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Seminario

DERECHO SOCIETARIO Y DE LA EMPRESA


República Dominicana, 28 y 29 de marzo de 2003

LA SOCIEDAD EN DIFICULTAD: LA EXPERIENCIA


ARGENTINA

Efraín Hugo RICHARD1

INTRODUCCION.

Para el Seminario de Derecho Societario y de la Empresa, a realizarse en la


República Dominicana, se me ha solicitado que anticipe mi comunicación sobre
este tema que hace a la organización empresaria contemporánea. Lo hacemos
desde la doctrina, jurisprudencia y legislación argentina, con algunas pinceladas
foráneas. La realidad de un país no es demasiado diferente a la de otros de
similares características, particularmente dentro de la globalización financiera que
afecta una mundialización económico productiva. Claro que la República
Argentina fue un paradigma de las prácticas de la MUNDIALIZACIÓN
FINANCIERA que arrasaron su actividad productiva dejando una terrible secuela
de desocupación, quiebras y continuidad de actuación de sociedades comerciales en
insolvencia.

1. LA SOCIEDAD EN DIFICULTADES.

Me refiero a las dificultades económicas o financieras, cuando no al estado


de insolvencia o de cesación de pagos, o sea al estado patrimonial que dificulta
cumplir las obligaciones exigibles con los recursos disponibles.

A veces es una transitoria dificultad financiera, o algo más intensa si es


económica, que con una rápida reacción de los administradores sociales o de los
socios es superada, imponiéndose en ciertos casos una adecuada planificación. En
otros casos la crisis económica es más aguda existe una distorsión entre los pasivos
corrientes en relación a los activos corrientes, imponiendo un repacto de las
obligaciones con intervención de los acreedores, y en otros se trata de un
verdadero desbalance que impone acciones más enérgicas, que si no pueden ser
solucionado por una planificación interna, incluso por un aumento de capital, o
por la renegociación individual o concursal con los acreedores, impone la
liquidación de la sociedad.

La República Argentina ha sido un campo fértil para experimentar desde


situaciones de euforia a las de crisis. Un país con producción primaria ilimitada,
1
richardjuris@arnt.com.ar Abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional de
Córdoba, Profesor Emérito por la Universidad Nacional de Córdoba, Doctor Honoris Causa por las Universidades
Nacional de Tucumán y Católica de Salta; Miembro de Número de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba y Director de su Instituto de la Empresa; Juez del Tribunal de Arbitraje General de las Bolsas de
Comercio de Rosario y de Santa Fe, y de la Cámara Argentino Brasilera de Comercio de San Pablo, Brasil.
una creciente actividad productiva fabril, fue ahogada por un economicismo
financiero que propició la importación y no la exportación por mecanismos
monetarios, en varios ciclos decenales a partir de los 40. Las sociedades
comerciales vivieron consecutivamente la expansión y la crisis, ante la cual
intentaron sobrevivir con distintos resultados, generando cambios de legislación
societaria y concursal a partir del año 1972, con reiteradas modificaciones de la
última.

Este es el panorama que abordaré.

No descarto que el mismo sea útil para prevenir daños en los Lineamientos
de la reforma del régimen societario dominicano que parece estarse incubando, y
que será abordado en el panel de cierre.

2. EL PRINCIPIO: IRRESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES.

Es gran empresa la organización societaria, asegurando su funcionalidad


para el cumplimiento del objeto. Ello se agrava en momentos de crisis como los que
vive mi país.

Es la base del sistema la no responsabilidad del administrador societario,


quién no asume el riesgo de gestión o el resultado de los negocios. Asume sólo una
obligación de medios descripta por el art. 59 de la ley de sociedades: actuar como
un “buen hombre de negocios”, que importa no atender a los negocios exitosos en
sí mismos, sino a mantener la operatividad de la empresa. No se trata simplemente
de hacer negocios individualmente buenos, sino en asegurar la “empresa” como
actividad económica y lícita viable.

O sea que los administradores societarios no asumen responsabilidad


alguna en cuanto respeten la funcionalidad interna y externa de la sociedad, o sea
en la relación con los socios (y la sociedad misma) o los terceros.

He afrontado los aspectos nocivos de esa funcionalidad al referirme a la


gestión de una sociedad en estado de cesación de pagos, centrando el interés por su
vinculación a la ruptura de la cadena de pagos que afecta a toda la comunidad
cada vez con mayor intensidad desde hace varios años.

Sostenía que es rol de los juristas auditar el sistema jurídico como unidad.
Abordé sistémicamente la cuestión en el XI Encuentro de Academias Nacionales de
Derecho, realizado en Córdoba el año 19952 , cuando afirmaba que “Es centro de
debate la eficiencia del sistema jurídico” y que “El tema se encuentra vinculado a
la ineficiencia del derecho que facilita una actitud masiva de incumplimiento”.
También allí ubicaba dentro de las relaciones de organización a las sociedades y los
concursos.

2
Nto.Posibilidad y conveniencia de la reforma del derecho privado. Aspectos metodológicos libro colectivo
“Unificación Civil y Comercial: lo posible y lo conveniente”, Ed. Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Córdoba, Córdoba nov. 1996, correspondiente al XI Encuentro de las Academias Nacionales de Derecho y
Ciencias So ciales de Buenos Aires y Córdoba, Córdoba, 12 y 13 de octubre de 1995, pág. 61 a 111, específicamente
punto 5.1. pág. 74..
Así afronté la Ineficacia del sistema concursal 3 intentando seguir las
enseñanzas de los recordados Profesores Eméritos Dres. Héctor Cámara y
Francisco Quintana Ferreyra, pronunciándome sobre la necesidad que el sistema
jurídico intentara evitar la propagación del virus de la insolvencia.

Y es mi tesis asegurar efectos a través del sistema normativo, permitiendo


pensar –ante la declinación del sistema concursal- en hacerlo a través del régimen
societario, para que el recurso técnico de la sociedad cumpla como estructura su
rol funcional.

En esta ocasión quiero ampliar referencias, para apreciar la cuestión desde


una perspectiva genérica, siempre rondando al fenómeno patrimonial de las
sociedades.

El objetivo es resguardar a los administradores de sociedades aconsejando


adopten las medidas conducentes a solucionar la situación patrimonial de
insolvencia de la sociedad o que recurran rápidamente a las soluciones
concursales. Es que no puedo conformarme en la idea de que cuando se piensa en
las acciones previstas por el art. 173 de la ley 24.522 es porque se agotó la
posibilidad de cobro a través del patrimonio concursado y se pone en resalto
conductas dolosas que pudieron ser prevenidas.

Una doctrina permisiva tendió a limitar las acciones de responsabilidad en


la quiebra a supuestos de dolo, sujetas a autorizaciones que parecían difíciles de
alcanzar, coherentemente con ciertas posiciones que tienden a acotar la
responsabilidad de administradores societarios.

Ello llevó a una sensación de impunidad en el obrar de administradores


societarios –contagiada a los administradores públicos- que transfieren el
problema a terceros, a partir de cuyo exceso se ha venido registrando en los
últimos años una reacción doctrinaria, jurisprudencial y legislativa.

Se trata de un problema ético: proteger a los administradores,


advirtiéndoles del riesgo, en medios de mensajes economicistas que lo tienten o
que no le informen de los límites de lo que debe entenderse por riesgo empresario,
dentro del cual no hay responsabilidad. Se trata de salvaguardar a los
empresarios en medio de mensajes confusos y usos societarios abusivos,
particularmente en cuanto que todo es válido so pretexto del aumento del valor de
las acciones, cuando en realidad lo que se intenta es beneficiar al grupo de
control..

PRIMERA PARTE

DISOLUCION DE LA SOCIEDAD POR PÉRDIDA DEL CAPITAL SOCIAL

I – ULTIMA NORMA SOCIETARIA CON REFLEJOS EN LA INSOLVENCIA:


EL DECRETO 1269/02.

3
También nto. Ineficiencia de la ley concursal en Revista Derecho y Empresa, nº 10 diciembre 2000, p. 176 y ss...
El reciente decreto de necesidad y urgencia 1269/024 dispone la
inaplicabilidad de las normas sobre disolución por pérdida de capital social
prevista en el inc. 5º del art. 94 LS “La sociedad se disuelve:... 5) por pérdida del
capital social”, parece enderezarse en la misma línea permisiva.

Fue una respuesta a las medidas de emergencia económica que se adoptaron


durante todo el año 2002 al salir de la paridad dólar-peso 1 a 1 que rigió casi
durante 10 años ahogando la actividad productiva interna. La súbita licuación del
peso frente al dólar en sociedades endeudadas en dólares generó súbitamente
situaciones de balances deficitarios donde el capital aparecía perdido
íntegramente, lo que imponía la disolución de la sociedad.

Esta causal esta catalogada por aquellas que producen su efecto ope legis,
de pleno derecho, ipso jure, atendiendo a la disposición del art. 96 “Pérdida del
capital. En el caso de pérdida del capital social, la disolución no se produce si los
socios acuerdan su reintegro total o parcial del mismo o su aumento”.

Concordantemente con esa norma, que es general para todas las sociedades,
luce para las sociedad anónimas el art. 206 “Reducción obligatoria. La reducción
es obligatoria cuando las pérdidas insuman las reservas y el 50% del capital
social”.

Ambas normas han sido suspendidas en su vigencia, atento el grave


deterioro que pueda haber causado la crisis económica y financiera al patrimonio
de las sociedades, y muy particularmente los efectos de las normas de emergencia
dictadas por el gobierno, modificando las relaciones de cambio.

Congruente con ello, el decreto de necesidad y urgencia restituye la plena


vigencia del último apartado del art. 62 de la ley de sociedades “Ajustes. Los
estados contables correspondientes a ejercicios completos o períodos intermedios
dentro de un mismo ejercicio, deberán confeccionarse en moneda constante”, lo
que importa poder introducir las alteraciones de valor, positivas y negativas,
generadas por las normas legales y efectos económicos del corriente año.

Adviértase que la “pesificación” de deudas puede subsanar la pérdida del


capital social, como la “pesificación” de acreencias puede volatilizarlo. Pero a la
postre son todos espejismos que impondrán un juicio de valor, un “insolvency
test”, por parte de los administradores para determinar la viabilidad de la
operatoria social, sin afectar a terceros.

Tales normas tenderán a alentar la doctrina permisiva que sostiene la


limitación de las acciones de responsabilidad en la quiebra a supuestos de dolo,
sujetas a autorizaciones que parecían difíciles de alcanzar, coherentemente con
ciertas posiciones que tienden a acotar la responsabilidad de administradores
societarios.

4
Publicado en el B.O. de la Nación nº 29942 del 17 de julio de 2002, y en Diario Comercio y Justicia del 22 de julio
de 2002 sección Leyes y Comentarios pág. ½.
Volver sobre el punto puede llevar al efecto contrario: los abusos de los
administradores alentarán la proliferación de juicios y la extensión de
responsabilidad como reacción a los vaciamientos societarios.

La crisis es hoy de inseguridad jurídica. Una visión cortoplacista y


economicista actúa en la coyuntura, mientras no se enfrenta la estructura del
problema, delineando un orden social. Un exceso de normas atenta contra la
Economía del Derecho y un sistema de justicia lento alienta un incumplimiento ya
sociológico.

Ante la inseguridad jurídica que desalienta la inversión y alienta la


especulación financiera que es un flagelo mundial, la reacción normativa y
jurisprudencial puede ser excesiva contra administradores y fiscalizadores
societarios. Las inversiones son en gran parte humo que puede volatilizarse en
cualquier momento.

Coetáneamente con el dictado de esa norma en Argentina se inició el


estallido que pronosticaba, y nada menos que desde la Bolsa de Nueva York, a la
crisis del Nasdaq se agrega hoy la de las grandes compañías Enron, Xerox, El Paso
Corporation y World Com –entre otras- que dibujaban sus activos gracias a
auditores complacientes imponiendo el dictado de la ley Sarbanes-Oxley el 30 de
julio de 2002, con normas de aplicación inmediata en Estados Unidos, difiriéndose
algunas para aplicarse desde el 29 de julio de 2002.

Se trata de una crisis del modelo global, concebido erróneamente sobre la


especulación financiera, abandonando a los sectores productivos, más sólidos pero
que no ofrecen espectaculares ganancias a corto plazo. Las altas tasas de interés o
rendimiento de los “productos” financieros impiden la formulación de proyectos
productivos a largo plazo y destruyen los actuales.

La impunidad va más lejos aún cuando se trata de grupos societarios, con


administraciones y fiscalizadores cruzados, donde sólo –y muy limitadamente- se
respeta lo formal para asegurar los negocios del grupo, el llamado “interés
grupal”, disimulando una “dirección unificada”, con muy poco respeto a los
intereses de la controlada y de sus accionistas o socios externos.

Debe recordarse que el Dto. 677/01 de la República Argentina, que se


anticipó a la ley Sarbanes-Oxley, introduce normativamente en mi país la teoría
del “corporate goverment” al establecer en su artículo 8º inciso a) sub I que los
directores, administradores y fiscalizadoras de las emisoras, como deber especial
dentro de su conducta, debe “hacer prevalecer, sin excepción, el interés social de la
emisora en que ejercen su función y el interés común de todos sus socios por
cualquier otro interés, inclusive el de o los controlantes”.

Es que en virtud de los escándalos que vienen haciéndose públicos, y que sin
duda revelan conductas mucho más cotidianas e ilegales que las que se suponen, se
producirán reacciones. En mi país una Comisión, en el seno del Ministerio de
Justicia de la Nación, estaría trabajando en la reforma de la legislación societaria,
particularmente respecto a ilícitos societarios, que sin duda tendrá en cuenta las
normas que se anuncian en Estados Unidos de Norteamérica, y que sin duda
acentuarán criterios como los fijados en la nueva disciplina de los ilícitos penales y
administrativos para las sociedades determinados en Italia por la ley 366 del 3 de
octubre de 20015 .

Temas que, a su vez se ven agravados en los casos de aplicabilidad de las


normas de la legislación de defensa de la competencia, advertible a través del
nuevo inc. 9º del art. 39 de la ley 24.522, y de los reflejos que se puedan dar por las
propuestas de terceros conforme el nuevo art. 48 de dicha ley concursal.

II – MERO ESPEJISMO.

El incumplimiento se encuentra hoy en el centro de la escena. Incumple el


Estado en todas sus formas, y en todos sus poderes. Y ello se difunde como un
reguero de pólvora haciendo estallar a un sistema judicial ya colapsado.

La nueva norma podría hacer pensar en que durante este período en que se
suspende la disolución por pérdida del capital social o la obligación de reducción
de ese capital desaparece la responsabilidad de administradores y socios prevista
en el art. 99 de la ley de sociedades.

Es del caso recordar que en nuestro sistema no existe una responsabilidad


por irregularidad sobrevenida. Una vez regularizada la sociedad ese régimen
desaparece y sólo son aplicables las previsiones ante infracciones puntuales:

“Art. 99. Administradores: facultades y deberes. Los administradores, con


posterioridad al vencimiento del plazo de duración de la sociedad o al acuerdo de
disolución o a la declaración de haberse comprobado alguna de las causales de
disolución, sólo pueden atender los asuntos urgentes y deben adoptar las medidas
necesarias para iniciar la liquidación.
Responsabilidad. Cualquier operación ajena a esos fines los hace responsables
ilimitada y solidariamente respecto a los terceros y los socios, sin perjuicio de la
responsabilidad de éstos”.

En algunos casos, y particularmente desde los organismos administrativos


de control, se ha querido ver en la constatación de la pérdida del capital social una
suerte de lápida, que una vez constatada sólo podía levantarse a través del
mecanismo previsto en el art. 96 LS.

La situación se revela claramente a través de los balances de ejercicio,


incluso en muchos casos no realizados en moneda ajustada, que lleva a constatar a
los administradores primero, pero también inmediatamente a los socios, la
existencia de una causal de disolución.

Se trata aquí de una causal de disolución de inme diato reconocimiento. No


hace falta ninguna declaración, ninguna controversia para determinar la
existencia de esa causal. Ninguna otra inteligencia debe darse a aquellas

5
Cfr. ROMANO, Mario La responsabilitá amministrativa degli enti, societá o associazioni: profili generali en
Rivista delle Societá, año 47 2002 p. 393 y ss.
apreciaciones de causales de disolución de pleno derecho, que actúan ipso jure u
ope legis.

El punto sólo facilita la prueba, pues en las causales de difícil constatación o


cuestionada producción, la sentencia que se dicte reconociendo la existencia de la
causal retrotrae los efectos “al día en que tuvo lugar su causa generadora” (art. 97
LS). No obstante ello el art. 99 LS parece atenuar ese efecto respecto de la
responsabilidad de administradores y otros, en cuanto la determina “a la
declaración de haberse comprobado alguna de las causales de disolución”.

Sin duda traerá a cuento si los administradores actuaron o no de mala fe


entre que se invocó la existencia de la causal, desconociéndosela, y se dictó la
resolución jurisdiccional en la causa que se obligó a abrir.

Pero en cuanto a la insolvencia el tema tiene una solución más sencilla, que
se enrola en la que venimos sosteniendo desde el desierto.

Volvamos al espejismo. El balance señala un indicador en rojo: se ha


perdido el 100% del capital social. Pero se ha dictado el decreto +++++ y se ha
suspendido esta causal. Los administradores respiran aliviados, podemos seguir
operando.

El punto lleva a recalar en la futilidad de la noción de capital social.

III - PATRIMONIO O CAPITAL INSUFICIENTE.

En este trabajo haremos referencias a la infracapitalización6 , e incluso a la


imputación a controlantes torpes por la llamada “inoponibilidad de la
personalidad jurídica”, pero centramos nuestra atención en la responsabilidad
individual de administradores por obligaciones asumidas en estado de cesación de
pagos o insolvencia. Insistimos en el punto pues el concepto de CESACION DE
PAGOS o INSOLVENCIA tiene un adecuado cuño doctrinario, y en cambio la
noción de INFRACAPITALIZACION esta todavía sometida a discusión –por
algunos-, pues es difícil de asimilar en un esquema de sociedades de capital fijo.
Una sociedad puede estar operando con el capital estatutario previsto y no
obstante ello estar en insolvencia. No existe un paralelismo entre ambas nociones,
ni aún en los sistemas de sociedades sin capital social, cuya dotación patrimonial
es analizada anualmente antes de distribuir utilidades –si hay capital suficiente- o
de disponer la liquidación u otra solución en caso de capital insuficiente.

En la mayoría de los supuestos, una situación concursal implica una


infracapitalización material -o subcapitalización-, que si ha sido advertida
configura una situación de dolo civil que autorizaría una acción individual de

6
SUJETOS RESPONSABLES Y SUBORDINACION DE CREDITOS POR EL USO ABUSIVO DE LOS
PRESTAMOS DE LOS SOCIOS Y DE LAS ENTREGAS A CUENTA DE FUTUROS AUMENTOS DE
CAPITAL, con los Profesores Hernán Racciatti(h) y Alberto Antonio Romano, tomo III pág. 383. - Ponencias al III
CONGRESO NACIONAL DE DERECHO CONCURSAL y I CONGRESO IBEROAMERICANO SOBRE LA
INSOLVENCIA, Mar del Plata, 27, 28 y 29 de noviembre de 1997, 3 tomos Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, noviembre
1997; La infracapit alización, la insolvencia societaria y la responsabilidad de sus administradores, parte A pág. 51 a
60 del Libro de Comunicaciones. A VI Jornadas Nacionales de Institutos de Derecho Comercial, San Martín de Los
Andes, 12/14 de noviembre de 1998.
responsabilidad por los acreedores sociales posteriores a esa situación contra los
administradores que siguieron operando en estado de cesación de pagos. Se
corresponde al deber de los administradores de llevar contabilidad y una eficiente
administración, dividiendo las obligaciones en corrientes y no corrientes.

Ratificando la anticipado y transfiriendo el sistema de preconcursalidad a


la legislación societaria, se ha sostenido en España que “Después de todo lo que se
ha indicado, parece razonable pensar que la quiebra de una sociedad anónima –o
limitada o comanditaria por acciones- debería convertirse en una institución
residual, ya que el sistema preconcursal previsto legalmente debería ser suficiente
para impedir que la sociedad llegase a ser insolvente..”7

Igualmente en Italia si bien no existen normas concursales, se impone la


obligación a los administradores de abstenerse de continuar o emprender la
actividad societaria cuando ha acaecido alguna de las causales disolutorias
contempladas en el art. 2448 C.Civil, entre las que se registra la pérdida del
capital social o la imposibilidad sobreviniente de cumplir el objeto social, al igual
que el sistema argentino.

La infracapitalización aparece como la genética de la insolvencia. La falta


de recursos patrimoniales para satisfacer normalmente las obligaciones asumidas
constituyen el escenario del problema societario que estamos analizando. Y de allí
se generan efectos básicos: la imposibilidad sobreviniente para el cumplimiento
del objeto social –a veces no aparece una pérdida del capital estatutario- como
causal de disolución y efecto propio de la funcionalidad societaria. O la
responsabilidad de los administradores sociales por no adoptar las medidas
congruentes a la situación societaria, y frente a terceros por infrigirles daño al
contraer obligaciones con el conocimiento genético de no poder satisfacerlas. O la
responsabilidad de los controlantes de derecho o de hecho por el uso desviado del
recurso técnico de la sociedad con limitación de responsabilidad de los socios, el
control torpe o abusivo para actuar en fraude de terceros. Son tres caras de un
mismo fenómeno que tienen distintas respuestas del sistema normativo o de la
jurisprudencia ante los casos planteados. Al último de los supuestos sólo nos
referiremos tangencialmente, centrándonos en esta comunicación en la
responsabilidad de los administradores frente a los terceros.

Los deberes fiduciarios del administrador societario frente a terceros están


mejor delineado en las legislaciones donde no existe capital fijo, por lo que el
administrador debe anualmente determinar el capital necesario para afrontar la
continuidad de la sociedad (insolvency test), tutelando así a potenciales nuevos
acreedores.

Así en Suiza se combina el enfoque societario y concursal8 . Los arts. 725,


725 a., 716 a., 717 y concordantes del Código Suizo de las Obligaciones impone que
la constatación en el balance de la pérdida de la mitad del capital social y las
reservas sociales que no permita cubrir los créditos asumidos impone la inmediata
7
LA RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES DE SOCIEDADES DE CAPITAL, Director Juan
Bolás Alfonso Notario, Consejo General del Poder Judicial, Consejo General del Notariado, Madrid 2000, a pág. 154
“5. RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES POR LAS DEUDAS SOCIALES E INSOLVENCIA
DE LA SOCIEDAD.
8
VITOLO, Capital social.... cit. pág. 56.
convocatoria de la asamblea general para proponer las medidas de reorganización;
pero si hay razones de excesivo endeudamiento debe anticiparse un balance
especial presentado a los auditores para su revisión. En caso que ese balance
confirme la insuficiencia del patrimonio social, el directorio debe dar intervención
al Tribunal Judicial salvo que acreedores en cantidad suficiente acepten la
subordinación de sus créditos. Si interviene el Tribunal se iniciarán los
procedimientos de crisis (liquidación), salvo que se presente una propuesta de
reorganización, que puede implicar remover a los administradores. La falta de
cumplimiento por los administradores (directorio) los hace incurrir en
responsabilidad personal.

El apartamiento de las nociones de capital social fijo, para introducir en la


de capital necesario para el giro social, es una noción que debe entenderse en
nuestra legislación como vinculada a las obligaciones de los administradores
sociales: operar in bonis, o sea sin caer en estado de cesación de pagos. El análisis
del balance anual debería ser específico en ese aspecto, pero no lo libera del
continuo análisis de la situación en el control permanente de la marcha del giro
social. En legislaciones como la del Código Californiano se impone la imposibilidad
de distribuir utilidades, entre otros actos, sino se somete a dos exámenes las
cuentas sociales: Quantitative Liquidity Test y Quantitative Solvency Test ó de un
simplificado Equity Insolvency Test9 .

Una dotación patrimonial insuficiente implica la existencia de una causal de


disolución: "imposibilidad sobreviniente en el cumplimiento del objeto social" o
sea la "inviabilidad de la empresa", fundando una causal de responsabilidad de los
administradores (arts.59 y 99 LS). En la inserción de la cuestión dentro de la teoría
general de los administradores de sociedades, no aparecen limitaciones como las
que presenta el art. 173 ley 24.522 que sólo autoriza el resarcimiento de los daños
causados por las conductas descriptas en la norma, además de limitar el factor de
atribución al dolo.

Los administradores de un ente personificado deben cumplir su finalidad o


objeto social conforme un patrimonio suficiente disponible a tal efecto, y en caso de
dificultades económicas recomponer su situación patrimonial, incluso
presentándose en concurso. El capital operativo de una sociedad debe ser
suficiente 10 para llevar adelante la actividad propia del objeto social. De resultar
insuficiente, conduciría a la sociedad al estado de insolvencia o de liquidación por
imposibilidad de cumplimiento del objeto, sin perjuicio de la responsabilidad que
acarrean a los socios por su incumplimiento, y de los administradores por no
cumplir con sus obligaciones. La no advertencia de esa insuficiencia por los
administradores a los socios, perjudicando a la sociedad y a éstos generan acciones
sociales de responsabilidad, que podrían ser ejercitadas oblicuamente por los
acreedores sociales. PATRIMONIO O CAPITAL INSUFICIENTE.

9
ESCRIBANO GÁMIR, Rosario C. La protección de los acreedores sociales Editorial Aranzadi, Navarra 1998,
Monografía de Revista de Sociedades nº 10, pág. 44 y ss..
10
“...un capital social desproporcionadamente reducido en su magnitud determinará la imposibilidad ex origine de
cumplir el objeto, que debe, por esencia, ser fácticamente posible...” Veca Constructora S.R.L.” Fallo del Dr. Butty
LL.-1980-D-pag. 464 y ss.
Esa insuficiencia puede resultar de un capital realmente insuficiente para el
desenvolvimiento social o de un sobreendeudamiento, violando la función del
capital como respaldo de operaciones del giro.

Si la situación arrastra a un concurso o quiebra de la sociedad sin que los


administradores hayan adoptado las previsiones adecuadas (convocar a los socios
para que doten a la sociedad del capital suficiente, ajustar la actividad a las
posibilidades ó liquidar la sociedad), la cuestión debería devenir en el análisis del
comportamiento y responsabilidad de dichos administradores11 .

IV – EL PROBLEMA DEL CAPITAL EN SÍ MISMO.

Como vemos el problema en sí mismo es la dotación patrimonial para que la


sociedad cumpla la empresa, o sea las actividades conducentes al cumplimiento del
objeto social.

Es altamente inconveniente la injerencia de los órganos públicos o judiciales


de control societario –distinto es el rol de la Comisión Nacional de Valores o Bolsas
de Comercio- en torno a la suficiente del capital social de una sociedad que se
inscribe, tema que debe quedar a la responsabilidad de fundadores y
administradores.

El punto puede asumirse desde criterios substancialistas o formalistas.

El planteo formalista tiende a refugiarse en una noción estática de capital


social, cifra estatutaria y fija, como parámetro para determinar participaciones y
utilidades (simplificadamente).

Quizá la mejor demostración de su ineficiencia lo constituyen las sociedades


que actuando en cesación de pagos contagian ese estado (como si fuera ántrax), lo
que hacen los Poderes Ejecutivo Nacional, Provinciales y Municipales (lo que
motivará el último párrafo de esta comunicación), pese a que de su balance no
resulta ninguna pérdida relevante del capital social.

Pero el sistema funcionaba tranquilo bajo una fachada de legalidad, que


podía estar encubriendo una profunda crisis en la técnica societaria. Por ello se
conmovió cuando las técnicas contables no pudieron dejar de manifestar pérdidas
nominales.

El problema nominal y formal ha sido solucionado, por lo menos


transitoriamente por el referido decreto.

¿Pero el criterio substancial? Ante la específica causal de disolución por


pérdida del capital social, existe otra más genérica que es “la imposibilidad

11
ROMERO, José Ignacio Capital social. Mínimo legal y sficiente para el cumplimiento del objeto social
(Responsabilidad de los administradores por infracapitalización material) en JA nº 6059 octubre de 1997, pág. 32,
cit. por VITOLO, Daniel Capital social, infracapitalización y sobreendeudamiento en “Conflictos actuales en
sociedades y concursos libro colectivo coordinado por Arecha, Dasso, Nissen y Vitolo, Ed. Ad Hoc septiembre 2002,
pág. 35 y ss..
sobreviniente de lograrlo” contenida en la última parte del inc. 4º del mismo
artículo 94 LS, que no ha sido modificado ni suspendido.

Esa norma esta íntimamente ligada a la infracapitalización substancial: lo


importante no es el capital social, sino el patrimonio social (conjunto de derechos
y obligaciones) para lograr la empresa. Si el patrimonio no es apto, existe causal
de disolución aunque nominalmente no exista pérdida del capital social.

Y este escollo no ha sido salvado por la nueva norma. Los criterios


substancialistas perduran pues hacen al funcionalismo societario, a la razón de
ser misma del otorgamiento del recurso técnico de la personalidad a esta forma
de organización de la empre sa.

Centramos así la cuestión: los administradores deberán determinar si la


sociedad es patrimonialmente apta para el cumplimiento del objeto social, pese a
la pérdida del capital social. Y a su vez lo deberán someter a la consideración de
los socios o accionistas.

Es que la integral aplicación de las normas sobre sociedades, como de otras


del sistema jurídico, debe permitir prevenir la insolvencia de las mismas e
impedir la transferencia de los daños a los acreedores12 .

Si los administradores continúan la operación de una sociedad, con pérdida


del capital social y el patrimonio no es apto, ello se advertirá rápidamente en la no
satisfacción de las obligaciones sociales. Y en tal supuesto los administradores
asumirán responsabilidad por los principios generales.

Los acreedores sociales que acrediten: (a) haber sufrido daño (b) por el
accionar de administradores de sociedades (c) que hubieran asumido esas
obligaciones en conocimiento del estado de cesación de pagos, (d) pueden
promoverles acciones individuales de responsabilidad.

Esas acciones son extraconcursales y no requieren la previa apertura de un


juicio concursal, que tampoco las atrae. El daño también se perfilaría en caso del
perjuicio sufrido por la quita o espera que impusiera un acuerdo concursal.

Parecería que lo expuesto no es un tema controvertido, pero de ello poco se


habla en la doctrina, y menos se aplica, por la aparente absorción del sistema
concursal sobre los sistemas generales.

V - BIEN JURIDICO A TUTELAR EN LO SOCIETARIO.

Con las interpretaciones que ponemos a consideración intentamos paliar


ciertos efectos disvaliosos, de la misma manera como lo venimos haciendo hasta la
fecha al referirnos a los concursos de sociedades. Hace falta tener en claro el
objetivo general de un sistema jurídico, en el caso de derecho societario.

12
Sobre el punto también trabajé con anterioridad, p.ej. Insolvencia societaria y responsabilidad pág. 380 y ss. en
JURISPRUDENCIA ARGENTINA libro en Conmemoración de su 80ª Aniversario, 1918-1998; y en Las relaciones
de organización y el sistema jurídico del derecho privado, Córdoba 2002, 2ª ed.Advocatus, 1ª edición Córdoba 2000
de la Academia de Córdoba, Capítulo XI Insolvencia societaria y responsabilidad, pág. 481 y ss..
La sociedad es un sujeto de derecho –persona jurídica- que el sistema
jurídico entrega como técnica de organización para que los fundadores de una
empresa puedan generar un centro de imputación autogestante. Esos fundadores y
los administradores que elijan como órgano del nuevo ente son los que deben
asumir la funcionalidad, evitando perjudicar a terceros.

El tema queda inmediatamente vinculado al bien jurídico tutelado por el


derecho concursal cuando el sujeto concursal sea una sociedad.

Caso contrario podría entenderse que el efecto pretendido -no explícitado-


sería el salvataje del empresario con la desestimulación de acciones de
responsabilidad y de reconstrucción patrimonial, y la acotación de las garantías. Se
explicita que se intenta proteger a la empresa –en realidad al empresario- en
cesación de pagos permitiendo que la misma continúe su actividad. La ley permite
que continúe operando en ese estado sin presentarse en concurso, transmitiendo la
insolvencia a sus proveedores y acreedores, al no imponer ningún plazo para la
presentación, ni para la publicitación de ese estado, bajo la idea de que una
manifestación en tal sentido generaría la restricción del crédito y la necesidad de
liquidar la empresa, y que los acreedores tienen autonomía de la voluntad para
contratar con ese sujeto o pedirle la quiebra.

Si se trata de verlo desde lo interno de la empresa no importa que esta


contamine, debe estimularse su autonomía para afrontar la cuestión, sin límites, y
también la de los acreedores para enfrentar la situación. Esto forma una mezcla
explosiva con la lentitud de los procesos, concebidos con excesivos ritualismos y
garantismos.

El problema de la empresa debe verse externamente y no internamente. La


apreciación debe ser genérica para tutelar la empresa como organización
económica, limitando los efectos externos de su cesación de pagos y permitiendo
que, en ese contexto, la “empresa” puede solucionar su problema.

Es como un problema ecológico: si es disvalioso el operar en estado de


cesación de pagos, importando incluso una causal disolutoria de una sociedad,
debe evitarse la contaminación a otros y reducirse el foco contaminante, que de
actuar tarde ya no podrá ser “salvado”.

La problemática de la cesación de pagos tiene dos aristas: una la del


patrimonio en insolvencia para tratar de superar la crisis o imponerse su
liquidación, y la otra y tanto o más importante, que es la de evitar que se contagie
el estado de cesación de pagos a otros patrimonios.

La cuestión debe centrarse en el estado de cesación de pagos 13 , para


solucionarlo y evitar su difusión hacia los acreedores y proveedores del deudor en
dificultades, y evitar el perjuicio a terceras empresas por la competencia desleal.

13
nto. Bien jurídico tutelado por la legislación concursal en Revista de la Universidad Nacional de Córdoba años
79/80 p. 262 y ss..
Concebida de esta forma, debe alentarse –exigirse- que los administradores
de una persona en cesación de pagos afronten esa situación dañando lo menos
posible a los terceros. Facilitar los acuerdos preconcursales, en su falta promover
la rápida presentación en concurso –lo que normalmente permite que la empresa
se pueda recuperar-, y no cuando sea irreversible su situación. Liquidar
rápidamente la empresa en marcha si no es viable en manos del concursado,
parecen las medidas más adecuadas para enfrentar colectivamente la cuestión.

Lo expresado concilia los intereses de la empresa en dificultades y de su


entorno. Claro que implica limitar el margen de maniobra de los administradores
del concursado para perjudicar a terceros, incentivar las acciones de
responsabilidad o de reconstrucción patrimonial. Con esa óptica resulta
impensable que puedan concurrir empleados en razón de “créditos” laborales
correspondientes a sus salarios inmediatos.

Lo pretendido se podría lograr en cualquier sistema con pocas normas con


efectos precisos. El concurso nunca debería ser nunca la precedencia de una
quiebra liquidativa, sino su exclusión.

Las reformas en si pueden ser buenas o malas, depende del contexto central
donde se introduzcan, pudiendo acentuar los perjuicios que hoy causa en el
entorno empresario el sistema concursal –perjudicando a los acreedores si operan
con empresas en cesación de pagos, sin saberlo- o agilizar procesos ordenados en
sentido positivo.

Alberti14 aporta que “Por cierto es posible proponer, con aspiración muy
amplia, una reconstrucción total del sistema concursal. Pero esta es empresa que
nos parece irrealizable en el presente de la sociedad argentina, cuya necesidad de
mejoramiento legislativo es más importante en otras materias; de modo que su
proposición no serviría inmediatamente al bien común sino que más bien
disimularía la posibilidad de efectuar pequeños progresos concretos”. Coincidimos
plenamente con la idea.

Una reforma integral sólo sería posible si existiera una unívoca apreciación
del rol de los concursos, lo que marca las dificultades de pergeñarla en el seno de
una Comisión que elaborara un proyecto o anteproyecto, o en el Congreso para
sancionarla.

Pero ello no es necesario si se tiene una clara visión del funcionalismo


societario como técnica de organización empresaria, haciendo primar sus
principios e integrándolos a la legislación concursal.

VI – LA PLANIFICACION DE LOS ADMINISTRADORES.

Ante el decreto en comentario aparece la noción de un buen hombre de


negocios que debe, particularmente ante la crisis y la inseguridad jurídica,

14
ALBERTI, Marcelo Edgardo Una contribución de Efraín Hugo Richard al derecho concursal: El plan de empresa
como recaudo del concurso preventivo en “DERECHOS PATRIMONIALES” Estudios en Homenaje al Profesor
Emérito Dr. Efraín Hugo Richard, bajo la dirección de Laura Filippi y María Laura Juárez, Ad Hoc Buenos Aires
2001, tomo II pág. 949.
replantearse los negocios y determinar la aptitud de la organización de la sociedad
y de la funcionalidad de sus negocios.

Se trata de la planificación, que se trasunta en las sociedades por acciones


en la Memoria anual, aunque sea en un mínimo. Se requiere a los administradores
del derecho privado lo mismo que pretendemos de los administradores públicos,
que sean competentes administradores estratégicos con clara visión estructural
afronten la coyuntura con las mejores técnicas.

La ley 24.522 y sus reformas no exigen ninguna planificación15 para salir de


la crisis, ni para presentar acuerdo (no para ser evaluado por un tercero o por un
juez, sino como parámetro para juzgar la responsabilidad del administrador). Se
defiende la concepción que la exigencia de presentar un plan demoraría la
apertura del concurso, agravaría sus costos y generaría recurribilidad en torno a
su apreciación por el juez.

Conlleva a traer de nuevo a cuento el tema del PLAN DE EM PRESA con


cuya consideración rendimos homenaje a Pedro J. Frías 16 , un constante
requeriente para la sociedad política y empresaria de administradores estratégicos.

Volvimos sobre ello ya con el apoyo de Junyent y Muiño17 -el primero ahora
con Carlos Molina Sandoval se han vuelto los apóstoles de esa idea-, y recalcamos
la cuestión que Alberti18 señala “Expresó nuestro autor, amigo y homenajeado, que
la carencia de ese plan provoca fatalmente la inoperancia de los esfuerzos
aplicados a la concreción del acuerdo preventivo extrajudicial, como puede ser
visto en su Efectos societarios de la insolvencia, publicado en Anales XXVI (1987)
161, de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba”.
Continúa el prestigioso jurista: “El exigir a los insolventes una concisa exposición
de su programa de modificación de la situación empresaria precedente al
concursamiento, mediante un plan de aquello por poner en práctica para corregir
la pérdida que ha causado los incumplimientos de los pagos, saneará el concurso
preventivo de su actual empleo como artificio procedimental destinado

15
ALBERTI, Marcelo Edgardo Una contribución de Efraín Hugo Richard al derecho concursal: El plan de empresa
como recaudo del concurso preventivo en “DERECHOS PATRIMONIALES” Estudios en Homenaje al Profesor
Emérito Dr. Efraín Hugo Richard, citado tomo II pág. 949. Cfme. ntos. SALVATAJE DE LA EMPRESA Y
PROPUESTA DE ACUERDO PREVENTIVO. año 1996 nº 6, pág. 121 a 128, Rosario 2a. quincena de marzo de 1997.
Revista Derecho y Empresa de la Universidad Austra l; Propuesta de acuerdo preventivo. Su integración necesaria
con un plan de dirección en Doctrina Societaria nº 109, diciembre 1996, Ed. Errepar, tomo VIII pág. 548 y ss..
ENSAYO SOBRE EL PLAN DE EMPRESA Y LAS OBLIGACIONES DEL EMPRESARIO en Revista “Estudios de
Derecho Comercial” del Colegio de Abogados de San Isidro, nº 9 año 1993, págs.55 a 70. EL “BUEN HOMBRE DE
NEGOCIOS” Y EL “PLAN DE EMPRESA” en Doctrina Societaria y Concursal, Ed. Errepar, tomo V Pág. 337.
Crédito y plan de empresa en XXIX Congreso Anual Ordinario de Abapra, La Rioja 30 de mayo/ 1 de junio de 1988;
¿SE INTEGRA LA PROPUESTA DE ACUERDO CON UN PLAN DE CUMPLIMIENTO ? tomo I pág. 433. -
Ponencias al III CONGRESO NACIONAL DE DERECHO CONCURSAL y I CONGRESO IBEROAMERICANO
SOBRE LA INSOLVENCIA, Mar del Plata, 27, 28 y 29 de noviembre de 1997, 3 tomos Ed. Ad Hoc, Buenos Aires,
noviembre 1997; Salvataje de la empresa: ¿Una postulación sin respuesta en la ley concursal? conjuntamente con
Francisco Junyent Bas y Orlando Manuel Muiño, en RDCO año 30 1997 pág-525 y ss..
16
Presidente Honorario de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, en su homenaje
“Estudios en honor de Pedro J. Frías”, editado por la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba,
1994, nto. trabajo en el tomo III p´. 1187 El plan de empresa, Ética y responsabilidad del empresario.
17
Salvataje de la empresa: ¿Una postulación sin respuesta en la ley concursal? conjuntamente con Francisco
Junyent Bas y Orlando Manuel Muiño, en RDCO año 30 1997 pág -525 y ss., ya citado.
18
ALBERTI, Marcelo Edgardo Una contribución de Efraín Hugo Richard al derecho concursal: el plan de empresa
como recaudo del concurso preventivo en “DERECHOS PATRIMONIALES” Estudios en Homenaje al Profesor
Emérito Dr. Efraín Hugo Richard, citado en nota anterior.
simplemente a diferir una fatal liquidación. La postergación de esa inevitable
extinción de las empresas insolventes conviene, por cierto, a los dirigentes
societarios que de modo artificioso malvivan de esas empresas deficitaria, pero la
comodidad subjetiva de este logro aventajado resulta tanto onerosa como inútil
para la sociedad económica”.

Ante ese panorama parece conveniente volver sobre el Plan de Empresa,


como Plan Económico sustentable que se requiere a nuestro Gobierno, y que es
necesario que formule para que los argentinos podamos alinearnos detrás de una
bandera, de una divisa... No se trata que el Juez o el Síndico tengan siquiera que
evaluar ese programa, sino que quede explicitado para juzgar su actuación como
buen hombre de negocios.

La cuestión atiende a que los administradores societarios asuman su rol en


la funcionalidad societaria.

No se trata de ampliar la responsabilidad de los administradores societarios


en cuanto al riesgo empresario. La Empresa debe ser autosuficiente generando, a
partir de su patrimonio y el plan o directriz de desarrollo de sus actividades, los
medios para su manutención económica; esto implica la viabilidad de la empresa,
de la empresa que no lleva en su destino su autodestrucción por económicamente
inviable 19 .

Por otra parte la empresa viable es la única que merece conservarse, sea
por disposiciones concursales, pre concursales o extraconcursales. La sociedad es
la estructura técnica jurídica personalizante a disposición del empresario como
instrumento "de organización". La organización no sólo supone la disponibilidad
jurídica de órganos, de un sistema de imputación simplificante de las relaciones
jurídicas con terceros y socios, sino la actuación coherente del órgano de
administración asegurando el cumplimiento del "objeto social" como forma de
manifestación de la empresa o empresas, con la dotación patrimonial adecuada.

VII – LA SOCIEDAD EN DIFICULTADES.

Es normal que una sociedad tenga dificultades. El administrador como


“buen hombre de negocios” debe inclusive anticiparse a ellas para que el daño
para la propia sociedad sea el menor, evitando que los perjuicios se propaguen. La
libertad negocial de que dispone el administrador esta acotada por el uso
antifuncional del derecho, en el caso de la persona jurídica que administra.

Muchos son los remedios que dispone el administrador societario. Si no


logra paliar la situación con el ejercicio de sus propias atribuciones, como órgano
de administración, debe convocar al órgano de gobierno, planteando los problemas
y las posibles soluciones, y de no haber solución la disolución y liquidación de la
sociedad. Claro que en el medio pueden haber múltiples soluciones, acotar los
negocios, o pre sentar el problema a los acreedores extrajudicial o judicialmente a
través de una convocatoria de acreedores.

19
Nto.LA CONSERVACION DE LA EMPRESA EN LAS LEYES DE SOCIEDADES Y DE CONCURSOS , con
Francisco Quintana Ferreyra, en RDCO año 1978 Pág.1373; LA CONSERVACION DE LA EMPRESA, Anales de la
Academia Nacional de Derecho tomo XXV Pág.107 y ss. .
Ninguna de esas acciones puede generar responsabilidad a un
administrador.

SEGUNDA PARTE

I – LA ASUNCION DE RESPONSABILIDAD POR ADMINISTRADORES


SOCIETARIOS.

He enfatizado que no resulta posible promover acciones de responsabilidad


contra un administrador societario per se20 .

No se trata de ampliar la responsabilidad de los administradores societarios


en cuanto al riesgo empresario. La Empresa debe ser autosuficiente generando, a
partir de su patrimonio y el plan o directriz de desarrollo de sus actividades, los
medios para su manutención económica; esto implica la viabilidad de la empresa,
de la empresa que no lleva en su destino su autode strucción por económicamente
inviable 21 . Por otra parte la empresa viable es la única que merece conservarse, sea
por disposiciones concursales, pre concursales o extraconcursales. La sociedad es
la estructura técnica jurídica personalizante a disposición del empresario como
instrumento "de organización". La organización no sólo supone la disponibilidad
jurídica de órganos, de un sistema de imputación simplificante de las relaciones
jurídicas con terceros y socios, sino la actuación coherente del órgano de
administración asegurando el cumplimiento del "objeto social" como forma de
manifestación de la empresa o empresas, con la dotación patrimonial adecuada.

La limitación de responsabilidad de los administradores esta basada en el


supuesto de un comportamiento leal.

Obviamente que esas acciones están vinculadas al derecho de daños y a la


clásica teoría general de la responsabilidad que comporta, para una obligación de
medios 22 .

La determinación del sujeto damnificado, legitimado para accionar por la


reparación, surge de identificar a quien ha sufrido el daño o perjuicio y permite la
división de las acciones de responsabilidad en social o individual. En la segunda se
legitima a los accionistas y terceros individualmente, y no depende de ningún
trámite previo.

20
Puede verse nta. posición en RICHARD, E.H. y MUIÑO, Orlando M. Derecho Societario, Ed. Astrea, Buenos
Aires, pág. 543 y ss.. Con mayor profundidad lo hice en Responsabilidad de administrador de sociedad insolvente en
Doctrina Societaria y Concursal marzo 2002 tomo XIII p. 887, y en Daños causados por la insolvencia societaria
(vías no concursales de reparación) como capítulo XXVII p. 657 del Libro Colectivo “Derecho de Daños Quinta
parate Daños causados en el derecho comercial, Libro en Homenaje de Isaac Halperin y Carlos Zavala Rodríguez,
Editorial La Roca, Buenos Aires junio 2002, correspondiendo a un trabajo entregado el 31 de mayo de 2000.
21
Nto.LA CONSERVACION DE LA EMPRESA EN LAS LEYES DE SOCIEDADES Y DE CONCURSOS , con
Francisco Quintana Ferreyra, en RDCO año 1978 Pág.1373; LA CONSERVACION DE LA EMPRESA, Anales de la
Academia Nacional de Derecho tomo XXV Pág.107 y ss. .
22
ARAYA, Miguel C. Responsabilidad de los administradores de la Sociedad Anónima en DERECHOS
PATRIMONIALES Estudios en home naje al Profesor emérito Dr. Efraín Hugo Richard, Editorial Ad Hoc, Buenos
Aires 2001, bajo la dirección de Laura Filippi y María Laura Juárez, página 639 tomo II, especialmente pág. 647.
Si la actuación torpe de los administradores genera perjuicio a terceros,
éstos pueden promover una acción individual de responsabilidad civil, bajo los
mismos presupuestos clásicos de la responsabilidad subjetiva, exigiéndose además
de la infracción a la norma la concurrencia de la culpa, el daño y la relación de
causalidad.

II - ACCION INDIVIDUAL DE RESPONSABILIDAD DE ACREEDORES


CONTRA LOS ADMINISTRADORES DE SOCIEDADES..

Si el acreedor de una sociedad insolvente advierte la imposibilidad de cobro


a la misma, particularmente si se ha concursado, ¿en qué supuestos los acreedores
podrían accionar directamente contra los administradores de una sociedad?
Dejamos así de lado las acciones sociales de responsabilidad, o sea las que puede
ejercer la propia sociedad, o los accionistas en ciertos casos..

La ley de sociedades destina un solo artículo, el 279 LS, que establece que
los accionistas y los terceros conservan siempre sus acciones individuales contra los
directores. Cuando la conducta antijurídica de los administradores ha causado un
daño al patrimonio personal de los accionistas y de los terceros, éstos tienen una
acción individual para obtener el resarcimiento del daño sufrido 23 .

La responsabilidad surgirá cuando exista daño a los acreedores y el mismo


permita legitimar a éstos activamente para reclamar a administradores societarios
como legitimados pasivos. Se resolvió en un caso que se infligió un “daño directo al
actor en tanto, encontrándose en cesación de pagos y en la búsqueda de medios
ruinosos, lo convenció de que formalizará un préstamo a nombre de una sociedad
que él manejaba discrecionalmente y sabía que carecía de toda solvencia, para
quedarse con los fondos en provecho propio y en perjuicio del mutuante. De tal
suerte se presente la situación del director que induce a la concesión de crédito a
una sociedad en situación real de insolvencia que es expresamente ejemplificada
por Garríguez y Uría frente al tercero por lesión directa a su patrimonio24 , siendo
para el juez fundamental que haya obrado a nombre de la sociedad, ya que de lo
contrario, se estaría en la órbita del art. 1109 del C.Civil, sin necesidad de acudir a
la normativa societaria”25 .

Sin la causación de un daño directo no cabría el ejercicio de la acción. Debe


existir el daño directo que incida en forma inmediata sobre el patrimonio del
tercero (o de un socio), señalándose como supuestos de daños directos la obtención
de un crédito o aval facilitado por tercero, ocultado a éstos la situación difícil de la
sociedad26 .

23
ARAYA M.C. Responsabilidad.... cit. pág. 652.
24
ver Comentario a l a Ley de Sociedades Anónimas t. II, Madrid 1976 página 196, capítulo I nro. 2, último párrafo.
25
Fallo de Primera Instancia Juez Dr. Eduardo Favier Dubois (h) en “Peacan Nazar c/ Torres Astigueta” del 16 de
mayo de 1995, La Ley t. 1996 C fallo nº 94379, comentado por Alberto Conil Paz “Responsabilidad de
representantes sociales y quiebra”, confirmado por la CNCom Sala E 16.5.95 apoyando la doctrina el dictamen del
Fiscal de Cámara, en ED t. 168 p. 496.
26
Responsabilidad de los administradores – Levantamiento del velo Dossier práctico de la redacción de la eidtorial
Francis Lefebvre, Madrid 1998, pág. 49.
III - DAÑO FUERA DEL EJERCICIO ORDINARIO DE LA FUNCION DEL
ADMINISTRADOR DE LA SOCIEDAD.

Decíamos, en las primeras páginas de esta comunicación, que ciertas


posiciones “limitan las acciones individuales de responsabilidad promovibles por
socios y terceros a supuestos de daños causados por los administradores fuera del
ejercicio ordinario de las funciones orgánicas”, particularmente dentro de una
antigua doctrina extranjera.

En Francia según una bien consolidada jurisprudencia, la responsabilidad


personal de un administrador de sociedad a responsabilidad limitada frente a
terceros no existe, a menos que haya cometido una culpa separable de la propia
función, que le sea imputable personalmente. La Corte de Apelaciones de París,
con sentencia del 10 de septiembre de 1999, consideró cometida tal culpa por el
administrador de una sociedad a responsabilidad limitada que había decidido
modificar la denominación, la sede y el objeto de la sociedad de la cual era socio
principal y único dependiente, a fin de ocultar que la empresa que él
administraba comercializaba productos similares a aquellos realizados por una
sociedad cliente, la cual había encargado a la sociedad de responsabilidad
limitada el promoverlos. Consecuentemente, el administrado ha sido condenado
al resarcimiento de los daños a favor de la sociedad cliente por un monto de cerca
de 80M de francos. Por otro lado, la Corte de Apelación ha mantenido que, el
conocimiento de clientela y la substracción de información favoreció el desarrollo
del producto con las mismas características de aquel de la sociedad cliente, por lo
que este acto no podía ser considerada culpa separable de la función del
administrador. En esta doctrina va entrelíneas que un administrador es
responsable de la culpa cometida en la administración frente a la sociedad y no de
terceros; es la persona jurídica que es responsable frente a terceros, por los actos
culposos cumplidos en el ámbito de una actuación dañosa de la administración.
Es por esto que, en el caso comentado, al administrador ha devenido en
responsable a título de culpa por su calidad de socio: la decisión de modificar la
denominación, la sede y el objeto social, concretamente es decisión que comparta
una modificación estatuaria, y ello es de competencia exclusiva del socio (el
administrador poseía una fracción de capital que no le permitía la modificar del
estatuto). Y por una culpa cometida en calidad de socio, naturalmente escindible
de la función de gestión, que ha llevado a condenarlo en el caso. El caso en que
existe una culpa “separable” de la función de administrador son muy raras: sólo
la culpa cometida por motivos personales (perseguir el propio interés, animosidad
frente a la víctima, venganza...) o de una gravedad excepcional, que exceda del
normal ejercicio de la propia función, pueden comportar la responsabilidad
personal del administrador27 .

No es esa la estructura de la responsabilidad en el derecho privado nacional


de la República Argentina–extendido al público a través del art.1112 C.C.-, lo
único que se restringe es que el daño causado a la sociedad sea intentado ejercer
por los acreedores a través de una acción individual.

Esa doctrina clásica francesa, del derecho societario y solucionada en el


derecho concursal como referiré, esta contestada indirectamente por el Dr. Favier
27
Bulletin rapide de droit des affaires 15 noviembre 1999.
Dubois (h) en el fallo referido en el apartado anterior28 , que indica la aplicabilidad
del art. 1109 C.C...

Una doctrina restrictiva semejante puede llevar a que un administrador de


sociedad dañe impunemente a terceros bajo el concepto de ser el órgano de la
persona jurídica societaria.

Se sostiene que “NO HAY RESPONSABILIDAD CIVIL DE


ADMINISTRADORES DE SOCIEDADES COMERCIALES POR ERRORES DE
GESTION EN EL DERECHO ARGENTINO”29 determinándose como riesgo
empresario el error de gestión o la decisión administrativa equivocada, pero no la
realizada a sabiendas o con negligencia que importaría una supuesta culpa grave o
dolo si cabe tal distinción. Se subraya: “el sistema de responsabilidad civil de
administradores que se adopte es una importante decisión de política legislativa.
Un sistema “blando” de responsabilidad actuará como un aliciente para la
actividad empresaria, pero probablemente determine un relajamiento de las reglas
de responsabilidad. Por su parte, un sistema “duro” de responsabilidad actuará
como un elemento moralizador del mercado...”.

En relación al derecho norteamericano, con respecto al período de


preconcursalidad, o sea de sociedad en estado de cesación de pagos cuyos
administradores no abren los procedimientos concursales, la jurisprudencia ha
dado un viraje a partir de 1991 sosteniendo la responsabilidad civil de esos
administradores frente a los nuevos acreedores 30 . En base a la “business
judgement rule” “si la decisión fue tomada sin la información adecuada y
disponible, ha existido una gruesa negligencia (culpa grave) del empresario por lo
que deberá responder civilmente”31 . Se expresa32 “... si en la actualidad una
compañía se ve metida en líos, los consejeros pueden ser demandados a título
personal.... De hecho, la mayoría de los consejeros insisten en la actualidad para
que sus compañías suscriban fianzas a su favor para hacer frente a cualquier pleito
que se entable contra ellos"” Puede contratarse seguro? El dolo no es asegurable,
PERO PUEDE asegurar la Sociedad, en cuyo caso la Cía Aseguradora puede
repetir contra el director.

La jurisprudencia belga desde fines del año 1991 extiende la quiebra al


maitre de l’affaire persona síquica33 , administrador o controlante.

“El desarrollo de las tareas correspondientes al ejercicio de la gerencia de


una persona jurídica .... no significa asumir una responsabilidad personal que,
como excepción, solo cabe admitir cuando se acredita una maniobra
fraudulenta”34 .

28
Nota 15* precedente.
29
En comunicación de ese nombre de DOBSON, Juan Malcolm a pág. 101 tomo V del IV Congreso Iberoamericano
de Derecho Societario y de la Empresa (Rosario, octubre 2001).
30
VICARI, Andrea I doveri degli amministratori in caso de insolvenza della società nel diritto statunitense, en Rivista
delle Società 1999 p. 1244 y ss.-.
31
cfme. DOBSON No hay responsabilidad... cit. pag. 105.
32
GIBNEY, Frank “El milagro programado” 2ª. Ed. Sudamericana Planeta, Buenos Aires 1987, p. 13.
33
Anales de la Facultad de Derecho de Lieja, en pág. 20-1991.
34
CNAT, Sala III, in re “Silvero, Víctor Hu go y otros c/ Jowas S.R.L.y otro s/embargo preventivo-despido”,
SD60.913.
Ante doctrinas que restringen la responsabilidad del administrador
frente a terceros, adquieren importancia soluciones concretas como las de la
legislación española respecto a la SA y a la SRL, o la francesa e inglesa en el caso
de falencia de la sociedad, e incluso el alcance del art. 173 ley 24522, calificándose
de dolosa la actitud del administrador que contrae obligaciones para la sociedad a
sabiendas que no podrá satisfacerlas. En los concursos la legislación francesa
sanciona a los administradores en situaciones similares, conforme el art. 180 de la
ley 85-98 del 29 de enero de 1985. Se trata de la action en complement du passif
par satisfacer a los acreedores no satisfechos en la liquidación, siendo requisitos la
insuficiencia del activo, la culpa o dolo de los administradores en la gestión, el
nexo causal entre su falla de gestión y la falta de activo, debiendo el juez
determinar la compensación justa que no puede exceder esa falta de activo, y
puede ser menor.

Alemania autoriza la responsabilidad de los socios en una dotación


insuficiente de capital social para operar, que la doctrina judicial efeciviza a través
del levantamiento del velo de la personalidad35 .

La acción oblicua abriría el camino ante tesis restrictivas, pues los


acreedores sociales podrían ejercer la acción social de responsabilidad contra los
administradores que perjudicaron el patrimonio social. Esta es la hipótesis que
abre la responsabilidad en la quiebra conforme al art. 173 ley 24.522, no dudando
en calificar de dolosa la actuación de administradores societarios que contrata
por la sociedad con un tercero a sabiendas que no podrá o tendrá dificultades en
cumplir el contrato. También resolvería uno de los problemas intragrupo,
actuando como una suerte de acción derivativa, a la que dedicaremos el último
parágrafo.

¿Y el daño que se infiere a un tercero acreedor de la sociedad, cuando el


administrador contrata con él sin informarle del estado de crisis en que esta
inserta la administrada?

IV - DAÑO DIRECTO POR PARTE DEL ADMINISTRADOR DE LA


SOCIEDAD A UN TERCERO..

¿Cuándo hay un daño directo a los acreedores sociales por parte de los
administradores de la sociedad deudora?

Es un tema de causalidad dentro de la teoría general de la responsabilidad.


Si se sostiene que es el administrador directamente el que debe causar el daño, y no
hacerlo a través de la sociedad, no se centra adecuadamente la cuestión, que
quedaría dentro de las previsiones genéricas del art. 1109 C.C.. En este aspecto
parece correcto exigir el daño directo al tercero, o sea que el tercero no sufra el
daño en forma refleja por el perjuicio que el administrador generó a la sociedad
que administra. Esto generaría en la teoría general una acción oblicua para que el
acreedor de la sociedad ejerza la acción que éste tiene contra el administrador, y
que habilita el art. 173 ley 24.522 en el caso de quiebra.

35
VITOLO Capital social... cit. pág. 54.
El punto, dentro de la teoría general, es si la actuación del administrador de
la sociedad viola el estándar del art. 59 de la ley 19.550, y de ello resulta un daño
directo al tercero, aunque la conducta del administrador lo haya sido en el
ejercicio de sus funciones propias. Contraer obligaciones a sabiendas de no poder
cumplirlas íntegramente, recibir el precio de un auto sin girar el monto a la fábrica
para que liberara su patentamiento son dos ejemplos de un daño directo por el
obrar impropio de “buen hombre de negocios”.

Es esclarecedora la opinión36 que se refiere a la “incidencia directa del daño


sobre el patrimonio del socio o del tercero, que no sea un mero reflejo del eventual
daño en el patrimonio social.... también parece producirse para los nuevos
acreedores de la sociedad37 surgidos a partir de la situación de crisis irreversible
(cesación general de pagos o insolvencia), que se ha prolongado sin que los
administradores hayan adoptado las medidas exigidas por concre tos deberes
legales o por la observancia del deber de diligencia en las circunstancias del caso.
Sin perjuicio de la eventual lesión del patrimonio social, el daño es directo, en la
medida en que la conducta ilícita del administrador (p.ej. en los supuestos de falsa
información documental que sirve de base a la operación) lleva al tercero a confiar
en la situación patrimonial aparente y a concluir el negocio que después resulta
dañoso (véase Bonelli, Responsabilitá, p. 201, texto y nota 191). También soporta
directamente el daño el acreedor en caso de que el administrador imparta la orden
de no atender al vencimiento una obligación de la sociedad o impida satisfacer la
prestación debida. En cambio, resulta más discutible, como ya se ha advertido, que
la omisión de deberes en ocasión de la concurrencia de determinadas causas de
disolución o de los presupuestos para la apertura de la quiebra provoque
propiamente un daño directo en los acreedores anteriores a ese momento, que han
establecido sus relaciones con la sociedad en condiciones normales y que deben en
principio asumir los riesgos eventuales de crisis e insolvencia de la otra parte.
Ciertamente la omisión de aquellos deberes (en particular en los supuestos de crisis
irreversible) perjudica a los acreedore s surgidos con anterior a ese momento....”.

Adherimos a las disquisiciones precedentes. Debe remarcarse el carácter


sancionatorio del sistema legal español bajo los supuestos de incumplimiento del
deber de convocatoria de la Junta General, de la solicitud de disolución judicial, en
la SRL del transcurso de un año desde la adopción de un acuerdo de reducción
obligatorio del capital por debajo del mínimo legal sin que haya inscrito la
transformación o la disolución o el aumento de su capital. Se determina el carácter
solidario de la responsabilidad con extensión a todas las deudas sociales. La nueva
legislación española viene a cubrir la falta en la del año 1951 de un sistema que
asegurara la disolución en presencia de una causa legítima. “Tres son las piezas
que componen ese mecanismo legal: el deber de los administradores de convocar
Junta General en el plazo de dos meses desde que concurra causa de disolución, la
admisión expresa de la disolución judicial cuando la sociedad no proceda a
acordar la disolución o la remoción de la causa, para lo cual se concede

36
VELASCO, Esteban Gaudencio en Estudios jurídicos en homenaje a Aurelio Menéndez Menéndez, tomo II
Derecho de Sociedades, Madrid , Civitas 1996 pág. 1679: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA
RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES FRENTE A LOS SOCIOS Y TERCEROS: ACCION
INDIVIDUAL Y ACCIONO POR NO PROMOCION O REMOCION DE LA DISOLUCION , especialmente Pág. 1683
RESPOSNABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES POR DAÑO DIRECTO. LA ACCION Individual, transcribimos
Pag. 1698 DAÑO DIRECTO.
37
Sigue el trabajo citado en nota anterior a pág. 1699.
legitimación a cualquier interesado y se impone un deber de solicitud a los
administradores; y la imposición a los administradores de una sanción consistente
en la responsabilidad por las obligaciones sociales, cuando incumplan cualquiera
de los deberes indicados. La más llamativa de esas disposiciones es, sin duda
alguna, la que sanciona a los administradores con la responsabilidad solidaria por
las deudas sociales (arts. 265.2 y 5 LSA y 195.5 LSRL), algo que puede sorprender
en unas sociedades en las que los socios no responden de las deudas sociales (arts. 1
LSA y 1 LSRL).”38

“Con el artículo 262.5, la Ley (española) persigue la misma finalidad. Pero


en lugar de quedarse pasivamente esperando a que de forma espontánea los
administradores y los socios lleven a cabo las actuaciones conducentes para
conseguir la disolución, el legislador del 89 da un importante paso adelante: ha
configurado un recurso (la extensión de responsabilidad por deudas) para disuadir
a los administradores, con una sociedad en estado de disolución entre sus manos,
de que contraigan nuevos compromisos con terceras personas; pero un recurso que
al propio tiempo facilita el remedio para salvaguardar los intereses de los terceros
sorprendidos en su buena fe: los terceros, en caso de incumplimiento por la
sociedad deudora, podrán dirigir su poder de agresión contra el patrimonio
personal de los administradores a quienes se hace garantes (responsables)
solidarios del buen fin de las obligaciones contraídas.”39

El derecho inglés, ha fijado criterios en la Insolvency Act de 1986, pero


registra antecedentes desde el año 1924. Ha generado una regla en la que la culpa
grave (“Wrongful trading”) consiste en la “continuación con la actividad
empresaria cuando no existían perspectivas razonables de pagar las deudas a su
vencimiento”, señalándose dentro de un catálogo de culpas graves: cobro de
salarios muy altos, incumplimiento de contabilidad legal, redacción defectuosa de
memorias e informes, falta de entrega de mercaderías o prestación de servicios que
hubieran sido pagados, ventas por valores anormales40 .

En tales supuestos hay daño directo al patrimonio del acreedor, pues en


ningún caso se previó recurso patrimonial de la sociedad para satisfacerlo, existe
una relación de causalidad entre el obrar del administrador al tomar el crédito u
ordenar el suministro a sabiendas del incumplimiento, amen de la infracción a
normas imperativas de la ley societaria en torno a su viabilidad y liquidación.

Una doctrina judicial semejante suplirá la falta de normas en la legislación


concursal para imponer la presentación temporánea en concurso al advertirse el
estado de cesación de pagos de una sociedad.

38
La responsabilidad por las deudas sociales de administradores de sociedades anónimas y limitadas incursas en
causa de disolución , por Emilio Beltrán Sanchez pág. 133.en “LA RESPONSABILIDAD DE LOS
ADMINISTRADORES DE SOCIEDADES DE CAPITAL”, Director Juan Bolás Alfonso Notario, Consejo General
del Poder Judicial, Consejo General del Notariado, Madrid 2000.
39
En los mismos trabajos citados en nota anterior: Estudios en homenaje a Menéndez Menéndez p. 2481 La
responsabilidad por deudas de los administradores de sociedad anónima , por Luis Suarez-Llanos Gómez,
especialmente pág. 2496. Sobre la responsabilidad por no convocar a junta general o no adecuar los Estatutos
Sentencia del 30 de octubre de 2000 Tribunal Supremo Sala en lo Civil p. 1687 Tribunal Constitucional Sentencias y
la sentencia del 21 de diciembre de 2000 p. 169.
40
Cfme. DOBSON La aplicación.... cit. pág. 106.
La jurisprudencia española que abre el ejercicio de la acción de
responsabilidad es profusa: Responsabilidad de los administradores frente a los
acreedores sociales en casos de falta de liquidación adecuada de la sociedad, en
caso de disolución41 o cuando los administradores contraen crédito sabiendo la
impotencia patrimonial para cumplir con el posterior pago. “La negligencia grave,
el descuido imperdonable generador de efectivos daños a terceros, está presente en
la conducta de los demandados, pues, a pesar de conocer la mala situación
económica de la sociedad, siguieron comprando diversos productos”42 “...El acto u
omisión del administrador estará marcado en el ámbito de las atribuciones propias
de su cargo, y acaso de halle exento de toda intencionalidad dañosa, pero si es
contrario a la ley o a los estatutos, o si está realizado sin la diligencia con la que
debe desempeñar el cargo, genera responsabilidad que es exigible por este
conducto.

Entre otros supuestos de esta clase de responsabilidad pueden apuntarse


dos modalidades frecuentes: una de ellas consiste en la actuación de los
administradores de sociedades mercantiles que en situaciones de agobio económico
para la empresa, que ha visto menguado considerablemente su patrimonio y se
encuentra imposibilitada o con grandes dificultades para hacer frente a sus
deudas, opta, temerariamente, por incrementar los pedidos a sus proveedores sin
tener en cuenta las posibilidades reales para tender los pagos, lo que conduce
normalmente a acelerar el descalabro económico, con el consiguiente daño directo
a esos proveedores, que tantas vences ven defraudadas sus legítimas expectativas
de cobrar el género servido”43 ), a su vez “Constituye una de las más típicas
manifestaciones del administrador de una sociedad en contra de la ley de la
diligencia con que debe desempeñar su cargo, que no es otra que la de un ordenado
comerciante (art. 79 LSA), la de inducir a terceros a contratar con la entidad
representada y a concederle crédito cuando la deudora se halla ya en una situación
real de insolvencia”44 .

En un catálogo de hechos que acreditan conducta del administrador como


causa de responsabilidad se ha apuntado: no llevar ningún tipo de contabilidad, no
formular el administrador ningún balance sobre la situación de la sociedad,
desaparición o cesación meramente de hecho de la sociedad45 , ignorancia del
administrador de todo lo relativo al tráfico y giro de la sociedad que administre,
galopante incremento de las deudas de la sociedad, carácter de operación
arriesgada, atribuible a las compras efectuadas, tras un año o más de eje rcicios
contables negativos, y particularmente subrayamos la contratación o asunción de
deudas a sabiendas de la situación netamente deficitaria arrastrada 46 .

41
GARRETA SUCH, José María La responsabilidad civil, fiscal y penal de los administradores de las sociedades 4ª
edición Marcial Pons, ps. 202 y ss.
42
Sentencia de la Apelación de Valencia sec. 6ª del 30.12.92 en Revista del Derecho de Sociedades p. 306.
43
Sentencia de la Apelación de Valencia Sec. 6ª del 8.4.93 en Revista del Derecho de las Sociedades p. 301, y
también puede verse a GARRETA cit. pág. 191 nota 89.
44
Sentencia del TS del 14.11.88 en Revista General de Derecho nº 534, marzo 1989, cit por GARRETA SUC cit. p.
200 nota 103.
45
En DE LA INSOLVENCIA, cit. nto. Ausencia de sede y responsabilidad de administradores (II). Tomo III pág.
579.
46
El catálogo corresponde a MOYA JIMENEZ, Antonio La responsabilidad de los administradores de empresas
insolventes, 2ª edición revisada y actualizada, Editorial Bosch, Barcelona 1998, pág. 19.
El incumplimiento de esos deberes fiduciarios por parte de los
administradores permite imputarles responsabilidad. No es necesario que el
administrador se haya enriquecido, sino que con su obrar contrario al estándar del
art. 59 ley 19.550 haya causado perjuicio al acreedor social.

Los administradores deben responder de los daños que causen a la sociedad


o a terceros por no actuar “con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de
negocios”, que es el standard que fija el art. 59 LS 47 , imponiendo de seguido que
"Los que faltaren a sus obligaciones son responsables ilimitada y solidariamente,
por los daños y perjuicios que resultare de su acción u omisión”. Subraya Halperin
que es “un criterio objetivo de comportamiento (pero no una responsabilidad
objetiva, agregamos).... la noción de buen hombre de negocios establece una
auténtica responsabilidad profesional, ya que implica capacidad técnica,
experiencia, conocimientos. Para apreciarla en el caso concreto se tendrá en
cuenta: a) la dimensión de la sociedad, b) su objeto, c) las funciones genéricas que
incumben como director y las específicas que se le hubieran confiado, d) las
circunstancias en que debió actuar (urgencia, acopio de datos, antecedentes e
informaciones, etc.) y cómo cumplió su deber de diligencia”48 .

La escasa jurisprudencia en lo comercial es compensada por una incipiente


doctrina judicial laboral. Así por ej. 1º “La responsabilidad de los administradores
societarios por relación laboral no registrada 49 , en cuanto de ello resulte perjuicio
al trabajador tercero. La operatoria de relaciones de trabajo "en negro" no sólo
traduce un menor costo, una ruptura a la libre competencia, sino en intentar dejar
inerme al empleado en caso de concurso de la administrada. 2º. La responsabilidad
por deudas contraídas a sabiendas que no podían ser satisfechas por la sociedad.

V - EXTRACONCURSALIDAD DE LA ACCION INDIVIDUAL DE


RESPONSABILIDAD CONTRA EL ADMINISTRADOR DE LA SOCIEDAD
CONCURSADA O EN QUIEBRA.

El ejercicio de esas acciones puede ser formalizada antes de la presentación


en concurso, ante el juicio de quiebra o presentación en concurso, en consecuencia
no de la mera demora en pagar, por los perjuicios que les genere a los acreedores
la quita o espera que se les imponga en propuestas de acuerdo, aunque la misma
fuera votada favorablemente. Posiblemente la prueba de la cesación de pagos, del
actuar de los administradores recién se advierta claramente o pueda probarse a
través de los elementos acercados al proceso concursal.

Eventualmente, de los propios términos de la presentación en concurso -


aunque no fuere tardía-, del informe general del síndico o de otros elementos
puede determinarse el incumplimiento de los deberes societarios del
administrador y autorizar la promoción de acciones de responsabilidad
individual por parte de ciertos acreedores. Ello es coherente con la política
legislativa de la ley 24.522 que privilegia la autonomía de los acreedores dentro
del concurso.
47
Sobre la inteligencia de la locución puede verse al recordado jurista argentino HALPERIN, Isaac Sociedades
anónimas. Examen crítico del dto.ley 19550, editorial Depalma, pág. 451 y nota 293, Buenos Aires 1974.
48
HALPERIN ob. cit. pág. 452/3.
49
Conforme trabajo que con ese mismo nombre comentamos fallo, publicado en Revista de Responsailidad Civil y
Seguros, La Ley año I nº 4, agosto de 1999 pág. 59.
El derecho de los acreedores también se perfila cuando el acuerdo es
incumplido y ello resulta de la falta de un plan de reordenamiento o de la falacia o
irrazonabilidad de ese plan que justificó el voto favorable de los acreedores50 .

Estas ideas, no controvertidas en doctrina, se vinculan a que la presentación


tardía por parte de los administradores sociales habrá causado daño, que los
obliga frente a los acreedores -por lo menos los posteriores a cuando los
administradores hayan advertido o debido advertir la insolvencia.

Conforme la noción de daño directo que he destacado como presupuesto de


la habilitación de la acción individual de responsabilidad, la sociedad no que da
desimputada.

El ejercicio de la acción individual de responsabilidad contra los


administradores societarios puede acumularse a la acción incoada contra la
sociedad. Claro que si ésta se encuentra en concurso o en quiebra es aconsejable no
acumularla, partiendo que la insinuación contra la misma se formalizará por la vía
de la verificación de créditos.

VI – El DOLO.

En la situación en análisis se acredita la autoría de actos u omisiones,


imputables a administradores societarios, en conducta antijurídica pues tienden a
enriquecer sin causa a la sociedad lesionando derechos de los acreedores. Esas
conductas son antijurídicas, pues violan las conductas legalmente previsibles en los
términos del art. 59 LS.. Esa antijuridicidad es objetiva y concreta, pe ro
corresponde a actos culposos o dolosos. A ello se suma el factor subjetivo o factor
de atribución: la culpa, cuando no el dolo civil.

El dolo implica la ejecución del acto a sabiendas y con la intención de


dañar. Es un engaño, fraude, simulación (Diccionario de la Real Academia). Para
Escriche “toda especie de astucia, trampa, maquinación o artificio que se emplea
para engañar a otro; o el propósito de dañar a otra persona injustamente”. Es la
voluntad maliciosa que persigue deslealmente el beneficio propio o el daño de otro
al realizar cualquier acto o contrato, valiéndose de argucias y sutilezas, como es el
contratar a sabiendas que no se va a satisfacer la contraprestación comprometida.
Lo anticipé al referirnos al derecho comparado.

Cuando no se planifica y se advierte que la sociedad esta en dificultades


existe dolo por parte de los administradores al obligarse con terceros, por lo
menos en su calificación civil.

En el Derecho Civil es dolosa la voluntad maliciosa que persigue


deslealmente el beneficio propio o el daño de otro al realizar cualquier acto o
contrato, valiéndose de argucias y sutilezas o de la ignorancia ajena; pero sin
50
Cfme. nto. El plan de empresa. Ética y responsabilidad del empresario en Estudios en honor de Pedro J. Frías,
tomo III pág. 1187 y ss. , Ediciones El Copista, Córdoba 1994. ALBERTI, Edgardo Marcelo Una contribución de
Efraín Hugo Richard al derecho concursal: El plan de empresa como recaudo del concurso preventivo a pág. 949 II
tomo “DERECHOS PATRIMONIALES” Estudios en Homenaje al Profesor Emérito Dr. Efraín Hugo Richard,
Editorial Ad Hoc, Buenos Aires 2001, bajo la dirección de Laura Filippi y María Laura Juárez.
intervención ni de fuerza ni de amenazas, constitutivas una y otra de otros vicios
jurídicos. Incumplimiento malintencionado de las obligaciones contraídas, ya sea
por omisión de prestaciones, mora en el pago o innovaciones unilaterales.

En el derecho positivo español “hay dolo cuando, con palabras o


maquinaciones insidiosas, de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro
a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho” (art. 1269). En caso de
dolo responderá el deudor de todos los daños y perjuicios que conocidamente se
derivan de la falta de cumplimiento (art. 1107).

En el Código Civil argentino se declara que: “Acción dolosa para conseguir


la ejecución de un acto es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo
verdadero; cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee con ese fin”
(art. 931) El art. 932 determina las condiciones para que el dolo anule el acto. “La
omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se
hubiera realizado sin la reticencia u ocultación dolosa” (art. 933). Se trata de un
error inducido, causando un menoscabo económico, y aunque no haya sido causa
del contrato, será un dolo incidental que obliga al que lo cometiere a resarcir los
daños causados.

En el Derecho Mercantil, el viejo Código sostenía que los administradores


de las sociedades anónimas respondían de las negociaciones dolosas, por falta de
comprobante o indebidos inventarios (ex art. 364), y responsabilidad similar
alcanza al socio colectivo que abusare de la firma social (ex art. 307); y todo socio
responde por los daños causados por dolo a los intereses de la sociedad (ex art.
413).

Parecería atenuarse el dolo civil en el mercantil por el impulso lucrativo


que impera en el comercio. No obstante el estándar de “buen hombre de
negocios” que campea en la administración societaria, a través de lo dispuesto en
el art. 59 LS, descarta la posibilidad del ardid o de las maniobras tendientes a
perjudicar. La buena fe, la lealtad, la información completa no contradicen el
intento de hacer buen negocio.

Así por ejemplo se considero dolosa la exageración por parte del vende dor
de las utilidades producidas por el fondo de comercio vendido, lo que basta para
calificar de grave y determinante el dolo por aquél cometido 51 .

VI - DAÑOS RESARCIBLES

Si es doloso contratar con terceros a sabiendas que la sociedad que


administra no podrá satisfacer la obligación contraída, la extensión de esa
responsabilidad alcanza a las consecuencias remotas conforme dispone el art. 906
C.Civil.

Adviértase que la conducta descripta podría llevar al acreedor a su quiebra,


mientras su deudor obtiene un acuerdo en un concurso preventivo. En tal supuesto

51
C.N.Com. 1.10.58 JA 1959-I-362.
las consecuencias remotas podrían ser el daño causados a todos los acreedores del
acreedor engañado.

VII – LA ACCION DERIVADA.

Un tema candente en el aspecto de los grupos es la responsabilidad de los


administradores de la controlante. Manóvil52 asienta la responsabilidad de los
administradores de la controlante en los presupuestos de toda responsabilidad
civil, que no son otros para ellos o para los administradores de la sociedad
dominada, o independiente, cuando opera infracapitalizada materialmente y
afecta los derechos de los acreedores, o de los accionistas minoritarios.

La cuestión se repite en relación con el ejercicio de una acción de


responsabilidad por el accionista o acreedor de la controlada, en forma directa
contra la controlante por los daños generados al patrimonio de aquella.

No hay duda que cuando el administrador de una sociedad insolvente


contrae obligaciones, beneficia a la sociedad y perjudica al tercero. El tema es más
urticante cuando lo hace beneficiando a la sociedad controlante, y ésta no autoriza
la promoción de una acción social de responsabilidad. ¿Debe obligarse a promover
una acción social en minoría para que los fondos se incorporen al patrimonio social
y luego accionar para obtener que una asamblea le distribuya el presunto
beneficio? Sería un exagerado rigorismo formal. Al mismo tiempo las acciones
previstas en el art. 54 in fine LS permitirían ese resultado, pero esto no es tema de
este trabajo.

Se sostiene 53 , ratificando el criterio que sustento y habilitando una acción


derivada, que “consideramos contrarias al espíritu de la ley las interpretaciones
que, por lo restrictivas, y por la suma de exigencias formales a las que suele
condicionarse la promoción y éxito de las acciones de responsabilidad.... Como los
directores son electos por la mayoría... las acciones sociales de responsabilidad
rara vez son promovidas....Ningún sistema capitalista o no, puede funcionar en
forma adecuada y justa, si se fomenta –al no repararse- la causación de daños a los
socios y a terceros. Por el contrario, la impunidad fáctica de los directores –que es
una forma de decir, en la mayor parte de los casos, la impunidad de los accionistas
mayoritarios- dificulta el surgimiento y expansión de sociedades sólidas..... el
principal y más frecuente perjuicio que pueden sufrir los accionistas, es el
menoscabo del patrimonio de la sociedad de la que son socios.... las acciones
individuales de responsabilidad no pueden fundarse en el perjuicio –al que
califican de indirecto- derivado de la disminución del patrimonio de la sociedad,
sino en daños directos causados a los accionistas y terceros... De entenderse que los
accionistas carecen de la acción individual de responsabilidad por los daños
causados a su patrimonio... existirán casos en que los accionistas, por no tener a su
disposición la acción individual ni la social, no podrán obtener reparación
alguna.... A nuestro entender, las renuncias –que, decididas por los accionistas

52
En su reciente libro Grupos de sociedades. En el derecho comparado edición Abeledo Perrot, Buenos Aires 1998,
pág. 758 entre diversas referencias que hace a la cuestión.
53
ROUGUES, Julio M. V Acción social e individual de responsabilidad. Replanteo de una “vexata quaestio” p. 537
tomo II del IV Congreso Iberoamericano.
mayoritarios en la asamblea, afectan a todos los socios- deben ser interpretadas
restrictivamente.... Previsiblemente, la asamblea que decida la renuncia resolverá
que no existe violación a la ley o al estatuto. En tal caso, se ha interpretado que el
accionista disconforme de be impugnar la decisión en el término fijado por el art.
251 de la ley 19.55054 ....a) Si triunfa en ambas acciones, lo que se obtenga ingresará
al patrimonio de la sociedad controlada por los accionistas mayoritarios que
designaron a los administradores responsables...... c) El hecho de que prospere la
impugnación de la decisión asamblearia no determina el progreso automático de la
demanda de responsabilidad, pues son distintos los sujetos pasivos (en el primer
caso la sociedad, en el segundo el administrador de hecho)..... e) Si se acumulan
ambas acciones.... el producido de su reclamo resarcitorio ingresase al patrimonio
del litigante vencido..... En primer lugar, =por qué el daño derivado del menoscabo
–en ocasiones la volatilización- del patrimonio social es calificado como indirecto?
Se trata de una afirmación dogmática tantas veces descalificada por la Corte
Suprema de la Nación con sustento en la doctrina de la arbitrariedad. ...... Si la ley
ha otorgado legitimación al accionista para promover una acción invocando el
daño sufrido por la sociedad, y en beneficio de ésta, a fortiori debe estar legitimado
para reclamare a titulo personal el resarcimiento de los perjuicios.....

Esta “acción derivada” aparece autorizada por el art. 73 del Dto. 677/2001
sobre transparencia contra los actos o contratos con partes relacionadas, prevé en
la última parte que la acción sea promovida por “un accionista” que “demanda
resarcimiento de los perjuicios ocasionados”, o sea que no se trataría de demandar
los perjuicios sufridos por la sociedad, sino los correspondientes a ese accionista. Si
se entendiera que el daño que debe reclamar el accionista es el total y lo es en
beneficio de la sociedad, lo que se habría consagrado no es el ejercicio de una
acción derivada, sino la promoción de una “acción en representación”, lo que es
bien distinto55 . La norma dispone una inversión de la carga probatoria,
imponiendo “a la parte demandada probar que el acto o contrato se ajustó a
condiciones de mercado o que las condiciones de la operación no causaron
perjuicio a la sociedad”.

Una mejor investigación haría pensar en que las acciones derivadas son una
forma de expresión de la acción subrogatoria u oblicua 56 .

VII – OTROS HORIZONTES.

En tema de responsabilidad de la sociedad insolvente, no ingresamos en


otros intereses aspectos como es la responsabilidad de otras sociedades que
integran un grupo, particularmente cuando ha existido dirección unificada y
desvío del interés social en beneficio del interés del grupo, claramente sancionado
por al art. 8º del Dto. 677/01 sobre transparencia de la oferta pública de títulos

54
CNCom. Sala B 15.122.89 Barbará, Alfredo y otra c/ Maryland S.A. y otros ED 141 127 citado por Otaegui en la
actualización de Halperin p. 558.
55
Sobre ambas acciones puede verse el Proyecto de reformas a la ley de sociedades comerciales elaborado por la
Comisión designada por el Ministerio de Justicia 465/91 que integráramos, en el Título I, Capítulo Primero, sección
IV “De ciertas acciones” arts. 21 a 26, Ed. Astrea.
56
Nto. Las relaciones de organización y el sistema jurídico del derecho privado, Córdoba 2000, ed. de la Academia
de Córdoba, Capítulo IX Franccionamiento de la responsabilidad frente a consumidores y terceros a través de los
contratos de colaboración, parágrafo XIII “Medios no tradicionales de ejercitar la responsabilidad”, pág. 426.
valores, que en su art. 73 autoriza las acciones derivadas, o sea las promovidas por
la minoría directamente contra el controlante.

Tampoco afrontamos hoy el análisis de un factor de atribución objetiva


como puede ser en las relaciones de consumo el haber generado una apariencia de
solvencia, o de integrar un grupo mundial consolidado, que se enrolan en los
principios generales de la buena fe, la apariencia, la confianza para decidir la
contratación y la jactancia de integrar un grupo empresario exitoso.

Evidentemente dentro de ese paquete de acciones sobresale en el derecho


argentino la previsión del art. 54 in fine de la ley de sociedades, de la mal llamada
inoponibilidad de la personalidad jurídica, que por factor de atribución subjetivo
genera una imputación aditiva al controlante torpe del contratante o deudor
causal.

Por último, un punto sobre el que deberemos volver es la activilidad ilícita


cumplida a través de las sociedades, conforme la norma sanción del art. 19 de la
ley de sociedades comerciales, que impone la disolución de oficio de la sociedad y la
responsabilidad no sólo de los administradores sino también de los socios que no
acrediten buena fe. La jurisprudencia y doctrina son reacias a la aplicación de esta
norma, sosteniendo que toda la actividad debe ser ilícita. Anticipamos que no
concordamos con esas posiciones. No es actividad ilícita contratar algunos pocos
empleados en forma ilegal, o que se acredite alguna operación de contrabando, o
alguna evasión fiscal. Pero cuando la sociedad actúa ilegalmente alterando el
mercado la visión debe variar, y ello se produciría cuando el administrador opera
con una sociedad insolvente, a sabiendas que no podrá cumplir sus compromisos.

TERCERA PARTE

I - RESPONSABILIDAD DE SOCIOS Y CONTROLANTES DE SOCIEDAD EN


INSOLVENCIA POR ACTIVIDAD ILÍCITA

Se plantea al debate si la actividad prolongada de una sociedad en


insolvencia puede ser calificada como actividad ilícita al tenor del art. 19 LS de la
República Argentina..

1. Reitero que es principio del sistema societario la no responsabilidad del


administrador societario, quién no asume el riesgo de gestión o el resultado de los
negocios. Asume sólo una obligación de medios descripta por el art. 59 de la ley de
sociedades: actuar como un “buen hombre de negocios”, que importa mantener la
operatividad de la empresa. No se trata simplemente de hacer negocios
individualmente buenos, sino en asegurar la “empresa” como actividad económica
y lícita viable.

Tengo para mí la actual ineficacia del sistema concursal argentino para


evitar la ampliación de las crisis. Debe pensarse –ante la declinación del sistema
concursal- en recuperar la estabilidad jurídica por medio del régimen societario,
para que el recurso técnico de la sociedad cumpla su rol funcional57 . En los
acuerdos concursales no se sobrepasa el 50% a largo plazo, y las liquidaciones no
permiten recuperar nada a los acreedores quirografarios.

2. LA ACTIVIDAD ILICITA.

En la parte segunda me he referido a la responsabilidad por abuso de la


personalidad jurídica para responsabilizar a los socios y controlantes.

En algunas causas, más que sancionar el abuso de la personalidad jurídica


o la responsabilidad de administradores y controlantes, debería sancionarse a la
propia sociedad, por su gestión antifuncional, por actividad ilícita.

La actividad ilícita es sancionada 58 , y es importante determinar que un acto


lícito individualmente puede considerarse en su repetición, como actividad ilícita:
p.ej. la actividad de intermediación financiera no autorizada 59 . En muchos casos,
como en el caso Romeo60 , el Tribunal imputó la responsabilidad del Directorio,
como accionistas controlantes de la Institución Bancaria que creo una mesa de
dinero, como banca de hecho. El tema es opinable, pues el mismo resultado pudo
alcanzarse a través de la imputación de responsabilidad a través de los arts. 59,
274 y 279, pues importaba un daño generado a terceros que genera una acción
individual de responsabilidad61 , y por aplicación del art. 19 LS.

El dilema es que puede considerarse ACTIVIDAD ILICITA a los fines de la


aplicación del art. 19 LS., verdadera pena civil por un grave desvío en el uso del
recurso técnico societario.

El art. 19 LS implica una verdadera pena, pues no sólo dispone la


liquidación de oficio y la responsabilidad de socios y administradores, sino la
pérdida del remanente de liquidación, sólo permitiendo la inversión de la prueba
del socio de buena fe para desincriminarse y evitar esas sanciones.

En visión restrictiva del alcance del art. 19 LS, el fallo dictado por la CN
Trabajo Sala 3º el 19 de febrero de 2002, en los autos “ANARELLA, Adrián
Rafael y otro c/ Visor Enciclopedias Audiovisuales S.A. y otros s/Despido”,
entendió que “es aplicable la doctrina prevista en el artículo 54 de la ley 19550
cuando la sociedad, si bien tiene un objeto lícito, está formalmente constituida y

57
Sobre el tema y otros vinculados puede verse en la página electrónica de la Academia
http://comunidad.vlex.com/acader Continuamos esa posición publicando e n Anales de la Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Córdeoba nto. Ineficacia de la ley concursal en tomo XXXIX Año Académico 2000
tomo I pág. 293 y También nto. Ineficiencia de la ley concursal en Revista Derecho y Empre sa, nº 10 diciembre
2000, p. 176 y ss... y también Ineficacia del sistema concursa. intentando seguir las enseñanzas de los recordados
Profesores Eméritos Dres. Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, nos pronunciábamos sobre la necesidad
que el sistema jurídico intentara evitar la propagación del virus de la insolvencia.
58
nto. La conservación de la empresa al recibir el Premio Academia, Anales de la Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales. El reconocimiento de la noción "actividad" en el derecho positivo puede verse en el trabajo citado
en nota siguiente y en trabajos anteriores allí citados.
59
Nto.Banca de hecho. Actividad ilícita Comentario a jurisprudencia “Romeo Anunciada M.E. c/ Peña, Jaime y otras
s/ Oredinario”, pág. 29 Revista de las Sociedades y Concursos nº 7 Noviembre Diembre 2000, con referato, Buenos
Aires febrero de 2001.
60
Revista de las Sociedadesd y Concursos, Ed. Ad Hoc, nº 7 nov.-diciembre 2000, pág. 23 con mi nota.
61
Puede consultarse mi opinión en el libro colectivo ANOMALIAS SOCIETARIAS, y en Doctrina Societaria y
Concursal, Editorial Errepar marzo 2002.
también es lícita su actividad, pero incurre en su gestión en actos prohibidos por
las leyes aun cuando persiga fines sociales lucrativos violando el criterio de
funcionalidad consagrado por el art. 2º de la ley de sociedades, en tanto las mismas
constituyen realidades jurídicas que el ordenamiento sólo reconoce para que un
grupo de individuos realice actos lícitos y el lucro no puede ser obtenido sobre la
base de la antijuridicidad”.

También afirma que “no puede sostenerse que el tercer párrafo del artículo
54 in fine de la ley 19550 solo resulte aplicable cuando la persona jurídica ha sido
creada con la única finalidad de violar la ley y frustrar derechos de terceros, pues
la sociedad formada con esa única finalidad es la que tiene objeto ilícito que
merece una regulación propia en la referida ley (arts. 18 y 19 de la ley 19550). En
la especie, la sociedad tiene un objeto lícito, está formalmente constituida y
también es lícita su actividad, pero en su gestión incurre en actos prohibidos por
las leyes...”. De ello se inferiría una teoría restrictiva a la aplicación del art. 19 LS
sobre actividad ilícita, por cuanto toda la actividad de la sociedad debería serlo, lo
que constituiría en letra muerta la ley, pues la sociedad que cumple actividad
ilícita siempre encubrirá la misma en cierta actuación lícita.

¿Cuánto de actividad ilícita debe cumplir una sociedad para que sea
aplicable el art. 19 LS? El indirect doing business cumplido por los Bancos en el
año 2001, y que se sigue desarrollando como sostengo62 , tipifica la actividad ilícita?

Al margen del caso específico, este es un tema central que debe dilucidar la
doctrina para no volver letra muerta la ley y con una posición ambigua autorizar
la cada vez más inescrupuloso uso de las sociedades.
El ejercicio habitual, en una serie de actos, de una actividad no prevista en
el objeto social, o sea que lo exorbite, autorizaría a los socios a remover a los
administradores y hacerlos responsables de los daños causados. Y esa
responsabilidad sería al margen de la imputabilidad o no a la sociedad de los actos
cumplidos. Así visto sería un problema de las relaciones internas de la sociedad.

3. CATALOGACIÒN JURIDICA DE ILEGALIDADES.

La ley de sociedades formaliza un catálogo de ilicitudes en relación a la


actividad o al objeto, que otras legislaciones no abordan de igual manera 63 .

No obstante que la solución del art. 19 LS aparece similar a la del art. 18


LS, cabe apuntar que la misma no implica en si misma la nulidad del contrato,
62
Pueden consultarse mis numerosos trabajos o conferencias en la página electrónica de la Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba http://comunidad.vlex.com/acader
63
) Tales como la francesa, alemana e italiana. En el Derecho Italiano, el Código Civil integra el sistema en el art.
2084, en vez de remitir como lo hace el art. 20 LS a disposiciones de otras le yes. Dicho artìculo dispone
"Condiciones para el ejercicio de la empresa. La ley determina las categorìas de empresa cuyo ejercicio está
subordinado a concesiòn o autorizacion administrativa. Las otras condiciones para el ejercicio de las diversas
categorìas de empresas son establecidas por la ley y por las normas corporativas". La màs reciente ley de sociedades
llegada a mi, la ley uruguaya nº 16060 de "Sociedades comerciales, grupos de interés econòmico y consorcios" del
año 1990, aborda la cuestiòn dentro de la secciòn IV, "Régimen de nulidades" para los supuestos de los arts. 18 y 20
de nta. Ley de sociedades, y dentro de la secciòn XIII "De la disolución" el supuesto del art. 19, con particulares
notas características que la aparta de las soluciones arg entinas, pese a haber seguido el sistema de su ley, sus
experiencias jurisprudenciales y sus crìticas doctrinarias. Cfme. n ta. Ponencia Actividad ilícita de sociedades I
Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, Córdoba 1992 tomo II p. 575.
como bien refiere Zunino 64 .

En la sociedad de actividad ilícita, los socios que acrediten buena fe no


tienen responsabilidad solidaria, como los de una sociedad con objeto ilìcito.

Los socios que acrediten buena fe en la sociedad de actividad ilícita, y todos


los socios en la sociedad de objeto prohibido y también los con supuesta actividad
prohibida no perderían la cuota de liquidación, como en la sociedad de objeto
ilícito o los socios de mala fe en la actividad ilícita.

El art. 19 LS es técnica y doctrinariamente correcto. No procede la nulidad


absoluta como sanción. El vicio aparece en la funcionalidad del contrato. Pero su
remisión al art.18 LS y las consecuencias llevan a la misma conclusión: efecto
disolutorio -e iniciación del proceso de liquidación-, responsabilidad solidaria de
todos los que no demuestren buena fe, alterando parcialmente las relaciones
tipológicas, que -al referirse a la actividad- afectan a los que la cumplieron o
aceptaron, y el idéntico efecto de pérdida de los derechos sobre el remanente de
liquidación. En cuanto a la responsabilidad nos permitiríamos identificar el efecto
obre los socios que no demuestren mala fe con las previsiones del art. 54.3 LS (65 ),
como señalé precedentemente.

O sea que el socio de buena fe se vería arrastrado a tener responsabilidad


solidaria en el caso que se catalogara la actividad.

Es un problema doctrinario determinar cuando se genera la actividad


ilícita.

La doctrina es terminante en que un acto aislado no es suficiente, salvo que


ese acto aislado sea de magnitud (o complejo, al implicar una serie de actos).

Se requiere habitualidad en la operatoria o una serie repetida de actos, con


cierta frecuencia66 , o una preparación para asumir públicamente la insolvencia ya

64
ZUNINO, Jorge O. Disolución y liquidación t. 2 p. 208 y ss., donde indica las diversas posiciones sobre el punto.
65
Sobre el punto puede consultarse mi trabajo Sociedad y contratos asociativos Ed.Zavalía, Buenos Aires 1987. En "V
Reunión conjunta de Academias Nacionales de Derecho y Ciencias Sociales", Córdoba, octubre de l986,sobre el tema
"Persona y derecho" publicada en el tomo XXV de los Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Córdoba, págs.8l. Intervención en la VI Reunión Conjunta de Academias de Derecho, correspondiente al año 1987, que
obra a p.510 del tomo XXVI de Anales de la Academia de Córdoba. "En torno a la personalidad jurídica de las
sociedades", ponencia a las XII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Bariloche abril 1989, y publicación similar en
Revista Notarial del Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, año 1989 Centenario, pág. 207 y
ss..Ponencia a la 1a. Conferencia Internacional sobre la unificación, San Miguel de Tucumán 22 al 24 de o ctubre 1987
"Persona jurídica, sociedad y contratos asociativos en la Unificación del Derecho Privado". Ponencia "Personalidad y
tipicidad" en Jornadas Nacionales sobre unificación de las obligaciones civiles y Comerciales, organizadas por el Instituto
Arg entino de Derecho Comercial y Colegio de Escribanos de la Capital Federal, Buenos Aires 4-5 de Diciembre de 1986.
Ponencia "Tipicidad societaria. Tipología societaria y responsabilidad" en III Congreso de Derecho Societario, Salta
octubre de 1982. En prensa en Revista Jurídica del Banco Nación: Disertación sobre aspectos modernos del derecho
societario, en reunión de Abogados del Banco de la Nación Argentina, Córdoba 1989. Libro "Derecho Civil y Comercial -
Cuestiones actuales" en Homenaje a Antonio Butele r Cáceres "La llamada inoponibilidad de la personalidad jurídica en la
ley de sociedades comerciales" p. 467 y ss.- Ed. Advocatus Córdoba 1990-, y especialmente "Nuevamente en torno a la
inoponibilidad de la personalidad jurídica" en tomo IV de Doctrina So cietaria y Concursal, ed. Errepar, Buenos Aires
1991.
66
Zunino ob. cit. t. II p. 208 y ss.. Ver nota anterior. Rubén R. Pardo Acerca del Banquero de Hecho Doctrina
Societaria y concursal, t. III p. 15 y ss.. Carlos R. Freschi La sanción por actividad i lícita de las sociedades
comerciales en RDCO año 1978 página 1531, en particular p. 1542.VERON Sociedades comerciales tomo I p. 128 y
advertida internamente, como aumentar el stock, los servicios, las provisiones, etc.
aumentando el endeudamiento con terceros, amén de otras prácticas que pudieran
cumplir coetáneamente como satisfacer las cuentas personales de los socios,
revocar los aportes irrevocables de capital, etc. etc..

Dentro de una actividad catalogable como ilícita puede tipificarse dentro


del sistema argentino aquella dirigida a violar las leyes de resguardo de la
competencia, anti monopolio o anti trusts, como también la destinada a violar leyes
impositivas o previsionales. Estas reflexiones lo son sin perjuicio de que esa
actividad pudiera tipificar un ilícito penal del régimen general o especial.

4. NEGOCIO ILÍCITO.

Alfredo Orgaz conceptualizando el acto ilícito expresa: "el acto ilícito es


todo acto contrario al derecho objetivo, considerado éste en su totalidad, esto es, no
en relación a una determinada norma de derecho sino al conjunto de la
legislación" 67 . Esto es aplicable también a la actividad ilícita, ella debe ser
contrastada con el conjunto de la legislación, generándose ilicitud no sólo la
actividad contraria al derecho objetivo como también la actividad prohibida.

Congruente con la posición expresada anteriormente, al considerar el


CONTRATO ILICITO, por razones del OBJETO, comprende tres especies:
a. El contrato ilegal: es el contrario a las normas imperativas.
b. Contrato prohibido: es el contrario al orden público.
c. Contrato inmoral: es el contrario a las buenas costumbres68 .

En las hipótesis anteriores vemos que en todos los casos estamos en


presencia de contrato ilícito, con la misma consecuencia práctica, pero
contemplado por normas distintas.

Los actos integrantes de la actividad pueden ser lícitos y no serlo la


actividad vista en su conjunto69 . Los actos tienen autonomía de la actividad como
conjunto, y pueden ser en sí mismos ilícitos o no (arts. 502, 953 y concordantes
C.C.). La sucesión de actos coordinados entre sí y orientados en una finalidad o
funcionalidad común representan la actividad, que a su vez puede ser lícita o ilícita
con independencia relativa de los actos que la componen.

En ese sentido Orgaz70 enseñaba que "dentro del amplio campo de los actos
o negocios ineficaces (nulos o anulables) es posible diferenciar dos situaciones
generales: unas veces el acto o negocio está permitido o autorizado por la ley, y la

ss. INCLUYE A LOS SOCIOS QUE NO PUEDAN ACREDITAR SU BUENA FE.......VITOLO, Daniel R. LA
LEY SARBANES-OXLEY DE LOS ESTADOS UNIDOS, LA REALIDAD DE LA REPÚ7BLICA ARGENTINA
Y LA PREVENCIÓN DE LOS FRAUDES SOCIEARIOS. Errepar diciembre 2002 p. 854 tomo XIV.
67
El daño resarcible Ed.Marcos Lerner, 1988, pag. 9. Del mismo autor y en el mismo sentido La ilicitud p. 19, Ed.
Lerner, 1973.- En este libro, en nota 2 a pag. 18, refiere la existencia de "autores han pretendido establecer una
tercera categorìa, la del acto ilegal, cuando el autor sostiene que la ilicitud se define por la contrariedad del acto,
positivo o negativo (acciòn u omisiòn), a las normas de un sistema dado de derecho.
68
Jorge Mosset Iturraspe Contratos Ed. Ediar 1988, pág. 196 y ss..
69
cfme. Otaegui, Julio César Invalidez de los actos societarios p.365; Escuti, Ignacio A. Sociedad e invalidez:
algunos aspectos VI n.53.
70
en Hechos y actos o negocios Jurídicos, Bs.As. 1963 p.62. En el mismo sentido, el mismo autor en Los lìmites de
la autonomìa de la voluntad en LL 64-222.
nulidad proviene solamente de circunstancias externas y accidentales; p.ej....la
omisión de formas requeridas. En estas hipótesis, sería impropio hablar de actos o
negocios ilícitos o prohibidos, pues la nulidad se relaciona únicamente con la
formación concreta de ellos, y no con su contenido". Conforman esas
transcripciones el criterio que no es el acto en sí mismo el prohibido o ilegal, sino
que es la actividad de uno de los sujetos: prohibida o ilícita.

Una apreciación apresurada podría llevar a soluciones erróneas. Messineo


explicita que negocio ilegal es el llevado a cabo por el sujeto con desprecio de una
norma imperativa (y, de ordinario, prohibitiva)...pero es necesario advertir que el
ser contrario a un imperativo no importa automáticamente ilicitud del negocio:
debe tratarse de prohibición provista de la sanción civil de nulidad, o sea
procedente de norma (coactiva) prohibitiva o más que perfecta (que irroga
penalidad y nulidad), o perfecta (que irroga nulidad)....". Dentro de estas las
imperfectas que al no contener sanción mantienen el negocio inatacable, o las
minus quam perfecta, que manteniendo al negocio inatacable, imponen una
penalidad al transgresor.

Orgaz71 distingue en la amplia gama de actos o negocios ineficaces (nulos o


anulables) aquellos en que si bien el acto esta autorizado, la nulidad proviene
solamente de circunstancias externas o accidentales, en los que no puede hablarse
actos ilícitos o prohibidos, pues esta calificación se relaciona únicamente con el
contenido de los actos y no con su formación externa.

Betti, a su vez72 , sostiene que frente a la autonomía de la voluntad, la


legislación puede reaccionar de dos maneras: con indiferencia o con una actitud
normativa; en este último supuesto, la misma puede ser positiva o negativa; en el
supuesto de atribución de eficacia positiva, se confiere a los particulares una
competencia dispositiva que puede estar condicionada por el derecho al
cumplimiento de ciertas cargas y a la actuación dentro de ciertos límites, fuera de
los cuales se configura el negocio ilegal; si la norma atribuye trascendencia
negativa al negocio se genera la ilicitud. Petrocelli73 distingue entre actos que no
van contra el derecho, sino que no van por el camino por donde obtiene la
protección del derecho.

Fargosi74 , uno de los firmantes del proyecto de la ley 19.550, señala: “... el
limitar la consideración al objeto ilícito... significa, por la pasiva, dificultar el
perseguimiento y sanción de aquellas sociedades que, cumpliendo formalmente con
el requisito del art. 1655 C.C., sustancialmente frustran la finalidad de licitud que
se consustancia con la noción genérica del acto jurídico, a tenor de los arts. 944,
953 y concordantes del C.C..- Esa es la razón de ser del art. 19, aun cuando en una

71
En Hechos y actos o negocios Jurídicos pág. 62 ya citada en nota anterior.
72
Betti Teoría General del Negocio Jurídico, p.93.
73
Petrocelli L`antigiuridicitá parte 1 p.7 entendiendo que "un acto puede ser ilegal, por no responder en todo o en
parte a las condiciones fijadas por la ley para su validez, sin que por ello pueda decirse que en antijurídic o...; el autor
del acto ilegal no va contra el derecho sino que va por un camino por donde no obtiene la protección del derecho; no
se dirige contra otro interés jurídicamente tutelado sino que omite la realización de las condiciones indispensables
para c onseguir la tutela jurídica del interés propio...". Esto se compadece con el criterio que sostuve en cuanto a la
validez de los actos individuales, sin perjuicio de rescatar la sancionabilidad de la actividad, citando en forma
contraria a este autor, con a nterioridad, a Orgaz, ver nota 29.
74
FARGOSI, Horacio P. en ESTUDIOS DE DERECHO SOCIETARIO, Editorial Ábaco Buenos Aires 1978, el
artículo Sociedad y actividad ilícita pág. 49 y ss, particularmente p. 59 en adelante.
lectura ligera, superficial y prescidente del contexto general de l orden jurídico,
pueda aparecer como no conjugado con axiomas preestablecidos..... Salandra
señalaba que para determinar la licitud del objeto social es menester tener
presente el verdaderamente desarrollado... Mario Ghidini coincindía con tal
apreciación del problema, afirmando que para juzgar acerca de la licitud era
menester atender al efectivamente desarrollado y no sólo estatutario... la doctrina
francesa ... sostenían que la sociedad será ilícita si su objeto real fuera un
emprendimiento interdicto, .... señala Betti (p.61), “este control somete
especialmente a examen las diferentes categorías de fines prácticos a los que se
dirige más frecuentemente la autonomía privada al proveer a la circulación de los
bienes, a la prestación de servicios, a la cooperación social”, y agrega, “respecto a
tales fines, clasificados por tipos, el derecho controla ante todo la licitud sobre el
terreno social, siguiendo los criterios de apreciación que la conciencia social puede
formular”. En el estado actual de la conciencia social en punto a las sociedades
mercantiles (sigue Fargosi a p. 62), no pueden caber dudas de que la necesaria
adecuación de su actividad a los fines superiores del derecho constituye un
presupuesto inconmovible”.

Y este es el centro de este ensayo, siguiendo las palabras de Fargosi, que


enfatiza: “Corresponde a Ascarelli el haber introducido una noción de actividad
enderezada a integrar la teoría general de los negocios jurídicos.- Señaló este autor
que “actividad no significa acto, sino una serie de actos coordinados entre sí para
una finalidad común”y cuya valoración debe ser hecha autónomamente, o sea,
independientemente de la que corresponda a cada uno de los actos individuales,
singularmente considerados... Obviamente la actividad se presenta como un
comportamiento que debe ser continuado y orientado... La valoración de la
actividad, entonces, debe responder a criterios axiológico-jurídicos, sea para
reprimirla o para permitirla.... De este modo (p. 66) cuando en un supuesto
concreto se trate de establecer si se configuran actividades ilícitas subsumibles en
el dispositivo a que nos referimos, la valoración debe ser hecha objetivamente y
teniendo en vista sí, por con conjunto de actos teleológicamente vinculados y
coordinables entre sí, se persigue una finalidad antijurídica. ... La actividad no
requiere estar dirigida a sujeto o sujetos determinados... Obviamente la
antijuridicidad, que es presupuesto de la sanción prevista por el art. 19, debe ser
referida –lo reiteramos- respecto del derecho objetivo en su totlaidad, cualquiera
de sus áreas o sectores sea el lesionado. .... En el ámbito civil (p. 67), y como
siempre se ha señalado, cuando la conducta no se ajusta a la previsión normativa
(en el caso no ya el objeto formalmente lícito sino la licitud de las actividades), se
impone una sanción, que nada obsta a que sea de naturaleza represiva. En el caso
lo que se trata de impedir es que las sociedades mercantiles sean utilizadas en
detrimento del orden jurídico, aprehendido en su completividad...”. Y este es el
nudo de la cuestión: la sociedad en insolvencia que contrata y obtiene bienes y
servicios que sabe no satisficiera, esta contrariando el orden jurídico general. Ello
sin perjuicio de las acciones que puedan corresponder contra los administradores
(o controlantes) que las realizaron o permitieron.

Es nada más y nada menos que el tema de la buena fe contractual, es la


ruptura del criterio general de comportamiento de las partes contantantes, según
la buena fe en la contratación y en la ejecución del contrato75 . La ley no puede
75
GALGANO, Franceso El negocio jurídico Edición es español Tirant Lo Blanch 1992 p. 453 y ss..
prever todas las situaciones posibles, limitándose a eliminar los abusos más
recurrentes, partiendo de las reglas no escritas de la corrección y de la lealtad,
como reglas consuetudinarias

La Casación Italiana 76 ha elaborado una definición general de la buena fe


contractual “entidad en sentido ético, como requisito de la conducta, constituye
uno de los fundamentos de la disciplina legal de las obligaciones y constituye el
objeto de un verdadero y propio deber jurídico, que resulta violado no sólo en el
caso en el que una de las partes haya actuado con el propósito doloso de producir
un perjuicio a la otra, sino también cuando el comportamiento de ésta no haya
estado marcado por una corrección diligente y por el sentido de la solidaridad
social, que integran el contenido de la buena fe”.

Y es la ruptura del contenido ético el que hoy no sanciona a las sociedades


que siguen operando en el mercado, afectando al mismo y a las empresas que en el
actúan rompiendo el principio de la competencia leal, y afectando a los
contratantes con los que contraen obligaciones que no cumplirán... Es la ruptura
del contenido ético general el que nos ha llevado a tolerar este estado de cosas,
para aceptar luego que la sociedad que actuó en insolvencia ofrezca pagar –ni
siquiera cumpliera eso- el 40% -ahora quizá menos- a muchísimos años, lo que
significa expropiar el crédito sin contraprestación.

No se trata de cuestionar el riesgo empresario, sino la actuación dolosa. Una


sociedad en cesación de pagos podrá continuar operando, en cuanto no afecta la
competencia y no asuma obligaciones que a sabiendas no cumplirá. Los trabajos a
razón y otras formas de actividad no estarán reñidas con una planificación de los
administradores para evitar la presentación en concurso. Allí no habrá dolo ni
actividad ilícita.

La actuación en cesación de pagos debe ser analizada seriamente para


determinar su inclusión dentro de las previsiones del art. 19 LS, lo que
complementará la legislación cuncursal. Las acciones tempestivas de los
administradores son las que pueden paliar las crisis sistémicas y los riesgos
empresarios, acotándolos a su justo límite, y no expandiéndolo y contagiándolo
hasta límites inaceptables.

Toda interpretación debe contemplar la integridad del sistema normativo y


advertir la inserción de la conducta en análisis en la realidad, y sin ingenuidad
llegar hasta el fondo de la cuestión, catalogando la actividad como ilícita, para que
actúen la totalidad de las sanciones del sistema jurídico argentino 77 .

Aspiro que mi concepción económica del derecho 78 canalice la competencia,


eficiencia y estabilidad en los mercados en base a una coordinación de los sistemas
normativos conforme la evolución en la realidad económica, pero sin perder por

76
Fallo del 18 de febrero de 1986, n. 960 en Mas. Foro it. 1986.
77
Me referimos a los fallos que se limitan a no permitir la apertura del concurso preventivo de entidades financieras –
hoy superado e n los casos de Banco Suquía S.A. y Banco Bisel S.A.-, pero omiten considerar la aplicaciòn de la
norma del art. 19 LS, disposición que prevé su aplicación de oficio.
78
cfme. nto. trabajo "La Economìa del Derecho" en La Ley (actualidad) del 18 de abril de 1989 p. 2 y ss., "Economía
y Derecho" en Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de kCòrdoba, año acadèmico 1988
p.525 y ss.
ello el control sobre los partícipes en ese mercado de interés público, sea aceptada.
Esta concepción, que implica una desregulación del sistema, no implica una
eliminación de las formas vigentes de regulación, sino como una manera de regular
el mercado que fundamenta la intervención de la autoridad en una interpretación
de la normativa existente, más consciente de la finalidad de coordinar las
estructuras. SI al control de organización y funcionamiento, NO a la excesiva
regulación de las operaciones y contratos, mientras los mismos mantengan
transparencia en el mercado. La experiencia en mi país, aún excesivamente costosa
nos lo advierte. Nos apartaríamos así de la otra vertiente, propia del derecho
económico, que establece como concepción que es la autoridad la que esta en
condiciones de establecer el nivel de competencia que sea justo, variable en el
tiempo y espacio, regulando la actuación de administradores que deben hacerlo
por su propia decisión.

Esa ruptura de la competencia se potencia cuando un comerciante,


normalmente una sociedad, opera en estado de insolvencia ante la ineficiencia del
sistema concursal.

Los daños se multiplican como un cáncer.

La empresa privada no puede competir internamente en un mercado donde


no se sanciona duramente la insolvencia planificada, o sea la actividad societaria
en insolvencia, para transferirla a los acreedores.

Hay una cierta manipulación de la insolvencia, de la pública hacia los


ciudadanos con una dudosa ética de la restricción., y hacia los propios
administradores públicos y privados generada por grandes grupos de poder –
político o económico- y por doctrinarios despistados. Y FRIAS señala en sus
“CONDUCTAS PUBLICAS” 4 “La democracia es participación de personas que
gobiernan a las estructuras y es imposible si las estructuras son las que gobiernan
a las personas”., además al punto 6 señala “Las conductas públicas para crecer
deben evitar la manipulación, porque en la escena pública se alternan la
información, la desinformación, la persuasión y la manipulación. Pue den crear
conciencias incapaces de discernir y juzgar la situación”. Insiste Frías en “La
formación del dirigente político”: 9. “Si la gestión no es transparente, toda la
sociedad es inducida a la corrupción...”.

Ello es advertible hoy en toda la economía nacional con la insolvencia del


Estado que intenta transferirla a sus acreedores nacionales —toda una cuestión no
sólo ética sino jurídica-. Las sociedades en insolvencia hacen lo mismo intentan
transferir los efectos de su insolvencia —paliándolo- a sus acreedores, que ven
agravada su situación ante el incumplimiento de quien suspende sus pagos,
particularmente por el alto costo del dinero?

5. INVITACION.

Que hacer ante ello? Tanto ante la insolvencia del Estado, como ante la de
las empresas privadas?

Queremos alertar de la situación e intentar avizorar algunas soluciones.


En nosotros está marcar cuestiones, denunciando las violaciones del sistema
jurídico vigente. Actuar en insolvencia es doloso, es saber que no se va a cumplir
las obligaciones. No hay duda que también representa una falta de ética cuando se
asume un nuevo compromiso sabiendo que se va a sacrificar derechos adquiridos
con anterioridad.

¿Como paliar la insolvencia en lo privado? La eliminación de la insolvencia


pública atenuará la cuestión, y será nuestra misión salvar a los administradores
societarios de los mensajes ambiguos que reciben en torno a la supuesta impunidad
que les generaría una apreciación irrazonable de lo que es el riesgo empresario79 .

Ese es el rol de los intelectuales, fijar un ideario en una visión compartida,


colaborando en el consenso y no en el autoritarismo. Ese es el rol del derecho: dar
respuestas a la seguridad jurídica, tanto a través de las normas como por el
correcto funcionamiento del sistema judicial.

El concurso tardío es también una forma del abuso de derecho. El que la


legislación concursal haya eliminado toda referencia directa a la tempestividad de
la presentación en concurso, no ha borrado ciertos efectos como los de la
responsabilidad de administradores y terceros, y algún resto del tradicional
sistema de reconstrucción patrimonial de la fallida a través de la ineficacia.

Es que el abuso de derecho, incluso del derecho procesal dilatando juicios y


luego presentándose tardíamente en concurso, no configura un acto ilícito, por
cuanto no es contrario a una norma determinada sino al ordenamiento jurídico en
su conjunto, es un acto antifuncional80 . Máxime si se acepta que el administrador
societario que obliga a la sociedad con un tercero, recibiendo la prestación de éste,
y no satisfaciendo la propia de la sociedad, actuó con dolo en la contratación.

Los negocios en mi país se verán sometidos a un alto costo, si la legislación


directa –concursal- y la jurisprudencia, apuntalada a veces doctrinariamente,
alienta la inseguridad jurídica permitiendo la actuación prolongada y
antifuncional de sociedades en insolvencia, no sancionando luego ni a los
administradores ni a los socios, pese a que el sistema normativo ofrece soluciones.

En fin: si una sociedad actúa prolongadamente en insolvencia, con


conocimiento de los administradores –o que debió ser conocida por los
administradores-, quedaría atrapada con la sanción por actividad ilícita, y el uso
antifuncional de esa persona jurídica podría expandirs e a todos los socios,
imponiendo que sólo se liberen quiénes acrediten buena fe. El informe general del
Síndico en un concurso preventivo permitirá al juez actuar de oficio, o a los
acreedores solicitar la sanción.

Sin duda esta posición levantará cuestionamientos, pero al mismo tiempo


hará repensar a los asesores jurídicos y contables los alcances de nuestra
legislación. Y ello llevará a que los administradores de sociedades –y a los socios
79
GALGANO Historia del Derecho Mercantil p. 216: regresar al mercado, a través de la Economía del Derecho,
como lo postula Santini, implica la construcción de una relación entre la programación pública y los planes de la
empresa, sobre el derecho vivo, devolviendo la ética de los negocios y en la conducta general. (p. 222).
80
FERRER MARTINEZ, Rogelio Abuso del derecho Foro de Córdoba, Suplemento de Derecho Procesal año I nº 1
2001, p. 21, específicamente pág. 35.
controlantes- reciban la alerta correspondiente para permitirles gozar del
principio societario de la irresponsabilidad.

6. CONCLUSION.

Espero que se comprenda el objetivo de esta comunicación: resguardar a los


administradores societarios, a los socios y a los controlantes de las insidias del
formalismo o de la invocación de impunidad.

No se trata de responsabilizar a los administradores, y menos a los socios,


por las dificultades o insolvencia generada por crisis sistémicas o legislaciones
económicas de emergencia. Pero la justificación de esa situación no puede llevar a
impunizar a los administradores que, sin recurrir a las normas que permiten
afrontar la cesación de pagos o la insolvencia, continúan operando afectando a
terceros in bonis, que –en muchos casos- caen en insolvencia pese a balances
favorables, por la falta de cumplimiento de sus deudores.

A la postre, se intenta acotar la operatoria de sociedades en cesación de


pagos a través de la aplicación del derecho civil y del societario para
responsabilizar a los administradores, aún cuando se hubiera abierto un proceso
concursal respecto a la sociedad, con trámite no atraído.

Claro que, como conclusión, todo es ilusorio si la reparación jurisdiccional


no es oportuna, lo que implicaría volver al viejo corazón del derecho mercantil: los
usos y costumbres como ética de los negocios, y la justicia rápida para disuadir del
incumplimiento programado, para restablecer la relación afectada 81 y devolver la
riqueza al circuito económico.

Quizá este ensayo, pensando para la situación de la República Argentina


pero que no sería extraño a lo que ocurriría en otros países, avive algún debate en
el Seminario a que nos convocan juristas de la República Dominicana, y permita
atisbar algunas soluciones desde la doctrina, la jurisprudencia y la legislación,
incluso para incluir en la legislación societaria normas principistas.

Córdoba (Rep. Argentina), marzo 2003.

81
Ver en Congreso Iberoamericano de Academias de Derecho, Córdoba 1999, nto. trabajo El derecho en el siglo XXI
(visión de un comercialista) p. 779.

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