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LA DIVINA VOLUNTAD Y EL REINO DE DIOS
 
Jesús nos hace una solemne promesa en el «Padre Nuestro»  Nos promete el Reino de su Voluntad, y nos
aconseja pedir dicho Reino al Padre, asegurándonos que Él mismo se pone al frente de dicha petición.  Ésta
se encuentr a en el capítulo del 5/02/28 de los escrit os de Luisa Piccarr eta, donde dice lo siguiente:
 
"Hija mía, en cuanto Adán pecó Dios le hizo la promesa del futuro Redentor; pasaron siglos, pero la promesa
no vino a menos y las generaciones tuvieron el bien de la Redención.  Ahora, cuando vine del Cielo y formé el
reino de la Redención, antes de par tir al Cielo hice otr a promesa más solemne, la del r eino de mi V oluntad, y
ésta la hice en el Padre Nuestro, y para darle más valor y para obtenerlo más pronto, esta promesa formal
la hice en la solemnidad de mi oración, pidiendo al Padre que hiciera venir su reino, que es la Voluntad
Divina como en el Cielo así en la tierr a, y me puse Y o a la cabeza de esta plegaria , conociendo que tal er a su
Voluntad, y que rogado por Mí no me habría negado nada, mucho más que con su misma Voluntad Yo
rogaba y pedía una cosa querida por mi mismo Padre, y después de haber formado esta plegaria ante mi
Padre Celestial, seguro que me era concedido el Reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra, la enseñé a mi
apóstoles a fin de que la enseñaran a todo el mundo, para que uno fuera el grito de todos:  Hágase tu
Voluntad como en el Cielo así en la tierr a.”
 
Así que el Reino no es utopía, una cosa de la cual no se tenga la seguridad, la certeza de ello.  Es una
promesa de Jesús, y esta promesa está dando validez a las diferentes profecías que se encuentran en la
Sagrada Escritura, profecías acerca de él, de su establecimient o, y sobre todo, de los dones que dicho Reino
ha de traer.  Vendrá la hora de la paz y del perdón, vendrá la hora en la cual volveremos a hacer alianza con el
Señor Dios, después de haber permanecido durante siglos en manos de Satanás, alejados de nuestro
Creador y Padre.  Las palabras de Joel, Cap. II, V. 18 – 32, [1] no son dichas particularmente para un pueblo
determinado, son dichas para el pueblo de Dios, para el pueblo del único, verdadero, gran Rey, el pueblo del
Señor Dios nuestr o, Uno y Trino, Creador y Redentor del géner o humano:  La Iglesia [2]
Aquel periodo de bienestar del cual habla Joel, es el anticipado anuncio de lo que mucho tiempo después
profetizara San Juan en su Apocalipsis. [3]
Después de las guerras tremendas que Satanás habrá traído a la tierra a través de su mensajero de tinieblas,
vendrá el período de la tregua, en el cual Dios buscará atraernos, colmándonos con sus dones.  De dichos
dones, Isaías nos da una somer a semblanza:
 
ISAÍAS:  CAPITULO 65, V. 17 – 25.
“Porque he aquí que yo voy a crear nuevos cielos y nueva tierra, y de las cosas o tribulaciones primeras no se
hará más memoria, ni recuerdo alguno; sino que os alegraréis, y regocijaréis eternamente en aquellas cosas
que voy a crear; pues he aquí que yo formaré a Jerusalén, ciudad de júbilo, y a su pueblo, pueblo de alegría. Y
colocaré yo mis delicias en Jerusalén, y hallaré mi gozo en mi pueblo; nunca jamás se oirá en él la voz de
llanto, ni de lamento. No se verá más allí un niño que viva pocos días, ni anciano que no cumpla el tiempo
de su vida; pues el que morirá más niño, tendrá cien años, y el pecador o el que no viva cien años, será
reputado como maldito. Y edificarán casas, y las habitarán y plantarán viñas, y comerán de su fruto. No
acontecerá que ellos edifiquen, y sea otro el que habite; ni plantarán para que otro sea el que coma; pues
los días de mi pueblo serán duraderos como los días del árbol de la vida, y permanecer án largo tiempo las
obras de sus manos. No se fatigarán en vano mis escogidos, ni tendrán hijos que los conturben, porque
estirpe de benditos del Señor son, así ellos como sus nietos. Y antes que clamen, yo los oiré: Cuando estén
aún con la palabra en la boca otorgaré su petición. El lobo y el cordero pacerán juntos; el león, como el buey,
comerá heno; el alimento de la serpiente será el polvo; no habrá quien haga daño ni cause muerte en todo mi
santo monte, dice el Señor ”.
 
Estos dones serán nuestra dulzura, no conoceremos hambre, calamidades; nuestros cuerpos, pero más
nuestras almas, serán alimentados por su mano.  La tierra parecerá surgir como de una segunda Creación,
nueva en sentimientos, que serán de paz y concordia entre los pueblos, y de paz entre Cielo y tierra, porque
Él hará que se extienda sobre todos su Espíritu, que nos penetrará y nos dará la vista sobrenatural de los
decretos de Dios.  Será el Reino del Espíritu, el reino de Dios, aquél que pedimos en el Padre Nuestro, pero en
el que nunca reflexionamos.  Este Reino se desarrollará en nuestras almas, es aquí donde debe iniciarse su
Reino sobre la tierra.  Dios obrará todos los prodigios para atraer a Sí el mayor número de personas, porque
Él es el Dios de misericor dia, de perdón, y de un amor tan infinit o, que nunca lo llegar emos a compr ender.
 
Si analizamos detenidamente las palabras de las dos profecías mencionad as anteriormente, parecería un
cuento de hadas, un verdadero paraíso, realmente una nueva creación.  El pecado original fue el verdadero
causante de todos nuestros males sobre la tierra.  Debido a que Adán quiso hacer su voluntad, rechazó la de
Dios, la cual estaba constituida en el hombre como vida, pero además como depositaria de todos los dones
que se nos habían otorgado, como preservativo de todos los males, tanto espirituales, morales y físicos, o
sea en los tres estadios del hombre; una vez perdida esta Divina Voluntad, Adán no la pudo recuperar más,
por lo que tuvo que enfrentarse con una realidad que no había sido creada para él, una realidad de
corrupción, y no quiero decir que el mundo físico, externo, o sea toda la Creación sea donde esté la
corrupción, no, me refiero al mundo de corrupción de su verdadero y único enemigo, su propia voluntad, la
cual se pone en contra de Dios, y los resultados los vemos diariamente, no es necesario entrar en detalles. 
Desde Adán hasta la fecha, Dios ha ido formando un camino sobre el cual podemos acercarnos a Él, pero
siempre sujetos a las leyes naturales, pues seguimos gobernados por nuestra misma voluntad, que impide
que nos sea restituida la Divina, razón por la cual las promesas de ese paraíso mencionado como la venida
del Reino, nos suenen a una realidad alegórica; aunado a que el Reino que esperamos, enseñado por la
Iglesia, es en la vida futura, en el Cielo, pues hemos dado como realidad, el que el Reino de la Redención es
el único que se llevará a cabo sobre esta tierra, no otro, y para prueba basta el siguiente artículo del
Catecismo de la Iglesia Católica:  (677)  La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última
Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará,
por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por
una victoria de Dios sobre el último desencadenamient o del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde
el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio
final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).
 
Así las cosas, cabría preguntar:  ¿Qué pasaría si le fuera dada nuevamente al hombre la Divina Voluntad? 
¿Las cosas seguirían igual?  Por supuesto que no, pues entonces el origen del mal, en cualquiera de sus
estadios, habría sido quitado, y no habiendo germen de mal, no sería remoto el que las palabras de las
profecías se llevaran a cabo al pie de la letra.  Así que si el hombre pudiera tener nuevamente la Divina
Voluntad como vida, como depositaria de los bienes que Dios sacó de Sí mismo para el hombre, y como
preservativo de los males, todo cambiaría.  ¿Hasta dónde?  Solamente Dios lo sabe, pero en los escritos
acerca de la Divina Voluntad nos da, además de la seguridad de que quiere otorgarnos nuevamente su
Voluntad, que quiere que Ésta reine en las almas, que podemos adquirir su Reino, nos habla también de los
bienes que esto traerá consigo; y con alegría constatamos que concuerda cien por ciento con lo dicho en la
Sagrada Escritura.  Tenemos entonces la plena seguridad de que este Reino es una realidad, y de que lo
podemos adquirir porque nos lo quiere dar, lo único que necesitamos es, actuar al contrario de Adán:  Él
renunció a la Voluntad Divina por hacer su propia voluntad, ahora nosotros debemos renunciar a la nuestra,
para hacer y vivir solamente de la Divin a.
 
Toca ahora el turno, habiendo hablado un poco del Reino, ver en qué consiste, qué beneficios traerá.  En
primerísimo lugar debemos hablar de la adquisición de la Vida Divina a través de la Divina Voluntad obrante
en nosotros, de la igualdad, tanto en Vida como en bienes con nuestro Creador, todo ello expresado a lo
largo de todos los escritos.  En segundo lugar trataremos de ver qué bienes traerá, y esa parte la dejamos en
manos de Jesús, poniendo los capítulos donde se habla de ello:
 
Octubre 22, 1926
 
Estaba pensando en el Santo Querer Divino y decía entre mí:  "¿Pero cuál será el gran bien de este Reino del
Fiat Supremo?"  Y Jesús como interrumpiendo mi pensamient o y como de prisa, se ha movido en mi interior
diciéndome:
 
"Hija mía, ¿cuál será el gran bien?  ¿Cuál será el gran bien?  El Reino de mi Fiat encerrará todos los bienes,
todos los milagros, los portentos más estrepitosos, más bien los sobrepasará a todos juntos, y si milagro
significa dar la vista a un ciego, enderezar a un cojo, sanar un enfermo, resucitar un muerto, etc., el Reino de
mi Voluntad tendrá el alimento preservativo, y cualquiera que entrará en él, no habrá ningún peligro de que
pueda permanecer ciego, cojo y enfermo, la muerte en el alma no tendrá más poder, y si lo tendrá sobre el
cuerpo, no será muerte, sino paso, y faltando el alimento de la culpa y la voluntad humana degradada que
produce la corrupción en los cuerpos, y estando el alimento preservativo de mi Voluntad, tampoco los
cuerpos estarán sujetos a descomponerse y a corromperse tan horriblemente de infundir temor aun a los
más fuertes, como es ahora, sino que quedarán compuestos en sus sepulcros esperando el día de la
resurrección de todos.  Entonces, ¿qué crees tú que sea más milagro, dar la vista a un pobre ciego,
enderezar a un cojo, sanar un enf ermo, o bien tener un medio pr eservativo para que el ojo no pier da jamás su
vista, que se camine siempre derecho, que se esté siempre sano?  Creo que sea más el milagro preservativo,
que el milagro después de sucedida la desventura.  Esta es la gran diferencia del Reino de la Redención y del
Reino del Fiat Supremo, en el primero fue milagro para los pobres desventurados, como lo es todavía ahora,
que yacen, quién en una desventura y quién en otra, y por eso Yo di el ejemplo también en lo exterior
haciendo tantas diferentes curaciones, que eran símbolo de las curaciones que Yo hacía en las almas, y que
fácilmente regresan a su enfermedad.  El segundo será milagro preservativo, porque mi Voluntad posee la
milagrosa potencia que quien se hace dominar por Ella no estará sujeto a ningún mal, por lo tanto no tendrá
ninguna necesidad de hacer milagros, porque los conservará siempre sanos, santos y bellos, dignos de
aquella belleza que salió de nuestr as manos creadoras al crear a la criatur a.”
 
“El Reino del Fiat Divino hará el gran milagro de desterrar todos los males, todas las miserias, todos los
temores, porque él no hará el milagro a tiempo y a circunstancia, sino que se mantendrá sobre sus hijos de
su reino con un acto de milagro continuado para preservarlos de cualquier mal y hacerlos distinguir como
hijos de su reino, esto en el alma, pero también en el cuerpo habrá muchas modificaciones, porque es
siempre la culpa el alimento de todos los males, y quitada la culpa faltará el alimento al mal, mucho más
que mi Voluntad y pecado no pueden existir juntos, por lo tanto también la naturaleza humana tendrá sus
benéficos ef ectos.”
 
+  +  +
 
Enero 28, 1927
 
Estaba toda abandonada en el Supremo Fiat siguiendo sus actos en la Creación, y mi dulce Jesús ha salido
de dentro de mi interior y me ha dicho:
 
"Hija mía, mira cómo es bello el orden del cielo, así cuando el Reino de la Divina Voluntad tenga su dominio
sobre la tierra en medio de las criaturas, también en la tierra habrá orden perfecto y bello.  Entonces tendré
tres reinos, uno en la patria celestial, otro en la Creación, y el tercero entre las criaturas, y uno será el eco del
otro, uno el reflejo del otro.  Todas las cosas creadas tienen su puesto de honor y mientras están todas
ordenadas y en armonía entre ellas, una no tiene necesidad de la otra, porque cada una no sólo abunda, sino
sobreabunda de los bienes con los que Dios las dotó al crearlas, porque habiendo sido creadas por un Ser
feliz y riquísimo, que con dar jamás vienen disminuidas sus riquezas, por eso todas las cosas creadas llevan
la marca de la felicidad y la abundancia de los bienes de su Creador.  Y así como todas las cosas creadas,
así los hijos del reino del Fiat Supremo, todos tendrán su puesto de honor, de decoro y de dominio, y
mientras poseerán el orden del cielo y estarán en perfecta armonía entre ellos, más que esferas celestes,
será tal y tanta la abundancia de los bienes que cada uno poseerá, que uno jamás tendrá necesidad del otro,
cada uno tendrá en sí la fuente de los bienes de su Creador y de su felicidad perenne.  Así que desterrada
será la pobreza, la infelicidad, las necesidades, los males de los hijos de mi Voluntad; no sería decoroso
para Ella, que es tan riquísima y feliz tener hijos que carecieran de alguna cosa y no gozaran toda la
opulencia de sus bienes que surgen continuamente ; ¿qué dirías tú si vieras al sol pobre de luz, que apenas
enviara algún tenue resplandor a la tierra?  ¿Si vieras un pedazo de cielo en algún punto, con alguna estrella
apenas, y todo el resto sin el encanto del cielo azul?  No dirías:  'Aquél que ha creado el sol no posee la
inmensidad de la luz que surge, y por eso sólo de algún pequeño resplandor hace alumbrar la tierra; no
posee la potencia para extender un cielo dondequiera y por eso un pedazo apenas ha extendido sobre
nuestra cabeza.'  Así que te habrías hecho el concepto de que Dios es pobre de luz, que no tiene potencia
para extender por todas partes las obras de sus manos creadoras.  En cambio al ver que el sol abunda tanto
de luz, que el cielo se extiende dondequiera, tú te convences que Dios es rico y posee la fuente de la luz, y
por eso nada ha perdido de su luz al abundar con tanta luz al sol, ni su potencia ha disminuido con extender
por todas partes el cielo.  Así si los hijos de mi Querer no abundaran de todo, se podrá decir que mi
Voluntad es pobre y no tiene Potencia de volver felices a los hijos de su Reino, lo que no será jamás.  Es
más, como éste será la imagen del Reino que mi Voluntad tiene en la Creación, así como el cielo se
extiende por dondequier a y abunda de estrellas, como el sol abunda de luz, el aire de pájaros, el mar de
peces, la tierra de plantas y de flores, así, haciendo eco a la Creación el Reino del Fiat Supremo, los hijos
de mi Reino serán felices y abundarán en todo, así que cada uno poseerá la plenitud de los bienes y plena
felicidad en el puesto en el cual el Querer Supremo los haya colocado, cualquiera que sea la condición y el
oficio que ocupar án, todos estarán felices de su suer te…”
 
Después, habiéndos e enterado el muy reverendo padre Di Francia que yo tenía fiebre, me mandó decir que si
tenía necesidad tomara lo que necesitara de su dinero que había depositado conmigo para una obra suya.  Y
mi amable Jesús al v enir, casi sonriend o me ha dicho:
 
"Hija mía, manda decir al padre a nombre mío, que Yo le agradezco y recompensar é la bondad de su corazón
por el cuidado que toma de ti, pero hazle saber que la hija de mi Querer no tiene necesidad de nada, que mi
Voluntad la abunda de todo, es más, Ella es celosa que otros pudieran ofrecerle alguna cosa, porque a su
hija quiere Ella darle todo, porque donde reina mi Querer Divino no hay temor de que los medios naturales,
la abundancia de los bienes puedan dañar, más bien, por cuantos más bienes tiene y abundancia goza, más
ve en ellos la Potencia, la Bondad, la riqueza del Fiat Supremo y todo lo convier te en oro purísimo de
Voluntad Divina, así que mi Voluntad, por cuanto más le da, tanto más se siente glorificada en desenvolver
su Vida en la criatur a, en ofrecer sus cosas a quien la hace dominar y r einar.”
 
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Enero 30, 1927
 
“Así como la natur aleza del sol es dar luz, la del agua quitar la sed, la del fuego calentar y conv ertir todo en
fuego, y si est o no hicieran perderían su naturaleza, así es natur aleza en mi V oluntad, que donde Ella r eina
hacer surgir la felicidad, la alegría, el par aíso; Voluntad de Dios e inf elicidad no existe, ni puede existir , o
bien no existe t oda su plenitud y por eso los ríos de la v oluntad humana forman las amar guras a las pobr es
criaturas.”
 
+  +  +
 
Nos queda por tratar un solo punto, punto por demás controversial, y en el que los estudiosos no se han
puesto de acuerdo, se trata del reinado de Cristo en la tierra durante 1000 años, acompañado por sus
ángeles, santos, y por todos aquellos que no sirvieron a la bestia.  Hay varios pasajes de la Biblia que hacen
mención de esto, pero el que lo menciona abiertamente es el capítulo 20 del Apocalipsis.  Sin querer entrar
en discusiones inútiles, simplemente vamos a poner algunas premisas, que por sí mismas serán suficientes
para dejar en claro este asunto, y tratar de encontrar una concordancia con los escritos de la Divina
Voluntad.
 
1.-  La primera la tomamos del Magisterio de la Iglesia Católica.  En el número 2296 se refiere a este punto
con las siguientes palabr as:
 
[Decreto del Santo Oficio, de 21 de julio de 1944]
2296.  En estos últimos tiempos se ha preguntado más de una vez a esta Suprema Sagrada Congregación
del Santo Oficio qué haya de sentirse del sistema del milenarismo mitigado, es decir, del que enseña que
Cristo Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir visiblemente
para reinar en la tierr a.
Respuesta:  El sistema del milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad.
De la presencia de Crist o en los mister ios de la Iglesia
[De la Encíclica Mediat or Dei, de 20 de no viembre de 1947]
 
2.- En el Catecismo, en el número 676, dice:  Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo
cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse
sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha
rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (581), sobre todo bajo la forma
política de un mesianismo secularizad o, «intrínsecamente perverso» (582). (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris"
que condena el "falso misticismo " de esta "falsificación de la r edención de los humildes"; GS 20-21).
 
Estas dos citas dejan muy clara la postura de la Iglesia acerca de la presencia de Jesús en la tierra para
reinar durante un lapso de tiempo.  Es muy nítido que visto con ojos de voluntad humana, es absolutamente
inadmisible dicha posibilidad, no habiendo fundament o para apoyarla.  Debemos decir que los puntos
principales son que vemos a un Jesús corporal nuevamente sobre la tierra, compar tiendo con sus íntimos y
rigiendo «políticam ente» las naciones, aunado al encadenamient o de Satanás, lo cual también es
inadmisible, pues esto daría como consecuencia que el hombre no sería tentado por el enemigo, quitándole
la posibilidad de adquirir méritos a través de la prueba, que todos tenemos, desde Adán, incluso Jesús
mismo la tuv o.
 
3.- Si viéramos las cosas con mirada de Voluntad Divina, veríamos a un Jesús triunfante (sobre la voluntad
humana), estableciendo su reino en la tierra (del hombre, no globo terráqueo), y presentándose en cada uno
de aquellos que permitan a la Div. Voluntad formar la Vida de Jesús en su alma; así que Él estaría más que
presente en este mundo, en la persona de cada uno de aquellos que vivan en el Reino de su Querer, estaría
actuante, dirigiendo a cada alma, por lo que sería realmente un Rey, pues Rey y Creador significa extender la
propia vida, que los seres creados y los súbditos vivan de la misma vida del Creador y del Rey.  Satanás
atado, con esta perspectiva, resulta muy comprensible; no es atado y arrojado al abismo, sino que es una
manera alegórica de representarlo, pues ante una criatura en la que reina la Divina Voluntad, es
absolutamente un lisiado, sin poder causar ningún daño, al igual que en nuestra Madre Santísima, y en
Jesús.  Así que resulta muy fácil el entender que sí es verdad lo que está en las profecías, pero al mismo
tiempo ver que es una manera de representar físicamente una realidad espiritual, que va mucho más allá de
lo material, y que resulta también mucho más congruente con Dios, sobre todo por la parte de amor, gloria,
honor, reconocimient o, agradecimient o, etc., que podría r escatar de sus criatur as.
 
4.- Respecto al tiempo.  Sabemos que Dios usa los números de una manera figurativa, baste decir que los
mil años representan una cantidad de tiempo x, y que realmente no importaría si es un día (mil años ante Ti
son como un día), o son realmente los mil años en función de calendario.  Muy importante poner las
palabras de Jesús dichas a Luisa acerca del tiempo de reinado de su Voluntad, aclarando solamente que,
debemos entender que su Voluntad reina, aunque velada e incompletamente, desde la Redención, así que
hay dos posibilidades:  O contamos el tiempo de la Redención en adelante, o lo cronometramos a partir del
establecimient o del Reino de su Voluntad obrante, el cual se establece a partir de la muerte de Luisa; yo, en
lo particular, basándome en este mismo fragmento que pongo a continuació n, infiero que se debe contar a
partir de la Redención.  Ahor a veamos el mencionado capítulo:
 
Septiembre 8, 1927
 
“Hija mía, el númer o de cuarenta días d e mi vida aquí abajo es simbólico y significativ o.  Cuarenta días desde
que nací quise estar en la gruta de Belén, símbolo de mi Voluntad Divina que mientras estaba en medio de
las criaturas, estaba como escondida y fuera de la ciudad de sus almas, y Yo para reparar los cuarenta siglos
de voluntad humana, quise estar por cuarenta días fuera de la ciudad en una vil choza a llorar, gemir y orar,
para llamar de nuevo mi Voluntad Divina a la ciudad de las almas para darle su dominio, y después de
cuarenta días salí para presentarme al templo y revelarme al santo anciano Simeón.  Era la primera ciudad
que llamaba al conocimient o de mi Reino, y fue tanta su alegría que cerró los ojos a la tierra para abrirlos a
la eternidad.  Cuarenta estuve en el desierto, y después, súbito hice mi vida pública para dar a las criaturas
los remedios y los medios para alcanzar el Reino de mi Querer.  Cuarenta días quise estar sobre la tierra
después de mi Resurrección para confirmar el reino del Fiat Divino y sus cuarenta siglos de reino que debía
poseer.”
 
Fiat
Salvador

[1]
18. El Señor mir a con ar diente amor a su tierr a, y ha p erdonado a su pueblo. 19. Y ha hablado el Señor , y ha dicho a su pueblo: Y o os enviar é trigo,
y vino, y aceite, y ser éis abastecidos de ello, y nunca m ás permitir é que seáis el escarnio de las naciones. 20. Y arr ojaré lejos de v osotros a aquel
enemigo que vino del septentrión, y lo echar é a un pa ís despoblado y desier to, su vanguardia hacia el mar de oriente; y la r etaguardia hacia el mar
más distante; y allí se pudrir á y despedir á fétido olor por haber obr ado con tanta soberbia. 21. No tienes y a que temer , ¡oh tierr a de Judá!, Gó zate y
alégrate, porque el Señor ha obr ado grandes mar avillas a fa vor tuyo. 22. Vosotros, ¡oh animales del campo !, no temáis y a; porque las campiñas del
desier to van a cubrirse de hierba, dar án su frut o los árboles, los higuer ales y las viñas han br otado con t odo vigor. 23. Y v osotros, ¡oh hijos de Sión!,
gozaos y alegr aos en el Señor Dios vuestr o, porque os ha dado que naz ca de vosotros el maestr o de la justicia o santidad, y os enviar á las lluvias de
otoño y de prima vera como antiguamente. 24. Y se lle narán de trigo las er as, y los lagar es o prensas rebosarán de vino y de aceite. 25. Y
compensar é los años estériles que ocasionó la lango sta, el pulgón, la r oya, y la oruga, terribles ejér citos que envié contr a vosotros. 26. Y comer éis
abundantemente hasta saciar os del todo, y bendecir éis el Nombr e del Señor Dios vuestr o, que ha hecho a favor de vosotros cosas tan admir ables; y
nunca jamás ser á confundido mi pueblo. 27. Y conoc eréis que y o resido en medio de Isr ael, y que y o soy el Señor Dios vuestr o, y que no ha y otro
sino yo; y jamás v olverá a ser confundido el pueblo mío. 28. Y después de est o suceder á que derr amaré yo mi espíritu divino sobr e toda clase de
hombres; y profetizarán vuestr os hijos y vuestr as hijas; vuestr os ancianos tendr án sueños misteriosos, y tendr án visiones vuestr os jóvenes. 29. Y
aun también sobr e mis sier vos y sier vas derramaré en aquellos días mi espíritu. 30. Y har é aparecer prodigios en el cielo y sobr e la tierra, sangr e, y
fuego, y t orbellinos de humo. 31. El sol se conv ertirá en tinieblas, y la luna en sangr e, antes de la llegada de aquel gr ande y espant oso día del Señor .
32. Y suceder á que cualquier a que inv ocare el Nombr e del Señor, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén hallar án la salv ación, como ha
dicho el Señor , los restos del pueblo de Judá; los cua les serán llamados por el Señor a su pueblo escogido.
[2]
  Iglesia, del griego ekkaleo = elegir , apar tar.  Significa una congr egación de hombr es apar tados, entr esacados de la gr an muchedumbr e.  De ahí
que se llama a los fieles de la Iglesia “los elegidos” (DRAE)
[3]
Apoc. Cap. 21
1. Y vi un cielo nuevo y tierr a nueva; porque el primer cielo y la primer a tierra desaparecieron; y y a no había mar. 2. Ahor a, pues, yo,
Juan, vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descender del cielo por la mano de Dios, compuesta, como una novia engalanada par a su
esposo. 3. Y oí una voz gr ande que venía del trono, y decía: V ed aquí el T abernáculo de Dios entre los hombres, y el Señor mor ará con
ellos. Y ellos ser án su pueblo, y el mismo Dios habitando en medio de ellos ser á su Dios.  4. Y Dios enjugar á de sus ojos todas las lágrimas;
y no habr á ya muerte, ni llanto, ni alarido, ni habr á más dolor, porque las cosas de antes son pasadas. 5. Y dijo el que estaba sentado en el
solio: He aquí que renuevo todas las cosas. Y me dijo a  mí: Escribe, porque todas estas palabr as son dignísimas de fe y verdader as. 6. Y me
dijo: Hecho está. Y o soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todo. Al sediento yo le daré de be ber gratuitamente, o sin interés, de la
fuente del agua de la vida. 7. El que venciere poseer á todas estas cosas, y yo seré su Dios, y él ser á mi hijo.
22. Y yo no vi templo en ella; por cuant o el Señor Dios omnipotente es su templo, con el Cor dero. 23. Y la c iudad no necesita sol ni luna que
alumbren en ella; por que la claridad de Dios la tiene iluminada, y su lumbr era es el Cor dero. 24. Y a la luz d e ella andar án las gentes; y los r eyes de la
tierra llevarán a ella su gloria y su majestad. 25. Y sus puer tas no se cerr arán al fin de cada día, por que no habr á allí noche. 26. Y en ella se
introducirá, y vendrá a parar, la gloria y la honr a de las naciones.
 
 

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