Sei sulla pagina 1di 3

VI.

El advenimiento del Reino desde las posibilidades de Dios: las


parábolas
El anuncio del Reino de Dios no pretende aportar nuevos conocimientos o normas
morales, sino establecer a los hombres en una situación nueva. Por ende, esta novedad
aparece como un acontecimiento que incorpora como protagonistas a los hombres
haciéndoles gustar y experimentar lo que, de hecho, ya ahora, es el Reino de Dios. Este
objetivo se logra mediante las parábolas.
El género de las parábolas adquiere en su uso por Jesús una notable originalidad, una
realización paradigmática de la imaginación creadora. Su función consiste en fundir en
un mismo proceso el anuncio y el comportamiento de Jesús desplegando un dinamismo
que convierte al oyente en protagonista. Estos textos pueden ser paradigmáticos o
tomados como referencia: Lc 15, 11-32; Mt 18, 23-35; 20, 1-15.
Con las parábolas Jesús se muestra como un gran estratega del relato, que elabora una
historia ficticia con el fin de suscitar una provocación en los destinatarios. Pero, el relato
no se queda en el mundo de lo imaginario, sino que retorna a la experiencia concreta de
los oyentes mostrándoles unas posibilidades nuevas que pueden asumir o rechazar.
Jesús sencillamente deja a la libertad del hombre ante el milagro de la gracia que desvela
un mundo distinto y posible, no simplemente irreal.1
Por consiguiente, la parábola, mediante un relato de ficción, desorienta a los oyentes con
el fin de reorientarlos conforme a la lógica del Reino, que es la lógica del don sin
condiciones, del exceso de lo insospechado. Y por esa vía logra que aparezcan como
auténticos protagonistas quienes en un principio estaban aparentemente ausentes de la
ficción narrada:
a) Protagonista es ante todo el Dios que defiende la primacía del don que se regala.
b) Protagonista el hombre interpelado, encontrado por Dios e invitado al júbilo
permanente porque puede contemplar y experimentar el mundo de otro modo. Esa
nueva situación le deja emplazado ante la auténtica responsabilidad de su
protagonismo: si Dios se excede (porque se pasa de bueno) también el hombre
debe abandonarse a esa lógica nueva que puede rescatar a la historia de tanta
desventura creada por el egoísmo y la injusticia de los hombres.
c) El mismo Jesús narrador es protagonista fundamental. De hecho, Dios en las
parábolas actúa del mismo modo como Jesús se comporta en su relación con los
hombres.

VII. La ley del Dios creador


El don manifestado en las parábolas procede del modo de ser del Padre de Jesús, que es
el mismo Dios creador. Por eso, desde esta perspectiva se puede replantear una de las
cuestiones más debatidas en la praxis y el mensaje de Jesús: ¿Cuál fue su actitud ante la
Torá o Ley judía? ¿Puede ser considerado defensor de ella? O, por el contrario, ¿como un
trasgresor que busca mostrar que ha perdido su validez?

1
P. Ricoeur decía: son un evento lingüístico que da que pensar porque desvela dimensiones
dimensiones insospechadas de la realidad y posibilidades inesperadas para la libertad humana.
Antes de emitir un juicio, es importante hacer dos observaciones con respecto al
cumplimiento de la Ley:
1- El judío piadoso descubría y vivía la Torá como un don de Dios, como la
seguridad y garantía de una presencia divina benevolente y amable
2- Existían corrientes diversas dentro del judaísmo por lo que muchas de ellas no
eran ni radicales ni legalistas; por eso distinguían entre la Torá en sentido propio
y las normas (halacha) que se habían ido añadiendo para concretarla y
actualizarla.
La actitud de Jesús ante la Ley es la vez clara y ambivalente. Es fiel al cumplimiento y
provocador. Cumple con sus obligaciones como judío, pero, introduce un punto de vista
original: no es tema central de su pensamiento porque la contempla desde la perspectiva
amplia del Dios creador, que no otorgó la Torá para anular la libertad del hombre sino
para expresar la intensión de Dios respecto al conjunto de la humanidad.
Jesús como intérprete de la Ley, revindica una autoridad superior a Moisés. Porque no la
contempla desde el Sinaí, sino desde el sueño primero de Dios. La Ley desde un principio
ha sido dada a conocer como servicio al hombre, y no para que éste se someta a aquélla.
Ejemplos: Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11.
VIII. La praxis de Jesús desde la lógica del Reino
Es significativa la actitud de Jesús ante los marginados. Su lógica le lleva a situarse
siempre de parte del lado más débil e indefenso. Se sitúa siempre de parte del humillado,
si bien ello nunca sucede contra el otro. El amor se modula en función de la necesidad del
destinatario. Por ello, nunca puede ser neutro o imparcial, sino solidario y comprometido.
La misma lógica se muestra en su actitud ante las tensiones políticas, en aquel momento
histórico tan sobrecargado de violencia. Su actitud ante los poderes políticos: los celotas,
romanos, fariseos, herodianos, saduceos…intenta desvelar los intereses estrechos que los
mueven y por ello carácter ilegítimo de estructuras diabólicas que se basan en la búsqueda
del poder en la dinámica de la violencia y la contraviolencia.
El realismo de Jesús le lleva a denunciar que el poder humano tiende a la opresión si no
vive la lógica del Reino. Por ello acaba siendo considerado por todos como una amenaza.

IX. La experiencia de filiación


El Dios del Reino es presentado por Jesús como Padre. Esa relación paternal es la que
desvela como Padre de todos los hombres. Dios sale del anonimato de un Ser absoluto y
prepotente para mostrarse como el Padre y Jesús y padre de todos los hombres.
La paternidad de Dios, y por ello la relación paternal que establece con Jesucristo y con
los hombres, es contenido esencial de la experiencia salvífica, presupuesto para el modo
nuevo de valorar la realidad y horizonte de un estilo peculiar de comportamiento.
La revelación bíblica destaca en mayor medida el encuentro personal y la dimensión
histórica (cf. Ex 4, 22-23; Dt 32, 6); en otros pasajes destaca rasgos de ternura maternal
(Os 11, 1-4; Jer 3, 4.19; 31, 9.20; Is 66, 13; Eclo 2, 14), especialmente respecto a los
pobres y necesitados. El Nuevo Testamento continúa este modo de hablar, apoyado en
la experiencia de misericordia y benevolencia que contiene el Evangelio de Jesús (Mc 8,
38 y Mt 16, 27; Mc 11, 25 y Mt 6, 14; Mc 13, 32 y Mt 24, 36; Lc 6, 35-36 y Mt 5, 44-
45).
La novedad más peculiar se muestra en el uso propio de Jesús. Emplea el término Abba
para indicar una relación de intimidad y cercanía, que no es equiparable a la del resto de
los hombres (Mc 14, 3; Mt 11, 26 y 26, 39; Lc 10, 21 y 22, 42).
Ab-ba era uno de los primeros balbuceos del niño para dirigirse a su padre: papá.
Pertenecía al ámbito privado del hogar. Resultaba por eso desmesurado que Jesús lo que
Jesús lo aplicara al Dios creador y liberador.
La cercanía e intimidad se hacen más patentes por la relación única de Jesús con el
Abba, que tiene como reverso su designación como Hijo.
A la luz de la relación filial de Jesús se puede entender su modo de comportamiento,
que le sitúa siempre entre los más necesitados y desfavorecidos, e igualmente la
profunda implicación de Dios en la historia, ya que como Padre se encuentra insertado
en las actitudes y comportamientos del Hijo y en las situaciones de desventura de los
hijos.
Esta experiencia de filiación ha de modular igualmente al discípulo que se deja seducir
por la lógica del Reino. La salvación no es otra cosa que esa filiación. Quien ha
descubierto a Dios como Padre y a cada hombre como hermano, está abandonado al
dinamismo del Reino y a la lógica del exceso del Don.

Potrebbero piacerti anche