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Julio Mendívil
Desde siempre los hombres se han preguntado por el origen de las cosas. La
música, siendo una de las expresiones cardinales del ser humano, no podía ser
una excepción. ¿Cómo se formó el arte de las musas? Ya en la antigüedad y en la
Edad Media se recurrió al mito y a las supersticiones para fundamentar su
presencia en la vida de los hombres. Mas con el advenimiento de la era moderna,
el hombre ilustrado empezó a buscar respuestas más satisfactorias a tal
interrogante. Así, a finales del siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau esbozó una de
las primeras teorías sobre el origen de la música, según la cual ésta se había
derivado de las inflexiones que la recitación imponía al habla. La música era, por
tanto, para Rousseau, hija directa de la emotividad que la poesía imponía al
lenguaje.
Fue recién hacia finales del siglo XIX que las teorías sobre el origen de la música
adquirieron un carácter científico, aunque a nuestros ojos éstas no nos parezcan
menos imaginativas que aquella aventurada por el enciclopedista. Charles Darwin,
por ejemplo, remitió los orígenes de la música a la invitación amorosa entre las
aves. Como Darwin había observado, los pájaros llamaban a las hembras para el
apareamiento mediante el canto y aquellos que cantaban con mayor destreza
resultaban siendo recompensados. Convencido de que las facultades humanas
eran perfeccionamientos de las animales, Darwin aventuró la tesis de que el
hombre, imitando a las aves, había comenzado a cantar para potenciar sus
galanteos. Pero su teoría era inconsistente: no solamente el hombre canta,
también la mujer. Y ambos, al igual que las aves, lo hacen también fuera del
tiempo de apareamiento.
Si dichas teorías hoy nos resultan ingenuas, en su momento fueron tenidas como
científicamente válidas. Ellas perdieron vigencia recién hacia mediados del siglo
XX, cuando se hizo evidente que la base empírica sobre la que descansaban no
era el conocimiento científico de la vida musical del hombre en tiempos pretéritos,
sino una proyección ideológica que, mediante la jerga etnológica, catapultaba a
las culturas no europeas a un tiempo anterior al del observador científico
moderno. En ese sentido dicha teorías decían más sobre los prejuicios culturales
de quienes las formulaban que sobre el fenómeno que pretendían aclarar. Desde
entonces la etnomusicología ha desconfiado de las teorías evolucionistas por su
carácter especulativo, por sus implicancias colonialistas y por sus connotaciones
racistas.
Por ello no sorprende que el tema del origen y la evolución de la música haya
resurgido en áreas tan ajenas a la etnomusicología como la arqueología y las
neurociencias. Efectivamente, desde la aparición en el año 2005 del libro The
Singing Neanderthals. The Origins of Music, Language, Mind and Body (El
neandertal cantador. El origen de la música, el lenguaje, la mente y el cuerpo), del
arqueólogo británico Steve Mithen, y el del psicólogo Aniruddh Patel Music,
Language and the Brain (La música, el lenguaje y el cerebro), el tema del origen de
la música ha vuelto a ganar coyuntura en el discurso científico, sobre todo el tema
de las relaciones evolutivas entre la música y el lenguaje. Mithen, por ejemplo, ha
postulado la existencia de un sistema comunicacional evolutivamente anterior a la
música y al habla que él, no sin humor, ha titulado (holístico, manipulativo,
multi-modal, musical y mimético). Patel, por su parte, ha demostrado que la
música y el lenguaje se hayan estrechamente vinculados como sistema cognitivo
y neural, en cuanto ambos laboran con sonidos y significados. Aunque estos
trabajos muestran algunos vínculos con las teorías de Rousseau, Spencer o
Stumpf, noto una gran diferencia. Mientras que unas buscaban reconstruir un
momento inicial de la música, las otras evidencian un desplazamiento temático
que se concentra en la evolución de las facultades musicales y lingüísticas en el
cerebro humano y no en una narración unilineal de la historia de la música. En ese
sentido, Mithen y Patel liberan al evolucionismo de sus implicancias negativas y
plantean un desafío para una etnomusicología que, sumida en su paradigma
particularista, no ha terminado de desconfiar de las teorías universalistas.
La música en la Prehistoria
Desde que hay hombres sobre la tierra, existen manifestaciones musicales, pues
estas son consecuencia de la necesidad del hombre de comunicarse o de
expresar sentimientos. Incluso antes de que el hombre fabricase instrumentos
musicales ya hacía música cantando, aplaudiendo o golpeando objetos.
La antropología ha demostrado la íntima relación entre la especie humana y la
música, y mientras que algunas interpretaciones tradicionales vinculaban su
surgimiento a actividades intelectuales vinculadas al concepto de lo sobrenatural
(haciéndola cumplir una función de finalidad supersticiosa, mágica o religiosa),
actualmente se la relaciona con los rituales de apareamiento y con el trabajo
colectivo.1 Esas primeras canciones se harían a base de muchas repeticiones o
eran de un ámbito melódico muy limitado, muy cercanas al lenguaje hablado. Se
conservan huellas de un cierto lenguaje musical en unos jeroglíficos que indican el
ascenso o descenso del sonido mediante el movimiento de la mano.
Las evidencias son pocas, pero las existentes parecen indicar la existencia de
ciertos "instrumentos musicales" ya en la Prehistoria. No hay más que ver los
ritmos que en canciones y bailes poseen prácticamente todos los pueblos que
hasta nuestros días han conservado un modo de vida muy parecido al de nuestros
antepasados. Tambores, flautas, maracas, cánticos, etc, utilizados con fines
festivos o religiosos también formaban parte de la vida cotidiana en nuestros
orígenes.
Los raspadores son un ejemplo de ello, se trata de lo más básico a la hora de
producir sonidos, aparte de dar golpes contra algo o producirlos con la voz. Los
raspadores consisten en pequeños fragmentos de huesos con muescas paralelas,
que al frotarlas con otro utensilio, como una madera o púa, producen sonidos. Se
halló un raspador de entre 50.000 y 40.000 años originario de Schulen (norte de
Bélgica) y se ha descartado que estas marcas se hayan producido por algún
animal. Los raspadores son unos objetos muy conocidos y su distribución es
prácticamente mundial. Su simplicidad hace que gane puntos a favor en ser uno
de los primeros instrumentos inventados.
Se han encontrado objetos muy antiguos, del paleolítico medio, con agujeros que
recuerdan a flautas, pero los estudios indican que no eran tales porque en este
caso sí aparecen las marcas de los colmillos de animales. Se duda mucho de la
capacidad simbólica de los neandertales, pero algunos de los restos dejados por
ellos hacen cuestionar hasta qué punto podían crear lo que nosotros llamamos
música. Las falanges de animales perforadas por ellos (yacimiento de Prolom III,
Crimea) pueden haber sido realizados para extraer la médula, pero también para
usarlos como silbatos. Pero bueno, sobre todo esto es difícil decir algo y las
opiniones están muy enfrentadas, como podrás imaginar. Si fuese cierto que
fuesen silbatos puede que se utilizaran para producir sonidos con algún fin
práctico, como señuelos en la caza, señales de aviso o imitación de algún animal.
Por otro lado están las propiedades acústicas de las cuevas, que seguro pudieron
potenciarse en las ceremonias. Algunas estalactitas vibran y emiten sonidos al ser
golpeadas por otros objetos. Por ejemplo, en la cueva de Nerja (Málaga - España)
se pueden observar las huellas de esta acción en algunas de ellas. En la
actualidad en esta cueva se realizan varios conciertos gracias a dichas
propiedades acústicas.
Pero lo más cercano a nosotros es sin duda el uso de las caracolas marinas. Se
han encontrado en varios yacimientos y el soplar por ellas siempre ha tenido una
función ceremonial en muchos lugares del mundo, incluso su uso con este fin nos
ha llegado hasta hoy. Los silbatos de cerámica con un solo agujero (parecido a las
ocarinas) y maracas de arcilla, así como tambores se encuentran en un número
mayor a partir del Neolítico.
Danza en las Cuevas de El Cogul (Lérida). En esta pintura rupestre varias mujeres
danzan alrededor de un hombre desnudo. Los ritos asociados con danzas y ritmos
repetitivos eran habituales en casi todas las culturas prehistóricas.
Para el hombre primitivo había dos señales que evidenciaban la separación entre
vida y muerte: el movimiento y el sonido. Los ritos de vida y muerte se desarrollan
en esta doble clave. En el llamado arte prehistórico danza y canto se funden como
símbolos de la vida mientras que quietud y silencio se conforman como símbolos
de la muerte.
Autófonos: aquellos que producen sonidos por medio de la materia con que la que
están construidos.
Tambores: hechos con una membrana tirante, sobre una nuez de coco, un
recipiente cualquiera o una verdadera y autentica caja de resonancia.
*Cordófonos: de cuerda, el arpa.
Desde los tiempos más antiguos, en China la música era tenida en máxima
consideración. Todas las dinastías le dedican un apartado especial. Aún hoy la
música China está empapada de la tradición secular, legendaria y misteriosa de
una de las filosofías más antiguas del mundo.
En el teatro chino tradicional, la música juega un papel fundamental anexo a las
representaciones. Los parámetros a la hora de elegir los repertorios siempre han
sido concordantes con la búsqueda de la armonía social dentro del contexto
histórico de cada momento, con su estética correspondiente.
Los chinos deben haber percibido la altura relativa de los sonidos de manera
empírica, sin necesidad de Fengs humanos ni mitológicos, sin arrullos de olas ni
enviados al Olimpo chino. Como cosa natural debieron haber relacionado las
distintas longitudes de los tubos con los distintos sonidos que en estos se
obtienen. No es raro, tampoco, que les hayan aplicado la relación 3:2, dado que
ésta tenía para ellos un valor simbólico: armonizar el cielo con la tierra.
Al cortarse un tercer tubo, que mida dos tercios de Do5 se obtendrá una quinta
justa superior a Do5, es decir, Sol5. Como este sonido está muy alejado
de huang-chung, se duplica su longitud y se obtiene Sol4, dado que la relación
doble corresponde a la octava.
Pero los teóricos chinos se dieron cuenta de que podían obtener ese mismo Sol4,
cortando un tubo que midiera cuatro tercios de Do5.
Trabajando así, y siempre sucesivamente con las relaciones dos tercios y cuatro
tercios, llegaron a la escala de los 12 lu, con la cual se alcanza la octava. No la
octava justa, por cierto, ya que la razón 1:2 nunca equivale a la ecuación 12 2/3.
Obtuvieron entonces, una escala dodecafónica de temperamento desigual.
El peligro de esta escala cíclica es que, por más precauciones que se adopten, las
fracciones se hacen cada vez más complicadas e irreductibles a números enteros.
Si otorgamos el número ochenta y uno al huang-chung y le aplicamos el principio
cíclico (2/3 - 4/3) al llegar al sexto lu comienzan números con fracciones, y cada
vez se hacen más complicadas las ecuaciones a realizar: 81 - 54 - 72 - 48 - 64 -
42,666 - 56,888 - etc., meros lu para su escala usual.
Sistema tonal chino tradicional.
En el s.IV a. C. los teóricos chinos trataron de archivar las quintas para alcanzar la
octava, es decir, intentaron el temperamento igual, pero solo en el año 1596 el
Príncipe Tsai-Yu propone afinar los tubos según un principio equivalente al
temperamento igual.
Los litófonos de doce lajas se ubicaban en dos hileras de seis cada una. La hilera
inferior correspondía a los lu impares (principio YAN, masculino)y la superior a los
lu pares (principio YIN, femenino). Según VAN AALST, el primer lu es la perfección
en sí mismo pues del depende todo el sistema, es la fuente de origen del mismo,
es el sistema en potencia. Por eso a la hilera impar le correspondía el principio
YAN.
Cada vez que un tubo masculino produce uno femenino, el masculino, es esposo y
el femenino esposa. Cada vez que un tubo femenino produce uno masculino, el
tubo femenino es la madre y el masculino el hijo.
Los cinco primeros sonidos del ciclo de quintas constituyen la escala usual
básica, pentatónica anhemitonal (sin semitonos).
Desde el año 1300 a. C. se usaban solo las cinco primeras notas de la serie donde
cinco transposiciones modales, o sea que tomando como tónica cada uno de sus
sonidos, el número teórico de modos posibles de obtener e un litófono de 12 lajas
es de 60 modos pentatónicos, y 84 si se trata de escalas con piens. Este número
de escalas posibles variaba también según las dinastías, y asimismo variaba el
número de escalas reales empleadas.
Mesopotamia
Antiguo Egipto
Antigua Grecia
Artículo principal: Música de la Antigua Grecia
En Grecia aparecen las primeras manifestaciones musicales descifrables y
escritas que actualmente se conservan en manuscritos. Es de los griegos de
donde viene la palabra música (mousike) que engloba tanto la poesía como la
danza y la música. Consideraban que la música tiene su origen en los dioses y
muchos griegos como Platón la consideraban la base de la educación (escribió un
capítulo sobre ello en su "República"). La escritura musical la realizaban con las
letras del alfabeto. Existiendo distintas escalas que a su vez formaban modos, que
es de donde derivan nuestros conos modernos. Algunos de estos modos (escalas
modales o griegas) siguen considerándose hoy, incluso se han usado en la música
popular. De la gran importancia que la música alcanzó en Grecia son muestra
tales eventos como la competición musical que se celebraba todos los años en
Atenas, las canciones que acompañaban a las representaciones teatrales y los
frecuentes festivales en honor al dios Dioniso. Los instrumentos musicales más
destacados fueron; el arpa, la lira, la cítara, el aulos (que es una especie de flauta
de doble caño), los krotala (castañuelas) y los kymbala (címbalos), el sistro y
varios tipos de tambores como por ejemplo el tympanon. La lira y la cítara fueron
los instrumentos reservados para la Polis, y, tal como se muestra en algunas
esculturas o dibujos, son los más usados en la vida musical cotidiana.
Roma antigua
Roma conquistó Grecia, pero la cultura de ésta era muy importante, y aunque
ambas culturas se fundieron, Roma no aportó nada a la música griega. Eso sí,
evolucionó a la manera romana, variando en ocasiones su estética. Habitualmente
se utilizaba la música en las grandes fiestas. Eran muy valorados los músicos
virtuosos o famosos, añadiendo vertientes humorísticas y distendidas a sus
actuaciones. Estos músicos vivían de una manera bohemia rodeados siempre de
fiestas. En los teatros romanos se representaban comedias al estilo griego. Los
autores más famosos fueron entre otros Plauto y Terencio. La tragedia tuvo
trascendencia siendo su máximo cultivador Séneca. La música tenía un papel
trascendental en estas obras teatrales.
Los romanos intentan imitar estos artes y añaden el elemento de la música vocal.
A estos nuevos artistas se les denominó histriones que significa bailarines en
etrusco fundación de Roma sucede un hito musical, los ludiones. Éstos eran unos
actores de origen etrusco que bailaban al ritmo de las tibiae, una especie de aulos.
Ninguna música de este estilo ha llegado hasta nosotros salvo un pequeño
fragmento de una comedia de Terencio. Cuando el imperio romano se consolida,
llega la inmigración que enriquece considerablemente la cultura romana. Fueron
relevantes las aportaciones de Siria, Egipto y España. Vuelven a aparecer antiguos
estilos como la citarodia (versos con cítara) y la citarística (cítara sola virtuosa).
Eran habituales los certámenes y competiciones en esta disciplina. Pese a todo
esto, no está claro que Roma valorara institucional y culturalmente a la música.