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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE

ENTRE RÍOS

Facultad de Humanidades,
Artes y Ciencias Sociales.

Carrera: Profesorado en Historia.

Materia: Historia Argentina I

Trabajo Práctico

Docentes: Gatti, Verónica


Pressel, Griselda

Comisión: única

Alumno: Rodrigo Frías

Fecha de entrega: 13 de agosto

Fecha de entrega de
la corección: 24 de Septiembre

0
1) A partir de la lectura sobre los textos de Alejandro Cattaruzza y de
Fernando Devoto y Nora Pagano, identifique sobre el revisionismo
histórico y la nueva producción historiográfica: autores, temáticas y
lugares de producción. Identifique una problemática de interés del campo
historiográfico, ubíquela en el tiempo y espacio de producción.

A manera de introducción, voy a tratar de aproximarme a una definición de


“revisionismo histórico”; según Halperín Donghi es “una empresa historiográfica
y política”, para Diana Quattrocchi es “la instalación del debate sobre Rosas en
la sociedad Argentina”, mientras que para Carlos Rama se trata de “la
consolidación de opciones ideológicas y políticas nacionalistas en
Latinoamérica, aplicadas al análisis del pasado”.

Si tomamos al revisionismo histórico como movimiento intelectual, como una


corriente historiográfica, destinada a rever y reformular la historia y a la vez,
como una escuela con una ideología particular, o una nueva perspectiva de la
historia, destacada visión de la historia, que desechó a los intelectuales con la
imputación de extranjerizantes, que acusó de todos los males nacionales a
Gran Bretaña, y que se tornó aún más compleja de la mano del peronismo y de
las ideologías sostenidas por los militares golpistas, a punto tal de representar
una paradoja historiográfica pues, para el historiador, la escuela revisionista
triunfó allí donde la acción política del nacionalismo fracasó.
Algunos de sus seguidores lograron consagrarse, como destacados
historiadores dentro de la academia.
Esta forma de hacer historia política y cultural, se agota a principios de la
década del 90’. Aunque no significa su muerte, sino que su escasa penetración
académica y su mínimo registro de los cambios históricos, no permitieron que
se hiciera oír como grupo.
Pero si nos remontamos de vuelta a sus orígenes, esta corriente, comienza a
desarrollarse con Adolfo Saldías, un liberal, que empezó a estudiar la historia
de forma minuciosa desde el año 1824.
Este autor, descubrió archivos y documentos de la época rosista, de allí,
publicó en 1881 su primera versión, la que luego en 1888 sería su obra
maestra: “Historia de la Confederación Argentina.”
Saldías, se reconocía a si mismo como un mitrista, luego de la publicación de
su obra, fue muy cuestionado por describir a la figura de Rosas como fuerte
defensor de la soberanía nacional. Sin embargo su corte liberal condenaba
ciertas políticas del gobierno de Rosas.
Más alla de esto, la introducción de la cuestión rosista no puede sostenerse
igual en todo el país (fenómeno porteño y totalmente urbano).
Hacia 1916, en Argentina a causa de la masiva inmigración, urgía la necesidad
de forjar un sentimiento nacionalista, en la elite social sobre todo en el año del
centenario, surge la idea de la lucha entre unitarios y federales, que debatían
propuestas que giraban alrededor de un modelo de país propuesto, pero la
actitud de unos sectores populares, en su gran mayoría inmigrantes, continúa
siendo un interrogante.

1
Durante la década del 30’, el revisionismo se encontraba en proceso de
construcción. Que como habíamos dicho, inicialmente echó raíces en la elite de
la Argentina moderna, una versión conservadora que identificaba a la
democracia política como un mal, un revisionismo que no veía al radicalismo
heredero del pensamiento unificador.
Aunque antes de la llegada al poder del radicalismo, había preocupación
porque en los espectáculos públicos, los niños reconocían y vitoreaban a
Garibaldi, pero así no a San Martín.
Durante la instauración de la república radical y la reinterpretación del debate
sobre Rosas, la corriente sigue vinculada a los grupos nacionalistas,
poseedores de las opiniones dominantes opositoras al gobierno de turno.
Durante esta etapa, tras la “gran crisis”, consecuencia de la caída de la bolsa
en Wall Street durante 1929, es imposible para Yrigoyen, mantener un espíritu
esperanzador, y sin mostrar habilidad para salir de la crisis, tras una serie de
atentados atribuidos al yrigoyenismo, se desencadena la intervención del
general José Félix Uriburu un 6 de septiembre de 1930, mediante un golpe de
estado.
Sin un intervalo de democracia entre 1930 y 1943, las fuerzas retoman el
poder.
Posteriormente, con la vuelta de la democracia y la significativa llegada del
peronismo al poder, en 1946, hubo un quiebre entre los dirigentes de diferentes
ideologías políticas, conservadores, socialistas, comunistas, radicales y
nacionalistas.
Este proceso fue observable de modo similar en los grupos intelectuales.
Durante este gobierno hubo vínculos con ciertos hombres del revisionismo
aunque el estado peronista no fue oficialmente revisionista, esto se refleja en
los manuales escolares, la conmemoración del año sanmartiniano, y los
nombres de los ferrocarriles nacionalizados por ejemplo.
La irrupción del peronismo, produjo entre 1945 y 1947, un fenómeno, donde
conservadores, socialistas, comunistas radicales y nacionalistas, adhirieron al
nuevo partido. Podemos ver que tanto en el peronismo como en el
revisionismo la precisión discursiva no lograba ser firme.
Los gobiernos, durante la primera presidencia de Perón, no necesariamente
mantuvieron una relación apacible con ciertos hombres del revisionismo.
“… si bien parecen indudables los vínculos que unían a ciertos militantes y agrupaciones del
peronismo con los hombres del revisionismo, resulta evidente que el estado peronista no fue
oficialmente revisionista”.
Según Alejandro Cattaruzza, mientras, el revisionismo se expandía, a través
del peronismo, que lo convertía en su interpretación oficial de la historia
nacional, se transformó así en un partidario más, se hizo oficial una historia
narrada por el partido mismo.
Ya entrando en la primera mitad de la década del 50’, la presencia nacionalista
comenzó a acrecentarse, mientras se desarrollaba el conflicto entre el gobierno
de Perón y la iglesia. El 16 de junio de 1955, Horas antes del bombardeo a
Plaza de Mayo (que dejó más de 300 muertos y 700 heridos), se sucedió la
quema de iglesias. Los grupos de derecha culparon a Perón.
Es así que tras el golpe que terminará con este gobierno, se encontrará a
hombres del revisionismo en ambos bandos.

2
Las editoriales como Theoría, Sudestada, Peña Lillo, Pampa y Cielo, Dictio,
Coyoacán y Octubre, conformaron la llamada izquierda nacional, desde allí se
hacían publicaciones como los trabajos de Jorge Abelardo Ramos, Arturo
Jauretche, Fermín Chávez, E. Atesano, José María Rosa (Historia Argentina,
1963), E. Palacio (La Historia Falsificada) y Hernández Arregui (¿Qué es el ser
nacional?, 1963).
Todos estos fenómenos, formaron parte de un proceso más amplio, que se
extendió hacia un período comprendido entre 1955 y 1975, desde una
apropiación de una lectura del pasado argentino propuesta por el peronismo.
Algunos profesores fueron expulsados de sus cátedras, y los libros fueron
nuevamente silenciados por la prensa.
Sin embargo, la nueva generación se ocupó de la apropiación y reformulación
parcial de la lectura propuesta por el peronismo.
Según las afirmaciones de José M. Rosa, el rosismo se había hecho popular y
por esto se inclinaba naturalmente al peronismo, pero eso disgustaba a los
nacionalistas antiperonistas adherentes al rosismo en tiempos de la elite. Como
consecuencia se procedió a cerrar el Instituto Juan Manuel de Rosas hacia
1978.
Finalmente durante la ultima dictadura militar, se señala el fracaso del
revisionismo para “imponer los centros del debate sobre el pasado nacional”.
Puede esto señalarse como consecuencia de la muerte de muchas figuras que
habían animado su prédica, principalmente la muerte del mismo José M. Rosa.
El último manotazo de ahogado que dio el revisionismo histórico, fue el retorno
de los restos de Rosas, que había sido uno de los primeros objetivos de los
revisionistas de la década del 30’, planteo que había surgido ya aún antes de
las instituciones más características. Pero todo se desencadenó en un clima de
bajo perfil mediático.
Finalmente en 1990 con la repatriación de los restos, apenas hubo repercusión
en los medios, a través de los suplementos culturales de algunos diarios.
Durante las casi cuatro décadas que abarca la historia del revisionismo
histórico, los polémicos revisionistas son a menudo despojados del circuito
académico. Tendencia visible, desde alrededor del año 1800.
Es por eso que el revisionismo, no se halla hoy en condiciones de participar en
las discusiones colectivas sobre el pasado nacional.
Podemos nombrar entre los autores más destacados de esta corriente a:
Tulio Halperín Donghi, Diana Quattrocchi, Carlos Rama, Carlos Pereyra,
Eduardo Luís Duhalde , Font Ezcurra, José M. Rosa (también conocido
como Pepe Rosa), Julio Irazusta, Astestano, Ortega Peña, Gonzalo
Cárdenas, Roberto Carri, y José Luís Romero.
Quienes entre otras cosas, fueron forjadores de la figura de caudillo de Rosas,
en ocasiones caracterizándolo como un “necesario dictador”, impulsor de
nuestra independencia económica.

Para Hablar ahora de la “nueva historia”, debemos comprender a esta corriente


como una nueva propuesta para tener otras ópticas de la historia. Pretendiendo
a la vez ser una contribución crítica de aquella historiográfica que se inicia en el
siglo XIX con los trabajos de Saldías. Estos nuevos historiadores, aspiran a
renovar aquella vieja historiografía presentando una visión compleja, rica en
sus tramas y en sus matices, nutriendo a la historia con aportes de otras
disciplinas.

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Uno de sus principales fundadores, Nicolás Sánchez Albornoz, de
procedencia española, e hijo de un destacado medievalista, llegó hasta las
costas de nuestro País en 1948, escapando del régimen fascista de Francisco
Franco. En su España natal había sido apresado en un campo de
concentración situado en “el valle de los caídos” 1, por participar en
manifestaciones estudiantiles en contra del gobierno de Franco.
Ya refugiado en Buenos Aires, luego de su exilio, Albornoz completó sus
estudios, que había comenzado en la Complutense de Madrid.
Hacia 1955 emprendió diferentes investigaciones en las más destacadas
Universidades de nuestro país situadas en la provincia de Buenos Aires (La
Plata y Bahía Blanca). Pero fue en la Universidad del Litoral, en la ciudad de
Rosario, donde se destacó por ser un notable impulsor de la “demografía
histórica”, o demografía retrospectiva, como se la conocía por aquel entonces.
Allí, los problemas de los renovadores no derivaban solo en la competencia de
otros grupos, sino de la limitada cantidad de recursos que poseían. Desde esta
ciudad, Albornoz, realizó su primera publicación, una breve e innovadora obra
bajo el título de “La crisis de subsistencia de España en el S. XIX”, editado por
el instituto de investigaciones históricas, en 1963.
Esta publicación se complementaba con un artículo publicado en la revista
“Anuario”, el mismo año.
Para la realización de esta obra, este autor tomaba algunas ideas desarrolladas
por Jean Meuvret, por quién había sido influido, en especial desde un artículo
publicado en la revista “Population”, en 1946.
Así es como Albornoz da inicio a una larga exploración sobre la demografía y
economía españolas del siglo XIX, estudios que hallan su punto culmine en
otra innovadora obra titulada “España hace un siglo: una economía dual”, en
1968.
En esta ocasión había sido inspirado por los estudios de Arthur Lewis por un
lado y Emilio Sereni, por el otro.
Esta nueva obra de Sánchez Albornoz, analizaba la historia económica de
España, donde un bloque, conformado por agricultores castellanos, y otro por
industriales catalanes, constituían las relaciones económico-políticas de la
España decimonónica. Este autor desde su exilio, nunca dejó de
comprometerse con los avatares españoles, desde distintos emprendimientos,
como por ejemplo, la editorial “Ruedo Ibérico”, donde fue co-fundador en París,
durante 1961.
El papel de este autor fue también muy importante para la creación de un grupo
de trabajo integrado entre otros por Dante Ruggeroni, Ofelia Cabañas y Beatriz
Rosini. Dicho grupo investigó la población del Valle de Santa María, que
comprende actualmente las provincias de Catamarca, Tucumán y Salta. El
análisis esta enmarcado en el período comprendido desde fines del siglo XVIII
hasta fines del siglo XIX.
Los trabajos sobre el Valle, abrían una línea de cooperación institucional entre
historiadores y antropólogos, que ya habían estado trabajando antes en esta
área geográfica desde la Facultad Rosarina y más allá de la arqueología y las

1
El Valle de los caídos es un monumento español construido entre 1940 y 1958, situado en el municipio de San
Lorenzo de el Escorial, comunidad de Madrid. Francisco Franco ordenó su construcción, y está enterrado allí, junto
a otros 33.872 combatientes de ambos bandos de la guerra civil española. Se construyó por presos a cambio de la
reducción en su condena.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Valle_de_los_Ca%C3%ADdos

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dimensiones demográficas, situaban las problemáticas desde las perspectivas
geográficas sociales y económicas.
En síntesis, se trataba de investigar desde muchos ángulos cada caso, y se
realizaban también diversas comparaciones entre las realidades existentes de
las diferentes provincias de la República Argentina.
Así en el contexto rosarino, surge un significativo grupo de jóvenes estudiosos,
cuya carrera emergente iba a ser demorada por las intervenciones
universitarias realizadas durante las dictaduras en Argentina.
La renovación sin embargo, se siguió dando por los muchos profesores que
viajaban semanalmente desde Buenos Aires, entre los cuales aparecen
nombres como: Haydeé Gorostegui, Reyna Pastor, o Roberto Cortés Conde.
Esta presencia renovadora comenzaba a expandirse hacia otros ámbitos del
litoral, y así es como llega hasta el Instituto Superior de Santa Fe, donde
enseñaban Sergio Bagú y sus dos entonces jóvenes colaboradores, Ezequiel
Gallo y Ernesto Laclau.
En la ciudad de Paraná, enseñaba otro egresado de Filosofía procedente de la
Facultad de Filosofía y letras de Rosario: José Carlos Chiaramonte.
Aunque no tuvo relación académica con la facultad, el hecho de haber
estudiado allí, de ser previamente profesor y vice director años más tarde y tras
haber residido en Rosario, lo ponía en una estrecha relación con esta
institución.
En su trayectoria intelectual, Chiaramonte había cursado sus estudios de
Filosofía, y también parcialmente había cursado Historia, en la misma facultad
rosarina, entre 1949 y 1956, año en que se graduó de la primera disciplina.
Fue miembro del Partido Comunista, donde comenzó a militar desde su ingreso
a la Facultad de Rosario, pero lentamente se fue alejando de las líneas de
dicho partido y también del aislamiento rosarino, tomó contacto con Buenos
Aires y a través de Héctor Agosti, conoce la obra de Antonio Gramsci. Así se
contacta con el grupo de jóvenes intelectuales reunidos en la revista “Nueva
Expresión”, donde participaban referentes de la renovación como Juan Carlos
Portantiero y Juan Gelman. Es en esta revista donde publicó uno de sus
primeros artículos sobre el pensamiento de Mayo.
La formación intelectual en el campo de la historia, fue para Chiaramonte de
carácter autodidacta, habiendo sido provisto de competencia cultural tras la
lectura de los clásicos del marxismo, como así también de los clásicos griegos
y romanos.
Era a su vez un fanático lector de revistas como “Societá” o “Il
Contemporaneo”, donde integrantes de la cultura comunista italiana, eran
innovadores en la apertura de ciertas dimensiones y espacios de debate.
Este interés por el campo cultural, lo llevó a vincularse tempranamente con un
grupo de escritores y poetas que vivían en la provincia de Santa Fe, entre los
cuales podemos mencionar a Juan L. Ortiz.
El itinerario historiográfico de Chiaramonte estuvo bastante condicionado por
su carrera docente que lo llevo a enseñar Historia del Pensamiento Argentino.
Así empezó a presentar sus primeros artículos con aspiraciones académicas
en torno a un tema y un período en el Río de la Plata, en el largo siglo XVIII,
que culminaba con la revolución de Mayo.
Su primer conjunto de trabajos fueron recopilados en el libro “Ensayos sobre la
ilustración argentina”, editado por la Facultad de Paraná en 1962.
Esta obra, de referencia ineludible para la historia de las ideas en la Argentina,
propone un enfoque que trasciende la polarización del debate sobre los

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orígenes ideológicos de la revolución de independencia entre quienes
privilegiaban la influencia directa de la ilustración francesa y los que
reivindicaban la influencia directa de esta y los que reivindicaban el arraigo en
una tradición neoeclesiástica puramente hispánica.
Las distintas temáticas son abordadas desde distintos ángulos acotados y
complementarios.
La extrema razonabilidad de los argumentos aportados por estos textos,
encuentran soporte en la formación filosófica de Chiaramonte.
Los trabajos de este autor, muestran plenamente la figura de un historiador que
se libera de la ideología y a través de un análisis crítico consigue brindar una
lectura original y abierta a miras temáticas. Por ejemplo la variedad que
enumera en los motivos influyentes de la revolución de mayo, como la
revolución norteamericana o el carácter limitado y local del patriotismo
“rioplatense”.
Dos años después en 1964, hace pública una nueva obra a través de la
“Revista Storica Italiana”, mostrando un artículo más acabado del ciclo
dedicado al iluminismo.
Aquí se enriquece la Ilustración rioplatense al incorporarse en él, las influencias
del iluminismo Italiano. El trabajo postula una relación mas persuasiva entre las
transformaciones socioeconómicas y las ideológicas en esta zona, un ejemplo
puede ser el pasaje del tardo mercantilismo al liberalismo económico.
Chiaramonte sigue postulando el carácter ecléctico del pensamiento argentino.
En el mismo año, también en el “Anuario” de Rosario, aparece un nuevo
artículo de José Carlos Chiaramonte “ La Crisis de 1866 y el proteccionismo
argentino de la década del 70”. Es un punto de partida hacia una más amplia
investigación que culminaría en su celebrado “Nacionalismo y liberalismo
económico”, editado posteriormente en 1971.
El autor, al encontrarse con un debate omitido en la historiografía argentina,
mientras revisaba el periódico de Buenos Aires, redescubrió una veta
proteccionista defendida además por actores algo inesperados como los
sectores terratenientes de un órgano como la Sociedad Rural.
Este tema se prestaba para además reabrir discusiones como las que hablaban
del desenfrenado liberalismo posterior a Caseros, lo que revisionistas antiguos
y nuevos se empeñaban en resaltar.
Por otra parte, la nueva temática, se acercaba a la dominante en la historia
científica, que consideraba a la historia económica o socioeconómica casi
como la única en la que podía cumplirse con los nuevos requisitos exigibles al
historiador.
Este largo artículo hace un análisis sobre la evolución de la economía lanar y
los aspectos financieros y monetarios de la época.
En el libro de “Nacionalismo y liberalismo económico”, el análisis era mucho
más extenso. Abarcaba desde los orígenes hasta los argumentos y las fuentes
de debate de la sociedad de la década de 1870. En su introducción, este libro
muestra una reconstrucción del debate entre proteccionistas y librecambistas
de fines del siglo XVIII y en los tres capítulos que retomaban los artículos
precedentes sobre el tema, se expandía el análisis en dos vías. Por un lado se
analizaba la postura de intelectuales defensores del proteccionismo como

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Vicente Fidel López, quien se lanzó a una enérgica acción cuyo objetivo era
lograr el desarrollo industrial del país, y cuya agudeza crítica respecto a la
dependencia con Gran Bretaña es sorprendente 2. Por el otro, introducía las
voces de otros actores, tal es el caso de los reunidos en el Club Industrial, y se
abría un análisis hacia las características de los partidos políticos de la Buenos
Aires de 1860 y 1870. Un análisis cuya complejidad y originalidad, pueden
entreverse ecos de lo que había desarrollado Antonio Gramsci, en sus
reflexiones sobre, el “Resorgimiento”.
Más allá de la zona del Litoral, coexistían otros ambientes de la renovación
histórica. En la Universidad de Córdoba, esta se asocia al nombre de Ceferino
Garzón Maceda. Quién ocupará el cargo de director del Departamento de
Historia y del Instituto de Estudios Americanistas, en la Facultad de Filosofía y
Humanidades, fue también profesor en la de Ciencias Económicas.
Maceda, era un abogado, miembro de una tradicional familia cordobesa, fue
firmante del manifiesto reformista de1918.
Su interés se focalizó hacia la historia demográfica e histórica, con una afinidad
a las nuevas corrientes historiográficas, en especial francesas.
Su producción no fue muy extensa, en ella sobresale “Economía del Tucumán.
Economía Natural y economía monetaria”, donde se reunían dos artículos de
1964 y 1965. Se analizaba allí, la existencia de una moneda de cuenta, en una
economía preindustrial, donde coexistía un sistema económico monetarial y
otro de bienes de intercambio.
La labor de Garzón Maceda, fue muy importante más que nada para la
formación de sus discípulos, como lo fue Carlos Sempat Assadourian, de
formación erudita y filológica, poseedor de un interés por una tradición
renovadora del marxismo.
Este autor hace su aparición a través de la revista “Pasado y Presente”, desde
el año 1964. Y al año siguiente publica “El tráfico de esclavos en Córdoba”. Allí
no es difícil encontrar rasgos del marxismo e introduce una serie de planteos
acerca de las relaciones comerciales de la etapa colonial en la Argentina.
Al año siguiente otra publicación centrada en la misma temática sale a la luz
“El tráfico de esclavos en Córdoba: de Angola a Potosí”, ampliaba la
perspectiva de la anterior publicación al caso cordobés, no solo como ámbito
en las mediaciones entre el puerto de Buenos Aires y Potosí, sino en un marco
intercontinental más amplio.
Todo este doble interés de Assadourian, hacia el marxismo y la erudición
histórica, no debe ser considerado contradictorio, sino complementario, ya que
ambas nociones están englobadas en una perspectiva “científica”.
Luego del golpe de Estado de 19663, Carlos Assadourian se vio imposibilitado
de cursar una carrera académica en nuestro país, y es así como recaló en
Chile. Donde en el ámbito de la Universidad Católica continúa con sus
investigaciones.
En ese contexto publicó un trabajo más ambicioso “Economías regionales y
mercado interno colonial, el Casio de Córdoba en los siglos XVI y XVII”.
2
Acerca de "Nacionalismo y liberalismo económicos en la Argentina 1860-1880"
Fuente: http://www.elaleph.com/libro-usado/Nacionalismo-y-liberalismo-economicos-en-la-Argentina-1860-1880-de-
Jose-Carlos-Chiaramonte
3

En los 60’, la Argentina, estuvo signada por la impronta de los golpes militares: primero, a Arturo Frondizi, en 1962;
luego al radical Arturo Illia, en 1966. Ambos vinculados en distinto grado con uno de los temas más relevantes y
conflictivos de ese período: la proscripción del peronismo.
Fuente: http://www.cronista.com/notas/135979-196069-golpe-golpe

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Aquí el autor se apoya en la utilización de una muy amplia documentación,
procedentes de los archivos notariales y judiciales de Córdoba, que hasta
entonces no había sido valorizada por los historiadores. En esta obra, el autor
complejiza las dimensiones sociales, con el desigual impacto que la economía
tuvo en los grupos dominantes y en los subalternos.
En este trabajo aparecen dos puntos novedosos, en primer lugar el interés por
incitaciones procedentes del pensamiento marxista, y una voluntad de
modelización.
Ya en una nueva década, hacia 1971, Assadourian presenta el artículo
“Integración y desintegración regional en el espacio colonial”, donde se observa
la articulación de los espacios económicos en una perspectiva neohistórica y el
ritmo lento de las transformaciones de los mismos, abriendo espacios de
interlocución con la teoría del comercio internacional, con las teorías emergente
del modelo Lewis. El conocimiento de la teoría económica se combina en la
obra de este autor, con la multiplicidad de motivos que permiten a analizar la
estructuración de la economía colonial. Introduce como categoría de análisis lo
que da a conocer como “polos de crecimiento”. Se otorga a su vez mucha
relevancia a los factores internos que estructuran ese espacio ya las
contradicciones que lo llevan a su desintegración.
Otra figura comienza su labor en el ámbito del instituto dirigido por Garzón
Maceda es: Aníbal Aracondo.
Graduado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de
Córdoba, quién fue fundador y primer co-director de la ya mencionada revista
“Pasado y presente”.
Sus trabajos iniciales fueron relacionados a temas económicos y demográficos,
por ejemplo sobre la agricultura de Córdoba entre 1870 y 1880. El espacio
cordobés fue para él, un espacio casi exclusivo de indagación.
Diferentes artículos, consideraban los problemas de la tierra y la política de
tierras, la población y la mano de obra agrícola.
Arcondo también fue otro estudioso que decidió exiliarse en las afueras de
nuestro país debido a la crisis política e institucional vivida por la Argentina, y
es así como viaja a Francia, donde se doctoró en París, en 1968. Con una tesis
que se tituló “Córdoba: une ville colonial. Etudes des prix au XVIII siècle”.
En Tucumán, por otra parte, habían fecundado diferentes aportes procedentes
de estudiosos extranjeros que allí recalaron poco antes de la segunda Guerra
Mundial o en los comienzo de ésta, como los italianos exiliados por las leyes
raciales de Mussolini, tal es el caso de Renato Treves y Rodolfo Mandolfo y en
especial el francés Roger Labrousse. Colaborador de la revista “Espirit”, era
doctor en Derecho, egresado de la Universidad de París, se especializaba en la
historia de las ideas políticas y en la historia del pensamiento español.
En Tucumán, además de haber publicado diversos trabajos, llegó a ser director
del Departamento de Historia y profesor en Historia Moderna, y también de
una materia propedéutica, llamada historia de la cultura, formando en una
década de docencia interrumpida por el Peronismo, un destacado grupo de
disciplinas que tendrán un papel mayor o menor según los casos en la
renovación de lo estudios históricos en distintos campos en la Argentina y en el
exterior.

En la provincia de Mendoza, en cambio, la renovación fue mucho menos


significativa, la Nueva Escuela Histórica combinada con motivos

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historiográficos e ideológicos, provenientes de la Escuela de Estudios
Americanos de Sevilla, será netamente hegemónica.
Puede nombrarse a Arturo Andrés Roig, quién habiendo realizado sus
estudios en la Universidad de Cuyo y una especialización en la Universidad de
París, Ocupó desde 1955, la cátedra de Historia del pensamiento y Cultura
argentinos. Orientado inicialmente a la filosofía antigua, Roig pasó a
interesarse por el pensamiento argentino y latinoamericano. A lo largo de su
trayectoria intelectual analizaría los rasgos eclécticos de las corrientes de
pensamiento dominantes en Argentina. Un ejemplo de esto es su libro sobre.
Los krausistas argentinos, publicado en 1959.
Este marco compuesto por los aportes de diferentes autores, contribuyeron a
promover la renovación de la historiografía, que era minoritaria en los
ambientes académicos.
La inclusión de nuevas disciplinas para el análisis de la historia, contribuyó a
renovar las imágenes del pasado argentino.
Desde la tradición sociológica, podían contribuir a la renovación de la
historiografía argentina, las ciencias sociales y el marxismo.
Si nos detenemos en las ciencias sociales y particularmente en dos de ellas, la
sociología y la economía, podemos ver que la mayoría de los historiadores
renovadores estaban interesados en hacer uso de ellas.
Para el caso argentino el problema debe colocarse entre los años 1955 y 1966.
En primer lugar cabe destacar una actitud de innovación y modernización,
compartida por el campo cultural argentino. La idea de modernización era
también parte del patrimonio de la economía y de la empresa y del de las
costumbres sociales de ciertas instituciones tradicionales como la Iglesia.
Por otra parte en esta apertura a las innovaciones, un lugar central
correspondía a las ciencias sociales, y en tensión a ellas un marxismo que se
asomaba a los ambientes académicos formalizados.
Enmarcado en este contexto, la creación de la carrera del Departamento de
Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, Gino Germani, un nuevo profesor de sociología y director del instituto,
un italiano antifascista, que había legado a la Argentina en 1934, poseía un
autodidactismo propiciado por sus lecturas variadas y extensas, que ampliaban
su formación italiana, proveniente de no solo sus estudios universitarios, sino
también de su formación secundaria en el ámbito de contabilidad.
Los años del peronismo retardaron la trayectoria profesional de Germani, pero
no lo cortaron plenamente, Perdió su lugar en el Ministerio de agricultura, y
decidió orientarse a la labor editorial.
En esos años, nada pudo impedir que sus estudios sobre la sociedad
argentina, se fueran ampliando hacia el análisis demográfico y hacia una visión
de conjunto de la estructura social argentina.
Es así como tras conferencias y participación en pequeños grupos de reflexión
junto a jóvenes de estudiantes de diversas disciplinas, edita en 1955 su libro
sobre la estructura social argentina.
La obra, es un hito para las ciencias sociales.
Lo que brinda el libro de Germani es su primer cuadro de conjunto aunado a
una visión de largo plazo, haciendo una comparación sistemática de los censos
nacionales entre 1969 y 1947.
El libro más amplio que su título, contiene dos partes. En la primera de ellas,
presenta las transformaciones en la población argentina moderna en cuanto a
la “transición demográfica”.

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La segunda de sus partes, analiza el estudio de las transformaciones de la
“estructura económico social”.
Para la realización de este libro, se recabaron datos provistos por el Censo
Nacional de 1947, más adelante Germani extenderá su preocupación hacia
otra transición: la de la sociedad tradicional a la moderna.
Aunque no deja e apelar a la necesidad de estudiar los fenómenos en su
dinámica temporal, ya remarcar la importancia de las raíces históricas, para
una adecuada comprensión de las clases sociales, la misma aparece limitada
por las enormes insuficiencias de los países industrializados occidentales.
En términos historiográficos la operación de Germani era más “demografía
retrospectiva” que “demografía histórica”, o sociología con interés histórico.
Germani también colaboró con historiadores de renombre en la historia
argentina, como lo es José Luís Romero, en el instituto de sociología y Centro
de Historia Social. Para ambos autores, la inmigración era un tema de análisis
intrigante.
El perfil de historiadores y sociólogos argentinos, era una curiosa mezcla de
influencias “marxistas” y “annalistas”.
Darío Cantón, discípulo de Germani, hizo un importante aporte a la sociología
argentina, fundamental de información sistematizada sobre las elecciones
argentinas.
Cantón combinaba los aportes conceptuales de la sociología política con una
estrategia prosopográfica que, implicaba una radical ruptura con las formas de
hacer historia política precedente.
Otro aporte invalorable para la nueva historiografía fue la interacción con la
economía.
Emblemática fue la creación de la revista “Desarrollo económico”, editada
desde 1958, y refundada en 1961, con el mismo nombre y con el subtítulo de
Revista de Ciencias Sociales.
Se observa en los índices de esta revista la colaboración con los sociólogos
germanianos (Halperín, Cortés Conde, Gallo). Y otros europeos (François
Chevalier, Federic Mauro, Ruggiero).
La historia económica constituía la colaboración de los historiadores con las
nuevas ciencias sociales. Nuevas formas de hacer historia.
La creación de la Asociación Argentina de Historia Económica y Social,
motorizada por Ceferino Garzón Maceda, realizó su primera reunión en
Córdoba, en 1953.
Fue la iniciativa más ambiciosa de colaboración entre historiadores,
economistas y demógrafos.
Rugiero Romano, comenzaba contraponiendo historia económica y economía
histórica, desparramaba críticas contra los enfoques “psicologistas”. Abría
también una fuerte polémica contra las falsas ilusiones de la cuantificación
incluso contra la ejemplificación iterativa como interpretación válida en sí de la
realidad económica.
Entre los economistas, dos autores se destacaron. Guido Di Tella y Aldo Ferrer.
Otras voces emergentes fueron las de Roberto Cortés Conde y Ezequiel Gallo.
Ambos estudiaron en la facultad de derecho y ambos actuaron en el ámbito de
la cultura estudiantil reformista.
La actividad de los dos historiadores fue muy intensa en los años 60’.
2) Sobre el texto de Zacarías Moutoukías, establecer:
a) Las problemáticas y fuentes que utiliza el autor.

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La obra de Zacarías Moutoukía: “Burocracia, contrabando y
autotransformación de las elites. Buenos Aires en el S. XVII”. Indaga diversas
fuentes, por un lado revisa registros comerciales y legales, de correspondencia
(investigando archivos de correo de Buenos Aires), así como también registros
estadísticos de la ciudad de Buenos Aires, y hasta el registro de accioneros del
ganado cimarrón (constatado por el Cabildo).
Por otra parte, revela testimonios de funcionarios, y analiza diferentes
manuscritos de época como los archivos de la provincia, actas del cabildo,
cartas, o el archivo del consejo de Indias.
A su vez, también consulta las publicaciones de otros autores, recopilando
columnas de las revistas de historia, congresos, obras clásicas, y tesis. Entre
los autores consultados, se destacan Jorge Gelman, y Alice Cañabrava.
El análisis de Moutoukías en la investigación de las instituciones coloniales, es
producto de anteriores trabajos de su autoría, tal es el caso de su propia tesis
titulada “Le Río de la Plata Et L ‘ Espace Peruvien Au XVII Eme Siecle:
Comerse et contrebade par Buenos Aires”
Existen diversos trabajos sobre el contrabando 4 en el Río de la Plata, algunos
autores tratan de explicar este fenómeno utilizando diferentes enfoques y
atribuyendo de esta manera algunas causas posibles.
Según este autor, la corrupción generalizada de los funcionarios, la venta de
cargos públicos, las irregularidades de las comunicaciones, la ambigüedad y
contradicciones de las leyes, la inoperancia de los monarcas, las situaciones
desfavorables de la política exterior de la corona con respecto a otras
potencias, el aumento de poder de las elites locales, son factores que
favorecieron la práctica del contrabando, operante a través del sistema de
Navíos de registro, que formaba parte del sistema de navíos sueltos, es decir
embarcaciones que navegaban fuera del régimen de flotas y galeones,
mediante un permiso de la corona, que consistían en un contrato entre la
Corona y el encargado de la compañía.
La autorización para viajar, se otorgaba a cambio del pago de una suma de
dinero calculada según el tonelaje de la embarcación y la prestación de un
servicio, traslado de autoridades y soldados, o envío de armas y pertrechos.
Un primer grupo de terratenientes durante la colonia, se perfiló como clase
comerciante, y en una segunda etapa otro grupo de mercaderes invirtió en
tierras y se volcó al contrabando mediante la práctica de compra de cargos
públicos, a veces oficiados en las ciudades de Potosí y Buenos Aires. Es así
como estos sectores fueron acumulando poder. Los miembros del aparato
administrativo y militar se asociaron a la función imperial, creando una red de
notables.
Aunque España insistía en prohibir el comercio ilegal y el tráfico de esclavos no
lo lograba, ya que éste era imposible de diferenciar debido a que sus
mecanismos, circuitos, los hombres que lo efectuaban y las mercancías que se
traficaban, eran los mismos.

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"...en el caso del Río de la Plata en el siglo XVII la corrupción - en tanto fenómeno masivo -
consistió fundamentalmente en la infracción regular de un repertorio fijo de normas que limitan
la integración de los representantes de la corona en la oligarquía local, es decir, en la
participación de actividades económicas. El hecho de que una de esas actividades estuviera
prohibida, el contrabando oscurece lo esencial del fenómeno. La confusión aumenta con la
utilización del término corrupción, cargado de anacrónicas connotaciones delictivas.
(Moutoukias, Pág. 219).

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Además los conflictos de España con las potencias Europeas (Francia e
Inglaterra), hacían que las comunicaciones con las Indias, fueran irregulares, el
control deficiente y las necesidades de los habitantes en crecimiento, hizo
posible el ingreso de buques extranjeros cargados de mercaderías a los
puertos.
Este gran comercio que se lleva a cabo en el Río de la Plata, benefició a la
corona, porque permitió instalar un dispositivo militar, enviar tropas a Chile,
mantener las comunicaciones regulares y una administración que sostenía la
soberanía de la corona en el territorio (cuyos funcionarios por su interés en los
honores y el poder que la corona le otorgaba, se beneficiarían también de la
participación en el comercio). Las reformas efectuadas rompieron con el
equilibrio establecido y generaron resistencias y rechazo hacia el poder de la
metrópoli. Los Navíos de registro permitieron a la corona de España mantener
el aparato administrativo y militar local.
El aparato militar estaba muy entrelazado al comercio, las guarniciones eran el
centro de una intensa actividad comercial, donde entre otras actividades, la
presencia del personal militar realizaba la venta de navíos y cueros.
Durante el siglo XVII, un gran número de militares, entre ellos algunos de alto
grado, obtuvieron la autorización para abrir pulperías.
Lo que se trata de explicar es que estos funcionarios entendían que no eran
desleales al rey, sino que solamente a algunas leyes, porque estas eran
contradictorias o ambiguas.

b) Utilizando otros textos dados en la cátedra establecer nexos en lo


económico y social.

La obra de Moutoukía se puede comparar desde el plano económico y social,


con el desarrollo de esta misma temática realizada por Carlos Sempat
Assadourian, quién en su trabajo “De la conquista a la independencia”, analiza
el sistema de flotas y galeones.
En el seno de esta investigación, este autor contextualiza esta época, entre
diferentes hechos, el surgimiento del tratado de Ultrech, la creación del
Virreinato del río de La Plata en 1776, la reforma Borbona de España y la
guerra de secesión española.
Paralelamente, para afianzar las tierras frente al avance de los ingleses se
inserta en las zonas de frontera a los cargos de alcaldes de hermandad y
jueces de paz.
Se abren nuevos puertos, los llamados “puertos precisos”, puertos donde el
navío llega descarga la mercadería paga impuestos y continúa con su
recorrido.
Hacia 1720 se intenta estabilizar la comercialización pero el proyecto falla por
el contrabando. Se implementa así el “registro suelto”. Un permiso para los
barcos mercantes, que viajaban a través de los distintos puertos de la nueva
España. A estos registros los tenían los comerciantes más prestigiosos. Este
permiso de desembarco solo era válido para los puertos de Cartagena y
Portobello.
Si analizamos lo desarrollado en el texto de Nidia Areses “Poder y Sociedad,
Santa Fe la Vieja: 1573-1660”, hacia 1780, en Santa Fe el puerto tiene su
segundo nombramiento de puerto preciso, hacia 1778, con el reglamento de
libre comercio, se termina el monopolio.

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Si nos remitimos también a otra obra de Assadourian, “Integración y
desintegración regional en el espacio colonial: un enfoque histórico”, vemos en
esta obra que este autor introduce la categoría de “polos de crecimiento”,
donde los índices de crecimiento del mercado de la plata se encuentran en
Lima y Potosí.
Por otro lado menciona la ruta o mercado de la yerba mate y dice que el
mercado interno existía desde la “América Aborigen”, categoría que introduce
en “De la conquista a la independencia”.
Esta temática de la época de la conquista no escapa al análisis de la corriente
revisionista, podemos mencionar la obra de Tulio Halperin Donghi, titulada
“Reforma y disolución de los imperios ibéricos”. Que así mismo, fue utilizada
como fuente bibliográfica de consultas para el desarollo otros trabajos de la
nueva corriente historiográfica. José C. Chiaramonte por ejemplo, publica
“Autonomía e independencia del río de la Plata 1808-1810” .
Paraseñalar, a manera de conclusión, podemos sostener que ambas
corrientes, habiendo coexistido desde mediados de la década del 60, en cierta
medida no pudieron escapar de influir una sobre la otra, habiendo también
tenido en común sus diversas interrupciones por parte de las diferentes
intervenciones democráticas de nuestro país, que causó diversas divisiones, en
la adhesión de ciertos pensadores, y a su vez sufrieron numerosas
transformaciones de la mano en que el marco político de nuestro país iba
cambiando.

Bibliografía consultada:

- Devoto F, y Pagano Nora, Historia de la historiografía Argentina, Ed.


Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

- Zacarías Moutoukía, Burocracia, Contrabando y Autotransformación de


las elites, Buenos Aires en el S. XVII, en Anuario del IEHS, III, Tandil, 1988.

- Areses Nidia “Poder y Sociedad, Santa Fe la Vieja: 1573-1660”,


prehistoria, Rosario, 1999.

- Assadourian Carlos, “Integración y desintegración regional en el espacio


colonial: un enfoque histórico” Pags 142-165.

- Assadourian Carlos, “De la conquista a la independencia”, Paidos,


Buenos Aires, 1991.

Material digital:

- http://es.wikipedia.org.

- http://www.elaleph.com.

- http://www.cronista.com.

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