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VE A TU GRUPO PEQUEÑO

INTRODUCCIÓN
Dos formas de ver a Goliat 1S. 17:5
Cuando los israelitas vieron al desafiante Goliat, dijeron:
- ¡Qué grande es Goliat! Nunca lo podremos vencer…
David también lo vio y dijo:
- ¡Qué grande es Goliat! ¡Si le tiro, seguro que doy en el blanco…!
David apuntó, tiró y lo venció.
Ambos tenían razón. Lo que marcó la diferencia fue LA
FE QUE HIZO SOÑAR A DAVID CON LA VICTORIA.
Hoy el gigante es otro, y nuestras “cinco piedrecillas” son los integrantes de nuestros grupos
pequeños. Si soñamos, apuntamos y nos animamos, podemos dar en el blanco.
“Organícense nuestras iglesias en grupos pequeños para servir. Únanse diferentes personas para
trabajar como pescadores de hombres. Procuren arrancar almas de la corrupción del mundo y
llevarlas a la pureza salvadora del amor de Cristo”.
“Si los cristianos actuaran coordinadamente, avanzando como un solo hombre, bajo la dirección de
un solo Poder, para la realización de un solo propósito, conmoverían al mundo”. Tenemos en
nuestro lado la promesa de Jesús: “Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
“Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible”. (San Mateo 17:20)
I. CONSTRUYE TU REALIDAD
Cuando Él organizó su grupo, de doce apóstoles, no estuvieron disponibles el teólogo
Nicodemo, ni el senador José de Arimatea, ni el joven rico, Jesús llevó adelante su proyecto con
los pescadores Pedro, Santiago y Juan; con el publicano Leví Mateo y con otros como ellos. Sin
embargo, aunque la sociedad consideró que ellos eran “hombres sin letras y del vulgo” (Hechos
4:13), evangelizaron todo el mundo conocido. (Colosenses 1:23)
Recuerda que Dios no detiene su obra. Cuando es necesario Él llama, capacita y usa a las
personas humildes que están dispuestas a trabajar (1 Corintios 1:26-29) “No son las capacidades
que posees hoy o las que tendrás en lo futuro las que les darán éxito. Es lo que el Señor puede
hacer por vosotros”. Necesitamos tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede
hacer y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree”. Él anhela
que extiendas hacia Él la mano de la fe. Anhela que esperéis grandes cosas de él. Anhela daros
inteligencia, así en las cosas materiales como en las espirituales. Él puede aguzar el intelecto.
Puede impartir tacto y habilidad. Emplead vuestros talentos en el trabajo; pedid a Dios sabiduría y
os será dada.
II. ESTABLECE TU ESTRATEGIA DE CRECIMIENTO
La Iglesia es un organismo que nació para crecer. La Biblia nos revela que Dios quiere salvar a
tantos como sea posible (San Juan 3:16). Él lo logra mediante la evangelización (1 Corintios 1:21)
que conduce al bautismo de los creyentes (San Marcos 16:15- 16; Hechos 2:37-41, 46-47; 6:7)
“Todos los días, hasta el fin del mundo” (San Mateo 28:18-20).
El crecimiento por multiplicación
Tomemos como metáfora la manera cómo la gente se reproduce. De acuerdo al relato bíblico, Dios
no dijo que la vida sería transmitida por un solo matrimonio bien dotado; o por unos pocos
agraciados. Cada ser humano nace con la capacidad potencial de reproducirse. Cuando Él dijo
“CRECED Y MULTIPLICAOS” se estaba refiriendo a una multiplicación por progresión geométrica
que tiene un poder explosivo incontenible. Es tan eficaz que todas las calamidades, las pestes y
las guerras no consiguieron extinguir a la humanidad.
El Señor estableció el mismo principio en la Iglesia. “Cada verdadero discípulo nace en el reino de
Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una
fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma es como un
manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos, y da a quienes están por
perecer avidez de beber el agua de la vida”. Ese principio de crecimiento por multiplicación del
modelo reproductor les dio a los cristianos el poder de sobrevivir al circo romano y a la inquisición.
Lo mejor de este método es que cualquiera lo puede usar. Veamos cómo lo aplicaron Jesús y
Pablo.
Jesús y la multiplicación del modelo reproductor
En los evangelios encontramos evidencias de que Jesús entrenó a sus seguidores, mediante el
principio del modelo reproductor.
1. Jesús descubrió quiénes podría integrar su equipo misionero: Él los invitó a acompañarlo y
les hizo una propuesta que los hizo soñar con un proyecto grande: “Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres” (San Mateo 4:17-22).
2. Jesús los entrenó mediante el método del modelo reproductor: El Maestro los integró a su
grupo pequeño y los llevó con él para que observaran cómo hacía su trabajo (San Mateo 4:23-5:2;
9:9-38). El entrenamiento se prolongó hasta pocas horas antes de la cruz, cuando les dijo que la
grandeza de un hombre se mide por su capacidad de servir. ”¿Entendéis lo que os he hecho?
Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues bien, si yo, el Señor y el
Maestro, lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque
ejemplo os he dado, para que así como yo os hice, vosotros también hagáis” (San Juan 13:12-15).
3. Periódicamente el maestro evaluaba, junto con sus discípulos, lo que ellos habían hecho: Y
les hacía sacar sus conclusiones (San Mateo 9:37-38). Si tenemos en cuenta que la mayoría de los
adultos adopta las ideas que aprende a partir de su propia experiencia, podríamos pensar que
Jesús adoptó un modelo pedagógico inteligente.
4. Después de un cierto período de entrenamiento: Jesús definió quiénes integra- rían su
equipo. A partir de entonces, incorporó otro elemento valioso: La PRÁC- TICA de lo que les había
enseñado mediante su ejemplo. En otras palabras, Jesús estaba aplicando la estrategia de la
multiplicación del modelo (San Mateo 10:1- 41; San Lucas 9:1-6).
5. Cuando volvieron de su primera misión: Los discípulos se reunieron con Jesús para evaluar
los resultados de la práctica de evangelismo (San Lucas 9:10, 18-22) y volvieron a trabajar junto
con Jesús (San Lucas 9:37-50).
Poco después Jesús envió a setenta laicos con la misma misión encomendada a los apóstoles, y
les dio las mismas instrucciones, aunque más detalladas (San Lucas 10).
6. A medida que los discípulos ganaban experiencia: Comenzaron a trabajar y contaron con
Jesús como parte de su equipo (San Mateo 13:1-3, 10-18, 34-38, 51). Un área que incluyó en esos
diálogos de equipo tuvo que ver con algunos principios de liderazgo cristiano (San Lucas 22:24-30;
San Mateo 18:1-5).
Finalmente, Jesús se fue, pero antes de hacerlo les dijo: “Como el padre me envió, así también yo
os envío” (San Juan 20:21). Había llegado el momento en el cual ellos estaban capacitados para
reproducirse en los nuevos creyentes, los cuales seguirían creciendo por multiplicación, hasta la
segunda venida de Cristo (San Mateo 24:14; 18:18-20).
Pablo y la multiplicación del modelo reproductor
La estrategia de los grupos pequeños fue lo que permitió a la Iglesia primitiva crecer
explosivamente. Solo siguiendo de cerca la estrategia del apóstol Pablo nos daremos cuenta de
ello. “La estrategia y visión misionera de Pablo era fundar iglesias en las ciudades más grandes de
cada región y entre poblaciones sin iglesia alguna, y dejar la labor a las nuevas congregaciones
mientras él se trasladaba a nuevas regiones…” (Romanos 15:19-23). Surgen algunas interrogantes:
¿Habrá fundado una iglesia en cada pueblo de toda esa región? ¿Le había predicado a cada
individuo en la zona? Seguro que no. ¿Y por qué tan satisfecho con unos pocos creyentes? Si él
mismo escribió que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de
la verdad” (1 Timoteo 2:4), sencillamente Pablo creía que su método era el mejor.
• Establecía una pequeña congregación en un área.
• Capacitaba a los creyentes.
• Los impulsaba a ocuparse de la evangelización de los alrededores.
Y esta estrategia funcionaba. Así ocurrió con la iglesia en Tesalónica.
“Partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor; y no solo en Macedonia y Acaya,
sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido (1 Tesalonicenses 1:8).
Los grupos pequeños jugaron un papel importante en el proceso. Las evidencias
arqueológicas confirman que la casa media de la época cómodamente solo podía
albergar a unas 20 personas, sabemos que los convertidos, en muchas ciudades de la época,
llegaron con rapidez a ser miles, pero por cerca de 200 años nunca se construyó un templo, lo que
significa que el crecimiento numérico de la época no era otra cosa sino la multiplicación de
pequeños grupos; de allí que la Biblia, en el Nuevo Testamento, usa profusamente la expresión “la
iglesia en tu casa”.
Recientemente una iglesia decidió construir un templo, por lo cual determinó dividir la congregación
temporalmente en cuatro grupos, los cuales se reunían en cuatro casas diferentes y en sectores
diferentes de la ciudad, mientras terminaban la edificación. Los líderes se sorprendieron, pues
cuando se unificaron nuevamente para ocupar el edificio nuevo, el templo era casi insuficiente,
puesto que cada uno de los cuatro grupos creció, mientras funcionaban en las casas, más de lo
que había crecido por años mientras estaban unificados.
IMPLANTE GRUPOS PEQUEÑOS en sectores de su distrito, aliméntelos, capacítelos e impúlselos
para convertirse en una nueva iglesia.
Los grupos pequeños bien dirigidos y convertidos, en un estilo de vida, crecen mu- cho más y mejor.
III. CONCLUSIÓN
El mayor milagro, del día del Pentecostés, no fueron los 3000 bautizados como comúnmente hemos
destacado, con una mentalidad superficial. El principal milagro consistió en que los 3000
“perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del
pan y en las oraciones (Hechos 2:42). Una de las razones fueron los “Hogares iglesias”. Este “estilo
de vida” de la Iglesia primitiva fue lo que sostuvo a la Iglesia en los días de persecución. Hoy
nuevamente se está recuperando, pero en algunos ámbitos solo ha entrado como un plan o un
método más y no “como un estilo de vida cristiana” que nunca debe ser abandonado

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