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Controlar la conducta agresiva del niño

Hay que tener cuidado para no devolver su agresividad con otra agresividad. La teoría del
aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u
observación de la conducta de modelos agresivos. Es muy importante, por ejemplo, que el niño
tenga y encuentre un buen modelo en sus padres.
Los niños se relacionan con los demás de la misma forma que lo hacen sus padres. Si
ellos mantienen una relación tranquila con los demás, el niño se portará del mismo modo
delante de sus amiguitos. Si la relación es más bien hostil, probablemente el niño seguirá ese
modelo de comportamiento.

ducar a los niños es una tarea difícil, que requiere trabajo. Pero que vale la pena intentar
acertar, mantener el equilibrio y procurar el consenso entre los padres para que en
la educación del niño no ocurran fallos de doble comunicación. Si uno de los padres
permite todo y el otro nada, eso confundirá al niño y probablemente se rebelará.

Cómo evaluar la conducta agresiva en niños


La agresividad ha sido, en los últimos años una de las quejas más frecuentes
por las que se remiten a los niños a psicoterapia. Comportamientos tales como
mentira, el enfrentamiento, la .destructividad, la hostilidad, la desobediencia, la
relación pobre y alterada con los amigos son relatados frecuentemente por los
padres que se quejan de la agresividad de sus hijos.

Dado que este problema puede conllevar serias consecuencias para la vida del
niño y la de su familia, los terapeutas infantiles necesitan ser hábiles a la hora de
evaluar competentemente la agresión, su forma y sus desencadenantes con el
fin de elaborar intervenciones eficaces que produzcan cambios en el espacio de
tiempo más corto posible.

Definición del comportamiento agresivo


A primera vista parece que el comportamiento agresivo es fácil de definir.
Muchos profesionales, así como muchos padres, afirman, de forma intuitiva, que
“reconocen claramente” a un niño agresivo. Sin embargo, los investigadores y
terapeutas están lejos de alcanzar una definición consensuada sobre este
problema.

Cuando un niño hace algo considerado agresivo, el “contenido agresivo”


generalmente se encuentra en “los ojos de quien lo ve” y no en un acto
intencional del niño. Los comportamientos agresivos son aversivos
frecuentemente para los adultos, aunque es probable que para el niño tengan
una función reforzadora y adaptativa.
Cuando un niño agrede es preciso observar en qué condiciones se emitió tal
comportamiento. Por ejemplo: una agresión situacional comparado con un
patrón agresivo recurrente es crucial en la evaluación de dicho comportamiento
como problemático o no y para la decisión de enviar al niño a tratamiento.
Justamente en este punto es donde la mayoría de educadores cometen el error
de enviar al niño al psicólogo por “comportamiento agresivo” cuando solamente
puede ser una agresión situacional. (Alguien lo provoco o insto al niño a
agredir) En muchos casos el niño puede agredir al otro como una forma de
defenderse del ambiente hostil que lo rodea.

En el ámbito educativo es recurrente que los niños se encuentren en ambientes


hostiles, es algo inevitable. Las situaciones de bullying son detonantes de la
agresividad del niño, por lo mismo, es necesario conocer muy bien la situación
antes de etiquetar al niño con “conducta agresiva”.

Por otro lado, cuando las conductas agresivas y hostiles del niño son recurrentes
hacia los demás. Si amerita una intervención clínica que podría estar justificada,
antecediendo las conductas del niño.

Características de un niño agresivo


Definir en sí las características de un niño agresivo no es nada sencillo, pero
tratare de dar algunas pautas que considero pertinente previo a referirse a un
niño como “agresivo”:

 Un niño agresivo es muy irritable


 Frecuentemente discute, genera contiendas y pelea
 Tiende a amenazar a sus compañeros y grupos de iguales
 Le fascina llamar la atención
 Poca tolerancia hacia los demás
 Impaciente
 Juega bruscamente con los demás

Cómo evaluar la conducta agresiva en niños


Llevar a cabo una evaluación minuciosa de todos los comportamientos
presentados por el niño puede ser útil para identificar si en realidad es agresivo
o solamente es una agresión situacional la que manifiesta. A continuación una
breve explicación de cómo evaluar la agresividad:

a) Identificar el problema real

La agresividad esconde en si misma otros problemas comportamentales y de


interacción del niño con su ambiente social y familiar que necesitan explorarse y
describirse mejor previo a etiquetar al niño con “conducta agresiva”.

b) Determinar la gravedad del problema


La agresión que se presenta es realmente un problema que precisa un
tratamiento psicológico o bien es una ocurrencia aislada y justificada? La
gravedad del problema puede medirse a través del daño que el niño causo en
los otros.

c) Conductas repetitivas

Es necesario evaluar que las conductas sean frecuentes y repetitivas. De esta


manera se evidencia la agresividad del niño y por lo tanto puede referirse a un
psicólogo.

Considero que estos tres puntos junto a las características del niño
agresivo descritas anteriormente son elementos básicos para evaluar
la agresividad infantil.

10 consejos para frenar la agresividad


infantil

Una conducta agresiva es aquella en la que un niño trata de hacer daño, físico o
psíquico, a otro niño o incluso a sus padres. Se trata de una acción intencionada manifestada a
través de patadas, arañazos, gritos, empujones, palabrotas, mordidas, tirones del pelo

El tener un comportamiento agresivo hace con que el niño tenga complicaciones y


dificultades en las relaciones sociales. Impide a una correcta integración en cualquier ambiente:
en el colegio, en casa… Pero, ¿cómo podemos ayudarle?

10 formas de controlar la conducta agresiva y violenta en niños


1- Identificar la causa que lo genera: si tiene baja autoestima, si no se siente querido, si
se siente príncipe destronado… Ayudarle a solucionar su problema ayudará a cambiar
su conducta.
2- Crear un clima familiar de confianza para que pueda expresar sus emociones.
Debemos explicarle que es normal enfadarse o sentirse enojado pero la respuesta no es
pegar, sino que puede decirnos cómo se siente y descargar así sus emociones.
3- La intervención temprana es mucho más efectiva. No esperes a que el niño empiece a
mostrar un comportamiento más agresivo. Intervén tan pronto observes que el niño se
siente frustrado o que se está alterando.
4- Generar oportunidades de obtener éxito en su día a día: felicitarle por hacer bien la
cama, por recoger su plato de la cena, por haberse vestido solo o incluso por haber
sabido contenido en un momento determinado y no haber recurrido a una conducta
agresiva
5- Ser un ejemplo para el niño: nuestra actitud no debe ser agresiva, si nos ven gritar,
perder la paciencia o dar portazos, no debemos sorprendernos si ellos se muestran
agresivos. Debemos ser congruentes y ser un modelo de conducta para ellos.
6- Si la violencia es hacia nosotros, el niño ha explotado, grita insulta e incluso quiere
agredirnos, lo mejor es mejor alejarse. Está en plena explosión emocional y no se puede
razonar.
7- Si el comportamiento violento es hacia el hermano u otros niños debemos frenarlo
con firmeza. No debemos esperar a que vuelva a pegar. Es preferible apartarle del niño
y mandarle a su habitación a reflexionar o apartarlo de los otros niños explicándole que
podrá volver a jugar cuando esté listo para hacerlo sin hacer daño.
8- Hay que hacerle comprender después que su conducta no fue la adecuada e incluso
realizar algún castigo privativo o educativo y, por supuesto, debe pedir perdón a la
persona que hizo daño
9- Evitar que vea excesiva televisión, que tenga acceso a videojuegos de contenido
violento y sí favorecer que haga ejercicio y canalice su energía
10- En caso de que hayas puesto en práctica todo esto y nada funcione, conviene que
acudáis a un terapeuta infantil para que pueda encontrar la causa y canalizar sus
emociones. Recuerda que los niños son agresivos porque aprenden a ser agresivos,
también pueden aprender a dejar de serlo.

FACTORES INFLUYENTES EN LA CONDUCTA AGRESIVA Como ya hemos dicho, uno de


los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del
individuo. Uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño es la
familia. Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos, son responsables de la
conducta agresiva el tipo de disciplina a que se les someta. Se ha demostrado que tanto un
padre poco exigente como uno con actitudes hostiles que desaprueba constantemente al niño,
fomentan el comportamiento agresivo en los niños. Otro factor familiar influyente en la
agresividad en los hijos es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Incongruencia
se da cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o
amenazante hacia el niño. Asimismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas
veces es castigada y otras ignorada, o bien, cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo
hace. Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden
inducir al niño a comportarse de forma agresiva. Dentro del factor sociocultural influirían tanto
el tipo de barrio donde se viva como expresiones que fomenten la agresividad "no seas un
cobarde".

En el comportamiento agresivo también influyen los factores orgánicos que incluyen


factores tipo hormonales, mecanismos cerebrales, estados de mala nutrición, problemas de
salud específicos. Finalmente cabe mencionar también el déficit en habilidades sociales
necesarias para afrontar aquellas situaciones que nos resultan frustrantes. Parece que la
ausencia de estrategias verbales para afrontar el estrés a menudo conduce a la agresión
(Bandura, 1973).

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