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¿Cómo lo hago?
Hay dos normas básicas para destetar a un niño:
Una es «no ofrecer, no negar». No le ofrezcas el
pecho si no lo ha pedido, pero cuando lo pide,
más vale dárselo sin discutir. La otra es «darle
algo mejor a cambio». Esa es la parte difícil.
Sustitución. Se ofrece comida o bebida al niño para evitar que pida el pecho por
hambre. No se trata de sobornarlo con golosinas para que deje el pecho. Sólo
funcionará cuando el niño tenga hambre. Hay que tener en cuenta que los niños
también maman por afecto hacia su madre, para sentir su cercanía, por consuelo si
están cansados, frustrados o con miedo.
Aplazamiento. Con un niño que ya nos entiende se puede negociar el demorar una
toma. El niño debe ser lo bastante maduro para aceptar la espera. Se le puede ofrecer
algo que le mantenga contento mientras tanto.
LOS BERRINCHES
¿Qué es un berrinche?
Empatía
Debemos averiguar qué le pasa a nuestro hijo, si vemos que está bien y sólo ha
hecho una simple rabieta infundada y gratuita, es necesario enseñarle, dirigiéndonos
a él con actitud calma, cómo queremos que se comporte.
Conversar
Esta es una manera de educar en valores, pues le transmites que entendemos su
molestia, pero que solo le prestarás atención cuando se calme.
Esto ayuda a los niños a distinguir sus sensaciones y emociones. durante y después
del berrinche. En su momento para poder expresarse cuando sientan frustración.
Esté preparado
Asegúrese de tener tiempo para dedicarse al control de esfínteres de su niño. Elija un
momento sin cambios importantes, por ejemplo, que no sea al mudarse a una casa
nueva o ante el nacimiento de un nuevo hermano. Puede resultar más sencillo
durante los meses más cálidos, dado que su niño usará menos ropa.
Prepare a su niño
Aliente a su niño a que le diga si necesita ir al baño. Enséñele las palabras adecuadas
que debe usar. Vístalo con prendas que sean fáciles de quitar, por ejemplo, ropa con
elásticos o abrojos Velcro en lugar de usar overoles con botones y cremalleras.
Instalación de la bacinilla
Asegúrese de que la bacinilla esté en una posición en que a su niño le resulte fácil
subirse a ella. Asegúrese de que su niño tenga un buen apoyo en los pies.
No hay una edad concreta en la cual se deba pasar a un niño pequeño de su cuna a
una cama infantil, aunque la mayoría de las familias viven este tránsito cuando los
peques tienen entre 2 y 3 años de edad.
Lo mejor (a no ser que el propio peque marque un ritmo diferente), es esperar hasta
que el niño tenga los 3 años, ya que a esa edad los peques ya son mucho más
independientes (van al baño y comen solitos, etc.) y pueden subir y bajarse de la
cama por cuenta propia. De hecho, muchos expertos señalan que antes de los 36
meses muchos pequeñines no están listos para este cambio.
Hay un dicho inglés que asegura que en la cama y en los zapatos es donde más
tiempo pasamos a lo largo del día, por lo que ambas cosas deben ser de buena
calidad. Y éste es, precisamente, el primer requisito que debe tener una cama
infantil. Ha de ser de buenos materiales, estar bien fabricada y ser resistente. Los
peques deben poder dormir, jugar y hasta saltar en ella ya que, al fin y al cabo, todas
estas son cosas que se pueden esperar de los niños pequeños. ¡Y su cama debería
poder resistir toda esta actividad sin que se deshaga en mil pedazos!
Hay una serie de reglas sencillas que tienen como objetivo facilitar la transición:
Sitúa la cama nueva del peque en el mismo lugar donde antes estaba su cuna.
No tienes que empezar a usar inmediatamente sábanas y mantas de adultos.
Quizás sea buena idea rodear este nuevo espacio con sus viejas pertenencias.
Le resultan familiares y le darán seguridad hasta que se adapte al cambio.
Ten en cuenta su opinión y sus gustos a la hora de elegir la decoración y los
muebles de su cuarto. Por más que te guste el color rosa para tu pequeña, no
conseguirás que sienta como propio su nuevo espacio si resulta que su color
favorito es el azul.
Dale ánimos acompañando a tu peque a su
nueva cama y ten paciencia. Necesita tiempo
para adaptarse a ella. Muéstrate comprensiva
y sé tolerante. Ponte en su lugar y deja que
vaya familiarizándose con ella poco a poco, a
su propio ritmo. Intenta que acumule buenas
experiencias en ella y que la asocie a
momentos positivos leyéndole cuentos en ella,
por ejemplo. Quizás sea buena idea centrarse
en conseguir que duerma las siestas en ella en
lugar de tratar que se quede solo por las
noches desde el primer momento.
Algunos padres transforman el cambio a la
cama grande en una celebración, como forma
de motivar a su hijo, organizando una “fiesta de niños grandes”. Eligen una
fecha para la “inauguración” de la cama grande y empiezan a motivar al niño
una semana antes. Cuando llega el gran día, hacen una fiesta con sus
amiguitos, primos, abuelos, etc.
Por último, si te das cuenta de que has sacado a tu hijo de la cuna demasiado
pronto y ahora él no quiere dormir en la nueva cama, no desistas
inmediatamente pero tampoco le obligues. Motívalo a que la pruebe, pero si
al cabo de unos días sigue molesto, vuelve a sacar su antigua cunita.
Son estos momentos los que nos hacen recordar los primeros meses de vida de
nuestros pequeñines y lo rápido que pasa el tiempo… Pero también nos hacen sentir
orgullosos porque, en cierto modo, los logros de nuestros enanos son también
nuestras conquistas. ¡Así que debemos celebrar este gran paso como otro de los hitos
de la familia!
CONDUCTAS INADECUADAS
Dentro del desarrollo normal del niño esta es una situación que se resuelve
normalmente hacia los 30 meses de edad, pero depende del manejo que se dé,
porque puede agravarse y convertirse en un trastorno de conducta.
Cuando el niño muerde a otros niños debe explicársele que eso no se hace porque a
los niños les duele, además, esta actitud genera consecuencias negativas para él
mismo, por ejemplo, “si muerdes a Luisito el ya no va a querer jugar más contigo y
tendrás que jugar solo o sola”.
Se debe evitar gritar, abofetear o devolver con una actitud similar “para que sienta
que eso duele”, porque estas actitudes pueden reforzar esta conducta, y son formas
de maltrato.
Los niños son curiosos por naturaleza, y la curiosidad es necesaria dentro de todo
proceso de desarrollo y aprendizaje. Un niño sano de dos años ya tiene la capacidad
de desplazarse, de trepar, de manipular más hábilmente los objetos, y quiere
explorar, conocer todo, tocar todo, probar todo, pero es necesario poner límites.
Existen niños que “destruyen todo”, descuartizan muñecas, rompen libros,
desbaratan los electrodomésticos, su cuarto luce siempre como si hubiera pasado un
vendaval, niños que no se pueden llevar a una visita, porque antes de saludar ya han
hecho algún daño.
A los niños se les debe propiciar un desarrollo adecuado con espacios para el juego,
con juguetes
Los padres y acompañantes deben dar ejemplo con el buen trato de sus objetos
personales y del hogar, para que el niño también aprenda a tratar bien sus
pertenencias y juguetes.
En general como ya se expuso atrás, la mayoría de estas situaciones son parte del
desarrollo normal de los niños, pero cuando se presentan sí demandan una actitud
adecuada de los padres y acompañantes, porque depende de ésta la resolución
satisfactoria y formativa para el niño.
¿Qué es él autocontrol?
Esto es algo que puede ser muy difícil para los pequeños, pero es nuestra
responsabilidad como padres enseñarles y darles estrategias para poder desarrollar
buenas habilidades de autocontrol.
No cedas ante las rabietas. Ante una rabieta, el niño/a reaccionará de forma
impulsiva, no debemos reforzar este tipo de conducta, ya que si lo hacemos el
pequeño aprenderá el mensaje de que así consigue lo que quiere.