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Ellloras Traducciones

DEAD GIRLS DON'T DANCE

MaryJanice Davidson

Ania y Nine 1
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LAS CHICAS MUERTAS NO BAILAN

Prólogo

Estaba de pie sobre la orilla del Lago Michigan y observaba las negras aguas. A sus espaldas, Chicago
se mecía y tambaleaba; era sábado por la noche, y en todas las universidades se estaban
divirtiendo.
Esta no era la primera orilla en la que había estado de pie, ni la primera masa de agua que había
mirado fijamente. Indudablemente no era la primera tarde que había pasado yendo de un lado a
otro de la playa después de comer, ni la primera gran ciudad que había visitado. Siempre una
visitante, nunca una residente.
Una cosa seguía siendo la misma, por supuesto: estaba oscuro. El alba llegaría pronto - podía sentir
el sol, su enemigo, saliendo sobre el horizonte. Tendría que marcharse pronto.
Ella no había sentido la luz, excepto la artificial sobre su cara en un largo, largo tiempo. Y ahora, por
supuesto, si alguna vez sintiera el sol, sería lo último que sentiría.
Así que le gustara o no el sol era una mala idea.
Había noches en las que le tentaba quedarse en la playa, mirar el sol salir, morir en el fuego, la luz y
agonía ardiente, terminar, acabar con esto, quedarse quieta.
Estar… muerta verdaderamente.
A sus pies, su cena jadeó, se movió y finalmente se desmayó. Era grande, negro y fuerte-había sido
fuerte - pero ella no había tenido ningún problema en someterlo. Su clase era fácil. Ellos nunca
pensaban que el conejo se convertiría en zorro; seguramente no ante sus mismos ojos. Incluso un
zorro no tenía los dientes tan largos y afilados como los suyos.
Prefería tomar hombres. Sobre todo prefería a los hombres que intimidaban a mujeres. Alejarlo de
la manada, tomarlo, y calmar esa sed dentro de ella, esa constante sed, interminable, horrorosa,
invencible.
De todos modos era hora de irse. Su cena se recuperaría e iría a casa y no recordaría nada. Ella
encontraría otra comida mañana. Al menos ya no era mas una recién nacida estúpida e insaciable.
Tan siquiera ahora podía pensar en algo más allá de la sed.
Sí, era tiempo de irse.
Pero de todos modos ella se quedó, y lloró, lágrimas secas y miró fijamente el agua, deseando estar
muerta. Pero verdaderamente muerta, esta vez.

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Capítulo 1

ANDREA se incorporó y tosió un buche de arena. El hombre agachado al lado de ella saltó y se
alejó, como si creyera - ¡Imagínate! – que ella había cobrado vida.
¡– Mierda santa! –Gritó. ¡– Pensé que era un cadáver! –
Ella tosió más arena, maldiciéndose a si misma. Había estado tan malhumorada la noche anterior,
que en vez de encontrar un callejón decente y esconderse en el o una pensión de mala muerte para
dormir, acabó por introducirse en la arena de la playa como un gusano grande y viejo, esperando la
puesta del sol.

Excepto que este idiota la encontró antes de que pudiera levantarse.


– Si - – Dijo tosiendo, y farfullando. – - Usted es… - – Hack, Hack. ¿– - algo? –
– Bien, sí, – dijo, sonando extrañado porque conociera parte de su nombre. – Supongo que si, yo
corría por la playa – suelo correr por aquí, solo tengo que bajar por la dos veinticinco y dejar atrás
Cheez E brast, de cualquier manera, yo corría y tropecé sobre algo, pensé que era un pedazo de
madera flotante, pero era su pie, entonces comencé a desenterrarle y luego no pude encontrar su
pulso, así que llamé a la policía por mi móvil. Usted estaba inmóvil, no respiraba ni nada. De hecho,
para ser un cadáver, lucía bastante bien. –

Un idiota. Perfecto. Terminó de toser. Era asombroso - incluso si no respirabas, la arena se metía
por todas partes. Cada vez que se movía, más arena se introducía en sus bragas. ¿– Cuánto hace que
llamó a la policía? –
– Uh… un par de minutos… la miró, y preguntó ¿está segura de que esta bien? El sol se estaba
ocultando, y estaba algo frío, incluso para ser junio -–
¡– El sol se pone, – dijo, limpiando su boca con el antebrazo, haciendo una mueca ante el modo en
el que la arena se pegó a sus labios como si trajera lápiz labial! - – son las siete y cincuenta y seis de
la tarde. Técnicamente esta anocheciendo. –
–Bien, esta, bien, pero…… - –
–Por tanto, tengo el tiempo justo para un bocadillo antes de que lleguen las autoridades. –
–Esta bien ¿Qué es lo que, ummmm…, quiere un jugo de naranja o algo así? Yo invito. –
–Lo sé. – Se inclinó hacia él - fue bastante fácil, se cernía sobre ella de la misma manera que un
ladrón sobre su tumba - y lo agarró. Él llevaba puesta una camiseta color café claro, bañador verde
y zapatos de playa; la camiseta se rompió bajo su fuerza sobrenatural, los zapatos de playa volaron,
y luego hundió sus colmillos en su yugular.
¡– Ow! ¡¡Eh!! Gimió ultrajado, sus grandes manos trataron de empujarla. Esto es… – ¿me esta
mordiendo? ¡Esto es tan extraño! ¡Y excitante! ¡Ahora detente! Ahhhh. No, me refiero a…para….
¡No! ¡No te detengas! –Él agarró su cabeza, ella se pegó a el como una sanguijuela, y rodaron
juntos cuerpo a cuerpo en la arena durante unos segundos. Ella podía sentir su garganta
moviéndose bajo sus labios mientras el balbuceaba. ¡– Seriamente, esto no puede estar pasando!
¿Salvo a una persona de morir - y ella me muerde? Solo espera a que llegue la policía, ellos te
encarcelarán o algo por el estilo…. ¡¡Ahhhh!! –

Ella rompió el contacto - algo que nunca había hecho antes; ¿de hecho, hasta un año antes, no
habría sido capaz de desprenderse hasta que su sed hubiera sido satisfecha - y dijo, intentando no
sonar suplicante, – ¿Vas a hablar acerca de esto? –
¿– Qué, se supone, que me quede aquí y piense en Inglaterra? –
–Por lo general todos comienzan a gritar, y luego se desmayan. –

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–Bien, olvídalo. – Dijo señalándose a si mismo. –Daniel Harris no se desmaya, bebé. ¡No importa
cuánto lo muerdas! –
Ella le miró fijamente. ¿– Daniel Harris? –
–Sip. ¡Y no grito, tampoco, excepto aquella vez que vi, estando realmente borracho la caída de una
araña en el inodoro cuándo estaba orinando, ¡!Hablando de un shock!! Yo no sabía si seguir
haciendo pis o hablar a seguridad, pero debo decirte…. -–
¿– Daniel Harris, Del Colegio St Olaf? –
–Uh… sí. – La miró detenidamente. ¿– Te conozco? Eres extraña, bebe. –
Ella suspiró. –Soy Andrea Mercer. –
–Andrea… Andrea… –
–Del Colegio Carleton. Directamente frente al río de San Olaf. Me cambié al St Olaf en mi segundo
año. Tomábamos juntos las clases de Cálculo II, Psicología, y Sociología. –
–Andrea… –
–Copiaste mis notas la mayor parte de nuestro último año en el colegio. –
¡– Ohhhh! ¡Esa Andrea! –
–Y, – continúo, – dijiste que si afeitara mis axilas yo sería, como dijiste…mmmm…casi un poco más
bonita. –

Él chasqueó sus dedos. ¡– Correcto! ¡Andrea! ¡Lo tengo! –


–Que emocionante, – dijo ella de manera aburrida. Desenterrada por Daniel – Gallo grande –
Harris, quien desde luego no recordaba a Andrea- el- Ratón. Ella saltaba sobre él, bebía su sangre, y
todavía era sólo un pequeño fastidio en su vida.
Estaba sorprendida de no haberlo reconocido antes – hacia solo siete años, y él todavía lucía igual.
El mismo chico-surfista, bronceado, rubio y bien parecido. Un poco más amplio de hombros, las
piernas un poco más largas. Sus ojos azul descolorido como – desvaídos - eran todavía amistosos, la
expresión todavía intensa. Lucía exactamente como lo que era: un apuesto, gentil hombre, amante
del ocio y de las fiestas, que nunca jamás tuvo problemas consiguiendo una cita.

Ella incluso lo había invitado a salir, cuando era mas joven, pero…

Él aclaró su garganta. –Uh, Andrea… la razón por la que no te reconocí enseguida…. - –


–Sé por qué, – dijo finalmente, levantándose y sacudiendo la arena de sus vaqueros.

¿–-Um, se supone que es porque estas muerta? –

–Desde luego que estoy muerta, idiota. Pero esto no fue por lo qué no me reconociste. –
Se alejó, escuchando a la distancia los débiles sonidos de las patrullas.

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Capítulo 2

¿– ANDREA? ¡Andrea! ¡¡Hey!! ¡Espera! –


¿– Qué? –Ella gruñó, sin dar la vuelta. Una fría brisa provenía del lago, haciendo que se apurara.
¿Por supuesto, ella siempre estaba fría, qué importaba otra brisa fría más de cualquier manera? –
Márchate. – Todavía tengo hambre.
¿– Entonces, estas muerta y merodeas por playas mordiendo tipos ahora? Pensé que estabas en
una casa de bolsa o algo así. –
Ella casi se rió. ¿Ah, aquellos días cuándo su problema más grande era cuando calculaba el efecto de
las tasas de interés sobre flujos de inversión de capital… o era al contrario? –A eso me dedicaba.
Después tuve un accidente. Ahora estoy aquí. –
Él seguía trotando al lado de ella. – ¡Eh!, escucha. Sobre lo que te dije antes. No pensé que dañaría
tus sentimientos. Seguro que te recuerdo. Eras – ejem… eras realmente linda. –
–Eres un idiota, –contestó. – Esta bien, me marcho. No tienes que hablar conmigo nunca más. –
– ¡Hey!, espera, – dijo, ignorando completamente su clara indirecta. – Quiero hablar contigo.
¿Entonces, qué te pasó? –
Ella casi tropezó con sus propios pies. ¿– Por qué diablos te preocupa? –
–Bien… se me ocurre, que tu no estas teniendo mucha diversión en estos días. –
–Qué tragedia, – se burló.
–Bien… sí. –
Para Daniel Harris, comprendió, probablemente lo era. El hombre siempre estaba esperando una
fiesta. En el colegio había sido famoso por el hecho de que las luces de su habitación nunca se
apagaban.
–No me creerías de todos modos, – dijo, debilitándose.
¿– Uh… me mordiste, recuerdas? Y yo he sido salvavidas. Realmente – tú no tienes – pulso. ¿Me
refiero a que, cuándo te incorporaste, intente engañarme diciéndome que tal vez había cometido
un error, ¿pero que tan difícil es tomar el pulso? Bien, esto va a parecerte realmente loco - como
algo salido de las películas - pero eres - no te rías ahora…eres…., -–
–Sí. Soy un vampiro. –
Él digirió esto en silencio. Habían alcanzado el aparcamiento, y ella sacudió más arena de su cabello.
¿– Bien, cómo lo hiciste? –
– ¿Como lo hice? Esto no es como ser Republicano, idiota. Verdaderamente no tuve opción. –
¿– Quieres ir a beber algo? ¿Hablar sobre ello? –
¿– Esto, se supone que es una broma? –
– Bien… no tan así, – dijo inquieto, tocando la señal del mordisco en su cuello. – Me refiero a un
bar. –
–No. –Dijo. Pero esto era una mentira. La tentaba profundamente. Y no importaba que su atracción
sobre Daniel Harris, hubiera muerto hacía tiempo… el frío hecho, era, que estaba sola. De vez en
cuando, era casi insoportable. Era agradable - aunque extraño - encontrarse una cara familiar.
Y él era agradable. Incluso cuando rechazaba citas con las chicas, él siempre se comportaba en
forma agradable. Era uno de esos tipos que francamente no tenían idea de porque eran tan
populares y asediados.
– Anda vamos, – la engatusaba. – Mira, mi coche esta aquí cerca. Podemos dirigirnos al Bar de Joe,
beber un trago. Ponernos al corriente. –
–Ponernos al corriente, – repitió. Esto era absurdo y triste de igual forma.
–Vamos, Alison. –
–Andrea. –

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–Correcto, Andrea. –
–Esto es para llorar– Dijo, pero cuando el quito el seguro del lado del pasajero del Intrepid plateado
y sostuvo la puerta, ella se monto junto con el.

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Capítulo 3

–Tomare una Bud, – dijo Daniel. Que sorpresa. Se volteó hacia ella. –Puede usted servirle a
ella….uuuh--–
–Vino blanco. – suspiró. –Algo de 1985. –
¿– Entonces puedes beber algo diferente a la sangre? –preguntó cuando la camarera se alejó.
–Sí. Puedo beber cualquier cosa, solo que no me satisface–.
–Ah. ¿Entonces, como te convertiste en un vampiro? –
Ella se encogió de hombros.
–Oh, vamos. ¡Realmente quiero saberlo! ¡Esto, esto es genial! –
–Sí, ser un muerto viviente es como para morirse de risa. No puedo pensar por qué no lo hice antes.

–Vamos, no puede ser todo tan malo. ¿Apuesto que eres realmente súper-fuerte, correcto? ¿Y
rápida? –
Volvió a encogerse de hombros.
–Y probablemente puedes ver en la oscuridad como un gato. Y ahora has conseguido ser atractiva
sexualmente. –
Ella le miró fijamente. –No soy atractiva. –
–No, no eras atractiva, ahora lo eres. Me refiero, ¿vamos tu piensas que cualquier chica que acaba
de ser desenterrada de la arena va a ser linda? Pero tú lucías sencillamente linda. Me asuste
cuando te incorporaste, pero también pensé, guau…. Que chica tan linda. –
–Ah. – Esto fue… en realidad dulce. Grosero, pero dulce. –Bien, gracias. –
¿– Entonces te convertiste? –Él se inclinó adelante con impaciencia. ¿– Fue duro? ¿Dolió? ¿Tardó
mucho? –
–Fue muy duro, dolió terriblemente, y no tomó tiempo en absoluto. –
–Ah. – Ligeramente alicaído, él no dijo nada hasta que la camarera dejó sus bebidas y se marchó.
¿– Realmente malo, huh? –
–Real e increíblemente malo. – Ella miró fija y malhumorada su vino blanco. 1984 Riesling,
¡Demonios!
¿– Quieres hablar sobre ello? A veces ayuda hablar sobre los problemas. A propósito, tienes algo de
arena en tus cejas. –
Ella sacudió su cabeza con impaciencia y observó como un diminuto grano de arena volaba desde
su mesa, llegaba a unos pies, y aterrizaba con precisión en el cabello de la mujer que estaba sentada
en la mesa de al lado. Bueno, él tiene razón, pensó, divertida. Yo realmente veo en la oscuridad
como un gato.
–Esta es una historia algo larga, – le advirtió.
– ¡Eh!, tengo tiempo. Yo no tenía planeado ir a casa hasta pasado mañana. –
¿– Casa? ¿Te refieres a Minnesota? –
–Seguro todavía vivo en St Paul. –
¿– A que te dedicas? –
–Ah… –Él se encogió de hombros con algo de vergüenza. – A Nada. Herede un fondo fiduciario hace
un par de años, así que sobre todo juego al golf y esa clase de cosas. Estoy en la ciudad para una
boda. ¿Recuerdas a Mike Freeborg? ¿Jugaba Béisbol? Se casó ayer. –
–Fascinante. ¿Entonces… volverás a casa? ¿Volando? –
–Conduciendo. No está tan lejos… seis, tal vez siete horas. –
–Hmmm. –
¿– Por qué? –

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¿Por qué? Ah, no, bingo, justo tengo que estar en Minneapolis para rendir homenaje a la nueva
reina de los vampiros. Y justo tú, podrías ser mi medio de Transporte, Daniel Harris.
Ella supuso que podría jugar a ser Scheherazada con él. Manteniéndole interesado sobre algo
espantoso, e interesante (para un no-vampiro, las historias eran terroríficas), todo el camino hasta
la ciudad. Entonces ella podría pagar el homenaje a la nueva reina, y enterarse de que pasaba allí.
La nueva reina podría presionarla para que entrara a su servicio.
O destruirla.
Le daba lo mismo, cualquiera de las dos cosas.

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Capítulo 4

–La palabra es quemar, Daniel. –


¿– Pero tu no explotas o algo así con el sol? –
–No, pero irrumpiré en llamas y haré un lío terrible en tu coche. Probablemente gritaré un poco,
también. –
–Bien, entonces nos detendremos y nos quedaremos en un motel antes de la salida del sol. –
Ella se encogió de hombros. –O, podrías ponerme en el maletero y seguir conduciendo. –
¡– Yo no podía hacer esto! –Dijo con sus grandes ojos sobresaltados de angustia.
–Haríamos mejor tiempo. –
–Tú sabes, eres igual de fría que siempre. Recuerdo eso sobre ti en la escuela. Eras tan fría como
un…. Un…. –
¿– Pepino? –
–Yech, odio los pepinos. Eres tan fría como un tomate frío. De todos modos, estoy feliz de llevarte
de regreso a la ciudad, pero ibas a decirme sobre como lograste convertirte en vampiro, no lo
olvides ahora. –
–Decirte como fue no me tomara el mismo tiempo que llegar a la ciudad, –
–Bien, entonces luego te diré hasta donde te llevo con eso. –
–Que emoción, – masculló. Entonces dijo, más fuerte, – Bien. Un trato es un trato. Yo trabajaba
tarde – hacia prácticas en KPMG. Y fui atrapada mientras estaba en la rampa del aparcamiento –
¿recuerdas el grande sobre Marquette? –
–Seguro, lo conozco. Aparco allí cuando no hay ningún aparcamiento en el Target Center , tú
sabes, si hay un partido, juego o algo así. –

–Fabuloso. Tenemos cada vez más y más en común constantemente. De todos modos, resulta que
ese era el año trescientos cincuenta de Nostro -él era como el rey de todos los vampiros, este era el
aniversario de su reinado. Gran cosa. Y porque él era un jodido dramático, les ordenó a sus
subordinados que secuestraran un puñado de mujeres y nos hizo parte de su ceremonia. Y un
grupo de vampiros, más bien se echaron encima de nosotras de repente. –Él nos mantuvo cautivas
durante días. Después cuando terminaron, se deshicieron de nosotras. Las otras chicas murieron.
Pero yo cogí la infección, y me convertí. –

No había nadie alrededor; la luna estaba en lo alto. Olía a… carne podrida, a tierra fresca. La luna,
tan brillante. Y yo tan sedienta. Encima de todas las chicas muertas, tan sedienta. No importaba lo
que había pasado, no importaba donde estaba, ni en lo que me había convertido, sólo importaba la
sed. Tan sedienta. Tanto-

¡– Que jodidos cabrones! ¡Pedazos de mierda! –


KPMG es una firma de servicios profesionales, que presta servicios de auditoria, fiscales
y de asesoramiento legal y financiero, con un claro enfoque sectorial.

Target Center.- Es un estadio de Basketball en el centro de la ciudad de Minneapolis, en el Estado
de Minessota USA.

Referencia, para saber quien es Nostro, Leer Vampira y Soltera de esta misma autora.

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–Eso es… fue sumamente horrible. – Y, de una manera extraña, ella se sintió mejor por decir esto.
Por finalmente contárselo a alguien.
¡– Qué modo tan espantoso de morir! –
–Sí. ¿De cualquier modo, resucité de entre los muertos y comencé a alimentarme y eventualmente
terminé por pasar por Chicago y esto es a qué he hecho durante los seis años pasados, ¿que hay
acerca de ti? –Preguntó protegiéndose con el brazo, del resplandor de las luces de un auto.

–Jesús, Andrea, – dijo, notando que se estremecía, –lo siento realmente. Esto apesta. –

–Gracias. Estás a punto de perder nuestra salida de la autopista. –

Maldiciendo, el volteó el volante hacia la derecha, ignorando el sonido de los claxon, mientras cogía
el carril apropiado. –Dijiste que cogiste una infección. ¿Así es como te hiciste un vampiro? Pensé
que habías tenido que beber la sangre de un vampiro y él tuvo que beber de la tuya, o algo así. –

Ella sacudió su cabeza. –Esos son viejos cuentos. La mayoría de la gente muere de infección…. Si la
coges, resucitas de entre los muertos. Esto no es un gran misterio. –

¿– Entonces has estado vagando por las calles de Chicago durante los pasados seis años? –
– – Creo que si. –
¿– Huh? –

¿– Que es lo que no entendiste? –Se detuvo ablandándose instantáneamente. Debería sentirse


adulada de que él fuera tan curioso. Seguramente no le habría mostrado esta clase de interés en el
colegio. No a Andrea Mercer, la del cabello de ratón, ojos de ratón y vida de ratón.

¿Le había importado a alguien lo suficiente para preocuparse por ella en estos últimos años?
¿Cualquier cosa? Haría bien, se recordó, en no ser una maldita esnob y recordar que Daniel sólo
hacía preguntas porque se preocupaba. O estaba morbosamente interesado. Misma cosa, en su
mundo. –No recuerdo la mayor parte de los primeros años. Uno piensa en alimentarse todo el
tiempo. Todo el tiempo. Y una vez que estas satisfecho, comienzas a pensar cuando puedes
alimentarse otra vez. –

–Jeez, – dijo, con respeto, aunque no fue muy original.

–Esto es igual a la peor sed que alguna vez has tenido, un millón de veces, cada minuto que estas
despierto. Podría haber convertido a algunos vampiros, y no saberlo. Espera…..espero que no. –

A decir verdad, este frenesí estúpido, esta hambre constante, y la inhabilidad completa de recordar
algo más allá del hambre, eran una fuente de profunda vergüenza para ella. Ella, siempre fue la
primera de su clase, una niña precoz. Había memorizado la tabla periódica de los elementos en
media hora. Pero todo el año pasado estaba en blanco. De la misma manera el año anterior, y el
anterior. Y el……

–Bien, pareces estar mucho mejor ahora. Pareces estar justo como eras en la escuela. Tu sabes,
lista, simpática, uh, temperamental. –

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– Gracias, – dijo secamente. – La razón por la que parezco 'mejor' es porque soy un poco más vieja.
No me interpretes mal, soy todavía una niña, según los estándares de los vampiros, pero no soy ya
una recién nacida más, tampoco. –

¿– Entonces ya no tienes sed todo el tiempo? –

–Ah, seguro que tengo. – Echó un vistazo a su cuello y sonrió abiertamente. –Solo que puedo
controlarlo un poco mejor. Por suerte para ti. –

–Parecía que no te controlabas demasiado, cuando…bueno cuando comenzaste a morderme, – se


quejó.

– Yo no te conocía entonces, – explicó. – Pensé que eras cualquier tipo. –

–Ah, esto me hace sentir mucho mejor. –

–Debería, – dijo sinceramente.

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Capítulo 5

–Insisto en que yo debería ir en la cajuela. Podríamos estar en la ciudad en otras cuatro horas. –
–Mira, no conduzco con un vampiro en mi jodida cajuela, ¿bien? Puedo permitirme algunos cientos
de dólares en un cuarto de hotel. –
–Pérdida de dinero, – se quejó, cruzando los brazos sobre su pecho y esperando mientras él
manipulaba la llave electrónica para entrar a la habitación.
–Mi pérdida. Yo estoy conduciendo, así que yo decido donde nos detendremos. –
¿– Qué es exactamente lo que tengo que decir? –
–Cuéntame más acerca de ser un vampiro. –
–Aburrido. –
¿– Es porque no tienes ninguna… uh… cuál es la palabra? –
–Perspectiva. –
–Correcto. No tienes eso. Pero yo tengo toneladas. –

Él abrió la puerta y le hizo un gesto para que ella entrara por delante. Ella se detuvo en seco y miró
fijamente la enorme y solitaria… cama.

–Ah, – dijo el.

–Correcto, – dijo ella.

–Pedí una habitación doble. –

–No hay problema. Dormiré bajo la cama. –

–Ah, bueno, pero esto es increíblemente espeluznante o algo parecido. Mira, puedes confiar en mí.
No pondré un dedo sobre ti mientras estés… er… dormida o algo así. –
–Yo no notaría si lo hicieras. – Ella caminó a través del cuarto, apagando el aire acondicionado.-

¡– ¡Ah!, quieres matarme! –


- Y cerró las cortinas. Una perfecta y adecuada habitación del hotel Holiday Inn, se volvió
agradablemente sombría.

–Estoy seguro de que para ti, no significa nada, – comenzó, – pero esto es seriamente espeluznante.

–Fue tu brillante idea, Daniel. Bien, pues buenas noches. –

–Noches, – dijo, un poco nervioso. Él vio como daba una patada a sus zapatillas de tenis y se
estiraba sobre la cama. Con el rostro serio, ella dobló sus manos sobre su pecho.
¿– Mencioné que eres tu la que me va a matar, pero de miedo? –

–Deja de lloriquear, – dijo, y estuvo insensible durante las próximas trece horas.

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–Tiempo de levantarse, – dijo Andrea, empujándolo. Como siempre, no había sentido el paso del
tiempo. Un minuto había cerrado sus ojos, y al siguiente era la puesta del sol otra vez. –Se pone el
sol, y desaparece el sol. –

¡– Aaaggghhhhh! –Gritó, y casi se cayó de la cama, involuntariamente, le dio un bofetón. ¡– No


hagas eso! –

–No haga que, – ella se echó para atrás, sintiendo el golpe en su mejilla. ¿– Cuál es el problema? –

Él se incorporó, frotando su cara. Su camisa, de pronto notó, estaba sobre una silla. Asumió que él
todavía nadaba para mantenerse en forma. Los amplios hombros, sus dulcemente definidos
pectorales, y el estómago plano significaban que él hacía algo, de ejercicio, estaba malditamente
segura. Su cabello rubio se levantaba en todas direcciones, como si fuera una estrella de rock. –
Mira– le dijo, – siento si grité, pero no me despierto cada noche con un vampiro inclinado ante mí.
Incluso con una que conozco. –

Nunca me conociste. Ella no lo dijo en voz alta. Se agradable, él te esta llevando a donde quieres. Es
más, él sabe lo que eres y no abrió las cortinas a las dos de la tarde.

–Podemos irnos ahora, – le dijo ella amablemente.

–Olvídalo. Tengo que bañarme y cambiarme. –Él frotó su mejilla, rasposa. – Y afeitarme. Bien, tal
vez no me afeite. ¿Quieres ducharte primero? –

–No lo necesito. –

Él se detuvo en medio de un bostezo. ¿– A que te refieres? –

–No sudo, no hago pis, ni siquiera me despeino. ¿Por qué me ducharía? –

¿– Um… así que tu no hueles mal? –

–Acércate para que te des cuenta, – le dijo, picada. Grandioso. Medio día con él y se comportaba
como en la escuela primaria. ¿– Mira solo ve a tomar tu ducha, correcto?

–Esta bien, esta bien No eres definitivamente un vampiro matutino. Nocturno, quiero decir. –Él se
levantó y comenzó a desabrochar su cinturón, luego se detuvo y la miró fijamente. – Ah. Creo que
debería hacer esto en el cuarto de baño. Me refiero… no pensé que te importaría, pero…. -–

–Estoy muerta, no soy asexual, – dijo secamente.

¡– Ah ¡aja!! –Gritó, alarmándola. Él saltó (torpemente; sus pantalones se caían) a través del cuarto,
hasta la mesa donde estaba un pequeño diccionario Barnes and Noble. Él sacó el pequeño libro rojo
American Heritage Dictionary, y leyó. –Ahora puedo entenderte y realmente podemos hablar y
todas esas cosas. –

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Ella se echó a reír; no pudo evitarlo. El efecto sobre él fue alarmante; su abierta sonrisa se extendió
por su cara, sus ojos azules centellearon. ¡– Eso es! Yo sabía que lo harías tarde o temprano.

–Ah, vamos. No soy una verdadera gruñona. –

–Dulzura, eras gruñona antes de morir. Ahora… bueno, no importa. Asexual… –Él comenzó a pasar
páginas. – Asbesto… ascensión, asceta… … –

– No necesitas eso, – dijo, exasperada. – Puedo decirte que significa eso. –

¿– Y tener que soportar que me trates en forma despótica toda la noche? Olvídalo. ¡Ah! ¡Aja!!
Asexual. Según esto, es un adjetivo y se refiere -–

–Se lo que significa. –

–Entonces si no eres asexual ello significa lo contrario, que es sexual. –

–Este es un tema cautivador, – dijo, de repente nerviosa, – pero tenemos que irnos. –

Él alzó la vista del diccionario y bizqueó hacia ella. ¿– Entonces, los vampiros tienen sexo, o qué? –

–Uh… –

¡– Vaca sagrada, te ruborizas! Tanto como puedes por supuesto. –


–No lo hago. –
¡– Ah, absolutamente si! Jeez, actúas como si nunca hubieras tenido sexo como un vampiro….-ah….

¿– Puedes ir por favor, – preguntó desesperadamente, – a tomar tu ducha?–
–Uh, seguro. En un minuto. –Él la miró de un modo muy curioso.
Y él tenía razón; ella se ruborizaba. Su cara en realidad se sentía caliente.
–Huh. Esto es algo muy interesante. –
– Interesante, – dijo finalmente. – Exactamente la palabra que yo estaba pensando. –
–Bueno, no tienes que actuar en forma extraña sobre esto. Es solo sexo. –
– Y tú eres, solo un idiota, – graznó. – Ve a ducharte. –

–Esta bien, esta bien. –

De una patada se quitó sus vaqueros y entró en el cuarto de baño sin decir otra palabra. Ella luchó
para no mirar fijamente a su trasero, y casi lo logra.

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Capítulo 6

¡– Bien! –Dijo Daniel alegremente, con una toalla sobre su pelo diez minutos más tarde.
Irritada, se dio cuenta de que no tenía puesta la camisa. Al menos llevaba vaqueros. Vaqueros
apretados, descoloridos que se adherían a su…..-
–Esto es completamente inoportuno. Ah, bien. Afuera, pongámonos en marcha. –
–De hecho tenemos que… … ups…que detenernos primero. –
¿– Huh? ¿Porque? –
–Tengo que comer. –
¿– Qué? –
–Dije, que tengo que comer. – Ella, de hecho, comenzaba a estar un poco desesperada. Por no
mencionar terriblemente avergonzada. –Y pronto. –
–Ah. ¡Ah! Correcto. Comer. Excepto que tú no comes precisamente, ¿verdad? –
–Pronto, – repitió ella.
¿– Cuál es la prisa? –
¿– No has estado escuchando? –gritó. – Tengo sed todo el tiempo. Y entre mas tarde en
alimentarme, más… desesperada me vuelvo… -–
– Eres estúpida, – le dijo sin rodeos. – Se que no te gusta. Estas totalmente obsesionada con
chupar y no puedes pensar en nada más. ¿Y lo odias, verdad? –

–Que analítico eres, – dijo, un poco más calmada… lo peor había pasado. Ella había temido la
aceptación de el, cuando le contara su historia, y que él averiguara todos sus secretos. Esto era
alarmante…, pero al mismo tiempo era consolador, también. –Y tienes razón. Lo odio. Y… ha pasado
tiempo desde mi último…. Me refiero cuando te tomé a ti, pero logré detenerme, y… –

¿– Bien, cuánto necesitas? –


–Nunca lo he medido, – Dijo.
¿– Cuando, necesitas un cuarto? ¿Medio cuarto? ¿Un litro? ¿Cuanto? –
¿– Daniel, qué diferencia hace eso? –
–Bueno. – Él se aclaró la voz. –La razón por la que yo preguntaba era, que podrías morderme otra
vez. –
¡– Ah, no! –No podía recordar alguna vez estar tan avergonzada. Y agradecida. Era tan amable. Él
siempre era amable. –No, yo no podía hacerte esto. –
–No me interpretes mal, no me ofrezco para ser el caballo conducido al matadero - –
–Oveja. –
–No, tampoco. Y tampoco quiero que tú me drenes. Pero podrías tener un poco. ¿Mierda santa, qué
le pasó a tu boca? –

Ella acercó sus manos a sus labios. Sus palabras habían hecho salir sus colmillos; tuvo miedo de
haber comenzado a babear. –Nada–, masculló. –Vamozz a cambiar de converzzación. –
Él se acercó mas a ella, intentando conseguir una mejor vista; ella se alejo de él. ¡– Esto es tan
sorprendente! Y temible. De repente tus colmillos crecieron muchos centímetros. –
–Vamoszz a cambiar de tema. –
–Bien, pero no digas que no te lo ofrecí. – Pero el pareció aliviado, y ella supo inmediatamente que
él en secreto esperaba que ella no saltara sobre el.
No tenía miedo de ella, exactamente, pero era cauteloso. Ella pensó que esta era una reacción muy
saludable.

Ania y Nine 15
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–Vamozzz a zzalir de aquí, – dijo, farfullando todavía con los dedos sobre su boca, – antes de que
cambie de idea. No olvides tu diccionario. –

–Sabes, si alguien me hubiera dicho la semana pasada que estaría en un bar intentando ayudar a un
vampiro a chupar la sangre de algún pobre tipo, yo habría dicho que estaba drogado. –
–La noche es joven, – dijo ella, mirando fijamente su vino.
¿– Entonces, uh, cómo haces esto por lo general? –
–Por lo general me escondo en un callejón oscuro hasta que alguien intenta robarme o violarme.
Entonces los asalto. Luego me enfurezco. Entonces…. -–
–Ya entendí, –dijo Daniel.
–Pero contigo cerniéndote sobre mí en forma protectora, no estoy segura en absoluto de como va a
funcionar esto. ¿No puedes… solo esperarme en el coche, o algo así? –
¿– Y dejarte aquí sola? ¿Aquí? –Él miró a su alrededor, claramente horrorizado. Esto realmente era
una cloaca, con los pisos sucios y los olores penetrantes de cerveza, sudor, y orina.
Pero ella también podría oler la sangre bajo todo ello, lo cual le dijo que este era el sitio correcto
para echar el anzuelo. La violencia no era extraña aquí.
–Es perfecto. –
–De ninguna manera, Andy. –
–Andrea, – gruñó, y bebió el resto de su vino. ¡– Bueno, entonces, no se cómo nosotros-oof! –
–Disculpe, señorita, – el hulk detrás de ella balbuceó. Ella estiró el cuello más y un poco más… él era
grande. Fácilmente 2.00 metros, posiblemente mas. Y robusto. Y maloliente. Llevaba una asquerosa
camiseta, embutida en unos vaqueros que podrían haber sido alguna vez azules, y unas botas Doc
Martens, totalmente destrozadas, – Tripas pesadas solía llamarlas su padre. ¿– Me compra una
bebida? –

–Pienso que se supone, que usted debe comprarle una bebida a ella. – dijo Daniel.

¿– Esta buscando pelea? –

¿– Y usted esta buscando una ducha? –

– Me agradaría comprarle una bebida, – dijo Andrea, mirando airadamente a Daniel. –


Posiblemente cinco. Tome asiento. –

¡– Ah, Andrea, vamos! –

¿– Andrea? Q’bonito nombre. –

¿– Daniel, te mantendrás fuera de esto? –

–Apuesta a que si, y conseguirás al bonito gatito tu también. –

Daniel se levantó rápidamente de su silla Diciendo. –Bien, vamonos de aquí. –

¡– Él es perfecto! –gritó en forma entusiasta. El bar perfecto, y ahora el plato principal perfecto.
Borracho, desagradable, y con los nudillos de su mano izquierda raspados - él ya ha estado en una

Ania y Nine 16
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pelea en el bar. Dudo que se haya metido con alguien de su propio tamaño. Echó un vistazo
alrededor del bar, confirmando que allí no había nadie de su propio tamaño.

Ella se puso de pie también, hurgó en sus vaqueros, recordando que no tenía dinero, hurgó
entonces en los vaqueros de Daniel.

¡– ¡Eh!, quieta! ¡Me da cosquillas! –Ella sacó unos dólares, y los dejó caer sobre la barra, luego se
giró hacia el O- Negativo con una brillante sonrisa.

¿– Por qué no damos un paseo? ¿Vamos a tomar un poco de aire fresco? –

Su frente se arrugó cuando él intentó descifrar su petición. ¿– Nnnnn… paseo? Donde' quiere ir…
quiero quedarme aquí en la barra conversando con ' sted. –

–Puede traer su cerveza si quiere, – sugirió, y eso fue suficiente.

Irritado, Daniel pisó muy fuerte detrás de ellos cuando abandonaron la barra. Un brazo maloliente
se echó sobre sus hombros, mientras ella medio lo condujo, medio lo llevaba a la parte trasera del
edificio.

–Daniel… si solo pudieras esperar en el coche, yo terminaría pronto con…. - –

–De ninguna manera. ¡No te dejaré sola – con este…este… puf! –

–No te pongas tan arrogante, – refunfuñó. Se alegró que Daniel no pudiera ver que el maloliente
aprovechaba la oportunidad de agarrar su pecho izquierdo, el único que podía alcanzar. –Tú sabes
como es esto. –

– No puedo creer que así sea como pasas las noches, – murmuró, caminando con dificultad detrás
de ellos. – Es tan falso. –
– A diferencia de las noches llenas de diversión que yo podría pasar con el Chico Diccionario, –
gruñó. – No me juzgues. Estoy haciendo un servicio comunitario al vecindario. En vez de buscar una
disputa o cometer una felonía, él dormirá el resto de la noche y despertará en su casa por la
mañana, con resaca, violentamente enfermo, y sin recordar nada. –

¿– Así que ser mordido por un vampiro, es lo mismo que tomar seis copas de tequila? –
–Gracioso. Me he reído. ¡Mi punto es…..! –
¿– Qué? –
–Nada. – Ella miró airadamente su borracha comida, quien fijaba la lasciva mirada en ella con turbia
satisfacción. Lo que él indudablemente pensaba que eran juegos previos, – era doloroso como el
infierno. ¿No entendía que los pezones no se debían magullar? –Mi punto es que él no se meterá en
más peleas esta noche, ni molestará a más mujeres, ni cometerá ningún crimen, nada de eso. –
¿– No podemos simplemente golpearlo en la cabeza? Conseguiremos el mismo resultado.
¡Incluyendo el dolor de cabeza! –

Ania y Nine 17
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–Daniel, tengo que comer. – Lo dijo tan simple como pudo, porque para ella, esto era simple. Ella
era demasiado cobarde para morir, y estaba demasiado hambrienta para privarse de comida. Había
decidido vivir… no muy bien Pero esa era su manera de hacerlo.

Agarró a su caballero de brillantes plaquetas y lo dobló hacia atrás…


¿– Whu? –
… y hundió sus dientes en su yugular. La tomó un segundo encontrarla; tenía un cuello sumamente
grueso.

¡– Jesús! ¿Lo estas haciendo ahora? ¿Justo en este momento? –Daniel brincó delante de ella,
extendiendo ampliamente los brazos –, protegiéndola de los transeúntes. No, que hubiera alguno a
esta hora, en este lugar. ¡– Andy, no estamos tan completamente fuera de la vista todavía! –

–Grgle, – dijo ella, o algo como eso.

–Purrrrrrteeeeeeeeee… –su caballero de brillante plasma, murmuró ininteligiblemente y resbaló en


la inconsciencia tan fácilmente como un niño deslizándose en una patineta. – Mmmmm…
purrrrrrrr… gaaaaahhh. –
Daniel tenía una mano sobre sus ojos. –Ellos nunca van a creer esto en la reunión. –

Ania y Nine 18
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Capítulo 7

¡– Hey! Esto es pan comido. –Ella tropezó y Daniel la sostuvo. – Por supuesto, esto por lo general es
pan comido… Me refiero a… hee… extraño el pan… –
¿– Estas bien? Te ves algo… uh… ruborizada, en realidad. –
–Urgencia de sangre, – dijo alegremente. ¡– Directo a la cabeza! ¡Zoom! No te deja ir, no permite
que nadie te clave una estaca de madera. –
Daniel la miraba con ojos de preocupación. Él era tan grande, era tan fuerte. Ella se acurrucó en su
humano valiente ¿Dos brazos tan parecidos a los de un gorila la sostuvieron con fuerza calmante.
Ahhhh.
¿– Estás segura de que estás bien? –Preguntó otra vez. – Realmente no lo pareces. En lo absoluto. –
¿– Quieres ver algo sensacional, algo genial? ¿Te gustan los libros de comics? Solía ver la mujer
maravilla todo el tiempo cuando era niña. –
–Uh… –
¡– Mira esto! –Se soltó de su abrazo y se tambaleó hacia el farol. Era un farol pasado de moda de
madera, con un halo de polillas y mosquitos que le rodeaban sobre el globo en lo alto. Ella lanzó su
puño y golpeó el poste de madera (un truco muy bueno, ya que en este momento, el poste giró
perezosamente, y cayó a la calle casi sobre la cabeza de Daniel). Este vibro y pedazos de astillas
brincaron, repiqueteando a la calle. Ella, desde luego, no sintió nada.
Ella lo golpeó otra vez, y lentamente, el poste terminó cayendo con un gemido, golpeando la calle y
saltando hasta quedar recostando y derribado sobre la acera.
¡– Mierda santa! –Gritó Daniel.
–Te dije que esto era sensacional, – dijo. ¿– Podrías dejar de girar a mi alrededor así? Esto es muy
molesto. –
–No me estoy moviendo. ¿Uh, no golpees mas postes de luz, si? ¡Estas segura de que estas bien…. -
espera un minuto! –
–Bien, pero sólo un minuto. –
¡– Aquel tipo se tambaleaba de un lado a otro, y tu bebiste su sangre – estas ebria! –
¿– Sé que el lo estaba, – dijo ingenuamente, – pero porque yo?–
–Grandioso. Un bebido, insano y extremadamente fuerte vampiro que vaga por las calles de no
importa en que pueblo estamos. Conmigo. –
– Pueblo de borrachos, – corrigió alegre. – Y no lo estoy. –
¡–Totalmente! ¿Esto pasa a menudo? –
– Pensaba que estaba en lo alto de la vida, – dijo, y rió tontamente. – Creo que más bien estaba
llena de O-negativo y Jack Daniel. –Se rió nuevamente, más fuerte. ¡Es todo tan estúpido! ¡Y
gracioso! ¡Y estúpido! ¡– Era tan tonto! ¡Y maloliente! Pensó que iba a conseguir algo de mi, pero en
cambio yo conseguí un poco de él. ¡¡Ajá!! –
¿– Mira, regresemos al coche, si? Este lado vertiginoso, feliz y amable de ti me marea un poco.
Vamos al auto, nos pondremos en camino a la Ciudad y llegaremos antes de que el sol salga. –
–No, – dijo.
¿– Uh… qué? –
–No. No deberías estar conmigo. Deberías dejarme aquí e irte tan rápido como puedas. Sube tus
grandes pies hediondos al auto. –
–No son hediondos, – dijo, – y estas hablando tonterías. – Él alcanzó su brazo pero ella se lo quitó
como un mosquito.
¡–Vete! –gritó.

Ania y Nine 19
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Él no se fue. En cambio, se apresuró detrás de ella. ¿– Qué infiernos te pasa ahora? ¿Cuál es el
problema? –

–Solo quiero que… me dejes sola. – Dijo mientras caminaba por la calle de manera inestable. Con el
humor que traía, si esos malditos faroles no dejaban de moverse, los tumbaría a todos. ¡Así pues!
¿– Vamos, Andy, vendrás al coche si? Estas echando a perder nuestro plan. –Ella sintió sus dedos
sobre su codo y giró sobre él como un gato. Pudo darse cuenta que el color huía de su rostro
cuando le mostró sus dientes.
–Vete. Déjame. Sola. –
Él se repuso rápidamente, notó ella de mala gana; le daba un punto por eso. Demasiado tonto para
quedarse asustado por mucho tiempo. Era simpático, también irritante. ¿– Qué pasa contigo? –
exigió el. ¿– Bueno…me refiero a… qué te esta molestando? –
–No soy buena, Daniel, – dijo, su cólera bruscamente cambiando a sollozos. ¿– Tengo que beber
sangre para sobrevivir, obtener sangre de la manera que sea? –Él se acercó a ella otra vez y esta vez
ella le dejó. ¡– Soy la peor cosa que existe… un vampiro! Nos detendremos a la hora de la comida, –
le dijo, – y abrirás el maletero. –

Él se estremeció y se alejó de ella, horrorizado. –Yo no podía hacer esto, Andy -–


¡– Se inclinó hacia él Uh! –Y le gritó en su cara.
– Bien, – dijo, sobando su oído. – Ahora, vamos. No eres mala, Andy, solo estas pasando por una
mala racha. Sí. Y esto no es totalmente tu culpa, esto debería ser un crimen. ¡De hecho, – dijo,
entusiasmándose con el tema, – esto fue un crimen! Cómo si hubieran asesinado a alguien. Tu solo
haces lo mejor que puedes para sobrevivir. Y dices que solo persigues escorias. ¡Lo haces en verdad
– De hecho es un servicio a la comunidad! Sí, eso es, deberían darte una medalla. ¿Ahora deja de
llorar, esta bien? –

–Lo siento, – refunfuñó.

–Vamos. Iremos por el coche. Te sentirás mejor cuando estemos más cerca a St Paul. –

–Lo dudo. ¿– Los vampiros tendrán resacas? Tuvo miedo de estar a punto de averiguarlo. –Gracias
por escuchar a mi delirio histérico. –

– ¡Ah!, está bien. Es algo agradable oír que alzas la voz de vez en cuando. ¿Eres una clienta
bastante linda sabes? –

–Solía pensarlo. – Suspirando, acoplo su paso al de él, e hizo un gran esfuerzo por no descansar su
cabeza sobre su hombro.

Llegaron al Intrépid y subieron en el. Cuándo ella rechazó abrochar su cinturón de seguridad
(¿Francamente, Daniel, que podría pasarme? –) él se inclinó sobre ella y la pegó en el asiento para
abrochar su cinturón. Su pecho tocó brevemente su hombro, y su fragante aliento de goma de
mascar de menta, cosquilleó en su oído.

¡– Ya esta! –Dijo alegremente, encendiendo el coche y acelerando al máximo el motor en broma. ¡–


Haremos magia! Calculo que tenemos aproximadamente siete horas de oscuridad. Mucho tiempo. –

Ania y Nine 20
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– Es verdad, – dijo, animada. – Veré a la nueva reina vampiro pronto, entonces probablemente no
tendré que preocuparme de nada por mucho tiempo. –

¿– De qué estas hablando? –Entró en el tráfico después de comprobar por los espejos retrovisores.
Para un tipo relajado despreocupado, era fanáticamente cuidadoso detrás del volante. ¿– No te
preocuparás mas de qué? –

–Bueno, la nueva reina probablemente no querrá ningún vampiro bebé alrededor. –

¿– Bebé vampiro, que significa, a que te refieres con eso? –

Ella se detuvo momentáneamente sorprendida, luego recordó que él realmente no sabía nada en
absoluto. –Lo lamento, pensé que lo sabías. Ella me matará, desde luego. A todos los jóvenes.
Quiero decir, no le servimos de mucho, y esta es una excelente forma de conseguir su objetivo.
Entonces soy carne muerta. Otra vez, – dijo alegremente.

Él casi se estrelló con otro carro al frenar repentinamente. ¿Qué?–


–Esto no es como matar verdaderamente a una persona, – dijo, intentando calmarlo. Debería haber
adivinado que tomaría su muerte de la manera equivocada. –Ya he conseguido un certificado de
defunción, si no mal recuerdo. – Frotó sus manos con anticipación. ¡– Si, ella me verá y sabrá que
soy inútil para ella y-glllllkkkkkk! –Pasó su dedo por la garganta. – Sayonara, amor. –

¡– Jesucristo! –Gritó Daniel, tan cerca de ella, que casi la hizo vomitar. ¿– Estas loca?
¿Estas viajando para ver a un vampiro del que estás bastante segura va a matarte?
–Frenó bruscamente. De hecho, casi se puso de pie sobre los frenos. El coche chilló como un gato y
los tendones destacaron sobre su cuello mientras luchaba contra las ruedas. Su aliento se cortó
cuando la presionó el cinturón de seguridad. ¡Um!. Tal vez había sido algo bueno que él le hubiera
ajustado el cinturón de seguridad… si no ella probablemente estaría como rompecabezas
desperdigada en la carretera ahora mismo.

– Esto es para gritar, – dijo cuando el coche se detuvo en un área de picnic ¿– Cuál es tu
problema?–

¿– Mi problema? ¡Muy bien, olvídate de esta mierda! ¡De ninguna manera te llevaré a tu propia
muerte! Daré la vuelta ahora mismo y volveremos a Chicago. –

–Oh, por el amor de… –Ella puso una mano sobre sus ojos.

–Sí, me escuchaste bien. – Él se volteó en su asiento, lanzó una furiosa mirada a la ventana trasera,
luego arrancó el coche y dio marcha atrás.

¡– Mira, Andy, realmente lamento que odies tu vida ahora mismo, pero pienso que eres una gran
chica, y no te llevaré para que tu seas el hors doover de alguna maldita reina vampiro! –
–Así no se pronuncia, – dijo ella con cuidado, se dice – hors d’oeuvre. –


Se supone que Daniel quiso decir Entremés o bocadillo en francés.

Ania y Nine 21
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¡–Y una mierda! –

–Esta bien, – dijo, – pero supongo que tendré que robar un coche- esto no es difícil, te lo aseguro,
puedo llegar por mi misma. Sola. –

Él la miró airadamente. ¡– No lo harás –

–Seguro que si. –

¡– No! –

–Ah… si. –

¡– ¡Demonios!! –

Él puso el coche en neutral y se quedó pensando. Ella tarareó y estudió sus uñas. Eck. Tenía un poco
de sangre del borracho gigante bajo su uña índice. ¿Podría lamerla sin que Daniel lo notara? Tal
vez él…..-

– Bien, – dijo Daniel bruscamente. – Aquí está el nuevo plan. –

–Estoy sin aliento por la anticipación. –

–Te llevo a Minneapolis-–

–Bah…, ese no es el plan nuevo es el plan viejo. –

–- Pero, iré contigo, a encontrarte con la reina vampiro. –

–Disculpa, – dijo cortésmente, – ciertamente no lo harás –

¡– Sin escolta, no hay viaje! Es la única manera. –

Ella lo estudió y por un instante pensó golpearlo y robar el Intrépid. Pero tenía la extraña sensación
que no sería tan fácil como pensaba.
Bien, ella tenía transporte (otra vez), y podría siempre alejarse de el, en el momento oportuno.
Y su preocupación era realmente… bueno… realmente…

–Vamos, – dijo ella, – antes de que comience a llorar otra vez. –

Ania y Nine 22
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Capítulo 8

– ¡Hey!, tengo un regalo en el maletero – dijo el, volviendo al coche con la llave de la habitación.
¿– Una almohada? –preguntó brillantemente. – Tu maletero ciertamente es bastante estrecho,
para estar mucho tiempo en él. –
–Yuck, no. –Él abrió la puerta, esperando con impaciencia mientras ella salía del auto, luego la cerró
de golpe y levantó la cajuela. Retiró un bolso con el logotipo de Target, y se lo dio.
– Awww, – dijo. – Plástico. Caray, y yo que no te compré nada. –
–Ábrela, burra. Si yo no te conociera antes de que fueras un demonio que chupa sangre de noche,
pensaría que todos los vampiros eran extraños. –
–Ah, lo somos. – Ella abrió el bolso y vio varias camisetas, unos pares de pantalones cortos, dos
cárdigan: uno blanco, y uno negro. –Ah. Ropa. –
¿– Bien, llegaste a mí solo con lo puesto, y sé que aunque no tengas que ducharte o algo así, la
ropa nueva es agradable, ¿No lo crees? –
Él la miraba con tanta ansiedad, que su muerto corazón casi saltó en su pecho. – Son muy bonitas, –
le aseguró. – Que atento. Gracias. –
–Seguro. –
–No tengo dinero para pagarte –
–Olvídalo. Estamos al final del pasillo, aquí, en el segundo piso. –Él la condujo por el vestíbulo, hacia
el elevador. – ¿Escucha–, le dijo cuándo se cerraron las puertas, – que has estado haciendo para
conseguir dinero?–
Ella parpadeó mirándolo. No tenía que parpadear mucho, pero le gustó hacerlo por el efecto. –
Nada, desde luego. ¿Para qué necesito el dinero? ¿Alimento? ¿Refugio? ¿Ropa abrigada?
¿Bañadores? ¿Crema para el sol? ¿Una familia que alimentar? –Ella intentó - y no logró - ocultar la
amargura en su voz. – No debemos olvidar, que durante los años pasados he sido poco más que un
animal. Esta es probablemente la primera vez que he pensado en dinero en seis años. –
–Huh. –
Eso fue todo lo que se dijeron entre ellos, hasta que salieron del elevador, caminaron por el pasillo,
y entraron en la habitación como dos robots que no se conocían el uno al otro. La habitación daba
hacia el oeste, y ella estuvo satisfecha al ver que las cortinas eran espesas.
¿– Que hay acerca de tu familia? –Preguntó, insistente, justo cuando ella pensó que se iba a quedar
callado por un rato.
Ella había estado *pretendiendo leer el folleto de –Bienvenidos a los Súper 8 –. ¿– Que hay con
ellos? –
¿– Bueno… no vas a decirles que no estás muerta? –
Ella se incorporó, se acercó a él, tomó su mano, y la colocó en medio de su pecho. Entonces esperó
pacientemente. Después le dijo, – Estoy muerta, Daniel. Por favor nota la ausencia de latidos. –
Él no movió su mano, pero dibujó una expresión impaciente en sus cejas. –Sabes a lo que me
refiero. –
–Bien, vamos a ver… mi mamá abandonó a mi papá cuando yo tenía doce años, y no la he visto
desde entonces, y lo último que oí es que Papá estaba en algún sitio de Nueva Jersey con la
Madrastra Número tres. Dudo que ellos se dieran cuenta que morí. –
–Ah, – dijo. Entonces, –Lo lamento–.
–No es nada. –


Target.-Famosa tienda norteamericana.

Super 8.-Motel en USA.

Ania y Nine 23
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¿– Cómo es que nadie me invitó a tu entierro? –


– Lo siento, – dijo ella cortésmente. – Tu invitación debe haberse perdido en el bote de basura. –
¡– Ahora, corta eso! Sabes a lo que me refiero. –
¿– Mira, yo no estaba exactamente alrededor para planear el entierro de mierda, bien? Pregunta al
director de la funeraria por qué no te invitaron. Yo estaba demasiado ocupada tratando de salir de
mi propia tumba. –
–Esta Bien. Y no tienes qué ser tan sensible al respecto. –
–Y tu no tienes que ser tan persistente, – explotó, – y aún así pareces incapaz de detenerte. –
¡– Bien, esto es mejor que ser una bruja! –
¡– No, no lo es! –
¡– Sí, lo es! – '
¡– Sabes que, la mayoría de la gente tendría el sentido común de temerme, pero tu no, eres
demasiado obtuso! –
¿– Miedo de qué? ¿De una musaraña chupasangre? –
¿– Tu sabes siquiera, – preguntó mordazmente, – lo que es una musaraña?–
–Una musaraña, – dijo, con el dedo índice apuntando a su nariz, – es una mujer de carácter violento.
También un pequeño animal parecido al ratón con una nariz afilada. –
Ella hizo una pausa. –Voy a hacerte comer el diccionario. –
–Inténtalo, bombón. Te haré rebotar a través de este cuarto como un balón de fútbol. –
–No quiero ser lanzada como una pelota, – admitió ella y él se ablandó.
– Awwwww, – dijo el cuando terminó de rebuznar como un asno. – Nuestra primera pelea. –
–Podría romperte el cuello, – comentó ella, – como un palillo de dientes. –
¡– Nunca le harías daño a tu chofer culo bonito y lo sabes! –
Ella ocultó un estremecimiento. –Por favor no vuelvas a mencionar eso otra vez. –
¿– Por que estamos peleando esta vez? Porque no deberíamos acostarnos enfadados el uno con el
otro. –
–Estas confundido, no estamos recién casados. – El pensamiento la habría hecho ruborizar, si
todavía pudiera hacerlo. Tristemente, la sangre del maloliente había sido metabolizada tiempo atrás
y nuevamente estaba blanca como un cadáver, hasta que comiera otra vez. –No importa. Ha sido
un largo día. –
Él acarició la cama. –Bien, puedes dormir… o lo que sea que haces… ahora mismo. – Él se arrojó en
la cama y buscó a tientas el control remoto de la televisión. –Lo que te hace agradable como
compañera de habitación, es que absolutamente nada te despierta. –
–Estoy feliz por ti. – Con cautela subió sobre la cama y se estiró al lado de él. –Francamente ¿No me
muevo, o hago cualquier cosa? –
¡– Ni hablar! –Dijo, un poco rápidamente. La miró fijamente y añadió, – Bien… un poco. Sostuve mi
dedo bajo tu nariz, como, por una hora –y nada. Ningún cosquilleo de respiración. –
–Espero que lo lavaras primero. –
¿– Mi dedo? –Bromeó. ¿– O tu nariz? –
–Muy gracioso. –
–Pero de todos modos, en cuanto me acostumbré a ello… no tuve ningún problema. Me refiero a
que…no te ofendas, pero siempre supe que eras diferente. –
– Sí, – dijo ella, mirando fijamente al techo. – Supongo que lo soy. –
–Debería haber salido contigo en la universidad. –
–Eso no importa ahora. –
–Era un idiota. –
–Sí. –

Ania y Nine 24
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–Pero a veces, – le dijo, alcanzando su mano, – las cosas pueden cambiar. –


–Y a veces, – dijo ella, desenredando sus dedos con cuidado, – no pueden. Es demasiado tarde
ahora, Daniel. Años tarde. Éramos por completo diferentes entonces. Ahora somos criaturas
completamente diferentes. –
–Esto no quiere decir que no puedas comenzar de nuevo. –
Ella suspiró y puso una mano sobre sus ojos. –Daniel, querido, eres tan tonto que me cansas.
Porque eso es exactamente a lo que me refiero. Siento ser tan franca. –
–No soy tan tonto como piensas, ¿sabes?, – dijo suavemente, pero con la mitad de su atención
puesta ya en ESPN.
– Desde luego que no, – acordó ella. –Solamente eres tonto comparado conmigo. –
–Duerme, – dijo ácidamente.
–No puedo. Todavía no amanece……-–


ESPN.-Canal de Televisión norteamericano de deportes.

Ania y Nine 25
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Capítulo 9

Lo primero que escuchó, horas más tarde, fue a Daniel bostezando como un oso al final del
invierno. –Finalmente, dijo el a modo de saludo. –Pensé que nunca ibas a despertar. ¿Sabes que en
unos cuantos segundos te quedaste inmóvil? Pensé que habías tenido una apoplejía o algo. –
–Bien, gracias, ¿Y tú? –
–Muy graciosa. – Él bostezó otra vez. ¿– Buscarías de tu lado en el buró la guía de HBO? No puedo
encontrarla en ninguna parte. –
¿– Por qué? –Preguntó, moviéndose a un lado y buscando a tientas la perilla. ¿– Nos quedaremos a
ver los Sopranos en vez de conducir la última media hora a St Paul?
–Solo quería ver que pasan hoy. – ¡Hey!, deberías estar contenta de ver que leo. –
–Oh, estoy emocionada, – le aseguró. Sus labios quisieron sonreír pero severamente los reprimió. –
Lo estoy- – Su mano abrió el cajón y al instante se estaba quemando; su mente en agonía luchando
entre la sorpresa y la furia: la sorpresa por el dolor, la furia por ser tan estúpida.
Su chillido sacó a Daniel de la cama y estuvo a su lado en segundos; ella no sabía que un mortal
podría moverse tan rápido. Sostenía su muñeca con su mano izquierda. Su mano derecha ardía. El
cajón se había salido del mueble con todo su contenido esparcido, y la Biblia había caído al piso.
– Oh mi Dios, – jadeó Daniel, cuando ella chilló más fuerte. – Tu mano, Andy, Tu pobre…. - – Él la
arrastró fuera de la cama, y le dio una patada a la Biblia bajo la cama, luego abrió la llave del lavabo
en el baño, tomando su lastimada mano, poniéndola con cuidado bajo el chorro del agua fría. –
Andy, lo siento tanto, no pensé - yo debería haber…. -–
Ella inspiró profundamente estremeciéndose, lo cual le hizo que se mareara, pero la calmó un poco,
también. –Yo me descuidé. Debería haber sabido que estaba allí. Está en cada cajón del buró en
cada motel en el país. –Dijo temblando contra él. – Esto duele, – agregó de manera aburrida.
–Desde luego que lo hace, bebe. Si fueras cualquier persona, llamaríamos 911 en un minuto y te
darían los primeros auxilios. Pero… –Él la miró dudoso, indudablemente imaginando a un interno
frenético intentando encontrar su pulso, su tensión arterial, algo.
–Esto se curará, – dijo ella. Mientras echaba una ojeada a su mano. Al menos ya no le salía humo.
Su pulgar estaba ennegrecido, pero el resto de sus dedos simplemente lucía de color rojo oscuro,
como de langosta hervida. –Eventualmente.
– Esto esta mal, – dijo Daniel con ira. – De acuerdo eres un vampiro y todo, pero te obligaron a ello,
y no es como si tú te alimentaras de personas inocentes. ¿Cómo es que Dios permite esto contigo? –
–No lo sé, – contestó, – pero, parece estar bastante enfadado. –
–Bien, mierda. Esto no es justo. –
¿– Es el Creador, recuerdas? No es conocido para su sentido escrupuloso del juego justo. Él pidió a
Jacob matar a su propio hijo, si la memoria no me falla, hizo que Eva engañara a los judíos… ah, todo
tipo de cosas. Él nunca juega justo. No tiene que hacerlo - este es su juego. –
–Para ser un vampiro, sabes mucho sobre ello. –
–Teología menor, – Le recordó ella.
Él cerró la llave del agua, tomó una toalla para las manos blanca como la nieve del anaquel, y con
cuidado seco su mano. Esto le dolió enormemente, pero no era la agonía ardiente que había sido
antes.
–Pobre Andy, – dijo el otra vez, y besó la punta de su dedo medio, que era oscuro rosado. –
Realmente lo siento. Debería haber buscado la maldita guía de HBO yo mismo. –
–Leíste mi mente. –

Ania y Nine 26
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Él se rió y la abrazó. –Caspita, mujer, me diste un susto de mierda ¿Tienes unos buenos pulmones,
lo sabías? –
–No es como si cada día sintiera la agonía de irrumpir en llamas. ¡Pensar que solía fantasear sobre
un paseo por la playa durante la salida del sol! Bien, olvida esto. –
Su apretón se tensó. Él era tan alto, su barbilla descansaba sobre su hombro. –No hables sobre esto,
– dijo. No más, ¿esta bien? –
–Creo que es seguro decir que mi vena autodestructiva está acabada por ahora, – dijo ella
sinceramente en su cuello. Su cuello encantador, y tenso. Ella en realidad podría ver la tensión
arterial bombear encima de su yugular, y se echó hacia atrás.
–Oh, vamos, no hagas eso, – dijo el engatusándola, agarrando su codo y tirándola nuevamente hacia
su abrazo. Su mano quemada sobresalió detrás de él como un signo de cruce peatonal. –Estamos
teniendo un momento dulce y todo eso. –
– Uh… Daniel… no es que yo no encuentre este agradable, porque realmente estoy… –
–Bien. Ahora deja de hablar y disfruta de ello. –
Ella gruñó.
– Oh, sigue adelante y muérdeme, entonces, – murmuró él. – No me preocupo. ¿Y apuesto a que
esto hará que tu mano mejore, huh? La cosa que es que si me desmayo, tú tendrías que llevarme al
coche y conducir el resto del camino. –
–Daniel, no tienes idea de las tonterías que dices. –
–Seguro que lo hago. Pienso que eres linda. No es que no me gustaras en la escuela; solo que no
me molesté en llegar a conocerte. Pero ahora… pienso que eres un polluelo resistente que se
maneja muy bien en esta increíble y asquerosa situación. También, que te has conservado en
excelente forma para ser una chica muerta. –
– Esto es para llorar, – dijo ella, descansando su frente sobre su hombro. – Supongo que piensas
que estas siendo dulce. –
–Awww, no puedes resistirte a mí, magnífico. –
¡– Demonios!! –
–Yo no puedo menos que notar, – dijo el, moviendo sus manos arriba y abajo de su espalda cuando
ella se acurrucaba más firmemente en su abrazo, – que no lo negaste exactamente. Solamente
juraste nuevamente. ¡Eso lo prueba totalmente ri-mmph! –
Ella lo besaba. No podía creer que ella lo hiciera… se había parado de puntas y había posado sus
labios sobre los suyos. Oh, dulce alivio. Ella había querido hacerlo durante ocho años. Desde luego,
ella solo había recordado ese deseo durante las setenta y dos horas anteriores, pero el haberlo
olvidado no significaba que fuera menos vehemente el deseo que sentía por el chico con el que
había estado en la universidad, el chico al que ella había seguido al St. Olaf Carleton College, al
hombre que ella deseaba ahora. Ella había abandonado una escuela para seguir a un jugador de
fútbol, y se había despreciado por ello desde entonces.
No había nada que despreciar, ahora. Era bueno, era amable, gustaba de ella, él no se alejó ante el
horror de lo que ella se había convertido. ¿Y qué si ella tuviera unos puntos mas de IQ sobre él?
¿Qué Le había conseguido eso, exactamente? Una temprana tumba, eso era.
Su lengua pasaba acariciando sus labios y su mano sana se deslizaba por su pelo corto, acariciando
el fino cabello detrás de su cuello. Su mano se dirigió bajo su camisa, acariciando su espalda
desnuda, y luego ella lo mordió.
Ahora él era el que estaba de puntas sobre sus pies, temblando, y cuando su esencia caliente y
salada inundó su boca la agonía que sentía en su mano se diluyó, desapareció, solo quedó un leve
dolor, una insignificante picazón, incluso esta desapareció. Ella podía oírlo gemir, podía sentir que la

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tocaba, y luego su blusa se hizo trizas y la de el desapareció, y ellos bailaban y se tambaleaban


fuera del cuarto de baño, hacia la cama, tirando y luchando, mordiendo, bebiendo y besando.
Su espalda golpeó la cama y ella se desenganchó de él, volteó su cabeza y gimió. Él se inclinó hacia
ella besó la sangre de sus colmillos, ella lo pellizcó otra vez, con cuidado, y chupó sobre su labio
superior, y luego él rasgó sus shorts de algodón por el medio, quitando de un tirón sus bragas, y ella
consiguió abrir sus vaqueros, consiguió bajarlos hasta sus caderas, hurgó por delante de sus
calzoncillos y consiguió asir su miembro, ohh…caliente, caliente y duro y él la deseaba tanto, que
temblaba por ello y ella podría haber llorado de gratitud por eso, pero en cambio se arqueó hacia él,
cerrando sus tobillos alrededor de su trasero, y cuando él entró de golpe ella lo mordió otra vez, del
otro lado de su cuello.
Él siseó, pero no de dolor.
Él estaba tan caliente, era como ser follada por una manta eléctrica, solo que infinitamente mas
sexy, y ella se vino inmediatamente, con la sangre fresca en su boca y la caliente y dura parte de él
clavándose dentro de ella, presionando, acariciando, empujando.
Ella lo empujó y él gimió y con cuidado deslizó su palma sobre su pezón, luego lo tomó entre sus
dedos, con fuerza, y tiró el enhiesto pico hacia su boca, y la mordió. Ella tragaba y lamía la sangre de
sus colmillos y tuvo un orgasmo nuevamente, cuando su ardiente boca se posó en sus labios,
cuando sus dientes pellizcaron su carne sensible. Ella se sostuvo de la colcha y la oyó rasgarse bajo
sus torpes dedos.
–Daniel, – le llamó, loca por el deseo y por el miedo a hacerle daño, él era mortal, él era frágil, y
él……se venía dentro de ella, ella pudo sentir el cambio de temperatura cuando él la inundó con su
semen.
–Andy, – murmuró.
–No me llames así. –
–Andy, – dijo nuevamente, y dejó caer su cabeza sobre su hombro, y estuvo inconsciente durante
media hora.

¡– Demonios! –Dijo Daniel, cuando recobró el conocimiento. ¡– Eres un demonio! Ahora, como ves,
me has arruinado para las chicas vivas para siempre. –
– Eww, no digas eso, – le dijo. – Y bájate de encima de mí, ¿puedes verdad? –
–Ah, correcto. Lo siento. –Él rodó hacia un lado. – Cristo, tu estas debajo de mi. ¿Debo haber estado
aplastándote - cuánto tiempo estuve inconsciente? –
–No es gran cosa. No es como si tuviera que respirar. –En realidad, ella había pasado aquella media
hora acariciando su cabello y escuchando su respiración, incluso sus suspiros, oyéndole el pulso,
maravillándose de escuchar sus latidos en sus oídos, y pensando que tal vez, solo tal vez, su vida no
se había ido a la mierda después de todo.
Ella no tenía idea de que los vampiros podían tener sexo, se había imaginado que podrían, tenían
todo el equipo correcto, pero no había creído que esto se parecería a volar, como planear encima
de las nubes, como, - como estar vivo. ¡Era –Oooooh… pensamiento traidor! - mejor que beber
sangre.
¿– Estas bien? ¿No estas tembloroso o algo? Tengo miedo de haberme salido de control. –
–Ninguna posibilidad, dulzura, ve esto. – Él saltó encima de ella, luego hizo media docena de saltos.
Observó a su pene balancearse enérgicamente y luchó por reprimir una burlona sonrisa. ¡– Me
siento como un jovenzuelo! ¡Podría ir a bailar a un night club toda la noche! ¿Quieres ir? –
–Las chicas muertas no bailan, – contestó ella riéndose.
Él se echó encima de ella y acarició con su nariz el hueco entre sus pechos. ¿– Bien, se una
gruñona… que hay acerca de ti? ¿Cómo esta la mano? –

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Ella la flexionó para él.


– Bieeeen, – dijo el, acariciando con cuidado la piel impecable. – Tomaré todo el crédito por esto, a
propósito. Mi sangre de asno y mi poderoso miembro eran justamente los poderes curativos que
necesitabas. –
– Estoy aproximadamente a tres segundos de tirarte por la ventana, – dijo ella, riendo. – No pienso
que haya suficiente espacio en este cuarto, sobre esta cama para ti y para mí, y tu sobre-inflado
ego masculino. –
¡– Haremos sitio, bebe! –Él le dio un ardiente chupetón en la boca. – Ummm … ¿– Él estuvo
ocupado con su boca durante un minuto y ella lo besó de vuelta, pensando en volar, pensando en lo
bueno de estar viva, cuándo él se retiró y dijo, –¿Que hay acerca de ti? ¿Te gusta esto? Sé que ha
pasado tiempo desde que te alimentaste, y que tú estabas como loca por eso… Jeez, como – lo
lamento, –agregó, viéndola estremecerse.– Sigo olvidándolo. –
–No es tu culpa. Y fue maravilloso. Realmente maravilloso. Gracias por dejarme alimentarme. –
–Oh, bebé, si tenemos sexo, cada vez que te alimentes, entonces pega un cartel sobre mi trasero y
llámame buffet. –
Ella comenzó a reírse tontamente y no podía parar. ¡Él saltó hacia el cuarto de baño y ella lo
escuchó gritar, – Mira esto! ¡Todas las señales de mordidas se han curado totalmente! –
–Pienso que hay una enzima o algo en la saliva del vampiro. – dijo ella, tras él. –Promueve la
curación rápida. –
–Bien, Jeez, esto es de lo mas sorprendente. – Él salió, mirándola con curiosidad. ¿– Que sientes? –
¿– De que? ¿De ver como te acicalas? Estupefacta. –
–No, cuando digo algo acerca del G-uh, el Gran Tío. Pienso, que es como cuando tocaste la Biblia - –
Él se estremeció. – Y nunca quiero verlo otra vez. ¡Oye! Gritaste como si estuvieras…. -–
¿– Quemándome? –Sugirió ella secamente.
¿– Pero como es para ti, solo lo sientes cuando escuchas el nombre o de cualquier forma? –
– Esto me hace tener ganas de levantarme, – dijo ella simplemente. – Mi estómago se ha revuelto y
voy a vomitar o a morir o ambas cosas. Esto es horrible. –
–Oh. Bien, intentaré realmente y con fuerza no pronunciar el nombre del Gran Tipo en vano. –
¡– No tendrás que preocuparte de ello mucho más tiempo, – indicó ella, aunque su estómago se
había revuelto nuevamente - y él solo había pensado en ello. – Casi llegamos. Déjame y sigue tu
camino. –
– No, – dijo el tercamente. – Este no era el trato. Te llevaré a reunirte con esa reina vampiro del
culo, lo que era el trato. –
– Mmmmm. –
–No me gruñas, nena. Y no estés pensando en plantarme, tampoco. –
–Ni soñaría con ello. ¿Pero Daniel, realmente has considerado esto? No todos los vampiros se
parecen a mí, ¿sabes? –
–Cristo, espero que no. –Él examinaba su ropa despedazada frunciendo el ceño.
–No, me refiero a eso. Comparativamente hablando soy un gatito. La mayor parte de los vampiros
son mucho, mucho peores. –Ella tembló. – Esos que me mataron, por ejemplo. Minnesota
agradable, mi trasero. –
¿– Para llorar, Andy, te, comiste mis vaqueros? –Él echó la ropa arruinada a la basura. ¿– Alguna vez
te has encontrado con alguno? ¿Me refiero a un Vampiro malo? ¿Desde que te convertiste? –
–Tropecé con uno o dos mientras andaba por ahi, pero no tenían nada que ver conmigo. Yo no era
realmente apta para la conversación adulta entonces, – admitió ella. – Demasiado joven. Uno de
ellos intentó ayudarme pero me escapé de él. Era… –Aterrador. ¡Todo alto y de ojos oscuros y
brillantes y poderosos, tal sensación de poder! Él lo llevaba como si llevara ropa cara. Y sus ojos…

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ella supo, que si se hubiera quedado un segundo más, no sería capaz de rechazarlo, entonces había
escapado. ¿Él había sido amable (–¿ Cómo te llamas? ¿–) y preocupado (–¿Cuántos años tienes?–)
pero él era demasiado fuerte (– Espera un minuto. –) y ella no podía tolerar estar cerca de él, no
durante otro minuto, otro segundo. Y él la había dejado ir. Ella había estado tanto aliviada como
decepcionada. –De cualquier manera. La mayor parte de ellos son malos. Y la reina… la nueva
reina… ella será la peor de todos nosotros. –
¿– Por que? –
–Porque el vampiro a quien derrotó- Nostro- era realmente, realmente malvado. –
¿– Realmente, realmente malvado? – Se burló.
Ella sacudió su cabeza sin sonreír. –No tengo palabras para explicártelo, hacerte entender como era
de malvado. Y él estuvo en el poder durante cientos de años, y entre más años tiene un vampiro,
más poder adquiere. Él fue considerado completamente imparable, durante siglos.
–Y ella lo mató él, Daniel. Ella solamente se despertó una noche y lo mató y tomó su silla de poder y
no hubo nada más que hacer. Ninguna advertencia, ninguna declaración formal de desafíos, nada.
Fue como que ella se despertó un día y dijo, ' pienso que mataré al viejo rey de los vampiros, ' y
luego esto fue hecho.
– Y para hacer esto, ella tiene que haber sido más poderosa y malvada – – – y….- ella hizo una
pausa-, recordando algo de lo que se había enterado, un retazo de conversación en el viento, un
susurro. – Ellos la llaman, Elizabeth, la única. El vampiro más poderoso en dos mil años. Y ella esta
predestinada para gobernar al menos otros dos mil años. –
–Wow, – dijo el con respeto.
– Así que te insto a reconsiderar este impulso que tienes de acompañarme - –
–No. –
–Idiota, – refunfuñó.
–Ah, pero soy tu idiota, nena. ¿Y porque tú no reconsideras? –
¿– A que te refieres? –
¿– Por qué no dejas de ir a ver a Liz la única de cualquier manera? Pasemos el rato, hagamos algo
mas divertido. –
Ella parpadeó, su propuesta cogiendola completamente por sorpresa. –Esta es… una agradable y
maravillosa oferta… pero esto es algo que tengo que hacer. Es como si tuviera su nombre
constantemente en mi cabeza, todo el tiempo. Como si ella me llamara. –Se estremeció. – Me
imagino que hay miles de nosotros en camino a Minnesota estos días. –
–Hablando de alguien excéntrico, Ven a tomar una ducha conmigo. –
¿– Por qué? –
Él hizo un sonido exasperado. –Porque si.
–Perderemos tiempo invaluable para conducir. –
–Tenemos toda la condenada noche, y podremos partir en media hora. –
– Bien, – dijo ella gruñendo, y se levantó de la cama, pero secretamente contenta; alegre de tener
media hora de distancia entre ella y la reina.

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Capítulo 10

La ducha estuvo deliciosa. Realmente lo había olvidado. Daniel era suave, miembros largos, amplios
pectorales, y el agua deslizándose sobre ambos, y luego, él la besó y una cosa condujo a la otra y él
estuvo sangrando otra vez—
— L-lo lamento
— Cállate —, gruñó él — y muévete un poco a tu izquierda y luego estuvieron juntos retorciéndose
bajo el chorro de la ducha, y al llegar a su punto más alto de placer, ella se agarró de la cortina y
ésta se vino abajo con un sonido del tipo pok-pok-pokking y la tumbó sobre la bañera.
— Wow —, jadeó Daniel, mirándola detenidamente. — Como la escena de la película Psicópata
Americano, sólo que mucho más sexy.
— Ayúdame a levantarme, idiota — dijo ella, apenas capaz de hablar, debido a que se estaba riendo
con todas sus ganas.
— Tan pronto como pueda dar un paso sin caerme de culo, soy todo tuyo —. Moviéndose como un
anciano, se dio la vuelta y cerró la llave del agua, luego se acomodó en la tina con un suspiro.
— ¡Maldición!
— Tengo que decirlo, si yo tuviera que romper la cortina de la ducha, esta es exactamente la forma
en que lo haría.
— Alguien tiene que haberte dicho que eres realmente... uh... ¿flexible? Algo así como, ¿Una
gimnasta olímpica?
— No en las últimas horas. Deberías ver lo que puedo hacer si llenáramos la tina.
— ¿Eh? ¿Qué podrías hacer?
Ella se sentó y pellizcó su oído juguetonamente, al menos así lo creyó, pero él gritó y la apartó de un
tirón.
— Ay, lo lamento, olvidé mi fuerza. De cualquier manera, no tengo que respirar, ¿recuerdas? Una
vez estaba de tan mal humor...
— ¿Tú? ¡Náa!
— Que en vez de esconderme bajo tierra, pasé todo el día en el centro del Lago Michigan,
simplemente caminado en el suelo marino. ¿Sabías que hay algas más grandes que yo allá abajo?
— Es la cosa más triste y desafortunada que había oído.
— Oh, no es tan malo, de todos modos, mi punto es ¡piensa en toda la diversión que podríamos
tener en un jacuzzi!
Él no dijo nada, de modo que ella se puso de pie, se sacudió, agarró una toalla y comenzó a secarse.
— Bien, supongo que deberíamos dar aviso en recepción y ponernos en camino. Ningún momento
es mejor que ahora, así que sigamos con el espectáculo en el camino, toma tus cosas— ¿Daniel?
— Me he quedado pensando y me bloquee cuando mencionaste el jacuzzi —, admitió él,
sacudiendo su cabeza como un perro. — ¡Maldición! De acuerdo, vamos a tener que encontrar uno
en este momento.
— Olvídalo —, dijo ella riéndose tontamente, —Tenemos que irnos. Hemos perdido suficiente
tiempo esta noche.
— No lo olvidaré, te tomo la palabra —, dijo él seriamente.
— Bien, bien —. Si sobrevivimos esta noche, te lo haré en una fuente pública si eso te complace. —
Ahora nos vestiremos y saldremos de aquí.
— Seguro. ¡Nancy Drew! —, dijo él entusiasta, alzándose sobre sus rodillas, que parecían de
gelatina, en la tina. — Por suerte para ti, tengo más ropa limpia. Intenta resistir tu impío impulso de
romperlas, comértelas o lo que sea que hayas estado haciendo con mis vaqueros.

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— Lo intentaré —, dijo ella solemnemente, y chilló cuando el apretó su trasero desnudo cuando
pasó junto a ella.

MINNEAPOLIS, MINNESOTA
DISTRITO DE WAREHOUSE

— ¡Deteeeeenteeeee! — gritó Andrea, y Daniel apretó los frenos otra vez.


— Esto-es-muy-malo-para-mi-coche —, dijo él con los dientes apretados, mientras su Intrépid
evitaba por poco estrellarse contra una cerca de madera.
— Lo lamento, sólo la alcancé a ver con el rabillo del ojo...— Se quitó el cinturón de seguridad,
puesto a regañadientes, obligada por Daniel, en un destello de segundo, y se paró a un costado del
coche, mirando fijamente el edificio.
— ¿Mirarás esto?
Daniel salió del coche, jadeando por la oleada de adrenalina, y apoyándose en el coche.
— ¿Mirar qué? Es un edificio viejo. Noticia de última hora, chica muerta, estamos en el distrito de
almacenamiento.
— ¿No puedes ver esto? — Ella sabía que él no podía olerlo, pero ¿Cómo podía no verlo? Las letras
tenían un pie de altura.
— ¿Ver qué?
Ella lo apuntó, — Dice, ‘Biblioteca privada, los amos dan la bienvenida’.
— Uh.... ¿lo dice dónde, exactamente?
— Allí. Justo allí. Las letras tienen un pie de altura y están escritas con sangre seca. De hecho, eso es
interesante en sí y por sí mismo... ¿cómo las mantienen para que no se borren? ¿Qué no se borren
con la lluvia? ¿Qué no sean comidas por los bichos?
— ¿A quién infiernos le importa? No tiene nada que ver con...oh, mierda —, agregó él, dando un
paso desmayado hacia ella. — Realmente eres Nancy Drew, ¿por qué no lo compruebas?
— Nunca había visto un letrero de bienvenida escrito con sangre antes. Quizás... — ella lo miró
dudosa. — Quizás tú...
— De ninguna manera.
— De acuerdo, de acuerdo, era sólo una sugerencia. Una sugerencia lógica hecha por un intelecto
enormemente superior, pero ignórame, míralo si quieres, no me importa.
— Lo haré, lo haré.
— Y mantente detrás de mí.
— ¡Permiso! —. Su mano estaba firmemente agarrada al brazo de ella, sobre su codo. — Hombre,
como si esta área del pueblo no fuera lo suficientemente desagradable sin edificios de vampiros.
Ella hizo una pausa fuera de la puerta, que parecía colgar sólo sobre un juego de goznes, tocó, y
luego miró con asombro mientras la puerta se enderezaba, se acomodaba y lentamente se abría.
— Eeeeeeeeeeeeeeeeennnnnnnnnnnnhhhhhhhh —, hizo eco Daniel.
— ¡Cállate! —, siseó ella. — Esto ya es espeluznante sin tu sonido de fondo.
Dieron un paso hacia el interior, esperando ver un depósito polvoriento. En vez de eso, vieron
rumas y más rumas de libros, escasa iluminación, un suelo de madera que brillaba suavemente
debido a las incontables veces que se le había puesto cera. El lugar olía a papel viejo, cera y café.
Daniel silbó, — Este sitio es más grande que la biblioteca de la Universidad de Michigan.
— Por supuesto que lo es —, dijo alguien desde su izquierda, y ambos saltaron.

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— Lo siento —, dijo la mujer. — Creí que al menos uno de ustedes podría haberme oído llegar.
Daniel y Andrea la miraron francamente maravillados. Ella se parecía a la madre de alguien... su
cabello café como el chocolate con mechones grises, y sus ojos marrones estaban circundados por
líneas de risa. Ella estaba parada derecha y erguida, con su traje azul oscuro, una espumosa blusa
blanca, medias color café claro y zapatos cómodos. Estaba muy pálida, pero los ligeros toques de
maquillaje servían sólo para remarcar sus rasgos, no para hacer que su inusual colorido se
destacara.
— Bienvenidos a la biblioteca —, estaba diciendo ella — Soy Marjorie, la responsable de la
biblioteca. ¿Cómo puedo ayudarte Andrea?
Daniel jadeó, y sus dedos se enterraron en el codo de ella como garras.
— ¡Ouch!
— Andy, ¡ella sabe tu nombre! —, siseó en su oído — ¡Este es el mismo infierno!
— Estoy parada justo aquí, querido —, dijo Marjorie secamente.
Andrea arrancó la mano de Daniel de su codo. — Lo siento, nunca había estado aquí antes, ¿cómo
sabes mi nombre?
— Ya habías estado aquí, querida —, dijo Marjorie, mirándola con algo parecido a la compasión. —
Es sólo que no lo recuerdas. Cuando los seguidores de Nostro terminaron contigo, tú y las otras
muchachas fueron traídas aquí para ser catalogadas.
— ¿Qué dices? —, gruñó Daniel.
— Tomamos sus huellas dactilares, muestras de ADN, todo. En caso de que sobrevivieras a tu
primera década y encontraras tu camino de vuelta aquí, así podríamos decirte quién eres. Habías
sido —, se corrigió ella. — Desde luego, las otras muchachas nunca se alzaron, pobres cositas, y tú
no perdiste un segundo en abandonar el pueblo. Intentamos hablarte, pero...— Marjorie sacudió su
cabeza.
— Pero... ¡Yo no recuerdo nada de eso! Creo que estuve enterrada, o...
— Tú asumes que lo estuviste. Pero aquellos que mueren a las manos de un vampiro, son traídos
aquí lo antes posible. Desde luego, en primer lugar muy pocos de ellos vuelven, y en segundo lugar,
es poco lo que podemos hacer por ayudarlos, pero cuando efectivamente retornan les damos
tarjetas de crédito, talonarios de cheques – mantenemos todas esas cuentas abiertas, los ayudamos
a arrendar sus casas – o venderlas, si es lo que quieren, y ¡gracias sean dadas a Ms. Mercer! Tú has
estado por casi tres años y medio a la cabeza de la lista de desaparecidos. ¡Y venir a aparecer con
una oveja, de todas las cosas posibles!
— ¿Una qué? —, dijeron al unísono.
— Oh! Perdónenme —. Marjorie tosió sobre su puño, un sonido seco como una bala. — Asumí...
asumí que tú habías traído a este agradable joven como alimento.
— Bien, ella no lo hace. Soy su chofer, o algo así —, dijo Daniel, cualquier cosa que esté pasando es
con el consentimiento de dos adultos.
— Si, desde luego.
Andrea puso los ojos en blanco. — ¿Daniel, podrías no provocar una pelea con el primer vampiro
que conocemos?
Él la ignoró. — Y quiero saber quién mierda la mató. ¿Qué les sucedió a ellos?
— Bueno... nada. En ese momento. Nostro aún estaba en el poder. Pero ahora que Elizabeth, la
única, ha tomado su lugar en el trono, las cosas cambiaron. Tres de ellos, de hecho, murieron
defendiendo el trono de Nostro —. Marjorie sonrió. Una clase de sonrisa aterrorizante, como una
sonrisa invernal. —Muy mal, demasiado triste.
— Awwwwww —, dijo Andrea, sintiendo por primera vez en un largo tiempo, que era su
cumpleaños.

Ania y Nine 33
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— En cuanto a los demás, ciertamente tú podrías llevar tu reclamación a su Majestad. Tienes


razones considerables. Lo que ellos te hicieron... — ella sacudió su cabeza. —Vergonzoso. No somos
animales.
— Bien, gracias, pero soy un tanto nueva en esto de pedirle a la reina que resuelva mis problemas.
Estoy aquí...
— Estamos
— Sólo para pagar tributo, nos detuvimos aquí cuando vimos el letrero.
— ¡Me siento halagada! —, Marjorie realmente aplaudió. — Y tú no tienes idea de cuán bueno es
para esta vieja dama el verte con tal control de tus facultades. Porque, podrías perfectamente tener
cincuenta años de edad.
— ¿De verdad? —, dijo ella emocionada. — Es muy amable de tu parte
— Y pensar que has venido a ver la biblioteca cuando tienes un negocio apremiante que atender
con la reina.
— ¿A qué – uh- a qué se parece ella?
Marjorie la observó con una mirada paralizante. — Ella es distinta a cualquier vampiro soberano
que yo haya visto nunca, y he sobrevivido a tres.
Por el rabillo del ojo, Andrea podía ver a Daniel articular números y contar con los dedos.
— Tengo ochocientos sesenta y ocho años, querido —, dijo Marjorie. — Si eso es lo que te
preguntas.
— ¿Me estás tomando el pelo?
Andrea le dio un codazo fuerte en el costado. — Pero Marjorie, ¿Por qué no eres tú la reina? Ella
podría seguir a una reina, una erudita, como Marjorie.
Marjorie puso cara de haber olido algo asqueroso. — Ech! Por ningún motivo. Esto — ella hizo un
movimiento con la mano indicando la enorme biblioteca, — es mi pasión. Preferiría comerme un
emparedado de ajo antes que controlar el mundo. ¿Puedes siquiera imaginarte los dolores de
cabeza? ¿El trabajo administrativo? ¿Las tareas sedentarias?—. La erudita anciana se estremeció.
— Oh. Um, ¿sabes dónde podríamos encontrar a la nueva reina?
— Ciertamente. La propiedad de Nostro ahora le pertenece – la ley tiene mil años- y las viejas
propiedades se encuentran cerca del borde del lago Minnetonka. Te daré un mapa.
Se alejó taconeando y Daniel dejó escapar el aliento. — ¿Esa agradable señora de mediana edad es
más vieja que América? ¡Mierda!
— Mucho más vieja. Y sé amable. Ella podría haber extraído nuestras cabezas y haberlas usado
como sujetalibros.
— De acuerdo. Bien, ella podría estar muy decrépita, pero aún así yo- aagggghhh!
— Aquí está querida—, dijo Marjorie, apareciendo, de alguna manera, desde detrás de ellos. — He
marcado los territorios de la reina en rojo. No deberías tener –bien—, agregó ella, fijando su mirada
en Andrea. — No deberías tener ningún problema.
— Muchas gracias, madame.
— Siéntete libre de hurgar en las rumas antes de dejarnos – la verdad es que es poca la gente que
pasa por aquí para leer —, dijo ella con una mueca de desaprobación.
— ¿A q-qué vienen para acá? — logró preguntar Daniel.
— Mapas.
— Oh!, eso es una maldad, Marjie.
Ella le dirigió una mirada dura. — Marjorie. Y gracias por tu simpatía, ovej... Daniel.
— Gracias de nuevo —, dijo Andrea. — Volveré, siempre y cuando la reina no me asesine. Adoro las
bibliotecas.

Ania y Nine 34
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— Eres bienvenida aquí en cualquier momento. En cuanto al otro asunto...— Marjorie hizo un gesto
vago y se fue taconeando lentamente.
— ¿Qué se supone que quiso decir? — susurró Daniel en su oído.
— No hagas eso, me da cosquillas. Y supongo que quiso decir que debería averiguarlo por mí
misma. Vamos, vamos a investigar esto.
Encontraron la dirección en unos minutos. La biblioteca tenía una peculiar combinación de un viejo
sistema de catalogación y archivos de computador muy actualizados. Encontraron una tarjeta que
decía simplemente, Mercer, Andrea. DOB 07/29/76; DOD 07/29/97.
— Oh!, esto apesta — gritó Daniel. — ¿Ellos te asesinaron en tu cumpleaños?
— Mi cumpleaños número veintiuno —, añadió pensativamente. — Deben haber necesitado con
esa edad exacta para su maldita ceremonia. Algo como beber la eterna juventud... oh!, la
humanidad.
— Estás de un humor extrañamente bueno —, refunfuñó él, saltando al oír cualquier pequeño
sonido. - ¿quién podría asegurar que Marjorie no aparecería desde ninguna parte otra vez?
— Me gustan las bibliotecas — ella tomó la tarjeta con su nombre y la insertó en la ranura del
ordenador. Al instante la información comenzó a llenar la pantalla... estaba su vieja casa, su escuela
secundaria, los nombres y ocupaciones de sus padres, sus abuelos... todas sus transcripciones del
colegio, incluyendo su informe para ser transferida a St. Olaf... estaba su informe de solvencia
económica, su cuenta bancaria... — Uh, ¿has visto esto?
— Es espeluznante, eso es lo que es. Espeluznantes bibliotecarias muertas guardan una copia de tu
vida completa, al acecho de que pudieras volver... ¡Yech!
— Es un sistema bastante lógico en realidad - ¿qué diablos?
— ¿Qué, qué?
Ella congeló la pantalla. Bajo la palabra Afiliaciones, había un único nombre: Sinclair.
— ¿Quién es Sinclair?
— No tengo la menor idea. No estoy afiliada con ningún vampiro.
— Mierda, apenas estas afiliada conmigo
— Desearía que pudiéramos cruzar mi archivo de referencias con el de Sinclair para encontrar –
Whoa.
El ordenador se descongeló y empezó a hacer exactamente eso. En unos pocos segundos,
estuvieron mirando fijamente la pantalla, la que decía:
04/06/00 Su Majestad, el Rey Sinclair, caminado por Des Moines por negocios. Ver la trascripción.
— Veámosla —, ordenó ella.
Instantáneamente, una oscura y ligeramente divertida voz salió del ordenador. — Yo estaba
caminando por el pueblo –esto fue un par de años antes de que me convirtiera en el consorte de
Elizabeth – y vi a una joven vampiro arrastrándose en la noche. Era una noche fría; y pensé que ella
podía necesitar una mano. Era muy joven; dudé acaso si ella sabía su propio nombre en ese
momento. Estaba asustada y no vendría conmigo. Hice un par de intentos y la dejé a su propio aire.
Mirar si su trascripción se relaciona con alguien en tus archivos: aproximadamente cinco pies con
seis pulgadas, cabello hasta el hombro, castaño, ojos café, colorido pálido –hereditario, no debido a
su condición de estar muerta- delgada, sin tatuajes ni marcas de nacimiento que pudiera ver, pero
tenía una bella marca en la parte alta de su mejilla. Transmisión finalizada.
— Sagrada mierda —, dijo Daniel, apuntando su bella marca. — ¡Te encontraste con el Rey de los
chicos muertos!
— Lo recuerdo también —, dijo ella suavemente, — estaba demasiado asustada como para
hablarle. No me sorprende que sea el consorte de Elizabeth. De todos modos, fue agradable que
tratara de ayudarme.

Ania y Nine 35
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Daniel resopló. — Apenas lo intentó, y abandonó el trabajo bastante rápido.


— Realmente no está en la naturaleza de los vampiros ayudar a otro vampiro —, explicó ella. —
Para él, para lo que él era, fue amable, y mucho más que eso, créeme.
— Bien, ¿quieres investigar a más chicos de dientes largos o terminamos lo que vinimos a hacer?
Ella estaba tentada de permanecer en la biblioteca, -¡dormir en la biblioteca!-, pero Daniel estaba
en lo correcto, simplemente estaba posponiendo lo inevitable. No tenía el menor deseo de mirar el
archivo de Elizabeth – por una cosa, que probablemente estaba prohibido, y por otra, porque
encontrar más información simplemente, ¿no la haría asustarse más? Y tenía aún menos ganas de
revisar el archivo de Nostro, dado que estaba muerto, y bien muerto.
— Elizabeth podría tener mil años —, refunfuñó Andrea. — Quizás más.
Daniel expulsó el aire de su pecho. — Bien, ella no es la mejor combinación para el bebé y la oveja,
te lo digo ahora mismo, mejor.
Andrea tuvo que sonreír. — ¿Aún tienes el mapa?
— No, en los tres minutos que han pasado desde que Marjorie me lo dio, me las arreglé para
perderlo. Sí, tengo el condenado mapa.
— Perfecto, entonces. Vamos a buscar a la reina.

Ania y Nine 36
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Capítulo 11

— Este lugar es absolutamente escalofriante —, comentó Daniel, su mano apoyada firmemente en


el centro de la espalda de ella, mientras avanzaban a través del césped, que les llegaba a los tobillos.
— Me siento como Shaggy en Scooby-Doo.
— La semejanza —, concordó ella, — es notable.
— Hombre, si tú no me hubieras dicho que aquí vivían una tonelada de vampiros malas pulgas,
podría habérmelo imaginado completamente por mí mismo.
— Seguro que podrías haberlo hecho. Permanece cerca.
— No te preocupes, Andy. A cualquier cosa que salga disparada desde la oscuridad, le patearé el
trasero.
— No me llames eso. Y si algo sale de la oscuridad, te agachas y te mantienes pegado al suelo, y me
dejas manejarlo, ¿entiendes?
— Seguro. No soy tan estúpido —, refunfuñó él.
Ella podía oír un eslabón de cadena agitándose, y luego de esforzarse un momento, la pudo ver,
apenas iluminada por la platina y fría luminosidad de la luna.
— Por allí, por ese camino.
— ¿Qué camino?— se quejó él, tropezando detrás de ella. — está más oscuro que el año de una
marmota aquí afuera.
— No te preocupes, yo puedo ver.
— ¿Qué, tienes linternas en vez de ojos ahora? ¿Es como un poder vampírico?
— Daniel, quédate callado —. A su izquierda podía oír un gruñido bajo, salvaje, y que se detuvo
repentinamente. Otro a su derecha.
— ¿Qué? —, la voz de él se escuchaba muy fuerte en el aire nocturno, resonaba en la oscuridad
como un latigazo. — ¿Qué pasa? ¿Cambiaste de idea? Porque podemos volver a Chicago en-
— Shhhhh.
Otro más, no, varios de ellos... no, dos. No, tres. Mierda. Ella no estaba preocupada por sí misma -
¿qué importaba que fuera rasgada en pedazos? Pero Daniel era carne fácil. No estaba segura de
poder quedarse de pie y mirar mientras una de esas cosas se comían su querida cara.
Los oyó prepararse para atacar y empujó a Daniel detrás de ella (— Hey!—) y estuvo lista. Sintió sus
colmillos salir; parte de ella siempre estaba lista para luchar, para darle la bienvenida a una pelea, y
esa era la verdadera tragedia de su condición.
Podía ver a sus atacantes ahora, avanzando rápidamente hacia ellos sobre sus cuatro patas, pero no
eran perros salvajes, como había pensado al principio. O tal vez lobos. Eran demasiado grandes, con
las extremidades demasiado largas, demasiado... ¿pálidos?
Ellos era... eran personas.
Ella podía oler su aliento, su sangre antigua, y muerte. Podía ver sus ojos; ojos demoníacos,
completamente negros, como agujeros, pero muy abajo, un círculo rojo tormentoso... ¿sus pupilas?
¿Sus pupilas eran rojas? Ella podía ver su pelaje, - el pelo, mas bien -, largo y cayendo hasta sus
hombros en grasientos mechones. Podía –
— ¡Hey! ¡Quietos! ¡Deténganse chicos! Demonios malos, demonios maaaaaalos.
Parpadeando, vio a una alta mujer rubia tropezando detrás de –lo que-sea-que-esas-cosas-fueran.
El avance de la mujer se vio impedido por sus zapatos... de tacones ridículamente altos de color azul
eléctrico, con las puntas blancas. Llevaba puesta una falda negra y una chaqueta negra cruzada, sin
mangas. Sus brazos eran delgados, las muñecas diminutas, apenas dos pulgadas de grosor. Algo

Ania y Nine 37
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extraño, en una mujer tan alta. Su cabello era de un rubio luminoso y rizado en las puntas,
enmarcando un atractivo rostro de altos pómulos. Sus ojos eran de un verde brillante. Andrea no
había visto ojos de ese tipo de verde antes.
Había una cruz dorada recostada en el hueco de la garganta de la mujer; la hacía sentirse
ligeramente enferma el mirarla.
Tal vez lo más extraño de todo: las cosas estaban escuchando a la mujer.
— ¡Malos, malos, malos!— iba diciendo ella mientras se acercaba.
Las cosas se agacharon y gimotearon, pero mantuvieron su distancia.
— ¡Chicos! ¡Todos! ¡Quiero decir, sólo deténganse ahora! Se han tomado, algo así como diez cubos
de sangre cada uno, ¿Cómo pueden tener tanta hambre? ¡Malos!
Se giró hacia Andrea y Daniel, y se cubrió los ojos con las manos. Sus uñas tenían una maravillosa
manicura la estilo francés, y los dedos eran largos y delgados. No llevaba anillos.
— Esto es, bien, tan embarazoso. No estoy con estos demonios, ustedes saben. Quiero decir, estoy
con ellos, pero no estoy con ellos realmente. ¿Me entienden?
— Seguro —, dijo Daniel, lo cual fue un alivio, porque Andrea estaba completamente
desconcertada. Era como si la mujer estuviera hablando en otro idioma. ¡Uno que Daniel podía
entender! Por ventura lo había traído como su intérprete.
— Bueno, sólo son un poco extraños, ¿me entiendes?
— Completamente
— ¡Gracias! Generalmente la gente no logra captarlo, pero es sólo... ¡Yech!
— No menciones que tienen una apariencia engañosa y que son incomprendidos.
— ¡Lo sabía! —. La rubia sacudió su cabeza y puso sus manos sobre sus caderas. — En fin, ¿Qué es
lo que los trae a la Tierra del Infierno? En caso de que hayan perdido la información, es
absolutamente peligroso estar aquí afuera. Probablemente buscando un lugar agradable para
disfrutar del sexo, pero en realidad este lugar no sirve para eso. Lamento ser una aguafiestas, pero
realmente voy a tener que pedirles que se vayan.
— ¡Hola! —, refunfuñó Daniel. Era evidente que sus ojos se habían adaptado a la oscuridad...
mientras obviamente había olvidado el peligro. — Chica, ponte alerta.
— Abajo chico —. Refunfuñó Andrea. Con más fuerza dijo, — Nos alegraría irnos, señora, pero no
podemos hacerlo aún. Estamos aquí para…. –no importa. Gracias por ayudarnos. Esto son sus...
ah....
— Son míos, es cierto —, dijo la mujer con gravedad. — lamentablemente. No me dejan ni a sol ni a
sombra. Quiero decir, ¡yech!.... Sol…jaja… Intentamos mantenerlos limpios, pero son como
cachorros... ruedan sobre todo.
— Seguro —, dijo Andrea, siendo indulgente con la mujer. Cachorros. Sin lugar a dudas, cachorros
demoníacos, con disposición a lo violento y el apetito de tigres rabiosos privados de comida. Todo
muy perfecto. — En fin, gracias por alejarlos. Escuche, esto podría sonar un tanto extraño, pero le
prometo que no estamos locos, estamos buscando a un vampiro.
— ¡Oh!, ¿de verdad? — dijo ella, absolutamente imperturbable. — ¿A cuál?
— Bien, la, uh, la reina. De los vampiros.
— ¿Por quéeeeeee? —, la rubia gimió. — quiero decir, ¿no tienen nada mejor que hacer con su
tiempo? ¿Qué es lo que quieren?
La rubia estaba aún extrañamente imperturbable por esto... quizás ella era una-cosa-de-esas-que-
puedes-llamar, una oveja. Antes de que Andrea pudiese responder, Daniel ya había empezado a
decir.
— Bien, ella está aquí para presentarle sus respetos y todo eso, y yo estoy aquí para patearle el
trasero si ella intenta hacerle algo a mi chica.

Ania y Nine 38
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— Oh.
— ¡Daniel!
La rubia rió disimuladamente. — Bueno, la reina soy yo, y no quiero patear el trasero de nadie.
— No seas ridícula —, dijo Andrea, ya harta, sus nervios casi en el límite. — Tú no eres un vampiro.
— ¡Claro que lo soy!
— Ciertamente no lo eres.
— ¡Por supuesto que lo soy!
— ¡Oh!, ¡Ya basta, detente! No puedes ser un vampiro, y ciertamente no eres una reina
todopoderosa. Por una cosa – señaló Andrea triunfalmente. — Llevas una cruz.
— Oh, eso —. Ella se encogió. — Es un presente de El Jerko, alias, Eric Sinclair.
— ¿Eric Sinclair? ¿Cómo, el Sinclair?
— Los chicos nos están rodeando —, refunfuñó Daniel, luego jadeó, cuando un demonio lamió su
mano con su fría lengua. — Uh... lindo gatito. Vete.
Andrea, perpleja, dijo — Pero Eric es el consorte de –
— No vamos a hablar al respecto —, dijo la rubia suavemente. — Miren, van a tener que aceptar mi
palabra sobre esto: Soy un vampiro. La-uh-la reina — se ahogó con una risa tonta. — Créanme, sé
como suena.
— ¡Esto no es justo! —, lloriqueó Andrea. — He venido todo este camino –estaba asustada, pero
vine de todas formas –, ¡y tú no me llevarás a la reina! ¡Estás jugando conmigo!
— Mira chica, ¿tengo que escribirlo en mi frente? Yo soy la reina. Hice que estos chicos atacaran
a...- indicando a los demonios. —...a Nostro. Lo hicieron para el almuerzo. No sabía que por hacer
eso terminaría como reina; creí que simplemente salvaría a mis amigos. ¡Ahora estoy pegada a esta
corona de mierda y a esa serpiente, Sinclair, y francamente, estoy hastiada de todo esto! — estaba
sacudiendo su dedo con la manicura perfecta frente al rostro de Andrea, mientras Andrea trataba
de no vomitar al estar tan cerca de la cruz de la mujer. — Así pues, me creas o no, de cualquier
forma, ¡ya váyanse!
— ¿Quizás puedo ser de alguna ayuda?
— ¡Aaaaagggghhhhhh! —, los tres aullaron al unísono.
Andrea literalmente no podía hablar, y Daniel estaba ocupado intentando, mediante jadeos,
introducir oxígeno en sus pulmones. De modo que sólo la mujer se giró hacia la oscuridad que se
aproximaba a ellos.
— ¡Maldito sea Dios, Sinclair! ¡Para de hacer eso! Y deja de seguirme, es tan jodidamente
espeluznante ¡y sabes que no puedo soportarlo!
— Buenas tardes a ti también, Elizabeth. Atrás, demonios —, dijo, chasqueando los dedos y las
pobres cosas se dispersaron.
— Mi corazón —, refunfuñó Daniel, — no está teniendo un buen día.
— Realmente pido disculpas —, dijo Sinclair suavemente. — No quise asustarlos. Elizabeth, ¿podrías
presentarme a tus – él vio a Andrea, y sus negros ojos se estrecharon. — ¿Tú estabas en Iowa?
— Sí, nos encontramos allí, señor —, dijo ella desmayadamente. La hacías sentirse extremadamente
nerviosa estar conversando con el rey. Él era simplemente aterrador, tan poderoso, tan
terriblemente cortés cuando se había encontrado con ella hacía tanto tiempo, esa noche repleta de
nieve. Él era, de hecho, todo lo que Elizabeth, la única, no era.
— Te ves mucho mejor ahora. De hecho, estuviste un par de veces, a la cabeza de la lista de los más
buscados —. Descuidadamente le dio la espalda. — ¿Por qué estás aquí, Elizabeth? Tenemos todo
un personal para que se haga cargo de los terrenos. ¿Si no quieres vivir aquí, por qué no te
mantienes alejada?

Ania y Nine 39
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— Si no quieres irte a la mierda y morir, ¿por qué no dejas de molestarme todo el tiempo?— logró
decir ella.
Andrea estaba realmente admirada: la mujer estaba más irritada que aterrorizada. — Estos chicos
están aquí para presentar sus respetos a la – rechinó los dientes, y finalmente escupió. — a la reina,
pero no me creyeron cuando les dije –
— Te creemos ahora —, dijeron Daniel y Andrea a coro.
— ¡Oh! ¿Y por qué cambiaron de idea? ¿Mi realeza innata? ¿Mi fabuloso peinado? Mis zapatos,
¿ven mis zapatos? — ella apoyó uno de sus pies sobre el talón, luciendo su delgado tobillo. — ¿No
son adorables? Estoy segura de que si Kate Spade pusiera su mente en ello, haría estupendas
bombas.
— La verdad —, dijo Daniel, señalando con un pulgar a Sinclair, que parecía satisfecho — fue él.
— Biennnnnn, eso es grandioso —, Elizabeth, la única, les frunció el ceño, luego se giró hacia
Sinclair. — ¡Maldita sea! ¡Tú me dijiste que esto eventualmente iba a desaparecer! Esto se parece a
un capítulo de The Incredible Journey, excepto que hay gente muerta en vez de animales—. Se dio
vuelta hacia Andrea y Daniel, — ¿por qué, por qué, por qué todos ustedes tienen que ser tan lentos
de entendederas y dependientes? ¿Es que no pueden emigrar a alguna parte? ¿Algo así como
Dakota del Norte, o el Océano Antártico?
Daniel se rió disimuladamente y empujó a Andrea, — La Reina dice que eres lenta de entendederas.
— Cállate, oveja —, murmuró ella. Luego dijo más fuerte. —Pero tú- tú has estado llamándome.
— Nuh-uh
Sinclair carraspeó. — Es una función de tu poder como soberana—, explicó él. —probablemente los
estuviste llamando. A ella. Y los demás que han venido –
— Bien, ¡mierda!
— Ups —, dijo Daniel.
La reina frunció el ceño. — ¿Qué es lo que quieren de cualquier manera?
— N-nada —, Andrea dijo. — Sólo verte. Y así yo -
— Nosotros —, afirmó Daniel.
— podría conocerte
— Bien eso es tierno y todo, pero seguramente no tenía por qué hacer todo ese camino sólo para
verme. ¿No han oído hablar del e-mail?
Daniel se rió, y la reina sonrió con satisfacción cuando él exclamó — ¡No me digan que podríamos
habernos evitado todo este viaje!
— De acuerdo, no te lo diré, pero podría hacerlo. ¿Cuál es tu nombre?
— Baaaaaaaaaaa —, dijo Daniel.
Andrea le pellizcó el brazo. — Muy gracioso. Soy Andrea Mercer, y este es mi amigo, Daniel Harris
—. Luego tomo la mano de la reina, ¡¡De la reina!! — Es un placer conocerla Su Majestad.
— Betsy, por el amor de Dios. Lo lamento —, agregó, viendo a Andrea y Sinclair estremecerse. —
Suelo olvidarlo.
— ¡Hey! Yo hago eso todo el tiempo también—. Daniel hizo el signo de Fuera de Tiempo. —
¿Puedes jurar? ¿Y puede llevar cruces encima?
— Uh-huh. No me preguntes por qué.
— De acuerdo, no lo haré, pero no puedes asustar y volver loca a la gente cuando ellos no creen
que seas un vampiro.
— ¡Claro que puedo! Si soy la reina, me imagino que puedo hacer cualquier maldita cosa que
quiera, de cualquier modo. Aunque tengo que decirlo, es agradable encontrar a un vampiro que
tiene sentido del humor-
— Él no es un vampiro —, dijeron Sinclair y Andrea al unísono.

Ania y Nine 40
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— Oh, es muy malo. Generalmente no alcanzo a decirlo antes de que salten sobre mí y comiencen a
masticar, de todas maneras.
— ¿Quieres decir que atacan a la reina de los vampiros porque ellos no saben que tú eres un
vampiro?
— Mi vida—, suspiró ella, — en una cáscara de nuez.
— Y el no es mi oveja, en todo caso —, soltó Andrea, mirando airadamente a Sinclair, que parecía
completamente satisfecho. — Él es- él es mi-
— Su muñeco de amor apasionado —, suministró Daniel amablemente.
Andrea enterró su rostro en las manos. — De cualquier manera —, dijo entre los dedos — si Su
Majestad no requiere nada más de mí en este momento...
— Vayan a comprar un helado de crema, tómense una malteada, vuélvanse locos —, dijo Betsy sin
prestarles atención. — pásalo bien con tu muñeco amoroso.
— Tan pronto como nos informemos acerca de eso del muñeco de amor apasionado —, empezó a
decir Sinclair
— ¡Olvídate de eso amigo! La última vez que estuve desnuda contigo, me metí de cabeza en esto de
obtener una corona. Y a ti. ¡Preferiría haber obtenido una hemorroide!
Andrea agarró el codo de Daniel, y lentamente empezó a alejarse de ellos. — Bien... nos iremos,
luego...
— Ah, Elizabeth, realmente deberías sucumbir a lo inevitable.
— ¡Qué tal si mejor prendo fuego a tu colección de zapatos!
— No lo harías: son Kenneth Cole.
— ¡Fue un placer conocerlos! — Grito Daniel.
Susurrando apenas, la reina dijo — No te pedí que vinieras para acá, para tu información.
— Ah, mi reina, sabes que no puedo mantenerme lejos.
Más fuerte, la reina dijo, — Bien, tú ganas.
— ¡Adiós! —, gritó Andrea, y sosteniendo unidas sus manos, corrieron hacia el coche.
— ¿Cuál es la prisa? —, jadeó Daniel, manteniendo la zancada.
— ¿Quieres estar cerca de ellos cuando se empiecen a lanzar puñetazos? —. Él la tomó en brazos y
corrió el resto del camino.

Ania y Nine 41
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Capítulo 12

¿– Y ahora qué? –Preguntó Daniel. Estaban otra vez, en otra anónima habitación de un hotel, esta
vez en el centro de la ciudad, en el Minneapolis Marriott. Andrea tuvo que admitir que era mucho
más agradable que los demás. ¿– Nos quedamos? ¿Volvemos a Chicago? ¿Nos mantenemos
conduciendo hasta el oeste, huyendo del sol? ¿Qué hacemos? –
–No lo sé. –No esperaba todavía estar viva. O responsable de mi propio destino. Pensé que ella me
mataría o me esclavizaría. –
Daniel resopló. ¿– Ella? La única cosa que tenía esclavizada es un par de tacones altos. Aunque es
linda, realmente linda. Si te agrada alguien frívolo y obsesionado por la moda. –
–Como a ti, – dijo ella dulcemente.
Él la atrapó, atrayéndola a la cama. –No. Solían gustarme así. –Él acarició su nariz con la suya. –
Ahora me gustan engreídas, sesudas y con una dieta líquida. –
–Daniel, eso es cierto - –
¡– Y el tipo con ella! ¡Cristo! ¡ –! ¡Fue como si el diablo se apareciese en su patio trasero –!
–Dímelo a mí. –
–No me asombra que huyeras de él, cuando eras todavía una vampiresa bebé balbuceante. –
–Sí, huir como rayo, alimentada por mi cobardía fue uno de mis mejores momentos. –
–No te juzgues dan duramente, Andy. Él da miedo. No se como va a poder ella controlarlo. –
–Ah, eso es bastante obvio. – Por alguna deliciosa y encantadora razón, Daniel lamía el lóbulo de su
oreja. Ella había pensado, que, una vez que su obligación hubiera sido cumplida, él se tendría que
haber marchado ya, desde hace tiempo. Era extraño que el tardase tanto, pero agradable. ¿– Viste
cómo la miraba? Él la ama. Y no como un sujeto ama a una reina, creo. –
–Mmmph. –
–Detente, me haces cosquillas. –
–Nuh-uh. A propósito, tengo algo más para hacerte cosquillas. –
Ella se rió. ¡– Eso es terrible! –
–Mira. – Él se enderezó y apoyó su barbilla sobre su codo.
– ¿Tratas de deshacerte de mi? –
–Yo esperaba que tú te deshicieras de mí. – Admitió ella.
–El modo en el que yo lo veo, es que puedes ir a aquella extraña biblioteca y reactivar todas tus
cuentas, tarjetas de crédito y cosas así. Y conseguir un trabajo para vampiros. Entonces realmente
no me necesitas más. –
–Mentira. –
¿– Correcto, pero por qué? –
–Daniel, eres un idiota, yo no estaba contigo por la ropa que me compraste en Target. Eres la
primera persona en seis años que se tomó interés por mí. Incluso cuando yo estaba tan mal,
aceptaste todo lo que yo podía dar y siempre me esperabas la noche siguiente. Podrías haberme
matado en cualquier momento pero no lo hiciste. Esto es… –Ella comenzó a sorberse los mocos, y se
dijo a si misma detén esto. – Esto no tiene precio para mí. –
Él la miraba con el ceño fruncido. –Déjame entender esto. ¿Todo esto es, porque no me deshice de
ti? ¿O porque no te maté? Andy, estas chiflada. –
–Sí, eso me dicen. –
–Bien, no me preocupa que no necesitas mi dinero o que quieras un anillo más grande o algo así.
Me quedo. Porque…. – yo, yo – Te quiero un poco. –

Ania y Nine 42
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– ¿Un poco? – Se burló ella.


–Te lo dije, me arruinaste para las chicas vivas. –
–Esto es muy… romántico. –
–Desde luego, me haré viejo y maloliente y tú serás siempre joven y linda, pero podremos arreglar
esto, – dijo alegremente.
–Daniel, no te convertiré en vampiro. –
–Ah, seguro que no lo vas a hacer. No ahora… ¡Estoy todavía en mi juventud! Tal vez en diez años. –
¡– Daniel! –
¡– Esto será de lo mas guay! –
–Daniel… –
–Pero primero… –Su mano se deslizaba encima de su camisa.
– ¿No estas solamente un poquito… sedienta? –
–Daniel, no lo estoy.- –
– ¿Bien, bueno, mira, hablaremos sobre ello en diez años, esta bien? –
–Esto es más complicado que eso, – dijo, pretendiendo no estar llena de alegría. Era asombroso
como… ella conseguía todo lo que alguna vez quiso, pero más asombroso aún que tuviese que
haber muerto primero, y encontrar a una reina por medio de una biblioteca. El mundo era extraño.
–No puedes decidir solo convivir con un vampiro - –
–Yo pensaba más bien, casarme con un vampiro. –
Si ella pudiera haber jadeado, lo habría hecho. –Bien, hay cosas que no has considerado - –
¿– Andy, puedes por favor, puedes cerrar la boca y besarme? –
–Bien, – advirtió, – pero hablaremos de esto más tarde.
A fondo. –
–Eres tan sexy cuando usas ese tono severo de reprimenda…. –

MÁS TARDE, después hacer el amor, ella dijo, – yo te quiero un poco, también. –
– Sí, – él bostezó. – Lo sé. –
– ¿Como lo sabes? –Ella besó la señal de una mordida sobre su cuello. ¿– Cómo podrías saberlo? –
–Corazón, tu eres inteligente y todo eso, pero yo se algunas cosas. – Y entrelazando sus manos con
las suyas, la besó.

FIN

Ania y Nine 43

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