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LA CREACIÓN

¿Se ha preguntado alguna vez acerca del origen del mundo?

¿Se ha preguntado una vez de dónde proviene Ud. mismo?

¡La Santa Biblia tiene las respuestas a estas preguntas! Es el único libro que le dice de dónde ha venido Ud., qué está
haciendo acá, y a dónde se va.

Permítame contarle la historia de la creación. Esta historia se encuentra en el primer libro de la Biblia. Este libro se llama
"Génesis". La palabra "Génesis" significa "nacimiento" o "origen". El primer libro de la Biblia nos cuenta del principio o
origen de todo. Le da la historia de los primeros miembros de su familia. En este libro se encuentran las primeras promesas
que le dan la oportunidad de vivir eternamente.

El primer versículo de la Biblia describe la creación del universo en términos muy simples. Dice: "En el principio creó Dios
los cielos y la tierra". Ningún libro de ciencia o filosofía nunca ha podido mejorar esta simple declaración de la realidad.

La Biblia describe el proceso de la creación en términos de "días".

En el primer día Dios creyó la luz.

En el segundo día Dios creyó la "expansión" o la "atmósfera" de la tierra.

En el tercer día Dios formó las aguas y la tierra seca. También hizo crecer los árboles y las hierbas.

En el cuarto día Dios creyó el sol, la luna, y las estrellas.

En el quinto día Dios creyó los peces del mar y las aves que vuelen en los cielos.

En el sexto día Dios creyó las otras criaturas de la tierra, y también creyó al hombre.

En el séptimo día Dios descansó.

El hombre era diferente que todas las otras criaturas de la tierra porque fue creado en la imagen de Dios. Todas las
criaturas de Dios tienen vida, pero solo el hombre tiene un espíritu.

El primer hombre se llamaba "Adán" que quiere decir "hombre". El hombre fue dado dominio sobre los peces del mar,
sobre las aves del cielo, y sobre toda criatura viva que se movía en la tierra.

Dios trajo todas las criaturas de la tierra a Adán, y los nombró. Sin embargo, ninguna criatura fue idónea para el hombre y
no fue bueno que él estuviera solo. Por eso, Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán y mientras dormía, Dios tomó de
él una costilla, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla, que Jehová Dios había tomado del hombre, hizo una mujer, y la
trajo al hombre. (Génesis 2:21-22)

Adán y Eva vivían en un huerto hermoso. Este huerto se llamaba "Edén". Era un paraíso. Estaban muy gozozos. Tenían todo
lo bueno para comer. No había espinos ni cardos. No había tormentas. Nunca llovía. El suelo estaba regada por una neblina
que subió de la tierra. Todo estaba tranquilo. Aún los animales no se mataban. Ellos comían la hierba verde que Dios les
había dado.

En el centro del huerto estaban dos árboles muy importantes. Uno era el "árbol de vida". El otro era el "árbol de la ciencia
del bien y del mal".
Jehová Dios mandó: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;
porque el día que de él comieres, ciertamente morirás".

Satanás estuvo en el huerto también. El apareció a Adán y Eva en la forma de una serpiente. Era muy hábil. Aunque
estaban en paraíso, él les hizo descontentos. Les hizo dudar la bondad de Dios. Adán y Eva conocían solo lo bueno, pero el
diablo los engañó para que desearan lo malo.

Dios dijo que si comieran de aquel árbol murieran. Dios es verdad y no puede mentir. Eva debería haberle creído a Dios,
pero no lo hizo. La serpiente era una mentirosa. El dijo que no morirían. Eva rechazó la verdad y creyó una mentira. Ella fue
engañada. La fruta prohibida le pareció buena para comer. Era hermosa. Era deseable para hacerle a ella sabia. Por eso,
comió la fruta prohibida. También, ella le dio la fruta a su esposo.

Entonces sus ojos fueron abiertos. Su inocencia fue quitada y ellos ya sabían que estaban desnudos. Ahora, conocían la
maldad de la cual su Dios cariñoso trataba de protegerles. Ahora, tenían dolor y problemas. Ahora, sufrieran y murieran.
Ahora, tenían vergüenza de su desnudez y trataban de cubrirse con delantales de hojas de higuera.

Jehová Dios dijo: "¿Has comido del árbol de que yo te mande no comieses?"

Lo habían hecho, pero no querían confesarlo. Adán trataba de culpar a su esposa. El dijo: "La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí".

La mujer trataba de culpar a la serpiente. Ella dijo: "La serpiente me engañó, y comí".

La realidad es que una persona peca cuando de su propia concupiciencia es atraido y seducido. El pecado no empieza fuera
de nosotros y entra por fuerza. Empieza dentro de nosotros y sale por fuera.

Como resultado de este pecado, el mundo quedó maldito. Adán y Eva fueron sacados del huerto de Edén. Querubines, con
una espada encendida, quedaron en la puerta al huerto para guardar el camino del árbol de la vida. Espinos y cardos
comenzaron a crecer. Sobrevivir ahora sería muy difícil. El hombre tendría que cuidarse constantemente de peligro. Las
mujeres con dolores de parto darían a luz a sus hijos. La serpiente tendría que irse sobre su pecho y comer polvo todo los
días de su vida.

En medio de estas noticias terribles, Dios dio a Adán y Eva una promesa maravillosa. Dijo que algún dia la "simiente de la
mujer" le heriría a la serpiente en la cabeza. Algún día el hombre últimamente ganaría la victoria sobre el diablo.

Esta promesa maravillosa fue cumplida en Jesucristo. Jesús entró literalmente al mundo como la "simiente de la mujer". El
no tenía un padre terrenal. El nació de una virgen. La vida y el ministerio de Jesús destruyeron las obras del diablo y
trajeron vida e inmortalidad a la luz por medio del Evangelio.

Dios amó a Adán y Eva. El les hizo túnicas de pieles para que pudieran entrar en su presencia. ¡El quiere que Ud. esté en Su
presencia también!

Este es un resumen breve de la hermosa historia de la creación. La historia completa se encuentra en Génesis 1 - 3 en la
Santa Biblia. Espero que algún día Ud. tenga la oportunidad de leerla.

Qué repasemos brevemente algunas lecciones importantes que hemos aprendido en esta Historia de la Creación:

Primero, las Escrituras enseñan que nuestro universo no es resultado de un accidente. Fue creado por Dios. Dios no es el
autor de la confusión. Dios hizo la tierra para que fuera un paraíso. Todos estaban gozosos. Aún los animales no tenían
ninguna razón de estar temorosos. No había derramamiento de sangre en el huerto de Edén. El diablo, como Ud. sabe, es
el autor de la confusión. Una vez que Adán y Eva escucharon al diablo, el mundo se tornó en un lugar de inquietud. Hoy, si
haya confusión en su vida, o en cualquier otro lugar, ésta no procedió de Dios.
En el segundo lugar, podemos aprender de esta historia que siempre es sensato y correcto creer y obedecer a Dios. Dios es
nuestro mejor amigo y nos manda hacer solo lo que sea bueno para nosotros.

En el tercer lugar, podemos aprender que el pecado no viene de afuera, viene de adentro. Jesús dijo: "Lo que del hombre
sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los
adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre". (Marcos 7:20-23)
Eva no tuvo que pecar. Ella pecó porque quería. Adán pecó por la misma razón. Esta es la misma razón que nosotros
pecamos.

En el cuarto lugar aprendemos que Dios tiene un remedio por el pecado. Cuando Adán y Eva trataban de cubrirse con hojas
de higuera, su cubrimiento era insuficiente. Esto fue el porqué Dios preparó túnicas de pieles para cubrirles. (Génesis 3:21)
La Biblia fue escrita originalmente en el idioma hebreo. La palabra hebrea para "propiciación" o "perdón" significa "cubrir".
Dios nos estaba preparando para entender la manera en que Jesús nos salva. Las Escrituras enseñan que Jesucristo es la
"propiciación", o "cubrimiento", por nuestro pecado. (1 Juan 2:1)

Finalmente, aprendemos que el diablo será destruido últimamente. Con la maldición fue dada también, una promesa.
Recuerde la promesa de Dios que algún día la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente. Jesús destruiría al
diablo.

Hoy día vivimos en un mundo de dolor, tristeza, sufrimiento y muerte. Sin embargo, algún día el diablo será destrozado.
Algún día la muerte será destrozada. Esto es buenas noticias para Ud. Por lo que hizo Jesús, Ud. tiene la oportunidad de
heredar cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia. (2 Pedro 3:13)

El Cuidado de la Creación.

publicado por pablonzord el julio 05, 2015

El cuidado de la creación es uno de los aspectos más descuidados por los cristianos de hoy en día.

El respeto por el medio ambiente es otra manifestación de nuestro amor hacia Dios y hacia el prójimo, se honra a Dios
cuidando lo que Él ha creado y se respeta al prójimo al no destruir el patrimonio ambiental común.

La Biblia nos dice que Dios en el momento de la creación definió 3 relaciones fundamentales, la primera es la del ser
humano con Dios, ya que estamos hechos a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), la segunda es entre nosotros, ya que la
raza humana fue plural desde el principio (Génesis 1:27), y la tercera, nuestra relación con nuestra buena tierra y sus
criaturas, sobre las cuales nos dio dominio (Génesis 1:28-30).
Cuidar la creación

Estas 3 relaciones quedaron dañadas después e la caída del hombre en rebeldía contra el Señor, por lo tanto es coherente
que el plan de restauración diseñado por Dios abarque, no sólo nuestra relación con Él y entre nosotros sino también la de
las personas con la creación.

La fe cristiana es esperanza, creemos en Dios y en sus promesas, entre ellas está la promesa de que los Hijos de Dios, en la
vida eterna, viviremos en una creación renovada y restaurada.

Pero esta esperanza del futuro perfecto que nos espera al final de los tiempos muchas veces es utilizada por falsos
discípulos de Cristo para justificar el descuido/maltrato/subyugación/ultraje/destrucción de la gloriosa y presente creación
de Dios.

Esto me hace pensar ¿Tenemos los cristiano de hoy en día algo distintivo para aportar al debate ecológico?

En efecto, creemos que Dios creó la tierra y la encomendó al cuidado del hombre (Génesis 1), y que hoy en día gime y sufre
los dolores de parto de la nueva creación (Romanos 8:18-23) y que en el fin de los tiempos esta compartirá un futuro
glorioso junto a los Hijos de Dios (Apocalipsis 21:1).

Estas 2 doctrinas, relativas al principio y al fin de la historia, la creación y la consumación final, tienen profundas
consecuencias en nuestro pensamiento, nos hacen respetuosos de la tierra, de toda creación material en fin, ya que son el
escenario de la historia que Dios ha creado y que recreará.

Podemos como cristianos aprender a pensar y a actuar con sentido ecológico en todo ámbito de nuestra vida,
arrepentirnos del derroche, la polución y la destrucción desenfrenada, debemos ser motivados al servicio desinteresado
que alguna vez distinguió a la cristianismo, debemos ser pioneros en el cuidado de la humanidad y el medio ambiente,
debemos mostrar de donde provienen el poder y la perspectiva para dicha contribución, tenemos la responsabilidad
cristiana de dar el ejemplo y reanimar el corazón de la ética del evangelio.

La segunda venida de Cristo no es excusa para descuidar la creación

Hace 2000 años que entre los cristianos hay profetas que dicen:"Cristo viene en unos pocos años", sin embargo, aunque
esto fuere cierto, ¿No nos debería encontrar Él predicando de su gloria y cuidando de su creación?

Además, de la misma manera en que nuestra comprensión del destino futuro de nuestros cuerpos en la resurrección nos
motiva a cuidar nuestros cuerpos hoy, el conocimiento de los renovación del cielo y la tierra debería influir y elevar el
respeto con el que ahora tratamos a la creación que nos rodea.

Aparte, la biblia no explicita prácticas en lo referente al cuidado de nuestro cuerpo, no dice en ningún lado "Hagan pues
ejercicio físico" o "No comais comidas con muchas grasas" pero con este fin Dios nos ha dado el sentido común, para que
podamos aplicarlo en la vida diaria, y así nos damos cuenta que no terminaríamos bien si fuéramos sedentarios en
extremo, si no comiéramos o comiéramos mal, o no nos bañáramos, o no respiráramos aire limpio y demás.

Se debe aplicar entonces ese mismo sentido común en lo referente al cuidado del medio ambiente, no necesito un
versículo bíblico ni un mandamiento que diga: "No contaminarás el agua" o "No derrocharás energía" ya que puedo darme
cuenta por mi mismo con la sabiduría que Dios me dió que estas son acciones negativas que me afectan para mal a mi, a
otras personas y al medio ambiente en general.

No es un dato menor que una de las cosas que viene a hacer Cristo en su segunda venida es el: "..destruir a los que
destruyen la tierra." (Apocalipsis 21:1b), asi que está claro que no nos conviene que nos encuentre destruyendo a su
creación.
¿Cuál debería ser nuestra actitud para con el medio ambiente?

Hay 2 declaraciones bíblicas fundamentales a tener en cuenta, "Del Señor es la Tierra" (Salmo 24:1-a), y "A la humanidad el
Señor le ha dado la Tierra" (Salmo 115:16-b)

A primera impresión parecería que se contradicen, pero no es así, sino que son complementarias.

La Tierra le pertenece a Dios porque Él la creó, y nos pertenece a nosotros porque nos la delegó. Esto no significa que nos la
haya entregado renunciado a sus derechos sobre ella, sino que nos dio la responsabilidad de preservar y desarrollar la
tierra, de cuidarla en su nombre.

Entonces ahora si, ¿Cuál debería ser nuestra actitud para con el medio ambiente?

Como en todo ámbito de nuestra vida, es importante ser equilibrado y no caer en los extremos.

Un extremo podría ser deificar a la naturaleza, este el error en el que caen los panteístas, que piensan que la creación es
Dios, o los animistas, que ven espíritus por todos lados en el mundo natural, o los de la Nueva Era, que atribuyen a la
naturaleza mecanismos de autorregulación y auto perpetuación. Todas estas aproximaciones son un insulto a Dios. Es
evidente que si todos las personas pensarían que, por ejemplo, un árbol, un escarabajo o una vaca es Dios los tratarían con
más cuidado (Mmmm.. ) pero la verdad es que esto no es cierto, debemos respetar a la naturaleza porque Dios la hizo y no
porque ella misma sea Dios.

Otro extremo sería el de la explotación de la naturaleza, que es lo que está sucediendo ahora y en lo que los hijos de Dios
estamos siendo cómplices. En este caso no estaríamos tratando a la Tierra como si fuera Dios, sino como si nosotros
mismos fuéramos Dios, pero un Dios malvado y cruel.

Por mucho tiempo se ha culpado injustamente a Génesis 1 por la irresponsabilidad ambiental de las sociedades con
culturas cristianas.

Muchas organizaciones ambientalistas odian a los cristianos por ello, pero parece ser que están malinterpretando las cosas,
porque, aunque es cierto que hay personas, y hasta iglesias mismas, que haciéndose llamar cristianas tergiversan la verdad
bíblica para justificar la sobreexplotación ambiental, la verdad es que la biblia misma no apoya tal cosa, sino todo lo
contrario.

Si bien Dios comisionó a la raza humana para que "Tenga dominio" sobre la Tierra y la "Sometiera" (Génesis 1:26-28) sería
absurdo pensar que el creador de todo nos hubiera entregado la Tierra para que las destruyéramos. :S En absoluto, Dios
nos ha entregado el medio ambiente para ejercer una mayordomía responsable y no una dominación destructiva.

Cuidar la tierra

La posición verdadera y equilibrada describe a la correcta relación entre los seres humanos y la naturaleza. Nosotros
mismos somos parte de la creación de Dios, tan dependientes del Creador como todas las demás criaturas, comisionados a
alabarle igualmente que los cielos, las montañas, los mares y los demás seres vivos (Salmo 148) y siendo todos en conjunto
evidencia de su existencia (Romanos 1:20).

Dios se humilló a sí mismo al relacionarse con nosotros los hombres y como un acto de amor y confianza nos comisionó el
cuidado de su creación, dejando en nuestras manos la Tierra, "para que la cultiváramos y la cuidáramos" (Génesis 2:15).
A veces no nos damos cuenta de lo privilegiado que somos por el lugar que nos dio Dios en la jerarquía del orden
establecido en la creación. Si bien ocupamos un lugar único entre Dios y es resto de la creación, como bien lo dice el
paradigma científico actual, en muchos aspectos no somos tan diferentes al resto de las criaturas. Biológicamente somos
similares a los animales, por ejemplo, respiramos como ellos, sufrimos como ellos, comemos como ellos y nos
reproducimos como ellos, sin embargo, gozamos de un nivel levemente superior de existencia, en el cual somos diferentes
a los animales y más similares a Dios, ya que somos especialmente capaces de pensar, elegir, crear, amar, orar y ejercer un
dominio amoroso.

No hay que ignorar que el verdadero dominio es cooperativo, Dios pone su parte y el hombre pone su parte. El hombre no
puede hacer crecer una semilla, pero puede plantarla en buena tierra y regarla. Dios sustenta los procesos de la naturaleza
y nosotros nos valemos de ellos para que sean lo más fructíferos posible.

El hombre puede arar, regar, abonar, trillar, mecanizar la cosecha, hacer manejos de suelo, mejorar el ganado mediante la
cría selectiva, lo mismo con las semillas, sin embargo, en todas estas actividades sólo está cooperando on las leyes de la
fertilidad que Dios ha establecido. Recordando además que el penoso trabajo que el hombre experimenta en la agricultura
se da agravado por causa de la maldición de Dios sobre la Tierra (Génesis 3:17).

Lo que Dios nos dio es naturaleza, lo que nosotros hacemos con ella es cultura. No sólo debemos cuidar la naturaleza, sino
también desarrollar los recursos que hay en ella para el bien común de todos.

Cuidar el planeta

El ser humano debe cuidar con uñas y dientes a la maravillosa creación que el Señor le ha puesto en sus manos, abandonar
su estilo de vida consumista y dejar de ocasionar tantos problemas ecológicos.

Pero hacemos caso omiso a la voz de Dios, nosotros mismos podríamos, por ejemplo, cultivar los océanos y no habría
hambre ni pobreza en el mundo, en lugar de esto arrasamos con la vida en ellos; podríamos reciclar, pre-reciclar y reutilizar
las cosas, minimizando el impacto ambietal de nuestra existencia pero en lugar de eso nos aferramos más y más a lo
descartable y producimos más y más basura.

Todos nosotros tenemos el noble llamado de cooperar con Dios para el cumplimiento de su propósito, transformando el
orden creado para el disfrute y beneficio de todos.

Debemos poner todo nuestro esfuerzo en esto, el cuidado de la creación debe ser expresión de nuestra adoración, ya que
en la manera que lo hagamos reflejaremos nuestro amor a Dios, nuestro Creador.
El Papa Francisco, tras la promulgación de la encíclica Laudato si´ en la que nos invitó a una “conversión ecológica”,
estableció el 1 de septiembre como Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. La fecha ya se celebra en la
Iglesia Ortodoxa, y el Papa decidió incluirla en la Iglesia Católica para concienciar y rezar por el cuidado del planeta.

En su encíclica, el Papa nos recordó que “merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las
consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo” y, continuaba diciendo,
“los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin
pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”.

La Jornada se celebra anualmente desde el año pasado, y Francisco busca que todos podamos “renovar la adhesión
personal a la propia vocación de custodios de la creación". Con la elección de la fecha, también refuerza la “creciente
comunión” con la Iglesia Ortodoxa.

Compartimos algunos consejos concretos con los que el Santo Padre nos alienta a colaborar para proteger y construir
nuestra casa común, pequeñas acciones que derraman un bien en la sociedad “más allá de lo que se pueda constatar,
porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente”.

1. Calefacción: nos aconsejó abrigarse más y evitar prenderla.

2. Evitar el uso de material plástico y de papel.

3. Reducir el consumo de agua.

4. Separar los residuos.

5. Cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer.

6. Tratar con cuidado a los demás seres vivos.

7. Utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas.

8. Plantar árboles.

9. Apagar las luces innecesarias.

10. Dar gracias a Dios antes y después de las comidas.


10 consejos del Papa
Francisco para cuidar el medioambiente

Al finalizar la Encíclica, el Papa Francisco propuso dos oraciones, "dos oraciones, una que podamos compartir todos los que
creemos en un Dios creador omnipotente, y otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación
que nos plantea el Evangelio de Jesús"
“¿Quién soy yo?, ¿de dónde proviene el ser humano?, ¿qué es la vida?”

Hay que recordar que Dios no habla como nosotros, con el sonido de la boca o con gestos corporales; Dios nos habla y se
comunica con nosotros de diversas maneras: Por medio de nuestra propia conciencia, por medio de otras personas, por
medio de la Iglesia, por medio de la oración, por medio de su Palabra y de muchas otras maneras. Por tal motivo, he
decidido hablar de la creación en 2 partes; para que logremos reconocer que Dios nos habla hasta en los relatos que nos
sabemos de memoria y que muy probablemente los hemos venido escuchando desde muy pequeños.

Con propiedad puedo asegurar que los relatos de la creación son la respuesta que encontró el pueblo de Israel a sus
interrogantes, y que dicho sea de paso, el hombre actual las sigue teniendo. ¿Quién soy yo?, ¿de dónde proviene el ser

Descubrir las enseñanzas que se encuentran en los relatos de la creación, para saber qué es lo que Dios nos quiere dar a

A continuación pasaremos a desglosar los versículos del texto y poder sacar las enseñanzas que nos deja el relato de la
creación (Gn 2, 4- 25).

– Gn 2, 4- 6: Lo primero que podemos identificar en este texto es que, Dios posee un nombre, Yahvé; esto complementa lo
que mencionábamos acerca de las tradiciones presentes en la redacción del Antiguo Testamento, específicamente el
Pentateuco (5 primeros libros de la biblia) este nos presenta un lugar seco antes que todo fuera creado, en el capítulo
anterior se narra que el espíritu de Dios se movía sobre las aguas.

La enseñanza que podemos sacar del texto es que Dios efectivamente es el que infunde la vida, porque al hablar del agua
en forma de lluvia que hace brotar la vida, los arbustos, las plantas; el autor sagrado pretende reafirmar que el don de la
vida es dado por Dios, lo interesante del relato es que muestra al hombre como colaborador de la vida. Dios hace llover,
crea los manantiales, pero el hombre riega sus cultivos. Podemos afirmar que este relato presenta al hombre como un ser
con capacidad de decisión, con libertad para poder cultivar, de poder llevar el agua adonde le plazca, el hombre es
cooperador con la creación, contribuye en la formación de la vida que Dios regala. En este texto no vemos al hombre
sometido por Dios y a sus reglas, en contraposición con lo que en la actualidad se pretende dar entender acerca de estos
hermosos textos, para desacreditar tanto a Dios como la creencia religiosa.

– Gn 2, 7: Este versículo nos narra de manera diferente la creación del hombre con respecto a la lectura anterior. En el
relato del capítulo 1, no dice como Dios crea al hombre, en cambio, este narra que toma polvo de la tierra y a partir de ahí lo
ha forma. El pasaje pretende dar a enseñar que el ser humano posee una naturaleza corporal, por esa razón Dios toma
polvo de la tierra, el polvo es el símbolo de nuestra naturaleza corporal, es con el que el escritor sagrado pretende
demostrar que efectivamente somos materia. Pero, inmediatamente que Dios forma al ser humano del polvo de la tierra,
insufla (sopla) en sus narices el aliento de vida, lo que quiere dar a entender el texto es que, además de tener una
naturaleza corporal, también poseemos una espiritual. Entonces podemos decir que un individuo está dotado de una
naturaleza corporal y de una naturaleza espiritual, por la primera somos imagen de Dios, ya que él nos pensó así; y por la
segunda, somos semejanza de Dios, porque él no es un ser corpóreo, es un ser espiritual (1)

Por otro lado, analizando un poco más en este verso, específicamente cuando Dios “sopla” el aliento de vida. Nadie sabe en
qué momento específico recibimos este soplo de vida, dice Eclesiastés 11, 5: “Tú no sabes por dónde llegó el espíritu al
niño en el vientre de la mujer embarazada: otro tanto ignoras la obra de Dios tomada en su conjunto”.

Biológicamente la vida inicia con la fecundación del óvulo por parte del espermatozoide, tenemos certeza de la parte
corporal, pero el momento exacto de la parte espiritual la ignoramos, por tal Iglesia defiende la vida desde el vientre de la
Madre, porque al privar a un feto de la vida, estamos rechazando ese “soplo de vida que Dios infunde en el ser humano, con
el que somos imagen y semejanza de Dios, dotados de una dignidad humana desde el mismo instante de la concepción.
Esta dignidad humana es infinitamente superior a los hechos o situaciones previas a la fecundación; porque la vida del ser
humano está ligada a su misma dignidad.

– Gn 2, 8- 9: Estos versículos nos enseñan que la perfección de Dios ha llegado a tal grado, que toda la naturaleza cuenta
con una armonía excepcional, y el ser humano, está insertado en este mundo sutilmente armónico. Lo realmente cautivante
es lo que está en el medio del jardín, “el árbol de la vida” y “el árbol de la ciencia del bien y del mal”; en la mente del autor
sagrado, el árbol de la vida es un símbolo del don de inmortalidad que Dios había conferido al primer hombre, y el árbol de
la ciencia del bien y del mal, el símbolo de la línea divisoria de la ley moral entre el bien y el mal. De hecho, Adán y Eva, al
tomar de la fruta de este árbol, conocieron prácticamente la distinción entre el bien y el mal; de ahí el nombre que le aplica
el escritor de árbol de la ciencia del bien y del mal. (2)
– Gn 2, 10- 17: Los versículos 10 al 14 son una interpretación de la ubicación adonde el autor sagrado suponía que el jardín
del edén había estado ubicado, probablemente era un área en la que él consideraba que se daban las condiciones idóneas
para que el jardín del edén estuviese en tal latitud.

Al llegar a los verso 15 y 16, nos damos cuenta que al hombre Dios le concede dominio, autoridad y responsabilidad sobre
todo lo creado; es decir, retomamos el concepto de jurisdicción que hablamos en el artículo anterior con el que autor
sagrado refleja la supremacía del hombre como creación de Dios, y las responsabilidades que se derivan de esta
supremacía. Dentro de las responsabilidades que Dios dejó al hombre sobresale la obediencia total al creador, pero esta
obediencia no es impositiva, sino espera del hombre un actuar libre, recto; como aquel que se mantiene en fidelidad a quien
ama por sobre todas las cosas. “Pero al mismo tiempo, el hombre debe someterse a la voluntad de Dios, que le pone límites
en el uso y dominio de las cosas (cf. Gn 2,16 s.), a la par que le promete la inmortalidad (cf. Gn 2,9 Sg 2,23). El hombre,
pues, al ser imagen de Dios, tiene una verdadera afinidad con El. Según esta enseñanza, el desarrollo no puede consistir
solamente en el uso, dominio y posesión indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria humana,
sino más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la semejanza divina del hombre y a su vocación a la
inmortalidad”. (3)

– Gn 2, 18- 24: Este versículo por demás interesante narra desde otra perspectiva la creación; pero principalmente, lo que el
autor pretende enseñar no es más que la sociabilidad del hombre. Según el relato, Dios creó a todos los animales para que
el hombre no estuviera “solo” y al ver que estos seres no eran la compañía perfecta, crea a la mujer de la costilla del
hombre.

El hombre aparentemente tenía todo para ser feliz; sin embargo, hacía falta algo, alguien que poseyera su misma dignidad
humana, su misma naturaleza corpórea, y este ser no podía ser otro que la mujer. Al crear a la mujer, Dios crea un
complemento, tanto a nivel anatómico, psicológico y espiritual; es por tal motivo que la Iglesia defiende el matrimonio
tradicional, porque Dios en su plan amoroso dotó al hombre con la capacidad de amar y de manera peculiar, como lo es el
amor conyugal. Este amor es tan fuerte, tan especial que el hombre y la mujer rompen la cotidianidad de su vida para unirse
y así formar una nueva familia, continuando con el ciclo de amor, contribuyendo en la creación, utilizando la jurisdicción, la
autoridad y la responsabilidad que Dios le ha dado al hombre. Dice Mt 19, 4- 5: “Jesús respondió: “¿No han leído que el
Creador al principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y
serán los dos una sola carne?”

Con la cita de Mateo, podemos comprobar como Jesús da vigencia a un texto tan antiguo y a vez refuerza que el hombre
está llamado a vivir en comunión de una manera singular como lo es el matrimonio, lo cual es algo bueno y querido por
Dios.

No vale la pena entrar en el debate sobre la veracidad de la narración, es decir, intentar descubrir quien fue primero, el
hombre o la mujer. Lo que realmente importa es discernir qué el hombre y la mujer fueron dotados de la misma dignidad
(significado de la costilla), y que por tener la misma dignidad ambos son seres complementarios, y al descubrir esta
complementariedad, ambos están llamados a vivir en la unidad como Dios vive en la unidad (misterio de la Trinidad), porque
ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios.

– Gn 2, 25: El segundo relato de la creación concluye narrando que tanto el hombre como la mujer estaban desnudos y que
no había pena entre ellos. Este texto lo que pretende mostrar es que, Dios creó al ser humano bueno y perfecto, sin
corrupción, un ser libre de mancha, puro, totalmente libre de cualquier atadura. Ese es el significado de la desnudez que
narra la biblia. El autor utiliza la desnudez corporal, para referirse al mismo tiempo a un aspecto espiritual; es decir, el ser
humano se mostraba tal cual era ante su similar y ante Dios. Por eso la importancia de aspectos tan poco valorados hoy en
día como la virginidad, la castidad, la exclusividad de las relaciones sexuales para el matrimonio, la fidelidad, etc. Al vivir
estos aspectos no solo cumplimos el plan de Dios sino que nos revestimos de ese ser humano bueno y en busca de la
perfección, capaz de edificar su espíritu. Solo al vivir estos aspectos Dios alcanza a observar un poco de ese ser humano
que un día creó, que lucha por regresar a él, y que da su esfuerzo por serle agradable y cumplir su voluntad; porque la
desnudez que narra este versículo es la pureza con la Dios nos dotó en un inicio, y a la cual estamos llamados a regresar al
hacer operante en nosotros el plan de salvación en su Hijo, Jesús.

Habiendo terminado de sacar “algunas enseñanzas” de este segundo relato de la creación, dejo una invitación para que
puedas formar el hábito de leer las sagradas escrituras; porque al leer las sagradas escrituras no solo lees la historia de la
salvación, también aprendes sobre Dios, sobre su pedagogía, encuentras respuestas a las interrogantes más profundas
del ser humano. Ten presente que no puedes amar a quien no conoces y la manera de conocer a Dios es mediante la
lectura de la palabra. Pero también, no puedes amar con quien no hablas, y la oración es el único medio para hablar con
Dios.

En conclusión, ¿Quieres amar a Dios por sobre todas las cosas? Lee su palabra y ora, porque solo así sabrás cual es el
plan el que tiene para ti; y créeme, él no te va a decepcionar.

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