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3. CLASIFICACION DE LA ORATORIA
5. EL DISCURSO ORATORIO
La elaboración de un discurso oratorio implica un fuerte y
profundo conocimiento de la materia a tratar y fuerza
dialéctica. Si para hablar en público hay que tener, en primer
lugar, algo que decir, cuando se trata de convencer a ese
público de cuanto se dice ello ha de apoyarse en un dominio
total del tema; a partir de ahí entrarán en juego todos los
recursos de la oratoria para poder alcanzar el fin: convencer al
auditorio. Por ello el orador tendrá que dominar
perfectamente la inducción y la deducción. En una
argumentación deductiva el orador parte de principios que
tiene por ciertos el auditorio y demuestra que una
argumentación particular está contenida en una general. En el
Argumentación Jurídica razonamiento inductivo cuando el
orador utiliza hechos suministrados por la experiencia o la
observación marcha de lo particular a lo general. El discurso
oratorio debe estar tan preparado que parezca una
improvisación. Cobrará mas fuerza. Para conseguir tal efecto a
veces hay que recurrir a los resortes de la elocuencia con
brotes de pasión efervescente. Y el orador ha de marcarse un
plan de discurso que estará subordinado al estado del
auditorio. El público debe de estar pendiente de cuanto
escucha y no perder el grado de atención necesaria. Si el
orador observa que ese grado de atención puede decaer
antes de que suceda tendrá que alterar su plan e introducir
elementos de activación. Ello se suele conseguir con ciertas
frases emotivas que puedan hacer vibrar al auditorio. Es
preciso controlar el hilo conductor que se produce entre la
palabra y quienes la escuchan; ese hilo conductor debe de
controlarlo el orador y de ello dependerá el éxito de nuestros
propósitos. El discurso en sí se compone de varias partes que
los retóricos definieron como: exordio o preámbulo e
introducción del discurso que sirve de preparación al ánimo de
los oyentes; proposición y división donde se realiza el
enunciado de cuanto se va a tratar y como se va a hacer; ,
narración de cuanto supone el contenido principal del
discurso; confirmación que es donde se prueba la verdad de la
proposición; , refutación donde se desvirtúan las razones de
contrario demostrando que son falsos; la refutación no es
necesaria en todo tipo de discursos ya que no siempre hay
argumentos que rechazar. Cuando Quintiliano aborda las
pruebas que debe utilizar el orador en defensa de sus
argumentos comenta que esas pruebas deben ser sólidas,
propias y peculiares y advierte, además, que no basta con que
el orador deba probar sus afirmaciones sino que deberá
disipar toda duda. Lo que nos conduce a la importancia del
concepto de la refutación