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MARCO TEORICO

PROBLEMA CIENTIFICO

¿COMO SE MANIFIESTAN LAS NORMAS Y VALORES DE


LAS ADOLESCENTES EN LA IDENTIDAD DE GENERO DE
LA INSTITUCION EDUCATIVA JOSE ANDRES RAZURI DEL
DISTRITO DE SAN PEDRO 2017?

Las mujeres están enfrentadas a nuevos retos como la conciliación de la vida


familiar con su trabajo, su rol dentro de la empresa y el acceso a puestos de poder
o la capacidad de liderazgo social. Desde ámbitos que incluyen la política, los
salarios, los conflictos, la violencia contra las mujeres o la aparición en medios de
comunicación, la ONU ha querido compartir la realidad de la mujer, para
concienciar sobre su situación. Si bien en algunos países las mujeres acceden a
igualdad de condiciones.

Según el servicio de noticias 'Trustlaw', que depende de la Fundación Thomson


Reuters, Afganistán es el peor país del mundo para ser mujer, por factores que
incluyen: Las amenazas para la salud, la violencia sexual, la violencia no sexual,
factores culturales o religiosos, la falta de acceso a recursos o la trata de blancas.

Las cifras para esta generación son poco alentadoras, con sólo un 20 por ciento
de mujeres en puestos de poder, frente a un abrumador 80 por ciento de hombres.
Entre los datos de la ONU hay cifras como sólo un 22 por ciento de mujeres entre
los parlamentarios...

Pese a los avances alcanzados en igualdad de género desde la firma —hace 20


años—, del acuerdo mundial alcanzado en Beijing, actualmente se ha producido
un severo retroceso que amenaza con privar de sus derechos sexuales y
reproductivos a miles de mujeres y niñas en todo el mundo, informó Amnistía
Internacional.

En cuanto a la violencia sexual, la lucha contra esta realidad que afecta a miles de
peruanas se ve afectadas porque —según indican—, no existe un Registro Único
de Víctimas con información desagregada por sexo, género, edad, entre otros que
puedan dar una base de la magnitud del problema. Según cifras del Ministerio
Público, 25 menores de edad, en su mayoría niñas y adolescentes mujeres son
víctimas de violencia sexual en el Perú.”

Alrededor de un 40% de la población femenina en edad de trabajar en el país está


incorporada actualmente al sistema productivo general. ¿Dónde está el otro 60%?
También trabajando: no solamente en su hogar con la responsabilidad de la
procreación y la crianza de los hijos, sino que además, cumple una actividad
económica familiar en la informalidad sin derecho alguno

Así, tenemos:

La población femenina en el Perú es de 13’792,557, es decir, equivale al


50.3% de la población peruana.

La Población Femenina en Edad de Trabajar equivale al 50,8% del total, es


decir, 9’984,307. Y de este número de mujeres, el 37.7% de se ha incorporado al
sistema productivo general, según los datos del propio INEI del año 2007

Y constituye el 35,3% de la Población Económicamente Activa (3’761,238).

El 44% de la fuerza laboral urbana del país es femenina.

La mujer del pueblo trabaja hoy en peores condiciones, empujada a la


informalidad, explotada como nadie.

Se expresan cambios en la composición de la familia, así vemos que la mujer está


totalmente desprotegida en su condición de reproductora y el abandono forzado
de sus hijos, más aún cuando cerca de dos millones de mujeres son jefas de
hogar, es decir, carga mayores responsabilidades, profundizándose la doble
opresión.

Las mujeres constituyen un segmento económicamente activo de la población en


el campo, ya que las condiciones de pobreza y marginalidad las obliga a
multiplicar sus roles, quebrando el esquema patriarcal que confinaba a muchas
mujeres al rol domestico reservado al hombre el rol del proveedor.

En la libertad la violencia contra la mujer se produce en todas las edades de los


diferentes niveles educativos, en las diferentes áreas de residencia. Se puede
distinguir que las mujeres separadas son las que son agredidas más
frecuentemente por el compañero o el ex compañero. Con respecto a la
frecuencia, son agredidas con más frecuencia las mujeres con menor nivel
educativo y las separadas.
Esta percepción de la realidad induce a inferir que el mayor riesgo para la
violencia de género se configura cuando la mujer depende económicamente de su
pareja por su bajo nivel de instrucción, por su escasa oportunidad de valerse por sí
misma y por su menor oportunidad de participar en el mercado laboral.

REALIDAD PROBLEMATICA

Los orígenes de la institución educativa José Andrés Razuri se remonta


aproximadamente en los años 1534, con un grupo de caballeros progresistas que
se reunieron en San Pedro de Lloc, bajo la procedencia del alcalde provincial
Enrique Pitta Salaverry.

Nace frente a la existencia de una población con necesidades educativas en el


distrito de San Pedro de Lloc, quienes se encontraban deseosos de ser atendidos
en una institución educativa que satisfaga sus necesidades y al mismo tiempo
cumpla las expectativas de los padres de familia.

Es así que en el 2010 siendo director el profesor Willy Cueva Valverde, mediante
iniciales RD. N° 01101-2010, se reconoce como I.E.P representativa y
emblemática, con la intención de brindar enseñanza a los alumnos en el nivel
secundario.

Luego mediante R.M. N° 0318 del 2010 se incorpora a la I.E al programa de


instituciones públicas y emblemáticas y centenarias, distinción que enaltece en
alto grado no solo a sus servidores sino a la comunidad en general.

El presente trabajo está orientado a los valores y normas que adoptan tanto el
género masculino como femenino desde un ámbito institucional en donde se ve
reflejado en los espacios participativos, dentro de esta institución educativa se
trata de reflejar como se desenvuelven ambos géneros.

La enculturación se basa en los valores y normas que se aprenden de la familia en


los cual tenemos 3 roles que se le asignas a las mujeres, como el rol procreativo
que se dedica a la procreación de los seres por el cuidado de los hijos, productivo
porque está encargada a las actividades de la casa y el rol comunitario que son
los espacios en donde las mujeres participan y ofrecen un punto de vista para el
mejoramiento de una comunidad.
Algunos estudiosos afirman que los estereotipos son el perjuicio cultivado tanto en
la intimidad de la mujer como en su grupo cultivado, como en la de su grupo de
familia y amigos, generando un ámbito social de diversas formas de restricción de
derechos, recursos y acceso a servicios públicos. Alimentando inevitablemente los
estereotipos de las mujeres.

Con la finalidad de ser frente a esta problemática se puede observar que, dentro
de esta institución educativa, las mujeres viven distintas formas de actuar frente a
sus normas y valores que reciben desde su seno familiar que limitan con su
libertad de desenvolvimiento, además desvalorizan su participación en el ámbito
educativo. Por lo tanto, es necesario que haya una involucración de la gestión
académica y los docentes que conforman parte de la I.E José Andrés Razuri para
que asignen diversas estrategias que permitan lograr la integración e igualdad
entre los alumnos del 4 “B”
.ANTECEDENTES

SEXUALIDAD, EDUCACIÓN SEXUAL Y GENERÓ - CONSEJERIA DE


EDUCACIÓNY CIENCIA (INSTITUTO ANDALUZ DE LA MUJER): La educación
sexual, en sentido amplio, constituye el intento de transmisión de las
concepciones, normas y valores morales e ideología que cada cultura considera
que deben servir para preservar el modelo social, cultural y económico. En las
metodologías empleadas para la ideología de género en la educación tenemos

 LA INCORPORACIÓN DE LOS INTERESES Y TEMAS DE


APRENDIZAJE: Donde hay que asegurar la incorporación de los intereses
sexuales de la población adolescente, así como los temas de aprendizaje,
los contenidos. Descubrirlos e incorporarlos puede asegurar un aprendizaje
significativo por su conexión con la actividad intelectual de las personas, y
su capacidad de comprensión de los mismos. Asimismo, la motivación para
aprender estará asegurada si somos capaces de conocer, explorar y
canalizar estos intereses.
 LAS TEORÍAS SEXUALES DE LA ADOLESCENCIA: Conocer las teorías
sexuales de la adolescencia no supone hacer un listado de errores. Estas
teorías son indicativas del proceso autónomo de construcción del
conocimiento sexual, e implican errores y aciertos. Ambos deben ser
incorporados en las estrategias de enseñanza y aprendizaje, respetando la
lógica que comportan estas teorías. No constituyen una deformación de las
explicaciones que oyen a las personas adultas, sino una asimilación de las
informaciones del medio a las estructuras de pensamiento características
de cada etapa evolutiva. Asimismo, hemos de ser conscientes de las
resistencias que ofrecen al cambio.
 UNA METODOLOGÍA BASADA EN EL CAMBIO CONCEPTUAL: Un
aprendizaje significativo, implica no sólo conocer los intereses y temas de
aprendizaje, sino que debe asegurar una explicitación de las teorías
sexuales y las ideologías de la adolescencia sobre los temas elegidos. Esta
fórmula favorece la construcción del conocimiento si conectamos sus ideas
previas con la nueva información. Asimismo es necesario que el
conocimiento elaborado se aplique a situaciones problemáticas nuevas.
IDEOLOGIA DE GENERO O EDUCACIÓN INTEGRAL (MINEDU): Verónica
Caffo: Proporcionar un nuevo curriculum de “IGUALDAD DE GENERÓ”. En el
currículo dice igualdad de género, pero contiene toda la explicación de ideología
de género, como en la página 16 cuando dice que si bien lo masculino y femenino
se basa en una diferencia biológica y sexual, estas son nociones que vamos
construyendo día a día en nuestras interacciones y eso es ideología de género.
Además, dice que el estudiante viva su sexualidad plena y responsable. Y eso es
la base de la ideología de género para que aprenda a ejercer su sexualidad
desde temprana edad. Éste último enfoque apuesta por la igualdad de
oportunidades para hombres y mujeres, igualdad de derechos e igualdad de
deberes. Y esto es lo que buscamos forjar desde la infancia.

Los valores y la construcción de género ( Fernandez 1991): Desde el enfoque


histórico cultural en psicología, los valores son aquellas formaciones que tienen
una significación socialmente positiva en determinado contexto sociocultural y que
orientan los comportamientos de las personas. Asimismo, se asume que el ser
humano no nace moral o axiológico sino que se va formando, como tal, a través
de su participación dinámica en los distintos contextos sociales de implicación
dentro de su medio social.
Según Fernández (1991), los valores poseen las siguientes características:

Independientes e inmutables: Son lo que son y no cambian, por tanto no


son negociables.

Inagotables: No hay ni ha habido persona alguna que agote un valor.

Objetivos y verdaderos: Son verdaderos porque se dan en las personas


o en las cosas, independientemente que se les conozca o no.

Subjetivos: Debido a que su valoración depende de las personas que


los juzgan. Por esta razón, muchas veces creemos que los valores
cambian, cuando en realidad somos nosotros quienes les damos mayor o
menor importancia a determinados valores.

Con respecto al género, este es definido como una construcción cultural y


simbólica que va integrando los atributos asignados a las personas a partir de su
sexo; está atravesado por una serie de creencias, comportamientos, sistemas de
valores, actitudes, sentimientos, cosmovisiones, expectativas y necesidades.

Para Alvaré (2004) citado en García (2008), el género es:

Relacional. No se refiere aisladamente a hombres y mujeres, sino a las


relaciones sociales que se construyen entre unos y otras.

Jerárquico. Identifica diferencias entre hombres y mujeres que no son


neutras; se valora con mayor importancia las actividades asociadas a lo
masculino, generando así relaciones desiguales de poder.

Cambiante. Al ser aprendidas prácticas y actitudes, los roles y las


relaciones pueden ser susceptibles de cambio por medio de
intervenciones, en tanto su formación no responde a características
biológicas y/o naturales.
Contextual. Porque existen variaciones de género de acuerdo con la
etnia, clase y cultura, y por último;

Institucional y estructurado. Porque se refiere no solo a las relaciones


entre hombres y mujeres en el ambiente privado, sino a un sistema social
que se apoya en normas, legislaciones y religión.

MARCO CONCEPTUAL

Roles que asumen las mujeres en sus comunidades:

Rol reproductivo: El rol reproductivo es el papel social en el que las mujeres


siempre son visualizadas: como madres, cuidadoras (de hijas e hijos, personas
ancianas o enfermas, etc.) y como principales reproductoras de la vida y de los
trabajos domésticos. Es un trabajo social y económicamente desvalorizado e
invisibilizado.

Rol productivo: El rol productivo comprende actividades generadoras de


ingresos. Es el papel tradicionalmente asignado al hombre como proveedor. Suele
ser valorado y remunerado en función del género. En el caso de los hombres, se
considera su actividad fundamental y socialmente reconocida. Pero en el caso de
las mujeres, este rol ha sido casi siempre invisibilizado como tal y devaluado,
considerado a menudo como un aporte marginal al ingreso familiar, a pesar de
que, en muchos casos, constituye el ingreso principal o el único en las familias con
mujeres que son cabeza de familia o jefas de hogar.

Rol comunitario: El rol comunitario es el trabajo, generalmente no remunerado,


realizado en beneficio de la comunidad. Muy extendido en América Latina y África,
se da una presencia de hombres y de mujeres, pero mientras las mujeres son
requeridas para actividades sociales, educativas o cuidado, los hombres realizan
actividades más de tipo administrativo, y suelen ejercer su acción como
representantes, gestores y decisorios. Las mujeres son requeridas como
voluntarias en el sentido de no remuneradas. Su trabajo se ve como una extensión
del trabajo doméstico: invisible, no reconocido ni valorado y no cuantificado. En el
caso de los hombres, en cambio, cuentan con reconocimiento, si no económico, al
menos sí social y político. Las mujeres tienen que realizar estos tres roles o
trabajos dentro de una misma jornada de manera simultáneamente. Esta es la
situación de muchas mujeres y, en menor grado, de los hombres. Las mujeres
tienen la tarea de asegurar la realización de los múltiples roles que les son
asignados, encontrando a veces demandas contradictorias entre sus actividades
reproductivas, productivas y comunitarias. En muchas ocasiones se ignora el
hecho de que la sobre carga de trabajo limita a las mujeres y su desarrollo. Este
incremento de responsabilidad no se ha visto reflejado con un incremento de
poder en el espacio público o privado. Lo que produce una jornada continua de
trabajos simultáneos o sucesivos.

labores domésticas: Las labores domésticas son aquellas actividades cotidianas


que deben realizarse en un hogar, como limpiar la casa, preparar la comida o
cuidar a los niños. En la cultura occidental, dichas labores suelen ser atribuidas a
las mujeres, aunque, en las últimas décadas, las obligaciones domésticas
comenzaron a repartirse con mayor equidad: “Desde que mi mujer empezó a
trabajar en una oficina, ambos nos repartimos las labores”, “Planchar la ropa es la
labor que menos me gusta”, “Mi marido odia todas las labores domésticas,
excepto cocinar”.

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey.

Bajo rendimiento académico: medida de las capacidades del alumno, que


expresa lo que éste ha aprendido a lo largo del proceso formativo. También
supone la capacidad del alumno para responder a los estímulos educativos. En
este sentido, el rendimiento académico está vinculado a la aptitud.

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey.

Cultural: Podemos definir al Culturalismo como la tendencia que pone el énfasis


en los factores sociales y culturales en el desarrollo de la personalidad y en la
generación del conflicto.

(exclusión social, ruptura del vínculo social, desigualdades y luchas sociales.)

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey.

Normas: Una norma es una regla que debe ser respetada y que permite ajustar
ciertas conductas o actividades.

Norma se denomina a toda aquella ley o regla que se establece para ser cumplida
por un sujeto específico en un espacio y lugar también específico. Las normas son
las pautas de ordenamiento social que se establecen en una comunidad humana
para organizar el comportamiento, las actitudes y las diferentes formas de actuar
de modo de no entorpecer el bien común.

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey.


Machismo: Se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que
resultan ofensivos contra el género femenino. El machismo es un tipo de violencia
que discrimina a la mujer o, incluso, a los hombres homosexuales. También puede
hablarse de machismo contra los denominados metrosexuales o todo aquel
hombre cuya conducta exhibe alguna característica que suele estar asociada a la
feminidad.

Autor: Julián Pérez Porto

Valores: alude a todos aquellos principios que le permiten a los seres humanos
mediante su comportamiento realizarse como mejores personas; es decir son esas
cualidades y creencias que vienen anexadas a las características de cada
individuo y que ayudan al mismo a comportarse de una forma determinada. Los
valores posibilitan la determinación de nuestras prioridades, y ayudan a encaminar
la vida del ser humano a una autorrealización; estas creencias permiten elegir al
hombre entre una situación u otra, o entre una cosa u otra.

BASES TEORICAS

EL MACHISMO

El machismo últimamente se ha constituido en uno de los temas de estudio más


relevantes dentro de la sociedad, ya que este ha generado durante
mucho tiempo consecuencias terribles contra el género femenino, tales
como: discriminación, trastornos psicológicos, agresión física a tal punto de
provocar la muerte de las mismas; en sí la violencia intrafamiliar se le atribuye en
gran parte al machismo.

Se han creado varios movimientos alrededor del mundo en contra del machismo,
dando apoyo a la igualdad de género; además se han concientizado en parte a las
personas acerca de las causas y consecuencias del machismo en el ámbito
familiar, social como laboral y aún en otras áreas más.

En este texto trataremos un enfoque general sobre las características de este


fenómeno dentro del aspecto psicológico, social como también cultural; además
sobre los terribles efectos que provocan la misma dentro de la familia y sociedad.

La falta de tiempo es un factor que me dificultó a realizar una investigación más


fondo sobre este tema por lo cual como lo mencione antes presento los estudios
realizados sobre el machismo de manera general.
La Real Academia Española define al machismo como la actitud de prepotencia de
los varones respecto de las mujeres; en otras palabras la actitud machista,
acuñada más por el género masculino, es la superioridad del hombre en relación
a la mujer, de esta manera sometiendo y discriminando en todos los ámbitos,
catalogando de inferior al género femenino.

El problema del machismo ha perdurado durante mucho tiempo en los países


de América Latina, a tal punto que ha llegado a convertirse en un rasgo cultural
predeterminado para la sociedad hispana y que aún se percibe notablemente en
nuestro medio; según estudios realizados y a su vez presentados en el XII
Congreso Interamericano de Psicología, éste fenómeno tiene su origen histórico
en la tradición de los países europeos meridionales los cuales trasladados
a América fue acentuado por los conceptos y vivencias de la conquista que son
masculinos mientras que la mujer por su escasez numérica no pudo ser el medio
de transmisión cultural de la conquista.

Características del machismo

Según la cultura y sociedad hispana un hombre para que sea considerado como
un "verdadero hombre" y no como afeminado u hombre a medias, este debe
poseer ciertas características que lo distingan y representen como tal. Según los
estudios realizados por Octavio Giraldo-Nerón en base a este tema, llega a la
conclusión que las características más sobresalientes del "macho" son su
heterosexualidad y agresividad.

El hombre con relación a la heterosexualidad pone tanto énfasis al carácter sexual


como al hetero. La capacidad sexual se mide por la cantidad de mujeres
conquistadas y por la relación que haya tenido con las mismas el individuo, al
mismo tiempo se ejercita de esta manera y se define en una corta frase popular
"Mientras más mujeres, mejor".

"El hombre debe resaltar y demostrar su capacidad fálica. Mientras más grandes
sean sus órganos sexuales y más activamente se entregue a la relación sexual,
más macho será."

Se considera un verdadero hombre por primera vez a un adolescente, cuando este


haga presunción de haber tenido en sus manos a una mujer o expresado de una
mejor manera, haber mantenido relaciones sexuales con la misma; más aún si el
hombre ya es casado, este debe exhibir su machismo engendrando a un hijo
varón lo más pronto le sea posible, así él demuestra que puede mantener una
descendencia masculina que al mismo tiempo debe criar, educar, y no dejando de
lado también que debe sostener su familia lo cual debe ser con responsabilidad.
El macho es una persona promiscua capaz de engañar a su esposa y mantener
relaciones amorosas aún con otras mujeres, pero al mismo tiempo este se
caracteriza por el deber de proteger y defender a sus parientes de sexo femenino
como por ejemplo su misma esposa o hermanas; en el caso de las hermanas, este
no quiere que otros hombres se acerquen a relacionarse con ellas, ya que tiene un
vivo celo, lo cual es irracional en todo sentido; en el caso de la esposa, el hombre
machista por supuesto como se mencionó antes, tiene la completa libertad de que
aun estando casado puede tener relaciones amorosa con una o varias amantes y
andar en caza de otras mujeres más; para él no es un obstáculo el matrimonio,
además este desconfía constante y fervientemente de otros hombres y aún de sus
colegas que se acercan a relacionarse de una manera amistosa con su mujer.
"Que los hombres son sexualmente libres es una verdad cultural.

"Tanto el hombre como la mujer creen firmemente en la superioridad del hombre


en muchos aspectos. Los hombres pueden humillar y golpear a sus mujeres
porque "para eso son los maridos" La superioridad y la libertad sexual del hombre
le da ciertos derechos que pertenecen a su "naturaleza" de macho. Se cree que
los hombres tienen mayores necesidades sexuales y por lo tanto las mujeres
deben aceptar el hecho de que ellos tengan muchas aventuras extramaritales

La reputación de fama que obtiene el machista con sus actos, no puede ser
estorbada por ninguna persona, menos aún de su mujer, la imagen del respeto
familiar ante sus amigos es su prestigio; el hombre de carácter machista no puede
soportar de ninguna manera, la desobediencia de su mujer y mucho menos una
amenaza de parte de ella, ya que si esto llegara a suceder frente a sus colegas,
pues él reaccionará de una manera agresiva ante ella, con el único fin de no
perder la imagen de prestigio que tiene ante sus amigos.

El celo ferviente es una característica muy notable y común en el hombre


machista, ya que por ser el jefe de hogar priva extremadamente de libertades a
sus parientes de sexo femenino, en este caso su cónyuge; aunque de alguna
manera esto es comprensible porque si bien es cierto todo hombre debe
desconfiar de las insinuaciones que otros hombres hagan con respecto a su
pareja.

La acción o fenómeno de golpear físicamente a la mujer que ha cometido un acto


de infidelidad ante su marido, a tal punto de cometer un homicidio contra ella, está
comprendida por la asociación de celos y la agresividad que posee el individuo. El
lenguaje obsceno usado contra otras personas es también considerado como un
acto de agresividad, ya que con él se caracteriza y resalta su hombría machista el
individuo.
El machismo caracteriza de una manera muy notable la agresividad, ya que todo
macho debe mostrar su masculinidad al máximo de una manera fuerte y poderosa
físicamente, en donde no caben las emociones y sentimientos blandos hacia los
demás; esto conlleva al individuo a reaccionar de una manera agresiva ante
ofensas verbales como físicas, pues este resuelve dichos problemas o diferencia
en base a sus puños o armas.

 Enfoque familiar
Alfred Adler según su corriente de estudio, desarrolló la teoría del complejo de
inferioridad-superioridad, hoy conocida como la teoría Adleriana, esta teoría
encaja perfectamente para conocer y obtener una explicación sobre el origen de la
actitud machista. El individuo machista constantemente vive preocupado por su
masculinidad, que está de alguna manera no se vea disminuida o afectada;
creando en la persona una falta de seguridad acerca de la misma o sea un
complejo de inferioridad.

Según la creencia cultural el hombre macho no debe tener miedo a nada, esto
hace que el individuo tenga que acomodarse al presionado entorno que lo rodea,
reaccionando de una manera agresiva ante ello, lo cual es el resultado de la
primera que es el sentimiento de inferioridad. "Adler (1956) considera el esfuerzo
neurótico por una masculinidad completa y un sentimiento de hombría como el
resultado de un sentimiento de inferioridad" en pocas palabras el machismo es la
acción contraria a un complejo de inferioridad.

Este complejo de inferioridad se va adquiriendo desde las experiencias recibidas


por la persona en su etapa de niñez, cuando el hijo se siente de alguna manera
inferior física y psicológicamente ante un padre machista, el cual expresa rudeza y
hostilidad en el trato con su familia y con él.

El "jefe de hogar" generalmente hombre, y en este caso machista, dirige y educa a


sus hijos varones a una mentalidad igual que la suya, en el que llena de privilegios
a los varones dándoles un grado de superioridad con respecto a sus hijas mujeres
que están llenas de restricciones mostrando así un grado de inferioridad y
debilidad ante el varón; los hijos esperan ser tan machos como su padre lo trata
de ser.

Las madres también en parte contribuyen a formar una mentalidad machista en la


familia, ya que al igual que los padres comparten la misma idea de que las hijas
deben permanecer bajo el techo del hogar, manteniéndolas así de una manera
vigilada, además que tienen la completa responsabilidad de aprender a realizar las
tareas domésticas tal o igual que su madre.
La cultura ha determinado esta idea de sumisión por parte de la mujer hacia el
hombre, asignando funciones en la sociedad establecidas y exclusivas para cada
género, donde el papel que desempeña la mujer comparado con el del hombre es
inferior en todo sentido, generando así discriminación y prepotencia ante este
género.

"Los complejos de "machismo" y de virginidad son expresiones burdas de


aspiraciones culturales relativas a los dos sexos. El hombre debe ser imperioso,
sexualmente agresivo y libre; la mujer, respetuosa, casta y casera. Los hombres
se consideran fuertes y astutos; las mujeres ingenuas y débiles. Tales ideologías
se reflejan en los métodos empleados para la crianza de los hijos, métodos que
aspiran lograr la "confirmación del carácter" del adulto coincida con los patrones
culturales deseables para ambos sexos."

El género masculino va adoptando desde la infancia estos privilegios ofrecidos por


la familia y sociedad, así formando su mentalidad de superioridad y libertad en
todo el ámbito, mientras que el género femenino va adquiriendo la idea de
inferioridad ante el varón deprimiendo así su sexualidad y privándola de libertades.

 CONCLUSIÓN
La actitud machista tiene como resultado satisfacer psicológicamente el complejo
de inferioridad que ha sido formado en el individuo; reaccionando de una manera
prepotente y agresiva hacia el otro género, hay que notar la importancia
transmisible de generación en generación que tiene este rasgo cultural, a tal punto
que se ha convertido en una forma predeterminada para la sociedad.

El machismo ha traído como consecuencia una gran desigualdad de género


dentro de la sociedad, provocando a muchas mujeres no mejorar su vida en
relación al ámbito social y laboral. En el ámbito social donde se la caracteriza a la
mujer como un objeto que se usa y se desecha con el tiempo, reaccionando de
una manera agresiva con ella, provocando así conflictos familiares a tal punto de
llegar a la desintegración de la misma; en el ámbito laboral en el que se la
caracteriza varias de las veces de forma discriminada, sin obtener así los mismos
beneficios que el hombre recibe.
TEORIA DEL CULTURALISMO

En los años 50, 60 y 70 del siglo pasado asistimos al auge de esa corriente de
pensamiento en los paises desarrollados, sobretodo en los EEUU, Europa y
algunos sudamericanos.

Cuajó a expensas de la gran influencia que por entonces tenía la hoy ex-Unión
Soviética sobre la izquierda universitaria y culta y abarcó amplios campos del
saber: La filosofía, la antropología, la sociología, la historia, la psicología y por lo
tanto el psicoanálisis, la política.

Leiamos a Marcuse (La Sociedad Carnívora), a Sartre, a Foucault y a Althusser.

Dentro del campo del psicoanálisis también se notó su influencia.Desde el


marxismo y desde fuera del marxismo.

Podemos definir al Culturalismo como la tendencia que pone el énfasis en los


factores sociales y culturales en el desarrollo de la personalidad y en la generación
del conflicto.

Esta escuela hace una valoración superlativa de esta “presión cultural”.

Entre sus epígonos dentro del campo psicoanalítico destacaron personalidades


como Harriet Sullivan, Karen Horney y Erich Fromm.

Ellos rechazaron la teoría freudiana de las pulsiones y pusieron en primer plano


dos conceptos: la angustia y la agresividad.

La primera como consecuencia del conflicto del Yo con las exigencias culturales,
la segunda como efecto de la frustración.

Esta frustración produce un profundo resquemor y una agresividad que debe ser
reprimida y por lo mismo está en el origen de la angustia.

Esta forma de entender la génesis del conflicto está totalmente alejada de los
Karen Horney postulados freudianos y lacanianos y son los que han desvirtuado el
concepto de frustración en el psicoanálisis, volviendo muy dificil su recuperación.

Además de la constatación de como se han apoderado del concepto las escuelas


conductistas.

A nivel del pensamiento filosófico, Sartre se ocupó y mucho del concepto de


angustia y dentro del existencialismo y la fenomenología pensadores como
Biswanger y Victor Frankl fueron sus continuadores.
El último de ellos, muy ligado al pensamiento católico y a algunas ideas del
junguismo.

Sullivan describe por aquél entonces una angustia que él llamó básica, que es
adquirida en las primeras etapas de la vida, en la infancia, y transmitida por los
padres. Esta ponía en evidente riesgo la necesidad que tiene el niño de seguridad.

Esta necesidad de seguridad no tiene un origen sexual para él, sino que está
fundamentada en la socialización.

Se aleja por lo tanto del concepto freudiano de placer libidinal.

De allí surgirá como consecuencia que al tratar de evitar la angustia, reprimirá


todos los impulsos que puedan entrar en conflicto con las normas culturales.

Karen Horney también considera a la angustia como un efecto directo de la


frustración. Para ella la angustia procura en su intento de ser disuelta, un aumento
de las necesidades afectivas y una búsqueda del amor exclusivo, sobretodo de la
madre.

Al no lograrlo totalmente, se produce agresividad, que lo lleva a experimentar


fuertes sentimientos de culpa y temor a perder el amor primordial. “La
personalidad neurótica de nuestro tiempo”.

Erich Fromm, que como recordarán escribió títulos tan importantes como “El arte
de amar” o “El miedo a la libertad”, ubica a la angustia como resultado del conflicto
infantil entre la necesidad de independencia y la de reconocimiento.

Para él, la justicia, la libertad y la verdad, son tendencias innatas, fuertemente


asentadas en la personalidad humana y no meras sublimaciones como fueron
comprendidas por Freud y posteriormente por Lacán.

Para Fromm, el hombre y la sociedad se recrean dialécticamente y es ésta


interacción la que hace del hombre un ser fundamentalmente “social”.

El complejo de Edipo, por lo tanto, es el producto de una sociedad que el


denomina “patriarcal”, y el resultado de la lucha del niño por su individuación.

La escuela culturalista llega a conclusiones radicalmente opuestas a las que llegó


Freud.
Las actitudes de la sociedad hacia la sexualidad son para ellos realmente
peligrosas, siendo en última instancia la sociedad la causa de la agresividad y la
angustia.

Por supuesto, estas posiciones fueron fuertemente criticadas por los


psicoanalistas clásicos y rebatidas por numerosos trabajos que investigaron el
origen de la sexualidad infantil y el complejo edipo-castración.

Al poner el énfasis en la frustración “realmente” vivida por el individuo, los


culturalistas descuidan el papel de la fantasía en los conflictos individuales y
terminan negando el concepto de inconsciente tal como lo alumbró Freud y como
lo perfeccionó Lacán.

Ellos analizan el conflicto como una “realidad” y perciben a la historia como un


“trauma”.

Su equívoco más importante es el desconocimiento del carácter imaginario de la


angustia y del conflicto edípico, y de los conceptos que por aquel entonces estaba
elaborando Lacán con la ayuda de la lingüística, y su descubrimiento de lo Real.

El Culturalismo desapareció como tal, pero muchas de sus ideas siguen vivas en
los movimientos sociales y políticos.

Sobre todo en los llamados “movimientos de liberación de la mujer”.

El psicoanálisis, con el crecimiento de la influencia de las ideas de Lacán, dio un


paso más allá.

Sin perder de vista los conflictos sociales, no abandona en absoluto el


pensamiento de Freud desarrollando nuevas líneas de investigación y abriendo
perspectivas que garantizan la formulación de un psicoanálisis mucho más
completo, moderno y eficaz para entender al hombre de nuestro tiempo.
IDENTIDAD DE GÉNERO

En la historia del pensamiento social, identidad y género son conceptos que, a


pesar de haber prevalecido durante periodos prolongados, no han provocado
grandes aspavientos, por lo que, en realidad, su presencia y fortaleza conceptual
han pasado inadvertidas. Durante los cinco lustros más recientes, hemos sido
espectadores de un considerable número de movimientos que, al provenir de
distintas esferas sociales y por tener diferentes directrices políticas, han propiciado
la necesidad de una profunda reconsideración acerca de sus contenidos y usos en
el discurso científico, institucional y cotidiano. En el orden de lo teórico, esto ha
significado una reconceptualización radical: género e identidad, identidad y
género, identidad de género. Como actores sociales y sujetos cognoscientes,
hemos presenciado no el nacimiento de esos dos conceptos, sino su
resignificación total. En este trabajo se explora la dimensión social —y en ese
sentido sociológica— de la estructuración y renovación de la identidad de género
de la mujer.

Las desigualdades sociales entre el hombre y la mujer no están biológicamente


determinadas, sino socialmente construidas.

EL reconocimiento de que existen profundas diferencias entre los procesos de


carácter biológico y social y el tipo de relaciones que se suscitan entre estas dos
grandes esferas de la historia de la humanidad marca el inicio de la desmitificación
de una lógica natural de la desigualdad social basada en el sexo, la edad (Lamas,
M.| 1986;

Collier, J. F. y Yanagisako, S. J., 1987) y otras características similares, como


raza, color de piel, estatura, peso y fenotipo.

Los individuos no nacen biológicamente predeterminados a vivir un tipo de


vinculación con los sistemas sociales, la estructura de privilegios, la distribución
del poder y las posibilidades de desarrollo social, afectivo, intelectual y psíquico, lo
que sucede más bien es que sus características biológicas son utilizadas como
recurso ideológico para construir y justificar la desigualdad. Por lo tanto, no es en
su constitución fisiológica donde encontramos las grandes respuestas a las
interrogantes que pretenden explicar por qué algunos sujetos son “naturalmente
más aptos” que otros; es en el orden de lo social, de lo cultural, de lo ideológico y
de lo simbólico, donde se hallan los “argumentos” de esta inequidad.

En palabras de Marcela Lagarde, el problema puede describirse de la siguiente


manera:
Hombre y mujer han sido siempre sexualmente diferentes. En un proceso
complejo y largo, se separaron hasta llegar a desconocerse. Así se conformaron
los géneros por la atribución de cualidades sociales y culturales diferentes para
cada sexo, y por la especialización y el confinamiento exclusivo del género
femenino en la sexualidad concebida como naturaleza, frente al despliegue social
atribuido al género masculino (1990: 48).

Con la desnaturalización o desbiologización del argumento que justifica la


desigualdad social basada en la pertenencia a un sexo (Stoller, R.,1968; Millett, K.,
1970; Rubín, G., 1975), se genera el concepto teórico —y a la vez metodológi-
co— que marcara un hito por su enorme fortaleza crítica y analítica: el concepto
de género (Lamas, M., 1986; Ferree, M. y Hess, B., 1987; Laslett, B. y Brenner, J.,
1989).

Si bien la idea de género como criterio de agrupación o de diferenciación no es


nueva, la manera en la que el concepto comienza ha ser incorporado y utilizado en
psicología —clínica y social—, antropología y, posteriormente, en sociología, ha
logrado propiciar un proceso dual de resignificación y desarrollo.

Por un lado, se construyen cualidades descriptivas y analíticas basadas en la


capacidad de la idea de género para señalar la diferencia entre sexos. No es sólo
que por medio de este concepto se separe y clasifique a los sujetos de acuerdo
con sus características fenotípico-sexuales, que se reconocen visual y
“naturalmente”, lo que resulta novedoso es que esta idea permite reinterpretar la
relación entre lo genético y lo adquirido, lo innato y lo aprendido, lo biológico y lo
social, porque problematiza fundamentalmente la idea de las estructuras
“naturales” inherentes a los individuos y cuestiona la supremacía de la naturaleza
sobre la cultura en la definición de lo que es masculino y lo que es femenino, lo
que es propio del hombre y lo que es propio de la mujer.

Que la diferencia biológica, cualquiera que ésta sea —anatómica, bioquímica,


etcétera— se inter- prete culturalmente como una diferencia sustancial que
marcará el destino de las personas, con una moral diferenciada para unas y para
otras, es el problema político que subyace en toda la discusión académica sobre
las diferencias entre el hombre y la mujer (Lamas, M., 1986: 178).

Así, el concepto de género se coloca exactamente en el centro de la partición


mundo natural/mundo social, relativizando el obstinado, obsoleto y viejo conflicto
que sobre el origen de las determinaciones últimas del sexo han sostenido las
ciencias naturales y las ciencias sociales a través de la historia.

Consecuentemente, este concepto sufre un proceso de maduración: pasa de ser


una variable que reconoce y separa el comportamiento sexual en su expresión
social, a ser un concepto que permite establecer relaciones entre los elementos
que interactúan para generar la diferencia.

El concepto de género adquiere su forma más completa en la misma etapa en la


que se convierte en perspectiva analítica, en modelo de interpretación (Saarinen,
A., 1988); en una forma de pensamiento capaz de reconocer lo sexual como un
sistema de diferenciación social (Ferree, M. y Hess, B., 1987), como un sistema de
distinción, como una estructura de prestigio (Ortner, S.B. y Whitehead H., 1981)
que coexiste y se articula con otras estructuras de organización diferencial de los
sujetos sociales. Desde la perspectiva teórica más desarrollada, el sistema
genérico de cualquier sociedad es una construcción social: su mundo es el de las
estructuras, los sistemas y las instituciones en interacción con lo mágico, lo
religioso y lo simbólico; su componente biológico es un reducto, un anclaje —por
así decirlo— de su dinámica social.

Como la clase, el género constituye una de las dimensiones básicas de toda


organización social. Este concepto se refiere a relaciones variables social e
históricamente construidas, a significados culturales y a identidades a través de
las cuales las diferencias sexuales a nivel biológico adquieren una dimensión
social; no es visto como un producto estructuralmente determinado, sino como
resultado de las acciones humanas en condiciones específicas. Por lo tanto, más
que a una carac- terística individual, el género se refiere a las relaciones sociales
que moldean la identidad de hom- bres y mujeres (Laslett, B. y Brenner, J., 1989:
382).

Las mujeres comparten una misma condición opresiva por el hecho de vivir en una
sociedad estructurada patriarcalmente, dentro de una cultura que legitima este
patriarcado de manera permanente. Sin embargo, la opresión que vive cada mujer
manifiesta variaciones y diferencias importantes, de acuerdo con la clase social a
la que pertenece y al lugar que ocupa dentro de la estructura desigual de
oportunidades.

En una sociedad donde las desigualdades de clase se convierten en la base de su


organización central, la forma en que los sujetos se incorporan a la producción y
distribución de la riqueza deter- mina la estructura de opciones dentro de la cual
construyen sus proyectos de vida y ejercen sus vol- untades personales. Por el
contrario, en el ejercicio de sus voluntades y en la construcción de sus proyectos
de vida los sujetos crean y recrean las estructuras de opción y sus
determinaciones, así como su propia inserción en la producción y distribución de la
riqueza social.
Debemos reconocer que este juego de géneros se puede descifrar analizando la
relación entre acción y estructura; su dinámica y la dirección de las
determinaciones se encuentra reflejada, por ejemplo, en los trabajos en donde
Anthony Giddens señala el concepto de dualidad como una característica, como
una cualidad propia de la estructura social:

La estructura es, a la vez, medio y producto de la conducta que constante y


repetidamente orga- niza; las propiedades estructurales de los sistemas sociales
no existen fuera de su campo de acción, sino que están crónicamente implicadas
en su producción y reproducción (1984: 374, citado en Crompton, R., 1989: 567).

Es necesario entender que el vínculo establecido entre individuo y sociedad


resulta afectado no sólo por el enfrentamiento de las acciones de los individuos —
ya sea como individuos o como gru- pos— con la estructura social, o con los
constreñimientos que ésta ejerce sobre ellos, sino por la necesidad de entender

los distintos sistemas de diferenciación social, como clase, género, etnicidad, raza
y generación. Por esta razón, se puede afirmar que tanto la acción como el
constreñimiento pasan por o, mejor aún, son ejercidos a través del tamiz de la
articulación de los sistemas antes mencionados.

La reflexión sobre el género como sistema de diferenciación productor de


desigualdades sociales ha llegado a un punto en donde el debate acerca de la
naturaleza y el desarrollo de la estructura de clases en las sociedades de nuestra
era es candente, tanto teórica como metodológicamente.

Esta preocupación analítica es compartida por dos escuelas de pensamiento:

la corriente marxista y la sociología weberiana. Aunque no se puede precisar cuál


de las dos escuelas la origina, sí podemos afirmar que la discusión establecida
entre estas dos corrientes de pensamiento es perfectamente ilustrada por los
trabajos de Eric Olin Wright y John H. Goldthorpe (Baxter, J., 1988; Crompton, R.,
1989), ya que ambos han hecho patente la larga historia y la can- tidad de
pensadores involucrados en el tema, así como los avances y las búsquedas que
se efectúan en la actualidad dentro de este campo.

Entre dichos esfuerzos de investigación, aquellos que se han interesado por


estudiar la clase como entidad económica, social, política e histórica (posición
objetiva de clase), así como su capacidad potencial o real de propiciar quiebres,
disrupciones y transformaciones en la sociedad (conciencia de clase o posición
subjetiva de clase), han generado un amplio espectro de movimien- tos en el
orden de lo académico: desde importantes reconsideraciones teóricas hasta
propuestas es- pecíficas de operacionalización para el análisis desde el punto de
vista empírico (Baxter, J., 1988; Knudsen, K., 1988).

Sin embargo, independientemente de cómo se resuelvan las divergencias sobre el


tema, o de qué tipo de resultados producirá el debate, para la bibliografía en la
que se estudia el concepto de género el problema central es la ausencia del
análisis de las formas de diferenciación genérica (Ortner, S. B. y Whitehead, H.,
1981; Acker, J., 1988; Fraser, N., 1989). Aunque el argumento inicial es rela-
tivamente sencillo, no puede analizarse la diferenciación vía la clase social,
ignorando la presencia de otros sistemas que coexisten con ese; el señalamiento y
la crítica han provocado, como consecuencia, profundas reconsideraciones
sociológicas sobre los posibles vínculos que prevalecen entre los distintos
sistemas de diferenciación social.

Una vez reconociendo que, además de la clase social, existen otros sistemas que
distinguen, separan y producen formas de extrañamiento y desigualdad de
oportunidades en el curso de la vida de los individuos, las preguntas a las que nos
enfrentamos son difíciles de contestar: ¿la clase y el género son sistemas que
coexisten en un tiempo histórico determinado, pero que fundamentalmente son
paralelos? Si realmente no son sistemas paralelos, ¿qué tipo de relación tienen?
¿Es general y por tanto podemos encontrarlos vinculados en todos los espacios y
dimensiones de la sociedad?, ¿o es más bien específica y, por ende, sólo se
relacionan en ciertas condiciones histórico-espaciales? Más aún, ¿estamos
realmente frente a un encuentro entre dos sistemas, o es que su vínculo es más
bien una articulación completa? Finalmente, si la respuesta a la pregunta anterior
fuese afirmativa,

¿qué tipo de articulación tienen?, ¿cómo es que se ha modificado a lo largo del


tiempo? y ¿cómo esperamos que se comporten frente al fenómeno de las actuales
reestructuraciones políticas y sociales?

Los análisis que, por separado, nos ofrecen Linda Nicholson (1986), Joan Acker

La misma serie de preguntas no sólo puede sino que debe ser formulada para la
investigación de las vinculaciones con otros sistemas de diferenciación social,
como la edad a través de la generación, la raza, la etnicidad y la nacionalidad.

(1988 y 1989), Nancy Fraser (1989) y Rosemary Crompton (1989) pueden ser
tornados como respuestas a las preguntas anteriores:
a) La discusión y la perspectiva que analizan el género y la clase a través de la
teoría de las “esferas duales” (capitalismo y patriarcalismo) deben ser superadas,
porque asumen, fundamental- mente, que la existencia de aquéllos es paralela,
con lo cual se niega la posibilidad de encontrar y estudiar las formas específicas y
generales de vinculación.

b) Los sistemas de clases y de diferenciación genérica están no sólo relacionados,


sino articula- dos complejamente, a tal grado que se propone —además de la idea
de “generización”— establecer la estructura de género/clase como una manera de
iniciar la reconceptualización de la propia teoría de las clases sociales.

c) Se debe establecer una crítica fundamental al término “patriarcalismo”, con el fin


de poder superarlo y, de ser posible, abandonarlo como concepto para designar
las organizaciones sociales que oprimen a la mujer y favorecen al hombre. El
argumento principal es que las teorías que pretenden mostrar el patriarcalismo
como sistema que compite con el capitalismo —y que incluso se erige como modo
de producción relativamente autónomo— han fracasado y que, en cambio,
aquellas que se han dedicado al análisis de la relación entre géneros y del género
como sistema de diferenciación han tenido mayor éxito conceptual y empírico. En
todo caso, la propuesta es hablar de régimen genérico.

Para efectos de este trabajo importa —por el momento— reconocer que, como
consecuencia de la estructura desigual de la sociedad, cada mujer experimenta la
opresión genérica de manera distinta, de acuerdo con el estrato social y
económico al que pertenece. Esta es la misma lógica opresiva, aunque su
interpretación se ajusta a la forma —material, discursiva y simbólica— en la que
cada grupo participa en la reproducción de los grandes paradigmas culturales de
la sociedad.

Las mujeres construyen su identidad genérica basándose en factores vivenciales


comunes y en experiencias simbólicas compartidas. El análisis de la naturaleza y
la relación entre estos elementos fundamentales nos permite reconocer que
existen patrones en el proceso de estructuración de la identidad de género que no
dependen de la adscripción de clase, aunque se encuentran inevitablemente
afectados por ella.

Kathleen Gerson (1986) establece un diálogo crítico con la literatura feminista,


mismo que se ha centrado en el estudio comparativo de los géneros. Gerson
acepta de manera abierta y clara que la literatura feminista ha contribuido
fundamentalmente en la tarea de desentrañar el carácter de las diferenciaciones
en las que está basada la relación específica intergenérica de poder al evidenciar
las grandes diferencias que existen dentro del género femenino.

Esta orientación, prevista o imprevista, ha tenido algunas consecuencias


“perversas” que vale la pena mencionar. La primera de ellas se relaciona con su
lógica de análisis. El hecho de concentrar la atención en las diferencias femenino-
masculinas provoca un reconocimiento implícito —y, en algunas ocasiones,
incluso explícito— de la necesidad de establecer una “especie de guerra
argumentativa” para comprobar que un sexo es mejor —más hábil, con mejores
atributos para sobre- vivir y para desarrollarse— que el otro. Esta lógica, que
pretende demostrar la superioridad de alguno de los dos géneros, no se opone, en
realidad, a la que se ha utilizado para corroborar las raíces naturales del sistema
de diferenciación construido con base en la divergencia sexual. El centro de la
discusión es que, desde esa perspectiva, el procedimiento se subordina a los
conceptos y a las categorías del análisis biologizado de las disimilitudes entre el
hombre y la mujer, en vez de alejarse; de esta forma, termina reduciendo su
espectro analítico y convirtiéndose en un complemento de la concepción
hegemónica, porque niega la dimensión social que interviene en la construcción
del género (Gerson, K., 1985; Mitchell, J., 1986; Dimen, M., 1986; Nicholson, L.,
1986; Tong, R., 1989).

La segunda consecuencia se vincula con el problema que ocasiona la tendencia a


universalizar la condición genérica. Es histórica y políticamente comprensible que
el descubrimiento de que la mujer es un sujeto oprimido dentro de todos y cada
uno de los sistemas de diferenciación social tuviera que pasar por la necesidad de
reconocer, primero, enfatizar y consolidar conceptualmente, después, el conjunto
de similitudes entre todas las mujeres, antes que tratar de estudiar las diver-
gencias (Mitchell, J., 1986; Saarinen, A., 1988). Sin embargo, pocos
investigadores consideraron la perspectiva generalizadora como un primer paso
para explicar la condición social de la mujer y la relación que existe entre géneros.
Gran parte de los estudios sobre el tema se detuvo en este nivel de abstracción,
obstaculizando la transición hacia el análisis de la diversidad (Delmar, R., 1986;

Saarinen, A., 1988).

Aquí el problema consiste en que, una vez obtenida la fortaleza ideológica


derivada del estudio y el reconocimiento de lo general, es decir, de todo lo que
comparten las mujeres, resulta necesario y el argumento se articula tanto desde la
perspectiva académica, como desde la política— investigar lo que las mujeres no
comparten, porque es precisamente ahí donde tendremos la posibilidad de
encontrar los engranajes más finos de la reproducción social, cultural y simbólica
de la relación de poder entre el hombre y la mujer.
El debate generado por la incorporación de la categoría de clase social, estructura
desigual de oportunidades o sistema de diferenciación, puede interpretarse como
la primera ruptura con la generalización como método y el primer paso para
estudiar la diferencia intragenérica. La discusión que existe en la actualidad acerca
de la construcción de la identidad de género y sus implicaciones sociales
representa la segunda ruptura y el segundo esfuerzo en esa dirección.

Desde el punto de vista de una historia social de las ideas, podemos observar que
hacia media- dos de la década de los ochenta y durante los primeros años de los
noventa apareció una serie de estudios que, a pesar de ser guiados por diferentes
motivaciones teóricas y metodológicas, con- tribuyeron de manera decisiva a la
construcción de una sociología de la identidad de género.

Dentro del mismo periodo existen además otros estudios en los que se ha
manifestado la pre- ocupación por la temática de la identidad genérica, aunque
desde una perspectiva distinta; su con- tribución ha sido menor en el aspecto de la
dimensión social, puesto que han partido más desde el punto de vista del
psicoanálisis hada el campo antropológico o sociológico.

A pesar de que estos trabajos se basan en diversas experiencias empíricas e


investigaciones de campo realizadas en distintos países; que cuentan con
diversas trayectorias lógicas y diseños de investigación, y que parten de premisas
teóricas y escuelas de pensamiento diferentes, e incluso arriban a distintas
conclusiones, todos han encontrado elementos básicos y centrales

Me referiré en particular al siguiente grupo: 1) Betsy Wearing, The ideology of


Motherhood:AStudyofSidney’s Suburban Mothers, 1984; 2) Teresita de Barbieri,
Mujeres y vida cotidiana, 1984; 3) Kathleen Gerson, Hard Choices. How Women
Decide About Work, Career, and Motherhood, 1985; 4) Teresa Valdés, Venid,
benditas de mi padre. Las pobladoras, sus rutinas y sus sueños, 1988; 5) Marcela
Lagarde, El cautiverio de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y
locas,

1990, y 6) Brígida García y Orlandina de Oliveira, Maternidad y trabajo en México,


1991.

muchos que comparten, otros que son más bien de orden complementario— que
apuntan hada el conocimiento de cómo es que las mujeres construyen su
identidad de género.

Explícitamente articulados o implícitamente incorporados, estos estudios plantean


—desde su diseño hasta sus resultados— una búsqueda cognoscitiva: la
explicación de la intersección entre las dimensiones de pertenencia (compartir una
condición de género) y de desigualdad social (estructura de clases y de opciones).
La segunda es utilizada como categoría por razones metodológicas, ya que
funciona como herramienta para establecer comparaciones entre distintos grupos
sociales, y también porque se hipotetiza que la manera en cómo cada mujer vive
su condición y resuelve sus problemas de identidad presenta importantes
diferencias de acuerdo con el lugar que ocupa en el sistema de diferenciación por
clase social.

La gran convergencia, sin embargo, se desarrolla una vez que se ha detectado y


estudiado la inter- sección entre pertenencia y desigualdad. Por supuesto, este es
un proceso que comienza deliberan- do sobre la diferencia intragenérica y
conduce al análisis de la estructura de clases; aunque, en realidad, donde se
produce la serie de descubrimientos analíticos relacionados con la identidad de
género es en la diferencia que se produce en la intersección de las dos
dimensiones. Lo paradójico es que al estudiar dicha diferencia los descubrimientos
nos hablan más de lo que las mujeres com- parten, que de lo que no comparten,
aunque ahora entendido desde el extrañamiento que produce ejercer la voluntad
dentro de un marco de opciones profundamente apartado por la estructura de
clases.

Al localizar y analizar la diferencia existente en la intersección de género y clase,


descubriremos nuevamente un mundo de similitudes que nos acercarán o, si se
prefiere, nos retomarán conceptual- mente a la dimensión de la pertenencia
genérica, aunque ahora desde el punto de vista de la edificación de la identidad.

Respecto de este último concepto, me parece válido argumentar que su


resignificación ha estado fuertemente ligada a la evaluación crítica de la razón
moderna y de la modernidad en la filosofía y las ciencias sociales (Habermas, J.,
1987; Giddens, A., 1991). En su proceso de resignificación han participado
muchos estudiosos del tema, aunque las contribuciones definitivas han sido no
sólo las de George Herbert Mead, que causaron gran impacto en el
interaccionismo simbólico, en la so- ciología fenomenológica y, en general, en la
psicología social (Berger, P. y Luckmann, T., 1966; Habermas, J., 1987), sino
también en las de Erik Erikson y su herencia para algunas corrientes del
psicoanálisis, la psicología profunda y la social (Roland, A., 1979;
JacobsonWidding, A., 1983; Josselson, R., 1987; Yardley, K. y Honess, T., 1987).

Vale la pena destacar que el significado del concepto de identidad ha sufrido una
transformación y que, además, se ha establecido una serie de vínculos definitivos
entre éste y la dimensión de lo social, los mecanismos de formación de la
conciencia y las representaciones colectivas (en el tenor durkheimiano). Identidad
dejó de entenderse como un proceso que solamente ocurría y formaba parte del
mundo de la personalidad y el carácter, lo cual permitió abandonar las
descripciones dicotómicas entre la “persona individual” y la “persona social”. En
términos de la formación de identidad, se reconoció que había un sinnúmero de
mecanismos de introyección y recreación de conjuntos simbólicos que eran
compartidos en la “exterioridad social”; identidad, entonces, se con- virtió en un
problema que tenía que pasar por la explicación del “ser parte de”, o, en otras
palabras, por el estudio del fenómeno de la pertenencia social.

Los primeros en hablar de identidad de género fueron el psiquiatra Robert Stoller


(1968) y su grupo de investigadores; sin embargo, desde el prefacio de su ya
clásico texto, Stoller nos advierte que, aunque su proyecto es académico y el tipo
de estudios que realizó fue clasificado bajo ese rubro, el concepto de identidad de
género fue utilizado simplemente como herramienta para facilitar el desarrollo de
la investigación. Las dificultades teóricas que Stoller percibió en las definiciones de
género e identidad fueron suficientes para crear, dentro de su empresa intelectual,
una actitud cautelosa frente a los retos que el concepto de identidad de género
pudiera significar.

Efectivamente, a pesar de que Stoller fue el primero en introducir este término a


los estudios sobre el tema, la importancia de su trabajo radica más en la
contribución que hizo a la conceptualización de género como construcción social,
que al esclarecimiento teórico de la identidad de género como tal.

Si bien es cierto que aún está por consolidarse el análisis de las dimensiones
sociales en los procesos de formación de identidad, los estudios sobre el concepto
de género muestran ya una madurez incuestionable, producto del doble efecto del
desarrollo de la perspectiva —que originalmente partía del cuestionamiento
feminista— y la legitimidad que se ha ganado en el transcurso de su desarrollo.
Por lo tanto, podemos pensar que estamos ya en condiciones de retomar las
preocupaciones de Stoller y enfrentar los retos que tuvo que eludir en el estudio de
la identidad de género.

Lejos de tratar de imponer un sello conclusivo a la labor de investigación y al


debate sobre el tema, la propuesta de este artículo es realizar una lectura del
conjunto de trabajos publicados desde mediados de los ochenta hasta nuestros
días, y que contienen verdaderas convergencias teórico- metodológicas, hallazgos
comunes a los que he denominado “encuentros cognoscitivos”. A continuación, se
mencionan algunas consideraciones que quizá funcionen como perspectiva
analítica para la articulación de dichos hallazgos. Los ejes que definen la identidad
de género de las mujeres son tres:

a) La maternidad y el ser madre.


b) El matrimonio o la unión, y el ser esposa o compañera.

c) El trabajo o la profesión, y el ser trabajadora o profesionista.

La identidad de género de las mujeres, en un tiempo y un espacio históricamente


determinados, es producto de articulaciones específicas que pertenecen a estos
tres ejes; es la manera en cómo se percibe, se valora, se introyecta y se vive
simbólica y factualmente cada una de las esferas mencionadas lo que produce la
resolución de la identidad en cada mujer.

TEORIA DEL FEMINISMO

La teoría feminista es la extensión del feminismo a los campos teóricos


o filosóficos. Abarca el trabajo realizado en una amplia variedad de disciplinas, e
incluye de manera prominente los enfoques en cuanto a los roles y vidas de las
mujeres y la política feminista en la antropología y sociología, el psicoanálisis,
la economía, los estudios de género y de mujeres, la crítica literaria feminista y
la filosofía, especialmente la continental.1 La teoría feminista tiene como fin la
comprensión de la naturaleza de la desigualdad y se centra en la política de
género, las relaciones de poder y la sexualidad. Mientras que generalmente la
teoría feminista presenta una crítica de las relaciones sociales, una parte
importante de la teoría feminista también analiza la desigualdad de género y la
promoción de los derechos, intereses y asuntos de las mujeres. El feminismo
explora temas como la arte, y el arte contemporáneo, la estética, la discriminación,
los estereotipos, la cosificación(especialmente la cosificación sexual), la opresión,
y el patriarcado.
Nancy Cott hace una distinción entre el feminismo moderno y sus antecedentes,
en particular la lucha para el sufragio. En los Estados Unidos coloca el momento
decisivo en las décadas antes y después de que las mujeres consiguieron el voto
en 1920 (1910-1930). Expone que el anterior movimiento femenino trató
principalmente sobre la mujer como una entidad universal, mientras durante este
período de veinte años se convirtió en un movimiento que se concernió con la
diferenciación social, atento a la individualidad y la diversidad. Nuevos asuntos
trataron de la condición de la mujer como un constructo social, la identidad de
género y las relaciones dentro de y entre los géneros. Políticamente esto
representó un cambio de un alineamiento ideológico del derecho a uno más
radicalmente asociado con la izquierda.10
Susan Kingsley Kent dice que el patriarcado Freudiano fue responsable para el
pérfil disminuido del feminismo durante los años de guerra, 11 aunque otros, como
Juliet Mitchell, considera esta explicación demasiada simplística puesto que
la teoría Freudiana no es completamente incompatible con el feminismo.12 Varias
partes de la erudición feminista cambiaron de la necesidad de establecer los
orígenes de y familia hacia el análsis de la oposición a un imagen de la "mujer en
la casa". De Beauvoir expuso una dimensión existencialista al feminismo con la
publicación de Le Deuxième Sexe (El segundo sexo) en 1949. Como implica el
título, el punto de partida es la inferioridad implícita de las mujeres, y la primera
pregunta que Beauvoir discute es "¿qué es una mujer?" 13 La mujer, nota de
Beauvoir, siempre se percibe como "otra", "es definida y diferenciada con
referencias al hombre y no él con referencias a ella". En este libro y su ensayo
"Woman: Myth & Reality" ("Mujer: Mito y Realidad"), de Beauvoir anticipa Betty
Friedan en buscar la demitolización del concepto masculino de la mujer. "Un mito
inventado por el hombre para confinar las mujeres a su estado opresivo. Para las
mujeres no es una cuestión de hacerse valer como mujeres, sino que hacerse
seres humanos." "Una mujer no nace así, sino que se convierte en una mujer" o,
como Toril Moi dice, "una mujer se define tras la manera en que viva su situación
encarnada en el mundo, o, en otras palabras, tras la manera en que hace algo de
lo que el mundo hace de ella". Por lo tanto, la mujer debe quedar sujeto para
escapar su papel definido como "otra", como un punto Cartesiano de partida.14 En
su examen de mito, aparece como uno que no acepta ningún privilegio especial
para mujeres. Irónicamente, los filósofos feministas han tenido que extraer de
Beauvoir sí misma de la sombra de Jean-Paul Sartre para completamente
apreciarla.15 Aunque es más filósofa y novelista que activista, firmó uno de los
manifiestos del "Mouvement de Libération des Femmes" (Movimiento de
Liberación de las Mujeres").
El resurgimiento del activismo feminista durante los fines de los años 1960 fue
acompañado por una literatura emergente de los asuntos que se pudieron
considerar asuntos relacionados con las hembras, como asuntos de la tierra y
la espiritualidad, y el activismo medioambiental.
De turno esto creó una atmósfera propicia al re-encendido del estudio de y debate
sobre la matricentricidad, como un rechazo del determinismo, como Adrienne
Rich16 y Marilyn French,17 mientras para los feministas socialistas como Evelyn
Reed,18 el patriarcado mantuvo las propiedades del capitalismo.
Elaine Showalter describe el desarrollo de la teoría feminista en varias fases. La
primera fase es llamada el "crítico feminista" - donde el lector feminista examina
las ideologías detrás de los fenómenos literarios. La segunda Showalter
llama "Ginocrítico" - donde la "mujer es la productora del significado textual"
incluyendo "la psicodinámica de la creatividad femenina; la lingüística y el
problema de un lenguaje femenino; el trayectorio de la carrera individua o
femenina colectiva y la historia de la literatura". La última fase es llamada la "teoría
de género" - donde se explora la "inscripción ideológica y los efectos literarios del
sistema de género".19 Este modelo ha sido criticado por Toril Moi que lo
considera esencialista y determinista para la subjetividad femenina. También lo ha
criticado por no tomar cuenta de la situación para las mujeres fuera del Oeste.20
Desde los años 1990 y hasta el 2000, las ideas psicoanalíticas que han ido
surgiendo en el campo del feminismo y la anexión del feminismo latinoamericano
contemporáneo han logrado una influencia decisiva en la teoría
feminista[cita requerida]. El psicoanálisis feminista entra en fuerte desacuerdo con las
hipótesis fálicas en cuanto al inconsciente. Julia Kristeva Svarti, Bracha L.
Ettinger, Luce Irigaray, Martha Riofrío Bueno, Inés Mendizabal , desarrollaron
nociones específicas en cuanto a la diferencia sexual inconsciente, la femenina y
la maternidad, con implicaciones amplias para el análisis de las mismas en los
trabajos de investigación de las instituciones.
La teoría feminista ha trabajado a lo largo de la historia en la conceptualización
para desvelar una realidad oculta a la percepción social dando nombre y sacando
de la invisibilidad fenómenos sociales que remiten a la subordinación de las
mujeres. Conceptos como "feminización de la pobreza", la evolución del concepto
"género" de la biología a la sociología, "doble jornada", "acoso sexual" han sido
acuñados por el movimiento feminista y están relacionados con los estudios de
género y el desarrollo del pensamiento feminista.

Los sistemas de género-sexo históricamente conocidos han colaborado en la


opresión y explotación de las mujeres. La tarea de la teoría crítica feminista es
desvelar este hecho y desarrollar una teoría que sea emancipadora y reflexiva, y
que pueda ayudar a las mujeres en sus luchas para superar la opresión y la
explotación. La teoría feminista puede contribuir en esa tarea de dos formas:
desarrollando un análisis explicativo-diagnóstico de la opresión de las mujeres a
través de la historia, la cultura y las sociedades, y articulando una crítica
anticipatorio-utópica de las normas y valores de nuestra sociedad y cultura
actuales, como proyectar nuevos modos de relacionarnos entre nosotros y con la
naturaleza en el futuro.

Seyla Benhabib, "El otro generalizado y el otro concreto"

El feminismo se articula como crítica filosófica en tanto que es él mismo una teoría
crítica y se inserta en la tradición de las teorías críticas de la sociedad. La teoría
feminista en cuanto teoría, tiene que ver con el sentido original del vocablo teoría:
hacer ver. Pero en cuanto teoría crítica su hacer ver es a su vez un irracionalizar
(...). Porque la propia tematización del sistema sexo-género como matriz que
configura la identidad, así como la interección en lo real de hombres y mujeres es
inseparable de su puesta en cuestión como sistema normativo: sus mecanismos,
como los de todo sistema de dominación, solamente se hacen visibles a la mirada
crítica extrañada; la mirada conforme y no distanciada, a fuerza de percibirlos
como lo obvio, ni siquiera los percibe.

Celia Amorós, "Feminismo y Filosofía"


HIPOTESIS GENERAL: No se espera que existan diferencias de los valores y
normas que hay entre hombres y mujeres para ello se requiere de un
emprendimiento social, pues no obedece a patrones de género.

HIPOTESIS ESPECÍFICA:

Fortalecer la articulación entre instituciones propias del estado y la


sociedad, ayuda a la participación plena que vaya de acuerdo al acceso a los
servicios.

La pérdida de valores es la que da paso a la existencia de inconciencia de


los individuos.

OBJETIVOS:

METODOLOGÍA
TÉCNICAS DE EVALUACIÓN:

EVALUACIÓN INICIAL

TÉCNICA:

- Entrevista
- Cuestionario
- encuestas
- Observación

INSTRUMENTO:

- Ficha de Matricula
- Guía de observación
- Registro anecdotario
- cuaderno de trabajo
EVALUACIÓN DE SEGUIMIENTO:

TÉCNICA:

- observación
- Análisis de Contenidos
- Entrevista con los docentes del colegio José Andrés Razúri
- Cuestionario
INSTRUMENTOS:

- Conceptuales
- Escalas, fichas de observación
- Fichas de observación en el aula de 5° “B”
- Pruebas orales
- Expression de trabajos

EVALUACIÓN FINAL

TÉCNICAS:

- Análisis de contenido
- Análisis de producto
- Cuestionario
- Entrevista
- Observación

INSTRUMENTOS:
- Cuaderno de trabajo
- Textos
- Prueba oral
CUESTIONARIO

1. ¿Qué edad tienes?

a) 15 b) 16 c) 1

100%

80%

60%

40%

20%

0%
Categoría 1

15 16 17

2. ¿Cómo es la crianza en su hogar?


a. Explica:

100%

80%

60%

40%

20%

0%
alumnos de
5

buena no tan buena mala


3. ¿Qué roles cumples en tu hogar?

a) Cocino b) cuido a mis hermanos c) lavo ropa

100%

80%

60%

40%

20%

0%

cocino cuido a mis hermanos lavo mi ropa

4. ¿Qué estereotipos de las mujeres encuentras en tu hogar?

a) las mujeres son débiles

b) las mujeres tienen que realizan labores domesticas

100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%

las mujeres que realizar labores domesticas Columna1


5. ¿Cómo se dividen las tareas en el hogar?

a) La realizan ambos sexos

b) solo la realizan las mujeres

100%

99%

98%

97%

96%

95%

94%

93%

92%

91%

la realizan ambos sexos solo la realizan las mujeres

6. ¿Había diferencia entre lo que debían y podrían hacer los varones y


las mujeres?
a. Explica

100%

80%

60%

40%

20%

0%

no si
7. ¿Qué opinas sobre el machismo?

8. ¿crees que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos?

A) Si B) no

¿Por qué?

100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%

Serie 1 si
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

http://www.gloobal.net/iepala/gloobal/fichas/ficha.php?entidad=Terminos&id=2602

http://www.notimerica.com/sociedad/noticia-infografia-situacion-mujer-mundo-
20150527112603.html

http://peru21.pe/actualidad/amnistia-internacional-cual-situacion-mujeres-peru-
2213856

https://movimientohijasdelpueblo.wordpress.com/2009/12/08/situacion-actual-de-
la-mujer-y-su-programa-de-lucha/

http://www.unfpa.org.pe/publicaciones/publicacionesperu/UNFPA-CIES-ASP-La-
Libertad.pdf

https://www.definicionabc.com/derecho/norma.php

https://trimegistos.wordpress.com/tag/culturalismo/

https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_feminista

http://universitas.idhbc.es/n09/09-05.pdf

https://seminar580.files.wordpress.com/2015/04/storey-john-teoria-cultural-y-
cultura-popular.pdf

http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/43055/Documento_completo.pdf?
sequence=1

file:///E:/FOTOS/carpeta%20eb/identidad+de+g%C3%A9nero.pdf

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