Sei sulla pagina 1di 10

El DESTETE

¿Cómo lo hago?
Hay dos normas básicas para destetar a un niño:
Una es «no ofrecer, no negar». No le ofrezcas el
pecho si no lo ha pedido, pero cuando lo pide,
más vale dárselo sin discutir. La otra es «darle
algo mejor a cambio». Esa es la parte difícil.

¿Cuánto tiempo dura?


En realidad, el destete empieza con la primera papilla. A partir de ahí, la lactancia va
disminuyendo hasta desaparecer. Dejado a su evolución natural, el proceso de
destete suele durar entre dos años y tres y medio, aunque es muy variable. Si decides
acelerarlo, la duración dependerá del ritmo que tú marques. Cuanto más rápido
vayas, probablemente, más va a llorar tu hijo.

¿Qué tipos de destete existen?


Hay 2 tipos de destete; el destete natural que es cuando el niño elige el momento que
quiere dejar la lactancia, esto puede ser marcando un ritmo o hacerlo de forma
abrupta y súbita, este tipo de destete puede causar tristeza, sentimientos de culpa y
frustración en la madre, que no desea que este momento llegue aún; también
tenemos el destete inducido que es cuando la madre planea estrategias para finalizar
la lactancia.

¿Qué estrategias podemos usar para el destete?


No ofrecer, no rechazar. No garantiza el tiempo que pueda prolongarse el destete. Es
el menos doloroso para el niño.

Distracción. Se trata de identificar los momentos, lugares y circunstancias en los


que el niño suele pedir el pecho y anticipar alternativas al amamantamiento, para
que el niño dirija su atención hacia algo nuevo y atractivo en vez de hacia la pérdida
de algo entrañable como mamar.

Sustitución. Se ofrece comida o bebida al niño para evitar que pida el pecho por
hambre. No se trata de sobornarlo con golosinas para que deje el pecho. Sólo
funcionará cuando el niño tenga hambre. Hay que tener en cuenta que los niños
también maman por afecto hacia su madre, para sentir su cercanía, por consuelo si
están cansados, frustrados o con miedo.

Aplazamiento. Con un niño que ya nos entiende se puede negociar el demorar una
toma. El niño debe ser lo bastante maduro para aceptar la espera. Se le puede ofrecer
algo que le mantenga contento mientras tanto.
LOS BERRINCHES
¿Qué es un berrinche?

Un berrinche es un estallido emocional que sucede


cuando un niño está tratando de obtener algo que
quiere o necesita.

Un niño puede tener un berrinche si no es el primero


en lanzar la pelota en un juego de voleibol. O podría
enfadarse cuando usted le presta atención a su
hermana y él quiere su atención. Gritar, llorar o
agredir no son maneras apropiadas para pedir las
cosas, pero él lo está haciendo por alguna razón.

¿Cómo puedo manejar un berrinche en público?

Empatía
Debemos averiguar qué le pasa a nuestro hijo, si vemos que está bien y sólo ha
hecho una simple rabieta infundada y gratuita, es necesario enseñarle, dirigiéndonos
a él con actitud calma, cómo queremos que se comporte.

Encontrar un lugar seguro


Hay que encontrar un lugar seguro para que nuestro hijo se pueda desahogar
libremente, en ese momento debemos abrazarlo y besarlo.
A esta técnica se le conoce como “tiempo fuera”, es un modo de desconexión de la
situación anterior, debemos hacer entender al niño que estará ahí hasta el momento
que se sienta más tranquilo.

Conversar
Esta es una manera de educar en valores, pues le transmites que entendemos su
molestia, pero que solo le prestarás atención cuando se calme.
Esto ayuda a los niños a distinguir sus sensaciones y emociones. durante y después
del berrinche. En su momento para poder expresarse cuando sientan frustración.

Mantente firme, eso también es amor


El amor no significa permisividad sino poder demostrarle lo que sientes por él, que
se sienta cuidado y protegido, pero también limitado, ya que esos límites lo
ayudarán a crecer. Amor y firmeza deben ir de la mano.

Enséñale a respirar profundamente y contar hasta diez


Esta técnica debe ser enseñada en momentos de calma. De esa forma, cuando tenga
un berrinche no será algo desconocido para él cuando le digas que respire profundo.
Tendrá más utilidad cuando notas que está a punto de enojarse, y todavía no ha
llegado a hacer un gran berrinche.
CONTROL DE ESFINTER

¿Qué el control de esfínteres?

El control de esfínteres o aprendizaje de “ir al baño” es el proceso por el


cual se enseña a los niños a controlar la vejiga y los intestinos.
Con frecuencia, los niños tardan algunos meses en aprender a controlar los intestinos
y la vejiga durante el día. El tiempo exacto que tomará va a depender del niño.

¿Cómo enseñarle a mi niño a ir al baño?

Esté preparado
Asegúrese de tener tiempo para dedicarse al control de esfínteres de su niño. Elija un
momento sin cambios importantes, por ejemplo, que no sea al mudarse a una casa
nueva o ante el nacimiento de un nuevo hermano. Puede resultar más sencillo
durante los meses más cálidos, dado que su niño usará menos ropa.

Prepare a su niño
Aliente a su niño a que le diga si necesita ir al baño. Enséñele las palabras adecuadas
que debe usar. Vístalo con prendas que sean fáciles de quitar, por ejemplo, ropa con
elásticos o abrojos Velcro en lugar de usar overoles con botones y cremalleras.

Instalación de la bacinilla
Asegúrese de que la bacinilla esté en una posición en que a su niño le resulte fácil
subirse a ella. Asegúrese de que su niño tenga un buen apoyo en los pies.

Comienzo de la nueva rutina paso a paso


Muéstrele la bacinilla al niño. Explíquele la nueva rutina para ir al baño, con pasos
simples:

 En primer lugar, haga que su niño se siente en la bacinilla completamente


vestido
 A continuación, aliéntelo a que se siente en la bacinilla después de quitarse el
pañal mojado o sucio. Usted puede inclusive poner el pañal sucio en la
bacinilla. Esto puede ayudar a que su niño entienda para qué sirve la bacinilla
 Uno o dos días después, lleve a su niño a la bacinilla varias veces al día
 Finalmente, comience la nueva rutina con su niño, estableciendo horarios
específicos todos los días para ir a la bacinilla. Estos horarios podrían ser
después de que su niño se levante, después de comer y antes de dormir la
siesta o de acostarse

Elogie los avances


Aliente a su niño a que le avise cuando necesita ir al baño. Felicítelo por avisarle,
incluso si ocurre un accidente camino a la bacinilla. No lo castigue ni amenace con
castigarlo.
TRANSICION DE LA CUNA A LA CAMA

¿Cuándo es el mejor momento?

No hay una edad concreta en la cual se deba pasar a un niño pequeño de su cuna a
una cama infantil, aunque la mayoría de las familias viven este tránsito cuando los
peques tienen entre 2 y 3 años de edad.

Lo mejor (a no ser que el propio peque marque un ritmo diferente), es esperar hasta
que el niño tenga los 3 años, ya que a esa edad los peques ya son mucho más
independientes (van al baño y comen solitos, etc.) y pueden subir y bajarse de la
cama por cuenta propia. De hecho, muchos expertos señalan que antes de los 36
meses muchos pequeñines no están listos para este cambio.

La transición de la cuna a la cama es una etapa muy importante del desarrollo de


los bebés… pero también lo es para nosotros como padres. ¡Es una señal evidente de
que nuestros pequeños crecen y se hacen mayores! A menudo resulta difícil
aprender a soltar lazos y dejar a nuestros hijos el sano espacio que necesitan y que, a
medida que crecen, van demandando.

¿Qué tipo de cama es la más adecuada?

Hay un dicho inglés que asegura que en la cama y en los zapatos es donde más
tiempo pasamos a lo largo del día, por lo que ambas cosas deben ser de buena
calidad. Y éste es, precisamente, el primer requisito que debe tener una cama
infantil. Ha de ser de buenos materiales, estar bien fabricada y ser resistente. Los
peques deben poder dormir, jugar y hasta saltar en ella ya que, al fin y al cabo, todas
estas son cosas que se pueden esperar de los niños pequeños. ¡Y su cama debería
poder resistir toda esta actividad sin que se deshaga en mil pedazos!

Consejos para facilitar el tránsito y la adaptación

Hay una serie de reglas sencillas que tienen como objetivo facilitar la transición:

 Sitúa la cama nueva del peque en el mismo lugar donde antes estaba su cuna.
 No tienes que empezar a usar inmediatamente sábanas y mantas de adultos.
Quizás sea buena idea rodear este nuevo espacio con sus viejas pertenencias.
Le resultan familiares y le darán seguridad hasta que se adapte al cambio.
 Ten en cuenta su opinión y sus gustos a la hora de elegir la decoración y los
muebles de su cuarto. Por más que te guste el color rosa para tu pequeña, no
conseguirás que sienta como propio su nuevo espacio si resulta que su color
favorito es el azul.
 Dale ánimos acompañando a tu peque a su
nueva cama y ten paciencia. Necesita tiempo
para adaptarse a ella. Muéstrate comprensiva
y sé tolerante. Ponte en su lugar y deja que
vaya familiarizándose con ella poco a poco, a
su propio ritmo. Intenta que acumule buenas
experiencias en ella y que la asocie a
momentos positivos leyéndole cuentos en ella,
por ejemplo. Quizás sea buena idea centrarse
en conseguir que duerma las siestas en ella en
lugar de tratar que se quede solo por las
noches desde el primer momento.
 Algunos padres transforman el cambio a la
cama grande en una celebración, como forma
de motivar a su hijo, organizando una “fiesta de niños grandes”. Eligen una
fecha para la “inauguración” de la cama grande y empiezan a motivar al niño
una semana antes. Cuando llega el gran día, hacen una fiesta con sus
amiguitos, primos, abuelos, etc.
 Por último, si te das cuenta de que has sacado a tu hijo de la cuna demasiado
pronto y ahora él no quiere dormir en la nueva cama, no desistas
inmediatamente pero tampoco le obligues. Motívalo a que la pruebe, pero si
al cabo de unos días sigue molesto, vuelve a sacar su antigua cunita.

Son estos momentos los que nos hacen recordar los primeros meses de vida de
nuestros pequeñines y lo rápido que pasa el tiempo… Pero también nos hacen sentir
orgullosos porque, en cierto modo, los logros de nuestros enanos son también
nuestras conquistas. ¡Así que debemos celebrar este gran paso como otro de los hitos
de la familia!
CONDUCTAS INADECUADAS

¿Qué conductas deben preocuparme cómo padre?

El niño que muerde todo

Morder todo, muñecos, niños, adultos,


cobijas y hasta animales es una conducta
frecuente en un niño de 18 meses, puede
presentarse normalmente como extensión
de la oralidad, como una reacción ante una
situación de stress en el niño, como la
llegada de otro hermano, o un viaje de los
padres para el cual el niño no fue
preparado.

También a esta edad el niño ya sabe que


sus dientes son su mejor arma ofensiva, y
puede usarla para manifestar su
agresividad, lo que no le gusta o lo que no
puede expresar con su lenguaje, no muy
fluido y a veces poco claro para los adultos. También puede usarlo como forma de
explorar lo que le rodea, chupar y morder se convierte en un método de
investigación, que complementa las sensaciones que ofrecen sus manos y sus ojos.

Dentro del desarrollo normal del niño esta es una situación que se resuelve
normalmente hacia los 30 meses de edad, pero depende del manejo que se dé,
porque puede agravarse y convertirse en un trastorno de conducta.

Cuando el niño muerde a otros niños debe explicársele que eso no se hace porque a
los niños les duele, además, esta actitud genera consecuencias negativas para él
mismo, por ejemplo, “si muerdes a Luisito el ya no va a querer jugar más contigo y
tendrás que jugar solo o sola”.
Se debe evitar gritar, abofetear o devolver con una actitud similar “para que sienta
que eso duele”, porque estas actitudes pueden reforzar esta conducta, y son formas
de maltrato.

El niño que destruye todo

Los niños son curiosos por naturaleza, y la curiosidad es necesaria dentro de todo
proceso de desarrollo y aprendizaje. Un niño sano de dos años ya tiene la capacidad
de desplazarse, de trepar, de manipular más hábilmente los objetos, y quiere
explorar, conocer todo, tocar todo, probar todo, pero es necesario poner límites.
Existen niños que “destruyen todo”, descuartizan muñecas, rompen libros,
desbaratan los electrodomésticos, su cuarto luce siempre como si hubiera pasado un
vendaval, niños que no se pueden llevar a una visita, porque antes de saludar ya han
hecho algún daño.

A los niños se les debe propiciar un desarrollo adecuado con espacios para el juego,
con juguetes

adecuados para su edad, que estimulen su creatividad, que puedan manipular,


desbaratar sin peligro de accidentes y sin que genere traumas a los padres por lo
costoso o significativo que era. En la casa debe disponerse un sitio para sus juguetes
y enseñarle a respetar los objetos que no son para jugar, guardando los más costosos
y llamativos para el niño. Se debe explicar el por qué no puede jugar o tocar ciertas
cosas: son peligrosas, pueden quebrarse y hacerse daño, son tóxicos para él etc.,
además concertar con él la sanción si no cumple con la norma.

Para algunos niños más impulsivos y agresivos se puede establecer diariamente un


período de veinte o treinta minutos para que destruya cosas —revistas periódicos,
juguetes viejos—, así se le da oportunidad de manifestar este impulso en forma sana,

Los padres y acompañantes deben dar ejemplo con el buen trato de sus objetos
personales y del hogar, para que el niño también aprenda a tratar bien sus
pertenencias y juguetes.

Deben buscarse otras causas que puedan predisponer a estos comportamientos,


como los programas de televisión violentos, las caricaturas que muestran actitudes
agresivas, destructivas sin consecuencias reales. Por esto es importante que el niño
vea la televisión con un adulto que explique y aclare.
¿Qué debo hacer si mi niño tiene estas conductas?

 No ser indiferente a sus ataques. Si muerde o pega a otro niño, debemos


intervenir, separarle y reprenderle por su actitud inadecuada. Es necesario que
comprenda que no se debe pegar o morder porque hace daño a los demás y
que debe disculparse por su comportamiento.

 Ayudar al niño a exponer lo que le pasa con palabras. Si el niño no es


capaz de comunicarse con las palabras, podemos hacerlo nosotros por él
preguntándole por ejemplo “estás enfadado, ¿verdad?” o “Te has enrabiado
por qué no puedes jugar con aquel juguete, ¿no?”. Así le haremos saber que
le entendemos y le haremos entender cómo se está sintiendo. Este es un paso
fundamental en la educación de las emociones.

 Normalizar el cómo se siente. Debemos ser capaces de hacerle vez que lo


que siente no es nada extraño, que todos nos sentimos así alguna vez
mediante frases como “yo a veces también me pongo triste o me enfado”.

 Enseñarle que se puede reaccionar diferente cuando algo sale mal. De


esta manera el niño entenderá que existen alternativas y a tolerar mejor la
frustración.

 No responder a sus exigencias. No dar respuesta a sus exigencias, así se


darán cuenta que con una conducta agresiva no conseguirán lo que quieren.

En general como ya se expuso atrás, la mayoría de estas situaciones son parte del
desarrollo normal de los niños, pero cuando se presentan sí demandan una actitud
adecuada de los padres y acompañantes, porque depende de ésta la resolución
satisfactoria y formativa para el niño.

Cuando el niño presente estos comportamientos no se debe golpear, gritar, insultar o


maltratar sicológicamente con palabras como mira lo que me haces, yo que tanto te
quiero, o no te voy a querer por esto.

No se debe chantajear al niño o sobornarlo con recompensas materiales por su


comportamiento adecuado. Primero el afecto.
AUTOCONTROL

¿Qué es él autocontrol?

El autocontrol es una habilidad esencial que forma


parte de un desarrollo emocional saludable. Es
la habilidad que tenemos de poder regular o dominar
nuestras emociones, en vez de que nuestras emociones
nos controlen a nosotros.

El tener buen autocontrol significa tener una alta


tolerancia para la frustración, tener persistencia para
alcanzar las metas y para hacer las tareas hasta el final,
poder controlar impulsividad e inquietud, así como
tener paciencia para esperar turnos.

Esto es algo que puede ser muy difícil para los pequeños, pero es nuestra
responsabilidad como padres enseñarles y darles estrategias para poder desarrollar
buenas habilidades de autocontrol.

¿Cómo podemos enseñar autocontrol a nuestros hijos?

 Entrena en auto instrucciones al niño/a. Las auto instrucciones consisten


en un dialogo con uno mismo, donde el niño/a se irá dando instrucciones a si
mismo de cómo actuar. Puedes dar un guion al pequeño y mostrarle como se
hace. “Me voy a calmar, primero respiro, luego pienso, no hago nada…”

 Emplea el modelado de conducta. El modelado consiste en hacer nosotros


de modelo de conducta, para ello podemos ejemplificar situaciones y hacer
nosotros de modelo de cómo se debe actuar en esas situaciones determinadas.

 Monitoreo o guía de respuesta. En este caso, nosotros le daremos las


instrucciones al pequeño y como un monitor le iremos guiando en su
actuación, hasta que poco a poco pueda hacerlo por sí mismo.

 Técnicas de autocontrol. Existen diferentes técnicas de autocontrol que


puedes mostrar al pequeño, le ayudaran a relajarse y controlarse, como la
técnica de la tortuga o el juego del semáforo, ejercicios de respiración, etc.

 Estrategias de solución de problemas es importante mostrar al niño/a


estrategias para solucionar los problemas desde la reflexión y la calma, ya
que de esta forma se llega a una solución constructiva del problema.
 Establece normas claras y concisas. Es importante que el pequeño conozca
las normas y sea consciente de las consecuencias de sus actos.

 Establece límites. El niño/a debe saber lo que puede y no puede hacer, de


esta forma sabrá que conductas puede llevar a cabo y cuáles no.

 No cedas ante las rabietas. Ante una rabieta, el niño/a reaccionará de forma
impulsiva, no debemos reforzar este tipo de conducta, ya que si lo hacemos el
pequeño aprenderá el mensaje de que así consigue lo que quiere.

 Refuerza sus logros. Cuando el


pequeño consiga dominarse y controlar
sus impulsos es fundamental que le
muestres que te has dado cuenta y que
lo valoras.

 Supervísale. Recuérdale como debe


actuar, y las técnicas que habéis
practicado.

¿Por qué es importante hacerlo?

Los niños que desarrollan habilidades de autocontrol se concentran mejor, trabajan


más duro y tienen mejor desempeño académico.

También es importante ya que estas habilidades ayudan a prevenir agresión y


conductas antisociales en el futuro. Estos son valores muy necesarios para el
desarrollo, no solo individual, sino comunitario.

¿Cuándo debemos empezar a inculcar este tipo de habilidades en nuestros


hijos?

La buena noticia es que el autocontrol es algo que se puede enseñar y se puede


empezar a inculcar desde la infancia. Empezando con establecer rutinas, y
estructuras predecibles para los pequeños. Esto les ayuda a sentir seguridad, lo cual
les facilita el desarrollo de habilidades de autocontrol, así como otras habilidades
socioemocionales.

Potrebbero piacerti anche