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Luisiana fue colonizada por Francia desde 1712, y donde se aplicó desde esa

época la legislación real francesa y la costumbre de Paris. Finalmente Luis XIV


cedió el territorio a su primo Carlos III de España. El 1 de octubre de 1800,
mediante el tratado San Ildefonso, Luisiana pasó de nuevo a manos francesas.
Tras la compra por Estados Unidos, los caudillo del territorio querían mantenerse
bajo el sistema civilista-romanista, representado por las leyes castellanas, a las
cuales estaban habituados desde 1769. Se llevó a cabo la elaboración de un
nuevo código civil para aplicarlo en el territorio, basado en el Projet de Code Civil
para Francia terminado en el año 1800 y editado a principios del año siguiente.
La Luisiana francesa
Cuando los europeos llegaron a Luisiana, ésta se encontraba poblada por una
gran cantidad de indígenas pertenecientes a seis grupos culturales distintos: los
Caddo, Tunica, Atakapa, Muskogee, Natchez y Chitimacha. Aunque durante el
siglo XVI el explorador español Hernando de Soto se estableció por un tiempo en
los bordes del rio Mississippi, fue el explorador francés René Robert Cavelier de
La Salle quien, en 1682, reclamó estas tierras para Francia, dándoles el nombre
de “Louisiane” que significa literalmente “la tierra de Luis” en honor del rey francés
Luis XIV.

Luisiana en dominio español

Sin embargo, la adquisición de este territorio no constituyo una ganancia


económica lo suficientemente redituable para Francia. De 1698 a 1723, España
disputo a Francia la posesión de la región, la cual llegó a un punto muerto de 1723
a 1763. En este periodo la Luisiana francesa fue creciendo lentamente y sentando
bases económicas y políticas. Finalmente Luis XIV cedió el territorio a su primo
Carlos III de España.

Las razones de Luis XIV para dar Luisiana han sido de gran controversia. Muchos
de estos controvertidos elementos han sido alimentados por argumentos
proporcionados por evidencias documentales incompletas y por la reticencia de
algunas personas de ascendencia francesa en Luisiana de reconocer que Luis XIV
y sus comensales no tenían las mismas ataduras o ligaduras sentimentales a la
colonia que ellos, y sus antecesores sentían por Francia. Lo que es un hecho es
que Carlos III acepto el regalo porque había estado claro que Francia pretendía
desprenderse de Luisiana desde 1762. Rechazar el regalo hubiera sido dañino
para las relaciones franco-españolas, cuyo mantenimiento parecía ser el objetivo
principal de la política exterior de España. Más aun, rechazarla podría haber
abierto la posibilidad de que los ingleses la aceptaran.
La acogida que los españoles recibieron de los franceses fue poco amable,
celosos éstos de que la independencia de que habían gozado hasta entonces se
viera perturbada por el nuevo gobierno. El gobierno de Carlos III ordeno al general
Alejandro O’Reilly emprender acciones decisivas para restaurar la autoridad
española en Luisiana, seguidas por la inclusión firme de Luisiana dentro del
sistema administrativo colonial. Una vez que O´Reilly hubo silenciado el
descontento político y restableciendo la autoridad española en Luisiana, los
administradores españoles tenían que enfrentarse a la tarea de consolidación del
control económico español de la colonia por medio de la integración de ésta en los
sistemas económicos del imperio.
La consolidación de la organización española en términos económicos trataba de
ajustar de alguna forma las normas imperiales a la realidad de Luisiana. Si el
comercio era la partida más importante de la colonia durante estos años, no era la
única. El gobernador Luis de Unzaga y Amézaga tuvo que ocuparse de supervisar
tierras, combatir intentos británicos de influir sobre los indios en territorio español,
y mediar en las disputas entre españoles y franceses. Cada quien, en su manera,
contribuyo a la consolidación en la norma española en Luisiana. Este periodo en el
que Luisiana fue territorio español fue el inicio de un período de prosperidad y
renovación cultural, política y arquitectónica, especialmente en lo que respecta a la
ciudad de Nueva Orleáns.
El ascenso de Napoleón Bonaparte en Francia significo el declive de los
españoles en Luisiana. Napoleón presionó a España para que cediera de nuevo el
territorio a Francia. El 1 de octubre de 1800, mediante el tratado San Ildefonso,
Luisiana pasó de nuevo a manos francesas.

La compra de Luisiana: la política expansionista de Estados Unidos

Para el año 1800, Misisipí se había convertido en una ruta comercial muy
importante para Estados Unidos. Las ciudades del norte de su cauce lo utilizaban
como camino para transportar mercancía a Nueva Orleans. Esta ciudad estaba en
manos españolas y existía un tratado por el cual los comerciantes asentados rio
arriba tenían derecho a utilizar el puerto como bodega. Sin embargo, en 1801 el
gobernador español en turno prohibió el depósito de mercancías norteamericanas.
En manos de España hubiese sido fácil para Estados Unidos realizar una invasión
y apoderarse de Luisiana, pero en manos de una potencia como Francia la
situación era distinta.Pese a ser dueño de este territorio, la ubicación geográfica
era un factor que le impedía a Napoleón tener el control y el manejo que hubiese
querido sobre Luisiana. Estaba imposibilitado para disponer de sus tropas rumbo
al Misisipí ya que este movimiento provocaría la reacción de Estados Unidos. La
estrategia fue utilizar una pequeña isla ubicada en las Antillas como base militar.
Esta isla era Haití, un territorio que había pertenecido a Francia en el pasado y
que gracias a distintas revueltas de esclavos recién había logrado su
independencia. El plan de Napoleón era reconquistar este pequeño territorio para
utilizarlo como punto estratégico en América. Militarmente los habitantes de la isla
no tenían oportunidad de oponer resistencia al dominio francés, pero la aparición
de la fiebre amarilla ocasiono el deceso de una gran cantidad de los solados. Para
ese entonces, Francia ya se encontraba en conflicto con Inglaterra y sostener el
proyecto que tenía en América era casi imposible, así que Napoleón se vio
obligado a tomar medidas radicales con Luisiana.

El presidente Thomas Jefferson propuso comprar el territorio de Nueva Orleans


con el fin de resolver sus problemas de tránsito comercial. Las negociaciones se
llevarían a cabo en Francia, así que designo a James Monroe ministro
plenipotenciario para manejarlas. La sorpresa seria que Napoleón ofreció venderle
todo el territorio. Francia había llegado a la conclusión de que Luisiana era una
propiedad inútil ya que no podía disponer de ella con libertad, la solución más
viable seria venderla a Estados Unidos, que era un país con quien no estaba
enemistado, y no a Inglaterra, con quien se encontraba en guerra. Monroe no
tenía facultades para aceptar dicha propuesta pero se percató de que
probablemente no volvería a presentarse, finalmente la acepto y la compra se
cerró en 15 millones de dólares.

La compra de Luisiana fue resultado de un proceso, en el cual intervinieron la


diplomacia del presidente Thomas Jefferson, la rivalidad anglo-francesa, la
incapacidad española para ejercer su autoridad total como potencia colonial en
América del Norte y los sueños de Napoleón de crear un imperio colonial en el
hemisferio occidental. Valiéndose de medios pacíficos, Estados Unidos adquirió
más de 2 millones de kilómetros cuadrados.

Derecho

Es notable destacar que Luisiana ha sido influenciada por culturas como la


caribeña, la africana, la británica, y la nativo-americana. El resultado de este
mosaico no podría ser diferente que constituir un régimen jurídico mixto, la
herencia romanista de los dos pueblos fundadores fue la que finalmente
predomino en el estado.

Cuando Luisiana se integró a Estados Unidos no fue organizado inmediatamente


como estado, se le denomino en un principio “Luisiana y territorio de Orleans”.
Contaba con un Congreso Legislativo dotado de competencia para intervenir en
las leyes vigentes, y un gobernador con derecho de veto. No sería hasta 1812 que
se crearía formalmente el Estado de Luisiana.

Las autoridades estatales, encabezadas por el gobernador, se inclinaban por


introducir el sistema jurídico del common law, mientras que los notables del
territorio querían mantenerse bajo el imperio del “derecho civil” (nombre con el que
también se le conoce al sistema romanista), representado por las leyes
castellanas, a las cuales estaban habituados desde 1769. La gente temía regirse
bajo el imperio de la dictadura de los jueces, que era y lo característico del sistema
anglosajón.

La solución fue designar el 7 de junio de 1806 a los juristas James Brown y Louis
Moreau-Lislet la elaboración de un nuevo cuerpo legal, es decir un nuevo código
civil para aplicarlo en el territorio. El fundamento de dicho código seria el derecho
civil pues los juristas utilizaron para la elaboración de su proyecto, material
ofrecido por el Projet de Code Civil para Francia terminado en el año 1800 y
editado a principios del año siguiente, y eventualmente al código de Napoleón de
1804.

La herencia romanista está profundamente arraigada en la mayoría de los


aspectos del derecho privado de Luisiana: propiedad, contratos, derecho de
familia, procedimiento civil. Otro ejemplo es el empleo de algunas figuras que
jurídicas que no existen en el resto del país, o en las diferencias que se presentan
en la educación y profesiones legales; sin embargo, en algunos ámbitos el poder
legislativo ha adoptado leyes que se acoplan al derecho existente en las demás
entidades federativas, para facilitar por ejemplo los intercambios comerciales
interestatales.

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