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UNIVERSIDAD PRIVADA SAN JUAN BAUTISTA

FACULTAD DE DERECHO
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN FORMATIVA

“FACTORES DETERMINANTES QUE INCIDEN EN EL DELITO DE LAVADO


DE ACTIVOS”

PRESENTEADO POR:

GARAY CHAVEZ, Annie

SANCHEZ NAPANGA, Katherin

YUPA HUAMANI, Yeraldine

CICLO:

VIII

DOCENTE:

DR. CASTILLA ANCHANTE, Percy E.

CHINCHA – PERÚ

2018

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Dedicatoria
Este trabajo está dedicado en
primer lugar, a Dios por ser
nuestra fuente de sabiduría e
inspiración. Está dedicado a
nuestros padres, por sus
muestras de amor y apoyo
constante. Y también
dedicamos este trabajo a
nuestro docente, el Dr. Percy
E. Castilla Anchante por
compartir con nosotras sus
conocimientos y experiencia
profesional.

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Índice
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 5
CAPÍTULO I: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.................................................... 6
1.1. Descripción de la realidad problemática ......................................................... 6
1.2. Formulación del problema .............................................................................. 6
1.2.1. Problema principal ................................................................................... 6
1.2.2. Problemas específicos............................................................................. 6
1.3. Objetivos de la investigación .......................................................................... 7
1.3.1. Objetivo principal ..................................................................................... 7
1.3.2. Objetivos específicos ............................................................................... 7
1.4. Justificación e importancia .............................................................................. 7
1.4.1. Justificación ............................................................................................. 7
1.4.2. Importancia .............................................................................................. 7
CAPÍTULO II: BASES TEÓRICOS DE LA INVESTIGACIÓN ...................................... 8
2.1. Antecedentes de la investigación.................................................................... 8
2.1.1. Antecedentes internacionales .................................................................. 8
2.1.2. Antecedentes nacionales ......................................................................... 9
CAPITULO III: MARCO TEÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN .................................... 12
3.1. Marco teórico de la investigación .................................................................. 12
3.1.1. Antecedentes históricos de la investigación ........................................... 12
3.1.1.1. Edad media .................................................................................... 12
3.1.1.2. Edad moderna ................................................................................ 13
3.1.1.3. Edad contemporánea ..................................................................... 13
3.1.2. Fundamentos teóricos ........................................................................... 14
3.1.2.1. Delimitación del delito de lavado de activos .................................... 14
3.1.2.2. Bien jurídico protegido .................................................................... 14
3.1.2.3. Sujetos del delito ............................................................................ 15
3.1.2.4. Tipo objetivo ................................................................................... 15
3.1.2.4.1. Conductas típicas ....................................................................... 15
3.1.2.4.2. Objeto material del delito ............................................................ 22
3.1.2.4.3. El delito precedente .................................................................... 25
3.1.2.5. Tipo subjetivo del lavado de activos ............................................... 30
3.1.2.6. Modus operandi .............................................................................. 37
3.1.2.7. La corrupción como delito precedente del lavado de activos .......... 39
3.1.2.7.1. Los enfoques de la corrupción .................................................... 40
3.1.2.7.2. Clases de corrupción .................................................................. 41

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3.1.2.7.3. Actores de la corrupción ............................................................. 41
3.1.2.8. La defraudación tributaria como delito precedente del lavado de
activos ………………………………………………...............................42
CAPITULO IV: MARCO LEGAL DE LA INVESTIGACIÓN ........................................ 44
4.1. Tratados internacionales............................................................................... 44
4.1.1. La convención de Viena de 1988 ........................................................... 44
4.1.2. Convención de Palermo – 2000 ................................................................. 45
4.2. Legislación en general .................................................................................. 46
4.2.1. Estructura del Decreto Legislativo Nº 1106 ............................................ 46
CONCLUSIONES ....................................................................................................... 55
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 56

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INTRODUCCIÓN

Evidentemente la curiosidad es aquello que compartimos los seres humanos,


la curiosidad nos motiva a investigar, y en el transcurso de dicho proceso descubrimos
algo adicional a lo que estábamos buscando y esto último convierte más emocionante
el camino del aprendizaje, y en esta ocasión es el estado en cual se encuentra el
presente equipo investigativo cuyos integrantes lo invitan a que se una a esta aventura
denominada ¿Cuáles son los Factores que intervienen en el delito de lavado de
activos en nuestro país? para alcanzar una respuesta a la anterior interrogante primero
conoceremos los antecedentes históricos del recurrente delito “Lavado de activos”,
para posteriormente enfocarnos en la definición del mismo hasta llegar a cada uno de
los instrumentos que nos permitirán saber cuándo los hechos de una persona pueden
ser sinónimo del delito en mención (bien jurídico protegido, el tipo objetivo, sujeto del
delito, entre otros.) y luego nos enfocaremos en los pasos que suele efectuar el actor
del delito, para que ello nos coloque en el panorama legislativo del mismo.

Después de un exhaustivo análisis descubriremos porque la corrupción y la


defraudación tributaria son factores determinantes en el delito de lavado de activos y
porque el anterior delito viene acompañado de lo económico y lo independiente.

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CAPÍTULO I: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1. Descripción de la realidad problemática

El lavado de activos se encuentra previsto en una ley penal especial: el


Decreto Legislativo 1106 del 19 de abril de 2012, denominado «Decreto de lucha
eficaz contra el lavado de activos y otros delitos relacionados a la minería ilegal y el
crimen organizado», este es un delito que consiste en la existencia de bienes o de un
patrimonio que no puede ser justificado con los ingresos de la persona investigada, es
decir, se genera a partir de la existencia de un desbalance patrimonial producida con
la realización de actividades ilícitas, el lavado de activos se vinculaba principalmente
con el delito del narcotráfico y tráfico ilícito de drogas, pero en la actualidad, con los
frutos de la globalización en el ámbito económico, tecnológico y social, el lavado de
activos es consecuencia de diversos delitos económicos, entre ellos la corrupción y la
defraudación tributaria.

Por consiguiente para producirse o se configure el tipo penal de lavado de


activos tiene que haber uno o varios delitos en prima facie, el cual haga presumir la
ilicitud del desbalance en el patrimonio de una persona, por ello la confirmación de ese
delito antecesor no es necesaria para dar inicio a la investigación de un sujeto por
lavado de activos, ya que su configuración es autónoma.

Sin embargo ¿cómo podríamos hablar de que el tipo penal de lavado de


activos es un delito independiente? Si el desbalance patrimonial injustificado de una
persona con certeza viene de actos ilícitos, es ahí el meollo del problema, que pasa
cuando el lavado de activos proviene de la corrupción o el fraude tributario, a menos
de que se tenga certeza del delito inicial no se puede procesar a la persona por
aquellos delitos, solo por el lavado de activos siempre y cuando no haya justificado la
desproporcionalidad de su patrimonio, para lo cual en nuestra actualidad viene siendo
complicado descubrir.

1.2. Formulación del problema


1.2.1. Problema principal
 ¿Cuáles son los factores determinantes que inciden en el delito de lavado de
activos en el Perú?
1.2.2. Problemas específicos
 La corrupción como factor determinante en el delito de lavado de activos.
 La defraudación tributaria como factor determinante en el delito de lavado de
activos.
 El lavado de activos como delito económico independiente.
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1.3. Objetivos de la investigación
1.3.1. Objetivo principal
 Determinar y analizar los factores que inciden en el delito de lavado de
activos.
1.3.2. Objetivos específicos
 Analizar el delito de corrupción como factor determinante en el delito de
lavado de activos.
 Analizar el delito de defraudación tributaria como factor determinante en el
delito de lavado de activos.
 Delimitar y analizar la naturaleza autónoma del delito de lavado de activos.
1.4. Justificación e importancia
1.4.1. Justificación

Nuestro tema se justifica por cuanto el lavado de dinero es uno de los


fenómenos criminales que ha concitado mayor atención en todo el mundo, tanto a
nivel de la determinación de políticas preventivas en el marco del sistema financiero,
como en la configuración y agravamiento de tipos delictivos y porque este fenómeno
ha influido en la aprobación de normas penales y leyes especiales para combatir este
tipo de criminalidad a través del sistema financiero y del sistema de represión penal.

1.4.2. Importancia

La importancia de nuestro tema de investigación radica en la delimitación de


los aspectos subjetivos y objetivos del delito de lavado de activos, y en los factores de
la corrupción y defraudación tributaria como delitos previos de este en aras de obtener
una mayor certeza respecto a su configuración y naturaleza jurídica pues el delito de
lavado de activos gracias a la globalización viene encabezando los noticieros
nacionales como internacionales.

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CAPÍTULO II: BASES TEÓRICOS DE LA INVESTIGACIÓN
2.1. Antecedentes de la investigación
2.1.1. Antecedentes internacionales

De México seleccionamos la tesis de Moran Torres, Enoc Francisco para


obtener el grado de Maestro en Fiscal, de la Universidad de Colima de junio 12 del
2006 titulada “El lavado de dinero, su entorno internacional y análisis de los
ordenamientos jurídicos que en México lo han previsto y sancionado”, en el cual
termina concluyendo que:

 El Grupo de Acción Financiera Internacional representa un ícono en la lucha


contra el lavado de dinero y son sus cuarenta recomendaciones las directrices
que diversos países tratan de seguir para sumarse al esfuerzo mundial. Pese
a la falta de aplicación exacta de dichas recomendaciones, éstas han
contribuido a mantener alertas las economías y los sistemas financieros de
los países vulnerables.
 No obstante, nuestro país en el ámbito legislativo ha sido de los países más
preocupados por prever y sancionar este delito, sus orígenes y
consecuencias, desafortunadamente ha omitido aplicar con firmeza sanciones
tendientes a evitar en mayor medida el uso de las instituciones financieras
para la consecución del Lavado de Dinero.
 Dicha falta de aplicación se puede inferir por innumerables factores, tal vez
entre ellos podamos contar los políticos, económicos y sociales. Puesto que
resulta por demás intolerante que un antijurídico de tal magnitud, no sea
atacado con la decisión necesaria para impedir que siga contaminando la
economía y proveyendo recursos a diversas actividades ilícitas origen y
destino, formando con ello un círculo vicioso, con la expectativa falsa para
muchos de llegar a ser un mal necesario.

De Ecuador tenemos la tesis de la Universidad de las Américas cuyo autor es


Rivera Carbo Daniel Fabrizio titulado “Estudio general del delito de lavado de activos
en el Derecho Penal Ecuatoriano y de sus nuevas formas de presentación” sustentado
para obtener el título de Abogado de los Tribunales y Juzgados de la República, en el
año 2011, en el cual se afirma que:

 El bien jurídico protegido dentro del delito de lavado de activos, es el orden


público socioeconómico del Estado según la Convención de Viena de la cual
somos suscriptores y de la cual el legislador quiso suponer, por tanto al ser
tan abstracto y poco definible su bien jurídico protegido, la ley que tipifica el
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delito debe ser específica y concreta, todo esto reviste de una particular
complejidad a este delito, complejidad que se ve reflejada en la dificultad para
detectarlo y sancionarlo, lo que constituye una puerta de escape para los
involucrados en el lavado de activos.
 El control bancario dentro de este delito tiene gran importancia, ya que la
mayoría de operaciones de lavado de activos conllevan la necesidad de
utilizar instituciones financieras y de seguros mediante el uso de su banca
tradicional y actualmente con más auge la banca electrónica para insertar
dicho dinero en el curso legal de un país, por tanto la Superintendencia de
Bancos y Seguros es el organismo llamado a capacitarse en esta materia y
así contar con profesionales especialistas que puedan realizar reportes de
transacciones inusuales que permitan una posterior persecución del delito.
 La Unidad de Análisis Financiero, creada a partir de la Ley de Prevención,
Detección, y Erradicación del Delito de Lavado de Activos y del
Financiamiento de Delitos, es una entidad nueva a la cual se le ha
encomendado una gran tarea, por tanto necesita de apoyo económico e
internacional en especial de sus similares en otros países. Cabe señalar que
la poca productividad de este organismo, fue señalada en recientes
declaraciones internacionales por el Grupo de Acción Financiera
Internacional, lo que desencadenó una crisis interna en el país.
 Las Instituciones Financieras necesitan crear una política donde prime la
implementación de políticas “conozca a su cliente”, que los lleve a interactuar
con quienes realizan las transacciones financieras y detectar operaciones
sospechosas para dar alerta de las transacciones que realizan estos
individuos a la Unidad de Análisis Financiero.
 La investigación dentro del lavado de activos levanta totalmente el sigilo
bancario, en una contraposición de intereses, el interés común de velar por el
Estado, al perseguir este delito de gran interés socioeconómico por encima
del interés personal del cliente de mantener la privacidad de su información
financiera.
 La Fuga de Capitales envía hacia el exterior activos muchas veces ilícitos,
violando normas de carácter tributario y convirtiéndose en un enemigo reacio
de la política de lucha en contra el delito de lavado de activos, conjuntamente
con las transferencias electrónicas desde y hacia el país; así como del
nuestro hacia paraísos fiscales destino final de estos dineros provenientes del
lavado de activos.
2.1.2. Antecedentes nacionales

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Como antecedentes nacionales tenemos las tesis de pregrado titulada
“Normativa de lavado de activos y su relación con la defraudación tributaria” elaborado
por Ponce Maluquish, Luisa Gabriela sustentada en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos el 21 de julio del 2017, en esta tesis la autora llega a las siguientes
conclusiones:

 Se determinó que si existe una relación entre el nivel de vulnerabilidad de la


normativa de lavado de activos en cuanto a la identificación del cliente y la
defraudación tributaria, y es de significancia moderada, debido a que la
defraudación tributaria es bajo y positivo (r=0.184), es decir se presenta un
riesgo moderado de cometer defraudación tributaria, explicado por el
ocultamiento de la identidad del contribuyente, mediante empresas de
fachada.
 Se encontró que si existe una relación entre el nivel de vulnerabilidad de la
normativa de lavado de activos en cuanto al registro de operaciones y la
defraudación tributaria, y es bajo y positivo (r=0.128), esto no evita que exista
un riesgo moderado de cometer defraudación tributaria en el Perú.
 Se encontró que si existe una relación entre el nivel de vulnerabilidad de la
normativa de lavado de activos en cuanto al reporte de operaciones
sospechosas y la defraudación tributaria, y es alto y positivo (r=0.98), es decir
el riesgo es alto de cometer defraudación tributaria.

En la tesis para ostentar el título de Bachiller en Derecho titulado “Delito de


lavado de activos como vulneración del orden socioeconómico” del autor Ríos
Crisóstomo, Ángel Antonio en la Universidad Nacional de la Amazonia Peruana –
UNAP el 15 de agosto del 2017, afirma que se:

 Busca uniformizar los criterios doctrinales y jurisprudenciales, respecto de


cuál es el bien jurídico protegido en el delito de lavado de activos. Con el fin
de consensuar, respecto al bien jurídico protegido en el delito de lavado de
activos, para así conseguir una mejor y eficaz administración de justicia, con
el cabal entendimiento del sentido constitucional de esta norma.
 Concluye definiendo el delito de lavado de activos, cualquier estudio
relacionado a este, en nuestra legislación no puede desligarse de los factores
criminológicos que explican sus causas y formas de aparición, en especial de
su estrecha relación en el complejo mundo de la criminalidad organizada.
 Aclara que la función esencial del derecho penal, es la protección de bienes
jurídicos, denominación técnica que alude a aquellos bienes y valores,

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personales y sociales, imprescindibles para el desarrollo de la vida
comunitaria del ser humano en sociedad, considera además que determinar
el bien jurídico protegido en el delito de lavado de activos resulta necesario
tener en consideración la autonomía regulativa que el legislador penal le ha
dado a este delito.
 Por último, menciona de manera subsidiaria, la estabilidad y solidez del
sistema financiero, también se ve afectado.

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CAPITULO III: MARCO TEÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN
3.1. Marco teórico de la investigación
3.1.1. Antecedentes históricos de la investigación

La historia del lavado de activo se remonta desde la antigüedad, muchos


conocedores del tema consideran que este existe desde que apareció el dinero y con
la necesidad de ocultar la existencia de diversas transacciones, ya sea de índole de
políticas, comerciales o de otro tipo. Encontramos las siguientes etapas:

3.1.1.1. Edad media

La iglesia católica considero a la usura no solo como un delito sino que para
ellos este también era considero como un pecado mortal; en esta época los
mercaderes y prestamistas convertían sus ganancias obtenidas provenientes de la
usura, en ganancias licitas. La usura en esa época estaba referido a todo el pago de
intereses que recibían los mercaderes y prestamistas por los préstamos que otorgaban
, sus objetivos en ese momento era desaparecer totalmente los cobros por concepto
de interés o al menos hacerlos aparentar algo que en verdad no eran.

Esta artimaña podía llevarse acabo de diversas maneras, por ejemplo cuando
los cuando los mercaderes negociaban pagos a distancia; se les ocurría elevar
artificialmente los tipos de cambio para que cubrieran al mismo tiempo el pago de los
intereses.

En otro caso, alegaban que los intereses cobrados no eran sino una prima
especial cobrada para compensar el riesgo; disfrazaban los intereses en forma de
penalidad cobrada por la mora en el pago, conviniendo el prestamista y el prestatario
por adelantado en la mora en que el incurría; pretendían que los pagos de intereses no
eran sino beneficios recurriendo a artificios similares a lo que hoy en la actualidad lo
llamarían empresas de pantalla es decir que no tengan función real. Los banqueros y
mercaderes pronto encontraron la manera de disfrazar la usura camuflando el interés,
diciendo que el dinero provenía de un donativo voluntario del prestatario o que
provenía de una multa cobrada por no haber sido devuelto el dinero en el plazo
convenido.

A veces la usura se disfrazaba de tal forma que era imposible descubrirla


como el caso de letras de cambio falsas, que mencionaban operaciones de cambio
que no se habían efectuado realmente, en fin los mercaderes y prestamistas realizan
todo tipo de truco con el fin de engañar a la autoridades eclesiásticas.

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3.1.1.2. Edad moderna

Durante esta época los piratas se transformaron en pioneros en la práctica del


lavado de oro obtenido en los ataques a las naves comerciales europeas que
surcaban el Atlántico entre los siglos XVI y XVIII. A la piratería clásica se añadieron las
prácticas de los bucaneros y filibusteros ayudados encubiertamente por determinados
gobiernos europeos.

Los piratas en esa época atacaban constantemente especialmente a


galeones españoles que trasportaban oro, este provoco que ocultaran todo lo que
tenían productos de sus asaltos cometidos. También había puertos que
abiertamente ofrecían su hospitalidad a los piratas por disfrutar del dinero que
gastaban, pero a la hora de retirarse de sus actividades, los piratas buscaban a
menudo refugio en el extranjero. Ciertas ciudades soberanas del Mediterráneo
competían entre sí, al igual que los países que hoy en día ofrecen refugios financieros
por ofrecer residencia a los piratas y a su dinero de mal haber. Al mismo tiempo, los
piratas en ocasiones utilizaban su botín para comprar perdones que les permitieran
retornar a su país de origen.

3.1.1.3. Edad contemporánea

Durante esta etapa el lavado de dinero fue perfeccionándose con el pasar de


los años, en los años 20 las mafias norteamericanas crearon una red de lavanderías
para esconder la procedencia ilícita del dinero conseguido a través de sus actividades
criminales. Los diversos mecanismos consistían en presentar las ganancias
procedentes de actividades ilícitas como procedentes del negocio de lavanderías,
dado que la mayoría de los pagos en las lavanderías se hacía en metálico, resultaba
muy difícil distinguir que dinero procedía de la extorsión, tráfico de armas, alcohol y
prostitución y cual procedía del negocio legal.

Antiguamente los delincuentes adquirían servicios que eran pagados con


dinero en metálicos. Frecuentemente adquirían lavanderías, servicios de lavados de
coches, sin menoscabar que las empresas de expendedores automáticos y otros
negocios, les daban igualmente utilidades. La finalidad se ceñía a la posibilidad de
mezclar fondos legales con dinero sucio o ilegal, a fin de declarar sus ingresos totales
como ganancias de sus negocias lícitos. En los años setenta con la vista puesta en el
narcotráfico se advirtió de nuevo el fenómeno del blanqueo de dinero. La recaudación
de la venta de droga era depositada en los bancos sin ningún tipo de control. Una vez

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introducido el dinero en los sistemas financieros oficiales se movía fácilmente por el
circuito formal.

En la actualidad el lavado de dinero se ha vuelto un problema mundial,


afectando el orden económico de los países en los que se comete.

3.1.2. Fundamentos teóricos


3.1.2.1. Delimitación del delito de lavado de activos

Este viene a ser todo los actos, operaciones o procedimientos llevados


acabos por las personas para dar una apariencia de legitimidad a sus bienes o
capitales que tienen un origen ilícito. Esté constituye en la actualidad un delito de la
criminalidad organizada por el trato de cambiar el dinero ilícito y hacerlo pasar como
licito transfiriéndolo por cada sistema financiero con tal que no se descubra su
naturaleza oscura, en otras palabras es el método que se buscar para eliminar el
historial del dinero obtenidos sin esfuerzos, cambiar de dinero sucio o manchado en
dinero limpio.

Este delito se configura a través de procedimientos mediante el cual se


buscar dar apariencia a la ilicitud del dinero derivados de actividades o actos delictivos
queriendo romper con ello el vínculo del origen criminal o toda huella y rastro de su
procedencia , todo ello para evitar su descubrimiento, incautación o decomiso . El
lavado de activos incluye aspectos como adquirir, custodiar, invertir, transformar,
transportar o comercializar bienes o dinero ilícitos

Entonces de la definición presentada podría decirse que el delito de lavado de


activos tiene como característica, la de integrarse al sistema u orden económico
mediante la figura de legalidad.

3.1.2.2. Bien jurídico protegido

El bien jurídico protegido de este injusto penal posee un carácter


supraindividual (institucional o colectivo) por lo que su ámbito y contenido no resulta de
fácil determinación o delimitación. Hemos identificado que el bien jurídico tutelado en
estos tipos de delitos vendría ser el orden socioeconómico como bien jurídico
inmediato, este está referido al interés que tiene nuestro Estado para la conservación
del control económico legal así como también los intereses del ciudadano en la
variedad de actividades llevadas a cabo y estén relacionados al dinero. Vinculados al
bien jurídico mediato “orden o Sistema económico” aparecen otros bienes jurídicos

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inmediatos tales como: La Libre Competencia y Administración de Justicia que no
aparecen incorporados al tipo de injusto de la infracción correspondiente.

3.1.2.3. Sujetos del delito


 Sujeto Agente: Puede ser cualquier persona, hombre o mujer imputables,
como el receptador, socios, entidades de crédito, personas jurídicas
empresariales.
 Sujeto Pasivo: En este caso es la sociedad y el Estado como titular de la
salud pública y del orden financiero y monetario, que dirige la actividad
económica del país, así como las actividades económicas.
3.1.2.4. Tipo objetivo
3.1.2.4.1. Conductas típicas

Teniendo en cuenta la evolución de estos antecedentes, el D. Leg. N° 1106


reproduce en buena cuenta el tipo objetivo de los actos de conversión y transferencia
(art. 1), y ocultamiento y tenencia (art. 2), de su antecedente inmediato, los arts. 1 y 2
de la Ley N° 27765, previendo incluso la misma sanción de pena privativa de libertad
de 8 a 15 años y 120 a 350 días‐multa. A su vez, se ha independizado del art. 2 de la
Ley N° 27765, conforme al texto reformado por el art. único del D. Leg. N° 986 de
22.7.07, los actos de transporte dentro y fuera del territorio nacional de dinero o títulos
valores de origen ilícito, los que han pasado a formar parte de una nueva modalidad
específica de lavado de activos regulada ahora por el nuevo art. 3 del. D. Leg. N°
1106. La consideración de este “nuevo delito” como una modalidad de blanqueo de
capitales, concuerda con la decisión del legislador de establecer la misma escala de
penas que la prevista para los actos de conversión y transferencia, y ocultamiento y
tenencia.

Los actos de conversión equivalen a la mutación del objeto material del delito,
los bienes, efectos, ganancias, activos en general, se “lavan” mediante conversión
cuando el autor los transforma en otros. Ello implica “transformar una cosa en otra,
sustituir una cosa por otra para hacer desaparecer la que tenía su origen en el delito
grave y traer en su lugar otra total o parcialmente distinta de origen completamente
lícito o aparentemente lícito”. Es indiferente si la conversión es reversible o no. La
conversión puede ser material, por ejemplo, la fundición de joyas de oro en una barra
o lingote de oro, y tales supuestos pueden darse por adición o supresión de una parte
de la cosa. También puede ser inmaterial o ideal, por ejemplo, el depósito de dinero en
efectivo en un banco se transforma en un crédito contra la cuenta o un apunte
contable, o la adquisición de bienes muebles o inmuebles con dinero en efectivo de

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origen delictivo. Como corolario de lo anterior, debe aceptarse que los bienes pueden
ser convertidos en otros de igual (conversión impropia) o de distinta naturaleza
(conversión propia), ejemplo de lo primero es el cambio de billetes de baja
denominación por otros de alta denominación, y ejemplo de lo segundo es la compra
de acciones en la bolsa de valores con un cheque de gerencia adquirido en un banco
con dinero en efectivo de origen ilícito.

Se ha sostenido que los actos de conversión corresponden en general a la


llamada primera etapa de “inversión”, “ocultación” o “colocación” del blanqueo de
capitales, lo que conllevaría a calificar como actos de conversión las sucesivas
transformaciones del bien, aun cuando el bien originario ya haya desaparecido o no
quede nada de él tras esa cadena de transformaciones. Sin embargo, debe tenerse en
cuenta las dificultades para deslindar el proceso de reciclaje en periodos diferentes, y
“la mayor complejidad que entraña la subsunción de cada comportamiento en una fase
del itinerario blanqueador”. Y es que, en estricto, desde la Convención de Viena de
1988, los tipos penales de lavado de activos han sido configurados con una
orientación omnicomprensiva que conduce a una inevitable superposición de
conductas que impide deslindar plenamente, por ejemplo, con todas las exigencias de
una dogmática acorde con el principio de certeza, entre actos de “conversión” y actos
de “transferencia”. Una expresión de dicha ausencia de claridad estriba en la propia
definición de actos de “sustitución” y a su consideración como actos de “conversión” o
de “transferencia”. Lo mismo sucede respecto a si la transferencia de bienes a título
oneroso no debiera considerarse como un acto de “conversión” sino de “transferencia”,
o si el caso en que un bien circula en el mercado sin cambio de titularidad no configura
una conducta de “transferencia” sino de “conversión”. Ante ello, es lugar común entre
los penalistas sostener que se trata de cuestiones teóricas sin efecto práctico, en la
medida que bajo una expresión u otra la ley penal ya abarca estos supuestos. Pero
ello a mi juicio es un error si tenemos en cuenta la garantía de imputación necesaria
que, como expresión suprema del derecho de defensa, demanda que ya desde la
actividad investigativa del Ministerio Público, el imputado conozca con precisión los
hechos atribuidos y la correspondiente subsunción típica, con el detalle de la concreta
modalidad o conducta investigada.

El art. 1 del D. Leg. N° 1106 sanciona también los actos de transferencia, que
involucran tanto la “transmisión de bienes” como el traslado de los mismos. La
transmisión implica “la salida de los bienes del propio patrimonio, para incrementar el
de otra persona”, como corolario, la transmisión de bienes al mismo titular, es decir
una transferencia entre cuentas propias, por ejemplo, no configura un acto de

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“transferencia” sino de “conversión” de activos en el contexto del art. 1 del D. Leg. N°
1106. Dado que la transmisión “se produce mediante cualquier forma de transferencia,
cesión o traspaso de los capitales a terceras personas”, esa transmisión puede darse
a título gratuito u oneroso, y puede implicar la transferencia del dominio o propiedad,
de la posesión o de la simple tenencia. Esto último importa un distanciamiento de
aquél sector de la doctrina española que traslada a la dogmática del lavado de activos
el concepto de transmisión del derecho civil, entendida “como traspaso de derechos
sobre los bienes”, es decir la cesión del dominio sobre los bienes de un patrimonio
para integrarlos a la esfera jurídica de un tercero, lo que dicho de otra manera y
llevado al extremo implicaría que el autor del delito deba ostentar la propiedad sobre el
bien y transmitir ese derecho de propiedad. Bajo ese entendimiento se restringiría de
modo ostensible la criminalización del lavado de activos, al no encontrar asidero típico
los actos de transferencia de posesión o de la mera tenencia sobre los bienes, o los
casos en que el autor ostenta únicamente un poder fáctico de disposición sin un título
de propiedad, vacíos que en la regulación española son cubiertos por la fórmula
abierta “o realice cualquier otro acto para ocultar o encubrir su origen ilícito” del art.
301.1 del CP español, salida que no se contempla en la regulación peruana. Esta
limitación interpretativa no puede superarse con la simple exigencia de que los actos
de transferencia ostenten apariencia de legalidad desde el punto de vista jurídico‐civil,
ello sólo incide en las posibilidades de éxito de una conducta de blanqueamiento, en la
idoneidad del riesgo creado por el autor, pues una mayor apariencia de legalidad
conlleva mayores posibilidades de diluir el origen ilícito de los activos.

Se trata más bien de asumir una concepción amplia del concepto de


“transferencia” utilizado por el legislador peruano, a fin de abarcar la mayor cantidad
de supuestos relacionados con la llamada etapa de intercalación o estratificación del
lavado de activos, en el que se producen múltiples y sucesivas transacciones para
ocultar aún más el origen delictivo de los bienes, entre ellas las que no importan el
traslado del dominio, como sucede con la transmisión de la posesión o la tenencia.
Puede sostenerse por ello, desde la perspectiva de la legislación peruana, un
concepto penal de transferencia que abarque tanto los casos de transmisión material o
fáctica, como la llamada transmisión jurídica, siempre que exista poder de disposición.
La transmisión jurídica supone el cambio de titularidad o legitimación en el ejercicio de
un derecho, o simplemente la transmisión de los derechos que se tiene sobre los
bienes, como se aprecia en una transferencia electrónica de fondos a través del
sistema financiero y en favor de un tercero.

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En cuanto a la transmisión material o fáctica, entendida como el transporte,
traslado o remisión física de bienes de un lugar a otro, al margen del debate antes
referido sobre los alcances del concepto de transmisión, la doctrina en general suele
incluirlo dentro del concepto general de transferencia que usa la legislación nacional.
Se ha criticado por ello que la reforma del art. 2 de la Ley N° 27765, a través del D.
Leg. N° 986, hubiere incorporado en el año 2007 dentro del tipo de “ocultamiento y
tenencia” la punición de quien “transporta dentro del territorio de la República o
introduce o retira del mismo” activos de origen delictivo, dado que tales supuestos
equivalen, al menos en parte como veremos luego, a auténticas conductas de
conversión o transferencia que habrían tenido mejor asidero en el art. 1 de la Ley N°
27765. El D. Leg. N° 1106 ha corregido esta inconsistencia, el nuevo art. 3 sanciona
de modo independiente el “Transporte, traslado, ingreso o salida del territorio nacional
de dinero o títulos valores de origen ilícito”, con lo que el transporte de otros bienes,
distintos al dinero o títulos valores, quedará abarcado por el art. 1 del D. Leg. N° 1106
que criminaliza la conversión y transferencia, aunque también, y como se detallará
más adelante, por el art. 2 en tanto sanciona los actos de posesión.

Las conductas típicas reunidas bajo el nombre “actos de ocultación y


tenencia” están recogidas en el art. 2 del D. Leg. N° 1106 a través de ocho verbos
típicos, se incluyen los actos de “adquirir”, “utilizar”, “guardar”, “administrar”,
“custodiar”, “recibir”, “ocultar” y “mantener en su poder” los activos de origen ilícito. El
texto original del art. 2 de la Ley N° 27765 recogía las mismas conductas, excepto la
administración que fue incorporada en el año 2007 a través del D. Leg. N° 986. A
diferencia del tipo de conversión y transferencia del art. 1, el amplio casuismo del
delito de ocultamiento y tenencia del art. 2 deriva del mismo carácter que tiene el art.
3.1 literales b.ii y c.i de la Convención de Viena de 1988 y que menciona las conductas
de “ocultamiento”, “encubrimiento”, “adquisición”, “posesión” y “utilización”. El art. 6.1
literales a.ii y b.i de la Convención de Palermo de 2000 recoge las mismas conductas,
excepto el “encubrimiento” que la reemplaza por “disimulación”, supuesto que tampoco
ha sido contemplado por la regulación peruana.

Como es evidente, las conductas tipificadas van más allá de los actos de
conversión y transferencia, seguramente porque la orientación político criminal es
abarcar los principales supuestos que se dan en la llamada etapa de integración del
lavado de activos, pues se trata de conductas que se dan una vez que los activos han
adquirido una ficticia apariencia de legalidad producto de anteriores actos de
conversión o transferencia. Según el grado de injerencia del autor del delito sobre los
bienes lavados, es posible identificar cuatro grupos de comportamientos: a) adquirir, b)

18
recibir, mantener en su poder, c) guardar, custodiar y ocultar, y d) utilizar y administrar.
En estricto, sólo los supuestos del grupo b) corresponden a la tenencia, pero en
sentido amplio suele considerarse como tenencia todos los casos del art. 2 salvo el de
ocultamiento. La adquisición supone la incorporación del bien a un nuevo patrimonio
por medio de cualquier título, oneroso o gratuito, es en parte la faceta contraria de los
actos de transferencia, “Adquisición y transmisión parecen contemplar los dos
extremos de un mismo desplazamiento patrimonial”. Pero a diferencia de los actos de
transferencia que involucran la transmisión de propiedad, posesión o tenencia, la
adquisición se limita sólo a las que involucran la propiedad, aunque por cualquier
título, aquellas que signifiquen la adquisición de la posesión o la tenencia ya están
cubiertas por los verbos típicos “recibir” y “mantener en su poder”, según el caso.

Los actos de recibir y mantener en su poder tienen en común que dan lugar a
situaciones en las que el autor ejerce el poder fáctico sobre la cosa. La recepción sólo
implica el inicio de la tenencia material y efectiva, transitoria o permanente, del bien de
origen delictivo, se trata de un delito instantáneo (“recibir”) a raíz del cual se dará paso
a otros comportamientos típicos como la posesión, administración, ocultamiento,
transmisión, etc. A su vez, la conducta de “mantener en su poder” incorpora desde la
simple tenencia del Derecho civil clásico, hasta la posesión del bien que corresponde
con el ejercicio fáctico de los atributos de la propiedad, como señala el art. 896 del
Código Civil. El verbo “mantener” conlleva a que estemos ante una conducta de tracto
sucesivo, ante un delito permanente. Así, no puede asumirse ni es necesaria una
diferencia subjetiva entre “recibir” y “mantener en su poder”.

La guarda, custodia u ocultamiento presuponen la tenencia o posesión del


bien. En tales casos el agente no se limita a tener el bien a su disposición, sino que
realiza determinadas prestaciones de hacer, de diferente grado, con el objeto de
mantener o conservar el bien al margen de los riesgos habituales del entorno social
(pérdida, sustracción, robo, deterioro) y legal (decomisos, incautaciones, etc.). Guardar
involucra actos externos de protección física del bien, sin necesidad de ocultarlo, es
poner los activos a salvo de los riesgos que pueden perjudicar su existencia o valor.
En la custodia el autor va más allá, si bien no ejerce en estrictos actos de dominio ni
posesión, ejecuta actos de vigilancia, cuidado y control sobre los bienes para que no
se perjudiquen. En relación a los actos de ocultamiento, conforme al art. 2 del D. Leg.
N° 1106 éstos deben recaer sobre los bienes de origen ilícito, y deben ser idóneos
para evitar la identificación de su origen, su incautación o decomiso, por ese motivo se
considera que no sólo involucran el ocultamiento físico del bien, sino también el
contable o jurídico, lo que da cabida a las modalidades de ocultamiento previstas en la

19
Convención de Viena, que describe acciones que no afectan directamente a un bien,
sino que ocultan o encubren algunas características relativas a los bienes, entre ellas
la naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento, propiedad o derechos relativos a
ellos.

El último grupo de los llamados actos de “tenencia” en sentido amplio


compete a las conductas de “utilizar” y “administrar”, aquí el común denominador es
que estamos ante comportamientos de explotación o aprovechamiento del bien. Sobre
el primero de ellos, se descartan de plano los usos socialmente adecuados que no
tienen por finalidad ocultar los activos de origen delictivo, y suele recurrirse a una
interpretación gramatical, en la medida que la Real Academia de la Lengua Española
define “utilizar” como “aprovecharse de algo”, entonces no se alude al simple uso de
bien derivado de un delito anterior, es necesario que el autor “le saque provecho,
sacarle el máximo rendimiento para sí o para un tercero y, en esos términos, también
debe suponer un incremento patrimonial”, se trata por lo tanto de un uso en sentido
amplio que incorpora la noción de disfrute o usufructo del bien, sin que ello implique
asumir la concepción civil de uso, disfrute o usufructo porque estamos ante conductas
per se ilícitas.

El mismo principio debe aplicarse para la interpretación de la conducta de


“administrar”, no se trata aquí de la asunción de una posición de garante frente al
patrimonio ajeno de modo que se reprima la administración infiel del gerente general,
el director o el CEO de una empresa. En el contexto del lavado de activos la
administración ilícita corresponde a los actos de gestión o manejo, de iure o de facto,
del patrimonio propio o ajeno que tiene un origen delictivo, de manera que no existe
énfasis alguno en la diligencia del gestor para manejar el objeto ajeno a favor de
terceros, sino en la violación del deber de no introducir en el circuito comercial bienes
de gestación ilícita, deber que en muchos casos es previo al derecho penal. Me refiero
con ello a los llamados sujetos obligados, como los bancos, las financieras, las
agencias de viaje, las empresas mineras, etc., que han sido identificados por la
regulación administrativa, el sistema de prevención del lavado de activos y
financiamiento del terrorismo, como actores en el mercado propensos a mantener
contactos comerciales habituales con verdaderos o potenciales lavadores de activos,
razón por la cual la regulación impone deberes específicos, un deber o posición de
garante, a la gerencia y al directorio de los sujetos obligados, como nombrar un oficial
de cumplimiento, implementar un sistema de prevención del lavado de activos y
reportar a la UIF‐Perú las operaciones sospechosas que se detecten. Entendido de
esa manera, los actos de administración pueden involucrar la ordenación y

20
organización de los bienes, así como la optimización de su rendimiento, de las
cualidades y los provechos que de él se pudieran obtener. Pero en la medida que los
actos de administración pueden superponerse a otras conductas ya tipificadas de
modo específico como actos de conversión o transferencia, ocultamiento o tenencia, la
función político criminal del verbo típico “administrar” no puede ser otra que llenar los
vacíos de punición, cumpliendo por ende una función residual.

Finalmente, en lo que respecta a las conductas típicas, debe tenerse en


cuenta que la nueva regulación administrativa, también reformada recientemente, ha
ratificado por una parte la conocida obligación de declarar el ingreso o salida del país
de dinero en efectivo o instrumentos financieros negociables emitidos “al portador” por
sumas superiores a US$10.000,00 (diez mil y 00/100 dólares americanos) o su
equivalente en moneda nacional u otra extranjera. Asimismo, impone la prohibición de
transportar dinero en efectivo o instrumentos financieros negociables emitidos “al
portador”, cuando se trata de sumas superiores a US$30.000,00 (treinta mil y 00/100
dólares americanos) o su equivalente en moneda nacional u otra extranjera. Se prevé
un conjunto de sanciones administrativas para la infracción de estas reglas, y se
establece que el infractor/portador deberá acreditar ante la Unidad de Inteligencia
Financiera del Perú, el origen lícito del dinero o instrumentos financieros en el término
de 72 horas desde la retención, y que en caso contrario se considerará tal omisión
como “indicio de la comisión del delito de lavado de activos, sin perjuicio de la
comisión de otros delitos”, como podría ser el caso del ilícito de falsa declaración en
procedimiento administrativo del art. 411 del Código Penal o alguna de las formas de
delito tributario que tipifica el D. Leg. N° 813.

Solo la puesta en vigencia de este nuevo régimen administrativo parece


explicar por qué el legislador ha incorporado, en el art. 3 del D. Leg. N° 1106, un
“nuevo tipo penal” bajo el rótulo “transporte, traslado, ingreso o salida por territorio
nacional de dinero o títulos valores de origen ilícito”, que en parte corresponde a los
actos de transferencia tipificados en el art. 1. Si se tiene en cuenta que la pena
prevista en los arts. 1 y 3 es la misma, la criminalización específica prevista en éste
último sería en consecuencia superflua. Sin embargo, como también se ha explicado
anteriormente, el traslado o transmisión de bienes tipificado por el art. 1 debe darse
siempre a favor de un tercero, a título gratuito u oneroso, e implica el traslado de la
propiedad, la posesión o la simple tenencia del bien, de manera que el art. 1 sanciona
en estricto los actos de transporte realizados a favor de terceros. La conducta de
transportar bienes propios tendrá relevancia penal en el marco del art. 2 porque
corresponde a los actos de posesión que se incardinan en el concepto “mantener en

21
su poder”, como se ha detallado antes. Bajo estas premisas, todo el contenido del art.
3 tiene cabida como actos de transferencia o de posesión de bienes de origen ilícito,
pero en la medida que el legislador ha impuesto una criminalización específica para el
transporte de dinero o títulos valores, entonces el reconocimiento de su propio
contenido típico viene impuesto por el principio de especialidad. Como corolario, el
transporte o traslado de bienes inmuebles –en los términos de la ley civil‐ que pueden
ser llevados de un lugar a otro, como una nave o aeronave, o de bienes muebles
diferentes al dinero o títulos valores que también sean susceptibles de ser movilizados,
siempre de origen ilícito, tiene relevancia típica dentro de los alcances de los arts. 1 y
2, según el traslado se ejecute en favor de un tercero o se trate de bienes propios,
respectivamente.

3.1.2.4.2. Objeto material del delito

En cuanto al objeto material del delito el D. Leg. N° 1106, al igual que la Ley
N° 27765, recurre desde el nombre de la Ley al término general “activos” (“lavado de
activos”), y de modo específico los arts. 1 y 2 del D. Leg. N° 1106 se refieren en
común al “dinero, bienes, efectos o ganancias”, y el art. 3, como se acaba de ver,
establece como objeto el “dinero o valores”. En cuanto a la característica esencial de
estos activos, los arts. 1, 2 y 3 indican que éstos deben tener “origen ilícito”, el art. 10
pf. 1 relativo a la autonomía del delito de lavado de activos dice que deben ser
“producto” de actividades criminales (“actividades criminales que produjeron”), los pf. 2
y 3 se refieren a los ilícitos que generan activos (“generar ganancias ilegales”,
“actividades criminales generadoras”), mientras que al regular las agravantes el art. 4
pf. 2 señala que los bienes, etc., deben “provenir” de la minería ilegal, etc. En suma,
para la Ley se trata de activos que deben provenir o haberse originado, producido o
generado en actividades delictivas.

Este innecesario casuismo para definir el objeto material no solo contrasta por
ejemplo con regulaciones como la del CP español que en la definición del tipo básico
de blanqueo de capitales se refiere en general a “bienes” que “tienen su origen en una
actividad delictiva” (art. 301.1), sino además con la regulación supranacional y
nacional. En cuanto a la primera, el art. 3 de la Convención de Viena concreta el objeto
material sólo con la expresión “bienes” y los define en el art. 1 como “los activos de
cualquier tipo, corporales o incorporales, muebles o raíces, tangibles o intangibles, y
los documentos o instrumentos legales que acreditan la propiedad u otros derechos
sobre dichos activos”, tales bienes deben provenir o ser producto de un delito, es decir
que se trata de “bienes obtenidos o derivados directa o indirectamente de la comisión

22
de un delito”. De modo semejante, el art. 6 de la Convención de Palermo refiere que el
blanqueo debe recaer sobre “bienes” que “son producto del delito”, conceptos que
define, casi en los mismos términos que la Convención de Viena, en el art. 2 literales
d) y e).

Respecto a la regulación nacional, los términos usados para concretar el


objeto material del lavado de activos tampoco coinciden con los previstos en el art. 102
del CP, modificado por el art. único del D. Leg. N° 982 de 22.7.07, que extiende el
decomiso a los “objetos de la infracción penal”, los “instrumentos con los que se
hubiere cometido” y a los “efectos, sean éstos bienes, dinero, ganancias o cualquier
producto proveniente de dicha infracción”. Tampoco se guarda homogeneidad con la
regulación de la incautación del art. 316.1 del Código Procesal Penal de 2004 que se
refiere a los “efectos provenientes de la infracción penal”, “los instrumentos con que se
hubiere ejecutado”, “así como los objetos del delito”. La relevancia de estas
comparaciones cobra mayor sentido al apreciarse que el art. 9 del. D. Leg. N° 1106
establece que el Juez ordenará en todos los casos de lavado de activos la incautación
o el decomiso del dinero, bienes, efectos o ganancias involucrados, conforme a las
reglas del art. 102 del CP.

Estas diferencias, cuando no inconsistencias de la regulación, no han sido


suficientemente advertidas por la doctrina nacional. Así por ejemplo, no parece existir
un argumento sólido para entender que los instrumentos del delito previo (instrumenta
sceleris), es decir los objetos que, puestos en una relación de medio a fin con la
infracción, hayan servido para su ejecución o para su preparación, puedan
considerarse como objeto material de lavado de activos, lo que no enerva la necesidad
de que conforme al art. 102 del CP dichos instrumentos deban ser incautados y
decomisados en el proceso que se instaure por el delito precedente, o incluso sean
objeto de un proceso de pérdida de dominio en aplicación del art. 2.1 del nuevo D.
Leg. N° 1104 de 19.4.12.

De hecho, la propia legislación sobre pérdida de dominio define en la


Disposición Complementaria Final Duodécima literal b), los “Instrumentos del delito”
como los “Bienes o medios utilizados o destinados a ser utilizados, de cualquier forma,
en su totalidad o en parte, a cometer o intentar cometer el delito”, y lo hace
diferenciándolo del “objeto del delito” (literal a), los “efectos del delito” (literal c) y “las
ganancias del delito” (literal d). Efectivamente, la Ley de Pérdida de Dominio define el
objeto como los “bienes muebles o inmuebles sobre los que recae el delito”, los
efectos son los “Bienes muebles, inmuebles, semovientes y otros animales

23
directamente derivados de la acción delictiva” (sic) y las ganancias “Los efectos
mediatos o indirectos del delito, es decir los frutos y rentas de éste”. Estos conceptos,
si bien son ilustrativos para la interpretación del objeto de la conducta de lavado, son
imprecisos frente a los alcances que la doctrina suele asignar a estas expresiones.

Y es que, a nuestro entender, ya el concepto de bienes abarca tanto la noción


de dinero, como de efectos y ganancias, lo que se aprecia con claridad en las amplias
definiciones previstas en las Convenciones de Viena y de Palermo. Conforme al texto
de la Ley, el avado de activos puede recaer sobre el dinero que es una clase de bien
mueble y corresponde a toda forma de cash o efectivo, nacional o extranjero, en
moneda o billetes. También puede cometerse sobre los efectos o producto del delito
(producta sceleris) que comprende los objetos o bienes que hayan sido producidos
mediante la acción delictiva, por ejemplo, una máquina fabricada violando una patente,
el oro extraído mediante la minería ilegal, etc. Pueden lavarse igualmente las
ganancias del delito (scelere quasita), definida como todo beneficio o ventaja
económica, un bien desde luego, que obtiene el autor con la ejecución del delito. Con
todo, puede ser objeto de lavado cualquier bien que haya sido directamente generado
por la comisión de un delito anterior como el producto del delito, el beneficio, la utilidad
o la ganancia, incluyendo entre éstas últimas el precio, la recompensa o la promesa
para cometer un delito, e incluso en algún caso el mismo objeto material del delito
antecedente.

A esta amplitud debe añadirse dos notas específicas. Por un lado, el bien
debe ser susceptible de valoración económica, y por ende debe ser pasible de
incorporación al patrimonio o de incorporación a un derecho transmisible o ser objeto
de derecho, pues el blanqueo persigue la integración de bienes de apariencia legítima
en el patrimonio del autor. Como corolario, los bienes carentes de relevancia
económica son objetos inidóneos para la comisión del lavado de activos. En segundo
término, los bienes deben ser susceptibles de tráfico mercantil lícito, tal exigencia está
implícita en la idea de circulación del bien por la economía legal que subyace en la
ratio legis del precepto y en la finalidad del lavador, se excluyen por ello del tipo penal
aquellos productos o efectos del delito de comercio prohibido, por ejemplo, los billetes
falsificados o los productos adulterados.

A diferencia por ejemplo del art. 278.1.a del CP argentino que estable en
50.000 pesos el valor mínimo de los bienes objeto de lavado, la regulación peruana no
establece un umbral similar, lo que ha conducido a entender que el valor económico o
el monto dinerario son irrelevantes para la tipicidad y la punición. Para efectos de

24
salvaguardar el principio de proporcionalidad, el Acuerdo Plenario N° 3‐2010/CJ‐116
propuso tomar como referencia que el art. 3 del D. Leg. N° 813, Ley Penal
Tributaria80, preveía una pena atenuada cuando el tributo defraudado no superaba las
5 UIT81, planteamiento que motivó que el art. 4 in fine del D. Leg. N° 1106 establezca
como circunstancia atenuante del lavado de activos que el valor de los bienes
reciclados no supere las 5 UIT. A la par, la nueva legislación ha previsto como
circunstancia agravante, en el art. 4 pf. 1º num. 3, que el bien supere la 500 UIT. Estas
reglas cuantitativas no enervan la atipicidad de la bagatela, aunque teóricamente
podría sostenerse que el sistema está configurado para la persecución de todos los
casos de lavado de activos sin importar el valor de los bienes, lo cierto es que el
sistema de prevención cuya operatividad depende de la práctica de los sujetos
obligados, se rige bajo el criterio de gestión, administración y mitigación del riesgo de
lavado de activos, de modo que los sistemas de detección de operaciones inusuales, y
en tanto corresponda su posterior calificación como sospechosa y el reporte ante la
Unidad de Inteligencia Financiera, ya está predeterminado para pasar por alto o excluir
ex ante potenciales conductas de lavado de activos de escasa trascendencia
económica que, conforme a ello, pasan a conformar una amplia zona o franja de
riesgo penalmente permitido, y más aún porque se trata de prácticas certificadas como
suficientes o aceptables por las propias autoridades fiscalizadoras del sistema de
prevención, las empresas auditoras externas y las áreas de auditoría interna. Con un
ejemplo, el comerciante informal que evade impuestos y deposita pequeñas
cantidades mes a mes de la renta que ha ocultado al fisco en la cuenta de un familiar,
difícilmente podrá ser detectado por los sofisticados y costosos software que utiliza la
industria financiera, salvo que en algún momento se genere una alerta específica,
como ser elegido alcalde, y deba aplicarse un proceso de debida diligencia reforzada
por ser un PEP o personaje políticamente expuesto.

3.1.2.4.3. El delito precedente

Como se detalló antes, el D. Leg. N° 1106 usa hasta cuatro verbos para
referirse al llamado proceso de contaminación del objeto material del delito. Los bienes
blanqueados deben tener un “origen ilícito”, provenir de determinados delitos, haberse
producido por “actividades criminales” o haberse generado “ilegalmente”. Originar,
provenir, producir o generar son las cuatro formas con las que el legislador designa la
conexión de los activos lavados con el llamado “delito fuente”, “delito precedente”,
“delito determinante”, “delito antecedente” o “delito previo”, es decir con el pasado
delictivo de los bienes.

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Aunque el legislador se refiera en varias ocasiones, de modo general, al
origen ilícito de los bienes, expresión que comprendería ilícitos de menor significado
social como los civiles o administrativos, el art. 10 pf. 2 cierra el concepto cuando
señala que el origen ilícito “corresponde a actividades criminales como los delitos de
minería ilegal”, etc., de modo que no existen dudas en torno a que la fuente de los
bienes corresponde a la comisión de delitos. Es más, aunque la cláusula abierta del
citado pf. 2º solo pone el acento en la capacidad del delito previo de “generar
ganancias ilegales”, conforme al principio de mínima intervención se considera que
debe tratarse de delitos de cierta gravedad. Así, la determinación del delito precedente
en el caso de delitos semejantes, deberá tener en cuenta que se trate de un delito
grave y que a la vez genere una ganancia económica. En efecto, frente a los
diferentes sistemas de determinación legal del delito fuente en el Derecho comparado,
la regulación peruana los precisa “relativamente, en una suerte de catálogo abierto,
pues en la lista de (…) delitos, que siempre será del caso acotar, se agregan delitos
similares – obviamente graves: sancionados con penas privativas de la libertad
significativas y realizados tendencialmente en delincuencia organizada‐ que generen
ganancias ilícitas –su lógica delictiva se engarza en la generación de una ganancia
económica que se pretenda sustraer del sistema de persecución estatal para su
incautación o decomiso‐, con excepción del delito de receptación”.

Esta gran apertura del art. 10 pf. 2 a todo tipo de delitos graves que generen
ganancias, no ha evitado que el legislador, al igual que en la Ley N° 27765, excluya de
modo expreso el delito de receptación del art. 194 del CP del catálogo de delitos
fuente, exclusión que debe considerarse tan justificada como contradictoria. Por una
parte, la plurialudida diferencia de bien jurídico protegido, la receptación tutela el
patrimonio88 y el lavado de activos el sistema de administración de justicia, y la
semejante redacción de ambos preceptos, no parecen ya una justificación suficiente
para dicha exclusión. Las sucesivas reformas del tipo penal agravado de receptación
del art. 195 del CP, hasta la actual redacción conforme al art. único de la Ley N° 29583
de 19.9.10, han ampliado el objeto material de la receptación a delitos no
patrimoniales como el secuestro, la extorsión y la trata de personas. A su vez, el
propio art. 10 pf. 2 del D. Leg. N° 1106 considera que el lavado de activos también
puede recaer sobre los bienes derivados del secuestro, la extorsión y la trata de
personas, e incluso sobre el robo que sí es un delito patrimonial. Ante esta realidad
legislativa, si aún se defendiera que la propia receptación y los delitos que la pueden
preceder, no pueden considerarse delito fuente de lavado de activos, tendría que
llegarse a la absurda conclusión de que cualquier delito patrimonial, junto con el

26
secuestro, la extorsión y la trata de personas, no pueden configurar el delito previo del
lavado de activos, pese a que el art. 10 pf. 2º los reconoce como tales de modo
literal. O tendría que entenderse que el lavado de activos sí puede recaer sobre esos
bienes cuando no han sido objeto de receptación alguna, lo que podría conllevar que
verdaderos casos de lavado de activos terminen siendo tratados de modo privilegiado
con las menores sanciones que se prevé para la receptación.

La única forma de compatibilizar estos dispositivos es bajo la comprensión de


que el art. 10 pf. 2 sólo excluye como delito fuente al delito de receptación del art. 194
y no a los posibles delitos fuente de la receptación. Así, puede haber lavado de activos
derivados del robo agravado, el secuestro o de la extorsión, pero no hay espacio para
el reciclaje de capitales provenientes de la receptación, pese a que ello es
teóricamente posible: un reducidor de carros compra autopartes robadas, luego las
vende e invierte las ganancias en la compra de un auto nuevo. En este caso el
reducidor solo podrá ser perseguido por receptación (comprar y vender las
autopartes), pero también por el delito de lavado de activos derivado del robo de las
autopartes (conversión o inversión de las ganancias en la compra del auto), en base a
conductas diferenciadas y conforme a las reglas del concurso real. La posibilidad de
aceptar legalmente el concurso ideal entre receptación y lavado sólo es posible
tratándose de la receptación aduanera tipificada por el art. 6 de la Ley N° 28008 de
19.6.03, recientemente reformado por el art. 3 del D. Leg. N° 1111 de 29.6.12, que
puede erigirse como delito previo del lavado de activos porque el art. 10 pf. 2 del D.
Leg. 1106 reconoce como delito fuente a los delitos aduaneros en general: el
comerciante que compra a sabiendas bienes derivados del contrabando y los oculta
perfecciona así la receptación aduanera, y si además lo hace para evitar la incautación
por parte de las autoridades que han detenido al contrabandista, también se configura
el lavado de activos.

El delito precedente debe ser en esencia doloso, aunque excepcionalmente


podría admitirse la modalidad culposa siempre que genere ganancias y se considere
grave, pero ello no acontece de lege lata en nuestro sistema que prevé penas de
menor trascendencia para los delitos imprudentes que pueden generar beneficios,
como es el caso del tipo de disminución culposa del patrimonio concursal (art. 210,
privación de libertad de 18 meses a 3 años) o de contaminación ambiental imprudente
(art. 304 pf. 2, pena de hasta 3 años de privación de libertad). En cuanto al grado de
realización del delito previo, se exige por lo menos la tentativa, también se aceptan los
actos preparatorios punibles, siempre en la medida que de ellos deriven bienes
idóneos para ser objeto de blanqueo.

27
De acuerdo con el art. 2.2 del Código Penal, los Tribunales peruanos tienen
competencia para conocer y juzgar el delito de lavado de activos cometido en el
extranjero sólo si produce efectos en el territorio nacional, aunque esta regla
excepcional no puede extenderse sin más al delito precedente que por definición es
autónomo e independiente del ilícito de lavado. Se ha sostenido sin embargo que el
delito precedente puede haberse cometido en el territorio nacional o en el extranjero,
en éste último caso suele exigirse la doble incriminación como en la extradición, el
hecho debe ser punible tanto en el Perú como en el lugar donde se cometió, pero esta
solución carece hasta la fecha de soporte en el Derecho nacional, a diferencia de
regulaciones como la española (art. 301.4 del CP) y la alemana (§ 261 (8) del StGB)
que sí contemplan previsiones expresas en tal sentido. Con ello subsisten las dudas
sobre si el carácter grave del delito previo debe determinarse conforme al Derecho
peruano o extranjero, o si la acreditación del delito previo debe darse conforme al
estándar probatorio local o foráneo.

La autonomía del delito de lavado de activos fue esbozada primero por el art.
6 pf 3 de la Ley N° 27765, según el cual “En los delitos materia de la presente ley, no
es necesario que las actividades ilícitas que produjeron el dinero, los bienes, efectos o
ganancias, se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido
objeto de sentencia condenatoria”. Esta fórmula fue objeto de múltiples críticas, en
particular porque la no exigencia de investigación del delito previo podía conducir a
condenas sin que se haya acreditado el origen ilícito de los bienes, ante lo cual se
llegó a proponer, en contra del Derecho positivo pero en base a garantías
constitucionales esenciales como la presunción de inocencia, el derecho de defensa y
el debido proceso, que la investigación del delito previo debía al menos haberse
iniciado junto con la del lavado de activos y que de no hallarse indicios suficientes
sobre el delito fuente entonces la investigación por lavado debía cerrarse. Esta
interpretación correctiva fue complementada en nuestro medio con los aportes de la
doctrina española, en el sentido de que no era necesario acreditar todos los elementos
del delito previo, el injusto culpable (incluso punible), sino y únicamente que la
conducta generadora de los bienes es típica y antijurídica, es decir la existencia de un
injusto penal, lo que ha venido a identificarse como el criterio de la “accesoriedad
limitada”, la “relación de accesoriedad limitada” entre el delito previo y el blanqueo de
capitales, o la “relación de integración” porque el hecho previo es sólo un elemento
que complementa o se integra al tipo de blanqueo. Aunque como veremos luego, la
relación entre el delito precedente que dispensa el objeto material y el delito de lavado
de activos, no puede ser otra que una de imputación objetiva.

28
La Corte Suprema adoptó en el año 2010, con carácter vinculante, sólo una
parte de estos lineamientos y ha desarrollado algunos postulados sobre la prueba del
delito fuente. Se ha establecido “que la vinculación de la actividad de lavado de activos
con el delito fuente no puede supeditarse a la estricta aplicación de las reglas de la
accesoriedad que pueda condicionar su naturaleza de figura autónoma y del bien
jurídico también autónomo, afectado por el lavado”, sin embargo “El delito fuente, (…),
es un elemento objetivo del tipo legal (…) y su prueba condición asimismo de tipicidad.
No es menester como se ha indicado anteriormente, que conste acreditada la comisión
mediante sentencia firme, ni siquiera que exista investigación en trámite ni proceso
penal abierto. Es decir, expresamente se ha descartado una prejudicialidad
homogénea de carácter devolutiva”. Pero ello no enerva la necesidad de que en el
mismo proceso por lavado de activo deba ejercerse una mínima actividad probatoria
en torno al delito fuente, se señala en ese sentido que “El tipo penal de lavado de
activos sólo exige la determinación de la procedencia delictiva de dinero, bienes,
efectos o ganancias que permita en atención a las circunstancias del caso concreto la
exclusión de otros posibles orígenes. No hace falta la demostración acabada de un
acto delictivo específico, con la plenitud de sus circunstancias, ni de los concretos
partícipes en el mismo (…); es suficiente la certidumbre sobre su origen, conocimiento
de la infracción grave, de manera general. Ha de constatarse algún vínculo o conexión
con actividades delictivas graves (…) o con personas o grupos relacionados con la
aplicación de este tipo legal”. Así delimitado el objeto de prueba, la Corte Suprema
desarrolla con poca novedad los lineamientos básicos de la prueba indiciaria,
considerada como idónea y útil en los procesos vinculados a la criminalidad
organizada en donde la prueba directa está ausente. Ello calza con el propio
enunciado de la parte final del pf. 2º del art. 10 del D. Leg. 1106 conforme al cual “El
origen ilícito que conoce o debía conocer el agente del delito podrá inferirse de los
indicios concurrentes en cada caso”, norma que reproduce casi con exactitud el
contenido del pf. 1 del art. 6 de la derogada Ley N° 27765 y que en gran medida tuvo
como fuente el art. 3.3 de la Convención de Viena y del art. 6.2.f de la Convención de
Palermo que reconocen la relevancia de la prueba indiciaria. Así, y volviendo sobre el
Acuerdo Plenario, finalmente la Corte Suprema enuncia y desarrolla, también con
escasa novedad, el sentido de algunos indicios que, conforme a la experiencia
criminológica, criminalística y jurisprudencial, son recurrentes en los casos de lavado
de activos.

Este desarrollo jurisprudencial mantiene actualidad pese a que el art. 10 pf. 1


del D. Leg. N° 1106 ha radicalizado la noción de “autonomía” del delito de lavado de

29
activos. El nuevo dispositivo establece que “El lavado de activos es un delito autónomo
por lo que para su investigación y procesamiento no es necesario que las actividades
criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias, hayan sido
descubiertas, se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido
previamente objeto de prueba o sentencia condenatoria”. Al igual que la regulación
derogada, no es necesario que el delito previo haya sido en el pasado objeto de
investigación o fallo alguno, dicha actividad probatoria deberá ejecutarse cuando
menos en el proceso penal que se instaure por el delito de lavado de activos. Antes
bien, es de destacarse dos novedades, por un lado, se ha enfatizado la no necesidad
de que el delito fuente haya sido objeto de prueba alguna en cualquier contexto, dentro
o fuera de un proceso oficial, lo que parece abrir la puerta a investigaciones o
procesos por lavado de activos que pueden iniciarse sin prueba alguna del delito
fuente que se postule. En esa misma línea restrictiva de derechos fundamentales, es
más grave todavía que la ley acepte la posibilidad de investigar el delito de lavado sin
que el delito fuente haya sido descubierto, lo que entendido de modo literal podría
justificar la realización de investigaciones por lavado sin la identificación y delimitación
del delito precedente, sin una hipótesis, por preliminar o provisional que fuera, sobre el
delito fuente. En ese contexto, con simples alertas como el desbalance patrimonial de
una persona, podría dictarse una decisión de diligencias preliminares o de
formalización de investigación preparatoria en donde la investigación gire en torno al
enriquecimiento del particular y no al presunto delito que lo originó, y simplemente
porque no es necesario que éste haya sido descubierto. Principios constitucionales
básicos como el de imputación necesaria, el derecho de defensa o el derecho a
probar, fundamentan la necesidad de determinación del delito precedente en toda
investigación por lavado de activos y, en consecuencia, la inaplicación de estos
extremos de la nueva norma.

3.1.2.5. Tipo subjetivo del lavado de activos

La faz subjetiva en las primeras versiones del tipo de lavado, entonces


limitado a los bienes procedentes del tráfico de drogas, en el contexto del art. 296‐A
del Código Penal ‐y sus diversas reformas‐ que tipificaba el delito de conversión,
transferencia y ocultamiento de bienes, vino marcada por la expresión “siempre que el
agente hubiese conocido ese origen o lo hubiera sospechado”, que tuvo como fuente
el art. 25 de la Ley argentina N° 23.737 de 21.9.89 que definía el tipo subjetivo de
lavado con la misma fórmula: “siempre que hubiese conocido ese origen o lo hubiera
sospechado”. La doctrina nacional interpretó estas elocuciones como referencias al
dolo directo (hubiese conocido) y al dolo eventual (hubiera sospechado),

30
respectivamente, y señaló que el tipo no exigía la presencia de un ánimo de lucro a
diferencia del delito de receptación. En cuanto al tipo del art. 296‐B – y sus
modificaciones‐ de conversión o transferencia de bienes a través del sistema
financiero, pese a no usarse la citada elocución también se consideró que recogía
tanto el dolo directo como el eventual, aunque en el caso de repatriación se interpretó
que era necesario un elemento subjetivo especial diferente del dolo, definido con la
expresión “de tal forma que ocultare su origen, su propiedad u otros factores
potencialmente ilícitos”, interpretación discutible porque no parecía definir una
intención sino el resultado que debía alcanzar el autor.

Durante el corto periodo de vigencia de la Ley N° 25404, entre febrero y abril


de 1992, el lavado de activos derivados del tráfico de drogas o del terrorismo era una
modalidad agravada (art. 195.2 del CP) del delito de receptación del art. 194, de modo
que el tipo subjetivo del lavado era el mismo de la receptación, definido con la
expresión “bien de cuya procedencia delictuosa tenía conocimiento o debía presumir
que provenía de un delito”, y que ha sido interpretado doctrinal y jurisprudencialmente
como referencias al dolo directo y al dolo eventual182, manteniéndose con ello la
comprensión también mayoritaria de la frase “debía presumir que provenía de un
delito” del tipo de encubrimiento del art. 243 del Código penal de 1924, a su vez
inspirado en el art. 125 del Proyecto suizo de 1918. La actualidad de estos
antecedentes no puede ser mayor porque los actuales delitos de lavado de los arts. 1,
2 y 3 del D. Leg. N° 1106, vuelven sobre estas mismas expresiones al referirse a los
bienes “cuyo origen ilícito conoce o debía presumir”.

Son dos las construcciones subjetivas que se conocieron bajo la vigencia de


la Ley N° 27765, aunque de modo constante se recurrió a la fórmula “cuyo origen ilícito
conoce o puede presumir” en los tipos de conversión y transferencia (art. 1), y
ocultamiento y tenencia (art. 2), fórmula que ratificaba el art. 6, sólo el texto original de
la ley incorporó un elemento subjetivo diferente del dolo que definía el delito como uno
de tendencia interna trascendente, ello mediante la frase “con la finalidad de evitar la
identificación de su origen, su incautación y decomiso”. Esta construcción tuvo como
fuente inmediata el ya referido “Anteproyecto de Ley que modifica la legislación penal
en materia de tráfico ilícito de drogas y tipifica el delito de lavado de activos”, de la
Comisión Encargada de revisar la Legislación Antidrogas creada mediante la
Resolución Ministerial N° 021‐2001‐JUS que contemplaba además como intención
alternativa la de evitar el “descubrimiento” de los bienes, la cual fue inexplicablemente
eliminada. Según la exposición de motivos del Anteproyecto, “El tipo subjetivo es
estructurado, como en el delito patrimonial de receptación, considerando el

31
conocimiento directo o eventual del agente respecto al objeto que transfería o
convertía. Sobre la base de las circunstancias en que se adquiere, posee u oculta el
bien, el agente sabía o podía conocer el origen irregular del mismo. La finalidad del
agente en cualquier circunstancia es evitar el descubrimiento – ubicación física del
bien; la identificación de su origen – establecimiento del nexo causal de la procedencia
real del mismo; la adopción de una medida cautelar –incautación‐ o de una
consecuencia accesoria –decomiso‐ “. De esta manera, el tipo de lavado se
estructuraba como un delito de peligro abstracto, el dolo del lavador debía abarcar tan
solo el conocimiento de los actos de conversión, transferencia, ocultamiento o tenencia
de bienes de origen delictivo, al cual debía sumarse esa especial intención “de
asegurar la ganancia ilícitamente generada” para completar la tipicidad subjetiva.

El artículo único del D. Leg. N° 982 de 22.7.07 reformó los arts. 1 y 2 de la


Ley N° 27765, convirtiendo este elemento subjetivo, la especial intención, en el
resultado típico, elevando con ello la carga de la prueba para la persecución de estos
delitos. Se pasó a exigir, ya en el plano del tipo objetivo, que el autor realice actos de
conversión, trasferencia, ocultamiento o tenencia de bienes de origen ilícito y que logre
con ello un resultado: dificultar (“y dificulta”) la identificación del origen, la incautación o
el decomiso de esos bienes. Y todo ello, la conducta y el resultado, debía se abarcado
por el dolo, la tipicidad subjetiva no demandaba la concurrencia de otros elementos
subjetivos.

La vertiente subjetiva de los actuales tipos de lavado de los arts. 1, 2 y 3 del


D. Leg. N° 1106 es el fruto de esta evolución. Se ha retornado en esencia a la
construcción original de la Ley N° 27765, por una parte, se incorpora el dolo solo en
relación a los actos de conversión o transferencia (art. 1), ocultamiento o tenencia (art.
2), y transporte o traslado (art. 3) de los bienes de origen ilícito, recurriéndose para ello
a la fórmula del tipo de receptación del art. 194 del CP, el agente ha de conocer
(“conoce”) o “debía presumir” ese origen ilícito de los bienes. Y, de otra parte, se
reinstaura la especial intención del autor, “la finalidad de evitar la identificación de su
origen, su incautación o decomiso”, lo que convierte nuevamente al lavado de activos
en un tipo de peligro abstracto e incongruente por exceso subjetivo, en un delito de
tendencia interna trascendente de resultado cortado. De esta manera, para efectos del
tipo subjetivo se zanja la diferencia entre la receptación y el lavado según concurra o
no esa especial intención, o, dicho de otra manera, el ánimo de lucro es el elemento
subjetivo especial de la receptación, mientras que en el lavado de activos la finalidad
especial es impedir la identificación del origen, la incautación o el decomiso del bien, el
blanqueo de capitales no precisa del llamado animus lucrandi.

32
Ahora bien, en cuanto al dolo el Acuerdo Plenario N° 3‐2010/CJ‐116 señala
que el “sujeto activo debe, pues, ejecutar las distintas actos y modalidades de lavado
de activos de manera conciente y voluntaria” (sic), lo que conllevaría a asumir una
concepción voluntarista del dolo que debe ser rechazada por las razones generales
que he expuesto en otras ocasiones y que, específicamente en el caso del lavado de
activos, no ha sido acogida al menos por una parte de la literatura nacional que
concreta el dolo del lavado únicamente en el conocimiento directo o eventual del
origen ilícito de los activos y de los actos subsecuentes de conversión, transferencia,
etc., sin referencia alguna a una voluntad que ya resulta típicamente irrelevante. Así,
bajo la legislación anterior se ha señalado que “La norma no sólo exige como
elemento subjetivo configurador del delito el dolo directo, o conocimiento seguro del
origen ilícito de los activos, sino también admite la posibilidad de generar
responsabilidad penal a partir del denominado dolo eventual que está presente en el
supuesto de poder presumir el origen ilícito del activo. Con el dolo eventual (…) basta
con que tenga la probabilidad de saberlo, o lo hubiera podido presumir”, esto es, “el
conocimiento sobre el delito previo del que provienen los activos no tiene que ser
siempre cierto, sino que resultará suficiente la probabilidad sobre dicha procedencia”.

Sobre el grado de conocimiento, es suficiente saber que los activos derivan


de un hecho delictivo grave. El Acuerdo Plenario establece que no se exige del autor
conocer qué tipo de delito previo generó los bienes, ni cuando se cometió dicho delito,
y menos quiénes intervinieron en su ejecución, tampoco se demanda conocer la
situación procesal del delito fuente o de sus autores o partícipes, y en el caso
específico de las conductas de ocultamiento o tenencia no es necesario conocer de las
acciones anteriores de conversión o transferencia, ni saber quiénes participaron en
ellas. Antes bien, se ha defendido que, en tanto el tipo excluye como delito fuente la
receptación, el autor debe al menos conocer que el bien no proviene de dicha
infracción, apreciación que no puede estimarse correcta si se entiende que tal
exclusión es una simple condición objetiva de punibilidad que, en consecuencia, no
necesita ser abarcada por el dolo.

Como ya se puso de relieve, el término “puede presumir” de la Ley N° 27765


que en general se ha considerado como inclusivo del dolo eventual, no ha sido
reproducido por el D. Leg. N° 1106 que introduce la expresión “debía presumir” del tipo
de receptación del art. 194 del CP, lo que se viene entendiendo como una ampliación
por parte del legislador de los deberes de conocimiento en torno al origen ilícito del
bien con el que se trafica. Esto es, “el término “debía presumir”, en lugar del “puede
presumir” (…), expresa una mayor exigencia (…), la norma en vigencia le otorga un

33
deber de presunción en el entendido que, en una valoración paralela en la esfera del
profano, es perfectamente factible sospechar la ilicitud de la procedencia de los bienes
en cuestión”. Así, se afirma que “se convierte en una exigencia para el ciudadano,
pues en una investigación o proceso no se analizará si él podía presumir, esto es, que
hubiera contado con algunos datos que le hubieran permitido suponer que el dinero,
efectos, bienes y ganancias tenían proveniencia ilícita, sino –sólo‐ si debía presumirlo.
Esto obliga a la ciudadanía a tener un deber de cuidado en relación con activos de
dudosa procedencia”.

Dado que luego volveremos sobre esta discusión, es relevante tener en


cuenta que pese al menor sentido constrictivo de la fórmula “puede presumir” usada
en la legislación anterior, la doctrina nacional ha debatido si ésta cubría los supuestos
de culpa, indiferencia e “ignorancia deliberada”. Sobre el primero, la doctrina
mayoritaria y la jurisprudencia niegan de modo rotundo la punición del lavado de
activos por imprudencia, porque el art. 12 pf. 2 del Código Penal establece un sistema
de numerus clausus en materia de delitos culposos y la expresión “puede presumir”,
semejante a la prevista en el tipo de receptación del art. 194 del Código actual y del
encubrimiento del art. 243 del Código de 1924, ha sido en general interpretada sin
incluir la culpa, de modo que “por tradición interpretativa doctrinaria, legislativa y
jurisprudencial no se puede asumir la presencia de un supuesto imprudente de lavado
de activos a partir de la fórmula asumida por nuestra legislación”. El art. 2 del
“Reglamento Modelo sobre delitos de lavado de activos relacionados con el tráfico
ilícito de drogas, y otros delitos graves” de la CICAD‐OEA tipifica el lavado de activos
incorporando tres modalidades subjetivas: “a sabiendas, debiendo saber o con
ignorancia intencional”, y según las notas 2 y 3 del Reglamento, “debiendo saber” se
interpreta “como culpa, lo que en el ordenamiento jurídico de algunos estados
miembros está por debajo de los estándares mínimos. Se entiende que los estados
miembros que lo apliquen lo harán de una forma consistente con su respectivo
ordenamiento jurídico”, mientras que la “ignorancia intencional” se interpreta “como
dolo eventual”. A partir de este precepto de soft law, se ha querido defender que la
fórmula “puede presumir” del Derecho nacional no puede equipararse a la culpa que,
en todo caso, debiera ser prevista con la elocución “debiendo saber”, conclusión que a
mi juicio no puede aceptarse por algo evidente, la nota explicativa N° 2 del
Reglamento de la CICAD‐OEA no establece que el único modo de tipificar la culpa es
con dicha expresión puesto que cada Estado podrá hacerlo conforme a sus propias
reglas y tradición jurídica. En efecto, la asimilación entre “debiendo saber” y culpa
tiene sentido bajo determinada concepción de negligencia del sistema anglosajón,

34
concretamente la del § 2.02(2)(d) del Model Penal Code americano, que presupone la
realización de una conducta y una “no percepción del riesgo”, el sujeto “debía conocer
el riesgo sustancial e injustificable (lo que implica que no lo conocía)”. En el sistema
inglés, la negligencia se concibe de modo similar, aunque no exactamente igual, “Una
persona obra negligentemente si su conducta, en relación con un riesgo
razonablemente apreciable, se sitúa por debajo del estándar exigible a una persona
razonable a la luz de dicho riesgo”, estándar de valoración que, como puede
deducirse, demanda un “deber saber” o “deber conocer” sobre dicho riesgo. Sin
embargo, desde la perspectiva eurocontinental que inspira nuestro sistema jurídico‐
penal, la elocución “debiendo saber” no puede interpretarse como una característica
privativa del comportamiento culposo, la normativización del tipo subjetivo conlleva
que múltiples formas de imputación subjetiva, desde la culpa inconciente hasta el dolo
eventual e incluso el dolo directo de segundo grado o de consecuencias necesarias,
pudiera fundarse, entre otras condiciones, en la defraudación de un deber de saber o
un deber de conocer.

La no punición de la imprudencia en el marco de los arts. 1, 2 y 3 del D. Leg.


N° 1106 obedece a razones sistemáticas, la exigencia de una tipificación expresa de la
culpa en un sistema de numerus clausus se ve confirmada ahora porque la nueva Ley
prevé un único caso de imprudencia, el art. 5 pf. 2 sanciona la omisión culposa de
comunicar operaciones o transacciones sospechosas e impone sólo una pena de
multa que es sustancialmente menor que las consecuencias señaladas para la omisión
dolosa (pf. 1). Ello en concordancia con la menor desvaloración que acarrea la
conducta negligente de lavado de activos, como puede verse en regulaciones como la
alemana, la española o la argentina que, también bajo un sistema taxativo de la culpa,
sancionan de modo específico, pero a la vez atenuado frente al tipo doloso, el
blanqueo de capitales cometido por “imprudencia grave” y no por culpa leve, sin
aceptarse una equiparación entre el comportamiento doloso y la negligencia grave.
Como puede verse en el citado auto de la Sala Penal Nacional de 8.4.09 del caso
Duany Pazos, la jurisprudencia no alberga dudas sobre la no punición de los actos de
conversión, transferencia, ocultamiento o tenencia imprudentes, se considera que “La
mera afirmación de que se presume que una persona conozca de las actividades
ilícitas relacionadas al lavado de activos provenientes del tráfico ilícito de drogas, no
es una conducta típica (…) El sólo conocimiento de actividades de lavado de activos
no hace responsable del delito de lavado de activos a una persona. Lo que se reprime
no es el conocimiento de una operación de lavado, sino de una conversión,
transferencia u ocultación de un activo conociendo o presumiendo su origen ilícito. Por

35
último, aseverar que alguien debía conocer el origen ilícito de un bien o dinero, no es
más que la expresión de un proceder culposo, el mismo que en nuestra legislación de
lavado de activos no es típico”.

Finalmente en cuanto al tipo subjetivo, la “indiferencia”, la “ceguera”, la


“ignorancia deliberada o intencional” o “willful blindness” del sistema anglosajón, que
para un sector de la doctrina nacional ya tenían asidero bajo el rótulo “puede presumir”
de la Ley N° 27765, pese a la ausencia de una equivalencia material entre estas
categorías dogmáticas incluso entre quienes defienden, como aquí, que son
compatibles con una concepción cognitiva de dolo, deben aceptarse como
manifestaciones subjetivas que también pueden calzar con la expresión “debía
presumir” del D. Leg. N° 1106. Esta fórmula parece encerrar una contradicción
manifiesta entre un precepto normativo y un requerimiento ontológico, se parte del
dato nomológico de que el sujeto tiene un deber, pero el objeto del deber no se
expresa en un requerimiento objetivo como el conocimiento (“deber de conocer”) o la
información (“deber de informarse”), sino en una circunstancia sicológica, contingente
y natural: una presunción, es decir la representación hipotética o “sospecha fundada”
del origen ilícito del bien que se lava. Así, el amplio margen de posibilidades que el
marco literal de la ley dispensa, con exclusión de la culpa por las razones ya
expuestas, otorga cabida a la “ignorancia intencional” recogida en el art. 2 del
Reglamento Modelo de la CICAD‐OEA y que según la nota 3 del mismo se interpreta
“como dolo eventual”, y que corresponde al sujeto “que pudiendo y debiendo conocer
determinadas circunstancias penalmente relevantes de su conducta, toma deliberada
o concientemente la decisión de mantenerse en la ignorancia respecto de ellas”. La
indiferencia o ceguera también encuentra espacio en el amplio abanico de la cita legal
“puede presumir”, hay indiferencia y ésta se entiende como dolo respecto a la
realización del tipo si el agente, “de un conjunto de cursos posibles, se guarda de
aquéllos en los que ponen en juego sus intereses. Estos intereses por definición,
tendrían que ser de importancia para el autor desde un punto de vista subjetivo, pues
de lo contrario no se trataría para él de intereses”.

La punición de todos estos casos como conductas dolosas es razonable


porque el déficit de representación derivada de la ignorancia, la ceguera o la
indiferencia, se ve ciertamente compensado por una determinada motivación
especialmente disvaliosa que justifica el tratamiento más severo, motivación que en
términos del D. Leg. N° 1106 debe cifrarse en la violación deliberada o la huída de ese
deber de representación. Pero sí como ha señalado la Sentencia 1034/2005 de la Sala
de lo Penal del Tribunal Supremo español de 14.9.05, “existe un deber de conocer que

36
impide cerrar los ojos ante las circunstancias sospechosas”, o si se quiere ser más
estricto o radical, parece estarse construyendo “un mandato general de sospechar,
indagar, conocer, tener especial diligencia, etc., cuando se trata de entablar contactos
sociales que tengan por objeto bienes, ganancias o capitales”, entonces la imposición
de límites es fundamental porque así lo demanda el principio de certeza. Esta tarea
tiene como punto de partida la extensa regulación administrativa que configura el
Sistema de Prevención del Lavado de Activos, del cual emanan deberes específicos
para los diversos sujetos obligados expuestos al riesgo de efectuar transacciones,
incluso anónimas, con potenciales lavadores de activos.

3.1.2.6. Modus operandi

Los expertos de FOPAC-INTERPOL, esto es de la División de Investigación


de Fondos Provenientes de Actividades Criminales, coinciden, al igual que otros
especialistas, en señalar que el modus operandi del lavado de dinero, tiene lugar,
fundamentalmente, mediante las siguientes acciones:

 La adquisición de bienes de consumo de fácil comercialización como


inmuebles, automóviles, joyas, obras de arte, etc.
 La exportación subrepticia e ilegal del dinero sucio y su depósito en cuentas
cifradas, secretas e innominadas, principalmente en los denominados “Países
Refugio o Países Financieros”. Es decir, países en los cuales se flexibiliza al
máximo el ingreso de divisas del extranjero y se radicaliza, también al
máximo, la normatividad sobre secreto bancario y tributario.
 El financiamiento de empresas vinculadas al ámbito de los servicios, y que
por la propia naturaleza de su giro comercial requieren de liquidez y de una
constante disponibilidad de dinero en efectivo, como son los casos de
intercambio de moneda, los casinos, las agencias de viaje, los hostales, los
restaurantes, los servicios de gasolina, las compañías de seguros, etc. Es de
anotar que en el Perú, según las investigaciones realizadas, se ha verificado
que este es el modo de lavado predominante.
 La conversión del dinero ilegal, a través de organizaciones financieras
locales, en medios de pago cómodos como los cheques de gerencia, los
cheques de viajero, los bonos de caja, las tarjetas de crédito, o su depósito en
cuentas corrientes múltiples pero con baja cobertura de fondos.

Pero al margen de lo expuesto, el lavado de dinero es sobre todo un proceso


continuo en el cual se pueden distinguir tres etapas secuenciales. Esta percepción del
delito que analizamos, como un proceso dinámico y complejo de actos, tiene una

37
relevancia importante para ubicar, luego, los alcances de la tipicidad penal del ilícito.
En efecto cada una de las etapas que a continuación vamos a describir se vincula a su
vez con cada una de las conductas, con las que la ley penal suele tipificar el delito de
lavado de dinero.

Las etapas del proceso del lavado de dinero son las siguientes:

I. En primer lugar se encuentra la etapa de colocación. Ella involucra el estudio


previo que debe hacer el agente del lavado, del sistema financiero, a fin de
distinguir las agencias de intermediación financiera que resultan más flexibles
al control de las operaciones que realizan sus clientes. Para, luego depositar
en aquellas el dinero sucio y obtener instrumentos de pago como chequeras,
tarjetas de crédito, cheques de gerencia, etc.
II. La segunda fase del proceso de lavado de dinero corresponde a la etapa de
intercalación. Como su nombre nos lo indica, en esta etapa el agente del
lavado intercala sucesivas operaciones financieras o comerciales utilizando
los instrumentos de pago que recibió del sistema financiero en la etapa
anterior de colocación. Con ellos la mayoría de veces, el agente va a adquirir
inmuebles, vehículos, yates de lujo, piedras preciosas, oro, etc. Y luego estos
bienes van a ser revendidos a terceros incluso por debajo de su precio, pero
con una particular exigencia, que no sean pagados en dinero en efectivo, sino
a través de cheques o mediante permuta con acciones u otro tipo de bienes.
También en etapa de intercalación tienen lugar rápidas y sucesivas
transferencias electrónicas del dinero colocado, de un país a otro, pero
siempre con la intermediación de agencias bancarias. Es de precisar que en
esta fase las operaciones se realizan de modo veloz, dinámico, variado y
sucesivo.
III. Finalmente, concluye el ciclo del lavado con la denominada etapa de la
integración. Ella tiene lugar con la inserción del dinero ya “lavado” por las
etapas precedentes, en nuevas entidades financieras o su repatriación del
extranjero. Para, seguidamente, ser invertido en empresas legítimas, reales o
simuladas, pero que están dotadas de sus correspondientes registros
contables y tributarios, lo cual hará que el capital originariamente ilegal pueda
expresar ahora una legitimidad ostensible y verificable frente a cualquier
medio o procedimiento de control contable o tributario convencionales.

Según los especialistas de la Federación Bancaria Europea, posición que por


lo demás coincide con la opinión de los expertos de la Interpol y de las Agencias

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Norteamericanas de Control de Drogas, solamente en la primera fase o etapa de
colocación es posible detectar y descubrir “eficazmente” un acto de lavado de dinero.
Esto es, si el dinero ilegal logra penetrar el sistema financiero, resulta poco probable
identificar, luego, con certeza, la procedencia ilícita de los bienes o capitales
involucrados. Ello se debe, fundamentalmente, como ya se anotó, al hecho de que
durante la etapa de intercalación las operaciones comerciales y financieras se
ejecutan con extrema rapidez y variedad.

3.1.2.7. La corrupción como delito precedente del lavado de activos

El monto investigado de lavado de activos por corrupción se duplicó en el año


2017, según informes de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). En el que el
Análisis Operativo de la UIF estimó que entre junio de 2016 y mayo de 2017 el monto
investigado se incrementó en 125 por ciento, del cual en los últimos doce meses del
año 2017. El informe de la UIF señala que este dinero supuestamente mal habido
proviene de la corrupción de funcionarios y enriquecimiento ilícito ascendería a 405
millones de dólares, cifra más alta que los montos derivados del tráfico ilícito de
drogas y la minería ilegal. De acuerdo a información de inteligencia, el 40 por ciento
del dinero por corrupción se retira en efectivo con el cual se pagaría coimas y se
destinaría a empresas offshore en paraísos fiscales.

De ello el dinero que regresa al país se hace a través de empresas que


fungen de consultoras y en las que participan allegados y familiares de los funcionarios
corruptos.

Dar una acepción sobre el tema corrupción es complicado debido a ciertos


obstáculos que ha reanudación presentaremos:

 La corrupción genera un abanico de problemas cada uno con propio título (el
fraude, abuso de poder, etc.) cada uno de ellos con tratamiento distinto.
 Entre la corrupción que es mencionada por el propio ordenamiento jurídico,
las actividades corruptas denominadas por la sociedad y aquellos hechos que
atentan intereses públicos y que no están considerados por el ordenamiento
jurídico se presentan diferencias.
 Cada sociedad tiene una distinta forma de definir al término corrupción.
Pese a lo anteriormente expuesto los siguientes complementos definen a
continuación el recurrente término corrupción.

 Anti normatividad: Cualquier acto de corrupción afecta la normativa


administrativa, penal, etc.

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 Interés privado: Un acto que recurra a la corrupción pretende un beneficio
privado, que no principalmente tiene relación con el corrupto, ya que puede
ser para una persona cercana al mismo o al de su entorno.
 Abuso de una función: El acto de corrupción tiene que ver con el
aprovechamiento de una función pública.

Por lo mencionado podemos definir a la corrupción de forma general como: El


aprovechamiento de un determinado poder efectuado para obtener a cambio de las
mismas ganancias como económicas o no económicas, aquellos actos tienen como
cualidad también la transgresión de la normativa.

Pero si hablamos desde una percepción que involucra solo a la corrupción


pública la definición seria la consecuente: Abuso de poder público que tiene como
objetivo recepcionar beneficios particulares (en dinero o no) perjudicando la norma en
perjuicio del propio interés público.

3.1.2.7.1. Los enfoques de la corrupción

La presencia e incremento de esta actividad delictiva ha ocasionado que los


estudiosos nos brinden diversas maneras para entender el mencionado fenómeno,
pero en el presente trabajo solo trataremos a nuestro parecer las más relevantes:

 Enfoque económico, que involucra tres fines: Primero tenemos a la


identificación de los niveles de corrupción en los sectores sociales, para que
los inversores privados capten la el grado de riesgo que la corrupción implica;
en segundo lugar se encuentra conocer los perjuicios económicos de la
corrupción en una sociedad que sucumbe en dicho fenómeno; y en tercer
lugar pero no menos importante se encuentra en darse cuenta que si un
agente tiene en sus manos el monopolio de las decisiones ejerce sus
actividades con muchísima autonomía, es decir, sin brindar cuentas a nadie,
entonces se presentaran los conocidos lineamientos de desviación.
 Enfoque jurídico-institucional, identificado por tres ejes: Consiste este enfoque
en el análisis de la corrupción utilizando la normativa para identificar las
flaquezas que posee nuestro sistema penal, la forma en la cual se deberían
presentar leyes para eliminar ciertos espacios, y la meta de por fin explicar el
significado de la corrupción desde percepciones de ciertos sujetos,
minimizando de esta manera la corrupción a las ambiciones personales de
aquellos personajes que deben ser controlados con notorios instrumentos
punitivos.

40
 El enfoque cultural: Ni la razón basada en los enfoques económicos
casuísticos donde se presenta el derecho han logrado entender los motivos
por los cuales la tan mencionada corrupción se ha incrementado y además
tolerado socialmente. Es por ello que la mira cultural permitirá conocer más a
fondo el sentido de la corrupción.

La famosa Guía Anticorrupción desarrollada por Transparencia Internacional


ha reconocido cuatro estados primordiales que generan que la corrupción se extienda
y se continúe tolerando por la sociedad, la misma que se queja de ella.

I. Se tolera porque se obtiene privilegios con ello la inmoralidad está por encima
de la ética cívica.
II. El pensamiento de la ilegalidad globalizada identifica la presencia de una
colectividad que tiene en mente que la ley no es irrelevante para ellos.
III. El problema entre las maneras de organización y de sistemas normativos
antiguos y las que dan paso a un actual orden social.
IV. La poca presencia de la idea de nación y la inexistencia de la idea de
bienestar común.
3.1.2.7.2. Clases de corrupción

Por su naturaleza

 Corrupción política: Involucra a los funcionarios públicos que efectúan


trabajos de poder político (Congresistas, presidentes, etc.).
 Corrupción administrativa: En esta línea participan aquellos funcionarios en
los que recae la ejecución de las normas y del trato con los particulares.

Por su nivel de desarrollo

 Corrupción individual: En este aspecto se habla de una corrupción donde el


agente actúa directamente sin intermediarios.
 Corrupción sistemática: Se presenta a través de las mencionadas redes de
corrupción, tiende a generalizarse apareciendo en distintos sectores
ocasionando la notoria ausencia de valores, lo que provoca la diferencia entre
lo bueno y lo malo.
3.1.2.7.3. Actores de la corrupción

En el sistema de justicia se podrían presentar:

41
I. Las entidades de elección política y ejecutiva: ciertos mandos directivos que
se encargan de elaborar de controlar y además sostener las actividades
inmersas en la corrupción.
II. Los magistrados y fiscales: Son quienes en muchas oportunidades lideran
redes de corrupción dentro del sistema de justicia, los actos de corrupción
efectuados por los mismos se tratan en la mayoría de casos de la agilización
o dilatación de los procesos judiciales, en las preferencias en los mismos
procesos, otra manera en que se manifiestan es en los conocidos sobornos,
entre otras modalidades.
III. El personal auxiliar del Poder Judicial y el Ministerio Publico: Dentro de este
grupo se encuentran los secretarios y asistentes técnicos presencia en la
corrupción por medio del tráfico de influencias, alteración de documentos y
porque mediante los sobornos.
IV. Las mesas de parte: En aquí se encuentran diversos funcionarios quienes
recepcionan escritos dentro de una investigación, se manifiesta también el
tráfico de información confidencial, así como también se manifiesta la
distribución de los casos escogidos previamente para ser asignado a un
juzgado en especial.
V. La Policía Nacional del Perú: Tienen vínculo con el sistema judicial aquellos
que colaboran con la investigación fiscal a través de la elaboración de
documentos y alteración de pericias, sin olvidar su estado de personal de
seguridad de ciertos magistrados y fiscales para participar en el tráfico de
influencias.
VI. Los abogados: Se manifiesta con la integración de tradicionales magistrados
y funcionarios públicos un determinado equipo de abogados con el fin de
aplicar sus nexos en dentro del sistema judicial; ubicación de letrados de
propia confianza para algunas dependencias judiciales y fiscales, estas son
las más conocidas.
VII. El personal de ejecución de sentencias: Se concentra en el tratamiento que
se les da a las calificaciones de los reos en la cárcel.
VIII. Los litigantes: Aquí se involucran tanto la parte demandante como la parte
demandada.
3.1.2.8. La defraudación tributaria como delito precedente del lavado de activos
Los fondos provenientes de actividades delictivas se tratan de encubrir
mediante una serie de operaciones puntuales o mediante la formación de empresas y
negocios que operan dentro de la formalidad, pero utilizan dinero obtenido ilícitamente
para darle apariencia de legal a sus resultados. Esta actividad es realizada

42
generalmente por profesionales con conocimientos de la legislación y de los
instrumentos financieros.
La administración tributaria (SUNAT), para detectar y evitar la evasión
tributaria, utiliza diferentes herramientas para identificar a las personas que tienen
desbalance patrimonial, es decir una diferencia importante entre lo declarado como
ingreso y los signos exteriores de riqueza, como las compras, uso de tarjetas de
crédito y dinero que pasa por sus cuentas. Por su parte, la unidad de inteligencia
financiera con el fin de prevenir operaciones que puedan estar vinculadas al lavado de
activos, también utiliza la información del dinero que pasa por las entidades bancarias
y financieras. Ante tales acciones las personas que son fiscalizadas confunden estas
dos situaciones que son totalmente distintas, sino opuestas.
Por un lado tenemos al lavado de activos, que involucra una serie de
operaciones formales o actividades económicas formales con el fin de darle apariencia
de legalidad a dinero obtenido ilícitamente, por tanto el “lavador” de dinero no tiene la
intención de defraudar al fisco, todo lo contrario, declarará un ingreso como formal
aunque no lo haya tenido en realidad, y obviamente para no ser investigado, pagará
todo lo que declare.
Por el contrario el evasor de impuestos, realiza operaciones ocultas o
disfrazadas para disminuir sus ingresos o aumentar sus gastos. El que realiza
operaciones para evadir no está lavando dinero y el que lava dinero no
necesariamente será un evasor.

43
CAPITULO IV: MARCO LEGAL DE LA INVESTIGACIÓN
4.1. Tratados internacionales

Estos son instrumentos internacionales que tratan las conductas que


constituyen el lavado de dinero, los convenios internacionales y su introducción en
nuestra legislación nacional. Es importante mencionar que estos han sido
seleccionados sobre la base de su aplicación

El marco normativo internacional que sirve de fundamento y modelo para la


tipificación, sanción y prevención de los actos de lavado de dinero, es a la fecha
bastante amplio. Él se encuentra compuesto primordialmente por acuerdos
internacionales de alcance mundial, regional o bilateral.

Debemos señalar que en todos estos documentos se definen, de modo


paralelo o integrado, disposiciones que aluden a la tipificación y sanción del delito; a
las medidas preventivas y de control que deben aplicarse en el sistema de
intermediación financiera para evitar la contaminación de sus agencias con dinero de
procedencia ilegal.

Entre estas tenemos:

4.1.1. La convención de Viena de 1988

La Convención de Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes


y Sustancias Controladas, la cual es más conocida en el mundo entero como la
Convención de Viena, donde se elaboraron recomendaciones para la fuerte lucha
contra el lavado de dinero en el mundo entero.

Artículo 3. Delitos y sanciones.

Cada una de las partes adoptará las medidas que sean necesarias para tipificar como
delitos penales en su derecho interno, cuando se cometan intencionalmente:

b) i) la conversión o la transferencia de bienes a sabiendas de que tales bienes


proceden de alguno o algunos de los delitos, con el objeto de ocultar o encubrir el
origen ilícito de los bienes o de ayudar a cualquier persona que participe en la
comisión de tal delito o delitos a eludir las consecuencias jurídicas de sus acciones.

ii) la ocultación o el encubrimiento de la naturaleza, el origen, la ubicación, el destino,


el movimiento o la propiedad reales de bienes, o de derechos relativos a tales bienes,

44
a sabiendas de que proceden de alguno o algunos de los delitos o de un acto de
participación en tal delito o delitos.

c) a reserva de sus principios constitucionales y a los conceptos fundamentales de su


ordenamiento jurídico:

i) la adquisición, la posesión o la utilización de bienes, a sabiendas, en el momento de


recibirlos, de que tales bienes proceden de alguno o algunos de los delitos o de un
acto de participación en tal delito o delitos

4.1.2. Convención de Palermo – 2000

La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada


Transnacional de 2000

Los Estados parte de la Convención de Palermo han asumido el compromiso


de tipificar como delitos diversas conductas relacionadas directamente con la
criminalidad organizada. Debe destacarse el compromiso de reprimir el acuerdo con
una o más personas para cometer un delito grave con la finalidad de obtener un
beneficio económico o material y, cuando así lo prescriba el Derecho interno, el inicio
de la ejecución del hecho acordado o la participación en un grupo delictivo organizado.
Como puede verse, esta regulación internacional establece una cláusula de reserva
que permite conciliar la regulación penal con los aspectos constitucionales y legales
del Derecho interno de cada país.

La estrecha relación de la criminalidad organizada con el lavado de activos


explica que la Convención haya previsto también el compromiso de reprimir el lavado
de activos, concretamente los actos de conversión y transferencia, los actos de
ocultación y tenencia, así como también los actos de cooperación (asesoramiento)
para la comisión de estos delitos. Se establece igualmente la necesidad de castigar la
corrupción de funcionarios, tanto el cohecho activo como el pasivo, así como la
tipificación de la participación en estos delitos. Finalmente, se contempla el
compromiso de castigar los actos de obstrucción de la Justicia frente a la criminalidad
organizada. En el plano general de la imputación de responsabilidad penal cabe
destacar la posibilidad contemplada en la Convención de Palermo de regular una
responsabilidad penal de las personas jurídicas.

La Convención contempla la reglamentación y supervisión de bancos e


instituciones financieras como la identificación de clientes, el establecimiento de
registros y la denuncia de transacciones sospechosas.

45
4.2. Legislación en general
4.2.1. Estructura del Decreto Legislativo Nº 1106

Artículo 1°. -Actos de conversión y transferencia

El que convierte o transfiere dinero, bienes, efectos o ganancias cuyo origen ilícito
conoce o debía presumir, con la finalidad de evitar la identificación de su origen, su
incautación o decomiso, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de
ocho ni mayor de quince años y con ciento veinte a trescientos cincuenta días multa.

Artículo 2°. -Actas de ocultamiento y tenencia

El que adquiere, utiliza, guarda, administra, custodia, recibe, oculta o mantiene en su


poder dinero, bienes, efectos o ganancias, cuyo origen ilícito conoce o debía presumir,
con la finalidad de evitar la identificación de su origen, su incautación o decomiso, será
reprimido con pena privativa de la libertad no menor de ocho ni mayor de quince años
y con ciento veinte a trescientos cincuenta días multa.

Artículo 3°. - Transporte, traslado, ingreso o salida por territorio nacional de dinero o
títulos valores de origen ilícito

El que transporta o traslada dentro del territorio nacional dinero o títulos valores cuyo
origen ilícito conoce o debía presumir, con la finalidad de evitar la identificación de su
origen, su incautación o decomiso; a hace ingresar o salir del país tales bienes con
igual finalidad, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de ocho ni
mayor de quince años y con ciento veinte a trescientos cincuenta días multa.

Artículo 4°. - Circunstancias agravantes y atenuantes

La pena será privativa de la libertad no menor de diez ni mayor de veinte años y


trescientos sesenta y cinco a setecientos treinta días multa, cuando:

1. El agente utilice o se sirva de su condición de funcionario público o de agente del


sector inmobiliario, financiera, bancario a bursátil.

2. El agente cometa el delito en calidad de integrante de una organización criminal.

3. El valor del dinero, bienes, efectos o ganancias involucrados sea superior al


equivalente a quinientas (500) Unidades Impositivas Tributarias.

La pena será privativa de la libertad no menor de veinticinco años cuando el dinero,


bienes, efectos o ganancias provienen de la minería ilegal, tráfico ilícito de drogas,

46
terrorismo, secuestro, extorsión a trata de personas. La pena será privativa de la
libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años y de ochenta a ciento diez días
multa, cuando el valor del dinero, bienes, efectos a ganancias involucrados no sea
superior al equivalente a cinco (5) Unidades Impositivas Tributarías. La misma pena se
aplicará a quien proporcione a las autoridades información eficaz para evitar la
consumación del delito identificar y capturar a sus autores o participes, así como
detectar o incautar los activos objeto de los actos descritos en los artículos 1º, 2º y 3º
del presente Decreto Legislativo.

Artículo 5°: Omisión de comunicación de operaciones o transacciones sospechosas

El que, incumpliendo sus obligaciones funcionales o profesionales, omite comunicar a


la autoridad competente, las transacciones u operaciones sospechosas que hubiere
detectado, según las leyes y normas reglamentarias, será reprimido con pena privativa
de la libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años, con ciento veinte a
doscientos cincuenta días multa e inhabilitación no menor de cuatro ni mayor de seis
años, de conformidad con los incisos 1), 2) y 4) del artículo 36° del Código Penal. La
omisión por culpa de la comunicación da transacciones u operaciones sospechosas
será reprimida con pena de multa de ochenta a ciento cincuenta días multa e
inhabilitación de uno a tres años, de conformidad con los incisos 1), 2) y 4) del artículo
36° del Código Penal.

Artículo 6°.- Rehusamiento, retardo y falsedad en el suministra de información El que


rehúsa o retarda suministrar a la autoridad competente, la información económica,
financiera, contable, mercantil a empresarial que le sea requerida, en el marco de una
investigación o juzgamiento por delito de lavado de activos, o deliberadamente presta
la información de modo inexacto a brinda información falsa, será reprimido con pena
privativa de la libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años, con cincuenta a
ochenta días multa e inhabilitación no mayor de tres años de conformidad con los
incisos 1), 2) y 4) del artículo 36° del Código Penal. Si la conducta descrita se realiza
en el marco de una investigación o juzgamiento por delito de lavado de activos
vinculado a la minería ilegal o al crimen organizado, o si el valor del dinero, bienes,
efectos o ganancias involucrados es superior al equivalente a quinientas (500)
Unidades Impositivas Tributarias, el agente será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de cinco años, con ochenta a ciento cincuenta días
multa e inhabilitación no mayor de cuatro años, de conformidad con los incisos 1), 2) y
4) del artículo 36º del Código Penal.

Artículo 7°: Reglas de investigación

47
Para la investigación de los delitos previstos en el presente Decreto legislativo, el
Fiscal podrá solicitar al Juez el levantamiento del secreto bancario, el secreto de las
comunicaciones, la reserva tributaría y la reserva bursátil. La información obtenida en
estos casos sólo será utilizada en relación con la investigación de los hechos que la
motivaron.

Artículo 8°.- Consecuencias accesorias aplicables a personas jurídicas Si los delitos


contemplados en los artículos 1°, 2° y 3° del presente Decreto Legislativo fueren
cometidos en ejercicio de la actividad de cualquier persona jurídica o utilizando su
organización o servicios, para favorecerlos o encubrirlas, el juez deberá aplicar, según
la gravedad y naturaleza de los hechos o la relevancia de la intervención en el hecho
punible, las siguientes consecuencias accesorias de manera alternativa o conjunta:

1. Multa con un valor no menor de cincuenta ni mayor de trescientas Unidades


Impositivas Tributarias.

2. Clausura definitiva de locales o establecimientos.

3. Suspensión de actividades por un plazo no mayor de tres años.

4. Prohibición de realizar en el futuro actividades, de la clase de aquellas en cuyo


ejercicio se haya cometido, favorecido o encubierto el delito.

5. Cancelación de licencias, derechos y otras autorizaciones administrativas o


municipales.

6. Disolución de la persona jurídica. Simultáneamente a la medida impuesta, el juez


ordenará a la autoridad competente que disponga la intervención de la persona
jurídica para salvaguardar los derechos de los trabajadores y de los acreedores, hasta
par un periodo de dos años.

El cambio de la razón social o denominación de la persona jurídica o su reorganización


societaria, no impide la aplicación de estas medidas.

Artículo 9°. - Decomiso

En todos los casos el Juez resolverá la incautación o el decomiso del dinero, bienes,
efectos o ganancias involucrados, conforme a lo previsto en el artículo 102° del Código
Penal. Artículo

10°. - Autonomía del delito y prueba indiciaria

48
El lavado de activos es un delito autónomo por lo que para su investigación y
procesamiento no es necesario que las actividades criminales que produjeron el
dinero, los bienes, efectos o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren
sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido previamente objeto de prueba
o de sentencia condenatoria. El conocimiento del origen ilícito que tiene o que debía
presumir el agente de los delitos que contempla el presente Decreto Legislativo,
corresponde a actividades criminales como los delitos de minería ilegal, el tráfico ilícito
de drogas, el terrorismo, los delitos contra la administración pública, el secuestro, el
proxenetismo, la trata de personas, el tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito de
migrantes, los delitos tributarios, la extorsión, el robo, los delitos aduaneros o cualquier
otro con capacidad de generar ganancias ilegales, con excepción de los actas
contemplados en el artículo 194° del Código Penal. El origen ilícito que conoce o debía
presumir el agente del delito podrá inferirse de los indicios concurrentes en cada caso.
También podrá ser considerado autor del delito y por tanto sujeto de investigación y
juzgamiento por lavado de activos, quien ejecutó o participó en las actividades
criminales generadoras del dinero, bienes, efectos o ganancias.

Artículo 11°. - Prohibición de beneficios penitenciarios

Quienes incurran en la agravante contemplada en el segundo párrafo del artículo 4°


del presente Decreto Legislativo no podrán acogerse a los beneficios penitenciarios de
redención de la pena por el trabajo y la educación, semilibertad y liberación
condicional.

Artículo 12°: Facultades especiales para la lucha contra el lavado de activos vinculado
especialmente a la minería Ilegal y otras formas de crimen organizado

1. En el marco de la lucha eficaz contra el lavado de activos, vinculado especialmente


a la minería ilegal u otras formas de crimen organizado, el Juez, a solicitud del Fiscal o
del Procurador Público, podrá ordenar:

a) La interceptación, incautación y ulterior apertura de todo tipo de correspondencia


que reciba o remita el imputado, aun bajo nombre supuesto, o de aquella
correspondencia que, en razón de especiales circunstancias, se presumiese que
emana de él o de la que él pudiera ser el destinatario, cuando existen motivos
razonablemente fundados para inferir que existe información útil para la investigación.
Para esta diligencia también podrá solicitar a las empresas de mensajería
especializada, públicas o privadas, que suministren la relación de envíos hechos por
solicitud del imputado o dirigidos a él. Si la documentación se encuentra en clave o en

49
otro idioma, inmediatamente ordenará el desciframiento por peritos en criptografía o su
traducción.

b) La interceptación y grabación de comunicaciones telefónicas, radiales, electrónicas


u otras formas de comunicación, cuando existan suficientes elementos de convicción
de la presunta comisión del delito. Para tales efectos, las empresas telefónicas o de
telecomunicaciones están obligadas a prestar las facilidades necesarias para la
realización de la diligencia y a guardar secreto acerca de la misma, salvo que sean
citados como testigos. La medida también puede dirigirse contra terceros que reciben
o realizan comunicaciones por cuenta del investigado o cuando éste utiliza la
comunicación de terceros.

2. La orden judicial se emitirá cuando estas medidas sean indispensables y


absolutamente necesarias para el debido esclarecimiento de los hechos investigados.

3. Estas medidas se realizarán de forma estrictamente reservada y sin conocimiento


del afectado. En el caso previsto en el inciso

a) del numeral 1 del presente artículo, la medida se prolongará por el tiempo


estrictamente necesario, el cual no será mayor al período de la investigación; en el
caso previsto en el inciso.

b) del citado numeral, la medida no podrá extenderse por un plazo mayor a los treinta
(30) días naturales y excepcionalmente podrá prorrogarse por plazos sucesivos previa
solicitud del Fiscal y posterior decisión judicial debidamente motivada.

4. El Juez resolverá, mediante trámite reservado y de modo inmediato, teniendo a la


vista los recaudos que justifiquen el requerimiento fiscal. La denegación de la solicitud
podrá ser apelada por el Fiscal e igualmente se tramitará de forma reservada por el
Superior Tribunal, sin trámite alguno e inmediatamente.

Artículo 13°. -Audiencia de control judicial

1. Una vez ejecutadas las diligencias previstas en el anterior artículo y realizadas las
investigaciones inmediatas en atención a los resultados de las mismas, siempre que
los fines de la investigación lo permitan y no se ponga en peligro la vida o la integridad
física de terceras personas, se pondrá en conocimiento del afectado toda lo actuado,
quien podrá solicitar el control judicial en el plazo de tres (3) días de notificado, con la
finalidad de revisar la legalidad de las medidas adoptadas.

50
2. La audiencia judicial se realizará dentro de las veinticuatro (24) horas siguientes y
contará con la presencia del Fiscal, del Procurador Público y del imputado junto con su
abogado defensor, así como de las demás partes procesales. Asimismo, podrán asistir
los efectivos policiales y demás personas que intervinieron en la diligencia.

3. El Juez evaluará si las diligencias y actuaciones se realizaron dentro del marco de la


orden judicial emitida y verificará los resultados, haciendo valer los derechos del
afectado. Para tal fin, podrá, si lo estima conveniente, interrogar directamente a los
comparecientes y, después de escuchar los argumentos del Fiscal, decidirá de plano
sobre la validez de la medida.

Artículo 14°- Entrega vigilada

1. Cuando sea necesario para los fines de una investigación por el delito de lavado de
activos, vinculado especialmente a la minería ilegal u otras formas de crimen
organizado, y siempre que existan motivos razonablemente fundados para estimar que
se produce el transporte de armas, explosivos, municiones, moneda falsificada,
insumos químicos o cualquier otro bien de carácter delictivo, o cuando haya
información de agente encubierto acerca de la existencia de una actividad criminal
continua en ese sentido, el Fiscal, de oficio o a instancia del Procurador Público, podrá
disponer la realización de entregas vigiladas de objetos cuya posesión, transporte,
enajenación, compra, alquiler o simple tenencia se encuentre prohibida.

2. A estos efectos se entiende como entrega vigilada la técnica en virtud de la cual se


permite que mercancías ilícitas o sospechosas circulen dentro del territorio nacional o
entren o salgan de él, sin interferencia de las autoridades y bajo la vigilancia de
agentes especializados.

3. Cuando participe un agente encubierto, éste sólo está facultado para entregar por sí
o por interpuesta persona el objeto de la transacción ilegal, o facilitar su entrega por
iniciativa del investigado.

Para asegurar el éxito de esta diligencia, el Fiscal podrá disponer que la autoridad
policial realice acciones de inteligencia y/o vigilancia especial. 5. Durante el
procedimiento de entrega vigilada se utilizarán, si fuere posible, los medios técnicos
idóneos que permitan establecer la intervención del investigado. 6. Rige en lo
pertinente la audiencia de control judicial prevista en el artículo 13°.

Artículo 15°. - Búsqueda selectiva en bases de datos Para la lucha contra el lavado de
activos vinculado especialmente a la minería ilegal u otras formas de crimen

51
organizado, la autoridad policial, por iniciativa propia o a instancia del Fiscal, podrá
realizar las comparaciones de datos registradas en bases mecánicas, magnéticas u
otras similares, siempre y cuando se trate del simple cotejo de informaciones de
acceso público. Cuando se requiera efectuar una búsqueda selectiva en las bases de
datos, que implique el acceso a información confidencial referida al investigado o,
inclusive, la obtención de datos derivados del análisis cruzado de las mismas, deberá
mediar autorización del Juez y se aplicará, en lo pertinente, lo dispuesto en los
artículos 12° y 13°.

Artículo 16°: Actuación excepcional de las Fuerzas Armadas en auxilio del Ministerio
Público

En los lugares de difícil acceso que implique además la ausencia de efectivos


suficientes de la Policía Nacional del Perú o sin logística o infraestructura necesaria, el
Fiscal en su calidad de titular de la acción penal, puede excepcionalmente solicitar la
intervención de las Fuerzas Armadas para las acciones de interdicción de la minería
ilegal, lavado de activos u otras formas de crimen organizado. Las Fuerzas Armadas
en el marco de lo dispuesto por la Constitución Política del Perú, el Decreto Legislativo
N°1100 y el presente Decreto Legislativo, colaborará con el Ministerio Público para
asegurar el cumplimiento de la presente norma. La intervención de las Fuerzas
Armadas no implica en modo alguno la restricción, suspensión, ni afectación de los
derechos fundamentales consagrados en la Constitución Política del Perú.

Artículo 17°. - Colaboración eficaz En el marco de la lucha contra el delito de lavado de


activos, el Ministerio Público podrá celebrar acuerdos de beneficios y colaboración
eficaz con quien se encuentre o no sometido a una investigación o proceso penal, o
con quien haya sido sentenciado, a fin de que preste a las autoridades su colaboración
y brinde información eficaz para la acción de la justicia penal. Para tales efectos, serán
de aplicación las presupuestas, alcances y procedimiento establecidos en la Ley N°
27378, Ley que establece beneficios por colaboración eficaz en el ámbito de la
criminalidad organizada.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS FINALES

Primera. - Mejora del control de operaciones sospechosas

Las instituciones sometidas al control y supervisión de la Superintendencia de Banca,


Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones, estarán obligadas a
adoptar medidas de control apropiadas y suficientes, orientadas a evitar que en la
realización de sus operaciones se produzca el ocultamiento, manejo, inversión o

52
aprovechamiento en cualquier forma de dinero u otros bienes provenientes de la
minería ilegal, así como de cualquier otra actividad de crimen organizado o destinados
a su financiación, o para dar apariencia de legalidad a las actividades delictivas o a las
transacciones y fondos vinculados con las mismas. Los sujetos obligados establecidos
a través de la Ley N° 27693 deberán reportar bajo responsabilidad de forma inmediata
y suficiente a la Unidad de Inteligencia Financiera cualquier información relevante
sobre manejo de activos o pasivos u otros recursos, cuya cuantía o características no
guarden relación con la actividad económica de sus clientes, o sobre transacciones de
sus usuarios que por su número, por las cantidades transadas o por las características
particulares de las mismas, puedan conducir razonablemente a sospechar que se está
utilizando a la entidad para transferir, manejar, aprovechar o invertir recursos
provenientes de actividades delictivas o destinadas a su financiación.

Segunda. - Destino de bienes incautados o decomisados La administración del dinero,


bienes, efectos o ganancias ilegales que hayan sido incautados por los delitos
previstos en el presente Decreto Legislativo se adecuará a lo establecido en las
disposiciones sobre la materia previstas en la legislación vigente.

Tercera- Capacitación de Fiscales y otros funcionarios

El Ministerio Público diseñará y pondrá en ejecución un programa de capacitación


contra el lavado de activos vinculado a la minería ilegal y otras formas de crimen
organizado, así corno a su financiamiento, destinado a introducir habilidades y
competencias en los fiscales en los procesos de investigación, para la mayor eficacia.
Esta capacitación involucra a la Policía Nacional del Perú Nacional del Perú y a los
integrantes de las Fuerzas Armadas que se estime pertinente.

Cuarta.- Coordinación interinstitucional Las entidades del Estado, en los ámbitos


nacional, regional y local, y las empresas en las que el Estado tiene participación,
brindan su colaboración a la Unidad de Inteligencia Financiera del Perú - UIF-Perú,
para el cumplimiento de su misión institucional, proporcionando información y
cualquier otra forma de cooperación necesaria para combatir el delito de lavado de
activos, vinculado especialmente a la minería ilegal u otras formas de crimen
organizado. Así mismo, la UIF-PERU mantendrá relaciones de coordinación con el
consejo de defensa jurídica del Estado, a fin de lograr una mayor eficacia en la lucha
contra el delito de lavado de activos, vinculado especialmente a la minería ilegal u
otras formas de crimen organizado.

53
Quinta. - Financiamiento Los gastos que demande la aplicación del presente Decreto
Legislativo se ejecutan con cargo a los presupuestos institucionales de las entidades
competentes.

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS TRANSITORIAS

Primera. - Vigencia El presente Decreto Legislativo entrará en vigencia a partir del día
siguiente de su publicación, con excepción de la Cuarta Disposición Complementaria
Modificatoria que entrará en vigencia a los 60 días naturales.

Segunda, Plazo para información de instrumentos de gestión para detección de


operaciones sospechosas Para el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 14° de la
Ley N° 27693, Ley que crea la Unidad de Inteligencia Financiera - Perú, las sujetos
obligados deben informar a la Unidad de Inteligencia Financiera en el plazo de noventa
(90) días naturales computados a partir de la vigencia del presente Decreto
Legislativo, sobre los mecanismos implementados para la detección de operaciones
inusuales y sospechosas, así como sobre la elaboración del Manual donde conste el
sistema para detectar operaciones sospechosas de la comisión del delito de lavado de
activos y el financiamiento de terrorismo.

Para el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 14° de la Ley N° 27693, Ley que


crea la Unidad de Inteligencia Financiera - Perú, las sujetos obligados deben informar
a la Unidad de Inteligencia Financiera en el plazo de noventa (90) días naturales
computados a partir de la vigencia del presente Decreto Legislativo, sobre los
mecanismos implementados para la detección de operaciones inusuales y
sospechosas, así como sobre la elaboración del Manual donde conste el sistema para
detectar operaciones sospechosas de la comisión del delito de lavado de activos y el
financiamiento de terrorismo.

Tercera. - Implementación del Registro la inscripción en el Registro establecido en la


Quinta Disposición Complementaria Modificatoria de la Ley N° 27693 deberá
efectuarse en un plazo no mayor de ciento veinte (120) días naturales computados a
partir de la entrada en vigencia del presente Decreto Legislativo. En dicho plazo, la
Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de
Pensiones emitirá las disposiciones necesarias para el cumplimiento de dicha
obligación.

54
CONCLUSIONES

Finalmente, respecto a todo el contenido que se mostró anteriormente, es importante


resaltar que este tipo de delito investigado es un delito autónomo e independiente que
no tiene barrera en su desarrollo y todo ello por los avances tecnológicos, así como
también no es necesario que se investigue el delito previo, aunque eso no quiere decir
que no se vinculan porque de hecho de algún modo y de una actividad tuvo que
provenir el bien, entendiéndose este como dinero, ganancias entre otros que quieran
ser pasadas como legales.

Por otro lado nuestro ordenamiento jurídico nacional hace referencia que para estos
tipos de delitos el sujeto activo debe actuar con dolo pudiendo ser este directo como
también eventual, sumado a ello que también nuestro estado peruano forma parte del
convenio de Viena y el convenio de Palermo entre otros convenios más, siendo estas
las más principales porque están destinadas a regular y contrarrestar el lavado de
activo y sus consecuencias que pudieran producir al bien jurídico protegido.

Respecto al factor determinante que es la corrupción en el delito de lavado de activos,


es que tiene en la actualidad una gran dimensión en esté puesto ya que estos pueden
ser cometidos por algún funcionario u otro individuo pero de que alguna manera
tendrán en su poder bienes que no podrá justificar siendo estos obtenidos de manera
ilícita y sin esfuerzos perjudicando lo legal y la economía, por ejemplo actualmente en
nuestro país tenemos los casos de corrupción en administración de justicia recibiendo
nuestros jueces dinero para resolver en diversos casos, elevando con ello su
patrimonio más el sueldo que reciben por derecho y dejando con un sentimiento de
inseguridad en la población.

También tenemos a la defraudación tributaria el cual incide en este tipo de delitos


como un medio para evitar el descubriendo de la verdad.

55
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la administracion pública. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
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