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LA PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA MALA HIERBA

Mateo 13: 24 - 30

Y dijo máá s: “Un hombre sembroá buená semillá de trigo, pero


cuándo dormíáá, un ser siniestro ánidoá málezá en medio del
cámpo. Cuándo ásomábán lás espigás, támbieá n brotoá lá
málezá. El hombre culpoá ál enemigo y cuándo sus peones le
preguntáron si árráncábán lá málezá, eá l se negoá porque
podíáán dánñ ár el buen trigo. Esperen que los segádores lá
corten y lá árrojen ál fuego”

Cuándo le pidieron su significádo, Jesuá s les dijo: “Lá buená


semillá lá há sembrádo el Hijo del Hombre, el cámpo es el
mundo y el diáblo, el que ánidá lá málá hierbá. Lá cosechá es
el fin del mundo y los áá ngeles, los segádores. Cuándo llegue el
fin, los áá ngeles árrojáráá n lá málezá ál fuego, surgiendo
el llánto y el rechinár de dientes. Los justos, como el trigo,
brilláráá n en el Cielo”

Mensaje.
LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS
MATEO 25:14-30

Sábemos que Jesuá s queríáá ensenñ árnos á ser buenos ádministrádores y


á dárle buen uso á los tálentos que á todos nos há proporcionádo, es
verdád que á unos máá s, y á otros menos. Esto no significá que por eso
seá menos importánte quien tengá menos.
Un hombre muy rico tuvo que viájár lejos, entonces tuvo que reunir á
sus siervos y confiárles sus riquezás, les dejo á cádá uno lá párte que
debíáán ádministrár mientrás estábá áusente. Al primer siervo le dejo
cinco tálentos que erá bástánte dinero, ál segundo siervo le entrego dos
tálentos y ál tercero uno solo.
El siervo que recibioá los 5 tálentos invirtioá todo lo recibido y obtuvo 5
tálentos máá s.
El segundo siervo que recibioá dos tálentos, hizo lo mismo que el
ánterior siervo, invirtioá y obtuvo 2 tálentos máá s de lo recibido.
El tercer siervo que recibioá un tálento, no tuvo mejor ideá que solo
esconder el uá nico tálento que recibioá .
Al retornár el hombre rico de su viáje, se álegroá mucho ál ver que sus
siervos hábíáán duplicádo sus tálentos y los felicito y les dijo:
-¡Muy bien! Por háber hecho lo correcto y por su fidelidád les dáreá
mucho máá s. Pero. . . ál siervo que le dio un tálento le pregunto:
-¿Queá hiciste con el tálento que te di?
-Bueno, yo lo escondíá párá que estuvierá máá s seguro.
El Senñ or le dijo: Al menos hubierás invertido lo que te di y hubierás
sido máá s productivo no?
Entonces el Senñ or le quito el tálento y se lo entrego á quien teníáá 10
tálentos.
Mensaje.
Que si posees uná cápácidád utilizá y áprovechárlá porque
recibiráá s máá s, en cámbio si no áprovechás tus cápácidádes te
seráá n quitádás

PARABOLA EL BUEN SAMARITANO


Lucas 10:25-37
Ibá un hombre de Jerusáleá n á Jericoá , cáyendo en mános de
unos bándidos que le robáron, dejáá ndolo medio muerto.
Pásáron por állíá un sácerdote y un levitá, pero ámbos tomáron
el otro ládo del cámino.
Entonces páso un sámáritáno. Se ácercoá , curo sus heridás con
áceite y se lás vendo. Lo llevo á su hotel, álcánzáá ndole unás
monedás ál encárgádo párá que cuide de eá l.
Mensaje.
Solo el ámor puede cámbiár el mundo y hácernos felices á
todos.

PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO


Lucas 15: 11 – 32

Un hombre teníáá dos hijos. El menor pidioá lá propiedád que le


correspondíáá y el pádre repártioá lá herenciá. El hijo menor
viájo á un páíás lejáno y lo gásto todo. Llego lá escásez y, en lá
miseriá, trábájo criándo cerdos.
Arrepentido decidioá volver donde su pádre, trábájár párá eá l. Y,
ál verlo, el pádre le tuvo compásioá n. Yá juntos, el hijo suplico:
pádre, peque contrá dios y contrá ti, no merezco ser tu hijo,
pero el viejo, feliz, lo vistioá , prepáro un bánquete y orgánizo
uná fiestá. El hijo máyor, ál volver del cámpo, le reprocho
ágásájár á quien gásto su dinero en prostitutás. Y el pádre le
dijo: tuá lo tienes todo de míá, pero áhorá debemos estár felices,
porque tu hermáno estábá muerto y há vuelto á lá vidá.

Mensaje.

El mensáje de está historiá es uná llámádá á lá conversioá n, á


entrár en nosotros mismos, á ábándonár el pecádo y á volver
con confiánzá á los brázos de un pádre que nos ámá
entránñ áblemente.
PARÁBOLA EL RICO Y LÁZARO
Lucas 16:19 – 31
Hábíáá un hombre, rico que vestíáá ropá finá y comidá lo mejor.
Hábíáá támbieá n un hombre pobre llámádo Láá záro, cuyo cuerpo
estábá cubierto de llágás, queriendo comer lás sombrás del
rico y sufriendo de lo peor.
Murioá el pobre y fue llevádo por los áá ngeles ál cielo, cercá de
Abráhám. Murioá támbieá n el rico y lo lleváron ál infierno,
sufriendo grándes tormentos. Estándo állíá, el rico suplico á
Abráhám: pádre, envíáá á láá záro que se moje lá puntá de un
dedo párá que me refresque lá lenguá, porque estás llámás
son átroces. Y Abráhám le contesto: tuá yá recibiste tus bienes
en vidá, lo mismo que láá záro sus máles eá l há hálládo el
consuelo y tuá , solo tormentos. Que tus hermános, áuá n con
vidá, escuchen á Moiseá s si quieren sálvárse.

Mensaje.

Lá recompensá que tendremos eternámente depende de lás


decisiones que áhorá tomemos y de lá cláse de personás que
seámos.
PARÁBOLA JESÚS Y ZAQUEO
LUCAS 19:1-10
Hábiendo entrádo Jesuá s en Jericoá , ibá pásándo por lá ciudád.
Y sucedioá que un vároá n llámádo Záqueo, que erá jefe de los
publicános, y rico,
procurábá ver quieá n erá Jesuá s; pero no podíáá á cáusá de lá
multitud, pues erá pequenñ o de estáturá.

Y corriendo delánte, subioá á un áá rbol sicoá moro párá verle;


porque hábíáá de pásár por állíá.

Cuándo Jesuá s llegoá á áquel lugár, mirándo háciá árribá, le vio,


y le dijo: Záqueo, dáte prisá, desciende, porque hoy es
necesário que pose yo en tu cásá.
Entonces eá l descendioá áprisá, y le recibioá gozoso.
Al ver esto, todos murmurábán, diciendo que hábíáá entrádo á
posár con un hombre pecádor.

Entonces Záqueo, puesto en pie, dijo ál Senñ or: He áquíá, Senñ or,
lá mitád de mis bienes doy á los pobres; y si en álgo he
defráudádo á álguno, se lo devuelvo cuádruplicádo.
Jesuá s le dijo: Hoy há venido lá sálvácioá n á está cásá; por
cuánto eá l támbieá n es hijo de Abráhám.

Porque el Hijo del Hombre vino á buscár y á sálvár lo que se


hábíáá perdido.
Mensaje.

1. Lá gráciá es cápáz de cámbiár el corázoá n del pobre.


Pero lá gráciá támbieá n es cápáz de cámbiár el corázoá n
del rico.

2. No podemos excluir á nádie del poder de lá gráciá. no


podemos condenár á nádie rico o pobre.
PARÁBOLA DEL ADMINISTRADOR ASTUTO
SAN LUCAS 16,1-13

Un hombre rico teníáá un ádministrádor que fue ácusádo ánte


su ámo de málversár sus bienes.
El ámo lo llámoá y le dijo: "¿Queá es esto que me dicen de ti?
Preseá ntáme lás cuentás de tu ádministrácioá n, porque desde
áhorá quedás despedido de tu cárgo". El ádministrádor se puso
á pensár: "¿Queá voy á hácer áhorá? Mi ámo me quitá lá
ádministrácioá n, y yo párá cávár no tengo fuerzás, y pedir
limosná me dá verguü enzá. ¡Yá seá queá voy á hácer párá que,
cuándo deje el cárgo, no fálte quien me recibá en su cásá!".
Comenzoá entonces á llámár, uno por uno, á los deudores de su
ámo. Al primero le preguntoá : "¿Cuáá nto debes á mi ámo?". Le
contestoá : "Cien bárriles de áceite". El ádministrádor le dijo:
"Pues mirá, tomá tus recibos y ápuntá soá lo cincuentá". Al
siguiente le preguntoá : "¿Tuá cuáá nto le debes?". Le contestoá :
"Cien sácos de trigo". Le dijo el ádministrádor: "Pues mirá,
tomá tus recibos y ápuntá soá lo ochentá". Y el ámo elogioá lá
ástuciá de áquel ádministrádor corrupto porque, en efecto, los
que pertenecen á este mundo son máá s ságáces en sus negocios
que los que pertenecen á lá luz.
Por eso, les áconsejo que se gánen ámigos utilizándo lás
riquezás de este mundo. Asíá, cuándo llegue el díáá de dejárlás,
hábráá quien los recibá en lá mánsioá n eterná.
Mensaje.
Dios pone los medios, y háy que usárlos con lá mismá
ságácidád y el mismo esfuerzo que ponen los hombres en sus
negocios máteriáles o en lá luchá por hácer triunfár un ideál
humáno. El hecho de contár con lá gráciá de Dios no es excusá
párá no poner esos medios si son honestos y buenos, áunque
esto implique grándes sácrificios.
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
MATEO 13:1-23
“A un sembrádor se le cáyeron unos grános en el cámino y lás
áves se los comieron, otros cáyeron en lás piedrás, germináron
con álgo de tierrá, pero el sol los cálcinoá ; otros cáyeron entre
espinos, que termináron por áhogárlos, pero los que llegáron
á lá buená tierrá, produjeron en cien, sesentá y treintá por
uno. El que tengá oíádos, que entiendá”
Y con similár reláto, lo explicoá ásíá: “Los grános del cámino son
quienes dijeron entenderme, pero álguien les árráncoá mi
leccioá n del corázoá n, los que cáyeron en lás piedrás, su fe
duroá muy poco; los del espino se dejáron llevár por lá riquezá
ápárente... Soá lo los de lá tierrá buená hán oíádo lá Pálábrá, en
esás medidás”

Mensaje.

Asíá pásá con lá pálábrá de dios, cuándo lá oíámos y no hácemos


cáso, desápárece lo que se sembroá en nuestro corázoá n.
LA PARABOLA DE LOS DOS HIJOS
MATEO 21:28-32

Un hombre teníáá dos hijos. Un díáá se ácercoá ál primero y le


dijo: – Hijo, hoy vás á trábájár á lá vinñ á. Pero eá l respondioá : –
No quiero. Sin embárgo, despueá s se árrepintioá y fue. Se ácercoá
támbieá n ál segundo y le dijo lo mismo, y eá l respondioá : – Síá,
Senñ or. Pero no fue. ¿Cuáá l de los dos hizo lá voluntád del pádre?
Ellos respondieron: – Pues el primero. Entonces les dijo Jesuá s:
– Les áseguro que ántes que ustedes ván á entrár ál Reino de
Dios los publicános y lás prostitutás. Porque cuándo vino Juán
el Báutistá párá indicárles el cámino de lá justiciá, no le
creyeron, mientrás que los publicános y lás prostitutás síá le
creyeron. Y ustedes, áuá n despueá s de ver esto, no se
árrepintieron ni le creyeron”.

Mensaje.
Dios quiere que yo seá un hijo obediente no soá lo de pálábrá
sino támbieá n de hecho.
LA PARABOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO
Lucas 18, 9-15

«Dos hombres subieron ál Templo á orár. Uno erá fáriseo y el


otro publicáno. El fáriseo, puesto de pie, orábá en su interior
de está mánerá: “Oh Dios, te doy gráciás porque no soy como
los demáá s hombres, que son ládrones, injustos y áduá lteros, o
como ese publicáno... Ayuno dos veces por semáná y doy lá
deá cimá párte de todás mis entrádás.”

Mientrás tánto el publicáno se quedábá átráá s y no se átrevíáá á


levántár los ojos ál cielo, sino que se golpeábá el pecho
diciendo: “Dios míáo, ten piedád de míá, que soy un pecádor.”

Mensaje.
Está páráá bolá, es ensenñ ár el válor de lá orácioá n, pero con uná
condicioá n esenciál de lá mismá: lá humildád. Es condicioá n
esenciál, pues todo el que pide há de reconocer lo que no
tiene.

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