Sei sulla pagina 1di 5

Javier Ormazabal Echeverría - Psicología filosófica

La concepción cartesiana de la relación mente-cuerpo y su


influencia en la contemporaneidad

Ya desde el comienzo de su ensayo sobre el mito cartesiano, Kenny hace una


disección de las teorías de Descartes. En primer lugar presenta la tesis fundamental
cartesiana: la separación de dos mundos, uno físico y otro psíquico. La interacción
de estos dos mundos se da de un modo confuso y enigmático que está más allá de
las reglas normales de causalidad. Esta completa disociación es consecuencia de la
concepción cartesiana de la mente como conciencia y de la materia como extensión
en movimiento. Ya se han refutado más de una vez estas hipótesis; quizás la
concepción de la materia como extensión pueda parece a priori más convincente
que la concepción de mente como pura conciencia, pero se han descubierto
realidades tales como la circulación de la sangre y la actividad del corazón que son
innegablemente físicas y que, sin embargo, requieren para su funcionamientos
fuerzas distintas al simple movimiento de lo extensional. No obstante, la visión
cartesiana ha calado tan profundamente en la manera de concebir la mente y el
cuerpo que su presencia también se da en la actualidad.

De esa tesis central surgió el conductismo, corriente que tiende a reducir lo mental
a disposiciones físicas. Según los conductistas, no existe pensamiento ni
sentimiento alguno que no sea manifestado públicamente. En cuanto al dualismo,
en última instancia, lleva al escepticismo, a la duda de si realmente hay conciencia
en sujetos que no sean yo mismo. Wittgenstein se posicionó entre ambas corrientes,
de manera que los estados y acontecimientos que ocurrían dentro de la mente no le
parecían reductibles a sus expresiones corporales, pero tampoco le parecían
totalmente separables de sus expresiones corporales. Él no negaba la posibilidad de
que tuviésemos ideas privadas, secretas, pero también pensaba que una prueba de
que nuestra mente no se puede separar de nuestras expresiones corporales es el
uso del lenguaje que hacemos al pensar, pues el lenguaje está vinculado a la
expresión pública y corporal.

Para Kenny, la mente es esencialmente la capacidad de actividad simbólica, la


capacidad de adquirir habilidades intelectuales, capacidades cognitivas y volitivas.
Kenny se aparta completamente de las notas materialistas que pudieran tener
filosofías como la conductista, pero no profundiza en la inseparabilidad de lo mental
de lo corporal. Respecto a esto, John Searle respondería que los fenómenos
mentales son solamente rasgos del cerebro. Ambos autores están de acuerdo en la
necesidad de superar el dualismo cartesiano para poder construir una filosofía de la
mente acertada. El dualismo, por reducir lo mental a lo accesible por introspección,
en definitiva considera mecánicos a todos los animales, a pesar de que posean

1
Javier Ormazabal Echeverría - Psicología filosófica

sentidos internos, porque son carentes de verdadera sensación; sólo la sensación


consciente sería auténtica sensación.

John Searle es claro y conciso desde el principio, y su deseo de establecer una


verdadera inseparabilidad entre mente y cuerpo es admirable. Según él, los
fenómenos mentales son efecto de procesos neurofisiológicos de la mente y, a la
vez, son rasgos del cerebro. De entre las corrientes materialistas, no le convence
ninguna. La corriente del materialismo eliminativo niega la existencia de creencias,
deseos, esperanzas o miedos. El funcionalismo afirma que los estados mentales
consisten en las relaciones causales que hay entre ellos mismos y en los estímulos
del sistema del que son parte. Dentro de estos, algunos creen firmemente en la
posibilidad de un ordenador pensante, si a ese ordenador se le implantase el
programa adecuado, con los adecuados estímulos. Otros creen que palabras como
“deseo” o “creencia” constituyen un vocabulario útil para explicar y predecir
conductas, pero que no deberían tomarse de modo literal, como si realmente
apuntasen a fenómenos psicológicos reales; otros, que la conciencia como tal no
existe, sino que se refiere a fenómenos públicamente observables desde la
perspectiva de una tercera persona. Ninguna de estas ideas con notas materialistas
casa con la visión de Searle porque no es posible ni iniciar un debate, pues no hay
un punto de partida coincidente entre ambas partes. Si se niega la existencia de la
conciencia desde el principio, no hay realmente un punto de partida común desde el
que se pueda iniciar una discusión. Lo que realmente preocupa a Searle es que
teorías para él tan descabelladas como estas sean, en general, respetadas a
grandes rasgos.

Uno de los mayores logros de Searle en sus ensayos es que consigue entrever los
factores que nos han llevado a esta situación. En primer lugar, sucede que el terror
de caer en el dualismo cartesiano lleva a los filósofos de la mente a tomar parte y
defender la existencia de un único mundo de entre los dos que Descartes distingue.
También es cierto que el vocabulario que hemos heredado de la tradición cartesiana
nos condiciona, porque implícitas en ese vocabulario se encuentran multitud de
falsas proposiciones referentes a la realidad de la mente y a la del cuerpo: las
oposiciones entre físico y mental, cuerpo y mente, materialismo y mentalismo,
materia y espíritu, etc… están profundamente arraigadas en nuestra manera de ver
la realidad, cuando realmente lo que deberíamos ver es que, porque la conciencia
es algo mental, es algo físico, propiedad del cerebro. Además, hay una constante
tendencia de objetivar todo, de considerar que si algo es real, entonces es
igualmente accesible a todo observador. Por eso nos centramos únicamente en lo
objetivo de la conducta exterior más que en lo subjetivo de los estados mentales.

Para Searle es de vital experiencia la conciencia, hasta tal punto que no considera
posible estudiar la mente independientemente de nuestra noción de conciencia.

2
Javier Ormazabal Echeverría - Psicología filosófica

Realmente no nos es posible concebir un estado mental inconsciente. En esta


conciencia, y en la mente en general opera algo subjetivo, precisamente porque no
hay dos mentes iguales. Es útil y buena la pretensión de objetividad para lo
epistemológico, pero para lo ontológico no podemos descartar algo tan real y
presente como es la subjetividad de nuestra psique. No obstante, tradicionalmente
se ha intentado estudiar la mente como si consistiera en fenómenos neutros e
independientes de la conciencia y la subjetividad. Precisamente porque es un error
pensar que la ontología de lo mental es objetiva, también es un error pensar que la
metodología de una ciencia que estudia lo mental debería limitarse a la conducta
observable y objetiva. La metodología debería comportar subjetividad porque la
ontología de la conciencia, a la que la mente está estrechamente unida, es
subjetiva. Por otro lado, Searle no puede aceptar las formulaciones conductistas
porque la conducta sólo tiene sentido como manifestación de una realidad mental,
pero no conocemos la existencia de los fenómenos mentales ajenos simplemente
mediante la observación de su comportamiento. Asimismo, remarca la necesidad de
superar el dualismo cartesiano porque no cree que todo sea o mental o físico. La
concepción popular de que toda realidad es física peca de esta falta: se trata de una
concepción articulada totalmente en torno a una oposición que es radicalmente
falsa, a saber, que lo físico es lo contrario a lo mental. En la definición cartesiana de
lo físico como res extensa, los electrones no contarían como realidad física. Aún así,
el legado de estas teorías ha hecho nacer en nosotros la pregunta de cómo
podemos dar cuenta de las relaciones entre dos géneros de cosas en apariencia
totalmente diferentes. Nos vemos a nosotros mismos como conscientes, libres y
racionales y, en contraposición, vemos el mundo como consistente sólo de
partículas físicas carentes de significado.

Si el problema mente - cuerpo es tan complicado, esto es porque hay ciertos


rasgos de los fenómenos mentales que a menudo escapan a nuestra comprensión:
la conciencia, la intencionalidad, la subjetividad de los estados mentales y el
problema de la causación mental. Por estos temas nos cuesta tanto aceptar que los
fenómenos mentales (sean conscientes o inconscientes) están efectivamente
causados por procesos que acaecen al cerebro, que son rasgos del cerebro.
Normalmente solemos considerar contradictorio pensar que los cerebros causan las
mentes y al mismo tiempo pensar que las mentes son sólo rasgos de los cerebros.
Nuestro modelo de las relaciones causales entre el cerebro y la mente nos inclina a
aceptar algún género de dualismo. Tendemos a creer que los acontecimientos de un
reino material causan acontecimientos en otro reino inmaterial. Pero hay un
concepto de causación más sofisticado, que Searle compara con la liquidez del
agua, que es causada por la conducta de elementos del micronivel y que, con todo,
es a su vez un rasgo realizado en el sistema de microelementos. Así los fenómenos
mentales son causados por procesos que tienen lugar en el cerebro en el nivel

3
Javier Ormazabal Echeverría - Psicología filosófica

neuronal y al mismo tiempo se realizan en el sistema mismo que consta de


neuronas.

Afortunadamente, hay respuestas para aquellos problemas que se nos presentan


como los autores de la controversia “mente-cuerpo”, aunque para vislumbrarlas es
preciso aplicar esta idea de causación. En relación con la conciencia, lo cierto es
que lo que entendemos del proceso hasta el momento es que hay ciertas
actividades electroquímicas específicas que se desarrollan entre las neuronas o lo
módulos de las neuronas y quizá otros rasgos del cerebro, y estos procesos causan
la conciencia. En cuanto a la intencionalidad, ocurre que los fenómenos mentales
son causados por procesos biológicos mientras que al mismo tiempo tienen su
realización en los propios sistemas biológicos. Quizás el tema que más interese a
Searle, el de la subjetividad, seal al mismo tiempo el problema que más calado se
encuentra entre nosotros. Es un error suponer que la definición de realidad deba
excluir la subjetividad, precisamente porque, si la ciencia que reúne verdades
objetivas y sistemáticas que podemos enunciar sobre el mundo, entonces la
existencia de la subjetividad es un hecho científico enteramente objetivo. Mi actual
estado de conciencia es un rasgo de mi cerebro, pero sus aspectos conscientes son
accesibles para mí de una manera en que no lo son para otro. Por otro lado,
también es un error pensar que los pensamientos carecen de peso o que son
etéreos porque, según Searle, cuando se tiene un pensamiento se desarrolla
actividad cerebral, y ésta causa movimientos corporales por medio de procesos
fisiológicos.

Yo creo que los fenómenos de la mente no pueden reducirse a procesos


biológicos, igual que Kenny y Searle, pero me parece que éstos no entran al fondo
de la pregunta. Searle, que es quien más enfatiza el hecho de que no puede de
ninguna forma separarse los eventos de la mente de los estímulos eléctricos del
cerebro, no da cuenta de la verdadera y más difícil cuestión. Aunque sus tesis me
parecen irrefutables, la auténtica pregunta es si los fenómenos mentales tienen
tiempo. Es decir: si, igual que los procesos biológicos del cerebro, también los
estados y acontecimientos mentales padecen el pasar del tiempo, entonces ambas
acciones no pueden darse simultáneamente. Por otro lado, no parece racional decir
que los procesos biológicos están más allá del tiempo. Por eso es importante decir
cuál de los dos acontecimientos sucede antes. Podría ser que los procesos
biológicos del cerebro sucediesen antes y diesen pie al nacimiento de ideas,
voliciones, deseos, miedos… Por otro lado, podría ser que nuestros deseos,
voliciones, ideas… activasen el complicado sistema del cerebro enviando señales
eléctricas. Por mi parte, tiendo a posicionarme por la segunda opción. Si fuese de la
otra manera, tantas realidades mentales como las voliciones, los deseos y tantos
otros actos libres de la mente resultarían ser quiméricos, y no habría distinción real
entre la “mente” que un superordenador podría tener y la nuestra. Con esto no

4
Javier Ormazabal Echeverría - Psicología filosófica

quiero decir que lo material no pueda de ninguna manera actuar como causa sobre
lo inmaterial; ciertamente, si no tienes una dieta equilibrada y no tomas vitaminas,
probablemente el cansancio te lleve a sentirte más triste de lo normal. Sin embargo,
creo que hay una jerarquía, que la mente domina realmente el cuerpo, y de ahí que
podamos decidir sobreponer realidades como la filantropía, la mortificación y la
misericordia a necesidades básicas y tan necesarias como el comer o el dormir. La
imagen de nuestra psique es comparable a la de un ordenador, donde las corrientes
eléctricas del chip son causa de pero no exactamente lo mismo que la foto que la
pantalla está mostrando. Sin embargo, también el propio sistema operativo (el
software) puede actuar como causa sobre el hardware cuando, por ejemplo, el
usuario del ordenador clica sobre el símbolo del navegador, activando un complejo
sistema de movimientos en el corazón del ordenador de manera que estos resulten
en que el navegador se abra y deje que el usuario busque lo que quiera. La
diferencia, claro está, es que el usuario del equipo utilizado es uno mismo, que uno
mismo incide en su propia actividad cerebral, aún sin conocer qué partes del
cerebro debe activar para que se dé tal o cual evento, pero sabiendo que se dará
cada vez que lo quiera.

Potrebbero piacerti anche