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Podemos ubicar esta obra en un mundo narrativo realista, ya que relata la vida de
Catalina, hija de criollos santiaguinos y con una vida relativamente normal, además hay
que tomar en cuenta que la vida de esta mujer fue real. Aunque, siendo el narrador
omnisciente, se puede ver las diferentes actitudes, sentimientos además de sus
emociones, de las que constaba Catalina de los Ríos Lisperguer, manteniendo un orden
cronológico en el desarrollo de los hechos.
Catalina de los Ríos Lisperguer, en la obra llamada por su familia y sus amigas
“La Quintrala”, y luego popularmente denominada así por los habitantes, es un
personaje que puede compararse con la protagonista de la obra de Rómulo Gallegos,
Doña Bárbara, por ser ambas una figura indomable, violenta y dañina. Sin embargo,
Doña Bárbara, desde pequeña sufrió un trauma horrible, por lo que ella sí tenía razones
importantes por las cuales vengarse del mundo, en este caso de los hombres, en cambio,
la Quintrala vivió casi como toda niña normal, solo estaba desamparada, sin madre, y un
padre despreocupado, pero a su vez, sentía un gran placer por el maltrato físico. Por
esto, no se justifica las barbaridades que ésta realizó a sus hacendados. En ambos textos
existe una antítesis de los personajes principales, Fray Pedro Figueroa que es símbolo de
la razón, la cordura, la fe y la cristiandad frente a lo que fue la Quintrala, como Santos
Luzardo, que es símbolo de luz, de la razón y a justicia frente a Doña Bárbara. También
de personas que eran destacadas por lo mal que lo pasaban como Ñatucon Jetón que era
el sirviente y el cartero de la Quintrala quien le daba de azotes si no le entregaba la carta
que ella le enviaba a buscar y Juan primito en doña Bárbara que cumplía las mismas
labores.