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Lázaro cuenta su
vida y quiénes
fueron sus padres.
Lázaro, antihéroe por excelencia, nos proporciona datos sobre su vida: nació junto al río
Tormes, en Salamanca, y es hijo de un molinero y de una viuda que vivía con un hombre
moreno, con quien procreó un niño. Este individuo llamado Zaide, robaba el alimento,
paños, mantas, sábanas y hasta las herraduras de los caballos que cuidaba para poder
satisfacer las necesidades de su familia, lo cual fue investigado por el administrador del
comendador de la Magdalena y tuvo que responder por algunas acusaciones de su amo.
La madre de Lázaro luego de arreglar con la justicia, se empleó en un mesón, donde su
hijo la ayudaba en lo que podía.
Cuando Lázaro fue un mozo, su madre, por razones económicas, lo puso al servicio de
un ciego, cliente habitual del mesón de la Solana. El jovenzuelo, como criado y
compañero, debía guiar los pasos del ciego y ser la luz de sus ojos. Pero el ciego,
contra todas las esperanzas del muchacho, resultó ser un perfecto avaro. Mezquinaba
las copiosas limosnas recibidas, y tenía a Lazarillo, como él lo llamaba, al borde de
perecer de hambre.
Lázaro tuvo que hacerse hábil en todo tipo de picardías y malicias para sustraerle dinero
y alimentos a su amo. Sin embargo, cuando el ciego descubría sus artimañas, lo
castigaba cruelmente. Esta situación llevó al muchacho a tramar una justa venganza.
Adrede comenzó a llevar al ciego por los peores caminos, por entre piedras y lodo. Un
día de lluvia, cuando se vieron en la obligación de cruzar un arroyo, Lázaro lo condujo
justo frente a un enorme poste, diciéndole que era el mejor sitio para brincar, y le pidió
dar un gran salto. El ciego lo hizo con fuerza y fue a dar con la cabeza en el poste. En
ese instante, Lazarillo, libre y veloz, corrió a todo lo que le dieron sus piernas, en busca
de una nueva vida.
TRATADO SEGUNDO
Lázaro llegó a Toledo, donde, por quince días, vivió de limosnas. Un día, se encontró
en la calle con un escudero de muy buena presencia, quien fue su tercer amo. Su nuevo
hogar fue una casa que tenía la entrada oscura y tenebrosa de tal manera que daba
miedo a los que ingresaban en ella. La casa carecía de muebles y parecía embrujada.
Lázaro entonces se dio cuenta que el escudero, aunque aparentaba ser un joven tan
noble, en realidad era pobre. Para poder comer, Lázaro tuvo que mendigar, y darle parte
de lo que recibía al escudero. Un día el ayuntamiento de esa área acordó que todos los
pobres que no fueran del lugar salgan de la ciudad, y Lázaro, por suerte, consiguió
comida a través de unas vecinas. El escudero estuvo sin comer por ocho días, hasta
que consiguió un real para mandar a Lázaro a comprar pan y vino a la plaza del lugar.
Más tarde los dueños de la casa del escudero llegaron a cobrar el alquiler de la casa,
pero el escudero se excusó y desapareció. Lázaro se quedó una vez más sin amo.
TRATADO CUARTO
Las vecinas llevaron a Lázaro a dónde el Fraile de la Merced, su cuarto amo. Al fraile
le gustaba mucho caminar y de hacer visitas. Tanto caminaron Lázaro y el fraile que en
ocho días Lázaro rompió su primer par de zapatos que había recibido del religioso.
Lázaro se cansó de seguirlo y por otras cosillas, lo abandonó.
TRATADO QUINTO
Cómo Lázaro sirvió
a un buldero, y las
cosas que le pasaron
con él
VOCABULARIO:
Alguacil.-
Su próximo amo fue un maestro pintor de panderos, con el cuál duró muy poco. Una
vez, Lázaro entró a una Iglesia, dónde se encontró con un capellán, siendo éste su
próximo amo. El capellán le dió a Lázaro un asno y cuatro cántaros de agua para ir a
vender agua por la ciudad. Este fue el primer trabajo que tuvo Lázaro dónde ganaba
comisiones todos los sábados. Estuvo en esas condiciones por cuatro años, y,
ahorrando poco a poco, pudo comprarse su primera espada y ropa usada. Después de
haber mejorado Lázaro su apariencia , dejó al capellán y también dejó su oficio.
TRATADO SÉPTIMO
Después Lázaro se asentó con un alguacil. Duró muy poco con él, porque le pareció
que el oficio de su amo era peligroso. Llegó el día en el que el arcipreste de San Salvador
vio a Lázaro y lo casó con una criada suya. Vivía muy bien con su nueva esposa, en
una casa al lado del arcipreste. Luego comenzaron a formarse cuentos sobre su esposa
y el arcipreste. La mujer de Lázaro lloró mucho por estos cuentos, pero Lázaro la
tranquilizó. El decide no hacerle caso a los cuentos para que no hubiera una intervención
en su felicidad. Finalmente llegó a un período de estabilidad en su vida, y para él no
había nada mejor.
GLOSARIO DE TÉRMINOS
Maravedí.- Moneda española, efectiva unas veces y otras imaginaria, que ha tenido
diferentes valores y calificativos.
Sabueso.- Pesquisidor, que sabe indagar, que olfatea, descubre, sigue o averigua los
hechos.
Muescas.- Concavidad o hueco que hay o se hace en una cosa para encajar
otra. Corte que en forma semicircular se hace al ganado vacuno en la oreja para
que sirva de señal.
Alguacil.- Oficial inferior de justicia, que ejecuta las órdenes del tribunal a quien sirve.
Almodrote.- Salsa compuesta de aceite, ajos, queso y otras cosas, con la cual se
sazonan las berenjenas. Mezcla confusa de varias cosas o especies.
Bellaco.- Malo, pícaro, ruin. Astuto, sagaz.
Bonete.- Especie de gorra, comúnmente de cuatro picos, usada por los eclesiásticos y
seminaristas, y antiguamente por los colegiales y graduados.
Cañizo.- Hecho o cubierto de cañas. Tejido de cañas y bramante o tomiza que sirve
para camas en la cría de gusanos de seda, armazón en los toldos de los carros, sostén
del yeso en los cielos rasos, etc.
Calza.- Prenda de vestir que, según los tiempos, cubría, ciñéndolos, el muslo y la pierna,
o bien, en forma holgada, solo el muslo o la mayor parte de él.
Ducado.- Moneda de oro que se usó en España hasta fines del siglo XVI, de valor
variable.
Jubón.- Vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al
cuerpo.
Merced.- Dádiva o gracia de empleos o dignidades, rentas, etc., que los reyes o señores
hacen a sus súbditos.
Sayo.- Prenda de vestir holgada y sin botones que cubría el cuerpo hasta la rodilla.
Talabarte.- Pretina o cinturón, ordinariamente de cuero, que lleva pendientes los tiros
de que cuelga la espada o el sable.