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Los bonos verdes son títulos de crédito emitidos por instituciones públicas o privadas que

están calificadas para manejarlos. Son activos líquidos y de ingreso fijo que buscan realizar
proyectos verdes, es decir sustentables, y obtener financiamiento por parte de inversionistas
interesados, para al final, retornar el rendimiento de su inversión.1 En 2013, se emitieron
bonos verdes con valor estimado de $11,000 millones de dólares y el presidente del Banco
Mundial, Jim Kim, proyectó que esta cifra sería duplicada antes de finalizar el año 2015.2 El
mercado de bonos verdes está creciendo de una manera favorable y está ayudando a cambiar
la manera de invertir y la expectativa de los inversionistas para los rendimientos de los
mismos.2 El Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (IFC), buscan impulsar
el desarrollo de este nuevo mercado de inversión para ayudar al medio ambiente y además
para poder ofrecer un instrumento nuevo de inversión que tenga liquidez y rendimientos fijos.

Deloitte junto con la Bolsa de Valores de Quito, mantienen encuentros con las Casas de Valores
para explicar a detalle el producto de Bonos Verdes y el interés de inversión en el país del BID.

Un Bono Verde es como cualquier tipo de instrumento de deuda, pero los fondos obtenidos se
deben destinar exclusivamente a financiar (o re-financiar) de forma parcial o total proyectos
verdes con un beneficio medioambiental claro. El objetivo de estos bonos es apoyar a la
transición hacia una economía verde y enfrentar los efectos del cambio climático.

Si bien son similares a los bonos tradicionales en términos de estructura y vencimiento, los
bonos verdes están sujetos a requisitos de divulgación más estrictos con respecto al uso de los
ingresos y el impacto esperado durante horizontes de tiempo específicos.

Mercado actual
En la actualidad existen a nivel mundial USD 895 mil millones de bonos alineados al clima, de
estos, USD 221 mil millones están etiquetados como Bonos Verdes. Durante el 2017 se
emitieron USD 163 mil millones y para este año se espera superar esta cifra llegando a los USD
200 mil millones.

Deloitte en Ecuador lidera esta iniciativa, que pretende alcanzar importante financiamiento para
que las empresas públicas y privadas puedan fortalecer sus esfuerzos a favor del medio
ambiente y lograr resultados de mayor impacto.

En un entorno en el que las empresas tienen cada vez más conciencia sobre la
importancia de la sostenibilidad, los bonos verdes se han consolidado como una
alternativa de financiación. En 2016 se superaron los 87.000 millones de dólares en
emisiones en todo el mundo, cifra que duplicaba los 42.000 millones de 2015. En
2017, el volumen de emisiones de bonos verdes en el mundo podría alcanzar los
123.000 millones de dólares según Bloomberg New Energy Finance.

Un bono verde es cualquier tipo de bono cuyos fondos se destinan exclusivamente a


financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos verdes elegibles, ya sean
nuevos y/o existentes. Además deben de estar alineados con los Green Bond
Principles (GBP), que promueven la integridad del mercado de bonos verdes a través
de directrices que recomiendan transparencia, publicidad y reporte de informes.

Según establecen los Green Bond Principles y como se explica en el folleto de este
año, un bono podrá recibir la certificación ‘verde’ si sus fondos se destinan a una o
varias de las categorías siguientes. Es una lista indicativa, pueden haber más
categorías:

 Energías renovables: incluyendo producción, transmisión, dispositivos y productos.

 Eficiencia energética: edificios nuevos y reformados, almacenamiento de energía,


calefacción urbana, redes inteligentes, dispositivos y productos.

 La prevención y el control de la contaminación. Incluido el tratamiento de las aguas


residuales, la reducción de las emisiones atmosféricas, el control de los gases de
efecto invernadero, la descontaminación de los suelos, la prevención, reducción de
residuos, el reciclaje de residuos y la transformación eficiente de residuos a energía,
los productos de valor añadido provenientes de los residuos y la refabricación y el
seguimiento ambiental asociado.

 Gestión sostenible de los recursos naturales y el uso de la tierra. Incluida la agricultura


sostenible, la cría de animales sostenible, los aportes agrícolas inteligentes para el
clima como la protección biológica de los cultivos o el riego por goteo, la pesca y la
acuicultura; la actividad forestal sostenible, incluyendo la forestación o reforestación y
la conservación o restauración de paisajes naturales.

 Conservación de la biodiversidad terrestre y acuática, incluyendo la protección de


ambientes costeros, marinos y de cuencas.

 Transporte limpio, como transporte eléctrico, híbrido, público, ferroviario, no


motorizado, transporte multimodal, infraestructura para vehículos de energía limpia y
reducción de emisiones nocivas.

 Gestión sostenible del agua y de las aguas residuales, incluida la infraestructura


sostenible para el agua potable y limpia, el tratamiento de las aguas residuales, los
sistemas de drenaje urbano sostenible y la capacitación fluvial y otras formas de
mitigación de las inundaciones.
 Adaptación al cambio climático, incluidos sistemas de apoyo a la información, como la
observación del clima y los sistemas de alerta temprana.

 Productos adaptados a la economía ecológica y/o circular, tecnologías y procesos de


producción, como el desarrollo y la introducción de productos respetuosos con el
medio ambiente, con una ecoetiqueta o certificación medioambiental, y un embalaje y
distribución eficientes con sus recursos.

 Edificios ecológicos que cumplan con las normas o certificaciones reconocidas


regional, nacional o internacionalmente.

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