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MALARIA
Dr. Orlando Nava Paz
ESQUEMA
Figura 2
IV.- FISIOPATOLOGÍA
Alteraciones en el eritrocito:
Todas las especies de Plasmodium que afectan al hombre dañan los eritrocitos. P.
falciparum parasita eritrocitos de todas las edades y da lugar a las parasitemias más elevadas,
aunque en algunos casos existen complicaciones severas con parasitemias no muy altas. P.
vivax afecta predominantemente a los reticulocitos y eritrocitos jóvenes. P. malariae ataca casi
exclusivamente los eritrocitos maduros. En las dos últimas especies, este hecho, limita la
intensidad de la infección. La penetración de los merozoitos en los eritrocitos, se hace
mediante receptores de membrana de la célula roja, que se adhieren con la cubierta de
superficie presente en el cono apical del merozoito. Por productos del parásito, que son
vertidos al eritrocito, se forma la vacuola parasitófora, que permite la penetración activa del
merozoito al interior del eritrocito. Cuando esto se ha cumplido, el eritrocito recupera la
integridad de su pared.
Los cambios de los eritrocitos son más intensos en P. falciparum y consisten en:
V.- SINTOMATOLOGÍA
El ataque agudo se inicia con los accesos febriles precedidos por escalofrío, seguidos
de intensa sudoración. Estos paroxismos se repiten cada 48 ó 72 horas, según la especie de
Plasmodium, al ocurrir la liberación de los parásitos por lisis de los eritrocitos. Algunas veces
existen formas mixtas, con presencia de diferentes especies de Plasmodium, lo cual modifica la
periodicidad de la fiebre.
Período de escalofrío. Antes de iniciarse el acceso febril se presenta un
periodo de escalofrío, sensación subjetiva de frío intenso en todo el cuerpo, que
aumenta progresivamente en intensidad, hasta llegar a un temblor incontrolable. En
este lapso, el pulso es rápido y débil; la piel inicialmente está fría y cianótica, en
algunas ocasiones existen náuseas y vómito, en los niños se pueden presentar
convulsiones. La duración es variable, rara vez más de media hora.
Período febril. A medida que la temperatura asciende, el escalofrío cede hasta
desaparecer. La temperatura corporal sube rápidamente y puede llegar a cifras muy
altas, hasta 41.5°C., con aparición frecuente de delirios y de convulsiones en los
niños. La cara está enrojecida, la piel caliente y seca, el pulso lleno y con frecuen cia
dícroto; pueden presentarse cefalea, náuseas y vómitos. Este período dura 3 a 4 horas.
Período de sudoración. Después de la fiebre, en forma brusca se comienza a
sudar profusamente y la temperatura cae. La cefalea desaparece y el paciente esta
soñoliento y con sed; disminuye la sensación de malestar, aunque puede sentirse
exhausto.
Glucosa 6-P
deshidrogenasa
NADPH + H
NADP
2 GSH GSSG
(Glutation reducido) (Glutation oxidado)
La malaria por P. vivax tiene tendencia a la cronicidad, después del primer ataque
agudo de 2 a 4 semanas de duración. Las recaídas tardías son debidas a salida de nuevos
merozoitos tisulares a la sangre, procedentes de los hipnozoitos del hígado, las cuales se
presentan semanas o meses después del estado agudo. Raramente estas recaídas suceden
después de años de la infección inicial. Ni P. falciparum ni P. malariae originan recaídas
tardías debido a que ellos no producen hipnozoitos. Debido a que el estado de hipnozoito
provee una ventaja para la supervivencia del parásito en otros climas, esto puede ser la causa
del porqué las recaídas por P. vivax son más frecuentes en zonas templadas. Se desconocen
los factores que determinan si los esporozoitos de P. vivax o P. ovale producirán infecciones
latentes persistentes (hipnozoitos) o madurarán directamente hacia el estado exoeritrocítico.
Las infecciones por P. vivax y P. ovale son consideradas en general de tipo benigno y
casi nunca son causa de muerte. Sólo en las siguientes condiciones se consideran graves y
posiblemente mortales: a) Ruptura esplénica, es una complicación tardía, particularmente en
personas que han tenido su primera infección por P. vivax; generalmente está asociado a
trauma, el cual puede ser tan leve como el causado por la palpación del médico. La
mortalidad es mayor del 80% y la causa de la muerte es la hemorragia; b) daño hepático y
hepatitis inespecífica, con o sin ictericia; c) trombocitopenia y anemia severa, aunque ocurren
muy rara vez en P. vivax; d) malaria cerebral que ha sido informada en raras ocasiones
cuando hay infección por P. vivax, se ha atribuido a infecciones mixtas con P. falciparum.
3. Paludismo por P. malariae. (Fiebre cuartana).
P. malariae es la especie más antigua de las que parasitan al hombre; por esta convivencia
más prolongada, la adaptación del parásito ha sido mejor y por consiguiente el daño al
huésped es menor. Esto hace que la sintomatología de la fiebre cuartana sea más benigna,
más crónica y pueda presentar recrudescencias después de muchos años.
4. Malaria en Niños.
El cuadro clínico e más severo en niños que en adultos. Es notoria la anorexia y los
cambios de comportamiento con gran irritabilidad y sueño irregular. La fiebre aparece
súbitamente, precedida o no de escalofrío. La duración de los paroxismos es irregular y varia
entre 2 y 12 horas. Cuando la temperatura es muy alta, es frecuente la aparición de
convulsiones. Al descender la fiebre viene el periodo de intensa sudoración y la temperatura
puede llegar a ser subnormal. La anemia aparece pronto y existe una parasitemia marcada. Es
común la esplenomegalia dolorosa y la hepatomegalia poco notoria.
En las infecciones por P. falciparum, las manifestaciones clínicas son bastante irregula-
res. La fiebre es casi continua y en algunos casos existe vómito, ictericia y diarrea. Son más
susceptibles a las complicaciones severas, como la forma cerebral con delirio, convulsiones y
estado comatoso. La mortalidad de la malaria cerebral en niños puede variar entre un 10 y un
40%. La mayoría de los que sobreviven no presentan secuelas, pero en algunos casos hasta un
10% tiene secuelas neurológicas. El compromiso renal y la fiebre biliosa hemoglobinúrica, son
cuadros severos y llevan con frecuencia a la muerte. Otras complicaciones menos comunes
son bronquitis y neumonitis. Las hemorragias espontáneas en piel o tracto gastrointestinal
son raras. Algunas veces se observan hemorragias retinianas. En la infección por P. malariae
es común el síndrome nefrótico.
5. Malaria en el Embarazo.
La malaria por P. falciparum en el embarazo lleva a una alta mortalidad del feto y en
algunos casos de la madre. Se ha hablado de un estado de inmunodepresión en el embarazo,
que favorece la infección, pero no es claro el mecanismo. La enfermedad es más severa en
mujeres primigrávidas y no inmunes y en mujeres VIH positivas. En la placenta hay
secuestro y desarrollo de los parásitos con obstrucción de la microcirculación e interferencia
de la nutrición del feto. La madre desarrolla con facilidad edema pulmonar agudo e
hipoglicemia. Puede ocurrir muerte fetal o parto prematuro. Hay sufrimiento fetal, mal de-
sarrollo y niños de bajo peso al nacer. En áreas de alta transmisión, las mujeres han ganado
un nivel de inmunidad para la malaria, la infección resulta en anemia materna severa e
infantes de bajo peso al nacer. En áreas de baja transmisión, las mujeres generalmente no han
desarrollado inmunidad, la infección resulta en enfermedad malárica severa, anemia
materna, productos prematuros o pérdida fetal. Es poco frecuente la malaria congénita,
aunque es posible el paso de los parásitos por la barrera placentaria.
Al inicio del embarazo, la hiperpirexia y la malaria puede ser causa de aborto. En el
embarazo se desarrolla más frecuentemente malaria cerebral y otras formas de malaria grave,
con alta mortalidad. La hipoglicemia puede llevar a bradicardia fetal y la hiperpirexia a daño
fetal. También está asociado a edema pulmonar y hemorragias post-parto. La anemia intensa
o la sobrecarga de líquidos pueden inducir a fallo cardíaco agudo o edema pulmonar.
VI.- INMUNIDAD
La malaria infecta diferentes células blanco, tales como el hígado y los eritrocitos y por
lo tanto se originan diferentes respuestas inmunes. Estas incluyen anticuerpos, linfocitos,
monolitos, macrófagos, células natural killer (NK) y neutrófilos.
Los anticuerpos pueden mediar su efecto protector por varios mecanismos. Ellos
neutralizan los parásitos, retardan su desarrollo, previenen su entrada en las células blanco y
ayudan a los macrófagos a fagocitar los parásitos y las células infectadas. Los anticuerpos se
desarrollados contra los gametocitos pueden prevenir el desarrollo de estados sexuales en el
mosquito cuando este se alimenta a través de la picadura. Este tipo de inmunidad es referida
como inmunidad bloqueadora de la transmisión.
Algunas de las investigaciones conducidas por científicos del CDC se han enfocado
en como los humanos adquieren anticuerpos protectores después de una exposición natural a
la malaria y como esta inmunidad ayuda a controlar y prevenir la enfermedad. Las células
NK y los neutrófilos son la primera línea de defensa y atacan a los parásitos por diferentes
vías. Los macrófagos son los responsables de la fagocitosis de los parásitos y de los eritrocitos
parasitados y de su eventual destrucción. La inmunidad celular a través de los linfocitos T
citotóxicos son efectivos durante el estadio hepático de los parásitos. Las citoquinas liberadas
de los linfocitos incrementan este proceso. Así el interferón gamma actúa contra los estadios
hepáticos y activa los macrófagos para atacar los estadios sanguíneos del parásito. Estas
citoquinas igualmente son responsables de la severidad de la enfermedad. Una citoquina
conocida como factor de necrosis tumoral alfa (caquectina) es un factor responsable en la
inducción de fiebre, hipoglicemia e hipercortisolinismo en los pacientes con malaria, así como
también está involucrada en la patogénesis de la malaria cerebral.
Cada una de las formas evolutivas (esquizontes hepáticos, formas sanguíneas
asexuadas, sexuadas, esporozoítos), presentan un grupo diferente de antígenos al sistema
inmune del huésped infectado. Además los parásitos mutan rápidamente generando
diferentes formas variantes, así que antígenos individuales pueden diferir dentro de la misma
especie. Esto le permite al parásito eludir a la inmunidad. La caracterización de la diversidad
de parásitos es crítica para el desarrollo de la vacuna.
Inmunidad Pasiva: Esta inmunidad es recibida durante la vida fetal. Los anticuerpos
formados por la madre pasan la barrera placentaria y pueden proteger al niño durante los
tres primeros meses de edad. La malaria congénita es más frecuente en recién nacidos de
madres no inmunes y excepcional en aquellos provenientes de madres con cierto grado de
inmunidad.
VII.- DIAGNÓSTICO
1.- Diagnóstico Clínico: Basado en los síntomas del paciente y en los hallazgos físicos.
Los primeros síntomas de malaria son frecuentemente inespecíficos y encontrados en otras
enfermedades (gripe e infecciones virales comunes) al igual que los hallazgos físicos, por lo
que el diagnóstico debe confirmarse por pruebas de laboratorio.
2.3.- Diagnóstico Molecular: Los ácidos nucleicos del parásito puede ser
detectados utilizando la Reacción en cadena de la Polimerasa (RCP) (Fig. 5).Se han
desarrollado primers específicos para las cuatro especies de malaria humana. Un uso
importante de esta técnica es la detección de infecciones mixtas o diferenciar entre
especies infectantes cuando la microscopía no es concluyente. Además, técnicas
mejoradas de RCP han probado ser útiles en la conducción de investigaciones
epidemiológicas moleculares en epidemias de malaria. Sin embargo es costosa,
requiere de un laboratorio especializado, electricidad y potencialmente, puede
producirse contaminación cruzada entre muestras.
2.4.- Serología: Permite detectar anticuerpos contra los parásitos. Las pruebas
más usadas son Inmunofluorescencia Indirecta (IFI) y ELISA. La serología no es útil
para el diagnóstico de infecciones agudas, debido a que los anticuerpos detectables no
aparecen sino 8 a 10 días o más luego de la infección y persisten por tiempo
prolongado después que la parasitemia ha desaparecido. Por lo tanto no se utilizan de
rutina para el diagnóstico de malaria aguda. Sus indicaciones son: a) Detección de
donadores de sangre involucrados en casos de malaria transfusional, cuando la
parasitemia del donante pueda estar por debajo del nivel detectable por la
microscopía. b) Como prueba en un paciente con enfermedad febril en quien se
sospecha de la enfermedad y en quienes extendidos de sangre repetidos son
negativos. c) Como prueba en un paciente que ha sido tratado recientemente pero con
diagnóstico cuestionado.
VIII.- EPIDEMIOLOGÍA
Se estima que hay entre 350 y 500 millones de episodios de paludismo clínico
anualmente, la mayoría causados por infección por P. falciparum y P. vivax. El paludismo
falciparum es la causa de más de un millón de defunciones anualmente y contribuye
indirectamente a muchas otras defunciones, principalmente de niños pequeños, por sinergia
con otras infecciones y afecciones.
Cada vez está más claro que hay que incluir a los adultos infectados por el VIH en los
planes de prevención y tratamiento del paludismo, además de los niños menores de 5 años y
las mujeres embarazadas. La sinergia del paludismo y el VIH/SIDA contribuye a la
morbilidad y la mortalidad en las zonas de alta prevalencia de estas dos infecciones, como es
el caso del África subsahariana. La prevención y el tratamiento del paludismo aportan
beneficios de salud inmediatos y puede limitar los aumentos transitorios de la carga viral de
VIH durante los episodios de paludismo, con lo que contribuye a limitar el avance y la
transmisión del VIH.
Situación de la Malaria en las Américas: La transmisión de la malaria aún ocurre en
los países de América donde se estima que aproximadamente 203 millones de personas viven
en áreas con algún riesgo de transmisión. De los aproximadamente 203 millones que viven en
21 países donde existe transmisión, 56% vive en áreas de bajo riesgo, 24% en áreas de
moderado riesgo y 20% en áreas de alto riesgo de contraer la enfermedad. De los 21 países
donde ocurre transmisión de la malaria, 11 son de América del Sur: Argentina, Bolivia, Brasil,
Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Venezuela.
De un análisis por subregiones se desprende que Brasil es el país que notificó el mayor
número absoluto de casos de malaria (50,5%), seguido por los países de la subregión andina,
que notificaron lo que representa el 32,3% del total de casos. Sin embargo, el riesgo mayor de
transmisión se observó en la subregión que abarca la Guayana Francesa, Guyana y Suriname,
seguida de ciertas partes de Brasil.
Área malárica oriental: Integrada por los estados Sucre, Anzoátegui y Monagas; el
vector principal es A. aquasalis y la mayoría de los casos son producidos por P. vivax
Las entidades del territorio venezolano que aportan el mayor número de casos son:
Bolívar, Territorio Federal Amazonas, Sucre, Delta Amacuro, Zulia, Barinas, Apure y
Anzoátegui. Los tres primeros estados concentran el 91.5% de toda la morbilidad por
paludismo en Venezuela. Llama la atención que el Edo. Sucre está sobrepasando al Edo.
Bolívar en número de casos.
Los municipios más afectados en nuestro estado en el año 2005 fueron: Machiques de
Perijá con 127 casos (51%); Jesús María Semprún con 59 casos (24%); Maracaibo con 53
casos (21%); Colón 7 casos (3%); Baralt 4 casos (1%).
Adultos: Como todos los mosquitos, el cuerpo tiene tres secciones: cabeza,
tórax y abdomen. La cabeza está especializada para adquirir información
sensorial y para la alimentación. La cabeza contiene los ojos y un par de
antenas largas y multisegmentadas. Estas últimas
permiten detectar aromas del huésped así como olores de
los sitios de crianza donde las hembras depositan los
huevos. De la cabeza se proyecta hacia delante la
prosbosis usada para la alimentación y dos palpos
sensorios. El tórax está especializado para la locomoción
con tres pares de patas y un par de alas. El abdomen está
especializado para la digestión de la comida y el
desarrollo de los huevos. Este segmento se expande
considerablemente cuando la hembra se alimenta de
sangre, la cual sirve como fuente de proteínas para la
producción de huevos.
Los mosquitos Anopheles pueden ser distinguidos de otros mosquitos por los
palpos, los cuales son tan largos como la prosbosis y por la presencia de
discreto bloque de escalas blanco y negro en las alas. Los adultos también
pueden ser identificados por su típica posición de descanso: machos y hembras
descansan con sus abdómenes levantados en forma perpendicular en vez de
paralelos a la superficie el la cual ellos descansan
Una vez que los mosquitos adultos han emergido, la temperatura ambiental,
humedad y lluvias determinaran sus posibilidades de supervivencia. Para transmitir
la malaria exitosamente, las hembras deben sobrevivir lo suficiente luego que se hacen
infectantes, para permitir a los parásitos completar su ciclo de crecimiento (ciclo
extrínseco). Este ciclo toma de 9-21 días a 25ºC. Las altas temperaturas ambientales
acortan la duración del ciclo extrínseco y por lo tanto incrementan las posibilidades de
transmisión. Por el contrario la disminución de la temperatura ambiental ( 15ºC para
P. vivax, 20ºC para P. falciparum) impide completar el ciclo extrínseco y por lo tanto la
malaria no puede ser transmitida. Esto explica en parte porqué la transmisión de la
malaria es mayor en áreas tropicales y semitropicales y bajas altitudes,
particularmente para P. falciparum. Se ha especulado que la tendencia actual de
calentamiento global puede incrementar la distribución geográfica de la malaria.
IX.- TRATAMIENTO
1.- Enfoque General: El tratamiento de la malaria no debe iniciarse hasta que el
diagnóstico sea confirmado por estudios de laboratorio. El “tratamiento presuntivo” sin la
confirmación del laboratorio, debe reservarse para circunstancias extremas (fuerte sospecha
clínica, enfermedad severa, imposibilidad de obtener confirmación pronta del laboratorio).
El tratamiento debe estar guiado por tres factores principales:
1. La especie de Plasmodium infectante. Lo cual es importante debido a:
Infecciones por P. falciparum pueden causar enfermedad severa progresiva o
muerte.
Infecciones por P. vivax y P. ovale, requieren tratamiento para las formas
latentes (hipnozoitos) que permanecen en el hígado y pueden causar recaídas.
Especies de P. falciparum y P. vivax, tiene diferentes patrones de resistencia a
drogas en diferentes regiones geográficas
2. El estado clínico del paciente. Pacientes diagnosticados con malaria no complicada
pueden ser efectivamente tratados con antimaláricos orales. Sin embargo, pacientes
quienes tienen uno o más de los siguientes criterios clínicos: alteración de la
conciencia/coma, anemia normocítica severa, insuficiencia renal, edema pulmonar,
insuficiencia respiratoria aguda, colapso circulatorio, coagulación intravascular
diseminada, sangramiento espontáneo, acidosis, hemoglobinuria, ictericia,
convulsiones generalizadas repetidas y/o parasitemia de más del 5%; son
considerados con enfermedad severa complicada y deben ser tratados agresivamente
con terapia antimalárica parenteral.
3. La susceptibilidad de la droga hacia el parásito infectante, determinada por el área
geográfica donde la infección fue adquirida. Permite escoger la droga o la
combinación de drogas apropiadas y el curso del tratamiento.
Si el diagnóstico de malaria es sospechado y no puede ser confirmado o si el
diagnóstico es confirmado pero la determinación de especies no es posible, debe iniciarse
inmediatamente tratamiento efectivo contra P. falciparum.
Otro factor importante en la decisión para tratamiento es el estado inmune del
huésped. Individuos no inmunes tiene un riesgo incrementado de complicaciones graves y
muerte. Por lo tanto infecciones sintomáticas en este tipo de huéspedes, especialmente
aquellas debidas a P. falciparum, deben ser tratadas inmediatamente.
Por otra parte, en los individuos con cierto grado de inmunidad, el riego de
complicaciones graves y muerte es mínimo. Por lo tanto, infecciones sintomáticas en este tipo
de huéspedes, incluso aquellas debidas a P. falciparum, no demandan una respuesta
terapéutica intensa o rápida como en los individuos no inmunes.
2.- Drogas Antimaláricas:
Drogas esquizonticidas tisulares, que actúan sobre las formas hepáticas y evitan las
recaídas de P. vivax y P. ovale, como son las 8-aminoquinoleínas.
Drogas gametocidas, que actúan sobre las formas sexuadas de la sangre de todas
las especies humanas de Plasmodium. Algunas de ellas los matan y otras los
esterilizan, volviéndolos no infectantes para el mosquito. Estas últimas no deben
ser clasificadas como gametocidas, sino como drogas que inhiben el desarrollo de
los esporozoitos en el mosquito como las 8-aminoquinoleínas.
Con las drogas que actúan únicamente sobre las formas asexuadas de la sangre, se
consigue sólo una curación clínica o supresiva de los síntomas en infecciones por P. vivax y P.
ovale, pues no obstante suprimir la sintomatología de la enfermedad, no previenen las
recaídas a partir de las formas tisulares, que requieren otras drogas para la curación radical.
Por el contrario se consigue una curación radical de la malaria por P. falciparum y P. malariae,
en las cuales no hay persistencia de las formas hepáticas.
Días
Medicamento No. días
Día 1 Día 2 Día 3
5 mg/kg/peso
Cloroquina 3 10 mg/kg/peso 10 mg/kg/peso
0.25
0.25 0.25 mg/kg/peso.
Primaquina 14 mg/kg/peso mg/kg/peso
Hasta el día 14
Días
Medicamento No. días
Día 1 Día 2 Día 3
4 mg/kg/peso
Artesunato 3 4 mg/kg/peso 4 mg/kg/peso
Los diversos parámetros clínicos, de laboratorio y/o parasitológicos que han sido
asociados con un mal pronóstico o con una mayor severidad de la infección son resumidos en
el cuadro 1. Debe destacarse que en situaciones donde el pacientes no ha experimentado
exposición previa a la malaria y por ende, no presenta ningún grado de inmunidad adquirida
previa a la infección, como es el caso de la mayoría de los casos observados en el país, no
necesariamente existe una relación entre el nivel de parasitemia constatado y el desarrollo de
manifestaciones clínicas de gravedad.
Cuadro 1.
a) Paciente sin criterio de malaria grave pero con algún factor de riesgo (embarazo,
niño, esplenectomía o imposibilidad de vigilancia)
Cuadro 3
Plasmodium falciparum
Estudios de resistencia en Venezuela
XI.- QUIMIOPROFILAXIS
Cuadro 4
Dosis pediátricas:
Mefloquina <15 kg: 5 mg/semana
15-19 kg: 1/4 tableta/semana
20-30 kg: ½ tableta/semana
31-45 kg: 3/4 tableta/semana
>45 kg: 1 tableta/semana
En términos generales una vacuna ideal debería ser: segura, fácil de manufacturar,
fácil de administrar, y cuando es administrada en la infancia, debe conferir inmunidad de por
toda la vida contra todas lasa formas de la enfermedad.
Este ideal es alcanzado en raras ocasiones y algunas de ellas deben ser administradas
repetidamente para mantener la inmunidad. En la práctica, la mayoría de las vacunas no
previenen la infección, pero si incrementan la capacidad del sistema inmune para limitar la
habilidad del patógeno para producir enfermedad. Una vacuna ideal contra la malaria
debería prevenir todas las infecciones, estimulando al sistema inmune para destruir todos los
parásitos, tanto los que se encuentran nadando libremente en sangre, dentro de los
eritrocitos o en el hígado.
Existen hechos que muestran la posibilidad que una respuesta inmune puede proteger
de la enfermedad:
El reto es definir cuales son las partes requeridas de la respuesta inmune y los
antígenos que puedan generar una respuesta inmune protectora, así como desarrollar vías
para elaborar y presentar en forma segura esos antígenos al sistema inmunológico.
Una revisión reciente revela que hay alrededor de 40 vacunas contra la malaria en
desarrollo clínico lo cual corrobora el interés en resolver un problema que ocurre en zonas
donde habitará la mitad de la población del mundo en el año 2010. Es triste anotar que la
sociedad contemporánea gaste 400 billones (1 billón = mil millones) de dólares en el
desarrollo de medicamentos pero tan sólo 8 billones en lograr vacunas y productos
farmacéuticos para las enfermedades de los pobres.
La vacuna fue segura y bien tolerada; 92% de los niños recibieron las tres dosis. Los
efectos adversos fueron leves o moderados y de corta duración.
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