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Fallo N° 198 de fecha 17/08/2007

Tipo de Fallo: SENTENCIA


Tribunal Emisor: TRIBUNAL SUPERIOR
Fuero: PENAL

Título Principal: RECURSO DE CASACIÓN PENAL - PENA -INDIVIDUALIZACIÓN -


FACULTAD DISCRECIONAL DEL TRIBUNAL DE JUICIO - SENTENCIA -
MOTIVACIÓN - HOMICIDIO - EMOCIÓN VIOLENTA - ATENUANTE

PARTES INTERVINIENTES EN EL FALLO


Actor: CANTARINI RUBÉN ALBERTO
Demandado:
Objeto: PSA DE HOMICIDIO SIMPLE - RECURSO DE CASACIÓN-

Firmantes:
AIDA TARDITTI
BLANC GERZICICH de ARABEL,Maria de las Mercedes
CAFURE de BATTISTELLI, Maria Esther

Materias:
PENAL

REFERENCIAS
Referencias Jurisprudenciales: -------------------------
Referencias Normativas: -------------------------

Sumario:1-La facultad discrecional de fijar la pena es en principio exclusiva del


Tribunal de juicio, y sólo puede ser controlada por el recurso de casación en los
supuestos de arbitrariedad de la sentencia. Dentro de ese estrecho margen de
recurribilidad, relativo a las facultades discrecionales del tribunal de sentencia, se ha
fijado el estándar de revisión en los supuestos de falta de motivación de la sentencia,
de motivación ilegítima o de motivación omisiva.2-El encartado actuó “arrastrado”, con
su personalidad trastornada transitoriamente por obra de actos de la propia víctima y
que ello no obedecía a rasgos de intemperancia o intolerancia de su carácter. En tal
contexto emocional, no podía exigírsele al imputado prudencia o actos reflexivos aptos
para evitar el resultado acaecido, porque precisamente, existieron factores externos
que dieron lugar a la alteración de la personalidad del acusado.

Texto: SENTENCIA NUMERO: CIENTO NOVENTA Y OCHO En la Ciudad de


Córdoba, a los diecisiete días del mes de agosto de dos mil siete, siendo las doce
horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de
Justicia, presidida por la señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, con
asistencia de las señoras Vocales doctoras Aída Tarditti y María de las Mercedes
Blanc G. de Arabel, a los fines de dictar sentencia en los autos "CANTARINI, Rubén
Alberto, p.s.a. de homicidio simple -Recurso de Casación-" (Expte. "C", 31/05), con
motivo del recurso de casación interpuesto por los Dres. Luis A. Moyano y Jorge E.
Clavero en favor del imputado Rubén Alberto Cantarini en contra de la sentencia
número treinta y cuatro, de fecha dieciocho de mayo de dos mil cinco, dictada por la
Excma. Cámara en lo Criminal de la ciudad de San Francisco. Abierto el acto por la
señora Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las siguientes: 1º) ¿Ha
fundado indebidamente la sentencia lo relativo a la individualización de la pena
impuesta al imputado Cantarini? 2°) ¿Qué resolución corresponde dictar? Las señoras
Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dras. María Esther Cafure de
Battistelli, Aída Tarditti y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel. A LA PRIMERA
CUESTION: La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: I. Por
sentencia Nº 34, de fecha dieciocho de mayo de dos mil cinco, la Cámara en lo
Criminal de la ciudad de San Francisco declaró, en lo que aquí interesa, que Rubén
Alberto Cantarini es autor material y penalmente responsable del delito de homicidio
agravado por el uso de arma de fuego en estado de emoción violenta (arts. 79, 41 bis
y 81 inc. 1ro. del C.Penal) y le aplicó una pena de siete años de reclusión, con
accesorias de ley y costas (arts. 9, y 12 del C. Penal, 550 y 551 del CPP) (fs. 338 vta.).
II. Contra dicha resolución, comparecen los Dres. Luis A. Moyano y Jorge E. Clavero,
en representación del imputado Rubén Alberto Cantarini, e interponen recurso de
casación, brindando argumentos propios del motivo formal (art. 468 inc. 2° del C.P.P.).
Denuncian que el decisorio atacado carece de fundamentación en orden al monto de
la pena que se le impusiera al imputado. Afirman que se ignoran los motivos reales
que llevaron a decidir la sanción de siete años de reclusión al encartado Cantarini, lo
que ocasiona la nulidad parcial del pronunciamiento. El a quo, agregan, solo brindó
razones aparentes en lo atinente al castigo del imputado, echando mano a la simple
mención de alguno de los rubros del art. 41 del C.P., lo que no satisface la exigencia
legal de motivación de la sentencia en toda y cada una de las cuestiones que el
Tribunal debe resolver. La individualización de la pena en siete años de reclusión,
dicen, atenta contra la proporcionalidad que, en relación a la culpabilidad, dicha pena
debe tener. Lo desproporcionado, dicen, no es el mínimo de la pena previsto en el
caso del homicidio en estado de emoción violenta cometido con arma de fuego (cuatro
años), sino el monto impuesto en autos al imputado Cantarini, el cual, afirman llega
“casi al tope de la pena permitida (8 años)”. Luego de transcribir parcialmente los
argumentos del tribunal de mérito sobre el punto, afirman los recurrentes que el a quo
debió puntualizar en qué grado y de qué manera la edad de Cantarini, instrucción
(primaria completa), profesión de comerciante y padre de familia, influyeron negativa y
decisivamente al momento de aplicarle la pena, cuando y por el contrario, debieron
jugar a favor del imputado el buen concepto del que goza, lo que contrasta con el que
tenía la víctima. Expresan que en la sentencia puesta en crisis “...solo se enumeran
algunos rubros sin explicitar cuales pautas objetivas y subjetivas en conjunta
valoración justificasen el aumento de la pena, haciendo en consecuencia aplicación de
los arts. 40 y 41 del C.P. solo de manera aparente y sin atender a aspectos
esenciales, ejerciendo arbitrariamente la facultad discrecional de graduar la pena
(Arias, Raúl-T.S.J., Sent. Nº 17, 9/6/92).” Cuando en la sentencia se afirma que
Cantarini imprudentemente fue al lugar donde se encontraba la víctima Sosa -llevando
en el interior del automóvil un arma cargada-, agregan, también resulta infundada por
cuanto durante todo el proceso previo a la ejecución del hecho, el Sr. Juez reconoce
que el imputado fue arrastrado a cometer el ilícito ante la actitud de la víctima, que le
produjo una lesión en sus sentimientos. Tampoco puede valorarse como agravante,
aditan, que el imputado luego del hecho se haya dado a la fuga y escondiera el
vehículo y el arma utilizada, puesto que el mismo se encuentra amparado por el
principio en virtud del cual nadie está obligado a declarar en contra de si mismo (art.
18 C.N.). Culminan refiriendo que la intuición de la realidad histórica y la sensibilidad
que se requiere para individualizar judicialmente la pena no se encuentran presentes
en el fallo de marras, lo que transforma a la misma en arbitraria, desmedida y sin
fundamentación, considerando que la sanción nunca debió ser superior al mínimo
permitido. (fs. 342/350). III. En autos, al abordar la Cuarta Cuestión planteada, el
Tribunal de juicio, a fs. 337 vta./338, emitió las siguientes razones en orden a la
determinación de la pena impuesta a Rubén Alberto Cantarini: - Como atenuante que
el imputado carece de antecedentes penales. - Como agravantes: * Que fue el propio
Cantarini quien imprudentemente concurrió al lugar donde se encontraba la víctima
(Héctor Rubén Sosa), “...va en su búsqueda...”, se consignó. * Que el arma que
llevaba en el interior de su automóvil era de grueso calibre (carabina) y la llevaba
cargada. * Que el imputado, con posterioridad al hecho, llevó a cabo una serie de
actos que también operan como circunstancias agravantes: Así, inmediatamente
después del suceso, procedió a ocultar el rodado y el arma de fuego (la cual no fue
hallada en la presente) y se dio a la fuga, en lugar de presentarse de inmediato ante la
autoridad policial. * La edad del encartado también fue ponderada como una
agravante. Allí se consignó que se trataba de un hombre de 38 años, con instrucción
(cursó la escuela primaria completa), comerciante y padre de familia. No se trata de un
joven inexperto, lo cual indica que es un hombre con experiencia de vida, “...lo que
implica madurez y prudencia....”. IV. Conforme reiterada jurisprudencia de esta Sala, la
facultad discrecional de fijar la pena es en principio exclusiva del Tribunal de juicio, y
sólo puede ser controlada por el recurso de casación en los supuestos de arbitrariedad
de la sentencia (T.S.J., Sala Penal, S. nº 14, 7/70/88, "Gutiérrez"; S. nº 4, 28/3/90,
"Ullua"; S. nº 69, 17/11/97, "Farías"; A. nº 93, 27/4/98, "Salomón"; S. n° 125, 26/10/99,
“Ateca”; S. n° 62, 30/6/05, “Núñez”, entre otras). Dentro de ese estrecho margen de
recurribilidad, relativo a las facultades discrecionales del tribunal de sentencia, se ha
fijado el estándar de revisión en los supuestos de falta de motivación de la sentencia,
de motivación ilegítima o de motivación omisiva (T.S.J., Sala Penal, Carnero, A. nº
181, 18/5/99; “Esteban”, S. 119, 14/10/99; “Lanza Castelli”, A. nº 346, 21/9/99;
“Tarditti”, A. nº 362, 6/10/99; entre otros). El ejercicio de estas facultades
discrecionales se encuentra condicionado entonces, sólo a que la prudencia pueda ser
objetivamente verificable y que la conclusión que se estime como razonable no
aparezca absurda respecto de las circunstancias de la causa, extremo éste
demostrativo de un ejercicio arbitrario de aquellas potestades (T.S.J., Sala Penal,
"Villacorta, S. 3, 11/2/2000). Se señala que tal arbitrariedad, a su vez, no consiste en
una mera discrepancia con el monto de la pena impuesta dentro de los márgenes de la
escala penal aplicable, por cuanto tal desacuerdo no habilita la excepcional
competencia para controlar el ejercicio de una facultad atribuida en principio a otro
órgano judicial (T.S.J., Sala Penal, 8/8/56 "B.J.C." T.I.2, 132; 9/9/46, “González Vélez”;
S. Nº 12, 8/4/97, “Medina Allende”; A. Nº 111, 26/6/97, “Gallardo”, entre muchos otros).
V. Dicho lo anterior, se anticipa que se hará lugar al recurso impetrado. Para llegar a
tal conclusión, no debe perderse de vista, en primer lugar, que el encartado Cantarini
fue condenado por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en
estado de emoción violenta (arts. 79, 41 bis y 81 inc. 1ro. del C. Penal). Tal encuadre
legal, corresponde destacar, no fue discutido. Por lo tanto, al momento de analizar la
posible aplicación de agravantes en la conducta del imputado, debió ponderarse las
especiales características que rodearon al hecho bajo examen, tal como lo dejó
acreditado el juzgador, inmersas ellas en el mentado estado de emoción violenta.
Siendo así, atento que en el fallo puesto en crisis se estableció que el factor
desencadenante del trastorno transitorio de la personalidad de Cantarini se inició el día
anterior al del hecho acusado (más precisamente con la sustracción de mercaderías
que había sufrido en el negocio comercial de su esposa); que el nombrado tenía la
íntima convicción de que uno de los autores de tal sustracción era la víctima del
presente; que éste pasó -el día del hecho y solo unos momentos antes-, por frente
dicho local, insultó y amenazó a Cantarini y que tal proceder lo reiteró e intensificó
instantes antes de que el resultado mortal tuviera lugar (donde incluso Héctor Rubén
Sosa le anunció que abusaría sexualmente de su hija, siendo que Cantarini conocía
que aquél había purgado una condena por el delito de violación), puede concluirse que
ciertas circunstancias tomadas como agravantes por el a quo a la hora de
individualizar la pena y dentro de ese contexto, han sido indebidamente escogidas. Es
que, si se tiene en cuenta que la sentencia estableció que en tal escenario Cantarini
actuó “arrastrado”, con su personalidad trastornada transitoriamente por obra de actos
de la propia víctima y que ello no obedecía a rasgos de intemperancia o intolerancia
de su carácter, no resulta correcto achacarle al acusado, por ejemplo, que haya ido a
la búsqueda de Sosa con el arma de fuego cargada o que siendo ya un hombre que
por su edad, instrucción y situación familiar, contara con cierta experiencia de vida
como para evitar el desenlace, cuando se ha establecido lo anterior, esto es, que
circunstancias externas (emanadas del ofendido e idóneas) fueron las que
conmocionaron su ánimo y le dificultaron el pleno dominio de sus acciones. Dicho de
otra manera, en tal contexto emocional, no podía exigírsele al imputado prudencia o
actos reflexivos aptos para evitar el resultado acaecido, porque precisamente,
existieron factores externos que dieron lugar a la alteración de la personalidad del
acusado. Por último, la restante circunstancia que fuera ponderada en el fallo de
marras como agravante, se hace referencia a los actos llevados a cabo por el
encartado inmediatamente después de acaecido el hecho sub-examen, tampoco debió
computarse como circunstancia agravante, toda vez que no resulta reveladora de
peligrosidad penal. En otras palabras, tal suceso no autoriza a predicar o inferir que el
imputado volverá a delinquir, teniendo presente las circunstancias en que se cometió
el hecho ilícito. Así voto. La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: La señora Vocal
preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la
presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido. La
señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: Estimo correcta
la solución que da la señora Vocal Dra. María Esther Cafure de Battistelli, por lo que
adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. A LA
SEGUNDA CUESTION: La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli,
dijo: I) Atento al resultado de la votación que antecede corresponde hacer lugar al
recurso de casación deducido por los letrados defensores del imputado Rubén Alberto
Cantarini y, en consecuencia, anular parcialmente la sentencia recurrida, únicamente
en lo que respecta a la individualización de la pena impuesta al mencionado encartado
(art. 413 inc. 4° C.P.P.). Sin costas por lo actuado en la alzada (CPP, 550/551). II)
Asimismo, por razones de economía procesal, y para evitar la pluralidad de reenvíos,
estimo conveniente que sea esta Sala la que proceda a fijar la nueva pena (T.S.J.,
Sala Penal, S. n° 26, 7/04/05, “Heredia”; S. n° 41, 17/05/06, “Barrado”). Siendo así,
habiendo excluido las agravantes indebidamente ponderadas por el a quo, teniendo en
cuenta la carencia de antecedentes penales y circunstancias personales del encartado
y no evidenciándose motivos que permitan inferir un juicio de peligrosidad futura,
considero prudente imponer al nombrado el mínimo con el cual se encuentra reprimida
la figura penal supra mencionada, conforme a la escala penal escogida: cuatro años
de reclusión. Así voto. La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo: La señora Vocal
preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden correctamente la
presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.La señora
Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo: Estimo correcta la
solución que da la señora Vocal Dra. María Esther Cafure de Battistelli, por lo que
adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. En este
estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal;RESUELVE: I)
Hacer lugar al recurso de casación deducido en autos y en consecuencia anular
parcialmente la sentencia n° 34, de fecha 18 de mayo de dos mil cinco, dictada por la
Cámara en lo Criminal de San Francisco, declarando la nulidad parcial de la sentencia
en crisis en lo relativo a la individualización de la pena impuesta al encartado (art. 413
inc. 4° C.P.P.). En su lugar, imponerle la pena de 4 años de reclusión, con accesorias
de ley (C.P., arts. 5, 9, 12, 40 y 41). II) Sin costas por lo actuado en esta sede, debido
al éxito obtenido (arts. 550, 551 C.P.P.). Con lo que terminó el acto que, previa lectura
y ratificación que se dio por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta
y las señoras Vocales de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, todo por ante
mí, el Secretario, de lo que doy fe.

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