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San Juan de Capistrano

Por INFOVATICANA | 23 octubre, 2014

(Catholic.net)- Los cuarenta años de vida activa del fraile franciscano Juan de Capistrano
transcurrieron casi exactamente en la Primera mitad del siglo XV, puesto que ingresa en la
Orden a los treinta años de edad, en 1416, y muere a los setenta, en 1456.

Si recordamos que en este medio siglo se dan en Europa sucesos tan importantes como el
nacimiento de la casa de Austria, el concilio, luego declarado cismático, de Basilea y la batalla
de Belgrado contra los turcos, y añadimos después que en todos estos acontecimientos Juan
de Capistrano es, más que partícipe, protagonista, se estimará justo que le califiquemos como
el santo de Europa.

Etimológicamente significa “Dios es misericordia”. Viene de la lengua hebrea. Fue beatificado


el 19 de Diciembre de 1650 por Inocencio X y canonizado el 16 de Octubre de 1690 por
Alejandro VIII.

Nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385. Hijo de un caballero francés o


alemán que murió cuando Juan era joven. Estudió con esmero en la Universidad de Perugia
(Cerca de Asís). Fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por
Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad.

Luchó contra la corrupción y el soborno. Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en
1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel
decidió entregarse del todo a Dios. Tuvo un sueño en el que vio a San Francisco que le llamaba
a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el
matrimonio nunca se consumó y fue declarado nulo.

Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 octubre de 1416. Tenía 30 años por lo que el
maestro de novicios lo puso a prueba dándole los mas humildes oficios. Fue discípulo de san
Bernardino de Siena quien le enseñó teología.

Se distinguió como predicador aun siendo diácono. Ordenado a los 33 años. Por 40 años fue
predicador itinerante por Italia y otros países. Una vez en Brescia (Italia) predicó a una
multitud de 126,000 personas que habían venido de las provincias vecinas. Por su radical
llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con san Juan Bautista. Traían las
cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas. Tenía gran fama por
su don de curación y le traían a los enfermos para que les haga la señal de la cruz.
Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió
extensivamente, sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se
conservan. Dos veces la comunidad franciscana lo eligió como vicario general.

En visita en Francia conoció a santa Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que
simpatizaba. Juan tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo medir sus
palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios.

Cuatro Pontífices -Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III- lo emplearon como embajador
en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados. Tres veces le
ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades pero prefirió seguir siendo un pobre
predicador. Fue nuncio apostólico en Austria donde predicó extensivamente y combatió la
herejía de los husitas.

También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV. En 1451 el Sultán
Mehmed II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a
Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454 Serbia cayó en
sus manos. Las noticias procedentes Serbia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a
Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.

En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa


de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70
años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que
había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado.

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Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos mas que campamentos militares porque
en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían
un gran respeto. Los musulmanes atacaban a Belgrado. Contaban con 200 cañones, 50.000 de
caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas
enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a
Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa.

En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan
los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: “Jesús, Jesús,
Jesús”. Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: “Creyentes valientes, todos a
defender nuestra santa religión”.

Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.
Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los
musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de
Belgrado el 21-22 de julio de 1456.

San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su
oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los muertos en
batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo que ya estaba débil y
anciano. Murió en Villach, H

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