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EL ARTE DE VIVIR EN FAMILIA

Los hombres hemos aprendido a volar como los pájaros,


hemos aprendido a nadar por las profundidades del mar
como los peces, pero no hemos aprendido el noble arte
de vivir como familia.

La familia responde a la naturaleza social, más que individual, del ser humano. Es la unidad básica
de desarrollo y experiencia, de realización o fracaso, de enfermedad o salud. Andolfi menciona
que “la familia es una instancia en constante evolución pues se trasforma y se acomoda a las
condiciones de vida de un lugar o de un tiempo. En ella no hay nada fijo o inmutable. Cada
generación en su turno, tiene que amoldarse a vivir en ella”. (Andolfi, M. 1985.)

A lo largo de la vida, la familia será un soporte para el establecimiento y adquisición de


aprendizaje, experiencia y formación. Sin embargo, al pasar el tiempo, dentro de la unidad
familiar los roles establecidos van cambiando en cada persona, pues se percibe que las funciones
y responsabilidades no son las mismas y empiezan a adaptarse según necesidad de cada
individuo.

La familia tiene un lugar importante en nuestra vida, pues en ella encontramos a las primeras
personas con las que se tiene contacto desde que inicia la existencia, son los que enseñan las
primeras cosas que aprendes y además van a estar a lo largo de tu existencia. Así pues, es
obligación de todos los miembros del grupo familiar desarrollar vínculos de cuidado que les
permitan dar lo mejor de sí mismos para con sus padres, sus hermanos, sus primos, etc. de tal
manera que reciban lo mismo de ellos. Esto genera una correspondencia del cuidado.

El bienestar familiar es más que la ausencia de discordia; es la presencia de apoyo, la relación


afectuosa y gratificante que sirve para promover el desarrollo personal de los miembros de la
familia y el bienestar colectivo de la familia como un todo. La vida en familia es mucho más feliz
cuando haces de esta un lugar cálido y seguro.

Siempre debe existir alguien que ponga de su parte y genere relaciones de cuidado mutuo; ya
que es un proceso que no se logra de la noche a la mañana, pero que de seguro si se adopta,
traerá mejores experiencias de vida para la familia. Los más indicados para ello son los padres,
según Ruiz (1988) son los agentes de cambio más importantes en el logro de los objetivos de la
rehabilitación, ya que se requiere una estimulación constante que sólo los padres pueden
proporcionar dentro del ámbito natural donde se desenvuelve el paciente.

Siendo un reto para los padres lograr que las relaciones entre sus miembros estén
fundamentadas en el respeto y sobre todo en el amor, esto implica escuchar, valorar, aceptar,
considerar a cada miembro de la familia a pesar de sus similitudes o diferencias, procurando no
juzgar ni disminuir el valor de la opinión del otro. Los padres llegan a ser un modelo para los hijos,
influyen en su desarrollo como seres humanos. Enseñar con el ejemplo va más allá de tratar bien
a los hijos, el propio comportamiento se ve reflejado también en nuestro trato con el cónyuge y
demás familiares.

Como lo menciona Fromm, “si se quiere disfrutar del arte, se debe poseer una formación artística,
si se desea tener influencia sobre otra gente, se debe ser capaz de ejercer una influencia
estimulante y alentadora sobre la gente. Cada una de nuestras relaciones con el hombre y con la
naturaleza debe ser una expresión definida de nuestra vida real, individual, correspondiente al
objeto de nuestra voluntad.”

Por ello, la autoexploración es un modo para poder entender a los hijos. Por medio de su propia
conducta y de los valores que guían su existencia, los padres deberían proporcionar una dirección
a sus hijos, basados en herramientas para ello.

EXISTEN HERRAMIENTAS VALIOSAS EN LA VIDA ADULTA

1. RESPETO, implica la capacidad para reconocer, apreciar, valorar e identificar los propios
límites y posibilidades en la convivencia con otros/as.

El respeto involucra equidad y justicia, un trato atento y cordial,


que posibilita una convivencia pacífica con quienes están en el
entorno.

Algunas creencias y tradiciones que dificultan vivir el respeto en la familia. En épocas


pasadas se consideraba que la familia estaba regida por la autoridad del padre, quien
decidía de manera única lo que era permitido para todos los miembros de la familia. Se
pensaba que los tratos duros eran los que conducían por el “buen camino”. Era así como
se imponían castigos que dejaban huella en el cuerpo y en el alma. Esta manera de ejercer
una autoridad vertical desconocía al otro en tanto que se le negaba el derecho a opinar,
decidir, estar en desacuerdo, entre otras, lo que se traducía finalmente en tratos duros y
desconocedores de los derechos de los otros. Se consideraba además que si escuchaban
las opiniones y sugerencias de sus hijos/as y los tomaban en cuenta, entonces perdían
autoridad frente a ellos.

Otra actitud en la que caen algunos padres/madres, con la cual no están atendiendo a
esta consideración que exige el respeto, es la poca importancia que se le otorga al mundo
íntimo de los hijos/as. La dificultad para comprender las nuevas características de los
jóvenes actuales genera que los padres, en muchas ocasiones, ridiculicen sus gustos en
relación con sus formas de vestir, preferencias musicales, entre otras, utilizando
sarcasmos, pullas, burlas, apodos o trato soez. El amor y el respeto suponen hacer el
esfuerzo de compartir con los hijos/as sus opciones. Asimismo, en un clima de respeto
los hijos/as serán capaces de aceptar las opciones de los padres/madres y entender qué
es lo que a ellos les produce y dentro de su escenario hasta podrían gustar de alguna obra
o autor clásico.

Fomentar la práctica de un diálogo sincero y cercano con los hijos/as para conocer sus
anhelos, tristezas y dificultades, brinda la posibilidad de disminuir los riesgos de caer en
momentos en los que no se respeten las diferencias de cada uno de los miembros y
retornar a círculos viciosos de alteración, agresión y violación de los derechos de cada
una de las partes.

¿Por qué es importante vivir el respeto en la familia?

La familia es la primera escuela de aprendizaje de los valores. Si se desea formar a los


hijos/as en valores y virtudes necesarios para avanzar en la vida en todos los sentidos
(personales, académicos, profesionales, económicos, entre otros), se hace necesario que
la familia no solo predique el respeto y la aceptación por los demás, sino que sea capaz
de ponerlos en práctica a través de la convivencia familiar, como un ejercicio para la vida.

Las formas de relación que los hijos/as aprendan en la familia serán las formas con las
cuales se enfrentarán en el mundo con las otras personas. El poder moldeador del
sistema familiar es muy importante, especialmente en la primera etapa de vida. Por ello,
la familia debe procurar un modelo de relaciones de respeto y aceptación entre sus
integrantes.

La vivencia del respeto en familia es necesaria pues construye un espacio


de aceptación que permite que todos se desarrollen plenamente y crean
en sí mismos, a pesar de sentir o pensar distinto.

Es la capacidad para valorar y aceptar al otro que se estima y quiere, de entender lo que
para el otro es importante, sin sentirse obligado a tener que sentir lo mismo, o a gustar
necesariamente de los mismo. Cuando una experiencia familiar es muy positiva, los
modelos son asimilados con mucha más facilidad y eficiencia por los hijos/as.

¿Cómo poner en práctica el respeto en la familia?

Reconocer las perspectiva del otro, es decir, esforzarse por comprender su punto de
vista, sus razones y circunstancias.

Brindar compañía y apoyo oportuno en los momentos en los que el otro


pasa por situaciones de dificultad, crisis, problemas.

Dar un trato respetuoso y amable, en donde las correcciones y sugerencias se plantean


en un trato propositivo y motivador para el cambio. Valorar y reconocer los logros y
virtudes de los otros. Ejercer una autoridad concertada y dialogada, en donde los hijos/as
puedan tener la certeza de contar con una guía y orientación que señala amorosamente
también los errores, muestra norte y plantea normas claras que guían el comportamiento
(Cruz, 2004).

2. Tolerancia, es la expresión de respeto a la diferencia, es básica en los seres humanos,


para asegurar una convivencia menos conflictiva y ayudar al familiar a desarrollar e
individualizar a cada persona respetando su espacio. Ser tolerante no es sinónimo de
aceptar todo de la otra persona, ni de transigir en todas las ocasiones manifiestas. Se
basa en la capacidad de comprender, aceptando al otro y ayudando al funcionamiento y
estabilidad

La solución para ser felices, no es pretender la perfección si no asumir la


posibilidad del error y vivir en armonía con ellos y con nuestras
limitaciones

¿Qué significa la tolerancia en la familia?

No se nace siendo tolerante; es algo que se aprende, de dos maneras: Una, en la medida
en que las personas que hacen parte de una familia viviendo en tolerancia como un modo
de relacionarse. Y la otra, cuando la practican en sus relaciones interpersonales con otras
personas además de su familia. De esta manera, se aprende tolerancia cuando se
respetan las diferentes formas de pensar, sentir, obrar; también cuando los padres son
un ejemplo de tolerancia en sus relaciones sociales. De ahí que la familia juega un papel
fundamental en el fomento de este valor. Algunos aspectos desde los cuales se puede
hacer evidente esta práctica de la tolerancia en la vida familiar tienen que ver con el
dialogo y la acogida al otro.

Sin respeto, no puede concebirse la tolerancia, ya que su propósito fundamental es la


convivencia pacífica.

Cuando la tolerancia reconoce la individualidad y la diversidad, se


eliminan las máscaras que crean desacuerdos y se diluye la tensión que
se genera con las diferencias individuales.

Posibilitar un escenario en donde se defienda de manera activa los deseos, opiniones y


afectos de manera pacífica, propiciando el encuentro de una unificación de criterios y
con ello el desarrollo de unas relaciones familiares sanas y constructivas.

3. Solidaridad, es “el reconocimiento práctico de la obligación natural que tienen los


individuos y los grupos humanos de contribuir con el bienestar de los que tienen que ver
con ellos, especialmente de los que tienen mayor necesidad” (Sebastián, 1996). Se
podrían mencionar algunos aspectos en la vida familiar que hacen posible la vivencia de
la solidaridad como una semilla de buen trato familiar. Uno de ellos es la toma de
conciencia de las necesidades de cada uno de los miembros de la familia, más allá de lo
necesario para su existencia material; por ejemplo, para algunos miembros es muy
importante la manifestación del afecto: besos, abrazos, reconocimiento por sus buenas
obras, etc.. Estos gestos, tan simples, pueden implicar un bienestar emocional altamente
significativo para sus miembros. Otro aspecto es la consideración y compromiso en el
orden y el aseo de la casa, por lo que una mayor colaboración en pequeños gestos, como
recoger la ropa, lavar la loza, organizar los baños, entre otros, son acciones simples que
demuestran la solidaridad familiar. Lo anterior representa el percatarse de la necesidad
de afecto, reconocimiento, descanso y consideración de los demás miembros de la
familia.

La convivencia, el entendimiento y la armonía familiar implican en cada


uno de sus miembros un esfuerzo por descentralizarse, de tal modo que
se pueda ir más allá de la propia individualidad.

Es el cuestionamiento por la contribución que cada uno hace al bienestar colectivo,


pensando en las consecuencias de los propios actos, es decir, salir de sí mismo y prestar
más atención a las necesidades y sentimientos de los demás miembros de la familia. Es
conveniente asumir plenamente la necesidad del otro y reconocerlo con una historia y
unas circunstancias. En síntesis, se puede determinar que la solidaridad es una condición
humana indispensable para la vida familiar y de vital importancia para el desarrollo
humano de cada uno de sus miembros, en donde juegan un papel importante lo que cada
uno hace en pro del bienestar de todos.

4. La paciencia: Además de virtud, es una habilidad, pues el saber esperar y entender, nos
ayuda a lograr cambios en uno mismo y con otros. Más dentro de la unidad familiar, es
el origen de la armonía, ayuda al dominio de uno mismo y para poder llevar estabilidad
familiar. La paciencia empieza en uno mismo y luego termina esparciéndose, esta no
funcionara si no existe un dominio personal o un motivo superior.

La paciencia es el camino a la comprensión y la comprensión es la clave


de un corazón feliz

5. La expresión civilizada de los sentimientos: No es otra cosa más, que el manejo sano de
los mismos, al tener un estilo de expresión se aprende a reaccionar de manera
personalmente y con el resto. Si validamos nuestros sentimientos básicos como miedo,
afecto, tristeza, enojo y alegría nos estamos enseñando a nosotros y a nuestra familia a
ubicarnos emocionalmente en el mundo, a eliminar cierto tabúes sobre la expresión
emocional, porque lo que sientes es válido y es nuestro derecho.

EL ARTE DE ESCUCHAR Y EXPRESAR

El cuerpo entero es una manifestación del espacio que ocupamos en el mundo, y de cómo lo
hacemos, la persona cuando escucha necesita silencio en su interior y suficiente serenidad,
cuando esta expresa pensamientos y sentimientos lo debe hacer sin miedo, con empatía y
amor, la escucha y la expresión es un arte porque no se basa en una obligación; por lo
contrario, se da naturalmente y se realiza con los oídos, con la mirada, con los gestos, con las
palabras y movimientos.

Creo, que el mejor regalo que puedo recibir de alguien es que me vea, que me escuche, que
me entienda y que me demuestre afecto. El mejor regalo que puedo dar es ver, escuchar,
entender y querer a otra persona

Cuando se haya hecho esto, debemos sentir que se ha establecido contacto

CONVIVENCIA FAMILIAR

Cada familia es un mundo diferente, todas las familias tienen sus propios problemas y
podríamos afirmar que no existe familia perfecta. La convivencia familiar no solo es pasar
tiempo juntos; al contrario, es incluso algo más personal, donde se interioriza cada uno
dentro de la unidad familiar. El afecto es el vínculo más importante para favorecer la unión
en familiar, ya que de esa manera mostramos interés por los asuntos de los demás,
apreciando su compañía, interesándonos en los que piensan y sienten, propiciando seguridad
y protección, todas estas manifestaciones solo son posibles a través de la comunicación que
facilitara la armonía entre todos. La comunicación familiar se puede entender como la
disposición a compartir los sentimientos, emociones e intereses propios, y al mostrar
sensibilidad ante las necesidades y preocupaciones de cada miembro de la familia

Cuando interactuamos con un ser querido estamos acogiendo al ser dentro de nuestro
vínculo familiar, no llegamos con un manual de instrucciones; sin embargo, utilizamos
mecanismos ante la existencia de diferentes situaciones y vivencias, llamado <RESILENCIA>
que se define como la capacidad de respuesta, reacción y superación que tienen las personas,
para afrontar las situaciones negativas, que ayudan a sobreponerse a las adversidades y que
dejara en mayor o menor medida, algún efecto en quien la vive. A veces los efectos no son
evidentes a simple vista; otros aparecerán tardíamente, por ello es importante recalcar que
todos tenemos esta capacidad innata que promueve agentes facilitadores y recursos de
ayuda

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