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SOR MARÍA IGNACIO LO EXPLICA

TODO PARA USTED


De CHRISTOPHER DURANG

Personajes

Sor María Ignacio

Tomás

Gary Sullavan

Diana Symonds

Filomena Rostovitch

Aloysius Busiccio

Escenografía

Es bastante sencilla. Debe haber un atril, una maceta con una palmera,
algunas sillas. También hay un caballete o algo similar donde se encuentran
varios dibujos hechos sobre cartulina; el único que se alcanza a ver está en
blanco o tiene una cruz sencilla.

Acto único

Entra Sor María Ignacio, vestida con un hábito de monja anticuado, mira al
público hasta captar su atención; luego sonríe, aunque de manera algo
cansada; después comienza su conferencia, dirigiéndose directamente al
público.

Sor María: (Persignándose) En le nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, amén. (Enseña el siguiente dibujo del caballete, un dibujo
bien realizado, aunque algo infantil, del planeta Tierra, el Sol y la
Luna.) Primero está la Tierra. Cerca de la Tierra está el Sol, y

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también cerca está la Luna. (Va al siguiente dibujo que, dividido en
tres muestra las puertas del Cielo entre nubes; alguna especie de
área tenebrosa con senderos, u otra imagen que pueda sugerir la
espera y el andar sin rumbo, y la tercera área con gente ardiendo
en llamas y con pequeños diablos que los pican con tridentes.)
Fuera del universo, adónde vamos después de morir, están el
cielo, el infierno y el purgatorio. El cielo es donde vivimos en
eterna felicidad con Nuestro Señor Jesucristo. (Inclina la cabeza)
el infierno es donde estamos eternamente privados de la
presencia de Nuestro Señor Jesucristo (inclina la cabeza), y por lo
tanto somos infelices. Ésta es la mayor agonía del infierno, pero
también hay tormentos físicos innombrables, de los que
hablaremos más adelante. El purgatorio es el área intermedia,
adonde vamos después de la muerte para sufrir si no hemos sido
perfectos en nuestras vidas y no estamos por lo tanto, listos para
el cielo, o si no hemos recibido los sacramentos y no nos hemos
confesado con un padre momentos antes de morir. Dependiendo
de nuestros pecados, el purgatorio puede prolongarse un largo,
largo tiempo y es bastante desagradable. Aunque todavía no
sabemos si hay algún tormento físico en el purgatorio, sí sabemos
que hay un gran tormento psicológico porque nos demoramos en
estar ante la presencia de Nuestro Señor Jesucristo (inclina la
cabeza). Para aquellos no-católicos que están presentes, inclino la
cabeza para mostrar respeto a Nuestro Salvador cuando digo su
Nombre. Nuestro Señor Jesucristo. (Inclina la cabeza) Nuestro
Señor Jesucristo. (Inclina la cabeza) Nuestro Señor Jesucristo.
(Inclina la cabeza) Puedes permanecer en el purgatorio cualquier
número de años entre trescientos y setecientos mil millones. Esto
puede sonar a perpetuidad, peo no olviden que en términos de
eternidad setecientos mil millones de años sí llegan a terminar.
Todo llega a su fin, excepto Nuestro Señor Jesucristo. (Inclina la
cabeza. Señala el dibujo otra vez y repite su razonamiento) El
cielo, el infierno, el purgatorio. (Sonríe. Va al siguiente dibujo que
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al igual que el purgatorio es un área tenebrosa, quizá con una reja
tipo cárcel, y con criaturas parecidas a bebés tristes que flotan en
ella) También está el limbo, que es donde los bebés no bautizados
iban a pasar la eternidad antes del consejo Ecuménico y del papa
Juan XXIII. Los bebés no bautizados enviados al limbo nunca
salían del limbo y por tanto nunca llegaban al cielo. Ahora los
bebés no bautizados son enviados directamente al purgatorio
donde se supone que alguien los bautiza y entonces se les envía al
cielo. Sin embargo, los bebés no bautizados que murieron antes
del consejo Ecuménico permanecen en el limbo y nunca serán
admitidos en el cielo. El limbo no es del todo desagradable, sólo
que no es el cielo y nunca se sale de allí. Quiero dejar muy claro lo
de la Inmaculada Concepción. No significa que la Santa Madre
haya dado a luz a Cristo sin la desagradable e incómoda intimidad
física. Esto es cierto peo no se le llama la Inmaculada Concepción,
se le llama el Nacimiento Virgen. La Inmaculada Concepción
significa que la Santa Madre misma nació sin pecado original.
Todo el mundo comete el mismo error, me hace perder la
paciencia. Que la concepción de María fue inmaculada es un
pronunciamiento infalible. Algunos no-católicos criticones dicen
que los católicos creen que el papa es infalible cuando habla. Esto
no es cierto. El papa solo es infalible en ciertas ocasiones, cuando
habla ex cathedra, que en latín significa “fuera de la catedral”.
Cuando habla ex cathedra, debemos aceptar lo que dice como
dogma, o correr el riesgo del fuego del infierno o, ahora que las
cosas se están poniendo más liberales, muchos, muchos años en
el purgatorio. Ahora quisiera un vaso con agua. Tomás. (Entra
Tomás, un niño de escuela parroquial vestido de corbata y saco)
éste es Tomás, tiene siete años y está en segundo año en la
Escuela de Nuestra Señora del Perpetuo Dolor. Los siete años son
la edad de la razón, así que ahora que Tomás los ha cumplido es
capaz de decidir si comete un pecado o no comete un pecado, y
Dios le pedirá cuentas de lo que haga. ¿No es así, Tomás?
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Tomás: Sí, madre.

Sor María: Antes de que cumplamos siete años Dios tiende a no hacer caso
de las cosas malas que hacemos porque Él sabe que no
entendemos. Una vez que cumplimos los siete, el siente que
podemos entenderlo. Tomás ¿quién te hizo?

Tomás: Dios me hizo.

Sor María: ¿Por qué te hizo Dios?

Tomás: Dios me hizo para demostrar su bondad y para compartir con


nosotros su felicidad.

Sor María: ¿Cual es el sexto mandamiento?

Tomás: El sexto mandamiento es no cometerás adulterio.

Sor María: ¿Qué prohíbe el sexto mandamiento?

Tomás: El sexto mandamiento prohíbe toda impureza de pensamiento,


palabra o acción, ya sea solo o acompañado.

Sor María: Eso es correcto, Tomás (Le da una galleta.) Tomás tiene una
hermosa voz de soprano que la iglesia antes conservaba al crear
castrati. Desafortunadamente Tomás perderá su voz de soprano
en algunos años y en su lugar recibirá vello facial y dificultades
psicológicas. Para mí, no es un cambio que valga la pena. Puedes
irte, Tomás. ¿Cual es el cuarto mandamiento?

Tomás: El cuarto mandamiento es honrarás a tu padre y a tu madre.

Sor María: Muy bien. (Le da la galleta. Él sale) a veces en las mañanas miro a
los niños formándose frente a la escuela, y me invade una
sensación de tristeza y agotamiento al pensar en todo el dolor y
sufrimiento y tristeza personales que enfrentarán en sus vidas.
(Se ve triste; come una galleta) ¿Pero pueden sus sufrimientos
compararse con los de Cristo en la cruz? Pensemos en Cristo en la

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cruz un momento. Traten de sentir los clavos desgarrando sus
manos y sus pies. Algunos expertos dicen que de hecho los clavos
le atravesaron sus muñecas, que era mejor para sostenerlo en la
cruz, aunque, claro, la mayoría de las imágenes tienen los clavos
atravesándole las palmas. Imaginen esos clavos siendo insertados:
golpe, golpe, golpe, desgarre, desgarre, desgarre. Imaginen la
corona de espinas clavándose en su cráneo, y la horrible
sensación en su cerebro y en sus ojos. Imaginen la sangre de su
cerebro brotando a chorros por sus ojos, imaginen su visión
estrábica a través del velo de líquido rojo. Imaginen esas cosas y
luego atrévanse a sentir lástima por los niños formándose afuera
de la escuela. No nos atrevemos; su sufrimiento fue mayor que el
nuestro. ¡Él murió por nuestros pecados! Los de ustedes y los
míos. Nosotros lo pusimos allí arriba, ustedes lo hicieron, todos
ustedes que están sentados allá. ¡Él nos amó tanto que bajo hasta
la Tierra sólo para que pudiera ser clavado dolorosamente en una
cruz y quedar colgado allí durante tres horas! ¿Quién más nos ha
amado tanto? Yo vengo de una familia numerosa. Mi padre era
alto y feo, mi madre tenía mal carácter y no me quería. Éramos
veintiséis. Nos tomaba tres horas lavar los platos, pero Cristo
quedó colgado en esa cruz durante tres horas y Él nunca se
quejó. Vivíamos en una pequeña casa fea, y yo compartía una
recámara con todas mis hermanas. Mi padre regresaba a casa
con vagos borrachos y los dejaba quedarse en la misma
habitación que él y mi madre. “Lo que le hagas al menos
importante de éstos, me lo haces a mí”, decía Cristo. A veces
estos vagos ponían histérica a mi madre, y teníamos que echarle
agua. Tomás, ¿me puedes traer más agua por favor? ¿Y unos
chocolates? (Entra Tomás) ¿quién te hizo?

Tomás: Dios me hizo.

Sor María: ¿Cuál es el noveno mandamiento?

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Tomás: El noveno mandamiento es no desearás a la mujer de tu prójimo.

Sor María: ¿Qué prohíbe el noveno mandamiento?

Tomás: El noveno mandamiento prohíbe toda indecencia de


pensamiento, palabra y acción, ya sea solo o con la mujer del
prójimo.

Sor María: Gracias. Vete otra vez. (Él sale)Dejad que los niños se acerquen a
mí, dijo Nuestro Señor. No recuerdo en relación a qué. Tengo sus
preguntas aquí en unas tarjetas de fichero. (Lee) Si dios es
todopoderoso ¿por qué permite la maldad en el mundo? (Va a la
siguiente tarjeta sin reacción. Lee) Cuéntenos más sobre su
familia. (Sonríe) Hacíamos acción de gracias antes de cada comida.
Mi madre era pésima cocinera. Solía hervir carne picada. Ella
odiaba a los niños pequeños, pero no podían usar
anticonceptivos. Déjenme explicar esto una vez más. Los
anticonceptivos son malos porque Dios, piensen lo que piensen,
creó el sexo para propósitos reproductivos, no recreativos. Todo
en este mundo tiene un propósito. Comemos para alimentar a
nuestro cuerpo. No comemos y luego nos inducimos al vómito
inmediatamente, ¿verdad? Así debería ser con el sexo. O se hace
con el propósito correcto, o equivale a vomitar, moralmente
hablando. La próxima pregunta. (Lee) ¿Las monjas van al baño? Sí.
(Lee) ¿Jesús era afeminado? Sí. (Lee) Tengo un tumor cerebral y le
tengo miedo a la muerte. ¿Qué debo hacer? Pensé que ya les
había explicado qué pasa después de la muerte. Está el cielo, el
infierno y el purgatorio. ¿Cuál es el problema? “ah, hombres de
poca fe”, le dijo Cristo a alguien. Está bien. Como sabe cualquier
niño de siete años, hay dos tipos de pecado: pecado mortal y
pecado venial. El pecado venial es menos serio, como decir una
pequeña mentira a los padres, o usar el nombre del Señor en vano
cuando uno se machuca el pulgar con un martillo, o patear a un
perro que está ladrando. Y si alguien muere con pecado veniales

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en la conciencia, no importa cuantos sean, tarde o temprano los
resolverá en el purgatorio. Por otra parte está el pecado mortal,
que es el pecado más serio que se puede cometer –asesinato,
sexo fuera del matrimonio, secuestrar un avión, masturbación- y
si alguien muere con alguno de estos pecados en el alma, aunque
sea uno solo, irá directo al infierno y arderá durante toda la
eternidad. Ahora bien, para librarse del pecado mortal uno debe
confesarse y jurar nunca volverlo a hacer. Si, como muchos de
ustedes saben, alguien se dirige a confesar un pecado mortal y lo
atropella un coche o un camión antes de llegar quizá Dios lo
perdone si antes de morir logra hacer un buen acto de contrición.
Si muere instantáneamente y no puede hacerlo, irá derechito al
infierno. Tomás, ven a leer esta lista parcial de los que van a arder
en el infierno.

Entra Tomás.

Tomás: (Lee) Christine Keeler, Roman Polanski, ZsaZsa Gabor, los editores
de la revista Después de la Oscuridad, Linda Lovelace, Georgina
Spelvin, Big Jhon Holmes, Brooke Shields, David Bowie, Mick
Jagger, Patty Hearst, Betty Comden, Adolph Green.

Sor María: Ésta es solo una lista parcial. Se le agregan nombres


constantemente. Tomás. ¿Cuál es la mejor manera de evitar el
infierno?

Tomás: No cometer pecados mortales, participar en los sacramentos,


sobre todo ir a confesión y recibir la comunión, y obedecer a
nuestros padres.

Ella le da una galleta.

Sor María: Buen niño. ¿Amas a Nuestro Señor, Tomás?

Tomás: Sí, Madre.

Sor María: ¿Qué tanto?


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Tomás: Así. (Extiende los brazos con amplitud)

Sor María: Pues eso es muy bonito, pero Cristo nos ama infinitamente.
¿Cómo lo sabemos, Tomás?

Tomás: Porque usted nos lo dice.

Sor María: Así es. Y por sus acciones. Él murió en la cruz por nosotros y para
redimir nuestros pecados. ¿No fue bueno de su parte?

Tomás: Muy bueno.

Sor María: ¿Y no deberíamos estar agradecidos?

Tomás: Sí deberíamos.

Sor María: Así es, deberíamos. (Le da una galleta.) ¿Cómo se escribe galleta?

Tomás: G-a-l-l-e-t-a.

Sor María: Muy bien. (Le da una galleta.) María tuvo una discusión con sus
padres y les disparo y los mató. ¿Eso es pecado mortal o venial?

Tomás: Eso es pecado mortal.

Sor María: Si muere con este pecado mortal en el alma, ¿irá al cielo o al
infierno?

Tomás: Irá al infierno.

Sor María: Muy bien. ¿Cómo se escribe ecuménico?

Tomás: (Dejándolo sonar) Ecu: e-q-u; men: m-e-n; ico: i-k-o.

Sor María: Muy bien. (Le da una galleta.) ¿Cuánto es dos más dos?

Tomás: Cuatro.

Sor María: ¿Cuánto es uno más uno más uno más uno más uno más uno más
uno más uno más uno?

Tomás: Nueve.
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Sor María: Muy bien. (Le da una galleta.) Porque tiene miedo de enseñarle a
sus padres su boleta de malas calificaciones, Susana sube a la
parte más alta de un gran edificio y se avienta. ¿Esto es pecado
venial o pecado mortal?

Tomás: Pecado mortal.

Sor María: ¿Y a dónde irá?

Tomás: Al infierno.

Sor María: Siéntate en mis piernas. (Él se sienta)¿Te gustaría conservar tu


hermosa voz de soprano para siempre?

Tomás: Sí, madre.

Sor María: Bueno, veremos que se puede hacer al respecto. (Canta.)

Galletas en la mañana,

Galletas en la tarde,

Galletas en el verano,

Sé mi galletita

Y quiéreme siempre.

Dio mío he hablado tanto que necesito descansar mi voz un poco.


Ten tu encárgate de algunas de estas preguntas, Tomás, mientras
yo descanso, ¿está bien, querido? (Le entrega las tarjetas)

Tomás: Sí madre. (Lee) ¿Cómo sabemos que existe un Dios? Sabemos que
existe un Dios porque la iglesia nos lo dice. Y también porque todo
tiene una causa primaria. La cena está servida en la mesa porque
la causa primaria, nuestra madre, la metió al horno y la cocinó.
(Lee) Si Dios es todopoderoso, ¿Por qué permite la maldad? (Se
salta ésta, va a la siguiente) ¿Cómo es Dios? Dios se parece a un
hombre viejo, a un hombre joven y a una pequeña paloma blanca.

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Sor María: Yo me encargo de la que sigue (Lee.) ¿Alguna vez se ha
arrepentido de haberse metido a monja? (Con gran sinceridad y
simpleza) Nunca me he arrepentido de ser monja. (Lee.) Antes era
pecado mortal comer carne en viernes, y ahora ya no lo es. ¿Eso
significa que la gente que comió carne los viernes cuando era
pecado mortal está en el infierno? ¿o qué? La gente que comía
carne los viernes cuando era pecado mortal de hecho está en el
infierno si no confesó el pecado antes de morir. Si lo confesó no
está en el infierno, a menos que haya cometido algún otro pecado
mortal que haya cometido. La gente que comía carne los viernes
en los años cincuenta era probablemente capaz de cometer otros
pecados mortales, así que yo apostaría que sí está en el infierno
por otros pecados, aunque haya confesado haber comido carne.
(Lee.) ¿Qué sucedía realmente en Sodoma? (Irritada.) ¿Quién me
preguntó esto? (Lee.) Yo soy Aries. ¿Es un pecado hacerle caso a
nuestro horóscopo? Es un pecado porque sólo Dios conoce el
futuro, y no nos lo cuenta. Además, se puede ver que los
horóscopos son falsos porque según la astrología, Cristo sería
Capricornio, y los Capricornio son fríos ambiciosos y le s atraen los
Escorpión y los Virgo, y sabemos que Cristo era cálido, amoroso y
que no le atraía nadie. Dame una galleta a mí Tomás (Él lo hace)
Voy a hablar un poco sobre Sodoma (Le da un beso a Tomás en la
cabeza.) Tomás, por favor sal del escenario. (Él lo hace) Para
contestar a su pregunta, Sodoma es donde se cometían actos de
homosexualidad y bestialidad en el Antiguo Testamento, y dios
enfurecido por ello, los destruyó a todos de un jalón. Las Sodomas
modernas son la ciudad de Nueva York, San Francisco,
Ámsterdam, Los Ángeles… bueno, básicamente cualquier lugar
que tenga una población arriba de los cincuenta mil. La única
razón por la cual Dios no ha destruido esas Sodomas modernas es
porque hay monjas y curas católicos que viven en esas ciudades y
Dios no quiere destruirlos. Sin embargo, sí les envía piojos y
hepatitis a esas gentes. Es tan difícil saber porque Dios permite
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que florezca el mal. Supongo que es porque Dios quiere que el
hombre escoja libremente el bien por su propia voluntad; a veces
uno se pregunta si el libre albedrío vale la pena con tanta maldad
e infelicidad, pero Dios sabe lo que es mejor, supuestamente. Si
de mi dependiera, quizás estaría tentada a eliminar las ciudades y
civilizaciones pero, afortunadamente para Nueva York y
Ámsterdam, yo no soy Dios. (Lee.) ¿Por qué San Cristóbal ya no es
santo? El nombre Cristóbal significa portador de Cristo y antes se
creía que cargó al niño Cristo en hombros para cruzar un río.
Luego por allí de los tiempos del papa Juan XXIII, la iglesia católica
decidió que era solo un cuento que en realidad nunca sucedió.
No estoy segura de que cuando lleguemos al cielo no nos
encontremos con que san Cristóbal de hecho existe y que le cae
mal el papa Juan XXIII; sin embargo, si no existe, las oraciones que
se le hayan rezado habrán sido recogidas por San judas Tadeo.
San judas Tadeo es el santo patrono de las causas perdidas.
Cuando se tiene un problema particularmente terrible que tiene
poca probabilidad de ser resuelto, se le reza a San judas Tadeo.
Cuando se pierde ose extravía algo, se le reza a San Antonio. (Lee.)
Cuéntenos más sobre su familia. (Sonríe contenta) Yo tenía
veintiséis hermanos y hermanas. De mi familia cinco se
convirtieron en curas, siete se volvieron monjas y el resto fue
enviado a instituciones mentales. Mi madre también fue enviada
al manicomio poco después de que empezó a creer que mi padre
era Satanás. Algunas veces, cuando éramos chicos, regresábamos
a la casa y no podíamos encontrar a nuestra madre, así que le
rezábamos a San Antonio para que nos ayudara a encontrarla.
Luego, cuando la encontrábamos con la cabeza metida en el
horno, le rezábamos a San Judas Tadeo para que la volviera
cuerda otra vez. (Lee.) ¿Todas nuestras oraciones reciben
respuesta? Sí, todas; de lo que mucha gente no se da cuenta
cuando formula esta pregunta es que a veces la respuesta a
nuestra oración es no. Querido Dios, por favor haz que mi madre
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no esté loca. La respuesta de Dios: no. Querido Dios, por favor
cúrame del cáncer. La respuesta de Dios: no. Querido Dios, por
favor quítame este dolor de muela. La respuesta de Dios: está
bien, pero te va a atropellar un coche. Para todo lo malo que nos
sucede, dios tiene una razón especial. Dios es el buen pastor,
nosotros somos su rebaño. Y si Dios está enfurruñado u ocupado
con asuntos más importantes, su amada madre María siempre
está para interceder por nosotros. Ahora cantaré el Ave María en
latín. (Sor María Ignacio señala hacia la cabina y las luces cambian
de manera especial, aparentemente premeditada, con derrames
azules y contraluces que la iluminan; el resto del escenario queda
bastante oscuro. Canta.)

Ave María,

Gratia plena.

María, gratia plena,

María, gratia plena,…

(etcétera)

Mientras Sor María Ignacio canta, entran cuatro personas entre


los veintiocho y los treinta años. Son una mujer vestida de Virgen
María, un hombre vestido de San José y dos personas, un hombre
y una mujer, que representan a un camello. Al principio, a causa
de la luz baja, n se ve muy claramente. Sor maría Ignacio,
sintiendo que algo está pasando por la reacción del público, o
simplemente girando la cabeza, los ve de repente y queda
terriblemente sorprendida y confusa.

San José: Sentimos haber llegado tarde.

Sor María: Ay, Dios mío. (se hinca.)

San José: Madre, ¿qué está haciendo?

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Sor María: Se ven tan reales.

San José: Madre, soy Gary Sullavan y (señalando a la Virgen María) ella es
Diana Symonds. Estábamos en su clase de quinto año en 1959, y
nos pidió que viniéramos hoy. ¿No se acuerda?

Sor María: ¿1959?

Gary: ¿No se acuerda que nos lo pidió?

Sor María: No muy claramente. (Más fuerte, hacia la cabina de iluminación.)


¿Podrían mandar más luz, por favor? (Las luces se vuelven a
encender como estaban antes. A Gary.) ¿Qué quería que
hicieran?

Gary: Quería que montáramos una pastorela.

Sor María: Me parece que ese camello se ve muy falso.

Filomena: Hola, madre. (Ella es el frente del camello.)

Sor María: Ya decía yo.

Filomena: Soy Filomena, madre. Filomena Rostovitch.

Aloysius: Y yo, Aloysius Busiccio. (Es la parte trasera del camello.)

Sor María: En verdad no reconozco a ninguno de ustedes. Claro, no llevan


puesto su uniforme escolar.

Diana: 1959.

Sor María: ¿Qué?

Diana: Usted nos daba clases en 1959.

Sor María: A ti sí te reconozco. María Juana Mahoney.

Diana: No soy María Juana Mahoney. Soy Diana Symonds.

Sor María: Todo esto es tan confuso.

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Gary: No quiere ver la pastorela.

Sor María: ¿Qué pastorela es?

Gary: Solíamos presentarla en Navidad en su clase; todos los grupos lo


hacían. Usted dijo que María Juana Mahoney, que era su mejor
alumna, la escribió en 1948, al menos eso decía.

Diana: Usted dijo que ella era muy mística, y que sufrió un estigma
cuando estaba en séptimo año y no tuvo su primera regla.

Sor María: Ah, sí. Lo descubrieron en la clase de educación física. Ella


ingresó en una orden de religiosas enclaustradas desde el
doceavo año. A veces tarde, en la noche, puedo oírla rezando.
María Juana Mahoney. Sí veamos su pastorela nuevamente. (Al
público.) Era una alumna tan inteligente. (Dudando) Ahora
recuerdo haberles pedido que vinieran, creo. Quería contarles a
ustedes de María Juana Mahoney y la fe perfecta de un niño. Sí,
la pastorela, por favor. Tomás, ven a verla conmigo.

Entra Tomás y se sienta en las piernas de Sor María Ignacio.

Gary: (Anunciando) La pastorela del nacimiento y muerte de Nuestro


Bienamado Salvador Jesucristo, escrita por María Juana
Mahoney, según lo relato la señora R.J. de Mahoney. Localidad:
un desierto cerca de Belén. San José y la Virgen María y su fiel
camello deben huir del malvado Rey Herodes.

Diana: (Canta siguiendo la tonada de We Gather Together to Ask the


Lord’s Blessing.)

Hola mi nombre es María,

Y su nombre es José,

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Somos los padres de Jesús,

Que todavía no ha nacido.

Huimos de Herodes,

Y nadie sabe si

Llegaremos a la ciudad,

Pero lo intentaremos, pueden jurarlo.

Y yo aún soy virgen,

y él no es el padre,

el padre descendió del cielo arriba.

Y éste es nuestro camello,

De verdad no da lata,

Nos vamos a Belén,

Porque Dios es amor.

Gary: Aquí hay una posada, María. Pero parece que no hay lugar.

Diana: Pues pregunta, José.

Gary: (Toca a una puerta imaginaria.) Disculpe, no tienen lugar en


esta posada ¿verdad? (Escucha) Dice que no hay, María.

Diana: Qué pena. Probaremos en otra posada.

Gary: (Toca) Disculpen, no tienen lugar en esta posada ¿verdad?


(Escucha) Dice que no dejan entrar camellos.
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Diana: Probaremos en la tercera posada.

Gary: (Toca) Disculpen, no tienen lugar en esta posada ¿verdad?


(Escucha) Ya me lo imaginaba… ¿qué? ¿Lo haría? Ay, María, este
buen posadero dice que aunque no tiene lugar en la posada,
podemos dormir en el establo.

Diana: Qué pena.

Gary: María, realmente no tenemos de dónde escoger.

Diana: Sí tenemos. La madre dice que podemos escoger en todo,


porque Dios nos dio la libre voluntad de escoger entre el bien y
el mal. Y entonces yo escojo quedarme en el establo.

Gary: Pues ahí está.

Diana: Huagh. Huele igualito que el zoológico donde mi mamá nos llevó
a Cynthia y a mí el verano pasado. Nos gustaba ver a los animales
pero no nos gustaba olerlos.

Gary: Creo que no hay sábanas.

Diana: No necesito sábanas. Estoy tan cansada que podría dormir en


cualquier parte.

Gary: Qué bueno. Buenas noches María.

Diana: No puedo dormir sin almohadas.

Gary: Entonces recémosle a Dios. Si rezas. Él atiende tus oraciones.

Diana: A veces dice que no, José.

Gay: Ya lo sé, pero probemos. Querido Dios te imploramos


almohadas.

Diana: ¡Almohadas! ¡Almohadas! ¡Almohadas!

Gary: Y he aquí que Dios contestó a su oración.

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Camello: (Filomena) Tenemos una idea, María y José. Tenemos dos
jorobas, y pueden usarlas como almohadas.

Diana: ¡Gracias, Dios! Vamos a dormir.

Camello: (Canta una canción de cuna mientras María y José se empiezan a


dormir.)

A la rurrú y buenas noches,

Que Dios los guarde y vigile,

A la rurrú y buenas noches… (etcétera)

Se duermen. Aloysius hace sonidos de bebé llorando, avienta una


muñeca al piso.

Diana: (Viendo a la muñeca.) José, ya nació. Jesús nació.

Todos: (Cantando)

Alegría al mundo, llegó el Salvador

Que la Tierra reciba a su rey.

La, la, la, la, la, la, la, la,

La, la, la, la, la, la, la, la,

Que canten el cielo y la naturaleza,

Que canten el cielo y la naturaleza,

¡Que canten el cielo y el cielo, y la naturaleza!

Gary: ¿Puedes decir papi, Jesús? ¿Puedes decir mami?

Diana: No es ese tipo de niño José. Nació sin pecado original, como yo.
A esto se le dice mi Inmaculada Concepción, que no debe
confundirse con mi Alumbramiento Virgen. Todo el mundo

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comete este error, me hace perder la paciencia. Nosotros
debemos aprender de Él, José.

Gary: (Al público) Y así Jesús instruyó a sus padres, y a los sacerdotes
en el templo. Y realizó muchos milagros.

Diana: Convirtió el agua en vino.

Gary: Hizo que los paralíticos caminaran.

Diana: Caminó sobre el agua.

Gary: Y luego llegó el momento de su crucifixión. Y su madre le dijo…

Diana: (A la muñeca) ¿Pero, por qué, Jesús, por qué? ¿Por qué tienes
que ser crucificado?

Gary: Y Jesús le explico que porque Adán y Eva, sobre todo Eva, habían
pecado, la humanidad estaba condenada hasta que Jesús
pudiera redimirnos al morir en la cruz.

Diana: Pero eso suena idiota. ¿Por qué Dios no puede perdonarnos?

Gary: Pero Jesús se rio de ella y dijo: “A ustedes no les toca preguntar
por qué, a ustedes les toca hacer y morir.” Y entonces dijo: “En
serio, madre, Dios no tiene que justificar sus acciones con el
hombre.” Entonces María dijo…

Diana: Entiendo. O más bien, entiendo que se supone que no debo


entender. Ven, vamos al Gólgota para ver que te crucifiquen.

Gary: Y María y los apóstoles y el fiel camello, que se llamaba Nube,


siguieron a Jesús hasta el Gólgota y vieron como lo clavaban en
una cruz. (Gary tiene un martillo y clavos; clava la muñeca en una
pequeña cruz y la levanta.) Y luego se quedó colgado allí durante
tres horribles horas de agonía.

Diana: Imaginen la agonía. Traten de sentir los clavos desgarrándole las


manos y los pies. Golpe, golpe, golpe, desgarre, desgarre,
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desgarre. Lavar los platos durante tres horas no es nada en
comparación con estar colgado en la cruz.

Gary: Y luego Él murió. Ya está muerto, María.

Diana: (Triste, perdida) Ah.

Gary: Vamos a dar un largo paseo.

Diana: Ay, José, me siento tan sola.

Gary: Yo también, María.

Diana: (Preguntándose.) ¿Crees que sólo era un loco? ¿Crees que quizás
el Espíritu Santo en verdad no sea su padre, que yo lo inventé
todo? Tal vez no soy virgen… Tal vez…

Gary: Pero entonces Nube dijo:

Camello: (Filomena) No se desesperen, María y José. Por supuesto que es


Dios. Resucitará en tres días.

Diana: Si tan solo pudiera creerte. Pero, ¿por qué debo escuchar a un
tonto animal?

Camello: (Filomena) Ah, hombres de poca fe.

Diana: (Triste) Ay, José, estoy perdiendo la cabeza.

Gary: Así que María y José y el camello se escondieron durante tres


días y tres noches, y el domingo en la mañana se levantaron y
fueron a la tumba donde estaba enterrado Cristo. Y cuando
llegaron, un ángel estaba de pie junto a la tumba. Y el ángel
habló…

Aloysius: (La parte trasera del camello) María y José, su hijo ha resucitado
de entre los muertos, justo como su tonto animal, Nube, les
había dicho.

Diana: Gracias, Nube. Tenías razón. (Besa a Nube.)


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Gary: Y luego María y José, dándose cuenta de su falta de fe, le dieron
las gracias a Nube e hicieron un buen acto de contrición. Y
entonces Jesús salió detrás de los árboles donde se había
escondido. Pasaron cuarenta días en la Tierra divirtiéndose y
sentando las bases para la iglesia católica, y luego Jesús, María,
José y Nube subieron al Cielo y vivieron felices por siempre
jamás...

Diana y Gary, sosteniendo a la muñeca entre los dos, se paran


frente al camello. Todos cantan la jubilosa línea final del
villancico Gloria, mientras Diana y Gary hacen la mímica de subir
moviendo los brazos con movimientos de vuelo.

Todos: (Cantando)

¡Glo-o-o-o-ria, In excelsis Deo!

Los cuatro dan las gracias. Sor María Ignacio aplaude con
entusiasmo. Después del saludo, los cuatro se quitan
rápidamente el vestuario y siguen haciéndolo durante parte del
siguiente parlamento de Sor María Ignacio si es necesario. Su
ropa ”normal” en verdad es normal y nada vistosa. Diana puede
llevar pantalones o vaqueros, pero con un suéter o una blusa
atractiva, o un saco; Gary puede llevar un pantalón casual, una
camisa bonita, con corbata incluso, o un chaleco casual pero
agradable; Filomena puede usar un vestido; Aloysius una camisa
y pantalones o, si se le da un carácter más formal, hasta un traje.

Sor María: Ay, gracias niños. Estuvo precioso. Gracias (Al público) Las viejas
historias en verdad son las mejores, ¿o no? María Juana
Mahoney. Qué buena niña. Y qué bonita reunión estamos
teniendo. ¿En qué año dijeron que estuvieron en mi clase?

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Gary: 1959.

Sor María: 1959. Ah, esos fueron años felices. Eisenhower, el papa Pío
seguía vivo, luego el primer presidente católico. Y ahora ustedes
son grandes. Hagamos algunas de las viejas preguntas, ¿quieren?
(A Aloysius.) ¿Quién te hizo?

Aloysius: Dios me hizo.

Sor María: Perfectamente correcto. ¿Cuál es el séptimo mandamiento?

Filomena: El séptimo mandamiento es no robarás.

Sor María: Muy bien. (A Diana) ¿Qué es contrición? Tú.

Diana: Este… ¿arrepentirse del pecado?

Sor María: (Alegremente regañona) Así no se contestan las preguntas aquí,


jovencita. ¿Tomás?

Tomás: La contrición es la sincera tristeza por haber ofendido a Dios y


odiar los pecados que hemos cometido, con el firme propósito
de no volver a pecar.

Diana: Ah sí, cierto.

Sor María: (Todavía amablemente.) Para alguien que acaba de representar


a la Virgen, no te sabes muy bien las respuestas del catecismo.
¿En qué año estás?

Diana: No estoy en ningún año. Estoy en la vida.

Sor María: Ah sí, es verdad. Y bien, ¿alguien quiere galletas? Tomás, trae
unas galletas a nuestras lindas visitas. (Tomás sale.) Es tan
agradable volverlos a ver a todos. Ya deben estar todos casados,
supongo. Espero que todos tengan familias numerosas, como les
enseñamos.

Filomena: Yo tengo una nena de tres años-

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Sor María: Qué bien.

Aloysius: Yo tengo dos niños.

Sor María: A mí me gustan los niños. (A Gary.) ¿Y tú?

Gary: Yo no soy casado.

Sor María: Bueno, siendo un chico atractivo, pronto te atrapará alguna linda
chica. (A Diana.) ¿Y tú?

Diana: Yo no tengo hijos. Pero he tenido dos abortos

Sor María Ignacio está pasmada. Entra Tomás con las galletas.

Sor María: Galletas no, Tomás. Llévatelas. (Tomás sale de inmediato. A


Diana)Estás en estado de Pecado mortal, mujercita. ¿Cuál es el
quinto mandamiento?

Diana: No matarás.

Sor María: Tú eres una asesina.

Diana: (Sin emoción.) el primero lo tuve cuando fui violada a los


dieciocho años.

Sor María: Pues lamento oír eso. Pero sólo Dios tiene el poder sobre la vida
y la muerte. Quizá Dios tenía planes especiales para tu bebé.
¿Estás segura de que yo te di clases?

Diana: Sí, usted medió clases.

Sor María: ¿Te di buenas calificaciones?

Diana: Sí, muy buenas.

Sor María: ¿Has contado estos pecados en confesión?

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Diana: ¿Cuáles pecados?

Sor María: Sabes muy bien lo que quiero decir.

Diana: N me confieso.

Sor María: Pus para mí está claro, simplemente te agregamos a la lista de


gente que va a ir al Infierno. (Llamando.) ¡Tomás! (Entra Tomás.)
Pondremos su nombre inmediatamente después de Jagger y
Lovelace.

Tomás: Está bien. (Sale.)

Sor María: Ahora alguien cambie el tema. No quiero oír una palabra más
sobre esto.

Gary: (Tratando de darle gusto). Emmmm… en verdad resulta extraño


poder masticar la hostia ahora. ¿verdad?

Sor María: ¿Qué?

Gary: Usted solía decir que en vista de que la hostia era en realidad el
cuerpo de Cristo, si la masticábamos podía sangrar.

Sor María: Hablaba metafóricamente.

Gary: Ah.

Sor María: (Pausa.) Aún me siento impresionada por lo que dijo esa niña de
allá. Hablemos de algo positivo. (Indica a Filomena.) Tú, la de la
nena. Cuéntame sobre ti.

Filomena: Mi nena se llama Wendy.

Sor María: No hay ninguna santa Wendy.

Filomena: Su segundo nombre es Mary.

Sor María: Wendy Mary. Demasiadas yes. Yo se lo cambiaría. ¿A qué se


dedica tu esposo?

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Filomena: No tengo esposo. (Pausa larga.)

Sor María: ¿Se murió?

Filomena: No lo creo. No lo conocí por mucho tiempo.

Sor María: ¿Firmas tus cartas como señora o señorita?

Filomena: No escribo cartas.

Sor María: ¿Esta persona a quien le perdiste la pista se casó contigo antes
de irse?

Filomena: (En voz baja.) No.

Sor María: Niños, me están poniendo muy triste. (A Filomena.) ¿Tú sacabas
buenas calificaciones en mi clase?

Filomena: No, madre. Usted decía que yo era tonta.

Sor María: ¿Eres prostituta?

Filomena: ¡Madre! De ninguna manera. Sólo me entra la soledad

Sor María: A la madre superiora de mi convento le entra la soledad, ¿pero


acaso tiene ella hijos ilegítimos?

Aloysius: ¿Y aquella monja que escondió a su bebé detrás de la cómoda el


año pasado? (Sor María Ignacio lo mira fijamente.) Salió en las
noticias.

Sor María: Nadie te estaba hablando, Aloysius. Filomena, lo que quiero


decir es que la soledad no justifica el pecado.

Filomena: Pero hay peores pecados. Yo creo que Jesús me ha perdonado.


Después de todo, Él no quería apedrear a la mujer adúltera.

Sor María: Eso fue un simple gesto político. En privado, Jesús apedreó a
muchas mujeres adúlteras.

Diana: Eso no está en la Biblia.


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Sor María: (Muy enojada de repente) ¡No todo tiene que estar en la Biblia!
(Al público tratando de recuperarse.) Hay tradición oral dentro
de la iglesia. Un cura le dice a otro cura, y así se va pasando a
través de los años.

Filomena: (Triste.) ¿Pero usted no cree que Jesús le perdona los pecados a
la gente?

Sor María: Sí, claro que perdona el pecado, pero es astuto. Tienes que estar
verdaderamente arrepentida, y debes decidir no pecar de nuevo,
si no Él te enviará directo al infierno igual que al ladrón con
quien fue crucificado.

Filomena: Pues yo creo que Jesús me perdonó.

Sor María: Pues yo creo que te vas a ir al infierno. (A Aloysius.)

¿Y tú qué? ¿Te pasa algo?

Aloysius: Nada. Estoy muy bien.

Sor María: ¿Pero estás viviendo correctamente?

Aloysius: Sí.

Sor María: ¿Y no usas anticonceptivos?

Aloysius: No.

Sor María: Pero solo tienes dos hijos. ¿Eso por qué? No estás
desperdiciando tu semilla como Onán, ¿verdad? Eso es pecado,
¿sabes?

Aloysius: No. Es una casualidad que no tengamos más.

Sor María: ¿Y vas a misa una vez a la semana, y te confiesas al menos una
vez al año?

Aloysius: Sí.

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Sor María: Entonces estoy muy contenta.

Aloysius: (De repente culpable, triste) Soy alcohólico, y últimamente


empecé a golpear a mi mujer, y me la paso pensando en el
suicidio.

Sor María: Dentro de los límites, todos esos pecados son veniales. Al menos
uno de mis alumnos salió bien. Claro que no sé que tan fuerte le
pegas a tu esposa, pero con oraciones y la gracia de Dios…

Aloysius: Mi mujer es muy infeliz.

Sor María: Sí, pero al final está la muerte. Y después la eterna felicidad en el
cielo. Hay días en que ansío el cielo. (A Gary.) ¿Y tú? ¿Tú saliste
bien?

Gary: Estoy bien.

Sor María: ¿Y no usas anticonceptivos?

Gary: Definitivamente no.

Sor María: Eso está bien. (Lo mira.) ¿Qué quieres decir con “definitivamente
no”?

Gary: No los uso.

Sor María: Y no estás casado. ¿No has encontrado a la chica indicada?

Gary: (Evasivo) Por decir lo de alguna manera.

Sor María: (Severa, sin querer ahondar en el tema.) Está bien. (Camina hacia
el otro lado, pero sabe que tiene que continuar) Practicas eso que
hace vomitar a Jesús, ¿verdad?

Gary: ¿Perdón?

Sor María: Déjate de modales de niño educado, imbécil. Cuando tu madre


te ve se convierte en sal, ¿verdad?

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Gary: ¿Qué?

Sor María: Sodoma y Gomorra, estúpido. Te acuestas con hombres,


¿verdad?

Gary: Pues… sí.

Sor María: ¡Jesús, María y José! Tenemos todo un muestrario

Gary: Me sedujeron cuando estaba en el seminario. Es decir, supongo


que lo había estado negando hasta entonces.

Sor María: No queremos saber nada al respecto.

Gary: Estaba muy alterado, y luego me fui a Nueva York y me acosté


con quinientas personas diferentes.

Sor María: Jesús se va a vomitar.

Gary: Pero luego decidí que estaba malbaratando mi vida, así que solo
tenía relaciones sexuales con tipos con quien tuviera una
relación emocional.

Sor María: Eso debe haberlo reducido a sólo trescientos.

Gary: Y hora vivo con un tipo con quien fui a la primaria y a quien me
volví a encontrar hace sólo dos años, y nos somos fieles y todo
eso. Él también estaba en su clase. Jeff Hannigan.

Sor María: Era un niño malo. A algunos habría que dejarlos morir en un
monte, él era de esos.

Gary: ¿Lo recuerda?

Sor María: Realmente no, a su tipo.

Gary: De cualquier manera, cuando me lo volví a encontrar seguía


siendo católico practicante, así que yo otra vez lo soy.

Sor María: Yo practicaría un poco más si fuera tú.

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Gary: No creo ser tan malo.

Sor María: (Sonido de vómito) Blah. Haces que me den ganas de Blah.
¿Ninguno de ustedes escuchó lo que les enseñaba? ¿Qué
estaban haciendo todos? (Enojada, tratando de volver a poner
las cosas en claro) Hay un Universo creado por Dios. Eva se
comió la manzana, al hombre le tocó el pecado original. Dios
envió a Jesús para que nos redimiera. Jesús le dijo a San Pedro:
“Sobre esta roca”, la roca siendo Pedro, “edificaré mi iglesia”,
queriendo decir que Pedro era el primer papa, y que los papas
son infalibles en materia de doctrina y moral. Tienen una iglesia
infalible que les dice lo que está bien y lo que está mal, siguen
sus enseñanzas, y luego llegan al cielo. ¿No me oyeron decir eso?
¿Tenían todos cera en los oídos? ¿Hablaba yo algún idioma
extranjero? ¿O qué? Y todos han pecado contra el sexo… (A
Aloysius) Tú no, tú solo estás deprimido, probablemente
necesitas vitaminas, pero los demás. ¿Por qué esta obsesión con
el sexo? La iglesia ha sido muy clara en establecer los
lineamientos. ( A Filomena y Diana.) Ustedes dos, ¿por qué no
pueden casarse con un buen católico y tienen todos los bebés
que la suerte y el Señor les permitan? Instrucciones sencillas y
fáciles de seguir. (A Gary.) En cuanto a ti, puedes obligarte a
casarte y procrear con una buena católica – inténtalo, no es
difícil- o puedes ser célibe el resto de tu vida. Nuevamente,
consejos sencillos. (De repente furiosa) ¡Esas son sus opciones!
No hay otras. ¡Son el camino directo al cielo y la salvación, a la
felicidad eterna! ¿Por qué no siguen estos caminos? ¿Están
dementes?

Diana: Usted está demente.

Sor María: ¿Sabes?, de las personas que están hoy aquí eres la que peor me
cae. Quiero decir, el grandote afeminado de allá (A Gary.) hace
que me den ganas de blah, pero puedo ver que alguna vez fue

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bueno, y puede que se mejore con tratamientos de shock y
terapia de aversión. Pero sé que el tratamiento de shock no te
ayudaría a ti. Eres impertinente y malvada. Puedo verlo en tu
cara.

Diana: Usted no debería estar enseñando a niños. Deberían encerrarla


en un convento donde no pueda hacerle daño a nadie.

Sor María: ¡Yo hacerle daño a alguien! Tú eres la que se dedica a matar
bebés a la mínima provocación.

Diana: Es un procedimiento médico. Hasta la iglesia reconoce que no


puede determinar cuando comienza la vida en la matriz. Por qué
va usted a decidir que el momento en que el espermatozoide
toca al óvulo…

Sor María: No digas esas porquerías, no quiero oírlas. (De repente muy
suspicaz.) ¿Por qué vinieron hoy? No recuerdo habérselos
pedido.

Gary: Fue idea de Diana.

Sor María ¿Qué? ¿Qué idea?

Filomena: Queríamos hacerla quedar en ridículo.

Aloysius: Ninguno de nosotros la quiso nunca.

Sor María: ¿Qué quieres decir? Mis alumnos siempre me han adorado. Yo
era la maestra preferida.

Aloysius: No. Siempre nos pareció una abusiva.

Sor María: Yo era la preferida.

Aloysius: Nunca me dejaba ir al baño.

Sor María: Solo tenías que levantar la mano.

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Aloysius: Había sesenta niños y yo me sentaba al fondo del salón; sí
levantaba la mano pero usted nunca me hizo caso. Cada tarde mi
vejiga se llenaba mucho, y siempre terminaba mojándome los
pantalones.

Sor María: Vaya problema.

Aloysius: Yo le comenté mi problema, pero lo único que dijo fue: “vaya


problema”.

Sor María: Ahora te recuerdo. Todos los días dejabas un charco en la última
fila.

Aloysius: A la fecha tengo problemas de vejiga.

Sor María: Qué bebé. Tronaste. Yo te estaba dando una lección de vida y tú
reprobaste. Te correspondía a ti resolver tu problema: no beber
el cartoncito de leche en la comida; traer un botecito contigo
para orinar detrás de tu escritorio; o simplemente ofrecer tu
incomodidad a Cristo. Sufrió tres horas de agonía en la cruz,
seguramente una vejiga llena no es nada en comparación. Yo
hablo del universo y del pecado original y del cielo y el infierno y
tú te quejas de los privilegios para ir al baño. Eres un llorón
ridículo. (Le da un golpe en la cabeza.)

Filomena: A mí también solía pegarme.

Sor María: Probablemente decías cosas estúpidas.

Filomena: Lo hacía. Le dije que era estúpida. Eso no es razón para pegarme.

Sor María: A mí me parece una muy buena razón para pegarte. A ver si así
te entraba algo.

Filomena: Usted solía picarme la cabeza con la punta de su lápiz si no hacía


mi tarea.

Sor María: Deberías haber hecho tu tarea.

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Filomena: Y cuando no sabía hacer una división larga me azotaba la cabeza
contra el pizarrón.

Sor María: ¿Alguna vez te rompí un hueso?

Filomena: No.

Sor María: Ahí tienes. (A Gary.) ¿Y tú qué?

Gary: A mí no me hacía nada en particular. Sólo me daba miedo.

Sor María: Pues soy de dar miedo.

Gary: Pero mi amante, Jeff, no la quiere porque a él también lo hacía


mojarse los pantalones.

Sor María: Toda esa obsesión con la vejiga. (A Diana.) Y tú, la malvada. ¿por
qué querías hacerme quedar en ridículo?

Diana: (Habla de manera sencilla.) Porque yo le creía. Creí lo que decía


sobre como funcionaba el mundo, y que Dios nos amaba, y la
historia del buen pastor y la oveja perdida; y no creo que se deba
mentir a la gente.

Sor María: Pero así son las cosas, no mentí.

Diana: Cuando tenía dieciséis años a mi madre le dio cáncer en el pecho


y después se extendió. Le recé a Dios para que no permitiera que
sufriera mucho, pero a mí su sufrimiento me parecía extremo.
Tuvo mucho dolor durante medio año, y luego un dolor
horripilante durante un año. Las ulceraciones en su cuerpo eran
horrendas para mí y para ella. En sus últimas semanas entró en
un estado de semicoma que desafortunadamente, le permitía
despertar unos minutos y tener plena conciencia de su dolor y
su temor a la muerte. Podía reconocerme, y trataba de llorar,
pero era incapaz. Creo que quería que le consiguiera nuevos
doctores; nunca aceptó que su enfermedad iba a matarla, y en
su pánico pensó que sus doctores debían ser incompetentes y
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que unos nuevos la curarían por arte de magia. Entonces, gracias
a Dios, entró en un coma completo. Una enfermera, que yo sabía
que era católica, me aseguró que haría todo lo posible para
mantenerla con vida –una consolación dudosa-. Menos mal que
su médico no era católico, o si lo era, no era doctrinario, y no
usaron medidas extraordinarias para mantenerla viva;
finalmente murió después de varias semanas de coma. Existen,
estoy segura, muertes mucho peores – quemaduras terribles,
torturas, epidemias, pestes, hambruna; hasta Cristo en la cruz,
como le gustaba decir a la madre -, pero a mí me pareció que la
muerte de mi madre fue lo suficientemente terrible, y se volvió
confuso el por qué había estado rezando y a quien. Es decir, si la
oración era realmente un tipo de tecla que se presiona –
reconocer que necesitas al Señor, y entonces te quita el
sufrimiento-, ¿por qué no funcionaba siempre? ¿por qué no
funcionaba nunca? Y cuando funcionaba, supuestamente, y
nuestras oraciones eran escuchadas, ¿no sería más bien debido a
la casualidad que a Dios? Dios siempre responde a nuestras
Oraciones, usted decía, sólo que a veces la respuesta es no.
¿Pero por qué respondería “no” a la petición de terminar con el
sufrimiento de mi madre? Yo ni siquiera le pedía que viviera, sólo
que detuviera su sufrimiento. Y no puede ser que la haya dejado
sufrir porque era mala, porque no fue mala y además el
sufrimiento no funciona de esa manera, si se toma en cuenta el
sufrimiento de niños que obviamente no han hecho ningún mal.
¿Entonces por qué la estaba dejando sufrir? ¿Malicia? ¿Acaso
Dios era malicioso? Eso parecía posible, pero poco probable.
Quizás Él no tenía ningún control sobre todo eso, quizá no era
omnipotente como usted nos enseñó. Quizá creó el mundo
accidentalmente al eructar una mañana o cuando le dio hipo, y
quizá no tenía idea de como funcionaba todo. En tal caso no
sería malicioso, sino inútil. O, lo más probable., el ni siquiera
existía; el universo fue el resultado de un hipo o fue eructado a la
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existencia por sí solo, y el sufrimiento de mi madre. Simplemente
existía, igual que la lluvia, el viento o la humedad. Me enojé
mucho conmigo misma, y por extensión con usted, por haber
esperado del mundo otra cosa, más allá de algo accidental. Y
mientras pensaba en estas cosas, el día que mi madre muró fui
violada. Ya sé que esto es demasiado, uno me pierde simpatía
porque suena a que es invento mío. Pero a veces las cosas malas
suceden todas juntas, y justo ese día, cuando regresé del
hospital, fui violada por un loco que se metió en mi casa. Llevaba
un cuchillo y me hirió. De cualquier manera, no quiero hablar de
la experiencia, pero estuve muy deprimida durante unos cinco
años. De alguna manera el azar de las cosas – el sufrimiento de
mi madre, que me atacara un orate que nació orate o se
convirtió en uno a causa de padres crueles o por un desbalance
hormonal, o lo que sea, etcétera, etcétera-, era intolerable.
Descubrí que llegué a odiarla madre, por haberme hecho creer
alguna vez que todo sería ordenado y tendría sentido. Mi
psiquiatra dijo que mi odio por usted era obsesivo, que sólo
estaba buscando a quien culpar. Luego me sedujo y él fue el
padre de mi segundo aborto.

Sor María: Creo que estás inventando todo esto.

Diana: Él dijo que yo lo seduje. Quizá sea verdad. Pero quizá está
mintiendo para sentirse mejor. (A Sor María.) Y desde luego su
idea de que debería haber tenido a ese bebé, a cualquier bebé,
es descabellada. ¿Tiene idea de lo terrible que sería como
madre? Soy un manojo de nervios.

Sor María: Dios te hubiera dado fuerza.

Diana: Supongo que es infantil buscar culpas, pues parte del azar de las
cosas es que no hay a quién culpar; pero básicamente yo creo
que todo es culpa suya, madre.

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Sor María: Obviamente nunca has leído el Libro de Job.

Diana: Sí lo he leído. Y me parece una historia espantosa.

Sor María: Dios nos explica en esa historia por qué permite que suframos, y
es una explicación muy bella. Le gusta ponernos a prueba para
que cuando escojamos amarlo a pesar de lo que nos haga, se
compruebe cuan grande y profundo es el amor que le tenemos.

Diana: Eso suena a La historia de O.

Sor María: Evidentemente contigo no se puede hablar. No quieres ayuda, ni


conocimiento, ni ser iluminada, así que no te queda más que una
vida infeliz, enfermedad, muerte e infierno.

Diana: Anoche maté a mi psiquiatra y ahora voy a matarla a usted.


(Saca una pistola.)

Gary: ¿Qué? Yo pensé que sólo íbamos a ponerla en ridículo.

Sor María: (Para ganar tiempo.) Y lo han logrado, y muy bien. Así que no
hay necesidad de matarme. Adiós, Diana, Gary, Aloysius…

Diana: Usted está loca. No debería permitirle enseñar a niños. Veo que
está ese niño hoy. Va a volverlo loco.

Sor María: Tomás, quédate fuera del escenario con las galletas, querido.

Diana: Quiero que reconozca que todo es culpa suya y después voy a
matarla.

Filomena: Quizás todos deberíamos esperar allá afuera.

Sor María: Quédense aquí. Diana, mírame. Estaba equivocada, lo reconozco.


Lo siento. Yo pensé que todo tenía sentido, pero no entendía
bien las cosas. No hay nada que pueda decir para compensarte
pero… (Como si viera algo terrible detrás de la cabeza de Diana.)
¡Cuidado! (Diana se vuelve para ver hacia atrás, Sor María
Ignacio saca rápidamente su propia pistola y le dispara a Diana,
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que muere. Sor María Ignacio, como artista de circo terminando
una acrobacia, levanta las manos) ¡Ta-ta! Para aquellos no-
católicos presentes, el asesinato es permisible en defensa propia,
ni siquiera se tiene que contar en confesión. Tomas tráeme agua.

Gary: No sabíamos que traía pistola.

Tomás trae el agua.

Sor María: Ahora la recuerdo en clase. (Mira el cadáver.) No tenía sentido


del humor.

Aloysius: Tengo que ir al baño.

Sor María: (Le apunta con la pistola.) Quédate donde estás. Levanta la
mano si quieres ir al baño, Aloysius, y espera a que te dé
permiso. (Ahora lo ignora, aunque la mayoría del tiempo l
apunta con la pistola.) Tomás, tráeme una galleta. (Él lo hace) La
mayoría de mis alumnos salieron muy bien, éstos son las pocas
excepciones. Pero nunca nos damos por vencidos con aquellos
que salieron mal, ¿verdad, Tomás?

Tomás: El buen pastor estaba tan preocupado por su oveja perdida que
dejó a todo su rebaño para irla a buscar, y luego la encontró.

Sor María: Es cierto. Y mientras no estaba, un lobo enorme vino y mató a


todo su rebaño. No sólo estaba bromeando. Me siento aturdida
por todas estas emociones. Con la historia de la oveja perdida,
Cristo nos dice que cuando un pecador se pierde, no debemos
perder la esperanza. (Sor María Ignacio le indica a Tomás que
salga; él lo hace.) Así que no he perdido toda la esperanza con
ustedes. Gary, espero que dejes a tu amigo Jeff, ni siquiera le
digas a dónde vas, sólo desaparece, y luego espero que vivas tu

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vida en celibato. Como yo. Celibato rima con celebrar. Nuestro
señor ama a la gente célibe. Y tú, Filomena, espero que te cases
con un buen católico, o si permaneces soltera que tú también te
vuelvas célibe. Rima con celebrar.

Aloysius: Madre, tengo levantada la mano.

Sor María: Mantenla levantada. Y tú, Aloysius, espero que recuerdes no


matarte, que es pecado mortal. Si vivimos según las leyes de
Dios, aunque tengamos una vida espantosa, recuerda que el
cielo y la eterna felicidad son nuestra recompensa.

Gary: ¿Le ayudamos con el cadáver, madre?

Sor María: (Confundida un momento, luego responde.) El portero me


ayudará más tarde, gracias. Ustedes dos ya se pueden ir, para
que termine mi conferencia.

Gary: ¿Por qué no lo deja ir al baño?

Sor María: ¿Gary?

Gary: ¿Sí, madre?

Sor María: Todavía crees que lo que haces con Jeff está mal ¿verdad? Es
decir, todavía lo confiesas, en confesión. ¿verdad?

Gary: Pues realmente no creo que sea malo, pero no estoy seguro, así
que lo cuento en confesión.

Sor María: ¿Cuándo te confesaste por última vez?

Gary: Hoy en la mañana, de hecho. Iba a representar a San José.

Sor María: Y no has pecado desde entonces, ¿verdad?

Gary: No, madre.

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Sor María Ignacio le dispara; él muere.

Sor María: (Triunfalmente.) ¡Lo envíe al cielo! (A Filomena.) Muy bien, tú, la
de la niña chiquita, vete a tu casa antes de que decida que tu hija
estaría mejor en un orfanatorio católico. (Filomena sale aterrada.
Al público.) De hecho no estoy siguiendo enteramente las leyes
al dispararle a Gary así, pero si realmente hizo una buena
confesión lo envié directamente al cielo ya la eterna felicidad…
Temía que de otra forma terminara en el infierno. Creo que
Cristo me permitirá esta pequeña dispensa de las leyes, pero me
iré a confesar al rato, hoy mismo, solo para estar segura.

Aloysius: Madre, necesito ir al baño.

Sor María: Espera a que te dé permiso, Aloysius.

Aloysius: Yo ya me voy.

Sor María: (Enojada, enfatizando la pistola.) Ya usé esto dos veces el día de
hoy, no me tientes a volverlo a usar. ¡Tomás! (Él entra.) ¿Quién
te hizo?

Tomás: Dios me hizo.

Sor María: ¿Por qué te hizo Dios?

Tomas: Para demostrar su bondad y para compartir con nosotros su


felicidad.

Aloysius: Si no me deja ir al baño voy a mojarme los pantalones.

Sor María: Todos tenemos voluntad propia, Aloysius. Tomás, vuelve a


explicar lo de la causa primaria.

Tomás: Todo tiene una causa primaria. La cena está en la mesa porque la
causa primaria…

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Sor María: Tomás, ahora voy a dormir una siesta, estoy agotada. (Le da la
pistola.) Mantén vigilado a ese hombre peligroso y, si se mueve,
dispárale; y también recítanos unas lindas preguntas del
catecismo mientras yo descanso. ¿De acuerdo, querido?

Tomás: Sí, madre. (Apunta la pistola hacia Aloysius. Sor María Ignacio se
sienta en una silla para dormir la siesta.)

Sor María: Siéntate en mis piernas.

Tomás, todavía apuntándole a Aloysius, se sienta en sus piernas y


comienza a recitar de memoria. Aloysius mantiene el brazo en
alto.

Tomás: ¿Qué debemos hacer para lograr la felicidad del cielo? Para
lograr la felicidad del cielo debemos conocer, amar y servir a
Dios en este mundo (Empiezan a bajar las luces) ¿De quién
aprendemos a conocer, amar y servir a Dios? Aprendemos a
conocer, amar y servir a Dios de Jesucristo, el hijo de Dios, quien
nos enseña a través de la Iglesia católica. ¿Cuáles son algunas de
las perfecciones de Dios? Algunas de las perfecciones de Dios
son: Dios es eterno, siempre bueno, lo sabe todo, es
omnipresente, omnipotente.

Las luces han bajado hasta un oscuro total.

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