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Revolución agrícola

El primer proceso civilizatorio corresponde a la era agrícola que comenzó


originariamente hace diez mil años entre los pueblos de Mesopotamia y Egipto y
se repitió más tarde en India (6000 a.C.), en China (5000 a.C.), en Europa (4500
a.C.), en el África Tropical (3000 a.C.), y en América (2500 a.C.)
Esta revolución se desdobló en dos procesos, con los cuales surgieron la
agricultura y el pastoreo y estas dos fueron consideradas como dos formaciones
socioculturales.
El primer proceso se cristalizo en las aldeas de agrícolas indiferenciadas (no
estratificadas en clases) de los pueblos que cultivaron tubérculos o cereales, como
tribus en América, e innúmeros pueblos tribales en los otros continentes.

El segundo proceso conformo las hordas pastoriles nómades de los pueblos que
posteriormente se especializaron en la crianza de animales, ajustando todo su
modo de ser a las condiciones de sobrevivencia y de multiplicación de los
rebaños.
Antes de la revolución agrícola el hombre había vivido siempre en pequeñas
bandas móviles de recolectores, condicionados al ritmo de las estaciones,
engordando en épocas de abundancia y enflaqueciendo en épocas de escasez. El
número de cada grupo estaba limitado por la capacidad de aprovisionamiento de
alimentos en épocas de escasez.
Antes de la revolución agrícola el hombre había dominado el fuego y fabricaba
instrumentos como medio de ataque y defensa, había desarrollado idiomas, había
una disparidad en sus modos de ser. Cada pequeña banda, vivía aislada y se
subdividía cuando esta se ampliaba.
Las técnicas agrícolas eran arcaicas y consecuentemente los rendimientos. La
vida agrícola se modificaba muy poco de generación en generación, si bien a largo
plazo hubo un aumento de la producción. Este aumento se logró en parte gracias
al arado de nuevas tierras y en parte debido a una lenta mejora de los medios de
cultivo. Los mayores avances en la técnica agrícola se iniciaron en el siglo XVII en
Holanda, de donde pasaron a Inglaterra. El aislamiento en que se desenvolvían
las comunidades rurales se explicaba en parte por la lentitud y carestía de los
transportes, sobre todo terrestres.
En algunos de estos núcleos como efecto de la acumulación de observaciones y
de experimentos a través de milenios, surgen las primeras formas de agricultura.
Estas se inician, probablemente por la horticultura de frutos y tubérculos en las
áreas tropicales y en las regiones templadas y frías.
Tales procedimientos acaban de fijarse como un procedimiento productivo nuevo
para proveer la mesa de alimentos vegetales de los que carecía.

La domesticación de animales permitía enriquecer la dieta humana con una


provisión de carne, leche y pieles. Más tarde, algunos de los animales
domesticados proporcionarían una nueva fuente de energía muscular además de
la humana multiplicando la capacidad productiva del hombre.
Tal como la agricultura, la domesticación de animales se desarrolla
progresivamente, se comenzó con los perros de caza, luego aves, cerdos y mas
crías.

El efecto crucial de la agricultura y del pastoreo es la esfera de las relaciones del


hombre con la naturaleza, fue un enorme incremento demográfico causado por la
abundancia de alimentos. Los primeros grupos de agricultores y criadores se
veían compelidos a una vida de búsqueda de tierras vírgenes para las huertas y
de pasturas nuevas para los rebaños.
Luego en diferentes partes del mundo se conforman áreas de ocupación agrícola y
pastoril cada vez más extensas, pero aun habría recolectores y cazadores, los
cuales pronto serian alcanzados por el proceso civilizatorio de la revolución
agrícola.
Las aldeas agrícolas indiferenciadas y las hordas pastoriles nómades, se dedican
a la reproducción de su modo de vida a través de economías de subsistencia, pero
debido a sus conflictos con pueblos atrasados, donde sus territorios se expanden,
surge una guerra de ocupación.
Hay un grupo étnico entero dividido en familias y distribuyendo las atribuciones
productivas según el sexo y la edad, las tareas de subsistencia se convierten en
un esfuerzo colectivo que ocupa igualitariamente a todos sus miembros.
La división de trabajo entre sexos, que atribuye a la mujer las tareas rutinarias y al
hombre las tareas de mayor esfuerzo, se convierte en una renovación.
La mujer recibe tareas en la casa, la preparación de alimentos, recolección,
cuidado de las criaturas, tareas que exigen un esfuerzo continuado, ahí es donde
se surgen creencias y cultos destinados a una dominación masculina.
La tecnología general se enriquece con el descubrimiento de la cerámica, que
introduce el hábito de consumir principalmente alimentos vegetales cocidos. y.
también, con la aparición del hilado y del tejido, que sustituye las vestimentas de
cuero por tejidos de fibras vegetales y animales.

Estas actividades artesanales recaerán principalmente sobre las mujeres,


haciendo más penosa su rutina.
Al hombre le corresponde preparar la tierra para la labranza y cuidar los animales
domesticados. Con esto se inicia la tendencia a la sedentarización. que se
acentuará cada vez más.
Todos se dedican a la producción de alimentos y apenas conocen formas
elementales de trueque de productos y servicios. Dentro de cada comunidad local
los nuevos miembros alcanzan derechos iguales a los de todos por el mismo
proceso a través del cual aprenden la lengua.
Con el desarrollo de la revolución agrícola, algunas sociedades fueron
acumulando innovaciones tecnológicas que al alcanzar el nivel de una nueva
revolución les imprimieron un movimiento de aceleración evolutiva que llevó a
configurarlas como nuevas formaciones socioculturales.
Hubo acumulación de innovaciones técnicas que ampliaron progresivamente la
eficacia productiva del trabajo humano, las sociedades aumentaron el número de
plantas cultivadas y revolucionaron sus técnicas agrícolas con la adopción de
métodos de trabajo y de instrumental más eficaces para la preparación del suelo
para labranza, transporte y almacenamiento de cosechas.

Ribeiro, Darcy, (1970), Proceso civilizatorio: de la revolución agrícola a la


termonuclear, Rio de Janeiro Brasil, Editóra Civilizaçao Brasileira

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