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Recomendaciones para una ciencia ética
2011 · Código de Buenas Prácticas Científicas del CSIC

El CSIC ha aprobado recientemente su Código de Buenas


Prácticas Científicas, elaborado por el Comité de Ética con
la participación del personal de la institución. En este
Código se desarrollan una serie de principios, compromisos,
declaraciones y recomendaciones aplicables a cualquier tipo
de investigación, que tienen por finalidad orientar el
ejercicio y desarrollo de la actividad investigadora del
personal del organismo.

Cinco principios éticos

El texto se articula en torno a cinco principios definidos en


el Preámbulo:

1. Los intereses de la ciencia no deben primar sobre los del ser humano: “la ciencia
está al servicio del bien común y no al revés”.
2. Respeto a la dignidad del ser humano, en particular cuando es objeto de
experimentación.
3. El científico es responsable ante el ser humano, los organismos vivos y el medio
ambiente: “se debe evitar el sufrimiento innecesario de los primeros y velar por la
integridad y funcionamiento idóneo del sistema Tierra”.
4. La institución debe evitar la promoción de investigaciones que atenten contra la
salud o la dignidad del ser humano, tales como “la justificación del racismo, la
negación del holocausto o la apología del terrorismo”.
5. Transparencia en la investigación.

Divulgar para contribuir al avance cultural

Dentro del texto se incluye un artículo dedicado a la divulgación (artículo 2.4), donde se
señala que una sociedad libre necesita tener un alto nivel de conocimiento y disponer de
elementos críticos para la toma de decisiones. Por tanto, según el texto, los científicos
deben:

 “Divulgar y comunicar a la sociedad los resultados de su investigación para


contribuir al avance cultural del público en general y la difusión del conocimiento, y
para justificar ante la sociedad los recursos dedicados a la investigación”.
 “Hacer un esfuerzo para proporcionar a la audiencia no especializada, un nivel
adecuado de conocimientos, y evitar la presentación ante los medios de resultados
prematuros y no suficientemente contrastados”.
Código de Buenas Prácticas Científicas del CSIC / Code of Good Scientific Pratices of
CSIC (pdf 1M) [Descargar]

Enlaces

 Ética en la investigación

La ética de la ciencia
Gregory Carrizales

 Administración
 11.04.2002
 4 minutos de lectura

ética y valores organizacionalesinvestigación científicaresponsabilidad social empresarial


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La investigación es un proceso indagatorio que le ha permitido a la humanidad incrementar


sus conocimientos acerca de hechos concretos, situaciones determinadas, en definitiva, le
ha permitido precisar aspectos sobre la realidad.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que el término realidad no debe limitarse en su
entendimiento a un contexto exclusivo, sino que mas bien debe asumirse en todo lo amplio
de su definición. Así pues, gracias a la amplitud de pensamiento y a la búsqueda de
soluciones la humanidad ha alcanzado grandes desarrollos en astronomía, física, biología,
medicina, genética, computación, economía, y en otras ciencias y disciplinas.

Es de destacarse, que este proceso indagatorio se ha venido presentando desde tiempos


remotos en todas las culturas u organizaciones sociales que han existido sobre la faz del
planeta.

En este sentido, las primeras civilizaciones se enfrentaron a los dilemas fundamentales de


existencia y a la búsqueda de solución de esas necesidades (comida, vestido, hábitat, entre
otros) con procesos indagatorios que aunque no pudiesen definirse como investigación en el
sentido estricto del término, en cierta medida esos procesos permitieron obtener
conocimiento nuevo sobre la realidad.

Ha sido en este proceso de búsqueda de conocimiento y de beneficios (satisfacción de


necesidades), a través del tiempo, que la humanidad ha moldeado su condición social,
política, económica, cultural y ética y a su vez ha potenciado su capacidad creativa y
destructiva.

En este aspecto, lo relevante es que para la humanidad las necesidades y percepciones sobre
la realidad han ido tomando matices más complejos en función de los niveles de
abstracción que ésta ha alcanzado, es decir, que en la medida que se han estructurado
conceptos y definiciones la humanidad ha abordado la realidad de una forma determinada.
Este abordaje ha respondido no sólo a la intención de describir, analizar e interpretar los
fenómenos y situaciones sino que a su vez ha respondido a finalidades concretas
supeditadas a una valoración particular de dicha realidad.

En este sentido, es claro afirmar que los niveles de abstracción alcanzados por la
humanidad no sólo han representado mayores grados de complejidad y sistematización en
el conocimiento, sino que a su vez se han visto influenciados por una orientación una carga
valorativa y una ética particular propia de las culturas y sociedades. Asimismo, es
importante destacar que estos aspectos valorativos y éticos de las culturas también se ha
venido desarrollando a la par de los procesos indagatorios.

En otros tiempos -y aun en lo días presentes- el sentido ético y valorativo de los procesos
indagatorios de la ciencia, era particularmente minimizado en aras del conocimiento y de la
solución a las interrogantes que cada día se manifestaban en la realidad. El afán y
extremismo científico por abordar y solucionar problemas devino en una falta de
responsabilidad en cuanto a los efectos y resultados obtenidos en los procesos indagatorios.
Este descuido hizo posible que la ciencia se pusiera al servicio de intereses absolutistas y
particulares, que en cierto modo terminaron por degenerar los fundamentos de la ciencia y
de la academia.

Asimismo, el hacer irresponsable de la investigación ha permitido que aflore la idea de la


ciencia como un arma de destrucción de la vida y de la humanidad. El extremismo
científico motivado por posturas éticas y valorativas particulares devino en nocivas
aberraciones como los experimentos del médico Joseph Menguele en seres humanos,
durante la segunda guerra mundial; o los experimentos del Gobierno Norteamericano con
soldados y retrasados mentales tras las primeras pruebas nucleares realizadas en Nuevo
México. En estos y otros muchos casos debidamente documentados la ciencia ha
perseguido el conocimiento y ha buscado soluciones a problemas puntuales, que bien
pudiesen haber redundado en beneficios sociales y de otra índole, pero cabría preguntarse si
¿el valor científico de un descubrimiento podría, en algún momento, compensar la
violación y vejación de la condición humana y hasta el derecho a la vida?

Es por lo anterior y por muchas otras consideraciones valorativas del conocimiento, que en
la actualidad se hace imperioso precisar las motivaciones éticas y las valoraciones
culturales y sociales que están detrás de todo proceso investigativo. Hoy en día la ciencia y
la academia no pueden considerarse desde una posición meramente altruista, es importante
tomar en cuenta que en sus actos existen implicaciones de tipo político, económico y
cultural, puesto que los científicos aparte de liderizar investigaciones también forman parte
de la sociedad, poseen una ética particular y se ven sujetos a las presiones y posiciones
institucionales, que generalmente se mueven tras intereses específicos.

El plano de la ética toca muy de cerca a la ciencia, la academia y sobretodo a la


investigación, porque no es suficiente con establecer una ficción normativa acerca de cómo
y qué investigar, con ello no se resuelve el dilema sino que por el contrario se fomenta el
desarrollo de investigaciones y centros de investigación paralelos a la norma, o se buscan
otros contextos nacionales con regulaciones más permisivas, ejemplo: las investigaciones
sobre la clonación humana y las investigaciones sobre el manejo genético de alimentos.
Todo estos aspectos traen a la discusión una nueva reflexión: ¿cuál es la ética del
investigador?

En todo caso, el dilema de la ética en el contexto de la ciencia, y particularmente en la


investigación, no se resuelve a través del establecimiento de normas y códigos, sino a través
de una comprensión ética más amplia de las implicaciones y efectos futuros de los
resultados en todos los contextos y ámbitos del hacer humano. En este sentido, la postura
ética de cada hacedor de ciencia debería conjugar una capacidad de visualización y
percepción del impacto de los nuevos conocimientos, una actitud más responsable y
respetuosa para con la humanidad y los valores sociales de esta.

Finalmente, es de considerarse que la ética como disciplina del ser en sus múltiples
dimensiones y estadios (en devenir, en relación, en situación, en comunicación) no es un fin
último y acabado. La ética es parte indisoluble del proceso de vida del ser humano y del la
humanidad como totalidad, esto quiere decir, que en la medida que las sociedades avancen
en el tiempo consumando nuevos conocimientos y conjugando nuevas formas de abordar la
realidad siempre estará implícita una valoración ética de esos conocimientos, de la finalidad
de los mismos y de cómo se adquirieron. Y si esta noción ética se fundamenta en el respeto
y en la comprensión humana el desempeño de la ciencia siempre estará en pro de la
humanidad.

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