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Sitio: FLACSO
Curso: Imagen y comunicación en bibliotecas y centros de documentación
Clase: Clase 6. Estudios de usuarios.
Tabla de contenidos
Introducción
I. Estudios de usuarios
II. El modelo de Wilson
III. La Biblioteca pública o popular
IV. Conclusiones
Bibliografía
Introducción
I. Estudios de usuarios
Antes que nada, nos gustaría comentar que en los últimos años ha surgido una tendencia
a utilizar la denominación cliente en vez de usuario, provocando una discusión que
consideramos estéril, pues en nuestra opinión, se trata de una mera sinonimia.
Desde el ámbito de la gestión se ha propuesto un modelo que incluye, entre otras cosas,
conceptos tales como la organización, el proveedor y el cliente. El modelo puede
aplicarse a una gran variedad de actividades humanas y, una vez que se aplica, estos
términos pueden modificarse de acuerdo con la terminología propia de cada disciplina o
de cada organización. Así, en un hospital el cliente pasará a denominarse paciente, en
una universidad alumno, en un restaurante comensal, en el cine espectador, en el
club socio, en un contrato de alquiler será el inquilino y en una Biblioteca tomará el
nombre de usuario.
Entonces aquí podemos definir al usuario como la persona destinataria de los productos
y servicios de la Biblioteca. No se trata solamente de quienes han recibido
esos productos y servicios (2,3), sino de todos aquéllos a quienes están destinados. De
allí que se puedan distinguir las siguientes poblaciones:
Usuarios reales: son las personas que han utilizado uno o varios productos o
servicios ofrecidos por la Biblioteca; también se les denomina usuarios activos.
Si los productos y servicios de la Biblioteca no satisfacen a un usuario real, éste
puede dejar de serlo y fugarse hacia otros sistemas de información. Un usuario
fugado constituye una pérdida grave, ya que es sumamente difícil captarlo de
nuevo.
Usuarios potenciales: son los individuos que no han utilizado los productos y
servicios de la Biblioteca, aunque éstos hayan sido diseñados también para ellos
y tengan derecho a usarlos. Su captación se asume como un desafío para la
Biblioteca, pues un usuario potencial que se convierte en usuario real constituye
un beneficio.
Población servida: es la suma de los usuarios reales más los usuarios
potenciales, es decir la totalidad de la población destinataria de los productos y
servicios de la Biblioteca.
Los estudios que se llevan a cabo sobre la población de usuarios reales suelen orientarse
a conocer la satisfacción o no satisfacción de estas personas respecto a los productos y
servicios que han recibido. Son estudios que en realidad no se ocupan del usuario
propiamente dicho, sino que evalúan la Biblioteca a través de quienes la han utilizado.
En otras palabras, son estudios centrados en el sistema.
Es importante señalar que el usuario siempre es una persona humana. Esta afirmación
puede parecer una verdad de perogrullo, pero algunos autores consideran que los
usuarios pueden ser individuos u organizaciones. Tal vez sea así en un sentido
administrativo, pero dado que las personas jurídicas no leen, desde un punto de vista
estrictamente bibliotecario debe tenerse en cuenta que el usuario es siempre un ser
humano. Por supuesto que el rol desempeñado por esa persona en una organización
influye en sus conductas de información, pero de distinta manera, de modo que la
información requerida por un gerente no es la misma que aquélla del técnico o del
obrero, por más que los tres se desempeñen en la misma empresa. La información que
necesita el estudiante no es la misma que necesita el docente o el investigador, aunque
los tres formen parte de la misma comunidad universitaria. En un hospital, el médico, el
enfermero y el administrador requerirán también una información diferente. En este
sentido es que afirmamos que, en definitiva, el usuario siempre es una persona humana.
Por su parte, desde el marketing, Coote y Batchelor señalan que cualquier estrategia de
promoción de una Biblioteca comienza por investigar quiénes son los usuarios, cuáles
son sus características, qué les motiva a usar la Biblioteca, qué servicios desean recibir
en el presente y en el futuro, cuáles son sus expectativas y percepciones, qué beneficios
pretenden obtener y cuáles son los factores que determinan el uso.
Asimismo, señalan algunas características de los usuarios que deben indagarse, por
ejemplo: edad, nivel económico, radicación geográfica, organización en la que se
desempeña, responsabilidad o cargo que ocupa en esa organización, frecuencia de la
demanda, velocidad de respuesta requerida, destreza en el manejo de la información y
de la tecnología de información, actitud hacia la Biblioteca y otros proveedores de
información, etc. Es necesario que la Biblioteca pueda conocer los problemas que el
usuario enfrenta en el ambiente en que opera, con el fin no sólo de proporcionarle
servicios de calidad, sino también de tener una visión de sus futuras necesidades para
planificar nuevos servicios. En este sentido, resaltan la conveniencia de tener en cuenta
los cambios políticos, económicos, sociológicos y tecnológicos que puedan afectar a la
población de usuarios.
Por otra parte, las mismas autoras mencionan que la decisión del usuario de consultar la
Biblioteca depende de su expectativa respecto a la ayuda que esta le pudiera brindar. La
expectativa surge a partir de una variedad de factores difíciles de controlar, como por
ejemplo los comentarios que ha recibido de otros usuarios o las expectativas propias
relacionadas con experiencias previas en otras bibliotecas e incluso en sistemas no
bibliotecarios. Por ejemplo, es posible que un usuario acostumbrado a operar con el
cajero automático de su banco espere una interfaz igual de sencilla en el catálogo de la
Biblioteca y de allí manifestar un rechazo a utilizar los operadores booleanos.
Siguiendo con Coote y Batchelor un concepto clave para tener en cuenta es que en la
mente de los usuarios, más que un documento o una respuesta se adquiere un beneficio.
La idea del beneficio depende por supuesto de cada usuario y su comprensión por parte
del bibliotecario permite definir las características del servicio. Veamos algunos
ejemplos en el siguiente cuadro.
Cuadro 1. Idea del beneficio y características del servicio para distintos usuarios
Usuario
Idea del beneficio Característica del servicio
Vendedor Ganar una licitación Respuesta rápida
Fuentes de información
Estudiante Aprobar los exámenes
específicas y suficientes
Estadísticas e informes con
Gerente Expansión exitosa
valor agregado
Por su parte Izquierdo Alonso et al. (10) proponen la creación de una teoría de la
recepción que atienda, de un modo global e integrador, el análisis del usuario como eje
central del proceso de gestión de la calidad. En este contexto, y desde la perspectiva de
la calidad aplicada a la realidad del proceso informativo, se presenta un nuevo modelo
metodológico para el estudio del usuario de información basado en la siguiente tríada:
Estudio de autores: se trata de analizar las relaciones, a nivel mental, que existen
entre los autores y los usuarios por medio de los documentos científicos; es
decir, identificar la correspondencia entre el pensamiento del autor y del usuario,
tal como ese pensamiento queda materializado en el documento.
Estudio de los documentos: pretende investigar la relación de ciertos aspectos de
los mensajes científicos con las características psicocognitivas del receptor
(usuario). Estos autores (10) clasifican las obras según criterios como la
facilidad de acceso al contenido, el grado de asimilación del contenido, nivel de
información que proporciona el documento, grado de estructuración del
contenido, valoración del tipo de información y forma de presentarla, nivel de
representación (primario, secundario, terciario), naturaleza de la información
(textual, gráfica, factual, mixta), grado de abstracción de la información
presentada o suministrada, exactitud del contenido informativo, capacidad de
sugerencia de los contenidos, etc.
Estudio de los tipos de usuarios: pretende analizar y estudiar el conjunto de
procesos que realiza el individuo a la hora de asimilar información nueva. El
objetivo es establecer perfiles o tipos de la conducta de los humanos en cuanto
procesadores de información, con el propósito final de diseñar estrategias de
representación y transmisión de información de un modo más eficaz. Aquí se
valoran también las situaciones o factores internos y externos que determinan los
comportamientos, hábitos, expectativas y necesidades de los usuarios hacia
determinados tipos de información. Para ello se consideran una serie de
indicadores:
Para Wilson un modelo es una estructura que sirve para reflexionar sobre un problema y
establecer relaciones entre proposiciones teóricas. La mayoría de los modelos referidos
a las conductas de información se orientan hacia la reflexión de problemas. Con
frecuencia se presentan en forma de diagrama e intentan describir una actividad de
búsqueda de información, las causas y consecuencias de esa actividad, o las relaciones
entre las distintas etapas de una conducta de búsqueda de información. Rara vez esos
modelos han avanzado hacia proposiciones teóricas, es decir que se encuentran en una
etapa preteórica, pero pueden sugerir relaciones cuya exploración sea de utilidad.
De acuerdo con este diagrama, el usuario percibe una necesidad y la transforma en una
conducta de búsqueda de información, presentando su demanda en un sistema de
información como la Biblioteca, o en otras fuentes de información como una revista
especializada, un libro de texto o una enciclopedia. Esta demanda puede resultar en
éxito o fracaso. Si tiene éxito, usará esa información y esto le producirá satisfacción o
no. Tanto la satisfacción como la no satisfacción pueden crearle una nueva necesidad
que de inicio a un nuevo proceso. Finalmente, el usuario puede transferir o intercambiar
información con otras personas, sea un colega, un especialista, etc.
La desventaja de este modelo es que no presta atención a los factores causales de estas
conductas de información.
Por otro lado, la persona se puede encontrar con barreras que impidan una búsqueda de
información exitosa. Esas barreras pueden ser personales, interpersonales o ambientales.
Veamos un ejemplo: Juan José Ramallo es un cirujano plástico que se desempeña como
Jefe de Servicio en un sanatorio privado donde se atienden pacientes de nivel
socioeconómico alto, incluyendo algunas personalidades del ambiente artístico,
empresarial y político, que desean cuidar rigurosamente su imagen y compiten entre sí
en diversos ámbitos sociales.
Cada tres o cuatro meses, sin falta, el Dr. Ramallo lleva a cabo una búsqueda
bibliográfica a través de Internet con el fin de actualizar sus conocimientos respecto a
nuevos métodos de cirugía reconstructiva, que puedan llegar a implementarse en el
Servicio. Se trata de una conducta de búsqueda de información que surge de una
necesidad cognitiva, motivada por el rol laboral que él cumple y el ambiente laboral
(sanatorio) en el que se desempeña.
Por otra parte, el mismo Dr. Ramallo se ha dado cuenta de que su automóvil tiene ya
tres años de antigüedad y decide cambiarlo, pues sus pacientes, colegas, amigos,
familiares, etc., suelen tener autos más nuevos. De modo que consulta, también a través
de Internet, los catálogos y listas de precios de distintos concesionarios. En este caso se
trata de una conducta de búsqueda de información que surge de una necesidad
emocional, motivada por su nivel de actuación en la sociedad y el ambiente
sociocultural y económico en que se desenvuelve.
Es interesante señalar que el Dr. Juan José Ramallo en ningún caso concurrió a la
Biblioteca del sanatorio. Ello se debe a una combinación de factores: a) allí sólo se
suscriben a revistas impresas y él considera que esto es historia antigua (barrera
personal), b) el nuevo referencista no es tan amable como el que estaba antes (barrera
interpersonal) y c) la Biblioteca se encuentra en el cuarto piso, del segundo pabellón,
pasando el patio central del sanatorio (barrera ambiental).
Este segundo modelo tiene la ventaja de que nos permite reflexionar sobre la persona,
su contexto, sus diferentes conductas de búsqueda de información, y los distintos
obstáculos y barreras que pueden encontrarse en la búsqueda de información. No
obstante, de este modelo surge de nuevo una pregunta que sigue sin alcanzar una
respuesta: ¿por qué algunas necesidades de la persona generan conductas de búsqueda
de información y otras no?
En 1999, Wilson lleva a cabo una revisión sustancial del modelo de 1981, que a
continuación se muestra en la Fig. 3.
En el nuevo modelo, Wilson da una respuesta a la pregunta pendiente sobre los factores
causales, mediante la teoría del stress/coping(estrés/enfrentamiento). Entre todas las
necesidades básicas del individuo, algunas son percibidas por la persona como un
problema que debe ser resuelto. Enfrentar el problema, es decir encontrar la solución,
ejerce una presión o estrés sobre el individuo que le obliga a buscar información. Así el
mecanismo activador de una conducta de búsqueda de información es la solución de
problemas.
Atención pasiva
Búsqueda pasiva
Búsqueda activa
Búsqueda de actualización
Las barreras del modelo original han sido sustituidas en el nuevo por las variables
intervinientes, ya que éstas pueden afectar la búsqueda positiva o negativamente. Las
variables pueden ser psicológicas, demográficas, interpersonales, ambientales o
referidas a las características de las fuentes de información.
Ambas hipótesis tienen una fuerte relación con la formación de los usuarios. Nos
detendremos a continuación a analizar un caso, tal vez el menos estudiado: la Biblioteca
pública o popular.
Como bien afirma Sanz Casado, el usuario de la Biblioteca pública o popular presenta
una heterogeneidad muy grande. Peter Mann, aunque se refiere a Gran Bretaña, aporta
algunos datos importantes para investigar en estas comunidades de usuarios.
De acuerdo con los datos de Mann, las personas con edades de 16 a 34 años y los
mayores de 55 leen más del doble que las comprendidas entre los 35 y 54 años (35% y
36% vs. 15%). Las mujeres leen más que los varones (58% vs. 42%). La literatura de
ficción es más leída que la literatura informativa (69% vs. 28%), las mujeres son más
lectoras de ficción que los varones (76% vs. 59%) e inversamente, los varones son
mayores consumidores de información (36% vs. 22%).
Entre los niños y adolescentes, Mann menciona que las niñas son más lectoras que los
niños, que en ambos sexos hay una tendencia a leer menos entre los 10 y los 16 años,
que los niños y adolescentes con padres usuarios de la Biblioteca tienden a retirar libros
en préstamo con más frecuencia. Por último, los niños y adolescentes que más leen se
muestran más activos en otras áreas como la escuela, los deportes, etc.; es decir que son
más protagonistas que espectadores, dando por tierra con la idea de que el niño o
adolescente lector es más pasivo.
Mann ofrece también algunas cifras respecto de las actividades que implican una
competencia para la lectura. En promedio, la población británica mayor de 4 años pasa
25 horas semanales viendo televisión y 9 horas escuchando radio, a lo cual hay que
agregar las horas dedicadas a escuchar música y ver videos. Las personas de 55 a 64
años y las mayores de 64 pasan más horas frente al televisor que cualquier otro grupo
etário (33 y 37 horas semanales, respectivamente), mientras que las mujeres superan a
los hombres en este rubro (27 vs. 23 horas semanales). Las personas de escasos recursos
ven más televisión que las del nivel socioeconómico más alto (32 vs. 18 horas
semanales).
¿Qué pasa en Argentina en estos aspectos? No contamos con datos similares, pero
podemos plantear lo siguiente, sobre la base de estadísticas proporcionadas por
el INDEC:
Por un lado, si bien la población analfabeta es el 2,6%, las personas que no han podido
concluir el nivel primario suman el 17,9% de la población, es decir más de cuatro
millones y medio de argentinos tienen una situación de clara desventaja para acceder a
la información, sin tener en cuenta la alfabetización tecnológica. El Ministerio de
Educación de la Nación ha puesto en marcha un Programa Nacional de Alfabetización y
Educación Básica para Jóvenes y Adultos, así como un Programa Nacional de Lectura
con los que espera mejorar esta situación en la presente década.
Por otro lado, el 17,7% de la población vive en hogares con necesidades básicas
insatisfechas y la cuarta parte de la población enfrenta situaciones de desempleo (13%)
o subempleo (12,7%). El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social ha
implementado un componente de formación para adultos en estas situaciones, con la
idea de facilitarles el acceso al mercado laboral.
IV. Conclusiones
Los distintos enfoques presentados muestran la necesidad de conocer a las personas que
forman parte de la comunidad de usuarios a la que se sirve, sus necesidades de
información y el contexto en que se encuentran inmersas. Sin embargo, muestran
distintos niveles de complejidad.
El modelo de Wilson en su forma más acabada presenta una perspectiva más completa,
proveniente del área de la Bibliotecología y la Ciencia de la Información. Nos invita a
investigar a la persona, sus necesidades, su contexto, sus conductas de búsqueda de
información, las variables que estimulan u obstaculizan esas conductas, así como los
mecanismos activadores que hacen que una necesidad genere una conducta de búsqueda
de información.
Queda pues en manos de cada Biblioteca, adaptar estos modelos a su propio interés y
emprender sus estudios de usuarios.
Bibliografía
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