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Osborne, unidad 3

¿Dónde conseguían el alimento los atenienses? Hacernos esta pregunta nos lleva a dos
consecuencias: llevar a tratar la relación campo ciudad en términos de equilibrios, suponiendo que
puedan separarse. La relación económica ciudad campo debe pensarse por la necesidad de los
terratenientes de efectivo, y de las ciudades de alimento.

La subsistencia alimenticia era necesaria para la independencia económica de la polis, mientras


el propietario de tierras vive en la ciudad como el lugar donde ejerce su ciudadanía. La decisión de
los granjeros de irse a vivir a la ciudad contribuye a la complementariedad entre el campo y la
ciudad.

La relación es inseparable, el intercambio no existe. Este modelo de ciudad es compatible con:


a) la servidumbre, b) propiedad campesina plena de la tierra. La primera corresponde a Esparta, la
segunda a casi todas las demás ciudades griegas.

¿Cómo aplica el modelo ficcional a Atenas? Si bien no todos los atenienses vivían en la ciudad, la
reforma de Clístenes consistió en dividir el centro político, dándole al campo una parte esencial en
el proceso político, haciendo que todos los atenienses viviesen en un centro político: sin esto la
democracia no podría haber funcionado.

¿Pero qué le daba la ciudad al campo? Según Finley las ciudad era más un lugar de consumo que
de producción, salvo por las minas de plata, lo que llevó a los atenienses a poder importar,
estancando al campo ateniense.

¿El campo vivía sin relacionarse con el mercado? Según el caso de Fenipo, demostrado en un
juicio, el hombre tiene una gran propiedad donde produce excedentes de cereales, madera, y
vino. La única fuerza laboral son un par de transportistas.

Está claro que en el hogar de Fenipo se consumiera más que el 10% de su producción. ¿En que
gastaba Fenipo el efectivo conseguido por la comercialización? Salarios, gastos de producción,
liturgias, dotes.

De hecho Fenipo alega estar endeudado, aunque no sabemos bien porque, no debe ser para
aumentar la producción por lo que su oponente lo habría demostrado, tampoco por altruismo.
Esto muestra la ignorancia sobre la necesidad de efectivo de un griego.
El oponente de Fenipo describe su hacienda como eskhatia, puesta tarde en producción y en un
lugar marginal, con una producción mayor de Cebada que de trigo, lo que era normal en el Ática:
esto puede demostrar la marginalidad de su hacienda, inclinándose a empresas de alto
rendimiento y bajo riesgo.

Que Fenipo tenía relación en el mercado parece ser cierto por su explotación en el bosque, en
momentos de inactividad agrícola.

Las demandas de las liturgias sobre los ricos eran tan grandes como las demandas privadas.
Aunque seguramente solo el 5% de los atenienses debían contribuir con estos gravámenes. Estos
gastos son insignificantes en comparación con el mantenimiento de una flota ateniense.

Ciertamente algunos hombres ricos hipotecaban sus tierras para un trierarquía, aunque un
ciudadano no podía ser elegido con mayor frecuencia que un año de cada dos para hacerse cargo
de una liturgia, y uno de cada tres para financiar la flota.

Los atenienses necesitaban un gran número de efectivo con regularidad. El aporte a la polis era
una obligación, y cualquier análisis del intercambio entre ciudad y campo pasa por alto que el
campo necesitaba efectivo del mercado. ¿Cómo conseguirlo? Fenipo lo hace de prácticas agrícolas,
su oponente de las minas de plata.

La práctica de arrendar tierras públicas por parte de hacendados fue una forma de conseguir un
ingreso adicional: para hacer una ganancia rápida agrícola sin tener que enfrentar las
consecuencias de una mala práctica agrícola.

Si el grueso de la demanda agrícola provenía de la ciudad, y de las minas (Esclavos alimentados


con cebada) ¿Cómo pagaba la ciudad?

Los impuestos a la riqueza durante el siglo IV, y el tributo que las ciudades aliadas pagaban a
Atenas en el siglo V. Hacemos referencia a una economía monetizada. Aun así la situación
económica era fluctuante, y política también, contantemente amenazadas.

Jenofonte propuso que todos los mercados son limitados, salvo los de la plata. Tan falto de
perspectivas, no puede parecernos lejano a la economía del siglo IV.

Esto atentaba contra un comportamiento racional de los campesinos y terratenientes. Además


los préstamos pedidos se relacionaban con razones políticas y sociales, más que con inversión
productiva. Como muestra el caso de Fenipo, donde las obligaciones para producir dependen de
las obligaciones con la polis.

Una cosa es la imposibilidad de desacoplar lo económico de lo político y social, y otra plantear


que el terrateniente actuaba igual que un granjero de subsistencia.

El informe sobre Fenipo nos muestra una labranza orientada al efectivo. No de autosuficiencia,
sino para maximizar. El gasto público puede verse como un estímulo para la ciudad y el campo, el
terrateniente vendía en el mercado para preservar su riqueza y condición política.
Esa concepción político social no infringió una conciencia de campesino, sino una relación con el
mercado. Que no haya un “sistema de mercados” no debe obstruirnos a considerar que hubo una
economía activa e importante, y fue la demanda política en Atenas la que jugó un rol para que
esto ocurra.

Muchos hombres atenienses ricos y no tan ricos necesitaban dividir sus ingresos en distintas
áreas.

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