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LOS PORROS

Origen
En los años 50, el deporte masivo más popular en la Ciudad de México –después del box y la lucha libre– era el futbol
americano, el cual era amenizado por grupos de estudiantes agrupados en porras.
Así, las porras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) eran
grandes organizaciones que tenían un importante poder de convocatoria entre los estudiantes, por lo que reunían a cientos de
jóvenes durante los partidos y otros eventos organizados al interior de las escuelas.
Pero, aprovechando esa situación, los líderes de algunos de los grupos de choque que operaban dentro y fuera de esas
instituciones educativas con fines políticos e ideológicos (como quitar o poner rectores, “perseguir al Comunismo” o
“romper huelgas”) desde varios años atrás, reclutaron a muchos de los jóvenes de esas porras a inicios de los 60, por lo que
en el lenguaje popular, haciendo un juego con la palabra “porra”, se les empezó a conocer como “porros”.
Otra versión dice que la palabra “porros” también proviene de una descomposición del grito deportivo de los estudiantes del
Politécnico: “A la cachi cachi porra”.
Pero los “porros” no nacieron en los 60, sino varios años atrás. En México, desde tiempos del Porfiriato, era común que
los gobiernos, los caciques y otros personajes e instituciones poderosas tuvieran grupos de choque para contener
movimientos sociales –como las huelgas–, los cuales estaban integrados, básicamente, por personas infiltradas o que
pertenecían al mismo grupo que estaba inconforme, pero que los poderosos “compraban” para obtener información o apagar
la protesta desde adentro.
En 1924, el entonces presidente Plutarco Elías Calles, nombró como rector de la Universidad al Médico Alfonso Pruneda,
quien permaneciera en el cargo hasta 1928, año en el que formó un grupo para vigilar y controlar a los estudiantes
universitarios. En el México posrevolucionario, se vivían tiempos en los que se creía que una de las grandes amenazas del
país –y del mundo– era el Comunismo, por lo que al interior de la Universidad hubo grupos que se dedicaban a frenarlo a toda
costa.
Durante la Guerra Cristera se creó una asociación llamada Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), la cual se
contraponía al interior de la Universidad a diversos grupos, como uno que encabezaba Vicente Lombardo Toledano, un filósofo
marxista iniciador de las sociedades estudiantiles un par de décadas atrás (después hizo una importante carrera política,
sindical y literaria).
Él impulsaba el pensamiento socialista al interior de la Universidad, lo cual era contrario a la postura del filósofo cristiano –y
exrector– Antonio Caso, que era un personaje importante al interior de esta institución.
Ante esto, en septiembre de 1933, ambos filósofos sostuvieron un legendario debate sobre cuál debería ser el carácter y la
misión de la universidad. Mientras Lombardo Toledano defendía la visión marxista de compromiso social e ideológico, Caso
impulsaba la visión humanista y liberal. Al final, las crónicas registran que Lombardo Toledano presentó mejores argumentos,
lo cual no gustó a la UNEC, la cual usó a su grupo de choque, llamado “Los Conejos”, para expulsarlo de la Universidad.
“Los Conejos” era un agresivo grupo de estudiantes de origen cristiano cuya misión era impedir “que la Universidad
cayera en manos del Comunismo”; poco a poco, sus integrantes conquistaban posiciones en las sociedades de alumnos y
espacios políticos para obtener más influencia y poder.
Este grupo tenía varias divisiones, como la cultural y la política, pero la que obtuvo más fuerza fue la deportiva, la cual, años
después, recibió apoyo de la Universidad para tomar entrenamiento militar deportivo.
Estos jóvenes, según escribió José Agustín en “Tragicomedia Mexicana: La Vida en México de 1940 a 1970”, recibían
dinero de funcionarios universitarios o del gobierno “para romper auténticos movimientos estudiantiles mediante la brutalidad y
la barbarie”. Fueron estos grupos de jóvenes fornidos, deportistas y con entrenamiento militar los que pasaron, de ser porros,
a integrar grupos más “especializados”, como “los halcones”, que jugaron un papel importante en las represiones estudiantiles
de 1968 y 1971.
Todos estos son los antecedentes de los que después se conocerían como “porros” y que llegaron a tener un importante poder
económico y político, especialmente al ser respaldados por partidos políticos, gobiernos, autoridades universitarias y todo tipo
de mejores postores.
DESARROLLO
Los grupos porriles han amedrentado por décadas a la comunidad estudiantil del país y así lo consigna la investigación
‘Violencia y porrismo en la educación superior en México’, de Imanol Ordorika, miembro del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM.

De acuerdo con Ordorika, en la década de 1930 —luego de que la Universidad Nacional lograra la autonomía— los
estudiantes se dividieron en bandos profundamente confrontados por las políticas educativas del régimen de la Revolución
Mexicana y el proyecto de educación socialista.

La investigación refiere que, desde las primeras administraciones de la UNAM y de otras instituciones de educación superior,
se promovió una práctica sistemática de violencia, amedrentamiento y exclusión a partir de sus grupos estudiantiles.

Ordorika destaca que los estudiantes mexicanos se interesaron verdaderamente en la política con la inauguración de la UNAM
y, con ello, nacieron también las primeras disputas ideológicas.

A finales de la década de 1940, esas confrontaciones ideológicas dieron paso a una etapa de descomposición que fue
motivando a la violencia armada en los campus por parte de pandillas estrechamente vinculadas a grupos políticos y que se
convirtieron en el brazo armado de autoridades universitarias, sentando las bases de la institucionalización, y años después,
del fenómeno denominado "porrismo".

Desde entonces, el porrismo está ligado estrechamente al fin explícito de controlar, golpear, anular, debilitar o, en su defecto,
exterminar el movimiento estudiantil popular.

Estudiantes del CCH Azcapotzalco fueron a CU a exigir pacíficamente la extinción de los grupos porriles en la institución y
fueron atacados por grupos de choque. Lanzaron bombas molotov, petardos, piedras y tubos metálicos. Porros amenazaron a
reporteros que cubrían los hechos.

En las preparatorias nacionales y Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM, así como en algunas facultades
como Derecho y Contaduría de esa y otras universidades.

Ordorika señala que entre 2003 y 2005 recrudecieron la presencia de porros y los ataques en diferentes escuelas y facultades
del país.
ACTIVIDADES RECIENTES
Durante el movimiento estudiantil de 1968, que terminó con la matanza de manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas,
en Tlatelolco, algunos grupos de porros se unieron a las protestas y otros fueron utilizados para controlarlas.

Sin embargo, tras esos hechos, los grupos de porros se institucionalizaron al interior de diversas universidades públicas del
país, como la Universidad Autónoma de Guadalajara, la Universidad Veracruzana, la Universidad Autónoma Chapingo, la
Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la Universidad de
Sonora y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, además de diversas preparatorias y escuelas técnicas.

Los porros ya no eran solamente estudiantes, sino que en esos grupos había también golpeadores profesionales, “fósiles”
(alumnos que llevan varios años en una universidad sin culminar sus estudios) y pandilleros entre sus filas.

En la década de los 70, jugaron un papel importante en hechos como “La Guerra Sucia”, que fue el nombre que recibió la
represión militar y política llevada a cabo de parte del gobierno para eliminar a todos aquellos que consideraba como
movimientos de oposición política y armada contra el Estado mexicano.

En los 80, los porros participaban ya no solamente en temas relacionados con las universidades, sino para disolver cualquier
movimiento político y en general cualquier disturbio que les diera cabida y en el que, por supuesto, hubiera alguien dispuesto a
financiar su participación. También solían arruinar partidos de futbol americano estudiantil e irrumpir en comercios.

La sombra del 68 y los nuevos tiempos hicieron que en los últimos años del siglo 20 la utilización de los grupos de porros fuera
menos violenta y descarada que un par de décadas atrás, así que tuvieron una más “discreta” participación en importantes
movimientos estudiantiles, como los de 1987, 1992 y 1999.

Este año 2018


El pasado lunes 3 de septiembre, se registró un enfrentamiento entre presuntos porros y estudiantes del Colegio de Ciencias
y Humanidades (CCH) Azcapotzalco frente a la explanada de la Torre de Rectoría de la UNAM, en Ciudad Universitaria,
que dejó un saldo de al menos 14 lesionados, cuatro de ellos de gravedad.

Los hechos se dieron durante una protesta pacífica de estudiantes que exigían la expulsión de grupos de porros de las
instalaciones del CCH Azcapotzalco y, de acuerdo con testigos y evidencias en video, arribaron alrededor de 150 personas
para agredir a los manifestantes.

Este enfrentamiento con piedras, botellas, tubos, petardos y bombas molotov es el más importante registrado en los últimos 18
años en instalaciones de la Máxima Casa de Estudios y revive un tema añejo en México: los porros.

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