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Huérfanos Siglo XXI

Primeros apuntes para un abordaje interdisciplinario

Autoras: Dra. Marini María Alicia. maritamarini@hotmail.com

Lic. Ilincheta Juliana María. juliana.m.ilincheta@gmail.com

Este escrito se origina a partir de la inquietud de la Dra. Marini acerca del destino de los
niños que quedan sin sus madres como consecuencia del incremento de casos de
feminicidios que se está evidenciando en nuestra sociedad. A partir de su invitación
comenzamos juntas a pensar: ¿Qué pasa con el psiquismo de estos niños? ¿Cómo pensar el
abordaje necesario desde nuestro lugar de agentes de salud para garantizar la contención de
salud adecuada? Intentaremos dar respuesta a algunos interrogantes desde lo teórico a la
vez que esbozaremos un ensayo de protocolo de acción.

Es necesario como sociedad hablar de este fenómeno, de este síntoma social, porque al
nombrar las cosas es que se les da existencia. La idea de visibilizar un fenómeno para
permitirnos pensarlo, analizarlo y abordarlo nos parece central y es desde ahí que se
responde a la siguiente pregunta: ¿Por qué es importante que este tema forme parte de la
currícula de contenidos de la catedra de pediatría? Porque visibilizar esta población nos
permite acercarles la contención y el abordaje que requieren. Como futuros médicos
tendrán ante ustedes la oportunidad de conocer a muchos de estos niños y podrán, desde el
conocimiento de las marcas que este trauma deja, orientar a los adultos que estén a cargo a
realizar las consultas pertinentes. Como veremos en el escrito, no siempre será menester un
tratamiento psicológico en el momento de acontecido el hecho traumático, pero si creemos
importante una primera consulta, ya que: la pertinencia o no de tratamiento debe ser
evaluada por un profesional, y además, como modo de devolver a estos niños algo de la
sensación de ser protegidos que se les arranco tan brutalmente con el feminicidio de sus
madres. Abordaremos también las instancias en las cuales tendremos oportunidad de actuar
en

forma preventiva cada vez que como agentes de salud nos encontremos frente a una mujer
víctima de violencia.

¿Por qué nos parece importante abordar este tema? Porque dada la crecida incesante de
casos lo consideramos un asunto de Salud Pública y pensamos que es necesario y urgente
tomar acciones preventivas, visibilizando las causas y pensando juntos pautas de acción
para con los niños que han quedado en situación de vulnerabilidad psíquica ante lo
horroroso del hecho vivido.

Organizaremos la exposición de esta clase en dos momentos: el momento de la prevención


y el momento posterior al feminicidio, cuando la prevención fallo.

MOMENTO DE PREVENCION
¿A que nos referimos con MOMENTO DE PREVENCION en esta temática? Es la ocasión
que como pediatras tendrán de entrevistar a mujeres, madres de sus pacientes, que sufran
violencia de género. Es el momento valioso de orientar a esas mujeres para que accedan a
la ayuda disponible.

Comenzaremos definiendo lo que la OMS nombra como RUTA CRITICA. Ruta crítica es
“el proceso que se construye a partir de las decisiones y acciones que ejecutan las mujeres
como asi también las respuestas encontradas en la búsqueda de soluciones cuando deciden
romper el silencio”. La definición habla de las decisiones de las mujeres y de las respuestas
encontradas. Como agentes de salud nos compete abrazar la noción de que lo que una mujer
pueda hacer en estas circunstancias no dependerá solo de ella sino de los aparatos del
estado que la orienten y acojan. Debemos poder escuchar, alojar el sufrimiento, entender
los temores y orientar los pasos a seguir. En el trabajo hospitalario es sumamente
importante el trabajo mancomunado entre psicólogos, médicos y trabajadores sociales
donde la información circule con respeto y atendiendo a que las mujeres que consultan no
deban repetir a todos los actores lo mismo una y otra vez. En situaciones de tanta
vulnerabilidad es prioritario cuidar al máximo la intimidad de quienes consultan. Ofrecer
contención y no precipitar acciones será crucial. Si bien los protocolos de acción existentes
orientan a realizar siempre una denuncia en casos de violencia doméstica o de género, lo
cierto es que dicha denuncia debe llegar en el momento en que la mujer tenga garantizado
un lugar donde ir y que este lista

psíquicamente para dicho paso. Si no están dadas estas condiciones corremos el riesgo de
poner a nuestra paciente en una situación de mayor riesgo. (Lamentablemente tenemos
sobradas ejemplos en la Argentina de denuncias que solo tienen como resultado la toma de
represalias por parte del denunciado quienes terminan con la vida de estas mujeres)

Lo social

Es mucho lo que se ha escrito sobre el aspecto socio-histórico causal de este fenómeno.


Abundan escritos brillantes sobre este aspecto por lo cual no ahondaremos en esta vertiente.
Daremos solo un pantallazo para poder abrir al debate y comenzar a pensar.

“Pero, ¿de qué hablamos cuando nombramos la palabra feminicidio? Hablamos de un


fenómeno invisibilizado durante milenios, de un hecho normalizado desde los inicios de la
sociedad humana global. El asesinato de las mujeres por el hecho de ser mujeres cometido
por hombres -la definición más básica y que debería aparecer en los diccionarios- es tan
difícil de comprender y de asimilarse socialmente que nos vemos en la necesidad fáctica de
situarlo en el centro mismo de la barbarie.

La introducción del paradigma del feminicidio-femicidio es un aporte de la academia


feminista anglosajona cuyos ensayos e investigaciones estadísticas evidencian que los
victimarios de la inmensa mayoría de los asesinatos que se cometen, tanto de hombres
como de mujeres, son del género masculino. Cuando una forma de barbarie es aceptada,
una población o un ser no pertenece plenamente a la humanidad y merecen un tratamiento
que rotundamente no se aplicarían a sí mismos quienes aceptan y consienten esa barbarie.
El feminicidio constituye una forma de barbarie, siendo su condición de posibilidad el
patriarcado de la era de la globalización. Citando a Deborah Cameron y Elisabeth Frazer,
en The Lust to Kill, un libro donde exploran los nexos entre género y asesinato: “cuando
una sociedad se enfrenta cotidianamente al asesinato de mujeres no tiene sentido preguntar
por qué un individuo mata a otro. La pregunta debe ser: ‘¿por qué los miembros de algunos
grupos matan a los miembros de otros grupos?’ Cuando se trata de dar respuesta a esta
pregunta es necesario interrelacionar los motivos con los actos violentos de los criminales y
yuxtaponerlos con las estructuras sociales de determinada región y las diferencias de poder
en la

jerarquía del poder sexual”. Nos encontramos entonces en la necesidad de pensar que
cambios se dieron en nuestra sociedad ¿que cambio en la vida de hombres y mujeres?” 1

Una característica de la violencia de género es que tiene diferentes niveles, momentos que
siempre se dan en una escalada de violencia. La violencia puede ser simbólica, psicológica,
física o una mezcla de todas. Nunca debemos desestimar ninguno de estos tipos de
violencia en ningún grado de intensidad ya que cada una en su especial modo de existir
supone una violentacion y una exigencia de posesión hacia una mujer. Comentarios
denigrantes, exigencia de restringir amistades, prohibición de trabajar, violación de la
intimidad (revisar celulares o mails) todos estos modos de violencia psicológica derivaran,
sin lugar a dudas, en violencia física si la mujer destinataria no se aviene a las exigencias
que sobre ella pesan.

Una de las constantes que encontramos en las estadísticas es que las victimas de
feminicidios son mujeres que en su gran mayoría han realizado múltiples denuncias y
exposiciones en comisarías que no fueron escuchadas. La justicia no las protegió. Nos
parece esto un dato no menor ya que, a la hora de reflexionar sobre el impacto subjetivo
que tiene en los niños el asesinato de sus madres nos encontramos con que han sido
también victimas del desamparo del estado. La situación de desolación e inermidad de
saber que no hay quien los cuide, que el aparato que el estado ha pensado para protegerlos
no funciona realmente (Retomaremos esta noción cuando abordemos el concepto de
desamparo.)

Recientemente en la Argentina se ha sancionado la ley 27363 (Junio 2017) que modifica el


Código Civil y Comercial e incorpora los artículos 700 bis, 701 bis y 702 bs, estableciendo
“que se privara de la responsabilidad parental a quien sea condenado “como autor, coautor,
instigador o cómplice del delito de homicidio agravado por el vínculo o mediando violencia
de género”. Además extiende la privación para aquellos casos en que sea “condenado como
autor, coautor instigador o cómplice del delito de lesiones previstas en el artículo 91 del
Código Penal, contra el otro progenitor”, asi como también contempla los casos de delitos
“contra la integridad sexual previsto en el artículo 119” cometidos contra un hijo o hija. La
norma contempla que estos delitos en su grado de tentativa será causal también del retiro de
la responsabilidad parental”. Junto con esta ley se creó el proyecto de Ley Brisa en el cual
se contempla que el estado estaría obligado a brindar cobertura de salud y una pensión a los
huérfanos hasta que cumplan los 21 años de edad. La Ley Brisa cuenta con media

sanción del Senado. El 11 de marzo de 2009 el Congreso de la Nación sanciono la Ley n*


26485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres en los ámbitos que desarrollan sus relaciones interpersonales ley de orden público
y de aplicación obligatoria en todo el país. La figura de femicidio se incorporó al Código
Penal en 2012, como un tipo agravado de homicidio que establece agravantes por el vínculo
y descarta el uso de atenuantes cuando el hombre tenga antecedentes de violencia. Art. 80:
“Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el
artículo 52, al que matare: …11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un
hombre y mediare violencia de género”.

La existencia de estas modificaciones en las legislaciones de nuestro país no hacen más


que demostrar que hemos llegado tarde, que es este un fenómeno ya instalado en la
sociedad y que han fallado las medidas preventivas. El tejido social se encuentra tan
profundamente afectado desde hace años que se ha generado una escalada de violencia de
género a la cual no hemos podido responder con la celeridad que merecía. No obstante nos
parece de suma importancia continuar el debate sobre los modos de frenar la violencia
contra las mujeres e inaugurar el espacio de reflexión que acompañe a la acción sobre como
abordaremos la situación psico social de los niños afectados por este fenómeno.

“El termino feminicidio fue introducido en México por la antropóloga Marcela Lagarde,
en 1994, que continuó con la línea de Diana Russell y al traducirlo castellanizó femicide
como feminicidio. La intención de la autora al transitar de femicidio a feminicidio fue
darle especificidad a la problemática. En castellano femicidio es una voz homóloga a
homicidio y sólo significa asesinato de mujeres. Redefine el término resignificandolo al
incorporar un elemento que lo coloca en el centro del debate: impunidad. Dirá: “se trata de
una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad. El feminicidio es un crimen
de Estado”. Lagarde señala que el Estado tiene responsabilidad en la prevención,
tratamiento y protección de las mujeres ante la violencia de género y debe garantizar la
libertad y la vida de las mujeres. La ausencia de sanciones y de castigo a los feminicidas
coloca al Estado como responsable por acción u omisión y este tiene que asumir su
complicidad o responsabilidad directa.”2

Para entender la dinámica social en la cual se da este fenómeno debemos hablar brevemente
de patriarcado. Cuando se habla del patriarcado se hace referencia a un sistema de
organización social,

económica y cultural que deja a las mujeres en desigualdad de condiciones en cuanto a


derechos fundamentales. El patriarcado como figura de organización social se reproduce
constantemente en los modos de crianza, asignando roles prefijados a los niños según su
sexo. Nos muestra una mujer decorativa, sumisa, atenta y servicial, cuyo rol esta siempre en
relación a un hombre. Las mujeres han necesitado en principio de un hombre para existir,
una costilla masculina y surgimos para hacerles compañía. ¿Qué pasa cuando de pronto las
mujeres empiezan a hacer oir sus voces, cuando progresan, luchan por sus derechos,
gobiernan países? ¿Que pasa en el orden patriarcal y en aquellos que lo sostienen
convencidos de su legitimidad? La literatura nos acerca una muestra, muy mínima la que
comparto acá con ustedes, para poder ilustrar, aun desde algo llamado amor, como la mujer
queda en lugar de objeto para un hombre. En “El informe de Brodie” de Jorge Luis
Borges, (1970) encontramos un texto titulado “La intrusa” donde se relata la historia de dos
hombres hermanos y una mujer, y como, esta mujer-objeto, encuentra su destino de muerte
cuando estos hombres deciden que no pueden soportar el no tenerla (poseerla). Algunas
líneas nos muestran el panorama: “Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos
habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios
cuando Cristian llevo a vivir con el a Juliana.(…) Ahí la tenes a la Juliana, si la queres,
usala. El tono era entre mandón y cordial (…) Cristian se levantó, se despidió de Eduardo,
no de Juliana, que era una cosa, monto a caballo y se fue al trote, sin apuro. Desde aquella
noche la compartieron (…) En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una
mujer pudiera importarle, mas allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban
enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.” Lo que sigue es un intento de los
hermanos de zanjar la cuestión eliminando el motivo de disputa, en un primer movimiento
venden a Juliana a un prostíbulo. Pero el objeto entonces sigue ahí, presente en la ausencia,
presente para otros, ausente para ellos. Ese cuerpo-cosa, propiedad de los hermanos es
entonces recuperado y asesinado, tirado luego entre unos cueros en un camino desolado. La
intrusa, la otredad, lo alter, aquello que no entra en la lógica de la economía libidinal del
patriarcado debe ser llevado a su mínima expresión. Hay modos mediatizados,
políticamente aceptados, instituidos socialmente. Y hay otros que pasan sin tamiz, lo real
del miedo-odio a por ese ser tan distinto que, en épocas actuales, toma cada vez mas poder.
Se mata lo que se teme. Y el patriarcado teme aquello que se escapa a la voluntad de
posesión y control.

Mencionamos previamente que la ruptura del tejido social era una de las causas de esta
escalada de violencia. Freud nos advertía en su texto “El malestar en la cultura” que la
agresividad es algo intrínseco al ser humano y que es necesario redirigirla, sublimarla
mediante ciertos mecanismos,

entre ellos, la producción cultural. ¿Qué sucede entonces cuando un grupo humano pierde
contacto con esa capacidad sublimatoria?. El ser humano es agresivo por naturaleza y la
cultura cumple la función de apaciguar tales impulsos agresivos. En la época actual
encontramos que la cultura, como nombre que podemos darle a lo simbólico que nos
regula, ha caído ante la presión de lo inmediato, de la satisfacción real que empuja a ser
satisfecha AHORA. Parece no haber tiempo ni lugar psíquico para elaborar los estímulos,
el sujeto se ve impelido a responder automáticamente. Junto con esta nueva cultura de la
inmediatez, que podemos ver muy gráficamente en los nuevos modos de comunicación, se
da otro fenómeno: las mujeres que históricamente habían cumplido un rol subsidiario al del
hombre han comenzado a exigir lo que les corresponde, igualdad de derechos. Esta
situación trae aparejado un movimiento de valores y libidinal al que todas las sociedades
deben acomodarse. Sin el freno que la cultura impone a los impulsos agresivos el ser
humano se encuentra a merced de aquellos. ¿Si lo simbólico no funciona si las leyes no se
cumplen, si las condenas no son efectivas, de que modos podría entonces una sociedad
regular la violencia intrínseca de sus ciudadanos?

SEGUNDO MOMENTO. LA PREVENCION QUE NO FUE

Lo subjetivo

Una de las primeras cuestiones que nos surgieron como llamativas al comenzar a pensar
esta temática fue la ausencia de consultas psicológicas y pediátricas por estos niños. Los
casos de feminicidios son cada día más, a razón de 1 cada 30 horas en nuestro país. La
pregunta se impone: ¿Dónde están los niños que quedan huérfanos? ¿Por qué no se consulta
por ellos? ¿Qué pasa con estos niños que quedan sin sus madres? Se le suma al hecho de la
perdida el COMO de esa perdida. Muchas veces los niños son testigos presenciales de los
asesinatos de sus madres. ¿Qué impacto psíquico podemos prever, anticipar?

Como primera cuestión podemos pensar en estos niños dos momentos de vivencia del
desamparo, un primer momento al encontrarse viviendo situaciones de violencia ante las
cuales el estado no actúa. ¿Que decimos con esto? Que el estado no garantiza la seguridad
de las mujeres y niños, que los dispositivos que se han pensado para cuidar a la población
no son utilizados para su fin o no son efectivos. Entonces nos encontramos con mujeres que
realizan múltiples denuncias sin que estas se traduzcan en protección. Y un segundo
momento cuando ya el feminicidio tuvo lugar y el niño queda huérfano, su madre muerta y
su padre, en muchos casos, preso. (Estos dos momentos se pueden

correlacionar con las nociones de Desamparo Social y Desamparo Subjetivo.) Nos toca
preguntarnos antes de continuar ¿qué es el desamparo?

Lacan plantea en el Seminario VII “La ética del psicoanálisis”, que “el desamparo es ese
momento en que el hombre en esa relación consigo mismo que es su propia muerte no
puede esperar ayuda de nadie”. Habla aquí del desamparo subjetivo. ¿Cómo entender la
diferencia con el desamparo social?

“De manera sencilla diré que el desamparo social se lo diagnostica con lo evidente, se trata
de todo aquello que llama a ser mirado: las marcas en el cuerpo, el vacío dejado por la
ausencia en la escuela, la discordancia en las vestimentas, la repetición de los abusos en los
distintos hermanos y muchos otros ejemplos.”3 Susana Brignoni nos acerca esta noción de
desamparo social. En la temática que nos toca hoy abordar podríamos sumar a la lista de
indicadores las marcas en el cuerpo de la madre de los niños que atendemos, la presencia
constante del marido o pareja que la inhibe a la hora de hablar, la mirada que se dirige al
hombre para que responda, entre otros. Decimos que este desamparo social, se corresponde,
a los fines didácticos, con el primer momento de desamparo, aquel en que el estado en sus
diversas formas (escuela, hospital, policía, etc) no cumple con su función de protección
dejando al desnudo los efectos de la violencia.

“Existe otra dimensión del desamparo, menos visible, que atraviesa la vida de los chicos.
La primera caracterización que el psicoanálisis hace del desamparo subjetivo es ese
momento estructural en el que al nacer la cría del hombre es excesivamente prematura para
resolver las necesidades que su cuerpo presenta. Necesita de otro auxiliar. Es decir que el
desamparo subjetivo en el que todos nacemos es en cierta medida la condición de
posibilidad de que pueda constituirse un vínculo con el otro. El recién nacido lo necesita.
De hecho es la estructura misma del desamparo: 1- El desamparo es una situación en la
que el sujeto no tiene los recursos para regularse solo. 2- Por otro lado se encuentra frente
a estímulos interiores, los llamamos pulsión, frente a los que no tiene escapatoria. Para
resolver ese empuje pulsional necesita de otro que responda. La respuesta tiene dos caras:
una es dar el objeto de necesidad y la otra, primordial, es nombrarla. Nombrarla quiere
decir cernir mediante lo simbólico algo que se presenta en lo más real del cuerpo,
entendamos por ese real el hambre, el sueño, el dolor, el malestar…Vemos entonces que la
salida del desamparo tiene dos vertientes: una, sin duda, es la de cubrir las necesidades, es
decir dar el alimento, pero

para humanizar esa necesidad es necesario a la vez dar las palabras que signifiquen. De
hecho no siempre el hambre es el mismo, ni se quiere la misma cosa e incluso a veces se
desea comer aquello que indigesta. De esa conjunción puede producirse la inscripción del
sujeto a partir del viviente.”4

Cuando hablamos de desamparo estamos nombramos un estado. Lacan dice que en ese
estado el sujeto está pura y simplemente trastornado, se ve desbordado por una situación
que irrumpe y a la que no puede enfrentarse.

“Entonces la cuestión es preguntarnos ¿Cómo responde el sujeto a este estado? A veces


hay una cierta parálisis frente a lo inesperado que en algunos chicos se traduce como un no
poder escapar de la situación en la que son maltratados. Ir más allá de esa perplejidad
implica un cierto avance respecto al desamparo. Ese avance puede ser considerar lo que
viene del otro como un enigma y eso puede ser una construcción que el sujeto haga a
posteriori. Cirulnik decía que el enigma aparece al recordar. Lo que el Otro hace, su
maltrato aparece como enigmático en la medida en que el sujeto piensa que eso quiere decir
algo pero él no sabe qué es: hay un vacío de significación. Entonces allí podemos
preguntarnos qué tratamiento dan los chicos y adolescentes desamparados a ese vacío de
significación. Diré que algunas de las respuestas que los chicos pueden construir son del
orden de la inhibición, del síntoma, de la angustia, de las identificaciones y de la
construcción de lo hostil. También la negación, la idealización y ciertos niveles de
desobediencia pueden ser considerados como factores de autoprotección. Cirulnik nos
explica cómo a partir de su experiencia “una vez que uno ha aprendido a defenderse, a
sobrevivir, sigue haciendo lo mismo cuando ya no existe razón para ello, cuando eso ya no
tiene sentido”.5

Hacemos nuestras estas reflexiones ya que nos sirven para pensar que pasa asimismo en el
psiquismo de un niño que ve morir a su madre luego de reiteradas situaciones de violencia,
de las cuales nos cabe pensar que puede, el también, haber sido destinatario en mas de una
ocasión. El enigma de significación del que habla Cirulnik en el texto de Brignoni nos lleva
a considerar un segundo momento de la prevención. Si estos chicos no tienen la posibilidad
de elaborar este trauma corren el riesgo de repetirlo en sus vidas adultas, ya sea sufriendo
violencia ellos mismos, ya sea ejerciendo esta misma violencia no elaborada sobre alguien
mas. De aquí entonces se desprende un segundo motivo para el abordaje terapéutico.

¿Qué pasa en el psiquismo de un sujeto que, encontrándose en proceso de constitución de


su psiquismo, se ve inmerso en una situación traumática que interrumpe con horror ese
proceso? Esta pregunta nos da ya alguna pista, “situación traumática que INTERRUMPE”.

El psiquismo está constituido como una continuidad de significantes anudados, que se dan
sentido y significado unos a otros con carácter retroactivo. Vamos tejiendo nuestra propia
historia tomando los significantes que nos donan nuestros Otros significativos, siempre en
contexto y mediatizado por lo social. Construimos nuestra historia en base a lo vivido que
siempre (en los primeros años y primero tiempos de constitución del psiquismo) nos llega
tamizado, metabolizado, por el psiquismo de nuestros Otros significativos, aquellos que nos
crían y que, por el lugar que ocupan en nuestra economía libidinal, tienen un rol
fundamental. Sabemos en el psicoanálisis que “padre” y “madre” son funciones que se
cumplen, son lugares posibles de ser ocupados más allá de los lazos de sangre y lo genital
del sexo de quien cumpla la función. La madre será quien cargue en su función el rol de
aportar al cuerpo naciente lo libidinal, el organismo del bebe será marcado por los
significantes que amorosamente la madre aporte en los momentos de cuidado, cuando
amamante, cuando bañe a su hijo., al acunarlo. Estos significantes construirán un cuerpo
libidinal en ese organismo, siendo entonces ya indisociable el cuerpo de la historia. Al
amor, al cuidado, a lo amoroso de lo materno se suma complementariamente la función
paterna, que será aquella que intente limitar y poner distancia entre la madre y el cuerpo de
su hijo. Existe un momento constitutivo en que cierta unidad madre-bebe es necesaria, pero
también es necesaria la distancia para que ese niño no quede presa de la libido materna. Es
padre entonces aquel que sea trasmisor de ley (la ley de prohibición del incesto en
primerísimo lugar), es lo paterno lo que divide aguas entre posible y prohibido. ¿Cómo
podemos entonces imaginar lo que sucede en el psiquismo de un niño cuando no solo le es
arrebatado el proveedor libidinal sino que, quien lo arrebata, es aquel que debía encarnar la
ley? ¿Con que referencias se queda entonces un niño en esta situación? ¿Qué hay en el
mundo entonces que no sea posible de suceder? Podemos imaginar el desamparo subjetivo
que esta situación acarrea. El sujeto se ha quedado sin referencias afectivas y de ley. Sin
límite y sin protección.

Podemos entonces siguir esta línea de pensamiento y suponer que un niño que es testigo del
feminicido de su madre o que sin serlo lo sufre, esta frente a un acontecimiento que, por lo
brutal quedara fuera de sentido, fuera de posibilidad de ser significado. El trabajo del
profesional de la salud mental será acompañar al niño en su intento de elaboración del
hecho traumático, la

reconstrucción de esa parte de su historia. Reconstrucción, relectura, reelaboración dirá


Freud, de un hecho disruptivo y arrasante que, para no quebrar la continuidad de los
anudamientos es necesario de ser puesto en conexión.

Una de las cuestiones más difíciles a la hora de pensar esta temática es ¿de qué manera re-
ordenar los conceptos, como servirse de ellos cuando no tenemos casuística que guie
nuestra línea argumental? Pensando en esto vi que existen en mi haber algunos casos que
pudieran llamarse prolegómenos . Me refiero con esto a síntomas graves en niños cuyas
madres esta vivas pero sufren diariamente violencia doméstica. B es un pequeño de 3 años,
cuya madre vive a diario situación de violencia, golpes, gritos y amenazas de muerte. Sin
tener síntomas autistas B se presenta como un niño taciturno y silencioso, mudo, apagado.
En un intento de visibilizarse y desconectarse de esta realidad violenta nos muestra con su
cuadro aquella muerte que se insinúa cada vez que hay un intento de separación por parte
de su madre. B claramente ha puesto en pausa su historia, ha callado los significantes y se
desvanece lentamente en una imposibilidad de anudamiento simbólico. En ausencia de
palabras la realidad pareciera no existir, lo cual no significa que, claramente como vemos,
no tenga efectos en un sujeto.
Les agradecemos habernos acompañado en este escrito, que es apenas un primer punteo, un
primer acercamiento una temática novedosa y acuciante por su virulencia. Es nuestro
compromiso continuar profundizando estas posibles líneas teóricas que nos permitan actuar
a la altura de estas tristes circunstancias sociales.

Bibliografía

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https://interabide.wordpress.com/2013/06/01/acerca-del-desamparo-subjetivo-y-social-en-
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