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Caminos de Unidad Evangélica

en Chile: Historia y Desafíos


HISTORIA DE LOS CAMINOS DE
UNIDAD EVANGÉLICA EN CHILE
LAS GRANDES DIVISIONES DEL CRISTIANISMO

• A lo largo de la historia del cristianismo ha habido muchas


controversias teológicas, algunas de las cuáles provocaron la
separación de grupos que fueron catalogados de heréticos.
De este tipo de separaciones - que no dieron origen a un
cisma permanente - una de las más profundas y duraderas
en el tiempo fue la controversia arriana, que surgió en torno
a los debates trinitarios y cristológicos. Arrio (256-337)

• El año 424, las iglesias que se habían extendido hacia


oriente más allá de las fronteras del Imperio Romano, cuyo
idioma litúrgico y teológico era el siriaco (arameo)
declararon su independencia administrativa respecto de la
Iglesia Occidental, en rechazo a sus vínculos con la política
imperial. Poco más tarde, estas iglesias rechazaron el
Concilio de Éfeso (431), que condenó las enseñanzas del
Patriarca Nestorio acerca de la naturaleza de Cristo, lo que
aumentó su distancia respecto de occidente. Por esto, estas
iglesias han sido llamadas “nestorianas”. Desde su base en
Persia, envió misioneros hasta el oriente por la ruta de la
seda, llegando ha establecerse incluso en China.
Nestorio (381-451)
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• Las iglesias de la parte occidental del Imperio Romano (latinas), con su
sede en Roma, y las iglesias de la parte oriental del Imperio Romano
(griegas), cuyo Patriarcado principal era el de Constantinopla,
mantuvieron su unidad hasta el cisma de 1054, producto de las
controversias en torno al término filioque (“y del Hijo”), añadido en
occidente al texto del Credo de Nicea y Constantinopla. Desde entonces
están separadas la Iglesia Católica Romana y las llamadas Iglesias
Ortodoxas o Bizantinas.

• Pocos siglos más tarde, a causa del movimiento de reforma iniciado en


1517 (Siglo XVI) por Martín Lutero, la Iglesia en occidente experimentó
una nueva gran división que separó al protestantismo de la Iglesia
Católica Romana. Como bien sabemos, el protestantismo no se mantuvo
unido internamente, sino que se fue escindiendo en varias confesiones
o denominaciones protestantes o evangélicas.

Martín Lutero Juan Calvino Ulrico Zuinglio Menno Simmons


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CHILE NO CONOCIÓ UN CRISTIANISMO UNIDO


• Por lo tanto, el cristianismo llegó a nuestro país cuando ya estaba
dividido. Cuando los españoles llegaron por primera vez al actual
territorio chileno, trayendo el cristianismo católico, en Europa la
Reforma ya estaba en pleno apogeo. Sin embargo, durante tres siglos, el
catolicismo romano fue la única forma de cristianismo conocido en
nuestras tierras.
• Cuando en el siglo XIX llegaron a nuestro país los primeros inmigrantes
protestantes, y los primeros misioneros evangélicos, el protestantismo
ya estaba dividido en variadas denominaciones o familias confesionales.
Por lo general, cada misionero organizó iglesias de acuerdo a su propia
denominación de origen, aun cuando hubiera sido enviado por alguna
sociedad misionera inter-denominacional.
• Queda claro, entonces, que el cristianismo llegó a Chile ya dividido,
especialmente en el caso del protestantismo. Pero debemos reconocer
que una vez llegado a Chile, el cristianismo evangélico siguió
dividiéndose por diversas razones. Ninguna de las “familias”
evangélicas que llegó a Chile mediante la inmigración o la obra
misionera, ha mantenido la unidad. Por esa razón, en Chile tenemos
miles de denominaciones evangélicas.
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EL MOVIMIENTO MISIONERO Y EL CAMINO DE UNIDAD

Sin embargo, el moderno movimiento de búsqueda de la unidad


cristiana fue un fruto del gran despertar misionero que
experimentaron durante el siglo XIX las iglesias protestantes y
evangélicas de Norteamérica y Europa. La urgencia de la
“Evangelización del mundo en la presente generación”, como se
expresaba en un famoso lema del movimiento misionero, requería
sumar esfuerzos y compartir recursos. Las naciones no cristianas no
entenderían que “hay un solo Señor y Salvador”, si quienes lo
anunciaban pertenecían a distintas iglesias y no eran capaces de
ponerse de acuerdo entre ellos. Pero más allá de estas razones
prácticas, el movimiento misionero se inspiraba en la propia oración
de Jesús: “que sean uno, para que el mundo crea” (Juan 17:21).
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Aunque muchos creen que


“ecumenismo” es una palabra católico-
romana, fue el movimiento misionero
evangélico el que la recuperó de la
Biblia y de la historia para denominar el
movimiento de unidad cristiana. El
primer encuentro cristiano moderno
denominado “ecuménico”, fue la gran
Conferencia Misionera de Nueva York en
Sesión plenaria Conferencia 1900, y la famosa Conferencia Misionera
de Edimburgo, 1910 Mundial celebrada en Edimburgo en
1910, es considerada el punto de
partida del movimiento ecuménico
contemporáneo. Solamente a partir del
Concilio Vaticano II, realizado entre los
años 1962 y 1965, la Iglesia Católica
Romana comenzó a alentar la
participación en el movimiento
ecuménico. Antes se esa fecha, las
Iglesias Ortodoxas ya se había venido
sumando al movimiento ecuménico.

Sesión Plenaria
Concilio Vaticano II, 1962-1965
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La palabra ‘ecumenismo’ y el adjetivo


‘ecuménico/a’ provienen del término griego
oikoumene. A su vez, éste término es un
derivado de la palabra oikos, que significa
casa, lugar donde se vive, espacio donde se
desarrolla la vida doméstica, donde las
personas tienen un mínimo de bienestar. Así,
oikoumene significa algo así como ‘la casa de
todos los vivientes’, el lugar donde habitan los Mapa de la oikoumene
seres humanos. La mejor traducción de la
palabra parece ser: el mundo habitado. En el
Nuevo Testamento, esta palabra se usa en
varias ocasiones (ver Mateo 24:14; Lucas 2:1;
4:5; 21:26; Hechos 11:28; Romanos 10:18;
Hebreos 1:6; 2:5; y Apocalipsis 12:9) para
referirse al ‘mundo entero’, a ‘toda la tierra’,
y también al ‘mundo venidero’. Entonces,
decir que algo es ecuménico, significa que ese
algo alcanza a toda la especie humana, que es
universal. Esta era la visión del Evangelio que
tenía el movimiento misionero. Símbolo del movimiento
ecuménico moderno
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Después de la Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo, en


1913 se constituyo el “Comité de Cooperación para América
Latina” (CCLA), el que organizó una serie de encuentros para
promover las misiones evangélicas en América Latina. El más
conocido es el Congreso Evangélico de Panamá, en 1916. Desde
este Congreso, se alentó a las distintas organizaciones misioneras
que se coordinaran para evitar introducir el denominacionalismo
en nuestros países. Como nuestra población había estado
acostumbra por tres siglos a una sola Iglesia, le costaría
comprender que el mundo evangélico estuviera tan dividido. En
consecuencia, se recomendaba que las distintas misiones
sumaran sus esfuerzos para que en cada país se fundara una
“Iglesia Evangélica Unida”. Como bien sabemos, esta meta nunca
se cumplió.
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LOS CAMINOS DE UNIDAD EVANGÉLICA EN CHILE


Cuando los primeros congresos evangélicos en América Latina
comenzaron a alentar la formación en cada país de una “Iglesia
Evangélica Unida”, en Chile, como en otros países de la región, ya sea
había fundado cierto número de denominaciones. Por lo tanto, este
ideal se planteó tardíamente. Sin embargo, este espíritu de unidad
estaba presente en los misioneros, de manera que los primeros
esfuerzos de acercamiento entre las iglesias fueron muy tempranos en
la historia del cristianismo evangélico en nuestro país. Ya en 1894, las
misiones presbiteriana y metodista habían designado representantes
ante un “Comité de Cortesía” con el propósito de aunar esfuerzos y
recursos. En 1911, en una reunión conjunta de pastores de las iglesias
Metodista, Presbiteriana, Anglicana y Alianza Cristiana Misionera,
realizada en Santiago, se acordó la formación de la “Alianza
Evangélica”. Esta entidad realizó diversas actividades
interdenominacionales hasta 1916.

Pioneros de algunas
denominaciones
evangélicas en Chile

Allen Gardiner, Rudolf Philippi, David Trumbull, William Taylor,


Iglesia Anglicana Iglesia Luterana Iglesia Presbiteriana Iglesia Metodista
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A partir de los esfuerzos de unidad entre las iglesias Presbiteriana y


Metodista, ya en 1914 fundaron una librería unida, “El Sembrador”,
unieron sus publicaciones periódicas dando origen al Heraldo
Evangélico, e iniciaron un seminario unido que es el más temprano
antecedente de la actual Comunidad Teológica Evangélica de Chile. A
partir de entonces el movimiento local de cooperación estuvo
estrechamente ligado al proceso continental impulsado por la CCLA,
formalizándose en 1917 como ‘Comité de Cooperación de la Iglesias’ en
Chile. En esta etapa, pentecostalismo chileno surgido del avivamiento
de 1909 no fue invitado a integrarse a este movimiento, simplemente
porque era visto como un movimiento separatista.

Willis Hoover, pastor metodista


que lideró el avivamiento
pentecostal en Chile
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Por varios años, la labor del “Comité de Cooperación”


se centró únicamente en la realización de reuniones
de estudio y oración común en Santiago. Sin
embargo, este comité recibió un nuevo estímulo y se
transformó en el ‘Concilio Evangélico de Chile’ (CEC),
con ocasión de una visita realizada por el líder
misionero y ecuménico John Mott, en 1941. Esta
visita fue parte de cinco giras a distintas regiones de
América Latina realizadas entre 1940 y 1941 por Mott
junto a W.Stanley Rycroft, entonces Secretario
Ejecutivo del CCLA. Este programa de visitas se
realizó en respuesta a una petición presentada por la
delegación latinoamericana ante la Conferencia del John Mott,
‘Consejo Misionero Internacional’ celebrada en laico metodista de EEUU.
Tambarán, India, en 1938. Uno de los propósitos de la Premio Nobel de
la Paz en 1946
visita solicitada era precisamente estimular la
formación de Consejos Nacionales donde no los
hubiere, y afiliarlos al ‘Consejo Misionero
Internacional’ presidido por Mott. Este Consejo
Misionero fue uno de los promotores de la formación
del Consejo Mundial de Iglesias.
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Pronto otras iglesias se adhirieron al CEC, llegando a contar con 26


denominaciones afiliadas, entre ellas varias pentecostales.
Además, la existencia de un concilio nacional estimuló la
formación de concilios locales, particularmente en la zona de la
actual VIII región. La pertenencia al CEC también facilitó la
pionera participación de pentecostales chilenos en conferencias
evangélicas latinoamericanas. El primero fue el pastor Francisco
Anabalón, de la ‘Iglesia Pentecostal Apostólica’, quien integró la
delegación chilena ante la 1° Conferencia Evangélica
Latinoamericana (CELA I), celebrada en Buenos Aires en 1949. El
número de iglesias pentecostales representadas aumentó en las
siguientes conferencias, y en la CELA III (Buenos Aires, 1969), el
mismo Anabalón y el obispo Enrique Chávez, de la ‘Iglesia
Pentecostal de Chile’, fueron responsables de ponencias plenarias.
Así, el CEC fue el nexo que permitió que iglesias pentecostales
chilenas se integren al movimiento ecuménico mundial. En 1961,
en la Asamblea de Nueva Delhi, dos iglesias pentecostales
miembros del CEC se integran como miembros plenos al Consejo
Mundial de Iglesias.
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Durante sus primeros años el CEC orientó sus esfuerzos


principalmente a la organización de campañas evangelísticas
inter-denominacionales. A partir de 1958, sin embargo, entró en
una etapa completamente nueva. A través de los contactos con
el CCLA, ese año llegó a Chile un representante de Church World
Service, una agencia de ayuda eclesiástica de los Estados Unidos,
cuya influencia llevó a la creación de un departamento de
servicio dependiente del CEC, la ‘Ayuda Cristiana Evangélica’
(ACE). La misma persona actuaba como representante de
Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Esta nueva relación con el CMI
parece haber motivado el retiro de la Iglesia Bautista, y la
fundación de un concilio alternativo que reunió a iglesias
autodefinidas como fundamentalistas. Estas acciones y
reacciones pueden describirse como el primer impacto en Chile
de la tensión entre ‘ecuménicos’ y ‘fundamentalistas’. A partir
de estos conflictos, la palabra “ecumenismo” comenzó a tener la
connotación negativa que muchos le atribuyen.
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ACE desarrolló un programa de distribución de ayuda social a los


pobres, y de reconstrucción y ayuda de emergencia tras los
terremotos de 1960 y 1965. La mayor parte de los recursos
canalizados a través de ACE provenían de excedentes de
producción agrícola de los Estados Unidos, y del plan de la
administración Kennedy denominado ‘Alianza para el Progreso’.
Por el volumen de recursos involucrados, el departamento creado
llegó a ser más poderoso que el propio CEC, el que quedó reducido
a un apéndice. Conflictos derivados de la distribución y control de
estos cuantiosos recursos produjeron una gran crisis del CEC, y
aunque siguió existiendo jurídicamente, perdió su fuerza como
principal instancia de unidad de las iglesias evangélicas en Chile, y
sus vínculos con el Comité de Cooperación para América Latina,
que por entonces se había transformado en el Comité Pro Unidad
Evangélica Latinoamericana (UNELAM).
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Las iglesias evangélicas que mantuvieron los


vínculos con el movimiento de unidad a nivel
latinoamericano, entre 1973 y 1974 constituyeron la
Asociación de Iglesias Evangélicas de Chile (AIECH).
Esto ocurría en los primeros años del Régimen
Militar en Chile, un contexto muy difícil y conflictivo
que dividió a todos los sectores de la sociedad,
incluyendo las iglesias. Así, paralelamente al
proceso de formación de la AIECH, se constituyó el
Consejo de Pastores de Chile, a partir de un
encuentro con las autoridades militares en el
Edificio Diego Portales, el 13 de diciembre de 1974.
En 1975, el Consejo de Pastores inició la práctica de
los Te Deum evangélicos, mientras las iglesias de la
AIECH mantenían su participación en el Te Deum de
la Catedral, que había comenzado a tener un
carácter ecuménico desde la asunción del
Presidente Salvador Allende.
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En Oaxtepec, México, el año 1979, UNELAM dio paso a la


formación del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). En
Chile, la AIECH no había logrado mantenerse en el tiempo, por lo
que las iglesias chilenas miembros del CLAI en 1981 decidieron
formar la Confraternidad Cristiana de Iglesias (CCI). A partir de
entonces, en el ambiente conflictivo de esos años, la opinión
pública chilena conoció las opiniones divergentes de dos
instancias representativas del mundo evangélico: El Consejo de
Pastores de Chile y la Confraternidad Cristiana de Iglesias.
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Tras el retorno a la democracia, una invitación


del Presidente Patricio Aylwin a directivos de
ambas instancias, más representantes de las
iglesias Bautista y Anglicana, a conversar sobre
el Informe de la Comisión de Verdad y
Reconciliación (Comisión Rettig) que pronto
daría a conocer, fue la oportunidad para el
inicio de un proceso de reencuentro Presidente Aylwin recibe informe
evangélico. El Presidente Aylwin pidió la de Comisión Rettig
colaboración de las iglesias en el proceso
doloroso de conocimiento de la verdad como
camino hacia la reconciliación. Los líderes
evangélicos presentes, entendieron que para
poder cumplir con la petición del Presidente,
había que comenzar por casa. Así, se tomó el
acuerdo de reunirse próximamente para hacer
un llamado conjunto para un día de oración, Conferencia de prensa de la CCI
que se fijó para el Domingo 24 de Marzo de sobre informe de Comisión Rettig
1991.
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A partir de esta iniciativa conjunta nació el Comité de


Coordinación Evangélica, al que fueron sumándose otras
organizaciones evangélicas. Cuando en 1993 comenzó el proceso
de discusión de una Ley de Organizaciones Evangélicas, esta misma
instancia adoptó el nombre de Comité de Organizaciones
Evangélicas (COE), constituyéndose en la instancia informal más
amplia que haya tenido el mundo evangélico chileno en su historia.
Con la aprobación de la Ley en 1999, la que fue promulgada por el
Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, el COE logró su meta
principal. No obstante, sus dirigentes estimaron que debía seguir
funcionando para continuar con las tareas y reglamentaciones
pendientes.
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Pero nuevas tensiones, vinculadas a competencias de liderazgos y a


debates en torno al Te Deum Evangélico, afectaron la unidad del COE y
provocaron la aparición de otra instancia que buscaba cumplir el mismo
rol de representación evangélica que por varios años había cumplido el
COE: la Unión de Iglesias Evangélicas de Chile (UNIECH). La pérdida de
un referente común de representación evangélica, llevó al gobierno del
Presidente Lagos a establecer mesas de diálogo con diversas
organizaciones evangélicas, para avanzar en los temas pendiente. Este
proceso facilitó la formación de un nuevo referente de representación
evangélica: la Mesa Ampliada de Organizaciones Evangélicas, que
recientemente adoptó el nombre de Unión Nacional Evangélica, UNE
Chile.
DESAFÍOS PARA LA
UNIDAD EVANGÉLICA EN CHILE

• ¿Qué lecciones podemos sacar de esta


historia?
• ¿Qué tipo de unidad necesitan las iglesias
evangélicas en Chile?
• ¿Qué debemos hacer para avanzar hacia
ese tipo de unidad?
• Investigación y textos de Juan Sepúlveda, Director de Planificación
Institucional, SEPADE
• Imágenes tomadas de diversas páginas web abiertas y del archivo de
SEPADE
• Retrato en portada: Diego Thomson, pionero de la presencia
evangélica y de la cooperación ecuménica en Chile (1821-1822)

Muchas gracias

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