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Aquí dejo algunos interrogantes que pueden guiar el escrito ¿Qué mundo
queda atrás y cuál surge? ¿De qué manera afecta esta transformación a los vínculos
sociales? Si la sociedad moderna hizo del encierro su forma más eficaz de mantener
el poder, ¿de qué manera se ejercen las relaciones de dominio en la sociedad actual?
La sociedad disciplinaria
Opuesto a una concepción jurídica, el análisis del poder elaborado Foucault remite a
una imagen física o anatómica; esto es, que el sostenimiento de un sistema de
relaciones es posible en tanto una serie de tecnologías, esto es de tácticas y
estrategias, intervienen como mecanismos creados con el fin de mantener un estado
de equilibrio de las fuerzas. Sin garantías absolutas, el sistema de dominio parece
mantenerse a partir de estas tecnologías que actualizan, con pretensiones de
permanencia, las relaciones de poder.
“Son las tácticas y estrategias elaboradas con el fin de mantener las relaciones de
dominio. Según Foucault “estos mecanismos del poder, estos procedimientos de
poder, hay que considerarlos como técnicas, es decir, como procedimientos que han
sido inventados, perfeccionados, que se desarrollan sin cesar. Existe una verdadera
tecnología del poder o de los poderes, que tiene su propia historia”. (En E. Castro
(2004). El vocabulario de Michel Foucault. Buenos Aires: Universidad de Quilmes.
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Encierro
La creación de instituciones surge como un ámbito de reproducción de las relaciones
de poder en tanto a través de ellas transitan las formas de dominio relativas al
dispositivo instituido. Aquellas relativas al sistema disciplinario son llamadas por
Foucault “Instituciones de encierro”.
Los invitamos a ver el siguiente video que, en este sentido, seguramente nos
provocará muchos interrogantes más: Disponible en:
www.youtube.com/watch?v=Az7dRUvOIb0 (Estado de Vigilancia – HD)
Los recursos ofrecidos por las nuevas tecnologías permiten una proliferación de
procedimientos de control y una mayor extensión de la intervención del poder que
vuelve ineficaces los muros de las cárceles o de las escuelas como espacio de
docilización de las conductas. Si la arquitectura de la sociedad disciplinaria estaba
fundada en el panóptico, la sociedad de control disemina sin límites la observación
de los sujetos, desplegado ahora a través de la información brindada por las
tecnologías digitales.
Panóptico
Etimológicamente quiere decir “el que todo lo ve”. La idea tomada de un tipo de
arquitectura ideada por Jeremías Bentham en el siglo XVIII, con el fin de controlar a
los presos. Se trata de una torre situada en el centro de la prisión que sirve como
punto de mira para la vigilancia de todo lo que ocurre allí. Desde allí el centinela
puede observar sin ser visto. Esto genera, en los detenidos, la percepción de una
vigilancia continua que tiene por finalidad que los condenados se auto vigilen.
Cada tarjeta de crédito es un registro de los deseos personales; cada teléfono celular
una forma de localización específica; hay cámaras que custodian casas, edificios,
plazas y calles: en cierta medida es posible reconstruir el trayecto realizado por
alguien en desplazamientos cortos o largos. Desde el monitoreo prenatal en adelante,
las existencias dejan registros digitales en diferentes soportes técnicos. Si las
instituciones de encierro eran un molde común para las conductas de los sujetos, la
sociedad de control, afirma Deleuze, opera a través de modulaciones que cambian
de manera continua. ¿Qué significa esto? Que los espacios son abiertos y que los
sujetos que actúan en ellos se desplazan de forma permanente a la manera de una
tabla de surf. Si la firma personal era la marca de identidad de la sociedad
disciplinaria, en este nuevo entramado es la clave de acceso, el pasword o contraseña
lo que permite el acceso a la información. Es una sociedad de abstracción numérica
y digital frente a aquella otra que era de rúbrica personal y analógica. Insistimos:
esto no quiere decir que no haya vigilancia, sino que esta se vuelve aún más excesiva,
a la vez que más sutil.
En esta mutación de sentido, Deleuze hace hincapié en el pasaje de la vieja fábrica
a la empresa contemporánea. Si en la primera, correspondiente a la producción
fordista del capitalismo, el principio era el de mayor producción con menos gasto en
salarios; si el control era ejercido por el patrón y los trabajadores componían una
totalidad dispuesta al reclamo, la sindicalización y la movilización, la empresa se
ordena en torno a la competencia entre sus miembros como una forma de motivación
laboral: hay rivalidad porque hay modulación en los salarios de acuerdo al mayor o
menor rendimiento. Es el pasaje de la producción industrial a la venta de servicios,
“de la producción a la superproducción”; de allí que los trabajadores principales de
la empresa, el “alma” de la empresa, van a ser los agentes de marketing y ventas.
No importa ya la ficha sindical sino la necesidad de capacitación permanente para
mejorar los rendimientos.
Estos cambios suponen a la vez una transformación de las subjetividades
contemporáneas: ya no hay modelos sino modulaciones, no hay estabilidad sino
desplazamientos. Como con las instituciones, en la sociedad de control las
subjetividades se edifican en torno al corto plazo. Los perfiles de identidad ofrecidos
en las redes sociales son variables; los vínculos amorosos están expuestos a tiempos
más breves; las relaciones laborales, en muchos casos son lábiles, no sólo por la
precariedad de los contratos laborales sino por decisiones personales; los contenidos
de la web carecen de autor, aunque lo tengan, y es a la vez de todos y de ninguno.
En su análisis Gilles Deleuze reconoce una mutación del capitalismo y, con ello, la
emergencia de una nueva realidad social. Los sujetos, lejos de ser personas
encerradas y expuestas a un modelo disciplinario, son deudores eventuales: la
significación del documento de identidad se traslada a la tarjeta de crédito. Es el
pasaje de la identidad política a la identidad comercial, del poder de vigilancia a la
intervención económica sobre los deseos, del ciudadano al consumidor. La institución
de referencia ya no será ni la escuela, ni la fábrica, ni la familia. Van a ser las
instituciones crediticias o bancarias aquellas que garanticen la acreditación de los
sujetos en el mundo.