
tucionales del mismo ministerio Martucci y García Batallan. También la integraron dirigentes de la
CGT regional Salta, de la CGT de la línea oficial Aguilera (Datos de Pereyra 2006; fuentes: Clarín
13 de mayo de 2000, “Estallido en Salta: la Iglesia interviene para una salida negociadora”).
276 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
63 Por otra parte, si bien UTD ha formado parte del Movimiento Nacional piquetero y de trabajadores
desocupados, se remarcan ciertas diferencias por parte de sus referentes, ante todo en lo referido a
los modos de trabajo, de resolución de conflictos y problemáticas locales, lo cual se resume en la
siguiente afirmación: “…sí, tenemos relación con el Movimiento Nacional, pero mientras a otros
les gustan muchos los micrófonos y las cámaras, nosotros proponemos alternativas” (Gipi Fernán-
dez, setiembre de 2011).
64 Este proyecto elaborado y negociado por el Secretario de Pequeña y Mediana empresa E. Martí-
nez, nunca logro llevarse a cabo, porque en diciembre de ese año –2001– el gobierno de la Alianza
caía bruscamente.
65 Cabe mencionar, que durante la larga jornada de junio del 2001, nunca lograron entablar dialogo
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 277
con el gobernador de Salta Romero, quien se instalo en Vespuccio y decidió no recibir a los pique-
teros.
66 Comunicado presentado por UTD, noviembre de 2009.
278 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
67 La noción “estar siendo”, si bien es recuperada del entramado enunciativo kuscheano (1978-
2000c: 410), pretende, ante todo señalar el carácter “gerundivo del ser” y, por ende no esencializar
al ser, sino nominarlo en el existir. Esto es, en el orden las prácticas, en sus paradojales y múltiples
modos de ser posibles. Se rescata de Kusch, su intento por des-sustancializar y dinamizar el ser
heredado del occidente colonial, y de ese modo des-enmascarar las múltiples posibilidades de
estar, que cobran cuerpos y formas diferentes en suelos específicos. Ver Kusch, 1976-2000: 5-231.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 279
69 De Certeau (2000: 80) refiere a las: “Maneras de hacer: artes cotidianos –limpieza, cocina, la cos-
tura, que quedan ausentes del sistema productivo– […] son murmullos poéticos que se introducen
en las narrativas”. La Invención de lo cotidiano, Tomo I. 2000: 80.
70 La metis, según De Certeau, tiene las siguientes características 1) relación de la metis con la
ocasión: aproveche el momento oportuno, kairos, igual es una práctica del tiempo; 2) Disimulos:
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 281
multiplica las máscaras y las metáforas, un deshacerse del lugar propio; 3) Invisibilidad paradóji-
ca: desparece en su mismo acto, carece de una imagen de sí (2000: 91-92).
71 El área técnica, en la cual se encuentra Gipi, remite, sobre todo, a la organización de estrategias y
planificación de la organización a largo plazo, así como a la participación en diferentes espacios
políticos, académicos, investigaciones para la presentación de proyectos. También son parte del
área la decisión en torno de la gestión y realización de obras, actividades varias, etc.
72 Sin embargo, en la actualidad (2011) uno de sus principales líderes fue concejal por el partido jus-
ticialista y se presento en el año 2011 a las elecciones como candidato a intendente, mientras desde
el 2013 realiza tareas en la Secretaria de empleo. Sin embargo, estas actividades son realizadas por
fuera de la organización.
282 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
73 La noción de “tramas sociales” es recuperada de Manzano (2005), para quien es posible analizar
las organizaciones a partir de un conjunto de relaciones cotidianas que las constituyen, quitando el
foco del actor colectivo para dar paso a la reconstrucción del conjunto de vínculos que, en sus di-
ferentes modos establecen reciprocidades entre las personas. Así, la organización es comprendida
como procesos en construcción y permanente tensión.
74 En las entrevistas realizadas a los jóvenes se confirma lo por él señalado, la mayoría de los y las
jóvenes entrevistados (en modalidades individuales y grupales) señalan que se acercan a la UTD
porque es la única “fuente laboral” en la zona, porque han “perdido sus trabajos, por las malas
cosechas, porque no quieren changuear o dedicarse solo a la limpieza de casas, etc.”, así la UTD
es un espacio de trabajo y de encuentro.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 283
75 Dicha afirmación fue enunciada por Peralta, cuando me presenté al inicio de mi trabajo de campo,
él me pidió, expresamente, que “los cuente”.
284 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
76 Castro Gómez señala que, la “colonialidad del poder” instalada por Quijano, no es una, sino múlti-
ple y que, en cualquier caso no se reduce a la relación molar entre capital y trabajo; Esto se pone en
relación con la colonialidad del saber, en torno de lo cual hace referencia a “la invención del otro”,
y con la “de-colonialidad”, la cual no puede seguir orientada hacia una reflexión exclusivamente
macroestructural: “como si de lo que ocurre a ese nivel dependiera la descolonización de otros
ámbitos de la vida social”. Por su parte. C. Walsh señala que: “La decolonialidad encuentra su
razón en los esfuerzos de confrontar, desde lo “propio” y desde lógicas-otras y pensamientos-otros
a la deshumanización, el racismo y la racialización, y la negación y destrucción de los campos-
otros del saber. Por eso, su meta no es la incorporación o la superación (tampoco simplemente
la resistencia), sino la reconstrucción radical de seres, del poder y saber, es decir, la creación de
condiciones radicalmente diferentes de existencia, conocimiento…” (Walsh, 2005: 25).
77 En tal sentido se “lucha por el trabajo y en defensa de la vida”, a partir de lo cual surge la cuestión
de la dignidad, vinculada con la cultura del trabajo, acorde a una reconfiguración singular heredada
de la cultura “aprendida” en YPF, así como con la cuestión de derechos. Por tanto, trabajar no es
sólo un derecho adquirido a partir de programas de gobierno que se disponen mediante la “contra-
prestación de un plan, programa o salario”, según entramados enunciativos de Desarrollo Social
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 285
y Humano. Por tanto, el trabajo no solo es digno porque es un derecho, si no que “trabajar es un
derecho y eso dignifica”, sea o no reconocido por y en los ámbitos jurídicos.
78 Cabe aclarar que estas prácticas cotidianas se realizan sin permiso, es decir a partir de la decisión
autónoma de la UTD para comenzar y desarrollar las obras, lo cual, en algún momento del proceso
necesita de la gestión jurídica-gubernamental que es menester realizar en los ministerios, munici-
palidades, secretarias pertenecientes al Estado u otros organismos, por ej.: habilitar la luz, la aper-
tura de escuelas, la medición de terrenos, etc. Lo remarcable y analizado, en el presente ensayo
remite a como la UTD se vincula astuta y críticamente con los espacios de gobierno dispuestos
acorde a las lógicas señaladas en el primer apartado.
79 Si se quiere llegar a Trementinal hay que dar un rodeo de 240 km, porque no hay caminos tran-
sitables, viven, aproximadamente 35 familias que no tienen agua potable, corriente eléctrica ni
servicios de salud. El pueblito está ubicado en la frontera con Bolivia, país al cual se debe ingresar
para luego cruzar en chalana (pequeña embarcación) el río Tarija que divide Argentina de Bolivia.
80 A su vez, UTD recicla algunos materiales, locales y vehículos de la antigua YPF.
286 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen III-2-1
“Galpones del Ferrocarril, talleres productivos, UTD Mosconi, Junio 2012”
Foto: Cora Paulizzi
81 Los baños con ducha remiten a que en Mosconi la temperatura suele llegar a 50º entre diciembre
y marzo.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 287
Imagen III-2-1
“Galpones UTD”, Julio 2014”
Foto: Cora Paulizzi
Entre las más recientes y astutas de estas prácticas estratégicas (sobre todo para la
obtención de recursos) se encuentra la “Fundación de trabajadores desocupados”
(en adelante Fundatrab) creada en el 2009 por UTD, a partir de lo cual se instalan,
bajo la figura de “empleadores” dispuesto por ANSES. Recién para realizar esta
actividad se gestiona la personería jurídica, como una táctica necesaria para lograr
la finalidad propuesta, en torno de otorgar y gestionar puestos de trabajo, ya que:
“No somos una empresa nosotros, somos un grupo solidario” (Pepino Fernández,
julio-agosto, 2013). Fundatrab comenzó con 14 empleados, luego pasó a 74 y hoy
tiene 639 empleados y resulta uno de los pocos lugares que “toma” gente, en la
zona. Así, entre el acierto y la astucia, la fundación ha sido instalada de un modo
“clandestino”, “…aprendiendo de los grandes… las empresa contreras” (Chiqui
Peralta, setiembre de 2012), a quienes, en primer lugar se les pedía algún subsidio
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 289
De este modo, la falta de trabajo no se suple solo con planes y gestión de los mis-
mos, sino también mediante las prácticas astutas que ha desarrollado la UTD para
suplir la falta de medios y materiales para el desenvolvimiento de los proyectos,
entre otros.
Ahora bien, el diagrama de relaciones y prácticas antedicho se teje, ante todo,
en relación con el Estado (nacional y no provincial), por lo cual es necesario referir
a las nociones nativas de Estado-s,85 que la UTD ha ido construyendo y defendien-
do.
Por un lado, se consideran que está el “Estado gobernante”, que es el elegido
en votación democrática encargado de la administración pública y de las decisio-
nes, en torno a la distribución de presupuestos, ordenamiento territorial, etc. Por
otro lado, se encuentra el Estado verdadero, del cual todos somos parte: “Estado
autónomo de todos nosotros, nos permite que esto sea así. Después, hay un Estado
gobernante que decide que es lo que es lo que se puede hacer o no” (Gipi Fernán-
dez, julio-setiembre de 2012).
Estas nociones de Estado gobernante y Estado verdadero o autónomo permi-
ten a la UTD realizar actividades según sus medios y fuerzas de producción a nivel
local, así como proyecciones o proposiciones a nivel nacional, más allá y entre
medio del cuadrillaje formal de las instituciones oficiales.
La UTD, entonces, se define a nivel local, como un Estado municipal parale-
lo: “…nosotros vendríamos a ser prácticamente un Estado paralelo, no reconocido
en algunos casos, pero reconocido por la gente” (Gipi Fernández, julio-setiembre
de 2012). En palabras de Pepino (2011):
“…funcionamos como un municipio paralelo, para nosotros hay un
Estado que gobierna, y otro Estado que somos todos, por eso toma-
mos decisiones, muchas veces sin consultar, vemos los problema y
buscamos la manera de resolverlos con lo que tenemos y podemos
conseguir”.
Estas categorizaciones nativas en torno del Estado, por un lado se ven atravesadas
de la percepción local del “Estado paralelo”, que también significó YPF, en la
época de su esplendor económico y social. Sobre todo, porque en el silencio de lo
dicho emerge esto de: “…YPF puede volver a ser”, tiene que ser, no es que pue-
de volver, sino que está. No es que se ha ido, porque el recursos está, lo tendrán
85 La recuperación de categorías nativas se entrelaza con la consideración, que en torno del Estado,
se han planteado en el primer apartado del presente ensayo, esto es desde las peripecias de la gu-
bernamentalidad. Este enfoque discute tanto con la perspectiva normativa del Estado, como con
aquellas que piensan en clave de “estatalización de la sociedad” y del binomio “Estado-Sociedad”.
Por tanto, las prácticas astutas de la UTD no son consideradas, cuando se enuncia como “estado
verdadero”, como prácticas ciudadanas o prácticas sociales de petición legitima de representativi-
dad o denuncia de errores del Estado, más bien como prácticas de resistencia y des-individuación
critica, que toma este modo de nombrar-se en el siendo cotidiano.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 291
86 Cabe mencionar que la expropiación del 51% de las acciones de Repsol por parte del Estado
(abril, 2012), en el intento de re-estatitazación de YPF, no ha tenido efectos directos en la zona del
“yacimiento norte”, pues allí las concesiones siguen estando en manos de las empresas privadas
(Tecpetrol, Pluspetrol, etc) y el gobierno provincial no ha tenido iniciativa política de expropiar.
Los referentes exypefiano de la UTD han participado en varias protestas en el momento de consti-
tuirse la Comisión Nacional para la conformación del directorio de YPF (en la cual Salta no tiene
participación alguna), así como desconfían de las decisiones y gestiones en torno de este proceso
de “re-estatización”, mientras realizan propuestas, a nivel nacional, para la futura explotación y
exploración el yacimiento norte.
87 Foucault, Michel “Anti-Edipo. Introducción a la vida no-facista”, en Kancyper, Luis El campo
Analítico con Niños & Adolescentes, Zona Erógena, núm. 18 (versión digital), 1994 [en línea]
http://www.politicadelaeducacion.files.wordpress.com/2009/03/michel-foucault-prologo-a-antie-
dipo.pdf [consulta: 23 de agosto de 2013].
292 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
88 Pepino Fernández, por ejemplo, cuenta en la actualidad con más de 200 causas judiciales, en su
mayoría referidas al delito penal del “Interrupción de las Vías de Comunicación”, por lo cual estu-
vo preso en varias oportunidades.
Entre Moribundos y Piqueteros-Trabajadores 293
5. A modo de conclusión
Con la intención preliminar de reconstruir, críticamente, las prácticas de resisten-
cia y autogobierno de la UTD Mosconi, en el presente ensayo se ensayó un análisis
acerca del cómo, singularmente, entre aciertos y astucias la UTD se configura y
re-configura en la provincia de Salta.
En una primera instancia se puso en consideración la heterogeneidad de ra-
cionalidades políticas que instaron la configuración del rol del Estado en Argen-
tina, desde los noventa, hasta la actualidad. Considerando que la UTD emerge y
se instala entre 1997 y 2000, es decir a finales de un período de gobierno diagra-
mado, ante todo, mediante una racionalidad política de corte anarcoliberal, cuyo
acontecimiento critico inicial remitió a la privatización de la empresa-fabrica YPF.
Se intentó dar cuenta de cómo los programas de gobierno dirigidos a los pobres
desocupados, ante todo, entrecruzaban lógicas de gobierno dirigidas a construir
sujetos activos, emprendedores, capaces de invertir en capitales según sus propios
patrimonios y en sus territorios locales, acorde a resonancias de los diagramas de
poder-gobierno dispuestos por los Organismos Internacionales de segunda y terce-
ra generación, como el BM. Mientras que, simultáneamente, una enorme porción
de estas poblaciones fueron dejadas y echadas a la muerte, no necesariamente las
“más pobres de entre las pobres”, como es el caso de los ex-trabajadores de YPF
en la zona del yacimiento norte, que no responden a “pobres estructurales”, si no
a exasalariados advenidos pobres y fabricados como sujetos “moribundos”, silen-
ciados, ocultos y olvidados en los lejanos pueblos y ciudades del norte argentino.
A su vez, se hizo un breve recorrido por las racionalidades políticas y progra-
mas de gobierno dirigidos a las poblaciones pobres, en la argentina actual, luego
de la crisis del 2001 y la reconfiguración del rol del Estado en clave benefactora
y ordoliberal, ante todo. Dicho programa de gobierno se dirige a construir, si-
multáneamente, sujetos activos y emprendedores bajo la protección de un Estado
294 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Gabriela K. Ferro
E
Introducción
n este escrito voy a hacer foco en los intercambios personales y arreglos
“informales” que ocurren en la cotidianeidad del vínculo entre trabajadoras
del empleo doméstico y sus “patronas”. Interesa dar cuenta de las relacio-
nes, prácticas y representaciones que se entraman en el espacio concreto donde se
despliega esta actividad: “la casa de familia”. Sostenemos que las relaciones que
se establecen tienden a “trasmutar” la relación asimétrica inicial pero, por otro
lado, a través de ellas se tramitan y negocian condiciones de trabajo y se resuelven
las urgencias de la vida diaria.
La intención del trabajo consiste en comenzar a delinear un posicionamiento
que tenga en cuenta el protagonismo de los agentes que configuran estas relaciones
como los mecanismos de dominación que perpetúan el vínculo. En esa dirección,
proponemos en un primer apartado revisar críticamente una mirada posible que
ha insistido en la “informalidad” como característica persistente de las relaciones
laborales del trabajo doméstico remunerado pero, que a nuestro criterio no ha pro-
fundizado en las “razones de la práctica” (Bourdieu, 1997; 2010). Si bien existen
diferentes corrientes que han desarrollado este concepto, en estas páginas toma-
remos en consideración la forma en que problematizan la cuestión los informes
recientes que hacen referencia al trabajo doméstico remunerado. En un segundo
296 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
1 El enfoque inicial que retoma críticamente este escrito se circunscribe a la sociología del trabajo.
Sin embargo, se trata de una primera tentativa que tiene como horizonte la construcción de una mi-
rada que se oriente a la comprensión de la realidad social centrada en la perspectiva de los actores
y en las “razones” de la práctica
2 Preferimos mantener en reserva los datos que permitirían localizar este espacio de observación.
Las trabajadoras del empleo doméstico... 297
3 Según datos de elaboración propia en base a la EHP-INDEC del 2011, mientras que la diferencia
entre Salta y el total del país en los índices de informalidad en general es de ocho puntos porcen-
tuales, en el caso del empleo doméstico es de sólo dos puntos. Esta situación nos resulta ilustrativa
de la generalidad con la que el empleo doméstico se desarrolla fuera de las normativas de la legis-
lación laboral (Ferro, 2013).
4 Se puede consultar Groisman y Sconfienza, 2013; MTEySS, 2005; Chávez Molina y Gutierrez
Ageitos, 2013; De Paz y Schteingart, 2011; Ferro, 2013; OIT, 2011; 2014. Los datos se toman de
los informes referenciados.
298 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
5 Otros estudios clásicos y pioneros sobre el tema son Chaney, Elsa y García Castro, Mary –edito-
ras– (1993) y Jelín, Elizabeth (1976).
Las trabajadoras del empleo doméstico... 299
caso que no sean respetados los derechos (Sigaud, 1996). Por otra parte, pone en
escena un tema históricamente relegado e invisibilizado.
Como antecedente a las transformaciones más recientes, en el año 2000 se
realiza una reforma tributaria, a través del llamado Régimen Especial de Seguri-
dad Social para Empleados del Servicio doméstico, Ley 25239. Si bien no instituía
el conjunto de derechos que fija la reglamentación de 2013, comienza por ampliar
el acceso a la cobertura jubilatoria y de salud, a través del sistema de obras socia-
les para aquellas trabajadoras que cumplían jornadas de entre seis y quince horas
y que no quedaban contempladas por el decreto ley, debido a los mínimos de
dedicación horaria que imponía.6 Este cambio resultaba considerable ya que más
del 50% de las trabajadoras domésticas del país quedaban fuera de la cobertura a
causa a este requisito (MTEySS, 2005). La nueva reglamentación, la Ley 26844,
que como indicamos anteriormente comienza a regir en 2013, amplía el acceso a
derechos que no estaban contemplados en la normativa precedente. Se destacan: la
incorporación de la licencia por maternidad y casamiento; la extensión en la can-
tidad de días para licencias por enfermedad, muy reducidas hasta ese momento; la
obligatoriedad de una cobertura de riesgo de trabajo y el aumento de los montos
indemnizatorios en caso de despido. Las incorporaciones tienden a asimilar los
derechos con los contemplados en la LCT. Sin embargo, mantiene la exclusión de
dicha reglamentación que rige para el conjunto de los trabajadores, sosteniendo el
estatuto diferenciado del trabajo doméstico.7
Desde el campo de las ciencias sociales encontramos, recientemente, diver-
sas investigaciones e informes que han comenzado a registrar la situación y las
condiciones en las que se desarrolla esta actividad. Aunque existe cierta diversidad
en cuanto a los ejes sobre los cuales orientan la mirada. Este conjunto de trabajos
6 A nivel nacional otras regulaciones importantes han sido: la Ley 26063 de 2005 que establece
que los “dadores de trabajo con relación al personal del servicio doméstico” podrán deducir de
la ganancia bruta gravada los importes correspondientes a las contribuciones patronales. En 2013
se establece la Resolución 3492 a través de la que se presume que toda persona, a partir de un
determinado nivel de ingresos, tiene un empleado doméstico y se efectúan las cargas impositivas
establecidas –salvo prueba en contra–. En este contexto de transformaciones, en el caso específico
de Salta, se firma en 2004 el Decreto Provincial 934 a través del cual se impone una libreta de
trabajo, que si bien ya estaba contemplada en el decreto 326/56, pone de manifiesto la falta de
cumplimiento en la provincia. En 2007 se crea el “Programa Servicio Doméstico” del Ministerio
de Trabajo del Gobierno de Salta dedicado al asesoramiento y difusión de derechos. Según página
web del Ministerio de Trabajo del Gobierno de la Provincia de Salta [en línea] www.trabajosalta.
gob.ar [consulta: 30 de mayo de 2014] y entrevista en Programa Servicio doméstico en el citado
ministerio. En referencia al marco regulatorio se puede consultar también Tizziani (2011) Gorban
(2012), MTEySS (2005), Pereyra y Tizziani (2013).
7 En este punto es interesante destacar que la inclusión del trabajo doméstico remunerado al régimen
general de la Ley de Contrato de Trabajo y con ello su total equiparación al conjunto de asalaria-
dos, es una reivindicación sostenida por las referentes que, desde el Estado, impulsan las recientes
transformaciones a nivel local (notas de campo y entrevista informal en dependencia pública,
Salta, 2014).
300 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
focaliza especialmente en los tópicos descriptivos de los que hemos tratado de dar
cuenta anteriormente de forma sintética. En resumen, consideran: la significación
de esta actividad sobre el conjunto de la fuerza de trabajo comparando, también,
el peso diferencial que adquiere en las distintas regiones del país; registran los
niveles de ingresos; las condiciones de trabajo en las que se desarrolla esta labor y
las características sociodemográficas de las mujeres que las realizan, considerando
edad, índices migratorios, niveles de calificación, etcétera. En cuanto al análisis
de la legislación que regula la relación laboral, estos estudios enfatizan su carácter
“rezagado” al observar los niveles de protección que ésta contempla en diferentes
momentos históricos.
Una de las preocupaciones centrales de estas investigaciones producidas des-
de la sociología del trabajo acerca del tema, sigue siendo la masividad con la que
el empleo doméstico se desarrolla incumpliendo las normativas que regulan esta
actividad. Enfatizan que esta situación se perpetúa a pesar de las intervenciones
estatales recientes que, de todas maneras, se caracterizan como un “avance” en
relación a la legislación antecedente. Una parte importante de los estudios exis-
tentes sobre la situación del empleo doméstico en Argentina, se enfocan dentro de
la problemática de la informalidad laboral. Estas inquietudes coinciden con las
preocupaciones del pensamiento social latinoamericano, respecto de las caracte-
rísticas del mercado de trabajo en América Latina. Sin entrar a analizar este con-
cepto, que tiene una muy larga historia y cuyos antecedentes pueden remontarse
a las décadas de los años cincuenta y sesenta (Neffa, 2009), solo me referiré a la
manera en que los actuales estudios abordan el trabajo doméstico a partir de esta
categoría conceptual.8
Si bien la informalidad laboral ha sido materia de discusión de diversas co-
rrientes, Beccaria y Groisman (2008) señalan:
“La informalidad –o sector informal o la economía informal– es una
categoría relevante para el análisis de las estructuras productivas y
de los países en desarrollo. La perspectiva original de la Organiza-
ción Internacional del trabajo (OIT) (ILO, 1972) y los avances rea-
lizados posteriormente –principalmente en América Latina– ligaron
la existencia de unidades productivas informales de esos países a la
incapacidad de sus economías para crear puestos de trabajo forma-
les suficientes para ocupar a la fuerza laboral disponible” (Beccaria
y Groisman, 2008: 136-137).
8 Puede revisarse en Beccaria y Groisman (2008). También en Chávez Molina, Eduardo y Gutierrez
Ageitos, Pablo (2013). Sobre la historia del concepto puede verse Neffa (2009); Álvarez Leguiza-
món (2008).
Las trabajadoras del empleo doméstico... 301
cios– cuenten con las debidas prestaciones que otorga el Sistema de la Seguridad Social” (Boletín
Oficial, 30 de abril de 2013).
304 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
rescatar de forma positiva los comportamientos [...] sino solo constatar que no se
corresponden con lo que sería deseable” (Sigaud, 1996: 2).
En este sentido, aplican esta categoría a formas heterogéneas de trabajo. De
esta manera, la necesidad de encuadrar los comportamientos en el dualismo: for-
malidad/informalidad deja afuera del análisis la variedad situaciones que son po-
sibles constatar en el caso del empleo doméstico.
En los casos observados, hemos encontrado formas intermedias en el cum-
plimiento de los parámetros normados por la legislación. Que la trabajadora no se
encuentre “registrada”, no significa a priori que no goce de algunos “beneficios
sociales” a veces “ganados” luego de una búsqueda activa de nuevos y “mejores”
empleadores, aunque estos accesos no sean expresados, incluso por ellas mismas,
en términos de derechos. Otra posibilidad es que ocurran situaciones de abuso, las
que incluyen en ciertas circunstancias el cuerpo. Encontramos casos en que las
trabajadoras son obligadas a asistir a los lugares de trabajo, a pesar de que cuenten
con certificados médicos que las exceptúan de la obligación. Incluso en caso de
lesiones físicas visibles y que limitan el desarrollo de las actividades. El acoso y
el abuso sexual, si bien no aparece en los relatos de las trabajadoras de manera
explícita, parece ser parte del repertorio de experiencias conocidas. Evoca indirec-
tamente “el derecho de ‘pernada’, que le permite al patrón o al jovencito de la casa
hacer ‘uso sexual’ de su sirviente indígena” (Lerussi, 2013).
Finalmente, existen formas parciales de cumplimiento de las normativas aun
en los casos que las trabajadoras se encuentren registradas, por ejemplo, pueden
recibir “en mano” menores salarios que los que son declarados legalmente por
sus patrones. En estos casos la medición de la informalidad no permite estudiar
las diferentes formas en que ocurre esa “precariedad”, que por otra parte sería
muy difícil de captar desde un enfoque cuantitativo, y se desconocen las distintas
situaciones en las que las condiciones de protección a la salud, las vacaciones, el
derecho al ocio son negociadas en las propias relaciones sociales.
En ese sentido, al excluir de sus análisis las relaciones sociales, pueden con-
tribuir a crear “invisibilidades estadísticas” especialmente al no registrar tampoco
las múltiples acciones a través de las cuales las trabajadoras intentan mejorar sus
condiciones laborales y de vida, aunque esto no implique una transformación de su
posición dentro de la estructura social en términos de movilidad o no derive en la
formalización de su relación laboral. Tampoco registran las acciones de estas tra-
bajadoras tendientes a compatibilizar su doble jornada doméstica, su vida laboral
y la reproducción de su propio hogar, o las que refieren a inversiones educativas,
en donde, en algunos casos, la informalidad de los vínculos forma parte de las pro-
pias estrategias sean éstas exitosas o no. Llamo producción de “invisibilidades”
a la dificultad que los trabajos tienen para registrar estas situaciones al centrar su
atención en los grandes números o en grandes categorías estadísticas. En cambio,
estos esfuerzos cotidianos desplegados por las trabajadoras se pueden visibilizar
Las trabajadoras del empleo doméstico... 305
Propuesta interpretativa
“Ciertamente, se puede hablar de un baile en general, pero nadie se
imaginará un baile como una construcción al margen de los indivi-
duos o como una mera abstracción” (Elías, 1989: 45).
Teniendo en cuenta la heterogeneidad de situaciones, consideramos necesario mi-
rar por fuera de la registración del contrato, es decir, fuera de la relación económi-
ca y jurídica que (no) se entabla, en sentido “restringido y moderno” del término
para captar las prácticas y relaciones concretas que se establecen entre empleadas
y empleadoras. El esfuerzo debe orientarse a reconocer “la economía” de esas
prácticas y relaciones, en el sentido amplio, a partir del cual Bourdieu (2010)
plantea el término.11 En los comportamientos referidos al cumplimiento o no de las
11 Según Bourdieu se trata de una economía antieconómica en tanto no se basa en actos tendientes a
maximizar beneficio, ni necesariamente material, ni necesariamente de forma consciente, aunque
306 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
normas suponemos que existen otros “intereses en juego”, aunque estos no sean
simplemente materiales.
Proponemos pensar estos vínculos a partir de diferentes herramientas concep-
tuales. Por un lado, en los términos que Elías refiere a la idea de “configuración”
para comprender las relaciones sociales como entramados de interdependencia y
persistencia. Es decir, como lazos recíprocos de dependencia y de poder entre las
personas, y que suponen tanto el conflicto como la cooperación. En este caso, esos
vínculos ambiguos que unen, separan y jerarquizan (Elías, 1990; Bejar, 1991), in-
cluyen a las empleadas y sus empleadoras. Quienes participan de esa relación apa-
recen orientados mutuamente entre sí, vinculados mediante “presiones que ejercen
unos sobre otros” (Elías, 1990: 21), en ese sentido la posición y la capacidad de
acción de cada individuo se encuentran constreñidas por la propia configuración y
posición subalterna/dominante que ocupan en ella.
En segundo lugar, la participación de las trabajadoras (y también de las pa-
tronas) en ese vínculo de interdependencia, puede ser analizada desde la idea de
“sentido del juego”, “interés” o “ilussio” de Bourdieu (2010; 1997). Esta nociones
remiten al reconocimiento de quienes forman parte, de que su participación en
esas interacciones “tiene sentido”. Para Bourdieu (1997) significa:
“el hecho de estar metido en el juego, cogido por el juego, de creer
que el juego merece la pena, que vale la pena jugar. […] Interesse
significa ‘formar parte’, participar, por lo tanto reconocer que el jue-
go merece ser jugado y que los envites que se engendran en y por el
hecho de jugarlo merecen seguirse” (Bourdieu, 1997: 141).
Participar de estas interacciones incluye también apuestas, intereses o inversiones
aunque estos carezcan de valor (material) para quienes están fuera de ese juego o
relación. Como señala Bourideu:
“La illusio es [...] el hecho de meterse dentro, de apostar por los en-
vites de un juego concreto, como consecuencia de la competencia, y
que sólo existen para aquellas personas que, cogidas por el juego y
estando en disposición de reconocer las apuestas en juego, están dis-
puestas a morir por unos envites que, inversamente, aparecen como
carentes de interés desde el punto de vista del que no está cogido por
ese juego, y lo dejan indiferente” (1997: 142).
Otro de los aspectos a tener en cuenta, es la dimensión valorativa de las relaciones
sociales. Como señala Godelier (1989: 200), las relaciones sociales siempre son
vividas como más o menos legitimas o ilegitimas por los individuos y los grupos.
no excluyen lo que denomina “ilussio” o interés. Con esto refiere simplemente a que en estas rela-
ciones se “juegan cosas” que tienen “valor” para quienes participan y se encuentran involucrados
en ese juego (Bourdieu, 2010).
Las trabajadoras del empleo doméstico... 307
12 A través de estas leyes queda a cargo del poder de policía encontrar ocupación a las mujeres po-
bres consideradas vagabundas, que dirigían sus propios hogares, o dependían de una economía de
subsistencia (Kuznesof, 1993; Álvarez Leguizamón, 2004).
13 Ernesto Aráoz, Gobernador de la provincia de Salta en 1941, desde un punto de vista proclamato-
rio realiza la siguiente descripción de estas relaciones serviles y de interdependencia: “la numerosa
servidumbre criada bajo el techo de los hogares señoriales participa hasta fines del siglo XIX, y
aun después, de las ideas y sentimientos predominantes en esos hogares, pero saben que sus amos
han de corresponder siempre a su lealtad. Hasta en las manifestaciones más íntimas del alma hu-
mana esa gente de servicio trasunta su apego a la familia principal, como los clientes en el Derecho
Romano” (Ernesto Aráoz “El diablito del cabildo”, Salta, 1946, citado en De la Cuesta Figueroa,
1990: 168).
14 Dejamos planteado el desafío para futuras investigaciones.
15 Este espacio es mencionado de diferente manera según de qué agentes se trate, la “casa” o “casa de
familia”, es la noción que utilizan las propias trabajadoras. También el marco regulatorio de esta
actividad laboral, establece una definición a partir del lugar donde se ejerce: las casas particulares
o el ámbito de la vida familiar (Art. 1, Ley 26844) o ámbito de la vida doméstica (Art. 1, Decreto
Ley 326).
Las trabajadoras del empleo doméstico... 309
en dependencia pública, 2014). Sigaud describe estos vínculos indicando que “los
que detentan el poder y los sometidos a él están confrontados cara a cara” Sigaud
(1996: 12). Como señala Borgeaud-Garciandía y Lautier (2014) esta especificidad
redunda en una clave para la comprensión de las relaciones que establecen las
trabajadoras domésticas y sus empleadoras. En nuestro trabajo de campo hemos
encontrado que ambas partes de la relación tienen un conocimiento mutuo cerca-
no. A las empleadas se las llama por su nombre o por su apodo. Al mismo tiempo,
las trabajadoras pueden mencionar uno a uno los nombres de los miembros de la
familia y las edades de los niños a los que cuidaban, incluso años después de haber
dejado de trabajar en la “casa de familia”. La asignación de la tarea de cuidado
puede aparecer, como un voto de “confianza” o una señal de “buen trato”:
“me trataban como una reina. Porque cuando ella ha tenido [refiere
a los hijos de la empleadora], ¿has visto? ella me lo dejaba. Y yo era
mamá, me lo entregaba ella en mis brazos y yo se lo entregaba en
sus brazos. Los primeros pasos eran para mí”.
En ciertas ocasiones, las trabajadoras ingresan a temprana edad y “crecen” junto
con los niños de las familias en las que desarrollan las tareas domésticas. En otras,
sus propios hijos comparten espacios con los de sus patronas. Como señala una
entrevistada en relación a estas situaciones:
“nunca una mirada fea, un reto. Díganme tía decía ella, no me digan
señora. Y ya los mandaba a comprar, que compraran golosinas”.
Este tipo de experiencias hace que comúnmente el vínculo se encuentre atravesado
por lazos de afectividad y las relaciones se describan por medio de “metáforas fa-
miliares”: ser como la “mamá” o como “la tía” o “pertenecer a la familia”. En este
sentido, los lazos de cercanía afectiva son altamente valorados.16 Como lo expresa
una de las entrevistadas, se trata de relaciones en las que: “a veces los extraños son
mejores que la propia familia”.
En segundo lugar, otra de las características que hacen a los “buenos patro-
nes”, es la distribución de ayudas:
“Me venían a dejar, me daban bolsas con carne, pollo, de todo. Por
eso digo yo patrones como ellos, no hay, no hay”. [...] “como les
digo, estoy muy agradecida de ellos [...] Si yo trabajaba una hora
fuera de lo yo tenía, ellos me la pagaban, [...] ellos me decían, te
podes quedar nosotros tenemos una cena, y después ellos me venían
a buscar [...] hasta la puerta de mi casa”.
sus hijos, “se retiran” antes del horario pactado para llevarlos al colegio o hacerlos
atender en caso de enfermedad, acceden a permisos para sostener la escolaridad
propia o de los miembros de sus familias o simplemente se sienten reconocidas
como personas. La resolución de estas urgencias no significa sin embargo un cál-
culo racional, utilitarista, simplemente el juego “funciona” porque se encuentran
implicadas en él.
En esta óptica, la formalización de las relaciones, su encuadramiento bajo
las reglas del derecho, podríamos considerar que suponen una ruptura del juego
que siempre han jugado, y un cambio de juego: de la “deuda moral” al “derecho”.
Requiere romper con lo que Bourdieu llama el “tabú de la explicitación” (1997:
159). La explicitación del contrato supone el reconocimiento “abierto” de que
estas relaciones “afectivizadas” se fundamentan en una relación económica y de
explotación. Mientras esto no ocurre su verdad no es expuesta. Como señala una
de las entrevistadas:
“–Y jubilación le aportaban? –Y no porque, eso siempre, lo (pausa)
nunca lo hablamos (pausa) porque no, como les digo yo, estoy muy
agradecida de ellos”.
O como señala otra trabajadora:
“Me dijo que me iba a blanquear, luego se separó, tiene cuatro hijos
y se hace muy difícil y nunca más se habló”.
Sin embargo, las autoconstricciones que funcionan en el plano de lo público, im-
puestas por la dinámica de las relaciones personalizadas, no debe llevarnos a sub-
estimar otras acciones que juegan en los grises de estas formas de relacionarse.
Así, sin dejar de participar en el juego, algunas trabajadoras buscan activamente
información sobre las condiciones que les corresponden según las regulaciones la-
borales: escalas salariales, días de licencia por maternidad, responsabilidad sobre
los aportes jubilatorios, etc. En algunos casos esto no debe ser “expuesto” ante sus
patrones: “para ellos yo no sé nada”.
Los abusivos
Para Brites (2003) las relaciones de jerarquía y reciprocidad que tienen lugar en el
empleo doméstico, permiten procesos de distribución, en los que opera el recono-
cimiento de las diferencias sociales. En estos intercambios, la jerarquía se acepta
como “dada” pero, a través de la circulación de “generosidades”, los patrones
desenvuelven acciones ante la desigualdad. Estas formas de tramitar la distan-
cia entre empleadas y empleadoras no ocurren en todas las relaciones laborales.
Las trabajadoras se encargan de buscar activamente, según sus palabras: “buenos
patrones”, “jefes no abusivos” y “accesibles”; que basen el vínculo en estos prin-
cipios de respeto, comprensión y ayuda mutua (Borgeaud-Garciandía y Lautier,
314 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
2014). Encontrar este tipo de jefes, otorga tranquilidad, sentimiento al que refieren
las entrevistadas, como señala una de ellas:
“nunca me han descontado el día, o me han hecho devolver las horas
de trabajo [...] no no, nunca me dijeron nada, por eso es que sigo en
este trabajo porque son jefes que siempre han sabido entenderme,
porque yo soy sola [...] hay gente que es tolerante que es buena y
otra que no, ahora me siento bien, tranquila [...] no y hay otra que
bueno era mala, jefes muy abusivos, [...] no te daban permiso, por
eso depende de cada jefe que te toca. Trabajé desde los doce hasta
ahora y sí, te toca…pasas por muchas cosas y ves muchas cosas.
Pero estos jefes son tranquilos”.
Como afirma esta trabajadora, encontramos un conjunto de relaciones en las que
la dinámica de los intercambios mutuos no funciona o es negada por los propios
patrones/señoras. En esos casos, el lenguaje para juzgar las relaciones de empleo,
remite también a la lógica afectiva, a un sentimiento de ingratitud o humillación.
Así una mujer de setenta y tres años, recientemente despedida, con treinta años de
“servicio” para una misma familia, reprocha a sus empleadores: “Tantos años llo-
rar por la familia, no tenían ni el domicilio [...] nunca me preguntaron ni la edad”.
Como describe la trabajadora a la que nos referimos recientemente, una de
las situaciones en que se expresan estas formas de invisibilización es en los mo-
mentos de festejos, cuando son ellas las que “sirven” pero no participan de la mesa
conjunta. En relación a uno de sus últimos días de trabajo, a poco tiempo de ser
despedida, mientras se festejaba el cumpleaños de su patrona, dice: “yo me hice
un té con pan, en la cocina, como siempre me hago”.
Las comidas diferenciales, o la falta de distribución de alimentos, es uno de
los escenarios señalados como “intolerable”:
“no poder consumir más que agua caliente en la casa [...] hacer la
comida y no poder comer, tener que llevarse el propio almuerzo”.
“yo le tenía que cortar chiquito el lomo al perro [...] Ellos comen co-
mida, postre, todo y yo me tenía que hacer unos fideos o un arroz”.
Estas acciones quebrantan el intercambio y el juego de interdependencias se reem-
plaza por un tipo de relación que, no solo consagra las diferencias y jerarquías so-
ciales, sino sobre todo inferioriza y cosifica de forma abierta al otro. Se transmite
desprecio al ignorarlo. Las formas en que se expresan estos modos de vinculación
serviles, son múltiples. Una de las formas más comunes de indiferencia se realiza
cuando se niega la posibilidad a las trabajadoras de existir como seres “sintientes”.
Son frecuentes los casos en los que se les pide que asistan a sus lugares de trabajo,
aun cuando cuenten con certificado médico que avale sus dolencias. En algunos
casos pueden ser accidentes claramente visibles como quebraduras de huesos e
Las trabajadoras del empleo doméstico... 315
Notas finales
Profundizando minuciosamente en el contenido de estos vínculos se abre un ca-
mino para dar respuesta a la preocupación sociológica por la persistencia de la
“informalidad” en el trabajo doméstico remunerado, aun cuando la legislación
sea modificada. Incorporar la problemática del “don” y de las relaciones de do-
minación permite ver la ambigüedad de los intercambios por medio de los cuales
se ejercen estas formas “elementales” de dominación pero también a través de
las cuales los actores hacen apuestas para sacar el mejor provecho de situaciones
altamente desfavorables.
La visión externa de la sociología del trabajo ha puesto el foco en el incum-
plimiento de las normativas como si el comportamiento de los actores debiera
ajustarse de “por si” a las reglas del contrato, perdiendo de vista las “buenas ra-
zones” que los actores tienen, para no ajustarse necesariamente a ellas. La cate-
goría dicotómica informalidad-formalidad puede tener el efecto de ocultarnos, en
muchos casos, los esfuerzos de estas trabajadoras por mejorar la calidad de sus
vidas y la de sus vínculos laborales, aunque el resultado final no sea la formaliza-
ción de sus contratos. La voluntad de ser comprendidas o reconocidas como parte
de la familia o al menos encontrar un trato cordial cobra racionalidad al fijar la
atención en lo que las trabajadoras “sacan” de esos vínculos y en los procesos de
configuración de los mismos. Considerar la “economía” de estas prácticas “antie-
conómicas” en todo caso permite redimensionar la valoración que ellas otorgan a
los lazos afectivizados. Las “ganancias” pueden no coincidir con lo que ha sido
fundamental para una mirada entrenada en registrar las condiciones formales del
trabajo. Incluso pueden limitar el cumplimiento de las escalas salariales, la jornada
máxima estipulada o el acceso a la cobertura jubilatoria. Sin embargo, enmarca-
dos en profundas desigualdades estos intercambios “generosos” entre empleadas y
empleadores, permiten acceder a otras condiciones laborales más inmediatas pero
fundamentales para la resolución de la vida cotidiana y el reconocimiento de su
dignidad. En ese sentido, desde la mirada de las trabajadoras, las relaciones con
los empleadores pierden en legitimidad cuando los vínculos no responden a este
modelo personalizado.
Este conjunto de discusiones simplemente constituye un punto de partida
desde donde comenzar a generar nuevas preguntas. Así, el camino que abren las
recientes reglamentaciones en relación al trabajo doméstico remunerado, que tie-
nen su expresión en el año 2013 con el “Régimen especial de contrato de trabajo
para el personal de casas particulares” (Ley 26844), supone un “avance” en cuanto
se toma el término en su justa medida. Posibilita su reconocimiento como traba-
jadoras, aumenta los niveles de protección, y habilita el acceso ante la justicia en
caso que no sea respetado (Sigaud, 1996). Sin embargo, no se “avanza” de forma
lineal desde la “informalidad” hacia un estado de “formalidad”, por el contrario,
involucra una ruptura con un mapa de significaciones y valoraciones sociales y de-
Las trabajadoras del empleo doméstico... 317
pende de las condiciones sociales específicas en las que se dan esas interacciones.
Finalmente, si se toma “en serio lo que los actores tienen para decir”, la valoración
de los vínculos personalizados nos lleva a sospechar posibles límites en cuanto a
lo que la registración contractual tiene para ofrecer a las trabajadoras.
III-4 El Consejo Indígena Kolla de Iruya,
entre políticas sociales “inclusivas” y prácticas del
“trabajo a pulmón”
Paula Milana
L
Introducción
as políticas sociales desplegadas durante la última década en nuestro país,
se declaran “inclusivas” y definen esta inclusión a través de una herramien-
ta primordial: el “trabajo”. Dicha inclusión, sin embargo, revela una mirada
centralizada que se proyecta en los contextos diversos de nuestro país, anclándose
en una dimensión hegemónica del “trabajo”: el trabajo como factor productivo y la
promoción de la “cultura del trabajo”. Esta tendencia se hace visible no sólo en el
andamio de las políticas sociales en general sino también en las teorizaciones clá-
sicas sobre el trabajo que, atravesadas por la mirada del sistema capitalista, identi-
fican el trabajo únicamente como una actividad productiva generadora de ingresos
monetarios. En nuestra indagación conceptual, planteamos que dicha dimensión
forma parte de las nociones externas del trabajo, a través de las cuales se intenta
construir una determinada categoría del sujeto y de la subjetividad.1
En tanto aparecen en los entramados discursivos de las políticas sociales,
las nociones externas del trabajo conforman relaciones de gobierno, entendiendo
“gobierno” como la forma en que se conduce o se pretende conducir la conducta
(Foucault, 2007 [1978-1979]). Dichas relaciones, al mismo tiempo, se tejen en
diálogo con otras prácticas y saberes locales que actualizan o resignifican dichas
nociones externas. En esta dirección señalamos la existencia de tipos y modos de
trabajo “otros”, con miras a pensarlo como impregnado de lógicas y prácticas que,
con sentidos más o menos liberadores, más o menos dignificantes, se atan a formas
específicas de producción de la vida.2 A este campo de saber/hacer nos referimos
como nociones internas del trabajo.
1 En el sentido que Shore describe, sobre cómo “las personas son categorizadas, clasificadas y regu-
ladas por procesos de política pública sobre los cuales tienen poco control o de los cuales son poco
conscientes. Las políticas no simplemente asignan identidades particulares a individuos y grupos
específicos; construyen activamente esas identidades” (2010: 36). El autor basa esta afirmación
recurriendo a la literatura sobre la “gubernamentalidad” que muestra que “el gobierno moderno
se apoya cada vez más en “técnicas del yo”; esto es, en tecnologías y métodos que implantan las
normas y las prácticas por medio de las cuales los individuos se gobernarán y administrarán a sí
mismos” (2010: 32).
2 Entendemos por “producción de la vida” aquellas estrategias y prácticas variadas mediante las que
se lleva a cabo el sustento vital, cuyas necesidades son definidas culturalmente (Polanyi, 1974).
Estas actividades dejan su impronta en las construcciones identitarias así como en la valoración
del territorio y atraviesan, además, las nociones del “trabajo”.
320 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Analíticamente, nos interesa dialogar con estas nociones del trabajo externas
e internas con el fin de entender la forma en que se dan las relaciones de gobierno:
no sólo a partir de la exploración del mundo de las políticas (ocupada de indagar
sobre actores formuladores, diseños de intervención, enunciaciones discursivas y
categorías técnicas) sino también de las prácticas específicas de las llamadas por
Shore “comunidades objeto” (Shore, 2010). Esta propuesta de análisis nos permite
compartir con Foucault la idea de que el ejercicio de poder se realiza como un
“juego estratégico entre libertades” al nivel de prácticas del hacer, del decir y del
pensar (Foucault, 2001: 422).
En la misma dirección, acordamos con los estudios de políticas sociales
que las entienden en tanto campo de fuerza, discursivo y cultural (Álvarez Le-
guizamón, 2008) y como formas de gobierno (Giavedoni, 2012; Paulizzi, 2012).
Retomamos ciertas nociones de corte foucaultiano para abordar la forma en que
se tejen relaciones de gobierno, en especial mediante políticas sociales que han
dispuesto categorías y lógicas del “trabajo” durante la última década. Estas herra-
mientas conceptuales nos invitan a realizar una suerte de ejercicio de “genealogía”
(Foucault, 1992) sobre las particularidades y singularidades de los procesos que
pretendemos analizar.
En este caso, los lugares de la etnografía se agrupan en torno al Departamento
de Iruya, en el noroeste salteño. Los modos de vida iruyanos se entrelazan con
diferentes culturas de grupos étnicos que han habitado la geografía de Iruya y
alrededores, a través de prácticas y saberes diversos, en el marco de una economía
de subsistencia.3 Estos grupos se reconocen y reivindican a sí mismos actualmente
en su dimensión identitaria como kollas.
A partir de esta especificidad, donde el análisis no puede ser separado del
conjunto de experiencias vividas en el “campo” en tanto instancia etnográfica y
reflexiva, el presente artículo recorre tres tramos de camino en el estudio de las
políticas sociales y el trabajo. En primer lugar, abrimos un panorama general sobre
la enunciación de las políticas sociales “inclusivas” vinculadas específicamente
con el trabajo y la forma en que operan desde 2003 en nuestro país. En segunda
instancia, delineamos un contexto histórico general de Iruya, para luego volver
al presente y analizar posibles reconfiguraciones de políticas sociales en el De-
partamento de Iruya, Provincia de Salta, intentando esbozar una aproximación
genealógica.4 El marco de referencia es el Consejo Indígena Kolla de Iruya, orga-
3 Entendiendo ésta como una categoría de las ciencias sociales en su esfuerzo de comprender formas
de vivir distintas a la forma capitalista; consumen parte de lo producido y se desenvuelven a través
de complejas estrategias de intercambio y reciprocidad (Polanyi, 1994), usos de la tierra, formas
de acceso monetario y trabajo doméstico (Meillasoux, 1987).
4 Adoptar una mirada genealógica significa, en el pensamiento de Foucault preguntarse por las
condiciones de surgimiento de dispositivos, conceptos o diagnósticos: cuando ellos se vuelven
visibles (Grondona, 2011). La genealogía mira los detalles azarosos de irónicos comienzos, in-
corporando a la historia que “con sus debilidades, sus furores secretos, sus grandes agitaciones
Consejo Indígena Kolla de Iruya 321
febriles y sus síncopes, es el cuerpo mismo del devenir” (Foucault, 1992 [1976]:10).
5 Construir un objeto de investigación dentro de este campo supone revisar la forma en que se
construyen los problemas sociales, políticas sociales, así como la “cuestión social” (Castel, 1997).
La cuestión social contiene la pregunta fundamental de las Ciencias Sociales sobre la forma en
que las sociedades buscan y/o resuelven la cohesión social, que no sólo resulta de la tensión entre
la igualdad jurídica y la desigualdad social, sino de la manera en que las vinculaciones jurídico-
sociales y las desigualdades se realizan, siempre en transformación permanente debido a las luchas
sociales.
322 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
10 La expresión “producción del espacio” proviene de Henri Lefebvre (2013 [1974]) y con ella hace-
mos referencia a una de las dimensiones de las prácticas espaciales, las cuales no sólo implican la
apropiación del espacio (su uso) sino, además una producción del espacio (la creación de nuevos
sistemas y configuraciones espaciales).
Consejo Indígena Kolla de Iruya 325
12 Esta aseveración pareciera volver a un mito fundacional de la Nación sobre la movilidad social
ascendente: el de los inmigrantes en su llegada a la Argentina. Citando a la presidenta: “esta idea
de progreso que hemos podido reconstruir los argentinos, la estamos haciendo en un modelo de
crecimiento donde además el trabajo vuelve a ser el eje central con todo el impacto que esto tiene
en materia de participación del sector asalariado, en la distribución del ingreso y […] en la distri-
bución de la riqueza” (Cristina Fernández de Kirchner, MDS, 2010: 22, Tomo I).
13 Se trata de una iniciativa llevada adelante por las Naciones Unidas, en la que se fijan 18 metas a
alcanzar en 15 años a partir del año 2000, por ejemplo: erradicación de la pobreza extrema, pro-
moción del trabajo decente, un medio ambiente sostenible y una asociación a nivel global para el
desarrollo (MDS, Tomo II, 2010). Dentro de este paradigma, se defiende el papel de las políticas
sociales en tanto generadoras de respuestas al “desarrollo humano”, concebido como una ligazón
de pautas y principios que consideran a los individuos “protagonistas de su desarrollo” (MDS,
Tomo II, 2010: 30).
Consejo Indígena Kolla de Iruya 327
Por otro lado, si el trabajo aparece -junto a la familia- como el foco principal
de las políticas sociales, o “la mejor política social” (Alicia Kirchner, MDS, 2010:
12, Tomo II), es porque condensa una serie de características que lo constituyen
como un elemento de “integración social”, mecanismo de “desarrollo sustentable”
y objeto de dignidad (MDS, 2010: 11, Tomo II). En esta dirección se enuncia el
“empleo digno” o “trabajo decente” como política de estado, como “antídoto con-
tra la pobreza”, según la presidenta Cristina Kirchner, en especial para llegar a un
“régimen de pleno empleo en la Argentina, con trabajadores en blanco y salarios
dignos” (MDS, 2010: 9, Tomo I). Siguiendo las normativas de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), se defiende una categoría del trabajo en tanto
“trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en
el cual los derechos son respetados y cuenta con remuneración adecuada y pro-
tección social” (MDS, 2010: 106, Tomo II).De esta manera, en la construcción de
este modelo singular de gobierno se combinan nociones retomadas del peronismo
tradicional con otras promovidas por organismos internacionales de financiamien-
to e intervención, como los siguientes: ONU, OIT, Banco Mundial (BM), Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), y Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD).
“Nosotros queremos construir el desarrollo humano con identidad
nacional y esto no sale por decreto, esto se construye. […] Que-
remos un desarrollo local que se integre al desarrollo nacional, al
desarrollo provincial y al desarrollo municipal, en una ida y vuelta
con todas las organizaciones de la comunidad” (MDS, 2010: 30,
Tomo II).
La idea de “inclusión social” se construye como el marco de lo que se denomina
abordaje territorial para el desarrollo humano, garantizando los derechos civiles y
sociales, en especial vinculados a la “supervivencia”, la “educación” y el “acceso
laboral” (MDS, 2010: 52, Tomo II).
Esta amplia noción, declarada por los gobiernos democráticos en general
como el marco para la participación efectiva, debe ser definida en base a cuáles
son sus alcances y qué significa la inclusión en un marco estatal. Tal como expre-
san Hintze y Costa, los sentidos que se le atribuyen a la inclusión “son diferentes
según qué abarque estar incluido y, en consecuencia, también lo es la responsabili-
dad del Estado en la generación de la inclusión” (Hintze y Costa, 2011: 162-163).
En nuestro país y en el ámbito político, los sentidos dados a esta palabra
se fueron configurando en relación al problema del desempleo (Perelman, 2010:
18).14 Mientras en los ‘90 esta inclusión era identificada con la asistencia y con
14 La importancia dada a la noción de inclusión y trabajo se entrevé al relacionarla con los últimos
y profundos cambios sucedidos en los ‘80 y ‘90, en el mercado de trabajo y en las estrategias de
los trabajadores a nivel general, contexto en el que se fue delineando el campo de intervención
328 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
preguntemos: ¿de qué manera operan estas políticas en los espacios singulares
de la Argentina, como es Iruya y, en especial, en relación a una organización te-
rritorial indígena como el CIKDI? Para responder estas preguntas será necesario
indagar, primero, en sus procesos históricos.
En este apartado realizaremos un acercamiento geográfico, histórico y social
a Iruya para luego recorrer algunos aspectos de la reconfiguración de las políticas
sociales en dicho territorio, en relación con las prácticas de la organización en
cuestión.15 Nos preguntamos sobre la manera en que el CIKDI se construye como
mediador entre las políticas sociales del Estado y las comunidades, cómo se apro-
pia de dichas políticas y a qué sentidos del trabajo recurre. Al respecto, focaliza-
remos en un sector de políticas sociales volcadas a la “inclusión” que establecen
directa relación con el CIKDI, aquellas desplegadas a través de la Subsecretaría de
Agricultura Familiar, nodo Salta.
15 Entendemos que esta reconfiguración se hace visible en tanto las prácticas de gobierno a la vez se
imbrican con la agencia de la organización, es decir, en la medida que las políticas sociales dan
respuesta a las demandas de las comunidades, en especial sobre aspectos vinculados al acceso a
la tierra y el ejercicio de derechos en un marco de reivindicación indígena, como veremos más
adelante.
330 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen III-4-1
Cómo llegar a Iruya
Consejo Indígena Kolla de Iruya 331
Mientras que la población total del departamento llega a casi 6000 personas, la
del municipio es de 4300 y se concentra principalmente en la cabecera con 1480
personas.16 Además, a lo largo del mapa iruyano se pueden distinguir aproxima-
damente 23 núcleos habitados, llamados en general “comunidades”, “parajes”,
“rodeos” o “sectores”.17 Espacios dinámicos que se constituyen en relación a los
accidentes geográficos y las vicisitudes climáticas (que a veces obligan a trasladar
los asentamientos debido a crecidas del río, aludes de barro, entre otros) así como
en relación a la movilidad de sus habitantes.
Imagen III-4-2
Iruya. Vista geográfica
Fuente: Google earth
Imagen III-4-3
Iruya y sus comunidades
Foto propia
19 “Y sí, tengo mucho pa’ contar, todo esto ha sido a pico y pala, hasta ahora, que tengo mi bracito
así quebrado pero igual tengo que ir, que las arvejas, que cosechar, que limpiar los campos… y mi
marido también, el está viejito pero me dice “me aburro”, y qué va a hacer en la casa, viene para
almorzar y a tomar el té pero ahí está sacando los yuyos” (Pobladora de Pueblo Viejo, Iruya, 78
años).
334 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
Imagen III-4-4
“Sectores de trabajo” y distancia en horas
Fuente: Alicia Torres (2010)
20 Una edición del diario Página 12 expresa: “pese a ser ya un pueblo turístico, hay cosas que nada
cambian. Quizá producto de la distancia, o tal vez por el respeto que impone su cultura ancestral”
(Donadio, 2012).
21 Las Mercedes de tierras establecidas “conforman un hito histórico esencial porque marcan la de-
limitación territorial inicial de la que luego devendría la división en las fincas actuales” (Cladera,
2006: 34).
Consejo Indígena Kolla de Iruya 337
22 “Las terrazas con pisos de cultivos y sistemas de riego han sido abandonados paulatinamente, en
las épocas de la zafra cuando se emigraba a los ingenios azucareros de San Martín del Tabacal y
San Isidro para pagar los arriendos. De ello sólo quedan algunos rastros de esta forma de produc-
ción donde se cultivan en pisos oca, papa, maíz y maní. Se han perdido algunas variedades de oca
y papa, muy poco queda de kiwicha y se han incorporado especies como arveja, zapallo y plantas
forrajeras que se cultivan principalmente en las partes más llanas, sin la creación o recuperación
de las terrazas antiguas” (Equipo Técnico Iruya, 2012: 6).
23 Esta situación provocó profundos malestares en las comunidades de Iruya, los cuales se visibili-
zarían a través de una creciente negación a pagar los arriendos y darían pie al conocido “Malón
de la Paz” en 1946, protagonizado por puneños aunque en el que también participaron habitantes
de Iruya (principalmente de Finca Santiago) caminando desde Abra Pampa (Jujuy) hasta Buenos
Aires. Una movilización a lo largo de 1800 km con el fin de reclamar por la expropiación de las
haciendas y por los derechos de restitución formal de la tierra.
24 OCLADE fue fundada por el mismo obispo responsable de la creación de la Prelatura de Huma-
huaca, durante la II Asamblea de dicha institución, en 1983.
25 [En línea] http://www.jujuyaldia.com.ar/jad/General/55322.html [consulta: abril de 2014].
338 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
lizar las “fuerzas de cambio” y los recursos que fortalezcan las pautas culturales,
generando un respeto a lo propio, a través del “fortalecimiento”.26
Una década más tarde, en el año 1991, el departamento de Iruya y sus 4682
habitantes eran categorizados con altos parámetros de Necesidades Básicas Insa-
tisfechas (NBI), los más altos de la provincia de Salta (79,1%).27 Ellos también
mostraban cifras alarmantes en cuanto a mortalidad infantil, contribuyendo a re-
afirmar la condición de los pobladores iruyanos como “pobres estructurales” (To-
rres, 2007) y englobados bajo el difuso concepto de “pobreza rural”.
Esto sucedería en el marco de un proceso de reivindicaciones por los dere-
chos y convenios a nivel jurídico-nacional sobre el manejo de las tierras y recursos
naturales de “pueblos indígenas”, el acceso a la salud y la educación, así como la
participación en las decisiones y políticas que los involucran. En primer lugar,
cabe mencionar la creación en 1985 del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
(INAI), como entidad “descentralizada con participación indígena”. El instituto se
crea a partir de la Ley 23302 (1985) de Política Indígena y Apoyo a las Comunida-
des Aborígenes, la cual lleva a reconocerlas como “personas jurídicas” (Moritán,
2008). Posteriormente, la Ley 24071 (1992) convalidará el Convenio 169 de la
OIT (1989) y el INAI será reglamentado por el Decreto 155 (1989) que conviene
en asegurar el ejercicio de la “plena ciudadanía” a los integrantes de los pueblos
indígenas así como su derecho sobre tierras y recursos naturales, garantizando el
cumplimiento del Art. 75, Inc. 17 de la Constitución Nacional (1994).
Por un lado, el Convenio 169 estableció las bases para hablar de “pueblos”
indígenas y tribales en tanto sociedades independientes y permanentes, titulares
de derechos colectivos, reconociendo la diversidad étnica y cultural y promovien-
do la protección e incentivación a establecer prioridades propias de desarrollo, el
control propio sobre las instituciones sociales, políticas y culturales y su desarrollo
económico (Art. 13, 14, 15, Inc. 1, 16, Inc. 1, 17).28 Por otro lado, el artículo 75 de
la Constitución Nacional, reconoce la preexistencia étnica y cultural de los “pue-
blos indígenas argentinos”, lo que conlleva la obligación de garantizar el respeto a
la identidad, el derecho a una educación bilingüe e intercultural, el reconocimiento
de la personería jurídica, la posesión y propiedad comunitaria así como la regu-
lación de la entrega de tierras aptas y suficientes para que los pueblos indígenas
logren el “desarrollo humano”.
29 Para mayor información sobre las prácticas de intervención de OCLADE en Iruya, ver Milana
(2014).
30 Por ejemplo, el escritor salteño Dávalos los describía como una raza indígena pura, atacameña,
proveniente de Bolivia (1950). Esta aseveración, incorporada en el imaginario salteño del siglo
340 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
XX, los concebía incluso como “menos que indios”, porque eran indios extranjeros (Álvarez Le-
guizamón, 2008; Torres, 2010).
31 En Iruya, así lo revelan las encuestas del programa de APS, al preguntar sobre la cultura o “raza” a
la que pertenecían sus pobladores: en 1978, nadie se consideraba colla. En el año 2008, sí lo hacía
el 96% de la población (Torres, 2010).
Consejo Indígena Kolla de Iruya 341
Imagen III-4-5
Asamblea del CIKDI en Chiyayoc (marzo de 2013)
Foto propia
trabajo que invocan, así como por las particularidades del equipo técnico. Estas
políticas son las desplegadas a través de la Subsecretaría de Agricultura Familiar
(SsAF), nodo Salta.34 Estas políticas son importantes para el Consejo ya que se
vuelcan al tema “territorio” y utilizan recurrentemente, en su discurso, la figura del
“productor familiar”, “agricultor familiar” o “pequeño productor”.
La presencia de la SsAF en el municipio de Iruya se remonta a la década de
1990, cuando se comenzó a implementar el Programa Social Agropecuario (PSA),
destinado a proyectos productivos para grupos campesinos o “comunidades ori-
ginarias”. La singularidad del programa es que participó en un proceso en el que
se involucraron otras organizaciones y organismos, a modo de “socios externos”,
interpelando a los “actores internos” con la propuesta de “revalorizar las pautas
culturales propias de la población local y el fortalecimiento de sus organizaciones
comunitarias” (ver Proyecto Integrando acciones para el desarrollo local, 2003).
En otras palabras, el programa se articuló con el CIKDI, sumándose a las ini-
ciativas que ya venían realizándose, desde el ámbito religioso y civil, desde los
años ochenta, relacionadas con la lucha por las tierras y con la reivindicación de
derechos indígenas.
“En esta lucha por las tierras, en ese ínterin nosotros fuimos cono-
ciendo mucha gente, muchos programas, nos capacitamos, proyec-
tos… Así que trabajamos con el PSA en ese momento, con el INTA,
el Pro-Huerta […] Fue una de las primeras comunidades que em-
pezó a trabajar con este tipo de proyectos” (Miembro del Consejo
Kolla de Colanzulí).
Asimismo, el trabajo del PSA no fue menospreciado en Iruya, donde se intentó que
fuera algo más que un “programa de ayuda” y además de los proyectos de auto-
consumo y los créditos para mejorar el cultivo, se gestionaron algunos “proyectos
grandes”.35 Incluso, el programa fue más allá: conformó un equipo técnico entre
cuyos integrantes se cuentan, hasta el día de hoy, miembros de las comunidades,
en cuya elección tuvo influencia el Consejo.
34 La Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar es creada en 2008 por el Poder Eje-
cutivo Nacional, obteniendo el rango de Secretaría en 2009, dentro del Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación. En este momento se conforma dentro de ella la “Subsecretaría
de Agricultura Familiar”, creada con el fin de “promover un desarrollo rural que incluya a los
Agricultores Familiares, dar respuesta a las necesidades específicas de este sector, […] creando
condiciones de inclusión” (Folleto de la SsaF, 2012)
35 Como por ejemplo: un proyecto de más de diez mil metros de canalización de agua para riego, en
el caso de Colanzulí, permitiendo cultivar nuevas tierras: “lo cual no era un dato menor, por un
tema de que se han podido cultivar tierras que no se cultivaban antes, o que se cultivaban anterior-
mente y debido a la falta de agua ya no se cultivaban. Entonces, no era un dato menor, y a partir
de ahí la gente empezó a sembrar más, a cultivar más, un mejoramiento económico”. (Técnico de
la SsAF, dirigente del CIKDI). Se mencionan además otros proyectos para Rodeo Colorado, en un
contexto de fuerte “asistencia” técnica.
344 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
36 “En Salta la conducción de […] tendió a la organización, a fortalecer las organizaciones, al de-
sarrollo más que a la asistencia y entonces cuando eso…, digamos, coincidió mucho más con el
espíritu del estado a nivel nacional, prácticamente todas la estructura del PSA pasó a formar parte
o a definir la SSAF” (Técnica de la SsAF, extécnica de PSA).
37 En Salta, son categorizadas como parte de la AF 8000 “explotaciones” (a nivel nacional se re-
gistran 250000) que representan el 78% de las explotaciones de la provincia, pero sin embargo
cuentan con el 18% de la superficie productiva.
38 Las familias son conceptualizadas como unidades productivas, siguiendo teorizaciones del campe-
sinado chayanovianas.
Consejo Indígena Kolla de Iruya 345
maestro era de otro lugar […] Después pasaron unos años e hicieron
una escuelita, con ayuda de la municipalidad, llevaban todas las co-
sas a lomo así nomás, no había ni agua, había que acarrear hasta el
adobe” (Jacinta, pobladora de Iruya).
El trabajo comunitario, en este caso, implica que alguien ofrezca su casa, que
otros acarreen los materiales, que el espacio pueda seguir produciéndose desde
el esfuerzo de todos, que toda la comunidad siga existiendo, ya que los chicos no
tendrán que irse al pueblo a estudiar. Esta experiencia es fuertemente valorada en
función a dos puntos: por un lado se percibe que “se está perdiendo esa solidari-
dad” del trabajo a pulmón y, por otro, que los niños que crecieron y se educaron en
estas comunidades se han ido. Aunque siguen existiendo, estas prácticas se inscri-
ben en el imaginario bajo la amenaza de una posible desaparición. Esto se debe a
que, si bien el trabajo a pulmón forma parte de las estrategias de vida en Iruya que
se vinculan al trabajo comunitario y a mecanismos de solidaridad; la producción
de la vida implica muchos otros sentidos del trabajo que remiten a una historia
localizada. Por ejemplo, otros trabajos en la trayectoria de mujeres y hombres que
han incluido prácticas que remiten al “trabajo a sueldo”, categoría nativa que habla
del trabajo remunerado, por ejemplo en ingenios, minas, fincas, municipalidad,
escuelas, también becas o recepción de subsidios.
En las dinámicas del Consejo, este trabajo a sueldo remite a un tema indivi-
dual que en general implica tensiones las que tratan de atenuarse para que no inter-
fieran en los debates. El trabajo a sueldo se representa a veces como un problema,
en tanto es el “trabajo que falta” en el territorio y provoca la migración de los habi-
tantes, quienes “salen” de las comunidades hacia las ciudades, para buscar nuevas
formas de sustento monetario. En este sentido, el trabajo a sueldo se vincula con
las nociones externas del trabajo, en tanto ellas refieren al trabajo remunerado, a la
llamada “cultura del trabajo”. Esta supone que uno tiene una capacidad de trabajo
a vender, con un valor específico y que suele encontrarse en lugares alejados de las
comunidades. Por lo tanto, se lo mira como un problema que deberá ser soluciona-
do a largo plazo con la “creación de puestos de trabajo” en el lugar.
En contraposición, se destaca el trabajo a pulmón de los integrantes que par-
ticipan de las reuniones, sin ninguna oportunidad laboral. En este contexto, el
trabajo a pulmón adquiere su plena definición como elemento de la organización
de las comunidades, actualizado al convertirse en un recurso del Consejo Kolla
de Iruya en dos aspectos: permite agruparse colectivamente en las demandas y
reclamos. Por otro significa aquello que puede movilizarse y redireccionarse para
adecuar proyectos y programas a sus propias lógicas de producción de la vida.45
De esta manera, el trabajo a pulmón se vuelve un mecanismo de reciprocidad, que
45 Es decir, trabajo no pagado en el marco de los programas que demandan autogestión o apelan al
“capital social” de estas poblaciones.
Consejo Indígena Kolla de Iruya 353
46 Para este autor, “cuando hablamos de territorio estamos describiendo una relación entre colecti-
vidades y recursos naturales que necesariamente pasa por la dimensión política y se refiere a un
determinado cuadro jurídico […], expresando demandas potencializadas por derechos especiales,
reconocidos sólo ahora y de cierta forma pasibles de ser implementados por las acciones del Esta-
do” (Pacheco de Oliveira, 2006: 49).
354 Neocolonialismo, capitalismo, pobreza...
A modo de cierre
El trabajo en tanto práctica para ganarse la vida, siempre ha estado presente en las
sociedades, sólo que de muchas formas. Lo que cambia son los discursos acerca
del mismo, las significaciones, lo que es legítimo y lo que no. La dimensión hege-
mónica del trabajo –la “cultura del trabajo”– remite a una categoría que nace del
campo social-científico y se acota en visiones evolucionistas y productivistas que
hoy se esconden en el discurso de variadas instituciones y de prácticas de gobier-
no como, hemos intentado mostrar, en las políticas sociales inclusivas actuales
desplegadas en la Argentina. Nos interesa indagar en las disputas por establecer
qué es el trabajo y quién es el sujeto que lo realiza, como hemos mostrado en este
trabajo. El trabajo, de esta manera, puede ser abordado como un espacio de signi-
ficados en disputa y de intervención activa por parte de diversos grupos.
En estas líneas, nos hemos volcado a la urgencia de comprender –desde una
perspectiva antropológica– ciertas prácticas del trabajo y los sentidos que se actua-
lizan en la producción de la vida, en paralelo a una construcción constante del mar-
co teórico-metodológico para analizarlas. Por ello, a partir de entender al trabajo
como un espacio de significados en disputa, construimos las nociones externas e
internas del trabajo, basados también en las categorías nativas encontradas.
Las nociones externas se vinculan con prácticas de gobierno y dispositivos
que disponen de categorías técnicas del trabajo, tanto productivistas como asa-
lariadas y/o remuneradas. Éstas se relacionan con las políticas sociales, en tanto
Consejo Indígena Kolla de Iruya 355
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