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EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA SOCIAL

DEFINICION DE PSICOLOGIA SOCIAL

Ofrecer una definición formal de cualquier disciplina es una tarea compleja. En el caso de la
psicología social esta complejidad es mayor por la gran diversidad del campo y por su acelerado
ritmo de cambio. Por esto, más que revisar una gran cantidad de definiciones importantes que
se encuentran en la literatura (Klineberg, 1965; Jones & Gerard, 1980; Rodrigues, 1987;
Whittaker, 1979), preferimos concentrar la atención en presentar y analizar sólo dos
definiciones bastante distintas, separadas por 40 años en el tiempo, pero ambas pensamos
igualmente vigentes e ilustrativas de lo que es la psicología social en la actualidad.

Aunque formulada hace varias décadas, la definición dada por Gordon Allport es para muchos
la que mejor refleja las características distintivas de la psicología social actual. Afirmó Allport en
1954 "los psicólogos sociales consideran su disciplina como un intento de comprender y explicar
cómo los pensamientos, sentimientos y conducta de los individuos son influenciados por la
presencia actual, imaginada o implícita de otros seres humanos" (p. 5, 1954). En una segunda
edición de 1968, Allport presenta una ligera ampliación de esta definición, afirmando que "La
psicología social es una disciplina en la cual las personas intentan comprender, explicar y
predecir cómo los pensamientos, sentimientos y acciones de los individuos son influenciados
por los pensamientos, sentimientos y acciones percibidos, imaginados o implícitos, de otros
individuos" (Raven & Rubin, p. 16, 1983).

¿Por qué esta antigua definición siguió siendo la más aceptada por diversos autores ( Leyens,
1982; Raven & Rubin, 1983; Wrightsman & Deaux, 1981), a pesar de los grandes cambios
experimentados por la disciplina desde los años 70 en adelante? Creemos que ello se debe a
que Allport, tal vez más conocido por su gran aporte al estudio de la personalidad que a la
psicología social, fue capaz de adelantarse en gran medida a esos cambios que fueron
moldeando el desarrollo posterior de la disciplina. Su definición es muy importante por varias
razones:

a) aunque no explicita en su definición que se trata de una ciencia, como lo hacen casi la
totalidad de las otras definiciones, establece claramente para la disciplina los grandes objetivos
o metas de cualquier ciencia (comprender, explicar y predecir)

b) se preocupa de incluir los distintos aspectos de la actividad psicológica (cognitivos, afectivos,


conductuales), tanto del agente como del objeto de influencia, permitiendo así abarcar muchos
fenómenos que sólo empezaron a ser temas de interés específico de los psicólogos sociales
muchos años después, como el rol de las expectativas y atribuciones, el fuerte énfasis actual en
la cognición social, la comunicación no verbal, y el énfasis en el rol del afecto y la relación afecto-
cognición que empieza a emerger en la década del 90.

c) destaca claramente como foco de interés de la disciplina el fenómeno central de la influencia


social que se da entre los individuos, lo cual sería para todos los psicólogos sociales actuales su
verdadero objeto básico de estudio
d) a diferencia de casi todas las otras definiciones, distingue las diversas modalidades y formas
que puede asumir el proceso básico de influencia social, algunas de ellas muy sutiles y subjetivas.
Ello implica que, como revela claramente la investigación sobre expectativas, muchas veces
operamos sobre la base de lo que sentimos, creemos o imaginamos acerca de los otros,
independientemente de que correspondan realmente a sus características o conductas.

e) por último, al igual que la mayoría de las definiciones modernas, establece que el nivel de
análisis básico de la psicología social es el individuo, al igual como ocurre con toda la psicología.
Son los individuos, y no otros niveles como grupos u organizaciones, los que piensan, sienten y
actúan, en una relación de influencia recíproca con otros individuos, independientemente que
estos individuos pertenezcan o representen a otras instancias.

La segunda definición que revisaremos es la de Baron & Byrne (1994), quienes plantean que la
tarea central de los psicólogos sociales es comprender cómo y por qué los individuos se
comportan, piensan y sienten como lo hacen, en situaciones que involucran a otras personas.

De acuerdo a esto, ellos definen la psicología social como "el campo científico que busca
comprender la naturaleza y causas de la conducta y pensamiento de los individuos en
situaciones sociales" (p. 8). Esta definición, bastante más escueta que la anterior y reflejando
más claramente el énfasis moderno en los aspectos cognitivos, se centra en la comprensión de
cómo pensamos acerca de y cómo interactuamos con los otros. Algunos puntos a destacar en
esta definición serían los siguientes:

a) definitivamente la psicología social es una ciencia, aunque los temas que estudia puedan ser
muy diferentes de aquellos de las ciencias físicas o biológicas. Cuando los psicólogos sociales se
interesan en investigar la naturaleza del amor o las causas de la agresión, lo hacen con la actitud,
métodos y procedimientos que caracterizan a cualquier indagación científica, sometiendo toda
afirmación a una cuidadosa verificación empírica.

b) la psicología social se focaliza en la conducta de los individuos, en sus acciones y pensamientos


en situaciones sociales. Aunque tales conductas siempre ocurren en un contexto determinado y
son fuertemente influenciadas por los factores socioculturales, son los individuos los que
piensan, sienten y actúan en esos contextos sociales. De ahí que el interés principal, aunque no
exclusivo, esté en comprender los factores que moldean las acciones y pensamientos de los
seres humanos individuales en las situaciones sociales.

c) el aspecto más central de la definición es que la psicología social busca comprender las causas
del pensamiento y conducta sociales. Esto significa que los psicólogos sociales están interesados
especialmente en analizar el amplio rango de condiciones que moldean las acciones,
sentimientos, creencias, recuerdos e inferencias de los individuos con respecto a otras personas.

Estas diversas condiciones o factores que afectan la interacción social pueden ser agrupadas en
cinco grandes categorías:

1) las acciones y características de los otros (sexo, estatus, atractivo, etc.);

2) procesos cognitivos básicos que subyacen nuestros pensamientos, creencias, ideas y juicios
acerca de otros;

3) variables ecológicas, es decir, influencias directas e indirectas del ambiente físico;


4) el contexto cultural en que ocurre la conducta (normas, expectativas, valores);

5) aspectos biológicos de nuestra naturaleza y herencia genética que son relevantes en algunas
formas de conducta social.

Para resumir la perspectiva de Baron & Byrne (1994), se puede afirmar que la psicología social
se focaliza principalmente en comprender las causas o factores que moldean nuestros
pensamientos, sentimientos y conductas en situaciones sociales. Intenta lograr esta meta a
través de la utilización del método científico, y toma en cuenta que nuestra interacción con otros
está influenciada por un amplio rango de factores sociales, cognitivos, ambientales, culturales y
biológicos.

DESARROLLO HISTORICO

Aunque las raíces históricas de la psicología social pueden rastrearse hasta la antigüedad y
podrían citarse muchos pensadores y doctrinas que a través de los siglos formularon
concepciones sobre la naturaleza social del ser humano (ver Allport, 1954; Klineberg, 1965),
preferimos concentrarnos en una visión muy rápida de la historia reciente de la disciplina ya
constituida como tal sólo en el presente siglo. Sin embargo, nos parece útil considerar el
planteamiento de Hollander (1981), en el sentido que es posible distinguir tres grandes
aproximaciones al estudio de la conducta social que se han originado en momentos históricos
muy diferentes, pero que todos ellos se prolongan hasta la época contemporánea. Estas
aproximaciones son la Filosofía Social, el Empirismo Social y el Análisis Social.

La Filosofía Social surge desde la antigüedad y se basa en la conjetura. Consiste en reflexiones y


especulaciones acerca de la naturaleza humana y la conducta social, sin ninguna forma
sistemática de recolección de datos ni verificación de las afirmaciones. Esta modalidad de
aproximación a la conducta social se prolonga hasta nuestros días, en la forma de ideas y
controversias acerca de la naturaleza humana y la sociedad, tal como se aprecia en muchos
argumentos políticos y en los supuestos subyacentes de muchas teorías en la psicología y otras
ciencias sociales.

Una segunda aproximación es el Empirismo Social, que surge a finales del siglo XIX y se basa en
la descripción. Representa un avance hacia un conocimiento más completo de algunos
fenómenos sociales, a través de una recolección sistemática de datos que va más allá de la mera
especulación. Tal vez el inicio de este enfoque lo constituye el trabajo de Durkheim, quien no
sólo definió como la tarea específica de la naciente sociología el estudio de los "hechos sociales",
sino que realizó un riguroso estudio sobre el suicidio para demostrar la utilidad de tal concepción
(Ritzer, 1983). Ejemplos modernos de tal aproximación lo constituyen los estudios de
recopilación de estadísticas sobre diversos indicadores, y las encuestas de opinión pública que
señalan cuántas personas perciben de cierta manera o intentan votar por alguien, pero sin
entrar a considerar los factores involucrados en tales conductas.

La tercera aproximación, el Análisis Social, surge sólo durante las 7 primeras décadas del siglo
XX, y enfatiza la causalidad. Mientras el Empirismo Social proporciona una descripción de
características de individuos o eventos sociales, el análisis social busca establecer un
fundamento científico para comprender lo que se describe. Involucra un estudio específico de
las relaciones subyacentes con el fin de revelar nexos causales y verificar teorías, o dicho de otra
manera, busca relaciones causales utilizando los datos derivados de la investigación sistemática.
Va más allá de la simple descripción para verificar relaciones entre variables, cómo las diversas
variables se interrelacionan para determinar o influir la conducta social de los individuos.

Respecto a la configuración de la psicología social moderna, aunque ya en 1908 aparecieron los


dos primeros libros que incluían en su título la expresión "psicología social", uno del sociólogo
Ross y otro del psicólogo McDougall (Allport, 1954), ambos textos se basaban principalmente en
conceptualizaciones y especulaciones más que en pruebas empíricas. Solo en la década del 20
es posible encontrar algunos hitos importantes de lo que va a ser la disciplina en adelante. Así,
en 1921 aparece el Journal of Abnormal and Social Psychology, la primera publicación
específicamente destinada a divulgar artículos de psicología social (Perlman y Cozby, 1988), y
que en 1965 se convertiría en el actual Journal of Personality and Social Psychology, considerada
la principal revista de la disciplina a nivel mundial. Y en 1924 aparece el texto de Psicología Social
de Floyd Allport, que a pesar de su fecha de publicación ya refleja lo que va a ser la orientación
moderna de la disciplina, o sea, lo que Hollander (1981) denomina el análisis social. Este texto
enfatiza el valor de la experimentación y presenta investigaciones realizadas en temas que
siguen siendo motivo de interés actual y que revisaremos en capítulos subsiguientes, tales como
la conformidad, el reconocimiento de emociones a través de las expresiones faciales, y el
fenómeno de la facilitación social (Baron & Byrne, 1994).

A partir de estos hitos se produce un rápido desarrollo, tanto de nuevos temas de estudio como
de procedimientos de evaluación (varias de las escalas utilizadas hasta hoy para medir actitudes
se desarrollaron en la década del 20 y del 30). En los años 30 encontramos ya trabajos clásicos
de dos de las figuras más importantes de la disciplina: los estudios de Muzafer Sherif sobre la
naturaleza e impacto de las normas sociales sobre los juicios y conductas de los individuos, y el
famoso estudio de Kurt Lewin y otros acerca de la influencia de distintos estilos de liderazgo
sobre la productividad y otros procesos de grupo (Perlman y Cozby, 1988). En los años 40, y muy
relacionados con el esfuerzo bélico de la Segunda Guerra Mundial, encontramos el trabajo de
Lewin sobre dinámica de grupo, las investigaciones de Hovland y otros sobre comunicación y
cambio de actitudes, el monumental estudio sobre liderazgo de Hemphill y otros, y el estudio
clásico sobre la personalidad autoritaria de Adorno y colaboradores, motivado por los
fenómenos del fascismo y el nazismo (Wrightsman & Deaux, 1981). En los años 50, habiendo
alcanzado ya la disciplina un carácter de ciencia experimental, se pueden destacar los estudios
de Asch sobre el conformismo y el desarrollo de la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger,
una de las teorías más fructíferas de la disciplina y que siguió siendo un foco de interés para
muchos investigadores durante varias décadas.

De acuerdo a Baron & Byrne (1994), los años 60 pueden ser considerados como el período en
que la psicología social alcanzó su mayoría de edad. Durante esta "década turbulenta"
caracterizada por rápidos cambios sociales, aumentó mucho la cantidad de psicólogos sociales
y el campo se expandió hasta incluir prácticamente todos los aspectos imaginables de la
interacción social, en una verdadera explosión del conocimiento en el área. Los años 70
significaron una aceleración y expansión de muchas temáticas previas, y además surgieron
nuevos temas o fueron estudiados desde una nueva perspectiva. Entre estos se pueden
mencionar las atribuciones, las diferencias de género y la discriminación sexual, y la psicología
ambiental. Durante la última parte de los 70 y especialmente en los años 80, se observan dos
grandes tendencias que han configurado la psicología social de nuestros días:

a) un creciente énfasis en la perspectiva cognitiva, en el sentido que podemos mejorar


significativamente nuestra comprensión de prácticamente todos los aspectos de la conducta
social prestando atención a los procesos cognitivos que los subyacen;

b) un creciente énfasis en la aplicación de los hallazgos y principios de la psicología social a la


solución de problemas prácticos, existiendo ya importantes desarrollos en relación a la salud,
procesos legales, conservación de la energía, y comportamiento en contextos laborales y
comerciales (Baron & Byrne, 1994; Smith & Mackie, 1995).

Los años 90 pueden ser caracterizados por tres principales tendencias que ya son claras o que
se ven venir en los próximos años:

a) creciente conocimiento y creciente sofisticación de los procesos cognitivos y de las


aplicaciones a problemas prácticos;

b) creciente énfasis en el rol del afecto en muchas formas de conducta social, con muchas
investigaciones actuales dedicadas a examinar el impacto de los estados emocionales y las
complejas interacciones entre afecto y cognición;

c) adopción de una perspectiva multicultural o de diversidad social, relacionada con los


crecientes fenómenos migratorios y la internacionalización de las comunicaciones, el comercio
y la vida social en general (Baron & Byrne, 1994).

Respecto a esto último, Triandis (1994) plantea que casi todo lo que conocemos acerca de la
conducta social proviene de estudios con individuos y grupos de Europa y Norteamérica, siendo
que el 70 por ciento de la población mundial vive en otras regiones, por lo cual "ninguna persona
educada puede permitirse ser ignorante de las diferencias culturales y la forma en que ellas
influencian nuestro funcionamiento psicológico, especialmente nuestra conducta social".

En relación a este panorama histórico del desarrollo de la psicología social, un hecho que puede
llamar la atención es la fuerte dominación ejercida por Estados Unidos, tal vez mucho más que
en las restantes áreas de la psicología o en otras de las llamadas ciencias sociales. Así, Salazar
(1979) expresa "no es en Europa donde se desarrolla la psicología social. Es en Estados Unidos
donde verdaderamente florece dicha rama en la primera mitad del siglo, y de manera tan
definitiva que alrededor de 1950, hablar de psicología social era sinónimo de psicología social
norteamericana" (p. 14). Turner, autor australiano, va un poco más allá y afirma "apenas hay
dudas de que entre 1930 y 1970 el campo se desarrolló de manera abrumadora en los Estados
Unidos" (p. 20, 1994).

Algunos de los factores que podrían ayudar a explicar este hecho, de acuerdo a Salazar (1979),
serían los siguientes:

a) el que los científicos europeos sufrieron dos guerras devastadoras que sólo tocaron
tangencialmente a Estados Unidos;

b) la combinación de mayor riqueza, aislamiento relativo y vertiginoso desarrollo científico-


tecnológico;
c) la necesidad de enfrentar problemas sociales relevantes, como las relaciones raciales y la
delincuencia;

d) la gran influencia de figuras como Kurt Lewin, psicólogo alemán que emigró a Estados Unidos
a raíz del nazismo y desempeñó un rol clave en la psicología social contemporánea;

e) el desarrollo de la antropología cultural en Estados Unidos, que ejerció una fuerte influencia
en la psicología social.

A estos factores podríamos tal vez agregar la orientación pragmática de la mentalidad y cultura
estadounidense, y que en su vertiente psicológica fue iniciada en el siglo pasado por William
James (Heidbreder, 1964). Este pragmatismo, que sirvió de base a varias corrientes tanto
psicológicas como educativas, estimula el enfoque empírico y la aplicación del método
experimental, rasgos centrales del desarrollo de la psicología social moderna, a la vez que
plantea la aplicación práctica del conocimiento, una de las tendencias importantes en el
desarrollo reciente de la disciplina.

Sólo a partir de los años 70 se advierte el surgimiento, quizás no tan rápido como habría sido
deseable, de una psicología social europea que ha hecho aportes muy importantes tal como el
trabajo de Tajfel sobre identidad social, categorización social y relaciones intergrupales, y el
trabajo de Moscovici sobre polarización de grupo e influencia de las minorías en un grupo
(Turner, 1994). Sin embargo, existe actualmente una gran brecha que no parece fácil superar, a
la luz de los siguientes datos informados recientemente por Páez y otros (1994). Así, alrededor
de 1980 se contabilizaban 4.500 psicólogos sociales en EE.UU., frente a 243 en América Latina y
220 en Europa Occidental. En 1988 la Asociación Europea de Psicología Social tenía alrededor
de 300 miembros, menos de un 10% del número de miembros que tenía su contraparte
estadounidense en 1979. Y con respecto a la producción en psicología social y personalidad, una
revisión sistemática de los Psychological Abstracts en 1991 mostró que el 77% era
norteamericana, el 13% era europea, y el 10% restante correspondía a todo el resto del mundo.
De acuerdo a Páez y otros (1994), estas cifras ilustran que "la dominación cultural
estadounidense, en las ciencias en general y en las humanas en particular, es aplastante".

Con respecto a Latinoamérica, se advierte una consolidación de la Psicología Social como


disciplina académica a fines de los años 60 (Montero, 1991), y su desarrollo posterior, no exento
de dificultades, ha sido estimulado por la formación en 1972 de la Asociación Latinoamericana
de Psicología Social (ALAPSO), la realización de diversos eventos regionales e internacionales, y
la aparición de algunas publicaciones como los textos de Marín (1975, 1981), Salazar y otros
(1979), y Rodrigues (1987), cuya primera versión data de 1972 (es interesante acotar, en relación
al párrafo anterior, que de estos pocos autores de textos a nivel latinoamericano, dos de ellos
trabajan en Estados Unidos). Especial mención merecen dos textos que alcanzó a escribir el
psicólogo social y sacerdote español-salvadoreño Ignacio Martín-Baró (1983, 1989) antes de su
asesinato en El Salvador en 1989. En su revisión del desarrollo de la psicología social en América
Latina, Montero (1994) concluye que ha logrado establecer un campo que si bien es reconocible
y reconocido, no está claramente delimitado debido a que ha servido especialmente para
engendrar otras áreas (comunitaria, política, ambiental), o para desarrollar otras de carácter
interdisciplinario (salud, educación, trabajo).

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