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NARRATIVA CONTEMPORÁNEA II

A MANERA DE RECAPITULACIÓN

En una unidad anterior hicimos un primer acercamiento a la narrativa boliviana


contemporánea, concentrando nuestra atención a la evolución que experimentó la novela a
partir de la segunda mitad del siglo XX. A continuación, complementaremos este panorama
haciendo hincapié en el interesante desarrollo que tuvo este género (novela y cuento) a partir
de los años 80 y principios del presente siglo.

Recordemos que desde 1825 hasta 1959 la narrativa nacional fue organizada tradicionalmente
en tres periodos: romántica, realista y naturalista. A partir de 1959, con la publicación de la
novela Los deshabitados de Marcelo Quiroga Santa Cruz y del libro de cuentos Cerco de
penumbras (1957) de Óscar Cerruto, la narrativa boliviana da un giro espectacular.

En este sentido, ambas rompen con los modelos tradicionales, tanto en la forma como en el
contenido, para dar lugar preferencial a la ficción y a la exploración de nuevas experiencias
narrativas. Por ejemplo, una de las características más sobresalientes será el empleo del
lenguaje con mayor precisión, elegancia y depuración que permitirá contar los hechos con gran
eficacia.

Este momento extraordinario que empezó a vivir la narrativa boliviana abrió las puertas a todos
aquellos escritores y escritoras que se aventuraron a cruzar el umbral e incursionar en un
mundo hasta entonces desconocido. En las dos últimas décadas la producción nacional ha sido
abundante, sorprendente y de buena calidad, develando a jóvenes escritores con un futuro
prometedor.

LA NUEVA GENERACIÓN

El escritor y crítico literario Sebastián Antezana, respecto a esta nueva generación de


narradores, opina que existen escritores de gran talento como Adolfo Cárdenas, Edmundo Paz
soldán, Rodrigo Hasbún, Giovanna Rivero, Maximiliano Barrientos, Wilmer Urrelo, Alison
Speeding, Claudio Ferrufino, Sebastián Antezana, Juan Pablo Piñeiro, el propio Jesús Urzagasti,
Ramón Rocha Monroy y varios más que, de alguna manera, están renovando formal y
temáticamente la narrativa nacional. Sin embargo, Antezana afirma que en lo que va de este
nuevo siglo y, sobre todo, la calidad literaria de esta nueva generación, aún no ha dado una
novela boliviana que, sin abandonar sus características esenciales, verdaderamente nos ofrezca
la posibilidad de pensar en la realidad y la escritura de una forma distinta. En este sentido
explica que la novela, al ser un género literario mayor, más global, exige un complejo aparato
ficcional que nos diga algo sobre el mundo, instituya una nueva manera de decir una historia,
nuestra historia, una manera en la que la memoria funcione como un dispositivo en perpetua
reconstrucción, una memoria que se hace a sí misma a través de memorias ajenas, no desde la
evocación racional o emotiva del pasado propio, sino desde la exploración del pasado ajeno y
común, concluye Antezana.

EL CUENTO

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El cuento por su parte tuvo un recorrido casi similar al de la novela, pero con algunas variantes.
No es sino hasta la década de los años 90, con la aparición de pequeñas empresas editoriales,
concursos literarios, algunos medios impresos de difusión masiva y la internet, que se da a
conocer la producción, más o menos regular, de jóvenes cuentistas y de narradores anteriores
que supieron asimilarse a este nuevo paradigma.

La característica general será la de proponer, desde el manejo del lenguaje y su trama, formas
renovadas de escritura que marcarán, definitivamente, la transición y la transformación de la
cuentística nacional.

El crítico literario Miguel Aillón Valverde afirma que en los primeros años del nuevo siglo los
escritores jóvenes, sobre todo cuentistas que, con una conciencia precoz, no solo de los
mecanismos del lenguaje y del complejo mundo de la creación literaria, dejan atrás todo rasgo
de una obra realista o comprometida para adentrarse en los meandros de una serie de textos en
los que exploran –sin sentirse representantes de ninguna ideología, cultura o espacio definidos-
individualidades quebrantadas por los cambios que trae e impone, inevitablemente, el siglo XXI.
En este sentido, el crítico explica que los narradores de esta nueva generación se enfrentan a la
incertidumbre de un mundo moderno en crisis. Este hecho da paso a una serie de interrogantes,
a las que muchas veces si éxito, tratarán de responder desde sus creaciones. De aquí la
incertidumbre de esta generación de jóvenes narradores, en su afán por tratar de llenar desde el
discurso, vacíos propios que nos ofrece la posmodernidad, finaliza Aillón Valverde.

Frente a este contexto con nuevos desafíos, los cuentistas se volcarán de lleno a su trabajo
creativo, con la intención de construir una narración diferente a la tradicional y así explicar y
entender el apabullante postmodernismo en la que estamos inmersos. En esta tentativa surgen
propuestas interesantes cuyas características las enunciamos a continuación.

CARACTERÍSTICAS

Muchos críticos coinciden en afirmar que aún es muy poco el tiempo transcurrido desde
apareció en la escena literaria esta nueva cuentística para poder juzgarla objetivamente. Sin
embargo, alguno críticos y estudiosos de esta literatura, que también forman parte de esta
generación han enunciado, de manera general, las siguientes características.

Los jóvenes narradores se desmarcan de la tradición literaria nacional, de sus modelos y


estructuras narrativas que habían determinado la personalidad de las letras nacionales por
muchos años y se aventuran a experimentar nuevas formas de contar sus historias. La más
común consiste en penetrar o indagar espacios ajenos y transgredir la intimidad de las
personas.

Las categorías de tiempo y espacio se abren en todas direcciones, con el propósito de albergar
cualquier tipo de situaciones extrañas, producto de una cultura popular, urbana, tecnológica y
posmodernista. Por esta razón, los cuentos contemporáneos no ofrecen mundos definidos, por el
contrario, presentan espacios y tiempos universales en el que los personales deambulan
azorados. Por ejemplo hay ciudades sin nombre, ubicadas en cualquier lugar y tiempo.

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La organización de la trama es caótica, libre, fragmentada, irregular, extraña y fuera de orden;
pareciera reflejar el paradigma de la postmodernidad, de un mundo a veces sin sentido, no
lineal y hasta eventual.

La estructura narrativa rompe el orden secuencial y lógico de los acontecimientos, originando


una comprensión fragmentada de la totalidad de la historia que se narra. Esta característica
tiene la intención de dar mayor libertad al narrador para crear mundos de ficción capaces de
sugerir varias interpretaciones, y que se acomoden a los intereses que convengan al lector.

Las categorías clásicas de veracidad y verosimilitud rompen sus fronteras y se fusionan creando
un espacio de incertidumbre y perplejidad, lo que obliga al lector –a manera de provocación- a
replantear su imaginario personal.

Finalmente, esta nueva narrativa reafirma su intención transgresora y contestataria; no se


encasilla en un determinado territorio, más aun, se universaliza.

AUTORES Y OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS

La nueva generación de escritores ha iniciado su recorrido con obras ambiciosas y


prometedoras, con muchas perspectivas para colocar a Bolivia en un lugar más relevante en el
panorama de la literatura latinoamericana. Entre los más destacados se encuentran:

Claudio Ferrufino (Cochabamba, 1960): Desde 1989 reside en los Estados Unidos. Entre sus
obras se encuentran Virginianos, Años de mujer, Diario en cinco y epílogo, así como una serie de
artículos publicados en periódicos locales recopilados bajo el título de Ejercicios de memoria.
En 2009 obtuvo el Premio de Novela Casa de las Américas (Cuba) por el Exilio voluntario. En el
2011 gana el Premio Nacional de Novela con su obra Diario secreto. En esta se hace una
introspección a los espacios donde habita lo que consideramos inaceptable, anormal, malo. Su
lectura trasciende “las convenciones morales” y permite descubrir las vivencias de su
protagonista, quien repasa varios episodios de sus vida vinculados al “afán de explorar el
misterio de la muerte y sus prolegómenos.

Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967): Es uno de los escritores latinoamericanos más
reconocidos de su generación de la década de 1990, conocida como McOndo. La obra de este
escritor se caracteriza por describir escenarios realistas y registrar a través de la literatura la
influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en el paisaje urbano del
continente. Ha sido ganador de varios premios literarios, entre los que se cuentan el Premio
Erich Guttentag (Bolivia, 1992) por la novela Días de papel y el Premio Juan Rulfo (1997), con su
obra Dochera; dos años más tarde fue finalista del Premio Rómulo Gallegos con su novela Río
fugitivo y el 2002 ganó el Premio Nacional de Novela con su obra El delirio de Turing.
Desde1991reside en Estados Unidos, donde es profesor de Literatura latinoamericana en la
Universidad de Cornell.

Giovanna Rivero (Santa Cruz, 1972): Ha escrito una novela y varios libros de cuentos, entre
los que se destacan Contraluna y Sangre dulce. Obtuvo el Premio de Literatura de Santa Cruz de
La Sierra (1996) y el Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo (2005). Varios de sus cuentos

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fueron traducidos al inglés, alemán, francés, húgaro y farsi. Su obra ha sido compilada en varias
antologías nacionales y del exterior. Sus personajes están siempre poseídos por pasiones
extremas y deambulan por el mundo expresándose con fuerza. En sus narraciones más que la
ironía abunda el sarcasmo, el humor negro. Los hombres y las mujeres están destinados a
desencontrarse: son más las cosas que los separan que las que los unen. No es que no quieran
entenderse, lo que ocurre es que no pueden. En su obra se manifiesta abiertamente el erotismo,
la violencia, lo íntimo, la ironía. La obra de Rivero se ha posicionado como una de las más
importantes en las letras bolivianas y como un referente para los lectores del exterior.

Maximiliano Barrientos (Santa Cruz, 1979): Es uno de los escritores jóvenes más relevantes
de la narrativa contemporánea nacional y latinoamericana. En 2009, su libro de relatos Diario
recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz, posteriormente publicó Los daños y
Hoteles. Sus artículos sobre literatura, música y cine, así como algunas de sus crónicas, han
aparecido en las principales revistas y suplementos culturales de Bolivia. Parte de su obra ha
sido publicada por una prestigiosa editorial española. Barrientos enfoca en sus narraciones, sin
ninguna reserva, la intimidad de los personajes; también plantea la ruptura de los ideales de la
juventud, de la desilusión al llegar tempranamente a la edad madura.

Rodrigo Hasbún (Cochabamba, 1981): Ha publicado el libro de cuentos Cinco y la novela EL


lugar del cuerpo. Le concedieron el Premio Unión Latina a la Novísima Narrativa Breve
Hispanoamericana. La influyente revista británica Granta lo seleccionó entre los 22 mejores
narradores jóvenes del mundo hispano. Dos de sus textos fueron llevador al cine con guiones
co.escritos por él. Vive desde el 2009 en Nueva York. Sus libros empezaron a distribuirse en
países como Argentina, México y Chile, y se anunció la traducción al francés de su novela. El
lugar del cuerpo, de la cual el escritor Wilmer Urelo opina que es un salto esperado no solo para
Hasbún y su literatura, sino sobre todo para la literatura boliviana. No es una promesa ni una
bocanada de arte fresco, como escuchamos decir siempre que se habla de una primera novela.
Es una realidad. Una orientación distinta, compleja y exquisita de eso que llamamos nueva
literatura boliviana.

Wilmer Urelo (La Paz, 1975): Es autor de la novela Mundo negro con la que ganó el IX Premio
Nacional de Novela de Bolivia. Participó en las antologías Trabajos forzados y otros cuentos. Fue
ganador del IX Premio Nacional de la Novela 2006 con Fantasmas asesinos. Con su tercera
novela Hablar con los perros ganó en Alemania el premio Anna Seghers de Literatura 2012. En
esta novela se revela la gran habilidad narrativa de su autor al crear diálogos minuciosamente
entrelazados.

En todos estos escritores y, con seguridad, en muchos otros encontramos en sus narraciones
libertad temática y formal; mucho talento e imaginación. La narrativa boliviana está preparada
para dar el salto que anuncia hace un buen rato, para hacerse, con todos los merecimientos más
conocidad de lo que es en el vigoroso escenario de la actual literatura latinoamericana.

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