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Migración, reto internacional

Rodrigo Castañeda Miranda

En estas últimas semanas se ha vivido un clima de tensión en las relaciones bilaterales


entre México y Estados Unidos, debido a la caravana de migrantes hondureños que
atraviesan por nuestro país.
Pero ni el fenómeno de la migración ni la reacción del mandatario estadounidense son
nuevas: desde su campaña política, uno de los puntos centrales en su discurso ha sido el
endurecimiento de las políticas migratorias.
Por ejemplo, desde hace un año Trump ha intentado cancelar el programa DACA que
protege a los dreamers, jóvenes migrantes con estudios. Por eso no deberían
sorprendernos las fuertes medidas anunciadas por nuestro vecino del norte, como la
militarización de la frontera sur.
Es evidente que estas políticas migratorias no sólo afectan a los centroamericanos, sino
también a nuestros compatriotas. Para darnos una idea del posible impacto, se calcula que
en Estados Unidos habitan 3.5 millones de migrantes centroamericanos, mientras que el
número de mexicanos supera los 12 millones, casi cuatro veces mayor.
Con estas cifras en mente es fácil comprender que la resolución de esta crisis le conviene
tanto a los migrantes hondureños como a nuestro país. Ya en 2014 México lanzó el Plan
Frontera Sur, un marco para regular la migración que proviene de Centroamérica, con
especial atención en la seguridad de los migrantes.
Y en 2018, México ha sido uno de los principales impulsores del Pacto Mundial sobre
Migración, un tratado político que garantice los derechos humanos de migrantes y
refugiados.
Es claro que un fenómeno internacional como la migración requiere soluciones conjuntas
entre los países implicados, comenzando por la creación de oportunidades de crecimiento
y empleo a nivel local que permitan a las personas desarrollarse en su propio país, porque
la migración debería ser una elección, no una necesidad.
En este sentido, el control de la migración ilegal hacia Estados Unidos podría alcanzar
mejores resultados no mediante las armas, sino con programas bilaterales que fomenten
el desarrollo social. Y también nos parece acertado apostar, más que por el cierre de
fronteras, por la consolidación de un marco jurídico que favorezca una migración
ordenada.
De igual manera, es necesaria una mayor sensibilidad social y combatir los estigmas de
que todos los migrantes son criminales y la migración es dañina. En realidad, el 10% del
PIB total de Estados Unidos es generado por migrantes mexicanos y centroamericanos,
que contribuyen no sólo en agricultura o construcción, sino también en áreas
especializadas de ciencia, innovación y tecnología.
Como cualquier persona, los migrantes buscan mejores condiciones de vida para ellos y
sus familias. La situación es compleja, pero queda claro que cualquier solución debe
realizarse en el marco del respeto a los derechos fundamentales de cualquier ser humano.

rcastm@hotmail.com
facebook.com/RodCastMir
twitter.com/rodcastm
*Vicepresidente Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico – CANACINTRA

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