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PERSPECTIVAS SOCIOFILOSOFICAS

3º EVALUATIVO PARCIAL

COMISIÓN: SERBALI

INTEGRANTES
MILANO TOMÁS
BORDATO FEDERICO
MONACO JUAN MANUEL
ANALISIS DE LA TELEVISIÓN A PARTIR DE LOS TEXTOS DE T. ADORNO Y P. BOURDIEU

Theodor Adorno (1903 – 1969) y Pierre Bourdieu (1930 – 2002) analizan desde sus
propias perspectivas a la televisión como medio de masas.

Adorno fue un integrante de la Escuela de Frankfurt, esta escuela tiene como base la
teoría de Marx y Freud, y se dedicó a estudiar el fenómeno que denominaron industria
cultural. Bourdieu fue un sociólogo, antropólogo y filósofo francés, y definió el mismo
su modelo sociológico como “constructivismo estructuralista”.

Bourdieu realizó unos programas en el ciclo de conferencias dadas en el Collage de


France el 18 de marzo de 1996, donde desarrolló sus conceptos sobre la televisión.
Hizo un recorrido histórico sosteniendo que en los años cincuenta la gente de la
televisión estaba doblemente dominada: en primer lugar porque estaba dominada
desde el punto de vista cultural, simbólico, del prestigio, y además estaba dominada
económicamente en la medida que dependía de las subvenciones del Estado; lo que le
restaba eficiencia y poder. Con el paso de los años esta relación se invirtió por
completo y la televisión tendió a volverse dominante económica y simbólicamente.

En “La televisión como ideología” (1969) Adorno analiza las producciones televisivas
para caracterizar al medio. “Para señalar como esos programas afectan a sus
espectadores, corresponde recordar el conocido concepto de multiplicidad de estratos
estéticos: el hecho de que ninguna obra de arte comunica de manera univoca y de por
si su contenido.” Destaca el grado de estandarización de toda la producción, así como
una uniformidad que se da en todos los manuscritos por él analizados.

Para Adorno sería demasiado optimista creer que la falta de riqueza estética ha sido
reemplazada por la claridad informatoria. Más bien habría que decir que esa
ambigüedad estética, o sus formas decadentes, es utilizada para sus propios fines por
los productores. Afirma que las obras presentan al espectador varios estratos
psicológicamente superpuestos, que recíprocamente se influyen, para obtener una
meta única y racional para el promotor: el acrecentamiento del conformismo del
espectador y las fortificaciones del status quo.
También destaca que se lanzan contra el espectador mensajes abiertos o encubiertos.
El mensaje oculto se encuentra en la visión que el libreto da de personas, seduciendo
al público para que también las vea del mismo modo, sin advertirlo.Se hace patente el
mensaje oculto de la pieza, en oposición al expreso. Hacia afuera, trata de
representaciones psicodinámicas; se limita a una psicología convencional, en blanco y
negro, según la cual las características de los individuos ya están dadas de una vez para
siempre y, como propiedades físicas, no se modifican sino que solo se revelan
oportunamente.
Bourdieu desarrolla el concepto de violencia simbólica de la televisión, que se
produce a través de una serie de mecanismos. “La violencia simbólica es una violencia
que se ejerce con la complicidad tácita de quienes la padecen y la practican, en la
medida en que estos no son conscientes de padecerla o practicarla.”
Una parte de la acción simbólica consiste en llamar la atención sobre unos hechos que
por su naturaleza pueden interesar a todo el mundo, de los que cabe decir que son
para todos los gustos. Se tratan de hechos que no dividen, que crean consenso, pero
que por su propia naturaleza no tocan nada importante.

Adorno destaca el pseudorrealismo que el sistema requiere, que llena la vida de un


sentido falso, cuya falsedad el espectador difícilmente puede percibir.“Nada más
engañoso que cuando la televisión pretende hacer hablar a los hombres como en
realidad hablan.”
Bourdieu a su vez afirma que la televisión, que pretende ser un instrumento que
refleja la realidad, acaba convirtiéndose en instrumento que crea la realidad.La crónica
de sucesos ocupa tiempo, un tiempo que podría emplearse para decir otra cosa. Y si se
emplean unos minutos tan valiosos para decir unas cosas tan fútiles, tiene que ser
porque esas cosas tan fútiles son en realidad muy importante, en la medida en que
ocultan otras cosas valiosas. Al privilegiar los sucesos y llenar ese tiempo tan escaso de
vacío, se dejan de lado las noticias pertinentes que debería conocer el ciudadano para
ejercer sus derechos democráticos. La televisión puede ocultar mostrando. Lo hace
cuando muestra algo distinto de lo que tendría que mostrar, o cuando muestra lo que
debe pero de tal forma que hace que pase inadvertido o que parezca insignificante.

Adorno habla de una necesidad dramática de concentrar en una media hora


prolongados procesos psicodinámicos, cuya discusión no podrían tolerar los
productores, y que armoniza demasiado bien con la distorsión ideológica que es
servida por la pieza.
Para Bourdieu la televisión incita a la dramatización, en un doble sentido: escenifica
en imágenes un acontecimiento y exagera su importancia, su gravedad, así como su
carácter dramático, trágico.Los periodistas se interesan por lo excepcional, por lo que
es excepcional para ellos. Lo extraordinario es también lo que no es cotidiano en
relación con los demás periódicos. Se trata de una coerción terrible: la que impone la
búsqueda de la primicia informativa, de la exclusiva. Esto desemboca en la
uniformización y la banalización.

Bourdieu destaca un mecanismo de circulación circular de información. “Lo más


determinante de la información, es decir esa información sobre la información que
permite decidir que es importante, que merecer ser transmitido, procede en gran
parte de otros informadores. Lo que conduce a una especie de nivelación, de
homogenización de las jerarquías y de su importancia.”
También afirma queimpera una mentalidad de índices de audiencia. El índice de
audiencia es la medición del número de espectadores que sintonizan cada cadena, y
este índice permite un conocimiento de lo que funciona y lo que no funciona. En todas
partes se piensa en términos de éxito comercial, que se impone sobre las producciones
culturales. Estos índices ejercen una mayor presión de la urgencia. La competencia
entre los periódicos, la televisión y las cadenas de televisión adquiere una forma de
rivalidad temporal por la primicia informativa, por ser el primero.

Para Adorno la industria de la cultura se encuentra demasiado fundamentalmente


comprometida con intereses más poderosos como para que los esfuerzos honestos
que se efectúen en sus terrenos puedan llevar muy lejos. “No aterra a la industria de la
cultura el que nada en sus productos pueda tomarse en serio, salvo como mercadería y
entretenimiento, de ello ha hecho parte de su ideología.”
Bourdieu describe a la televisión como un instrumento de comunicación muy poco
autónomo sobre el que recae una serie de constreñimientos originados por las
relaciones sociales entre los periodistas, relaciones de competencia pero que son
también relaciones de connivencia, de complicidad objetiva. La televisión está más
sometida que cualquier otro universo de producción cultural a la presión comercial, a
través de los índices de audiencias. “La televisión es un universo en el que se tiene la
impresión de que los agentes sociales, por más que aparenten importancia, libertad,
autonomía, son títeres de unas exigencias que hay que describir, de una estructura
que hay que sacar a la luz.”

El acceso a la televisión tiene como contrapartida una formidable censura, una pérdida
de autonomía que está ligada, entre otras cosas a que el tema es impuesto, a que las
condiciones de las comunicaciones son impuestas, y sobre todo a que la limitación del
tiempo impone al discurso tantos obstáculos que resulta poco probable que pueda
decirse algo.La gente se deja llevar por una forma consciente o inconsciente de
autocensura, sin que haya necesidad de recurrir al orden. Tampoco hay que olvidar las
censuras económicas. Lo que pesa sobre la televisión es la coerción económica. Pero
no debe limitarse solo a eso, como tampoco conviene olvidarlo.
Las censuras se ejercen a través de mecanismos anónimos e invisibles, y hacen que la
televisión sea un colosal instrumento de mantenimiento del orden simbólico.Cuanto
más se avanza en el análisis de un medio más obligado se ve uno a liberar a los
individuos de su responsabilidad, y cuanto mejor se entiende cómo funciona más se
comprende también que las personas que intervienen en él son tan manipuladoras
como manipuladas. Incluso manipulan más cuando más manipuladas están y más
conscientes son de estarlo.

Adorno dice: “En innumerables oportunidades demuestra el esquema de la televisión


su lealtad al clima internacional de anti-intelectualismo.”
Para Bourdieu, el fenómeno más importante de la televisión es la extensión
extraordinaria de su influencia sobre el conjunto de las actividades de producción
cultural, incluidas las artísticas y científicas. En la actualidad ha llevado a su extremo, a
su límite, una contradicción que atormenta a todos los universos de producción
cultural. Contradicción entre las condiciones económicas y sociales en las que hay que
estar situados para poder producir un determinado tipo de obras; y por otra parte, las
condiciones sociales de transmisión de los productos obtenidos en tales condiciones.
“La televisión pone en muy serio peligro las esferas de la producción cultural: arte,
literatura, ciencia, filosofía, derecho; pone en un peligro no menor la política y la
democracia.” “Se intenta una personalización infantil de la política” en palabras de
Adorno.

Bourdieu sostiene que la televisión privilegia cierto número de fastthinkersque


proponen fastfoodcultural:alimento cultural predigerido, prepensado. “No solo porque
cada cadena tiene un panel de expertos; hay también serviciales bustos parlantes que
eximen de la necesidad de buscar a alguien que tenga verdaderamente algo para
decir.”

Ademas, afirma que por su extensión, por su peso extraordinario, la televisión produce
unos efectos absolutamente inéditos. Si un medio de estas características suministra
una información para todos los gustos, sin asperezas, homogenizada, cabe imaginarse
los efectos políticos y culturales que de ellos puede resultar. Cuanto más se extiende
su difusión, más se orienta hacia los temas para todos los gustos, que no plantean
problemas.

Adorno insiste en que “es mucho más importante tomar conciencia del carácter
ideológico de la televisión, y ello no solo por parte de los que están del lado de la
producción, sino sobre todo por parte del público”.
Y Bourdieu sostiene que “se puede y debe luchar contra los índices de audiencia en
nombre de la democracia”. “La televisión gobernada por los índices de audiencia
contribuye a que pesen sobre el consumidor las imposiciones del mercado, que nada
tiene que ver con la expresión democrática de una opinión colectiva ilustrada, de una
razón pública.”

BIBLIOGRAFÍA
Pierre Bourdieu “Sobre la televisión” (1996)
Theodor Adorno “La televisión como ideología” en Intervenciones. Nueve modelos de crítica. (1969)

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